Ave césar: la reconquista del imperio (i)

Cómo una experiencia laboral hizo tambalear los cimientos de mi relación y nacer las bajas pasiones de mi instinto

AVE CÉSAR: LA RECONQUISTA DEL IMPERIO (I)

Me llamo César, tengo 33 años y soy detective privado. Hace 5 años que tengo pareja y 2 que vivimos juntos. Mi novia es argentina. Debido al corralito tuvo que venirse a vivir a España con sus padres, luego éstos se marcharon pero como ya estábamos juntos, ella se quedó a vivir conmigo.

Laura era camarera en el bar donde íbamos a tomar cervezas con mis colegas. Desde el primer momento nos gustamos y en fin somos muy felices juntos y estamos pensando tener familia.

Todos estas pinceladas que podrían dibujar una bonita historia de amor, quedan manchadas por un gran pero…He cambiado, ya no soy la persona que era antes. Mi último trabajo me ha hecho ver nuevos horizontes y ha sacado una parte oscura dentro de mí, que me gusta y que quiero explorar.

En principio se trataba del típico caso de matrimonio fracasado, en que el marido quería pruebas que su mujer lo engañaba, con reportaje visual incluido. Eran gente de pasta. La señora era una alta ejecutiva de empresa, trabajaba con su marido, acostumbrada a mandar y con un cuerpazo escultural a base de bisturí.

Empecé con los seguimientos habituales y las escuchas teléfonicas. Me imaginé que sería la historia de siempre, mujer guapa madura harta que su marido no se la folle se cepilla al jovencito profesor de tenis de turno, sin embargo, desde la primera conversación telefónica me dí cuenta que la señora (señora Y) quizás no era tan señora y era más bien un poco puta.

-       Señora Y: Hola!

-       Desconocido al teléfono: Hola puta!

-       Señora Y: Perdón, no te había conocido. Como llamas con número oculto…

-       Desconocido: No te preocupes…Oye te has puesto el juguetito que te compré?

-       Señora Y: Si lo llevo puesto…La verdad es que voy todo el día con las bragas mojadas… pensando que en cualquier momento puede empezar a vibrar…

-       Desconocido: Que guarra eres…pero me gusta. Que las bragas no sean un problema… quítatelas.

-       Señora Y: Pero voy con falda, y bajarán todos mis flujos piernas abajo…

-       Desconocido: Perdona mi tono de voz quizás a sonado a sugerencia. Te estoy ordenando que te las quites putilla, y si chorreas mejor, así toda tu oficina sabrá la guarra que tienen como jefa.

-       Señora Y: Mmm… que cachonda me pones. Enseguida me las quito…están empapadas. Puedo tocarme?

-       Desconocido: No! Te quiero bien cachonda para la reunión que tenemos en media hora con tu marido. Por cierto… quítate también el sujetador. Ya sabes que me encanta ver tus pezones a través de la camisa.

-       Señora Y: Lo que tu quieras… me pones a cien…

-       Desconocido: piiiiiiiiiiiiiiiiiiip (ha colgado).

Caramba con la señora Y! Me había puesto cachondo esa voz tan sexy y su faceta de puta. Parecía que este caso iba a ser más interesante de lo que me esperaba. Era una lástima no poder asistir a la reunión de la que hablaban porque tenía pinta de ser muy interesante.

Una cosa tenía ya clara. La persona con la que le ponía cuernos a mi cliente, era alguien del círculo de trabajo. Llamé al marido (señor X) y le pedí tener acceso al ordenador de la señora Y, que con unos minutos bastaría. Él me dijo que tenía un portátil en su habitación, que dejaría orden a la criada para que pudiera entrar a la habitación de matrimonio y dispusiese de lo que quisiera.

Me puse manos a la obra. Nada más entrar en la habitación de mis clientes pude observar que era una habitación muy fría, espaciosa y lujosa, pero fría. Encontré el portátil en una mesa al fondo. Mientras se hacía una copia de la información, instalé varias cámaras espías por todo el dormitorio. No creía que fuera a mancillar el lecho familiar, pero no quería tener más sorpresas con la señora Y.

Ya en mi oficina, empecé a explorar los archivos de la señora Y. Encontré una carpeta “Carta de presentación” con muchos archivos fotográficos. Al abrirla pude ver la cara más íntima de la señora Y.

