Autosecuestro fallido VI

Mis captores son cada vez más salvajes, me hacen todo lo que quieren y se burlan de mi familia. Por fin descubro quién es el violador nocturno. Me disculpo por tardar tanto en la continuación, trataré de publicar más pronto las siguientes partes.

Desperté al sentir un salvaje jalón del cabello que me tiró al suelo. Era Roque que me arrastró por el lugar mientras me gritaba:

¿Quién te dio permiso de dormir pendeja?, ¡Ponte a trabajar!

¡AAAAAYYYY!, ¡Ya acabé lo que me encargaste, amo!, grité tratando de que me soltara

Roque me soltó el cabello, pero empezó a jalonearme la camiseta que El Tanque me había prestado, hasta que la rompió; sentí su aliento alcohólico mientras gritaba como loco enfurecido:

¡Maldita puta, quítate esto! ¡de seguro ya engatusaste al Tanque ¿verdad perra?! ¿Dónde está?

¡no!… yo… no sé, dije gritando de dolor

¡DIME DÓNDE ESTÁ PUTA!, me gritó al tiempo que me daba una fuerte cachetada.

Intenté levantarme asustada, quería correr y alejarme lo más pronto posible de él, pues me daba mucho miedo que me fuera a golpear hasta matarme y esta vez no estaba El Tanque para detener su salvajismo. Pero no pude, él de nuevo me tomó del cabello y me tiró al piso frío.

¡Por favor! ¡Haré lo que quieras pero ya no me pegues!, supliqué.

¡Ja! ¿Y crees que con eso me voy a detener perra? ¡Vas a hacer lo que quiera y te voy a madrear hasta dejarte la jeta desfigurada que ni tu pinche padre ni el puto Adrián te va a reconocer!

El desgraciado tomó un palo y empezó a pegarme con él.

¡AAAAAAAAAYYYYYYYY , NO POR FAVOR!, suplicaba yo.

Afortunadamente para mí, en ese momento se abrió la puerta y entró El Tanque; él corrió para quitarle el palo a Roque.

¿Qué haces? ¡No chingues güey!, le gritó El Tanque a Roque mientras forcejeaban.

¡Esta puta estaba dormida en lugar de trabajar!

¿Y por eso le pegas así?, ¡no mames!, dijo El Tanque.

¡Cabrón!, ¡De seguro ya te sedujo la putota esta! ¿verdad?, ¡por eso le diste tu playera!

¡no digas pendejadas!, dijo El Tanque que ya le había quitado el palo y había logrado sentar a Roque en una silla.

Yo me había arrinconado en una esquina de la habitación, llorando muy asustada y adolorida por la arrastrada y los palazos que me puso Roque. Quise pedirle a El Tanque que no me volviera a dejar sola con él, pero pensé que eso reafirmaría en él la idea que tenía, de que yo había seducido a El Tanque, por lo que mejor no dije nada.

El Tanque sostuvo a Roque en la silla y ya más calmados los dos dijo:

Si la matas o la dejas muy jodida no se va a hacer el negocio.

Es cierto, tienes razón, dijo Roque aún agitado.

Hasta ese momento me di cuenta de que con El Tanque había entrado el taquero gordo que ya me había violado antes. El tipo estaba parado junto a la puerta de entrada mirando asombrado todo lo que sucedía.

El Tanque, sudoroso y agitado le hizo una señal para que se sentara. El taquero se sentó, no sin antes verme con cara de lástima.

Así no se va a hacer el negocio, dijo él.

Es lo que le digo a este cabrón, respondió El Tanque.

¡Ya, ya pues!, ¡me encabroné al ver que la puta estaba jetona y tú no estabas! dijo Roque, que no mostraba ningún arrepentimiento.

Pues… creo que no está tan madreada, vamos a tener que esperar unos días para hacer el negocio, dijo el taquero.

¿Crees que haya mucho pedo?, dijo El Tanque, ¿se ve que muy madreada?

Pues más o menos, de todos modos yo así me la voy a coger, dijo el taquero mientras se levantaba de su asiento.

No, yo creo que hoy no, replicó El Tanque.

¡ah que la…! ¿entonces a qué vine?, preguntó el gordo infeliz.

Pues a ver lo del negocio, dijo El Tanque.

¡Ya, que se la coja y hacemos el negocio luego!, terció Roque.

No sean cabrones, dijo El Tanque.

Te digo que ya te embrujó la perra, dijo Roque.

¡Qué no, carajo!

Entonces deja que este güey se la coja y terminando hacemos el negocio.

¡Oh que la chingada, bueno pues, pero apúrale!, dijo El Tanque dirigiéndose al taquero.

El maldito gordo empezó a desabrocharse el pantalón mientras caminaba hacia el rincón en el que estaba yo agazapada, llorosa pero muy enojada de ver que de nuevo hablaban de mí en mi presencia, como si fuera un objeto que está para complacerlos.

¡No te me acerques desgraciado!, le grité.

¡Oh que la chingada! ¿Ya vas a empezar a dar problemas puta?, dijo Roque mientras se levantaba y tomaba el palo de escoba.

¡NO, NO!, ¡Haré lo que quieran!, grité al verlo; no quería que me volviera a pegar.

Así me gusta puta, mientras obedezcas estaremos bien

El grasoso taquero se acercó a mí, ya sin pantalón ni trusa; con su gorda verga erecta lista para cogerme una vez más contra mi voluntad.

Ponte en cuatro, me ordenó.

Obedecí sin chistar; me coloqué en la posición que me pidió y él se hincó detrás de mí, puso una mano en mi nalga derecha y con la otra apuntó su miembro hacia mi ano expuesto.

Por favor, no..., supliqué

¡Ssshhhhhh!, callada mamacita, me dijo el taquero violador.

Tragué saliva y esperé la embestida. El tipo intentó meter su gorda verga en mi pobre ano, pero no pudo hacerlo.

¡Ay perrita, todavía lo tienes apretado!, pensé que estos güeyes ya te lo habrían dejado flojo, me dijo el maldito gordo.

Yo lloraba y solo apretaba el culo, los ojos y los dientes tratando de aguantar lo que venía.

Él hizo dos intentos más de penetrarme por el culo y, al no lograrlo, soltó una maldición y dijo:

No importa, ahorita te aflojo tantito.

Y diciendo eso, me metió un dedo en el ano y comenzó a moverlo en círculos. Yo no hice más que llorar del dolor que empezaba a sentir.

Abrí los ojos y volteé hacia atrás, solo para ver que Roque ya grababa lo que el gordo infeliz me hacía. Volví a cerrar los ojos y seguí llorando y deseé jamás haber tenido mi estúpida idea.

El grasoso taquero estuvo un buen rato dedeándome hasta que sintió que ya era suficiente y volvió a colocar su gorda verga en la entrada de mi pobre ano. Tuvo que ponerse en cuclillas para meterlo y poco a poco fue logrando su objetivo, penetrándome despacio sin importarle mi dolor por ser violada de nuevo y por la golpiza que me había puesto Roque.

¡Aaaah!, ¡Qué rico culo tienes zorrita, bien apretadito!, expresó el taquero cuando me empaló por completo.

¡GGGGGGGGHHHHH!, me quejé con los dientes apretados.

El infeliz metió su miembro hasta el fondo y lo dejó un momento dentro de mí; luego se sujetó de mis nalgas y empezó a meterlo y sacarlo despacio.

¡Uf! ¡esta nalga está para disfrutarla despacio y varias veces!, dijo el maldito.

Mejor apúrate para ver lo del negocio, que ya tengo sueño, le dijo Roque.

El taquero no dijo nada, siguió violándome a su ritmo durante un rato mientras yo me quejaba y lloraba en silencio. De repente se detuvo y yo pensé que ya iba a terminar, lo cual me hizo respirar profundo; pero no fue así; él sacó su miembro y se levantó por completo; entonces me dijo:

Levántate putilla que ya se me están acalambrando las piernas.

Otra vez obedecí sin remedio; me levanté y aun con todo el dolor que sentía recargué mis manos en la pared y me incliné un poco, ofreciéndole involuntariamente mis nalgas.

