Autosecuestro fallido V

Ya no son solamente mis secuestradores los que me humillan; han encontrado nuevas personas y formas de hacerme sufrir y parece que esto nunca va a acabar.

El muchacho me arrastró hasta la habitación y me empujó, para luego cerrar la puerta, quedándose él afuera y yo encerrada. Me extrañó mucho la situación, pues yo pensé que me iba a torturar.

No pasó mucho tiempo; la puerta volvió a abrirse y el chico taquero entró, llevando en una mano una lámpara de mano y en la otra un teléfono celular. Me quedé extrañada, no supe que hacer; retrocedí y pregunté:

¿Qué es eso?, ¿Qué me vas a hacer?

Él sonrió maliciosamente; dejó el celular; me alcanzó, me tomó del cabello y con fuerza me arrojó sobre el sucio colchón. Quise incorporarme cuando él se arrojó sobre mí y me lo impidió con su peso. Me tapó la boca con una mano y me habló al oído:

No hables, tranquila.

Mmmjjjjj, me quejé, agitándome y tratando de empujarlo.

¡Quieta! ¡Déjame explicarte! Algo en su tono de voz me hizo tranquilizarme y dejé de luchar.

Mira, ya vi que estos güeyes te tienen secuestrada contra tu voluntad y te van a prostituir cañón con todos los que puedan. Te andan ofreciendo con quien quiera pagar. Yo te voy a ayudar, pero tienes que hacer lo que te diga ¿entiendes?

Mjm, dije aun con la boca tapada y asombrada por lo que me decía el chico.

Te voy a destapar la boca, pero no digas nada, sigue mis indicaciones ¿entiendes?

Mjm

Él me destapó la boca y me dijo:

Quise traerte acá para estar solos y explicarte mi plan.

Yo, sin decir nada, señalé con la cabeza una cámara que estaba en la habitación y que podría estar grabando. El chico se levantó y la revisó; me enseñó que estaba apagada, pero aun así la volteó hacia otro lado.

Listo, dijo él. Ahora pon mucha atención: Vas a gritar como si yo te estuviera violando y golpeando con mucha fuerza, pero te voy a pegar suave y vamos a coger…

¿Cómo?, ¿me vas a pegar y me tengo que acostar contigo?, interrumpí

Bueno, algo tengo que ganar ¿no? Y si quieres que te ayude, tendrás que hacerlo.

Esta bien, dije, pensando que era una buena oportunidad para escapar de mis desgraciados secuestradores.

Pues acuéstate y abre las piernas, dijo él.

Pero… no estoy lubricada, le dije.

¡No mames! No te voy a hacer el amor, solo vamos a coger y tenemos que hacerlo rápido.

Resignada obedecí y sin más ni más él se colocó entre mis piernas, dirigió su miembro hacia mi panocha y empujó con fuerza. Yo sentí que de nuevo me violaba y me quejé:

¡Auch!

Más fuerte, que te oigan hasta allá afuera, como si te estuviera torturando salvajemente.

¡AAAAAAAAYYYYYY, BASTA, NOOOOO, AAAAAAYYYYY!, grité recordando cómo le gusta a Roque oírme sufrir e imaginé como estarían ellos gozando eso.

Eso es, grita más fuerte, dijo él mientras me cogía con fuerza.

¡AAAAAAIIIIIIGGGGHHHHH, YA NO POR FAVOOOOR, AAAAYYYYYY!, gritaba yo con fuerza exagerada, porque, aunque si me dolía la penetración, no era tan salvaje como las anteriores.

Un rato estuvo cogiéndome así y yo me desgañité gritando. Después él sacó su verga de mí y me dijo:

Voltéate.

¿Para qué?, pregunté.

¿Cómo que para qué?, ¡Para culearte!, me respondió como si fuera lo más natural del mundo.

Oye no…

¿Vas a cooperar o no? Si no quieres, mejor hago lo que le dije a tus secuestradores, te torturo y me voy y no te ayudo.

¿Y cómo vas a ayudarme?

Pues voy a avisar a la policía que te tienen aquí y vendrán a rescatarte, no seas pendeja. Pero déjame culearte o de todos modos te madreo, te violo y no te ayudo.

Está bien, dije resignada y me volteé para quedar boca abajo en el sucio colchón.

Él se colocó de nuevo, abrió mis nalgas y empezó a empujar para tratar de meter su miembro en mi ano.

