Aventón

De cómo me atreví y me inicié en un mundo de sensaciones desconocidas

Un aventón

¡Hola! Quiero contarles lo que me ocurrió hace muchos años y eso me abrió los ojos a un mundo que no conocía.

Me llamo Víctor y tengo 35 años y la historia que contaré ocurrió cuando tenía apenas 19. Soy moreno, 1.70 m estatura, complexión algo robusta debido a que hago ejercicio. Tengo rasgos regulares, mentón firme y mirada penetrante. Mis ojos son castaños y mis labios no delgados ni demasiado gruesos.

Esto ocurrió cuando regresaba a casa alrededor de las 23:00 hrs. después de visitar  a mi novia en turno. Ella vivía cerca de la colonia el Retiro en Guadalajara y normalmente yo me iba caminando hasta la Calzada Independencia cerca de la Fuente Olímpica para abordar el único autobús que pasaba a esas horas y me llevaba hasta mi casa en la colonia Santa Teresita que está bastante lejos.

Claro que a veces ya no alcanzaba autobús y tenía que irme a casa en taxi o, en el peor de los casos, a pie.

Esa noche no alcancé autobús y justamente estaba pensando en que me tendría que ir caminando cuando un auto se detuvo a mi lado y un chico de alrededor de 20 o 25 años me dijo:

—Hola! Vas muy lejos?

Sé que todos los padres nos dicen que nunca subas con extraños, pero yo ya me sentía adulto y que podía controlar cualquier situación, así que me acerqué y le contesté

—Huy sí! Voy hasta Sta Tere!!

—No importa!—contestó— yo voy para Avenida Américas

Justamente yo vivía a dos cuadras de Avenida Américas, así que después de un momento de indecisión, dije

—Ok, si no te importa te agradezco el aventón

—No te preocupes—dijo—yo sé lo que es tener que caminar distancias largas. Cuando iba con mi novia (Que ahora es mi esposa) a veces tenía que caminar mucho.

Escucharlo hablar de su esposa me tranquilizó, así que empezamos a conversar. Era un chico de 23 años de tez blanca, ojos color miel, se veía como un junior de esos que te encuentras en esos corporativos. Tenía apariencia de ejecutivo joven y se notaba que se mantenía en forma.

Se llamaba Fabián y me cayó muy bien. Todo el trayecto estuvimos cotorreando en grande e incluso intercambiando tips del gimnasio y situaciones chuscas.

Cuando estábamos por llegar a Américas y Manuel Acuña, se hizo un silencio un poco extraño y de sopetón me preguntó:

—Víctor… ¿Te gusta que te la mamen?

—Claro!!—contesté—Me encanta que las niñas me den una buena mamada…

—No—interrumpió—digo… que si te gustaría que yo te la mame…—dijo algo cohibido

—Fabián me sorprendes mucho—dije—Si hasta me vienes diciendo que tu esposa e hijo son tu adoración!! No pareces gay

—Lo sé—dijo con un suspiro—pero la verdad es que no lo puedo controlar. Me gusta mamar vergas de jóvenes como tú. Deportistas, guapos y aseados… también me gusta que me la metan y me la mamen—dijo más turbado aún

La cara que puso cuando dijo que le encantaba mamar vergas me fascinó. No sé porqué me lo imaginé mamándomela y en lugar de molestarme, me excitó y me sentí halagado.

—Entonces lo haces con frecuencia?—Pregunté con algo de morbo

—Los lunes, miércoles y viernes porque esos días salgo más temprano de la oficina, pero a mi esposa le digo que salgo a la misma hora de diario. Pero últimamente es más difícil encontrar jóvenes dispuestos a una buena mamada o a cogerme sin que me cobren.

Yo sentía como poco a poco me iba empalmando y no pasó desapercibido.

—Pero si se te está parando!!—dijo—Creo que no te disgusta imaginarme mamando verga verdad?

Cómo no contesté, continuó

—Una vez me tocó ir a Los Ángeles California y allí se la mamé a un negro que medía como 2 mt de alto… Tenía una verga enorme, no menos de 11 pulgadas, o sea, casi 28 cm. Te juro que casi no cabía en la boca, pero estaba deliciosa, un sabor ligeramente salado e intenso… caliente en mi boca y cuando me la metió no te imaginas el dolor y el placer que me provocó.

Yo tenía la verga completamente erecta y Fabián me la frotó por encima del pantalón sin que yo opusiera resistencia

—Pero la tuya debe estar deliciosa… ¿Te animas?

Enfiló hacia una parte oscura a la sombre de un enorme ficus en la esquina de Herrera y Cairo y Amado Nervo.

Se estacionó y siguió acariciándome el paquete que pugnaba por salir del pantalón y yo sólo me dejaba llevar. Mi corazón palpitaba fuertemente pero decidí ver hasta dónde podía llegar. Recliné hacía atrás el asiento y cerré los ojos.

—Cuando te penetran—dijo Fabián—Se siente delicioso… a mí me estimula la próstata y me excita muchísimo.

Mientras hablaba desabrochaba mi cinturón y el botón de mi pantalón. Cuando me abrió la bragueta se sorprendió porque no uso ropa interior

—Mi cielo!!—dijo—Si estás para comerte!!

Me bajó los pantalones un poco para poder sacarme bien la verga. Sus manos estaban calientes y suaves. Abrió la boca y sólo me chupó el glande, su boca se sentía fría… fresca. Lentamente se fue introduciendo más en la boca y entonces percibí un ligero aroma a menta y supe por qué se sentía tan fresco y caliente a la vez. Fabián tenía en la boca una pastilla para refrescar el aliento.

Mamaba muy bien, despacio haciéndome sentir su boca rodeando mi garrote mientras con la mano me masturbaba suavemente, se veía que disfrutaba enormemente.

Con la otra mano me acariciaba los huevos y sentí que incluso parte del perineo. Nunca me habían acariciado ahí y sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

—Te gusta?—preguntó— Aún falta lo mejor

Poco a poco engulló todo mi garrote mientras con las manos me acariciaba y apretaba los huevos. Eso hizo que me excitara más aún y un gemido escapó de mis labios—Mmmm

Esa fue la señal para que acelerara sus movimientos y con una mano buscara acariciarme debajo de los huevos, yo levanté el trasero para que él tuviera mejor acceso y de repente me tocó el ano… la sensación fue tan indescriptible que me vine de inmediato en su boca.

Fabián se tragó todo y no dejó ni una gota salir de sus labios.

—Te gustó?—preguntó—Pasaré por ti pasado mañana.

—Y si no estoy?—contesté

—Pues si no estás, gracias por dejarte mamarte la verga. Me encantó el sabor de tu semen

—¿Qué no todo el semen sabe igual?—pregunté

—No. Si bebes mucho café, sabe más ácido e incluso huele distinto. Si comes mucha fruta sabe un poco más dulce… no sé si tenga fundamento científico pero yo lo digo por experiencia.

El miércoles siguiente estaba yo esperando en la Calzada a que pasara. Pero esa es otra historia sobre cómo continué con la experimentación…