Pese a que rondaba los cinquenta, tenía un cuerpo precioso. Melena rubia teñida, 1,70 m. Unas tetas impresionantes, alrededor del 110, vientre liso y caderas generosas.

Era curioso porque tal y como estaban ordenadas las fotos, se podía ver una evolución de la señora Y. Las primeras muy pudorosas donde prácticamente no se veía nada, eran éstas en las que pude descubrir que era rubia de bote, porque el pelo rizado de su coño era negro y abundante. A medida que se caía el pelo de su vagina, también se perdía la vergüenza en las fotos, pasando de la típica tirilla de película porno encima de su rajita, a un chocho totalmente rasurado y abierto mostrando todos los flujos de su almeja. En éstas últimas la cara de viciosa era espectacular, metiéndose enormes pollas de plástico por sendos agujeros. Observé que entre las primeras y las últimas fotos sólo había transcurrido un par de meses.

Encontré también páginas de relatos eróticos que visitaba asiduamente relacionadas con la dominación y la sumisión, y conversaciones del messenger subidas de tono en las que ella siempre adoptaba roles sumisos de secretaria, alumna o chacha y tenía que ser reprendada por su mala actitud. Estaba claro que a la señora Y le iba la marcha.

Empecé a leer los relatos y las conversaciones mientras miraba las fotos y me estaba poniendo realmente cachondo, notaba como algo duro iba creciendo en mi entrepierna. Me bajé la cremallera, tenía la polla muy dura, el capullo a punto de estallar y empecé a pajearme muy suavemente. De pronto sonó el teléfono de la señora Y otra vez;

-       Señora Y: Me has puesto muy cachonda en la reunión!

-       Desconocido: Era de lo que se trataba no? Cómo te has sentido?

-       Señora Y: Muy perra… Cuando ha empezado a hacer la exposición mi marido… y ha empezado a vibrar esa bola de acero dentro de mi coño… que gusto… tenía miedo a que se escuchará el zumbido…

-       Desconocido: No te imaginas la cara de cachonda que estabas poniendo, se te veían los pezones a través de la camisa y no parabas de morderte el labio inferior. Me ha parecido oir hasta el ruido de los jugos de tu coño. Eres una auténtica guarrilla.

-       Señora Y: Si lo soy… porque no me has dejado correrme? Cada vez que estaba a punto parabas la bola

-       Desconocido: Eso es porque eres una perra muy sucia, y me gusta tenerte en celo. Así cuando te folle, estarás ansiosa por dármelo todo.

-       Señora Y: Ya sabes que todos mis agujeros son tuyos y que estoy dispuesto a dártelo todo. Siempre a cualquier hora, pero puedo tocarme… voy muy salida,

-       Desconocido: No! Aguanta! Quedaremos esta tarde a las 19:00, en el hotel de siempre y te daré lo que te mereces zorra

-       Señora Y: Que malo!

-       Desconocido: Eso si, te tengo unos deberes preparados…  Al salir del trabajo, quítate toda la ropa, quiero que vayas sólo con tu gabardina y los zapatos, sin nada debajo. Irás andando, pero antes te pasarás por la ferretería de la esquina del hotel y comprarás unas bridas. Así tendrás un paseíto para pensar y sentir lo puta que eres. Lo has entendido?

-       Señora Y: Mmm… Si amo.

-       Desconocido: Muy bien zorrita, nos vemos luego y no te quites la bola de acero, quizás me apetezca enchufarla un rato.

-       Señora Y: Si por favor…

-       Desconocido: piiiiiiiiiiiiiiiiiiip (ha colgado).

Para cuando colgó el desconocido, yo ya me había corrido encima de mi escritorio, sus fotos y su voz tan sexy, como era humillada y se dejaba controlar por aquel tipo, pudieron conmigo.

Limpié el escritorio, y me puse a buscar en la agenda de su ordenador a ver si había alguna dirección de hotel que se repitiera con frecuencia. La encontré. Era un hotel que yo conocía bien. Sitio habitual de escarceos y folladas de alto copín. El botones era amigo, me lo había ganado con los años a base de generosas propinas y dejarle ver algún que otro vídeo de lo que allí sucedía.

Me dirigí hacia el hotel, hablé con el botones para que me dejara instalar las cámaras y que convenciera al recepcionista para que les asignara esa habitación. Para mí me había preparado la habitación de al lado donde instalé mi ordenador para verlo todo en primera fila.