¡AAAAAAAAAAAAYYYYYYYYY!, grité.

¡Perfecto!, que crean que te estoy maltratando.

¡AAAAAAAAYYYYY, YA BASTA, NOOOOOOO!, grité exagerando el dolor.

¡Vale madres! ¡Estás bien seca y apretada, no entra!, dijo él, yo solo me aferraba con fuerza al colchón.

El chico escupió en mi ano y volvió a intentar meter su gordo miembro; esta vez lo consiguió y poco a poco me fue penetrando.

¡AAAAAAAAAAIIIIIIIGGGGHHH!, grité adolorida.

¡ASÍ, ASÍ, GRITA PUTAAAAA!, dijo él penetrándome inmisericorde.

¡YA BASTA! ¡POR FAVOOOOR, YA NOOOOO AAAAAYYYY!

Él continuó cogiéndome salvajemente y yo seguí gritando, exagerando el dolor que me producía, estrujando con ambas manos el sucio colchón y seguí gritando:

¡YAAAAA! ¡YA NO MÁS POR FAVOR, TE LO SUPLICOOOOO!

¡Eso es todo putaaaaaaaaaaa!, gritó él mientras se venía, soltando chorros de semen dentro de mi recto.

Él se desmadejó sobre mí unos segundos y luego se enderezó.

Ya puedes dejar de gritar, lo hiciste muy bien, dijo mientras sacaba su miembro chorreante de mi ano adolorido.

Quedé tirada en el colchón, cansada, adolorida, sedienta y hambrienta. Pero con una nueva esperanza gracias a la promesa del chico.

Él se levantó y me dijo:

¿Sabes qué? Si necesito hacerlo un poco más real.

¿A qué te refieres?, me atreví a preguntar.

¡A esto!, dijo él

Entonces sorpresivamente acercó a mí lo que yo creía que era la lámpara de mano y con ella me disparó una fuerte descarga eléctrica en el pecho, que me recorrió todo el cuerpo. Se siente horrible, crees que te vas a morir, son segundos en que todo el cuerpo pierde el control y la mente se nubla. Apenas pude darme cuenta de que el malvado chico estaba tomándome fotos con el celular que había llevado.

¿Qué haces?, le reclamé aun sin poderme recuperar.

Recolectando evidencia. Si no, no me van a creer que te tienen aquí, dijo él.

Pero…

Nada, si quieres que te ayude debes cooperar, levántate y alza las manos me dijo.

Intenté levantarme, pero no pude, la electricidad no me permitía tener control sobre mi cuerpo. El chico taquero me tomó de las axilas y me hizo levantarme. A mí se me doblaban las rodillas, pero con mucho esfuerzo logré hacerlo y levantar los brazos. No estaba muy convencida, pero pensé que si iba a ayudarme para que me rescataran, lo mejor sería cooperar.

Estuve parada con los brazos levantados mientras él me tomaba fotos desde varios ángulos, rodeándome. Después me pidió que colocara las manos detrás de mí, lo hice y siguió tomando fotos. Luego hizo que me hincara y tomó más fotos; también me tomó otras estando tirada en el suelo, me dijo que todo era para demostrar el maltrato que estaba yo sufriendo. No dije nada, pero tenía mis dudas; aunque me había prometido ayudarme, no pude evitar llorar al sentirme humillada por hacerme posar desnuda para él.

Después de tomarme un sinfín de fotos, me dijo:

Tírate al suelo y finge que no te puedes mover. Cuándo vengan por ti te quejas como si te doliera cada centímetro de tu cuerpo y les pides que no te dejen estar conmigo de nuevo para que crean que te torturé horrible ¿entiendes?

Si, contesté y me tiré al colchón agotada. Aun sentía toques eléctricos en todo mi cuerpo, pero me alegró que no me hubiera golpeado.

El salió dejando la puerta del cuartucho entreabierta. Escuché las risas y comentarios de los cuatro hombres; no entendía lo que decían, pero supuse que estaban burlándose de mi. Oí como se abría la puerta y se iban el gordo y el chico.

Unos segundos después entraron Roque y El Tanque; el primero dijo:

¡Mira nada más como quedó la puta!

No se le ven marcas, dijo El Tanque

No. Si sabe hacerlo el muchacho, dijo Roque.

¡Aaaauuuuuchhhhh!, me quejé.

¡Párate ya puta, tenemos trabajo que hacer!, dijo Roque

¡Ayúdenme por favor!, les dije.

