Ave maría purísima
Trata de una novicia a monja. En plena pubertad
-Monica, hoy tendras que quedarte sola en la cocina, he de salir a por jengibre para los dulces y ademas tendre que pasar por caritas por lo del banco de alimentos, tendras tu que hacer la sopa para las hermanas, llegare a la hora de comer.
-Asi se hara Sor Consuelo. Dicho esto Sor consuelo desaparecio rauda por el dintel de la puerta y Monica empezo a encender la hoguera para poner la marmita al fuego de la encina y a pelar cebollas. Mónica se sentía encantada con la vocación que había adquirido, aunque no dejaba de atormentarse por los deseos pecaminosos que le rondaban por la cabeza quizá propios de la edad. Ella era una joven novicia de apenas 23 años, 1, 74 metros, pelirroja, ojos verde aceituna, salpicada ligeramente de pecas en sus mejillas y con todos los bellos atributos que la naturaleza brinda los cuerpos féminos a esa edad, pechos bien erguidos, voluptuosos, de los que una buena mano no es capaz de cubrir en su totalidad y bien colocados a causa del duro trabajo en el convento y del deporte que practicaba cuando había estado fuera de este en su pubertad.
Este día se sentía especialmente atormentada, apenas le faltaban un par de días para que su cuerpo recibiese su regular regla, y esto le hacia sentirse especialmente lujuriosa y podía notar el ardor que su velludo pubis le transmitía al pasar por su mente imagenes de penes enormes, roces de cuerpos sudorosos en posturas pecaminosas y los gemidos de placer que no dejaban de volar por entre sus sienes...
Sin darse cuenta, una vez preparada los ingredientes de la sopa, y habiendolos puestos ya en la marmita al fuego de la hoguera, se sentó a esperar, aburrida y atormentada por sus deseos de querer conocer lo que en su voto de castidad prescindió el día que entro en aquel "maldito" convento. Decidió abstraerse preparando una gran ensalada para acompañar la sopa, corto la lechuga, los tomates, saco un tarro de bonito y paso a la nevera a por pepino... grave error, viendose sola en la cocina con semejante hortaliza en la mano no pudo evitar frotar distraidamente de arriba a abajo mientras seguía teniendo pensamiento pecaminosos, entonces fue cuando pensó que si dios había querido que ella estuviese sola en aquella cocina y con aquel pepino con forma tan fálica en la mano quizá seria una señal de que experimentar con su cuerpo quizá no fuese tan pecaminoso como estar con un hombre... probo el sabor del pepino una vez lo hubo lavado con su boca, tenia un gran sabor lo lamia con avidez quizá por lo rico que sabia o quizá por la forma que tenia, el caso es que la estaba encantado saborear aquel pepino, inconscientemente se llevo la mano por debajo de la sotana y comenzó a juguetear relajadamente con su pubis, primero acariciaba y hacia pequeños remolinos en sus rojos vellos y poco a poco fue acercandose a su hendidura, notaba el calor de su mano en los labios de su vagina en su clítoris y no pudo contenerse, sus piernas se abrieron y su dedo se introdujo fácilmente por la húmeda oquedad mientras la palma de su mano presionaba ligeramente su clítoris. No podía evitar sentir placer y calor alimentado por la cercarnía de la hoguera, así que se levanto y dejo caer la sotana dejando al descubierto su bello cuerpo mientras seguía blandiendo aquel pepino fálico en su mano, apoyo su desnudo pecho en el frío marmol y dio la espalda a la hoguera para que recalentara aún mas su excitado y desnudo coño, tras lambiar el pepino y con un pie puesto en el suelo y otro en la banqueta sobre la que unos minutos antes estaba sentada, comenzó a frotar su vagina desde el perineo hasta la cúspide de sus púbicos vellos con aquel falo verde, estaba especialmente excitada y mientras recorría su hendidura y acariciaba su clítoris en un va y ven para que el falo se humedeciera con sus fluidos no paraba de sobar sus rosados pezones, haciendo que estos se pusiesen bien hinchados prominentes formando un pequeño segundo pecho debido al hinchazón de sus aureolas...
sus fluidos no tardaron en hacer su trabajo y casi accidentalmente el pepino empezó a introducirse en su vagina, poco a poco iba abriendo sus labios vaginales y a cada milímetro que entraba producía en ella una descarga de escalofríos y sensaciones de placer que la hizo incrementar el ritmo, primero comenzó una vez lo tubo todo dentro a girarlo suavemente como si fuese una peonza, esto le hacia sentir las rugosidades de la piel y la producían una especial sensación, como si de las venas de un autentico pene se tratasen, no aguantaba mas y empezó a sacarlo y a meterlo a gran velocidad mientras su clítoris se estiraba y encogía por la presión que el pepino ejercía al entrar y salir, fue entonces cuando comenzó a oirse en toda la estancia un enorme chapoteo y Mónica comenzó a sentir un enorme calor abrasador en su pubis, dando le una descarga de placer eléctrico que le subío desde su mismo coño hasta la garganta la cual articulo un enorme ahhhhhhh debido al placer que aun sentía mientras notaba como manaba tanto flujo de su coño que le resbalaba por las piernas y por el puño cerrado de su falo.
Se quedo inmóvil, petrificada no solo extenuada por el gran placer que habia sentido sino también por el remordimiento de haber tenido su primer orgasmo, y de haber fallado ante su voto castidad, se apresuro a vestirse tras secar sus piernas y el pequeño charco que habia entre la banqueta y la encimera, y salio rauda hacia la ermita donde normalmente esta Sor María esperaba para la confesión de los pecados... Se arrodillo ante el confesionario y dijo con voz aún entrecortada... AVE MARÍA PURÍSIMA