Una vez acabado, fuí a las oficinas de la señora Y, distaban tan solo 10 minutos a pie. A las 18:30 salía del hall de su despacho. Efectivamente, iba con su gabardina, el pelo recogido en una cola, unas gafitas negras de porno-secretaria y una actitud y andares altivos. Nadie se imaginaría que debajo de su gabardina iba totalmente desnuda, y debajo de esa fachada se escondía una puta de primera categoría.

La seguí con cautela, y la ví entrar en la ferretería de la esquina del hotel. No me pude contener, entré, la ví dubitativa ante el expositor de las bridas y le dije;

-       Yo: Veo que tiene dudas. Le puedo ayudar en algo? Que necesita sujetar con esas bridas?

Me miró ruborizada, y su voz era temblorosa, como la de la niña mala que ha sido pillada haciendo algo que no debía.

-       Señora Y: Pues no se que tamaño elegir. Necesito unas realmente fuertes para que no se suelte lo que quiero sujetar.

-       Yo: Le recomiendo éstas, son realmente fuertes. Mi primo es policía y son las que usan para sujetar a los presos cuando no tienen esposas. No quedan marcas en las muñecas apenas…

No me dejó acabar la frase, se puso colorada, las cogió y se fué hacia el mostrador, pagó y se fué dirección al hotel.

Esperé un tiempo prudencial y me dirigí impaciente a mí habitación a ver el espectáculo que en breve se iba a dar, lo único que en lugar de palomitas para entretenerme, tenía mi polla pidiendo a gritos otra vez salir para ver también el show.

La ví por la pantalla de mi ordenador como se quitaba la gabardina. Tenía un polvazo. Fué al servicio y se lavo a conciencia el culo y su coñito a sabiendas de lo que le esperaba. Una vez limpita se arrodilló en la alfombra de al lado de la cama y esperó pacientemente a su amo.

No tardó éste en llegar. Así como entró, la señora Y se avalanzó sobre su polla y empezó a succionarla con devoción.

Me quedé parado al ver al tipo en cuestión. Era bajito, 1,60 m. escasos, calvo y rechoncho. No era precisamente un adonis. Tenía una polla más bien pequeña, pero muy gruesa y llena de venas. Unas venas obscenas, que no podías dejar de mirar, como cuando ves a alguien que tiene una deformidad, que sabes que no debes mirar, pero no puedes quitarle la vista de encima.

La señora Y estuvo un rato chupando y de repente el desconocido le cruzó la cara de un bofetón.

-       Desconocido: Mira que eres ansiosa, puta. Me quieres sacar toda la leche de golpe. Ponte encima de la cama a cuatro patas que te voy a dar tu merecido.

-       Señora Y: Si amo!

-       Desconocido:Has comprado las bridas?

-       Señora Y: Están en mi bolso.

El desconocido sacó del bolso un vibrador enorme y más grueso que su polla y lo dejo en la mesita. Luego sacó las bridas y empezó a atar a la señora Y en los barrotes de la cama de forja. Se veía tan indefensa a cuatro patas y a punto de ser ensartada por esa morcilla venosa. El desconocido escupió sobre su polla y se la metió de una tacada por el culo. La señora Y soltó un aullido de loba malherida, pero no tardó en jadear como una perra en celo.

A estas alturas yo ya me estaba pajeando a placer. Me tenía cautivado, como un desecho humano como ese, podía estar con un pibón así. La trataba como una puta barriobajera y ella se dejaba someter, y se notaba que le gustaba.

En esto sonó el móvil del desconocido.

-       Desconocido: Si… Ahora voy?

Y colgó:

-       Desconocido: Te tengo que dejar putilla… pero volveré en breve, tengo un tema que cerrar en el despacho. Para que no te olvides de mi te dejaré un regalito.

El desconocido le clavó el vibrador de la mesita en el culo, enchufó la bola de acero que aún llevaba en su coño, dejó el mando en la mesita y se corrío en su espalda. El tio se marcho sin decir palabra alguna.

La señora Y empezó a correrse una y otra vez seguidas, los gemidos eran escandalosos. Después de un rato yo ya me había corrido y ella aún seguía empalmando orgasmos uno tras otro.

Ya tenía todas las pruebas para desenmascarar a la señora Y. De repente cruzó por mi mente una sensación de remordimiento. En el fondo el señor X me caía bien. Era una persona trabajadora, que había tenido éxito en la vida, pero se había volcado tanto en su trabajo que había descuidado otras facetas importantes como a su preciosa mujer, que andaba ansiosa de polla, y era capaz de dejarse follar por el primer macho alfa que le apretara un poco las tuercas.