El infeliz gordo fofo se colocó detrás de mí y de nuevo dirigió su falo hacia mi ano; con la otra mano me abrió el culo y comenzó a penetrarme de nuevo. Otra vez me mordí los labios para no gritar, ya no quería darles ese gusto.

El taquero colocó sus manos en mis caderas para tener mayor apoyo y empujó con fuerza, empalándome de nuevo y entonces si empezó a meter y sacar su verga con fuerza de mí, me agarró las tetas y las estrujó mientras me hablaba al oído.

¡Qué rica estás zorrita! ¡Estás bien sabrosa! ¡Qué diera yo por cogerte diario así, lástima que pronto ya no se va a poder!, ¡Pero la neta es que yo si pagaría por ti!

Yo me sentía tan humillada y ofendida como nunca en mi vida, pero no entendía muy bien a qué se refería con sus últimas frases, pero pronto lo sabría, para mi desgracia.

Después de un buen rato de estarme violando por el culo, por fin el maldito gordo se vino, pero lo que hizo fue sacar su verga de mi adolorido ano, me tomó del cabello y me obligó a hincarme frente a él y soltó toda su leche en mi cara, mi cabello, mi cuello y mis senos, mientras gritaba de satisfacción:

¡AAAAHHHH! ¡ESO ES PUTAAAAA!

¡Eso es! ¡Como en las porno!, gritó Roque, que no dejaba de grabar.

Finalmente se limpió el pene con mi cabello, luego me soltó y caí desmadejada al piso.

El taquero se puso su trusa y el pantalón y se sentó con Roque; mientras tanto, El Tanque me “ayudó” a levantarme, tomándome de las axilas y casi arrastrando me llevó al cuarto en el que me recluían. Me aventó sobre el sucio colchón y otra vez procedió a colocarme el grillete en el tobillo. Le supliqué:

No me amarre las manos por favor Señor...

Tengo que hacerlo, me dijo él como dándome a entender que seguía órdenes.

Me hizo voltearme y me ató las manos atrás, se levantó, apagó la luz y se fue, cerrando la pesada puerta tras de sí.

Yo deseaba oír de qué negocio iban a hablar, pero solo se oían murmullos de sus voces y a veces risotadas. Por el dolor y el cansancio me quedé dormida al poco tiempo.

Desperté al sentir nuevamente que el violador nocturno me hacía abrir las piernas y comenzaba a meter su duro miembro en mi vagina seca.

¡Mmmmppppp!, gimió él al meterlo con fuerza.

¡AUCH!, ¡MALDITO DANIEL INFELIZ!, le reclamé, para que supiera que yo ya sabía que era él.

¡Ah chingá!, ¿Quién te dijo?, me preguntó sorprendido, sacando su verga de mí.

Roque, contesté sonriendo para mis adentros, supuse que eso los haría pelear.

Bueno, ni pedo; de todos modos voy a seguir viniendo a cogerte todas las noches y, ahora que ya sabes, a lo mejor vengo de día también.

¡Desgraciado infeliz!, le dije, tratando de insultarlo, soltando una patada con mi pierna suelta, pero en la oscuridad no encontró su objetivo.

Ya mejor cállate y déjame cogerte a gusto, que ya supe que lo haces hasta con los taqueros y el pizzero.

¡Desgraciado!, fue lo que pude decir antes de que me la metiera de nuevo.

Él me metió su falo hasta el fondo, penetrándome inmisericorde y comenzó un mete-saca salvaje que me hizo llorar de nuevo. Me mordí los labios porque ya no quería que me oyeran gritar, para no darles más gusto.

No llores, que cuando te liberemos vamos a seguir gozando contigo; de seguro ya te dijeron también que Adrián está de acuerdo, me dijo el desgraciado.

¡Hijos de la chingada!, fue lo único que se me ocurrió decir.

¡Ah, ya sé!, dijo Daniel y sacó su miembro de mí, se levantó y prendió la luz.

Daniel fue hacia la cámara que estaba colocada en un tripié; la apuntó hacia mí, la prendió y la ajustó para grabar.

Ahora que ya lo sabes, voy a guardar un recuerdito.

¡Eres un cerdo!, le grité.

También tomó su pantalón que estaba en el piso y sacó su celular y mientras lo desbloqueaba me dijo:

Este va a servir para los acercamientos.

¡Desgraciado, infeliz, puerco!, le grité mientras trataba de patearlo de nuevo con la pierna que tenía libre.

¡Cálmate o traigo al Roque a que te castigue!

Solo así puedes, te tienen que ayudar, ¿qué no puedes tu solo o eres marica?, le dije sin pensar en las consecuencias, por lo enojada que estaba.

¿Ah sí? -dijo él- ahora verás como puedo tratarte peor que estos pendejos.

Y diciendo eso tomó uno de los palos con los que Roque me había pegado y lo levantó para pegarme.

¡NO, NO POR FAVOR!, ¡LO SIENTO, ERA UNA BROMA!, le dije espantada.

Bueno, pues entonces coopera y déjate de bromitas pendejas, dijo él.

Ya no hice ni dije nada, me quedé inmóvil esperando la nueva violación del amigo de mi novio. Daniel tenía la verga bien parada; la acercó a mi cara y me dijo:

No sabes cuánto he deseado que me la chupes y ver tu cara cuando lo haces.

Por favor… supliqué llorando.

Nada putita, satisfáceme, dijo colocando la punta de su miembro en mis labios cerrados.

Obedecí sin remedio, abrí los labios y le permití meter su miembro enhiesto en mi boca; él colocó una mano en mi cabeza y me hizo levantarla un poco; con la otra mano sostuvo su teléfono para grabar. Empezó a moverse, metiendo y sacando su falo de mi boca mientras que con la mano que me sostenía el cabello hacía que yo moviera la cabeza hacia adelante y atrás, proporcionándole el placer como él lo deseaba.

Yo había cerrado los ojos para tratar de disminuir la humillación, pero Daniel me ordenó abrirlos y ver hacia su teléfono; por lo visto deseaba humillarme lo más posible y tener mi cara grabada mientras se la chupaba.

Me tuvo un rato así, chupándole la verga al ritmo que él deseaba; luego la sacóy me dijo:

Ahora si putita, voy a ver tu cara de placer cuando te la meta hasta el fondo.

Por favor… supliqué.

¡Por favor nada perra!, ahora si te voy a disfrutar toda sin tener que ocultarme. Tanto que te he deseado siempre.

Cerré los ojos esperando su salvaje penetración, sabía que no podía evitar lo que venía.

Pero entonces Daniel me volteó, me desató las manos y me dijo:

Quiero que me abraces cuando te coja.

Y enseguida se colocó entre mis piernas, con una mano digirió su miembro a mi panocha y de nuevo me penetró con fuerza salvaje hasta el fondo.

¡UUUUUGGGGHHHH!, me quejé

Quiero que gimas y digas que te gusta, me susurró Daniel al oído.

No…, le dije en tono de súplica.

Si no lo haces tendré que torturarte y luego te acusaré con Roque, amenazó.

Otra vez sin desearlo y sin sentirlo comencé a gemir, fingiendo placer:

¡Ah sí, ah sí, sí, que rico, que rico papi, así, así, así, así!

Muy bien, sigue así, ahora di mi nombre, me dijo él al oído.

¡Qué rico Dany, cógeme así fuerte, más fuerte, que rico!

Eres una puta experta, me dijo él.

No alegué, seguí gimiendo y diciendo cosas que no sentía para que Daniel no me pegara y, sobre todo, que no fuera a acusarme con el salvaje de Roque.

Él se detuvo y sacó su verga, que ya chorreaba líquido preseminal; me tomó de las caderas e intentó colocarme en cuatro; se le dificultó por la argolla que me sujetaba al piso, pero al final lo logró, me colocó en la posición de perrito, con mi cara viendo a la cámara que grababa todo su abuso; entonces se colocó detrás de mí y antes de penetrarme me ordenó:

Vas a gemir y a gritar de placer de nuevo.

Yo lloraba, pero no tenía opción; en cuanto él me metió su miembro duro hasta el fondo grité fingiendo que me gustaba:

¡AGH! ¡SI, ASÍ PAPACITO, ASÍ, MÉTEMELA HASTA EL FONDO, MÁS DURO, MÁS, MÁS!