¡No mames pinche perra huevona, aquí no estás en tu casita de princesa, levántate antes de que te levante a madrazos!

No puedo… por favor no vuelvan a dejarme con él.

Creo que sí se la madreó gacho, dijo Roque. Cárgala, le ordenó a El Tanque

Este se acercó a mí, se inclinó y me levantó para cargarme sobre su hombro. Mientras caminaba el infeliz no dejaba de acariciarme y pellizcarme las nalgas.

¡Agua por favor! ¡Comida! ¡tengo mucha hambre!

Comerás después del trabajo putilla, me dijo Roque mientras El Tanque me cargaba como un fardo.

Me llevaron a una silla y me sentaron ahí. Me ataron de pies y manos y con una cuerda alrededor de la cintura que me sostenía al respaldo de la silla.

Vamos a comunicarnos con tu papito y de nuevo le vas a pedir que pague, pero no vayas a decir que ya te estuvimos cogiendo; dices que si no paga te vamos a coger y que somos más de veinte güeyes ¿entiendes?

Si, dije sabiendo que no podía hacer nada en contra.

¿SI QUÉ?, me dijo Roque mientras se me acercaba con una mano alzada, como si me fuera a pegar.

SI AMO, dije rápidamente.

Muy bien perrita. No se te olvide.

Oye, terció El Tanque, pero se ve muy fregada ¿no?

Mejor, así el pendejo del papá pagará mas pronto.

Pero no nos va a creer que no nos la hemos cogido, mira, se le ve hasta la pinche leche en el pelo.

¡Jajaja!, si es cierto, no mames. Estás llena de leche por todos lados perra.

Voy a bañarla, dijo El Tanque.

Si, dijo Roque.

El Tanque me desató y me cargó de nuevo en su hombro mientras Roque bebía una cerveza sonriendo burlonamente. Supe que venía de nuevo un baño de agua fría.

Ahorita que te bañes aprovechas para tomar agua, me dio Roque de forma burlona.

El Tanque me llevó al mismo lugar donde me había mojado la vez anterior, de nuevo acariciando y pellizcando mis nalgas durante todo el camino, y me sentó en el suelo.

Párate, me ordenó.

No puedo, le dije fingiendo que aun me dolía lo que me había hecho el muchacho, aunque ya se me había pasado el efecto de la picana en forma de linterna.

El Tanque me tomó del cabello y haciéndome levantar la cara me dijo:

Mira putita, a mí no me engañas, sé que no estás lastimada. No sé que te habrá hecho el güey ese ahí adentro, pero no tienes rotas las piernas. Es más, se me hace que ni te hizo nada, ¿verdad?

Me asusté al ver que él sospechaba y con voz adolorida y lloriqueando le dije:

¡Me hizo cosas muy feas!

¿Cómo qué?, preguntó inquisitivamente.

Pues… me electrocutó, le dije.

Mira pendeja, al Roque lo podrás hacer menso, pero a mí no. Yo he visto personas verdaderamente torturadas y no reaccionan como tú. Ni siquiera te quejaste cuando te apreté y te pellizqué las nalgas.

Me di cuenta de lo estúpida que fui. El Tanque me estaba probando al pellizcarme, no solo lo hacía por placer.

Así que mejor párate y obedece, no me interesa que te hizo el pendejo ese, pues de todos modos pagó y si lo único que hizo fue cogerte, se vio muy pendejo, dijo mientras caminaba hacia donde estaba la manguera.

Yo me levanté respirando aliviada de que El Tanque no me hubiera obligado a decirle lo que me había hecho y dicho el muchacho, pues si sabían que me iba a ayudar seguramente le harían algo para evitarlo.

El Tanque apuntó la manguera hacia mí y abrió la llave del agua. De nuevo el chorro frío me pegó en el cuerpo. Me dolió pero no me quejé, era inútil.

Cuando él apunto el chorro a mi cara, abrí la boca para beber un poco de agua, y aunque fue difícil, logré mitigar un poco mi sed, pero me dolió un poco el estómago.

El Tanque cerró la llave. Tomé el jabón que ya estaba en el piso y me froté con él como la vez anterior, una vez que terminé, él me lanzó de nuevo el chorro de agua y me enjuagué lo mejor que pude.

Al terminar, me dio un trapo para secarme y me hizo entrar a la casa.