Llamé al señor X y lo cité en mi habitación del hotel enseguida. Cuando llegó le confirmé las nefastas noticias que él nunca esperaba oir.

-       Yo: Desgraciadamente su mujer le engaña. Tengo conversaciones que la ponen en entredicho, y vídeos en los que sale con otro hombre. Lo conoce?

El señor X estaba sentado encima de la cama. Le tiré a su lado una foto de la cara del desconocido que había extraído del vídeo que había grabado. El señor X la miró y empezó a llorar.

-       Señor X: Es mi abogado, mi persona de confianza, un amigo yo creía…

-       Yo: Pues lamento decirle que no lo es. Su abogado hace dos meses que se lo monta con su mujer. Y eso es bueno para usted?

-       Señor X: No veo que tiene de bueno…

-       Yo: Puedo hablarle con franqueza?

-       Señor X: Si claro.

-       Yo: Su matrimonio, ha entrado en una fase de estancamiento, lo veo a diario en muchas parejas. No hay que buscar culpables. De usted depende volver a encauzar esta situación y salvar su matrimonio.

-       Señor X: Si por supuesto… que tengo que hacer?

-       Yo: Pues verá… su mujer es una persona sexualmente muy inquieta. Quizás usted tenga una imagen de ella como una gatita pero realmente es una leona. Una leona en celo que tiene que ser dominada y sometida. Y es una leona porque necesita a un verdadero macho a su lado, que la folle y le demuestre quien tiene el poder.

-       Señor X: Pero que dice!

Entonces le puse las grabaciones de las conversaciones telefónicas que había tenido esa misma tarde, le enseñe las fotos y el vídeo que acababa de protagonizar. El hombre estaba hundido, se recogía la cabeza entre sus manos y no paraba de llorar desconsolado.

-       Yo: Y si le digo. Que su mujer está ahí al lado, atada como una perra, con una polla de plástico en el culo y una bola de acero en el coño esperando a ser follada por un hombre de verdad. No lo daría todo por demostrarle que es usted ese hombre?

-       Señor X: Si claro!

-       Yo: Pues lávese la cara y demuéstreselo. Está en la habitación de al lado.

El señor X fue hacía la habitación de al lado y yo seguí grabando la escena. Entró de golpe en el dormitorio. La señora Y lo miró pero no podía dejar de correrse por la bola de acero.

-       Señor X: Me he dado cuenta que lo he hecho mal, pero no importa, ahora no cabe buscar culpables. Hay que afrontar la realidad, y la realidad es que tú eres una golfa cachonda, que eres insaciable y que te gusta comer pollas. Necesitas un macho que te domine y te demuestre quien es el que manda. Que te reprenda en tu exceso de celo y te castigue cuando te lo merezcas. Y ese soy yo. Porque nadie se folla a mi mujer.

La señora Y estaba atónita, no sabía que decir. El señor X se bajo los pantalones y le metió la polla en la boca. Le folló la boca muy duro, hasta la garganta y durante unos largos minutos. Cuando el señor X sacó la polla de su boca. La señora Y le contestó llena de babas.

-       Señora Y: Si amo, soy y seré tuya por siempre, no te volveré a fallar pero fóllame… Fóllame muy duro porqué he sido mala.

El señor X abofeteó su cara, sacó el vibrador de su culo y empezó a follar bruscamente su culo, dándole azotes en las nalgas. A punto de correrse le metió la polla en la boca y la obligó a tragarse todo su semen.

No se le bajó la erección. La desató, la puso contra la ventana, y dejó la bola de acero en la repisa y empezó a follarla por el coño con las cortinas abiertas para que todos los transeúntes vieran la puta que tenía por mujer. Ella no tardó en correrse.

En éstas entró el abogado por la puerta. El señor X se giró con la polla erecta y le tiró la bola de acero a la cabeza. Le dio en mitad de la calva.

-       Señor X: Martín estás despedido. De éstos temas ya me se ocupar yo. Verdad puta?

Y se la volvió a meter por el coño otra vez. La señora Y a punto de venirse otra vez, le contestó.

-       Señora Y: Si maridito. Sólo tu me follas así, sólo te quiero a tiiiiii.

