Aventura con una genial pareja
Pensaba que eso de los trios no sucedía nunca y...
Siempre que leía historias en esta sección de relatos, imaginaba que eran invenciones o fantasías de los que las escribían. La verdad es que no parece tan fácil encontrar gente tan dispuesta a pasarlo bien y tan abierta y liberal en el mundo del sexo y el erotismo. Para un chico, además, parece muy difícil adentrarse en este mundillo ya que hay mucha oferta y poca demanda. A las chicas es dificilísimo conseguirlas porque ellas pueden escoger casi lo que quieren, y entrar en el mundo de las parejas, aun lo es mas, ya que imagino que las parejas que desean realizar tríos con chicos , cuando lo insinúan, deben tener una larguísima lista de candidatos para escoger.
La verdad es que sin casi quererlo, a mi me sucedió una historia que refleja un poco todo mi aburrido párrafo anterior y que es la que os contaré.
Empezaré por describirme para que sepáis como soy. Tengo 35 años, moreno, 1:75 de altura y de complexión delgada, aunque no flaco, (72 kg). Mi piel es morena y dicen que tengo un cuerpo lindo y una cara simpática. No hace falta decir que soy un apasionado del sexo bien llevado y del morbo y erotismo que conlleva.
La historia empieza un día en el que de nuevo, intentaba encontrar la manera de entrar un poco en ese mundo liberal de los tríos. Lo había intentado con citas por Internet, con anuncios de contactos y en vivo en algunos lugares que parecía apropiado pero... nada. Uno de esos días, fui a un local de intercambios, el día especial de tríos. Pero, claro... No me dejaron entrar con la excusa de que ya estaba lleno el cupo de los chicos. Al irme, descartando de nuevo la posibilidad de descubrir eso que tanto buscaba, me pasó aquello que parece que nunca pase, lo que os contaba al principio de mi relato.
Justo al avanzar unos pasos por la calle, pasó cerca de mi una pareja que me miró y sin mas seguí mi andadura. La sorpresa vino cuando al dar la vuelta a la esquina para ir hacia mi coche, alguien me dio unos golpecitos en la espalda. Era el hombre de la pareja que había pasado a mi lado.
-Buenas, que deseas, (le dije yo).
Él me contó que vieron lo que me sucedió y cómo no me dejaron entrar al local donde ellos iban. Me confesó que iban a entrar pero que no les gustaban mucho esa especie de locales y que al verme, su pareja le comento la posibilidad de contactar conmigo y así no ir al club. Me preguntó si me apetecía acompañarlos a tomar una copa y así conocernos y... acepté.
La verdad es que Andrés era muy agradable y parecía un tipo encantador. Debería tener unos 38 años y parecía muy seguro de lo que quería... Pero ella, Mª Rosa, era una preciosidad. Os cuento. Unos 30 años, rubia y con un cuerpazo genial que se intuía bajo su ropa. ...
...Llevaba un falda por encima de las rodillas y de cintura caída, (de esas que se ve en las chicas el inicio de todo lo que hay justo debajo de esa cintura de la falda). Unas sandalias con un poco de tacón y un top blanco con una camisa transparente encima. Estaba preciosa.
Fuimos a un bar a tomar unos refrescos y empezamos a hablar de todo un poco. De nuestro trabajo, de nuestras aficiones y evidentemente de nuestra presencia o intento en ese club de parejas e intercambios.
Mientras hablábamos, Rosa me iba taladrando con sus preciosos ojos y ambos escuchaban mi historia, (esa que os he contado al principio). Les confesé que me apetecía enormemente probar un trío y que era tan difícil encontrar una posibilidad. Les confesé que me encantaba el sexo pero que era complicado encontrar chicas desinhibidas que les gustara practicarlo para, simplemente, pasarlo bien.