¡Eso es puta, eso es, repite mi nombre!, decía él mientras metía y sacaba su duro miembro en mi panocha, apoyándose en mis caderas para penetrar más profundamente.

¡SI, DANY, ASÍ DAME MÁS PAPI POR FAVOR DANY MI AMOR, CÓGEME FUERTE!

Yo trataba de simular un placer no existente, pero mi cara era de dolor. Tiempo después supe que esa cara de dolor es muy parecida a la cara que hago cuando estoy gozando de una buena cogida, así que para sus grabaciones era igual.

Duró un rato cogiéndome por la panocha , para luego sacar su falo y colocarlo en la entrada de mi ano.

¡Otra vez no, por favor,ya me duele mucho!, supliqué de nuevo.

¿Y crees que me importa perra?, ¡Cállate y vuelve a gozar!

Tragué saliva mientras él me abría las nalgas con sus manos y escupía en él. Empezó a empujar y tuve que colocarme una mano en la boca para no soltar un tremendo grito de dolor.

¡MMMMPPPPFFFF!, gemí mientras él me empalaba despacio.

¡Ya va puta, poco a poco!, dijo él y siguió empujando.

Por fin lo metió todo hasta el fondo. De nuevo sentí que me partían en dos. Daniel se quedó quieto unos segundos para luego sacarlo casi todo y entonces empezó a violarme con fuerza salvaje. Con los labios temblorosos y la boca seca comencé a fingir de nuevo un placer inexistente:

¡Eso es, métemelo más, encúlame papito!, dije.

¡Mi nombre puta, di mi nombre!

¡Eso es, así Dany, métemelo todo por el culo!

Daniel metió y sacó con fuerza desmedida su verga de mi adolorido ano durante un buen rato, en el que me hizo gritar una y otra vez su nombre y fingir que me gustaba lo que me hacía, hasta que por fin lo sacó y terminó, viniéndose en mis nalgas, mi espalda y mis muslos, para luego colocarse delante de mí y ordenarme que le limpiara el pene con la lengua. Lo hice a sabiendas que no tenía otra más que obedecer.

Por fin terminó la humillación; Daniel me hizo que me acostara boca abajo en el colchón, me ató las manos a la espalda y se levantó. Mientras recogía su ropa me dijo:

Estuviste excelente, seguiré viniendo a visitarte mientras sea gratis.

Me quedé llorando y sin entender las últimas palabras de Daniel ¿A qué se refería con “mientras sea gratis”? Pronto lo entendería.

Él se fue, cerrando la pesada puerta tras de sí y dejándome agotada y adolorida. No sabía si iba a aguantar más tantas vejaciones, pero ¿qué podía hacer? Yo misma me había puesto en esa situación y ahora no sabía cómo salir de ella. Mi única esperanza era el muchacho taquero, pero no vislumbraba tampoco noticias de él. Me quedé dormida llorando.

Desperté cuando sentí que alguien intentaba penetrarme de nuevo. Ese “alguien” era Roque, que estaba desnudo, hincado en la cama; me tenía con las piernas abiertas y mis tobillos sobre sus hombros y ya estaba empujando su miembro duro, tratando de meterlo en mi pobre panocha seca. Apestaba a alcohol barato.

¡AAAAAUCHHH!, grité.

¡Calla perra! -dijo él- vas a gozar como anoche con el Daniel, te escuché y te vi, cerda.

¡NO!, grité de nuevo.

Una fuerte bofetada me hizo callar.

¡No contradigas a tu amo, perra!

No hablé más. Roque metió su verga con fuerza hasta el fondo y sin más ni más empezó a bombear, violándome inmisericorde, mientras yo lloraba y me aguantaba las ganas de gritar por el insoportable dolor que me provocaba al penetrarme sin lubricación alguna. Supe queen la noche, mientras Daniel me violaba sin misericordia y me obligaba a fingir que me gustaba lo que me hacía, Roque (y seguramente El Tanque también y tal vez el gordo taquero) estuvo viendo todo a través de la cámara instalada en el cuartucho.

¡Muévete perra!, me ordenó él.

Tuve que moverme para que él gozara y además para que no me fuera a pegar, pues sabía que de no obedecer me iría muy mal.

¡Eso es cerdita! -me dijo él- poniéndome un nuevo y humillante apodo.

Roque me veía a la cara con su sonrisa burlona que yo tanto odiaba. A veces colocaba la lengua entre los dientes y levantaba la ceja izquierda bajando la vista y contemplando como se mecían mis pechos al ritmo que él seguía con su mete-saca salvaje, gozando la violación, sin importarle que ya gruesas lágrimas escurrían por mis mejillas.

No llores perra, disfrútalo mientras puedas, porque ya pronto ni vas a sentir.

Las palabras de Roque me inquietaron, ¿a qué se estaría refiriendo?, ¿tendría que ver con la frase de Daniel “mientras sea gratis”? Me inquietaban sus palabras, sin embargo, yo no podía preguntar nada, sabía que, además de no recibir respuesta alguna, sería golpeada por Roque por atreverme a interrogarlo.

Después de un buen rato de estarme cogiendo en la misma posición, Roque sacó su verga, dejó caer mis piernas y soltó toda su leche sobre mi vientre y hasta mis tetas. Soltando gritos de placer y haciendo cara de satisfacción.

¡Aaaaaaahhhhh, eso es perra!

Luego se levantó, caminó hasta donde estaba mi cabeza y se hincó; tomó mi cabello y lo usó para limpiarse el miembro, humillándome de nuevo mientras me decía:

Aun aprietas puta, que bueno, así ganaremos más lana.

Yo no entendía. Ya le habían puesto un precio a mi rescate, ¿qué quería decir con que ganarían más? ¿Se refería a lo que me había dicho el chico taquero, que me venderían a cualquiera y llevarían más hombres para prostituirme? No quería ni pensar en ello.

Roque salió caminando, totalmente desnudo y dejó la puerta abierta. Lo escuché hablar con El Tanque:

Listo

Ok.

El Tanque entró al cuarto y se inclinó para quitarme el grillete del tobillo. Yo empecé a hablarle agradecida:

¡Por fin! ¡Gracias! Ya estaba harta de esto y de…

No pude acabar de hablar, en cuanto terminó de quitarme el grillete del tobillo, El Tanque colocó sus manos en mis caderas y fácilmente me volteó para ponerme boca abajo en el sucio colchón. Me sorprendió tanto que no alcancé a reaccionar; él de inmediato se subió detrás de mí, aprisionando mis piernas con las suyas; pude ver que se desabrochaba el pantalón y se lo bajaba junto con su trusa, escupió en su mano y se embadurnó la dura verga para enseguida colocarla en la entrada de mi ano.

PERO…¿QUÉ? -alcancé a decir sorprendida mientras El Tanque empujaba para empalarme- ¡AAAAAAAAAAIIIIIIIIIGGGGHHHH!, grité de dolor cuando me penetró el culo apretado.

Quise empujarlo, pero mis manos seguían atadas y no pude hacer nada. El Tanque no decía nada, se veía enojado y pensé que tal vez se creyó que yo había gozado la cogida con Daniel. No lo supe; lo único que sentía era el inmenso dolor de ser violada nuevamente por el ano sin compasión. Esta vez lo sentí más salvaje. Él empezó a meter y sacar su falo con fuerza desmedida sin decir nada, solamente bufaba y yo solamente gritaba de dolor:

¡BBBBFFFF, BBBBFFFF. BBBBFFF!, hacía él.

¡AAAAAAYYYY YAAAA BASTA POR FAVOR, YAAAAA, DUELE DEMASIADO, YA NO POR FAVOOOOR!, gritaba yo.

Él no paró, por el contrario, me tomó del cabello y me jaló hacia atrás, haciéndome arquear la espalda. Yo lloraba y gritaba inconsolable, pero él siguió violándome sin piedad.