Vaya, ya se curó de las piernas la puta, dijo Roque fingiendo asombro.

Nada que un poco de agua no remedie, dijo El Tanque.

Oigan, por favor ya denme de comer, me muero de hambre, por favor, no sean malos, supliqué.

Más tardé en hacer mi petición que en sentir la fuerte cachetada que Roque me dio.

¡Ya te dije que después de tu trabajo, puta! ¡Además ya sabes cómo dirigirte a nosotros! ¡Si vuelves a molestar te dejo sin tragar de aquí hasta que pague el perro de tu padre y te pongo unos putazos! ¿estamos?

Si… si amo… dije mientras brotaban las lágrimas de mis hermosos ojos.

Eso es perra, dijo él.

Aún mojada, aguantando el dolor y tragándome mi orgullo me dirigí a la silla y me senté. El Tanque me ató de nuevo y Roque dio las órdenes:

En cuanto se establezca la comunicación empiezas a lloriquear y a suplicarle a tu papito que nos pague y le dices que somos veinte güeyes los que te vamos a violar si no lo hace pronto ¿entendiste?

Si, dije ya sin fuerza.

Roque abrió el Skype de la lap que estaba frente a mí y dio clic para que se comunicara con mi papá. La comunicación tardó unos segundos y entonces vi a mi papá y a mi mamá en la pantalla, de inmediato comencé a gritar.

¡PAPÁ, PAPÁ, POR FAVOR AYÚDAME, DALES LO QUE QUIEREN A ESTOS TIPOS, SINO ME VAN A VIOLAR TODOS Y SON MÁS DE VEINTE!

¡HIJA, HIJITA! ¿QUÉ TE HAN HECHO MI AMOR? ¡MIRA COMO TE TIENEN! ¡DILES QUE ESTOY JUNTANDO EL DINERO, EL BANCO NO ME HA RESPONDIDO, AGUANTA MI AMOR, PRONTO ESTARÁS CONMIGO!, dijo mi papá.

¡AY MI CIELO, QUÉ TE HAN HECHO!, dijo mi mamá llorando.

Mientras mi papá hablaba vi que alguien pasaba detrás de él, una figura masculina, Le pregunté:

¿Quién está contigo?

Es Adrián, vino a buscarte porque está muy preocupado mi amor, ya le expliqué todo y también quiere ayudar.

¡ADRIÁN, MI AMOR!, grité para que me oyera.

En eso Roque se atravesó entre la lap top y yo, se había vestido de negro y llevaba un pasamontañas.

¡SE TE ACABA EL TIEMPO PERRO!, ¡DANOS EL DINERO O TE REGRESAREMOS A TU HIJITA BIEN COGIDA Y EN CACHITOS!

Y de inmediato cortó la comunicación.

¡NO!, exclamé sin pensar.

¿No que puta?, dijo Roque volteando a verme amenazadoramente.

Eh… nada… pensé que aun estaba conectada.

¡ja! Perra mentirosa, dijo él mientras me desataba.

El Tanque había tomado fotos y video de todo. Roque me preguntó:

¿Tienes hambre zorra?

Si amo, contesté.

Entonces él se dirigió a la mesa, tomó un pequeño taco que estaba sobre un papel y lo aventó. El taco cayó al piso, desparramándose todo el contenido.

¡Come perra!, me dijo Roque mientras El Tanque me desataba.

Pero… iba yo a alegar.

Si no lo quieres lo tiro a la basura, dijo él.

De nuevo tuve que tragarme mi orgullo y humillarme para recoger las tortillas, los pedazos de carne y demás contenido del taco, pero mientras lo hacía Roque me dijo:

¡No, no, no! ¡Vas a tragar como la perra que eres!, no puedes usar las manos.

Apreté los puños y los dientes. El maldito deseaba humillarme aún más. Tuve que hacer lo que me dijo. Me puse en cuatro patas y empecé a comer del suelo. El Tanque se daba vuelo grabando y Roque tomando fotos.

Lame el piso, me ordenó Roque

Obedecí asqueada y él volvió a ordenar.

Sigue lamiendo el piso, pero mírame.

Lo hice y al levantar la vista vi como el bulto de su pantalón empezaba a levantarse de nuevo. Pensé: “¡oh no!, ya se está excitando y seguramente me volverá a violar!”

Terminé de recoger los pedazos del taco no sin encontrar alguna pelusa y algún cabello en el suelo, sentí mucho asco, pero Roque notó mis arcadas y me amenazó:

¡Nada más se te ocurre vomitar aquí y hago que te lo tragues perra!