Ellos me confesaron que habían probado un día en ese club y que no les gustó demasiado pero que también deseaban probarlo. Andrés me dijo que Rosa era un volcán en la cama y que él deseaba poder satisfacer su fantasía que era la de estar con dos hombres a la vez. Que era por eso que iban a ese local.
No hizo falta ver que nuestra afinidad era buena y que los tres íbamos a por el mismo objetivo.
Andrés propuso acabar nuestra conversación en su casa tomando unas copas y yo acepté encantado.
Al llegar a su casa, nos instalamos en el salón y Andrés se dispuso a servirnos bebida, (nos inclinamos por una buena botella de champán. Mientras él fue a por las copas y la botella, Rosa se disculpo indicándome que se iba a poner cómoda de ropa. Andrés volvió con el champán y ya vestido con unos pantalones de deporte y una camiseta. Esperamos a brindar a que viniera Rosa y al verla nos quedamos los dos alucinados ya que llevaba un albornoz blanco que resaltaba su moreno. Yo aluciné porqué vi que eso iba en serio y que podía llegar a pasarlo genial con Rosa y Andrés, (por fin se cumplía mi sueño), y Andrés, porque, como nos confesó luego, no imaginaba que Rosa fuera tan directa y se pusiera así en mis manos.
Seguimos hablando de trivialidades y de preferencias en cuanto a todo lo relacionado con el sexo. Posturas, fantasías... Seguíamos brindando y bebiendo y Rosa, en un momento dado, fue a sentarse junto a Andrés, dándole un beso. Yo estaba delante de ellos en otro sofá individual y su beso se prologó unos segundos. Cuando me miraron, les dije que podían seguir ya que además, me encantaba mirar, (tengo un punto de voyeur). Ella siguió besándole y le quitó su camiseta. Empezó a bajar por su pecho hasta que llegó a su entrepierna y por un ladito del pantalón le sacó su aparato empezando a hacerle una buena mamada.
La verdad es que la escena era excitante. Aquella pareja que había conocido esa misma noche estaba allí y ella le estaba haciendo un trabajo a su marido mientras yo los miraba alucinado.
El albornoz de Rosa ya estaba abierto y mientras le estaba haciendo esa buena chupadita a Andrés, se lo dejo caer al suelo. Era la primera vez que vi ese precioso y redondo culo. Tenia un tipazo increíble y Andrés la detuvo porque estaba a punto de correrse en su boca.
Rosa se giró y vino hacia mi. Me pidió que me desnudara y lo hice lo más rápido que pude. Fue entonces cuando vi esos pechos tan firmes que tenía. Estaban para comérselos.
La verdad, amigos, No podía imaginar que por fin estaba ante mi la posibilidad de hacer lo que había querido y no había podido nunca.
Rosa me miró de arriba abajo y yo, de la emoción, tenía una erección ridícula. Parecía que no fuera mía lo que provocó que Andrés y Rosa empezaran con una divertida conversación.
A: ¿Has visto que poco lo hemos excitado?
R: Es normal, si solo te había visto a ti en pelotas. Ahora que me ve a mi se pondrá a tono
A: Pues si te ha visto a ti y aun se le ha bajado mas, ja, ja, ja.
R: Espera y verás
Y empezó a besarme y a ponerme a mil. Besó mi cuello, mis pezones, (eso me pone... bufff), ¡Me encantan los chicos sin bello como tu! ¡Voy a comerte entero! Y bajó hasta mi pobre amiguita y cogiéndola, le empezó a chupar de un manera alucinante. Bajó mi pellejo y empezó a lamer de arriba abajo toda su longitud hasta que respondió como merecía esa belleza que me la estaba chupando Con sus manos y su lengua me estaba llevando al cielo y entonces la vi exclamar ¡Eso es otra cosa! ¡Que pedacito de carne más rico! ¿Has visto Andrés?... Creo que te supera.