Después de un rato me soltó el cabello, pero no sacó su verga; hizo un rápido movimiento girando; él quedó debajo de mí y yo me sostenía únicamente con mis piernas arqueadas. En ese momento vi a Roque que nos grababa con una cámara. El Tanque me hizo enderezar la espalda y quedé sentada, empalada por el culo con su verga bien adentro. Él me tomó de las caderas y me empezó a mover hacia arriba y abajo, haciéndome brincar en su miembro, de tal forma que entraba hasta el fondo de mi recto y luego salía casi por completo. Yo seguía gritando de dolor y Roque seguía grabando, me di cuenta de que hacía acercamientos hacia mis tetas, para grabar como se bamboleaban con el movimiento y luego grababa abajo, para que se viera como la verga de El Tanque entraba y salía de mi masacrado ano. Sentí como ya la sangre escurría entre mis piernas por las salvajes penetraciones continuas en mi pobre culo.

Después de un buen rato El Tanque prácticamente me aventó hacia un lado; caí en el piso dándome un fuerte golpe y quedé boca arriba; entonces él se hincó entre mis piernas, me tomó de las corvas y me hizo abrir las piernas con las rodillas dobladas; con una mano apuntó su firme miembro hacia mi panocha y, antes de penetrarme de nuevo, me dijo:

Quiero que grites que te gusta y digas mi nombre, puta.

Pero, yo no… ¡AAAAAAAAAAYYYYYYYYYYY!, grité cuando me penetró salvajemente.

¡Di mi nombre, perra!

¡AAAAAIIIIIGGGGHHHH, NO SÉ SU NOMBRE SEÑOR!, le dije llorando.

¡DIME TANQUE PENDEJA!, me gritó enojado.

¡SI, SI, ESTÁ BIEN!Dije, luego tragué saliva y empecé a gritar como lo hice con Daniel:

¡AH SI, SI TANQUE, SI PAPACITO, ASÍ DAME MÁS, MÉTEMELO MÁS DURO TANQUE!

No duró mucho tiempo; El Tanque me violó con fuerza salvaje durante unos minutos y luego se vino, terminando dentro de mí, aunque le supliqué que no lo hiciera:

¡SALTE POR FAVOR, NO TE VENGAS ADENTRO!

¡AAAAAHHHHH, CALLA PERRA, YO ME VENGO DONDE QUIERA!, dijo él mientras me echaba sus grandes chorros de semen.

Cuando terminó, y sin importarle mi dolor y mi llanto, se levantó, se puso su trusa y su pantalón y salió junto con Roque de la habitación; dejándome ahí tirada, como un vil estropajo y con las manos atadas. Yo ya deseaba morirme, no sabía que aún me faltaba mucho por sufrir.

Pasaron unos minutos; yo estaba tan agotada que no me moví de donde me dejaron. De repente entró El Tanque de nuevo; sin decir nada, se agachó y me cargó como fardo en su hombro; luego salimos de la habitación y me llevó al centro de la principal; ahí me soltó en el piso y me golpeé la espalda, las nalgas y la cabeza.

¡AUCH!, me quejé por el fuerte golpe, pero a ellos no les importó, no hicieron ningún caso.

Ahí tirada vi como nuevamente arreglaban las cuerdas y las argollas con las que me ataban al techo; cada uno jaló una cuerda y procedieron a atarme de las muñecas.

¡Por favor, ya déjenme, se los suplico!, rogué esperando algo de clemencia.

¡Calla puta, tenemos trabajo importante que hacer!, me dijo Roque

Terminaron de atarme y jalaron la cuerda, levantándome del piso hasta que quedé colgada, solamente las puntas de mis pies tocaban el suelo. Luego me ataron los tobillos de tal forma que no podía separarlos. Roque habló con El Tanque, que estaba encendiendo la lap top:

Cuando yo te diga, comienzas la transmisión.

Está bien, contestó El Tanque.

Luego Roque prendió un cigarrillo; caminó y se paró a mi lado, me tomó del cabello y me jaló hacia atrás; sin sacar el cigarrillo de su boca y apretándolo con los dientes me dijo:

Muy bien cerdita, en este momento nos vamos a comunicar con tu viejo y de nuevo vas a hacer tu show. No le digas que ya te cogimos; dile que te hemos tenido así muchas horas y que te dijimos que si no paga en dos días comenzaremos a cogerte, que somos muchos y a ver qué mas inventas. ¿Entiendes?

Si… amo, dije vencida.

Haz la conexión, le ordenó Roque a El Tanque

Se inició la llamada por el Skype y a los pocos segundos se estableció la comunicación; pero esta vez no era mi papá el que estaba en la pantalla, era mi mamá. Ella empezó a gritar y a llorar desesperada:

¡Hija!, ¿Qué te hacen? ¡SUÉLTENLA MALDITOS COBARDES!

¡MAMÁ, MAMÁ!, grité.

¡DÉJENLA INFELICES MALNACIDOS, HIJOS DE PUTA!, seguía gritando ella

¡MAMÁ, ESCÚCHAME! ¿DÓNDE ESTÁ MI PAPÁ?, grité yo tratando de que se calmara y poder dar el mensaje

¡NO ESTÁ, FUE A CONSEGUIR DINERO! -me contestó mi madre- ¿QUÉ TE HAN HECHO MI VIDA?

Al ver a mi mamá tan angustiada y llorosa por mí estuve a punto de confesarle que la idea original había sido mía; pero deseché ese pensamiento, porque me imaginé que de hacerlo Roque y El Tanque de seguro me matarían, pero quién sabe que me harían antes y mi familia nunca volvería a saber de mí; por lo que tuve que hacer lo que me habían ordenado:

¡MAMÁ, POR FAVOR, DILE A MI PAPÁ QUE YA LES PAGUE A LOS TIPOS DESGRACIADOS O ME VAN A VIOLAR EN GRUPO Y ME VAN A AZOTAR! ¡ME HAN TENIDO EN ESTA POSICIÓN YA MUCHO TIEMPO, SON MUCHOS Y DICEN QUE VAN A VENIR MÁS!

¡NO, NO POR FAVOR, YA SUÉLTENLA INFELICES!

¡POR FAVOR MAMÁ, DILE A MI PAPÁ QUE TIENE QUE PAGARLES ANTES DE TRES DÍAS O ME HARÁN COSAS HORRIBLES!

¿NO TE HAN VIOLADO?, preguntó mi mamá con una cara de sorpresa que me desconcertó.

Eh… tartamudeé como estúpida al verme sorprendida por la pregunta de mi mamá.

¿TE TIENEN DESNUDA Y AMARRADA Y NO TE HAN VIOLADO?, insistió mi mamá.

¡NO MAMÁ, NO ME HAN VIOLADO! ¡PARECE QUE QUISIERAS QUE SÍ LO HUBIERAN HECHO!, respondí entre enojada y sorprendida.

Se me hace muy raro que…, continuó mi mamá, pero en eso entró en escena Roque, que se había colocado un pasamontañas y se había vestido totalmente de negro.

¡MIRE VIEJA, SI LO DESEA, PODEMOS COGERNOS A SU PUTITA AHORA MISMO FRENTE A USTED!, ¡YA QUIERO ROMPERLE EL CULO! dijo él mientras se colocaba detrás de mí y empezaba a acariciarme con ambas manos los senos y a recorrer todo mi cuerpo.

¡NO, DÉJELA CERDO INFELIZ!, gritó mi mamá.

¡NO POR FAVOR!, grité yo al mismo tiempo.

Roque me soltó y se atravesó entre la lap top y yo, hablándole a mi mamá:

¡Mire vieja, tienen solo dos días para darnos el dinero, si no, nos cogeremos a su hijita entre todos frente a ustedes varias veces y luego se la devolveremos en pedacitos!

¡NO, ESPEREN, CONSEGUIREMOS EL DINERO, PERO NO LE HAGAN NADA!, gritó mi mamá.

¡MÁS LE VALE VIEJA O MIRE LO QUE LE VOY A DAR A SU PEQUEÑA!, dijo el infeliz Roque sacándose el pene y mostrándoselo a mi madre, para luego caminar hacia mí.

¡NO, NO, POR FAVOR NO!, supliqué.

¡NO, DÉJELA POR FAVOR, LE DAREMOS EL DINERO,LO TENDREMOS LISTO!

¡Muy bien vieja!, dijo Roque guardándose el miembro y quitándose el cinturón.