Pude aguantar, pero por muy poco.

Una vez que terminé me levanté para ver si me daban otro taco, pues aún tenía mucha hambre y vi que no había más. Me atreví a preguntar:

¿Me puedes dar otro taco amo?

Ya no hay, me dijo Roque de forma despectiva.

Pero es que… tengo mucha hambre, me aventuré a decir.

Pues solo hay plátano o camote, ¿qué prefieres?

Pues… un plátano, dije mostrando mi inocencia.

Entonces Roque se desabrochó el pantalón y se lo bajó con todo y trusa y mostrándome su verga levantada burlonamente me dijo:

Aquí está tu plátano, trágatelo todo perrita

Me quedé pasmada y él notó mi desconcierto, se rio y me dijo:

No pensé que fueras tan pendeja, ¿acaso no sabías de qué te hablaba?

No… dije yo mientras los colores se me subían al rostro.

¿Cómo ves a esta pendeja?, le dijo Roque a El Tanque y los dos se rieron de mí.

Yo sentía mucho coraje, pero tuve que aguantármelo, no podía hacer más.

¿Y qué esperas? ¡Híncate y traga!, me ordenó Roque señalando su miembro.

Tuve que obedecer, desnuda, aun con el cabello húmedo y con la boca sucia de haber lamido el suelo me hinqué y abrí la boca para mamar el miembro de mi captor mientras El Tanque grababa todo.

¡Eso esssssss, que rico lo mamasssss!, dijo Roque gozando la mamada.

Levanta el culo, me ordenó El Tanque

Me levanté estirando las piernas y suponiendo que El Tanque me cogería por detrás, pero al no sentir nada de reojo volteé y vi que lo que hacía el tipejo era grabar y fotografiar mi panocha y mi ano. Parecía que estaba grabando una película porno sin mi consentimiento.

Este sería muy buen material en Internet, dijo.

Cerré los ojos pensando que en verdad podrían usar ese material cuando quisieran. Rogué porque no fuera así.

Después de un ratito de tenerme chupándole el miembro, Roque lo sacó de mi boca y se fue hacia atrás de mí; me hizo recargar las manos en la mesa, colocó sus manos en mis caderas y me penetró por la panocha de nuevo sin lubricación alguna.

¡Uuuuugggghhh!, me quejé.

¡Ni te quejes, bien que te gustó como te cogí hace rato!, me dijo Roque

Y cómo se la cogió el taquero, terció El Tanque.

¡No, me dolió!, les recriminé.

¡Ya cállate puta!, me dijo Roque y me dio una fuerte nalgada ¡No hables hasta que te demos permiso! ¿entendido?

Si amo… tuve que decir cerrando los ojos.

¡Gime de placer!, me ordenó Roque.

Nuevamente tuve que fingir un placer inexistente y gemir como a ellos les gustaba:

¡Ah, ah, si, si, así papi, así!, empecé a gemir.

¡Eso es! ¡Te gusta esto! ¿verdad puta?, dijo Roque mientras me cogía con mayor fuerza y me daba una fuerte nalgada.

¡Si papito si, me gusta, así, dame más!, decía yo aguantando el dolor y fingiendo otra vez un placer inexistente

¿Quién soy perra? ¿Quién soy?, preguntó Roque cogiéndome y dándome nalgadas

¡Mi amo! ¡Eres mi amo!, grité sabiendo que eso le complacería.

¡Eso es putaaaaa!, grito él.

Un buen rato estuvo mi captor cogiéndome y humillándome, haciéndome gritar como si sintiera un gran placer al ser cogida por él. Hasta que, apretando mis caderas y metiendo su miembro hasta el fondo de mi panocha adolorida él gritó:

¡AAAAAAHHHHHH ESO ESSSSSS PUTAAAAAA, QUE RICA ESTAAAAASSSSSSS!

¡Salte, salte por favor!, le supliqué desesperada.

Pero él no se salió. Soltó toda su cochina leche dentro de mí sin importarle lo que le pedí y nuevamente burlándose me dijo:

Ya te dije que si tenemos un chamaco decimos que es de Adrián ¡jajajaja!

Nada pude hacer y lloré al saber que esto se repetiría una y otra vez hasta que mi padre pagara o, peor aún, ellos me mataran y se deshicieran de mí. Mi única esperanza era que el chico taquero cumpliera su palabra y me ayudara para que me rescataran.