La verdad es que Andrés tenia una buena polla pero era muy delgaducha y la mía es de un buen grosor. Rosa estaba encantada con ello y no paraba de tragarse mi pedacito de carne. Yo estaba a punto de estallar e hice parar a Rosa.
¡Me vas a vaciar demasiado rápido! Le dije.
Volvió a Andrés y siguió con él. Estaba tumbado en el sofá y ella se arrodilló ante el siguiendo con su polla. Mientras estaban así, me acerque y empecé a tocarle por detrás lo pechos a Rosa. LE acaricié la espalda, el culo, ¡Que culo Dios mío! Y empecé a indagar por sus agujeritos. ¡Estaba empapada!.
Se puso encima del sofá, a cuatro patas, siguiendo col el trabajo que le hacía a Andrés. Así me dejó acceder con mi boca a su coñete. Estaba mojadísimo y empecé a chupar lentamente toda la longitud de su rajita de arriba abajo. Metí como pude mi lengua hasta su clítoris y empecé a jugar con él. A veces, dejaba de chupársela a Andrés y me decía...¡Me estás matando Santi!. Eso me animaba y seguía con mi trabajo. Ya le había metido un dedito en su agujero cuando Andrés se empezó a correr en su boca y ella, minutos después lo hizo en la mía.
Al cabo de unos minutos, Andrés volvió a estar medio en forma y yo estaba que me salía. Rosa se sentó encima de su marido y empezó a cabalgarlo. Yo estaba a su lado y veía como sus tetas se movían al son de la cabalgada, (eso siempre me ha gustado verlo). Fui detrás y empecé a tocar a Rosa por detrás y a pasarle el dedo por su trasero. Cuando pude, se lo fui introduciendo poco a poco mientras ella, volviéndose loca, aumentaba el ritmo y me decía que le encantaba eso que le hacía.
Situé mi polla a la entrada de ese culo pero me detuvo y me dijo que prefería que fuera Andrés el que se la metiera por ahí ya que su culete era muy sensible. Me hizo tumbar en el parquet y se puso encima mío metiéndosela enterita pero despacito. Mmmmm. Que sensación tan bella la de sentir un chochete caliente y húmedo en tu polla, ¿verdad?.
Empezó a cabalgarme y me confesó que realmente apreciaba ese grosor que no tenía Andrés. Él nos miraba y esperaba. Ella seguía como posesa encima de mí hasta que casi me corro. Cuando se lo dije, paró y le pidió a Andrés que la penetrara por atrás... ¡Mi sueño! Yo con una rubia guapísima encima de mí y con mi aparato en su agujero y su marido, enculándola encima.
Andrés empezó a moverse y Rosa y yo, seguíamos el ritmo que él imponía, (la verdad es que la postura es complicada)., hasta que llegamos a tener una complicidad de movimientos genial. Yo, mientras, aprovechaba para sobar y morder los pezones de las fantásticas tetas de Rosa.
Ella estaba en la gloria e iba gimiendo y pronunciando palabras que aun aumentaban el ambiente.
¡Mmmmm! ¡Soñaba con esto! ¡Me estáis matando chicos! ¡Esto es genial! ¡Me corroooo!
Ese fue el momento donde no pude aguantar más y después de pedirle permiso a Rosa me corrí en su interior, mientras ella también lo hacía y Andrés seguía enculándola como un loco hasta correrse él también.
La verdad es que lo pasamos muy bien. No recuerdo una corrida como esa y ellos me dijeron que tampoco. Lo dejamos aquí y quedamos para vernos otro día y repetir la experiencia. Saqué el compromiso de Rosa que me dejaría probar su culo porque la verdad es que me había quedado con las ganas de hacerlo. Me dijo que si y lo probé, ya lo creo. Pero... Eso ya será otra historia que os contaré próximamente.
Espero que mi relato os haya gustado y si deseáis comentarme algo me encantará recibirlo en mi mail que os dejo... peterpan69es@yahoo.es ó peterpan69es@hotmail.com
Autor Santi