¿Qué hace?, preguntó mi mamá.

¡Cómo no me la puedo coger, mientras le voy a pegar!, dijo el desgraciado y me soltó un cintarazo en los pechos.

¡AAAAAAAAUUUUUUUUUUUGGGGGHHH!, grité del dolor.

¡NO, DESGRACIADO!, gritaba mi mamá.

¡AAAAAAAAAIIIIIIIGGGGHHH!, grité al sentir otro cintarazo, esta vez en la espalda.

¡DÉJALA MALDITO!, volvió a gritar mi madre, suplicando llorosa.

¡Por esta vez la voy a dejar, pero si no nos tienen la lana en tres días esto y más le va a pasar a su putita!

Y diciendo eso, cortaron la transmisión, ya no dejaron ver la contestación de mi mamá.

Roque tiró su cinturón, fue a soltar la cuerda que me sostenía y me hizo bajar hasta quedar hincada. Ató de nuevo la cuerda y fue a colocarse delante de mí; se bajó el pantalón y colocando su miembro semi parado frente a mi cara me dijo:

Los cintarazos y tu cuerpo me excitan perra, así que me la vas a tener que chupar.

Abrí la boca sin chistar e introduje su verga en ella; comencé a mamarla para complacerlo mientras de reojo vi que El Tanque se había levantado para grabar de cerca.

¡Aaaaaahhhh, eso es puta!, dijo Roque mientras colocaba sus manos en mi nuca y marcaba el ritmo al que quería que yo le chupara su cochino miembro.

Sentí como la verga de mi captor se iba hinchando dentro de mi boca y como me llegaba hasta la garganta.

¡Qué rico la mamas, pendeja!, dijo el desgraciado.

¡Mira hacia la cámara!, me ordenó El Tanque y tuve que obedecer, volteé mi vista hacia la cámara.

Roque me obligó a mamársela durante un buen rato hasta que nuevamente se vino dentro de mi boca, haciéndome tragar su cochino semen.

¡Trágalo perra!, me dijo mientras me sostenía con fuerza la cabeza contra su miembro.

Tragué poco semen, pero él me soltó hasta que terminó de venirse.

Muy bien cerdita, descansa un poco, que cuando regresemos nos seguiremos divirtiendo, me dijo el desgraciado Roque.

No hice más que llorar mientras El tanque volvía a jalar la cuerda de la que yo colgaba hasta dejarme nuevamente con las puntas de los pies apenas tocando el piso. Luego él y Roque, ya vestidos ambos, salieron por la puerta principal dejándome sola. Escuché el ruido del motor de la camioneta y como se iban y cerraban la puerta que daba a la calle.

Me quedé llorando, lamentándome y recriminándome por haber sido tan estúpida al ponerme yo misma en manos de esos desgraciados y por la traición del infeliz de Adrián. Pensé en que jamás confiaría ciegamente en algún hombre y después pensé en mis padres y en cómo los estaba haciendo sufrir y llegué a la conclusión de que no valió la pena lo que hice por un berrinche estúpido. Juré jamás volverlos a desobedecer y también no volver a ser tan caprichosa y mal portada.

Luego pensé en el presente; en cómo podría hacer para escapar de mis captores; tenía que encontrar la forma, pues de lo contrario ellos harían de mí lo que quisieran y por lo que entendí tenían planes de sobajarme aún más, seguirían violándome y golpeándome y seguramente me obligarían a coger con otros tipos desagradables como el pizzero o el taquero.Además ya me estaba dando miedo pensar que cobrarían el rescate y no me devolverían a mi casa, haciéndome su puta o matándome cuando se aburrieran de mí.

No tenía noticias del taquero joven, pensé que tal vez no había hecho nada y me había engañado igual que todos ellos y me dije a mi misma que tendría que hacer algo o no lograría salir de ahí incluso sin vida.

Lo primero que se me ocurrió fue ponerme a gritar para ver si algún vecino o alguien que pasara por la calle alcanzaba a oírme; al mismo tiempo trataría de soltar mis muñecas de alguna manera; había visto en algunas películas que apretando las manos podían zafarse de las correas; además no tenía nada que perder; Roque y El Tanque no estaban y no sabrían lo que hice si llegaban y si yo no lograba nada, pues no había nadie que les dijera y yo me daría cuenta cuando llegaran, pues siempre hacían ruido con la puerta y la camioneta.

Así que empecé a gritar y a retorcer mis manos para tratar de zafarme:

¡SOCORRO, AYUDA! ¡ME TIENEN SECUESTRADA! ¡POR FAVOR AYÚDENME! ¡ESTOY SOLA Y AMARRADA, AYÚDENME POR FAVOR, LLAMEN A LA POLICÍA! ¡ALGUIEN QUE ME AYUDE POR FAVOR!

Seguí gritando y tratando de soltarme durante mucho tiempo, pero no fue posible; las correas estaban muy bien apretadas y la garganta se me irritó y me dolió a tal grado que mi voz se tornó ronca. Esto me preocupó, porque si llegaban los infelices y me hacían hablar podrían darse cuenta de que estuve gritando. Pensé en decirles que les gritaba a ellos porque me dolían las articulaciones, los brazos y las piernas (lo cual era verdad, pues ya estaba sintiendo unos horribles calambres en los brazos y las piernas).

Me cansé de tratar de soltarme y de gritar y no vi ningún resultado, no supe cuánto tiempo estuve intentándolo, pero creo que fueron varias horas. Me sentía tan fatigada que aún en esa posición tan incómoda el sueño empezó a vencerme.

Creo que dormité un poco. De repente escuché que se abría la puerta que da a la calle y esperé a oír el motor de la camioneta, pero no ocurrió eso, sino que escuché unos pasos que atravesaron el garaje y se abrió la puerta que daba al interior de la casa y entró el maldito Daniel. Se sorprendió al verme y volteó hacia todos lados buscando a Roque y El Tanque, al no verlos se acercó a mí y me habló:

¡Hola putilla, que bien te ves así! ¿Y tus amos?

¡Cállate pendejo!, le respondí con la voz ronca por tanto gritar.

¿A QUIÉN LLAMASTE PENDEJO PERRA?, me gritó él mientras me pellizcaba las tetas.

¡AAAAAAYYYYYYYYYY! ¡SUÉLTAME HIJO DE PUTA!, le grité envalentonándome, porque estaba muy enojada con él.

¿Ah sí, te atreves a insultarme?, dijo él mientras me retorcía los pezones.

¡AAAAAAAAIIIIIIIGGGHHHHH, DESGRACIADO, SUÉLTAME!

¡NO, HASTA QUE DEJES DE INSULTARME Y ME PIDAS PERDÓN!

¡MALDITO APROVECHADO!, volví a gritar.

Entonces Daniel me soltó y se fue hacia la habitación donde me recluían; regresó de inmediato, se paró delante de mí y con unas pinzas tomó mi pezón izquierdo y lo retorció.

¡YIAAAAAAAIIIIIIIGGGGGHHHHH, NOOOOOOO!, grité desesperado por el dolor.

¡Jajaja! ¡A ver puta, sígueme insultando!

¡NO, NO, YA NO LO VUELVO A HACER, POR FAVOOOOORRR!

¡PÍDEME PERDÓN PERRA!

¡PERDÓN, PERDÓN, PERDÓOOOOOON!, grité con toda desesperación, pero con mi voz ronca y lastimada.

¡Jajaja! ¡Así me gusta putita! ¡A ver si aprendes cuál es tu lugar! ¿entiendes?

S…si, contesté llorando.

Muy bien putita, ahora te voy a coger por ese sabroso culo que tienes y quiero que grites de placer y digas mi nombre ¿entiendes?, porque si no, las pinzas harán su trabajo.

Está bien, dije casi sin voz.

Daniel fue hacia atrás y soltó un poco la cuerda para que yo quedara con los pies bien colocados en el piso; después atoró la cuerda y se colocó detrás de mí, escuché como se bajó el pantalón y escupió en su mano y supuse que se embarró el escupitajo en el miembro; porque luego con ambas manos me abrió las nalgas y sentí como lo colocaba en la entrada de mi ano y empezó a empujar.