Roque sacó su verga de mí y dijo:

Muy bien perra, cada vez lo haces mejor. Verás que cuando esto termine no te cansarás de pedirme verga.

Yo no dije nada al respecto. Me sentía tan humillada que ya no quería reclamar. Solo me atreví a decir:

Tengo hambre.

Ya te comiste el plátano, dijo Roque burlonamente, ¿quieres el camote?

¡No, no!, respondí.

Mira perrita: si no te damos de tragar es porque el hijo de la chingada de tu noviecito no nos ha mandado dinero y ya no tenemos; por eso tienes que coger con el pizzero y el taquero y con quien se nos hinche la gana para que podamos tragar y pagues tu hospedaje y tu comida aquí ¿entiendes?

Pero, si yo casi no como ni tomo nada, me atreví a decir.

Más tardé en hablar que en sentir el cachetadón: ¡Plaf!

¡Cállate ya! ¡por todo has de reclamar! ¡recuerda que aquí no eres la niñita de papi, eres nuestra puta y harás lo que se te diga y tragarás lo que se te dé! ¿entiendes?

¡Si amo!, dije sobándome la mejilla adolorida.

En eso sonó un celular, Roque lo sacó del bolsillo de su pantalón y me mostró la pantalla; esta decía “Adrián”. Roque contestó poniendo el altavoz mientras colocaba un dedo en su boca ordenándome callar. De cualquier manera, El Tanque me había abrazado desde atrás y me tapó la boca con una mano. Ni siquiera intenté resistirme, sabía que el esfuerzo sería en vano.

¡Bueno!, dijo Roque

¡Bueno!, contestó mi novio.

¡Quiúbole cabrón!

¿Qué pasó? Oye ¿Qué pedo?, gritaba Adrián.

¿Qué pedo con qué, güey?, dijo Roque retadoramente.

¡No mames cabrón! ¿porqué la tienen encuerada?

Psss… Pa’ presionar al ruco güey

¡Si, pero no mames, siquiera le hubieran puesto un bikini o un calzón güey!

No cabrón, ¿para qué?, sirve que al viejo se le antoja su niña y se apura a pagar para cogérsela en cuanto se la regresemos ¡jajaja!

¡No seas cabrón!, dijo Adrián ¿cómo crees?

¿A poco a ti no se te paró cuando la viste ahí amarrada y encuerada güey?

Pues… la neta si, pero…

Ahí está ca’. Si la neta tu morra está bien sabrosa.

¡Pues sí! ¡por eso es mi vieja y me la cojo bien rico a la pendeja!

¡Pues nosotros también güey!, yo creo que hasta le gusta.

No mames ¿cómo le va a gustar si estás bien pinche horrible y además te la coges a la fuerza?

¡Jajaja!, pues ya ella te dirá cuando regrese, vas a ver que va a pedir mi verga a gritos.

¡Pues si la pide me dejas ver y luego le damos entre todos, jajaja!, dijo Adrián.

¡MMMMMPPPPPFFF!, grité para reclamar al darme cuenta de que Adrián sabía todo y había hecho acuerdos con los infelices para que me violaran, tal vez en pago por “sus servicios”.

¿Qué fue ese ruido?, preguntó Adrián

Nada, El Tanque está moviendo cosas, contestó Roque

Entonces El Tanque me pellizcó una teta y me dijo al oído:

Un ruido más y te pongo unos madrazos.

Tuve que guardar silencio mientras escuchaba y me daba cuenta de la cruel realidad: Adrián me había traicionado.

Oye, nomás no me la vayan a dejar muy aguada, escuché decir a Adrián.

No te preocupes cabrón, te la vamos a regresar más sabrosa y mansita, verás que obedecerá como perrita lo que le pidas.

Jaja. Eso ya. Oye pero ya no mames la próxima vez le pones aunque sea un calzón o algo.

Ni madres güey. La próxima vez igual y nos la cogemos mientras hablamos con su jefe por el Skype jajaja.

¡No mames, eso estaría de lujo güey!, dijo Adrián.

Neta que sí, imagínate a El Tanque cogiéndosela por la panocha mientras yo me la cojo por el culo y sus papás viendo ¡JAJAJAJAJA!

No chingues, yo creo que ahí si me vengo, jajajaja

Además tu ni reclames güey, que no nos has mandado lana para mantener a tu “princesa” y la cabrona traga como cerda.