El señor X continuó a lo suyo sin darle más importancia al asunto y el abogado se marchó de la sala con el rabo entre las piernas y un chichón casi tan obsceno como su polla venosa.

Una semana más tarde había quedado con el señor X para arreglar el pago de mis honorarios. Entró por la puerta con una sonrisa radiante y me extendió la mano para saludarme cordial y efusivamente. Entonces me dí cuenta que venía acompañado de la señora Y. Llevaba puesta la gabardina y las gafitas de secretaria. La miré directamente a los ojos y me reconoció. Noté que se ruborizó y se sentó al lado de su marido.

-       Señor X: Bien César. Eres un buen chico. No hay dinero en el mundo que pueda recompensar lo que tú me has hecho recuperar, y por eso te estaré eternamente agradecido. Tómate esto como “pecata minuta” y ya sabes que tienes un amigo para lo que quieras.

Dejó un sobre encima la mesa, lo abrí, era una cantidad bastante generosa.

-       Yo: Señor X, es mucho dinero, y yo sólo he hecho mi trabajo…

-       Señor X: Ni una palabra César. Acéptalo sin más, como también te pido que aceptes este regalo…

Me guiñó un ojo y entonces se levantó la señora Y. Dejó caer su gabardina al suelo para mostrar su cuerpo desnudo. Pude observar que encima de su coñito había tatuado el nombre del señor X. Se arrodilló ante mí, me bajó la bragueta, cogió mi polla entre sus manos y empezó a masajearla. A cada movimiento que hacía más iba creciendo. Cuando estuvo en su apogeo se la metió entera en su boca y me la empezó a chupar con mucho arte. Me miraba directamente a los ojos, con una cara de vicio y lujuria propia de una película porno.

-       Señor X: Vaya carita de puta que pone mi zorrita eh? Tranquilo disfruta la mamada, es una verdadera profesional. Aunque a partir de ahora tiene muy claro que sólo puede montárselo con quien yo le diga.

-       Señora Y: Si cariño. Gracias por dejarme chupar esta polla tan rica.

Cuando estaba a punto de correrme, hice el gesto de que apartara la cara pero ella no me dejó. Cayó una mancha de leche en sus gafas pero el resto se lo tragó todo. Luego chupó las gafitas y le enseño la boca vacía al señor X.

-       Señor X: Muy bien cariño, dale las gracias a César y te puedes vestir.

-       Señora Y: Muchas gracias por darme tu leche César.

-       Yo: Ha sido un placer.

-       Señor X: Bueno César. Nosotros nos tenemos que ir, pero antes de marcharnos debo pedirte las fotos, vídeos y conversaciones de mi esposa.

-       Yo: Por supuesto, y puede estar tranquilo en mi discreción.

-       Señor X: Estoy muy tranquilo, piensa que no dejo que mi zorrita se la chupe a cualquiera.

Me estrechó la mano y salió del despacho. Crucé las manos por encima de mi cabeza y dejé viajar mi imaginación. Quizás el trabajo estaba acabado, pero algo había cambiado. Había visto nuevas formas de relacionarse sexualmente. Juegos que creaban mucho morbo y excitación dentro de mí, que hacían florecer una parte sucia y animal que llevaba tiempo reprimiendo, y ahora tenía ganas de jugar. Podría ser yo un macho alfa dominante como había aprendido a ser el señor X?

El señor X había sido capaz de reconquistar a su pareja. La conquistó una vez románticamente, pero ese enamoramiento tuvo una fecha de caducidad. Sinó hubiera sido capaz de conquistarla una segunda vez, ahora de forma animal y primitiva, quizás la hubiera perdido… Es eso lo que sucede en la mayoría de relaciones?

Quiero a Laura, y quiero que lo nuestro dure para siempre, sería capaz ella de asumir esa faceta dominante y salvaje. No lo sé… Ella ahora estaba de viaje. Se había marchado por tres meses a ver a su familia a Argentina…

Entre éstas divagaciones una idea vino flasheada a mi mente. Antes de formalizar mi relación con Laura sólo había estado con cuatro chicas. Ya las había conquistado una vez de forma romántica, sería capaz de conquistarlas una segunda vez?… Tenía 3 meses para averiguarlo…Para reconquistar el imperio del César. Esa idea me gustó y una sonrisa pícara se dibujo en mi rostro. Aún no había quitado las cámaras de la habitación del señor X y por supuesto me había quedado una copia de toda la documentación entregada.

CONTINUARÁ...