¡Mgggg!, me quejé apretando los labios para no gritar de dolor al ser penetrada sin lubricación alguna.

Tranquila puta, te la voy a meter despacio.

Me… duele, le dije tratando de obtener un poco de clemencia.

¿Acaso crees que me importa?, respondió él.

Me quedé callada, no quería darle el placer de oírme gritar de dolor.

Pídeme que te la meta más, me dijo al oído.

¡Más, métemela más papito!, dije con mi voz ronca después de tragar saliva y fingiendo un placer que no sentía.

Eso es, me decía al oído, sigue, quiero oírte, no dejes de pedirme todo el tiempo que te la meta duro y di mi nombre.

¡Ah! ¡Si Dany, si, así, métemela más duro papacito! ¡Párteme a la mitad Dany, por favor, la quiero toda!, empecé a decir mientras él me violaba inmisericorde.

Él ya no dijo nada, me apretó las tetas y se limitó a gemir y a escuchar lo que yo decía, fingiendo que me gustaba mientras me lo metía y sacaba con fuerza salvaje.

¡Eso es Dany, eso es, así, con fuerza papito, cógeme más duro mi amor!, continué fingiendo, pero llorando por dentro.

En ese momento me di cuenta de algo en lo que no había reparado: ¡había dos cámaras con la luz roja encendida; estaban grabando! Me angustié al recordar todo lo que hice para tratar de escapar; pues si Roque y El Tanque veían la grabación de seguro me castigarían brutalmente. Además, estaba la grabación de lo que me hacía Daniel y de cómo yo aparentaba que me gustaba y lo disfrutaba.

Él seguía cogiéndome con fuerza sin que yo pudiera hacer nada; afortunadamente para mí, al poco tiempo terminó, pero se vino dentro de mi recto aunque yo le pedí que no lo hiciera:

¡AAAAAAAHHHHH, SSSSSIIII, PUTILAAAAA, QUE RICOOOOOO!

¡SALTE, POR FAVOR, SALTE!

Daniel no hizo caso, sentí como su semen entraba en mi ano y una parte escurría por entre mis nalgas y mis piernas mientras él me estrujaba las tetas.

¡AUCH!, me quejé.

¡Sssshhhhhh, calla putita que estoy disfrutando este momento!

Unos segundos después Daniel sacó su miembro y mientras se subía el pantalón me dijo:

Sigues estando rica puta, voy a aprovecharte todo lo que pueda mientras sea gratis.

Nuevamente esa frase: “mientras sea gratis”, ¿qué querían decir con eso?, no lo entendía, pero me daba mucho miedo.

Daniel volvió a jalar la cuerda, dejándome como estaba colgada, pero jaló de más y ahora mis pies no tocaban el suelo.

Muy bien perrita, voy a descansar mientras espero a tus amos, no hagas ruido por favor.

Está bien, pero quisiera pedirte un favor…, le dije esperando que comprendiera y se compadeciera un poco de mí.

¿Un favor?, a ver, ¿Qué quieres putita?, me dijo burlonamente.

Es que… esas cámaras están grabando…

Ajá, ya sabía, luego voy a pedir una copia del video, para ver como cogemos y lo disfrutas, perrita.

Bueno, le dije enfadada, pero quisiera ver si me ayudas, borrando los minutos anteriores a cuando llegaste.

Ah, con que quieres que lo borre… ¿y yo que gano?

¡No seas mala onda! ¿Qué te puedo dar, no ves cómo me tienen estos desgraciados?

Mmmm… tienes razón, no puedes darme nada, y lo único que puedes darme, -me dijo mirándome morbosamente el cuerpo- lo puedo tener cuando se me de la chingada gana.

¡Por favor, cuando salga de aquí te doy lo que quieras!

¿Lo que yo quiera?

¡Si, lo que quieras!

¡Ah que bien! ¡lo que yo quiera!, dijo mientras se acercaba a una de las cámaras.

¡Gracias!, le dije aliviada.

Perfecto putita, si lo borro, tendré lo que quiera de ti; pero, si no lo borro, también tendré lo que quiera de ti; así que… No, no lo voy a borrar. Mejor me voy a dormir un rato en lo que llegan tus dueños, a ver cómo te va puta,jajajaja.

El desgraciado se rió de mí y luego se fue a encerrar en la habitación que usaban El Tanque y Roque y me dejó ahí colgada, humillada y angustiada, sabiendo que pronto recibiría un fuerte castigo de Roque.

¡Pinche Daniel, chinga tu madre!, fue lo único que pude gritarle al desgraciado, tratando de sacar un poco de mi coraje.

Sólo pude llorar; y al poco rato escuché como abrían el zaguán y entraba la camioneta. Temblé de miedo al imaginar que Roque me castigaría por tratar de zafarme.

Roque entró seguido de El Tanque, el primero me miró y dijo:

¡Ay puta, sigues aquí! ¡Te ves bien sabrosa!

¡Suéltame por favor, amo!, le supliqué

No puta, tenemos una excelente idea jejeje.

Entonces ambos se acercaron a mí y El Tanque me quitólos grilletes de las muñecas.

Gracias, le dije creyendo que me dejarían sin atar.

Ellos no dijeron nada, me desataron los tobillos y El Tanque me dio una orden seca:

Siéntate y pon atrás las manos.

Pero…

Silencio, obedece, me ordenó.

Obedecí en silencio, me senté en el frío suelo y entonces, mientras Roque me ataba las manos en la espalda, El tanque jaló los grilletes que antes tenía en las muñecas hasta el piso y me los colocó en los tobillos.

¡Pero…! ¿Qué hacen?, pregunté nerviosa.

Ya lo verás cerdita, me dijo Roque, no preguntes a tus amos.

Me quedé callada, pero me imaginé lo que iban a hacer, supe que lo habían visto en alguna página porno o algo así.

Una vez que me colocaron los grilletes en los tobillos, El Tanque comenzó a jalar la cuerda que sostenía a las otras dos por medio de la polea y entonces empecé a subir, pero de cabeza.

¡NO! ¿QUÉ HACEN? ¡DETENTE POR FAVOR!, supliqué, pero solamente vi la sonrisa malévola en la cara de Roque, que ya se quitaba el pantalón y la trusa.

Este le hizo una señal a El Tanque cuando consideró que ya me había subido lo suficiente. Yo no veía a este último, pero supongo que aseguró la cuerda, porque se asomó entre mis piernas abiertas. Me habían colgado de cabeza, con las manos atadas y las piernas abiertas. Mi cabello colgaba tocando el piso y empecé a sentir como la sangre se me agolpaba en la cabeza.

Roque se acercó de frente y colocando su verga medio flácida frente a mi boca le dijo a El Tanque:

Ahí quedó perfecta.

Si, ¿qué hacemos primero?, preguntó este.

Yo creo que la grabación, sirve que mientras se me para bien, respondió Roque

Ok, dijo El Tanque y fue por una cámara.

Roque se colocó en cuclillas frente a mí y me habló:

Mira cerdita, vamos a grabar un videíto para mandárselo a tu papi; así como estás vas a pedirle nuevamente que pague el rescate y le dirás que aún no te hemos violado, pero que, si no paga pronto, comenzaremos a rolarte entre todos y que somos más de veinte otra vez, ¿entiendes?

S..si…, fue lo único que pude contestar, sabiendo que no tenía otro remedio.

¿Grabado o en vivo?, preguntó El Tanque.

Mmmmm… Tal vez sea mejor en vivo -dijo Roque- así verá que sigue viva y completa y mientras le doy con el cinto, ¿cómo ves?

No sé, ya ves que no hay que maltratarla mucho, por lo del negocio…, dijo El Tanque

Ah, no, por eso no te preocupes, todavía falta y para ese entonces ya no se le notarán los cintarazos.

¿Seguro? -dijo El Tanque- no sea que se nos vaya a cebar.

¿De qué negocio hablan?, ¡No sean desgraciados y díganme!, les exigí.

Ambos voltearon a verme;Roque se colocó en cuclillas, tomó mi teta izquierda entre sus dedos índice y pulgar y comenzó a retorcerlo. Me dijo:

¿Cuándo aprenderás a que no puedes preguntar sin permiso? ¡No te metas en la plática de tus amos! ¿No te enseñaron eso en tu casa, cerdita?