¿Cómo de que no? ¡te mandé con Daniel!

¡Hijo de su puta madre!, vino anoche, pero no nos dio nada, dijo que no le habías dado.

¡no mames, le di la lana desde antier!

Pues yo nomás te advierto que tu putita ya se cogió al pizzero y al taquero para pagar…

¡Jajaja! ¡no mames, pinche mentiroso!

¡Neta! Hasta tengo videos. Si quieres te los mando.

¿En serio? mándamelos, sirve que me hago una chaqueta porque ya quiero coger de nuevo con ella.

¡Ah cabrón!, ¿a poco no has cogido porque no está ella contigo?

Si güey, pero es que ella la mama y se mueve más chingón que las otras, es bien putona.

Gruesas lágrimas escurrían por mis mejillas al escuchar la cruda verdad y darme cuenta de que fui una estúpida total que sola me puse en manos de estos desgraciados.

¿Y a quién te has cogido mientras?, preguntó Roque.

No te importa güey.

¡Oh chale!, ya dime, ya sabes que conmigo no hay pex.

Bueno, pero que no se entere mi morra.

Soy una tumba cabrón, dijo Roque mientras me veía y sonreía burlón.

Bueno, pues haz de cuenta que al enterarse del secuestro de mi novia, su amiga Brenda me fue a ver para consolarme…

¡Ay güey no mames! ¿Brenda la de las tetotas?

Esa mera y pues, yo me hice el sufrido y me encerré en mi recámara y pues ella fue a verme ahí y actué tan bien que nos echamos unos buenos palos.

¡Eres cabrón güey! A ver si luego nos secuestramos a esa.

¡Neta!, verás que también está bien rica, la chupa rico y gime bien chido.

Bueno cabrón, habla con el pinche Daniel y dile que traiga lana o ya no lo vamos a dejar coger con tu perra todas las noches, dijo Roque mirándome sonriente, burlándose de mí.

Si, voy a hablar con ese güey y te aviso y si no te lleva la lana, que mi perrita siga pagando jajajaja.

Cuenta con eso güey. Bueno, te dejo para ver si me echo otro palo con la morra.

Órale pues. Dale con ganas y me mandas el video y los del taquero y el de la pizza. ¿Esos se la cogieron a la fuerza o ella respondió?

Ya lo verás cabrón, lo vas a disfrutar. También te voy a mandar uno donde le esté chupando la verga a El Tanque. Jajaja

¡Ándale! Ese debe estar cabrón, dijo Adrián.

Sale, entonces ahí nos hablamos mañana, dijo Roque.

Ok. Nos vemos, dijo Adrián y cortaron la comunicación.

En cuanto colgaron El Tanque me soltó y yo caí al piso llorando, abandonada, humillada, sobajada, traicionada, engañada…

No duré mucho tiempo así, Roque me tomó del cabello y me dijo:

Nada de descanso putita, a trabajar.

¡Suéltame maldito!, dije rebelándome mientras trataba de pegarle a mi secuestrador/violador.

¡Quieta puta!, me dijo él mientras me daba otra bofetada.

¡NO, NO. YA NO HARÉ NADA, NO VOY A OBEDECER!, dije desesperada al haberme enterado de la traición de mi novio. Sentía que ya nada valía la pena y que tenía que salir de ahí de inmediato.

Un golpe de El Tanque en el vientre bastó para someterme. Me sacó el aire y caí al piso arrodillada.

Mira perra - me dijo Roque tomándome del cabello y poniendo su horrible cara frente a la mía – lo que tu creías que era un secuestro fingido es real, así que, como ya te habrás dado cuenta, eres nuestra, vas a obedecer y te vamos a hacer lo que queramos mientras tu papito no pague ¿entiendes?

¿porqué, porqué, porqué?, era lo único que yo lograba decir llorando al descubrir la horrible traición de Adrián, apenas recuperando el aliento.

¡Déjate de lloriqueos y ven acá!, me gritó Roque mientras me jalaba del cabello, obligándome a levantarme.

Me llevaron a la mitad de la habitación; repitieron la operación en la que me ataban las manos a la cuerda que colgaba del techo. Roque jaló la cuerda obligándome a levantar las manos. De nuevo la jalaron estirando mis brazos hacia arriba hasta que mis pies dejaron de tocar el piso.