¡AAAAAAAAYYYYYYY!, ¡SI AMO, YA NO PREGUNTARÉ, ME QUEDARÉ CALLADA!, dije solamente para que me soltara, pues el desgraciado me retorcía el pezón y me dolía demasiado.

Ellos siguieron hablando como si yo fuera una mercancía:

Pues bueno, si dale, así a lo mejor se apura el ruco a pagar, dijo El Tanque.

¡NO, POR FAVOR, NO HAGAN ESO!, les supliqué sin pensary lógicamente vino el castigo: un golpe de Roque para callarme, el maldito me dio con un cinturón en las tetas

¡AAAAAIIIIIGGGHHH!, chillé y me retorcí.

¡Para que entiendas que no tienes derecho a pedir nada, perra!, me dijo el infeliz.

También la voy a grabar para tener siempre el recuerdo, jajaja, dijo El Tanque

¡Ándale!, así lo veremos siempre que se nos hinche la gana, jajajaja dijo Roque, burlándose de mí.

Apenas pude pasar saliva; apreté los ojos y traté de no llorar.

El Tanque encendió la cámara y la puso sobre la mesa, apuntando hacia mí; luego abrió una lap top, también la apuntó hacia mí y le dijo a Roque:

Ponte el pantalón

¡No!, ¿para qué?, dijo este

Para que crean que no la hemos tocado.

No, yo creo que es mejor así, para que el ruco vea que, si no se apura, nos la cogeremos pronto.

Bueno, a ver si no se espanta el viejo.

¡Pues se va a espantar cuando vea el animalote que le voy a meter a su puta hija, jajajaja!

¡No mames, que pinches ocurrencias tienes, jajajaja!

Ya no soporté el coraje que me daban sus burlas, sin poder aguantarme les grité:

¡Pinches nacos, hijos de la chingada; así serán buenos, pero suéltenme y verán como me los chingo yo sola a los dos!, ¡Ya dejen a mi papá en paz!

¡Zazzzz!, ¡Zazzzz!, sonaron los cinturonazos que me dio Roque mientras me gritaba:

¡Qué te calles pinche puta!, ¡Entiende que somos tus amos y te vamos a hacer lo que se nos hinche la gana mientras estés aquí! ¡Tú metiste a tu papá en esto, ahora te chingas y se chinga él también!

¡AAAAAAIIIIGGGGHHHH YA DEJA DE PEGARME, PINCHE NACO MUERTO DE HAMBRE!, le dije armándome de valor, ya nada me importaba, estaba dispuesta a defenderme como pudiera y si no podía, cuando menos a insultarlos.

Roque iba a pegarme de nuevo, pero El Tanque, que ya se había levantado y acercado a nosotros lo detuvo y le dijo:

¡Espérate cabrón, eso se lo haces en la transmisión!

¡Es que ya me hizo enojar la hija de la chingada!

¡Aguántate, ahorita te desquitas!

¡Está bien, pero ya vamos a transmitir para darle!

Mmm… si, pero espérame un tantito, dijo El Tanque y se fue hacia la mesa en donde tenían varias cosas; tomó un trapo y cinta de embalar y se acercó a mí.

¡NO, NO TE ATREVAS…MMMMMNNNGGGHHHH!, grité agitándome mientras El Tanque me metía el trapo en la boca y me rodeaba la cabeza con cinta, impidiéndome hablar más.

Mejor así putilla, para que no vayas a hablar de más -dijo él- y tú Roque, le vas a hablar a la cámara y le vas a decir al ruco lo que tenía que decir ella mientras le pegas, ¿va?

¡VA!, gritó Roque sin esconder su emoción y poniéndose un pasamontañas.

Supe que El Tanque temía que yo le diera más información a mi papá de la que ellos querían y por eso me amordazó, por ponerme rebelde. Me agité y traté de soltarme y de gritar lo más que pude, pero me fue imposible hacer nada.

El Tanque se colocó frente la lap top y la cámara y las encendió al mismo tiempo, le dijo a Roque:

En cuanto entre la comunicación empiezas.

Ok

Se escuchó el característico sonido del Skype tratando de entablar comunicación, El Tanque se hizo a un lado y en unos segundos pude ver a mi papá contestando:

¡Bueno, bueno! ¡HIJA! ¿QUÉ TE ESTÁN HACIENDO? ¡YA ME DIJO TU MAMÁ LO QUE LE DIJERON!

¡MMMMGGGGHHHHH!, grité, tratando de comunicarme con mi pobre padre.

¡Fuazzzzz!, Sonó el cinturonazo que me dio Roque en las nalgas, haciéndome retorcer del dolor.

¡MMMMMFFFFFFGGGGG!, grité

¡NO!, ¡DÉJENLA!, ¡VOY A PAGARLES DESGRACIADOS, PERO YA NO LA MALTRATEN! gritaba mi papá mientras mi mamá se asomaba a la pantalla.

¿Qué pasa? ¡AMOR! ¿QUÉ LE HACEN?¡DESGRACIADOS!, gritó Adrián que también ya se asomaba a la pantalla

¡SILENCIO!, -gritó Roque, sintiéndose dueño de la situación- ¡MIRA PERRO, COMO TENEMOS A LA PUTA DE TU HIJA; SI NO TE APURAS A PAGAR, NETA QUE NOS LA VAMOS A CHINGAR ENTRE TODOS, YA NO AGUANTO; MIRA COMO TENGO LA VERGA!

El infeliz se paró frente a la lap top, mostrando su miembro groseramente; para luego volver junto a mí y darme otro cintarazo, esta vez en las tetas… ¡FUAZZZZZ!

¡MMMMNNNNNIIIIIGGGGGHHHH!

¡WAAAAA, NOOO, YA DÉJALA DESGRACIADO!, se oían los gritos de mi papá, Adrián y mi mamá, que ya lloraba desconsolada.

¡SOMOS UN CHINGO CABRÓN Y YA NO SÉ COMO DETENERLOS, TODOS SE QUIEREN CHINGAR A TU HIJA YA! ¿YA TIENES EL DINERO?

¡NO, ME FALTA UNA PARTE, PERO POR FAVOR NO LA LASTIMES MÁS!

¡FUAZZZZZZ, FUAZZZZZ, FUAZZZZZ!, los cintarazos se siguieron uno a otro, pegándome en diversas partes del cuerpo, haciendo llorar a mi familia y retorcerme de dolor a mí. Adrián lloraba y gritaba, pero yo sabía que estaba fingiendo.

Después de una serie de cintarazos que me pegaron en todo el cuerpo y me hicieron llorar como nunca, Roque se detuvo; solamente para gritar hacia la lap top:

¡ESCÚCHAME BIEN RUCO: SI NO TIENES EL DINERO COMPLETO PARA DENTRO DE TRES DÍAS, LE VOY A SEGUIR DANDO CINTARAZOS A TU HIJITA Y LUEGO SE LA VAN A COGER POR TODOS SUS AGUJEROS POR UN CHINGO DE CABRONES SALVAJES COMO ESTE!

Entonces jaló a El Tanque que ya se había desnudado y enmascarado también y se paró frente a la cámara de la lap mostrando su musculoso cuerpo y su gorda verga.

¡NO, NO, LES DARÉ LO QUE PIDEN, PERO YA NO DAÑEN A MI PRINCESA, SE LOS SUPLICO POR FAVOR!, escuché la voz angustiada de mi papá, además de los llantos desesperados de mi madre.

¡MÁS TE VALE CABRÓN, PORQUE DIARIO LE VOY A PEGAR HASTA QUE NOS PAGUES Y SI NO CUMPLES VAMOS A EMPEZAR A ROLARLA CON LA BANDA Y NOS LA VAMOS A COGER HASTA QUE SE MUERA LA PUTA!

¡NO, POR FAVOR, YA NO LE PEGUE, YO LE DARÉ TODO, PERO NO LE HAGA NADA MÁS!

¡YA SABES VEJETE, TRES DÍAS!, dijo Roque y El Tanque cortó la transmisión.

Durante todo el tiempo yo estuve llorando y quejándome de la golpiza que me dio Roque; sentía todo el cuerpo adolorido, incluso sentí como que en algunos lugares me escurría sangre.

Roque estaba sudoroso y jadeante; se quitó el pasamontañas y riéndose dijo:

Jajaja, ya estuvo, este ruco va a pagar a huevo; mientras vamos a seguir disfrutando a la putita esta.

¡No manches, te pasaste!, dijo El Tanque

¿Por qué?, preguntó Roque.

¡Le pegaste demasiado fuerte!, ¡No se va a recuperar para lo del negocio!

¡Bah!, ¡No te preocupes, al rato la curas y ya quedará bien!, mientras hay que seguírnosla cogiendo, pero al rato, porque si me cansé.

¡MMMMMHGGGHHGGGGFFF!, grité llorando de dolor y pidiendo que me dejaran en paz.

Calma puta, déjame descansar un poco y ahorita cogemos, no seas golosa jajaja, se burló Roque de mí.

Pues yo si me la voy a coger de una vez, dijo El Tanque, acercándose a mí.

Roque se sentó en una silla y tomó la cámara para grabar lo que me haría El Tanque, que me quitó la mordaza y colocándose frente a mí dijo:

Primero una mamadita.

Yo volteé la cara y grité:

¡BASTA, NO OBEDECERÉ MÁS!, tratando de ponerme rebelde.

¡Oh que la chingada! -dijo El Tanque- ya vamos a empezar con problemas, tú no entiendes.

Y entonces fue hacia la mesa y tomando la picana se acercó a mí diciendo:

Por lo visto te gusta sufrir perrita

¡NO, NO, ESTÁ BIEN, OBEDECERÉ, HARÉ LO QUE QUIERAS, NO ME DES TOQUES!

El Tanque me dio un toque en el culo y me preguntó:

¿Qué más perra?

¡Haré lo que ordenen y seré su esclava sumisa, Señor!, dije, recordando que les gustaba que los llamara así.

Así me gusta pendejita, dijo El Tanque y volvió a pararse frente a mí; intentando meter su verga en mi boca.

Como él es más alto que Roque, mi boca quedaba muy abajo para que se la mamara estando él parado, así que lo que hizo fue ir hacia la parte de atrás y jalar un poco la cuerda para subirme más; luego la aseguró y de nuevo fue hacia adelante; colocó su miembro frente a mi boca y me ordenó:

¡Abre y chupa perra!

Obedecí: abrí la boca y permití que su gorda verga entrara en ella; él la metió hasta el fondo y después de unos segundos empezó a moverse, metiéndola y sacándola despacio, disfrutando el momento. Yo solamente veía entre sus piernas y parte de sus testículos velludos acercarse y alejarse de mí, pegando contra mi nariz mientras sentía el asqueroso sabor de su verga dentro de mi pobre boca violada. Era muy raro chupar un miembro de cabeza, nunca lo había hecho y nunca me lo hubiera imaginado, y menos en esas circunstancias.

¡Excelente material!, escuché decir al infeliz de Roque y supe que grababa la mamada que yo le daba a El Tanque.

Escuché que Roque movía cosas, pero no supe qué, hasta que me di cuenta de que se había subido en una silla o banco que colocó detrás de mí y me imaginé que me estaba grabando la panocha y el culo. Después sentí que empezaba a insertar algo en mi vagina.

¡GGGGLLLLBBB!, me quejé, sin que ninguno de ellos lo notara siquiera.

Mira que bien le entra a la puta, dijo Roque mientras insertaba algún objeto desconocido y lo dejaba ahí.

Noté que se bajó de la silla; yo seguía mamando la verga de El Tanque que me ordenó:

¡Usa la lengua perra!

Obedecí y usé mi lengua lamiendo su pene cada vez que lo sacaba de mi boca. En eso noté que Roque se subía de nuevo al mueble detrás de mí, me separaba las nalgas y comenzaba a insertar algo en mi culo.

¡Aaaaaayyyy!, ¿Qué haces?, pregunté aprovechando que mi boca había quedado libre un momento, solamente para sentir un fuerte cintarazo en la espalda.

¡No se te permite preguntar, puta!, me gritó Roque y siguió metiendo algo en mi ano, que me lastimaba.

El Tanque me había tomado de la nuca con una mano y me hacía mamarle el miembro al ritmo que él quería, a veces lento, a veces rápido, en ocasiones me dejaba pegada a sus huevos durante unos segundos, en los cuales yo no podía respirar, por lo que cuando me alejaba procuraba tomar mucho aire, pero de cualquier manera la tortura era salvaje, pues con la otra mano el desgraciado me pellizcaba las tetas y las nalgas alternadamente.

El idiota de Roque estaba sobre la silla o banco y empezó a meter y sacar los objetos que había metido en mi panocha y en mi ano turnándolos, es decir, cuando metía uno sacaba otro y viceversa, el infeliz reía como estúpido y se burlaba de mí:

¡Jajaja, que bien te entran y te salen puta, cada vez estás más abierta! Ya verás cuando acabemos contigo, te va a entrar un pinche camión ahí jajajajaja.

Ya, no se las dejes tan aguadas, que al rato no voy a sentir nada cuando me la coja, dijo El Tanque.

Yo me sentía muy enojada por sus palabras, pero nada podía hacer más que seguir chupando la gorda verga de El Tanque para que acabara lo más pronto posible y me dejaran descansar un rato, aunque sabía que en cuanto el primero terminara, Roque me obligaría a mamársela también.

El Tanque siguió violándome por la boca mientras Roque se divertía metiendo y sacando objetos de mi vagina y de mi ano, para él era como un juego, pues de repente le preguntó a El tanque:

¿Crees que le quepan dos de estos en el culo?

¡No lo creo, están muy anchos!, contestó este.

No sabía a qué objetos se referían, pero sentí como Roque insertaba uno y después intentaba meter otro en el mismo agujero. El Tanque, sin dejar de cogerme por la boca, le dijo:

No cabrón, la vas a lastimar y no se va a armar el negocio.

¡Chingue su ma’!, tienes razón, desde que hablamos el pinche negocio ya no puedo divertirme igual.

Ya cuando esté allá le decimos al ruco que nos dé chance y nos divertimos más, dijo El Tanque.

¿Crees que quiera?, preguntó Roque.

Si cabrón, pero ahorita déjame disfrutar, porque ya mero me... ¡Aaaahhh!... ¡Me vengoooooo!, gritó El Tanque mientras soltaba grandes chorros de su leche en mi pobre boca, tanto que sentí que me ahogaba y un poco salió por las comisuras de mis labios y escurrió hasta mis ojos, provocándome ardor en ellos y de inmediato comencé a llorar.

Mi mente era un caos, no entendía por qué El Tanque le había dicho a Roque “Ya cuando esté allá le decimos al ruco que nos dé chance y nos divertimos más”, y luego le contestó a Roque que sí cuando este preguntó “¿crees que quiera?”. No tenía sentido lo que decían; pues yo pensaba que al decir “el ruco” se referían a mi papá; entonces, ¿cómo le iban a pedir a mi papá que “les diera chance”, es decir, que me pegaran o me violaran o se divirtieran conmigo y además pensaban que mi papá iba a acceder? Quise preguntar pero no me atreví.

De cualquier manera yo no podía hablar, pues El Tanque dejó su verga adentro de mi boca hasta que se puso flácida y fue cuando la sacó.

¡Por favor, se los suplico, amos, ya déjenme! ¡Mi Papá les va a pagar, pero ya no me violen ni me maltraten por favor! ¡Les juro que nadie sabrá nada de esto si me dejan en paz ya!, me atreví a pedirles.

¡Ay puta, tu no entiendes!, me dijo Roque mientras se bajaba de donde estuviera subido y caminaba hacia la mesa en dónde estaba el cinturón.

¡NO AMO, NO! ¡YA NO DIRÉ NADA, TE LO JURO, PERO NO ME PEGUES POR FAVOR!, grité angustiada.

No, espera, no le pegues aún, tengo algo que mostrarte...

Al escuchar estas últimas palabras en la voz de Daniel (qué no supe desde qué momento salió de la recámara), supe que dentro de poco tiempo tendría un severo castigo.