¡Auch!, me quejé al sentir el jalón de mis brazos.

¡Silencio perra!, me dijo Roque

El Tanque tomó una cuerda y me ató los tobillos. Luego él y Roque se colocaron los pasamontañas. Ambos ya estaban vestidos totalmente de negro. Roque fue hacia la cámara y me dijo:

Vamos a grabar otro video para tu papi. Vas a llorar y pedirle otra vez que pague o que si no te vamos a violar. Nosotros te vamos a estar acariciando…

Eso ya lo hicimos, interrumpió El Tanque

Si, tienes razón -dijo Roque- tendremos que agregarle algo para que se note que no es el mismo video.

¿Qué será bueno?, dijo El Tanque.

No sé, déjame pensar… dijo Roque mientras se tocaba la barbilla.

Yo no dejaba de llorar, lamentándome por lo estúpida que fui, dándome cuenta de que Adrián, Daniel, Roque y El Tanque estaban totalmente de acuerdo en lo que me estaban haciendo y que yo solita me puse en sus manos.

¡Ya sé! - gritó Roque espantándome – amordázala.

¿Qué van a hacer?, me atreví a preguntar sin recibir contestación.

El Tanque tomó un trapo y cinta mientras Roque desaparecía de mi vista.

Abre la boca, me ordenó El Tanque

Contrario a la orden, yo apreté los labios y negué con la cabeza.

Ay, tu no entiendes, ¿verdad? dijo El Tanque mientras tomaba unas pinzas con las manos y las acercaba a mi pezón derecho.

¡NO, NO, POR FAVOR!, ¡OBEDECERÉ!, grité asustada.

Así me gusta perrita, dijo él.

Abrí la boca y él metió el trapo, luego colocó cinta en mi boca impidiéndome emitir sonido alguno, solo ruidos guturales se escuchaban.

Entonces vi a Roque y mis ojos se abrieron como platos: el desgraciado traía en las manos un cinturón y otra picana en forma de linterna.

Mira lo que nos dejó el taquerito, dijo Roque mostrándome el instrumento de tortura.

¡GGGGGHGHHH!, repelé.

¿Vas o voy?, le preguntó Roque a El Tanque.

Tú primero, dijo este último.

Tragué saliva al ver a Roque dejar la picana y aproximarse con el cinturón mientras El Tanque tomaba la cámara de video.

Me dices cuando estés listo, dijo Roque

Listo, dijo El Tanque.

Entonces Roque soltó el primer cinturonazo en mi cuerpo. Pegó en mi espalda, me hizo arquearme y quejarme del dolor:

¡NNNNNGGGGGFFFFFFHHHH!

El cinturón volvió a cortar el aire: ¡Zazzzzz!, me dio el segundo golpe, esta vez en las tetas.

¡GGGGGGGFFFBBBBBB!, lloré.

Mmmm. Creo que será mejor quitarle la mordaza, dijo Roque, así podemos grabar sus gritos solo en audio para mandárselos al viejo.

Tienes razón, además necesitamos que suplique, dijo El Tanque y procedió a quitarme la cinta y sacar el trapo de mi boca.

Un tercer golpe del cinturón pegó en mis muslos. ¡Zzzaaaaazz!

¡AAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYY!, me quejé, soltando un fuerte grito.

¡Vamos puta, háblale a tu papito!, me ordenó Roque mientras soltaba otro golpe de cinturón, esta vez en mis tetas. ¡Zaazzzz!

¡AAAAAAAAAIIIIIIGGGGGGHHHH, YA NO POR FAVOOOORRR, AAAAAHHH!, supliqué llorando.

Roque dejó de pegarme un momento solo para darme instrucciones:

Mira pendeja, mientras más rápido le supliques a tu papito que pague, más pronto dejaré de pegarte, así que empieza a decir lo que debes.

S…si, dije llorando.

Otro golpe del cinturón dio en mi espalda.

¡AAAAAAAAHHHHH, PAPÁ, POR FAVOR PÁGALES YAAAAA, MIRA LO QUE ME HACEN!, dije viendo a la cámara. Ya no necesitaba actuar, el dolor y el secuestro eran verdaderos, así que suplicaba en verdad aterrada.

Más golpes de cinturón pegaban en mi cuerpo mientras yo seguía llorando y suplicando a la cámara:

¡PAPÁAAAA, POR FAVOOOORRRR, DICEN QUE SI NO PAGAS DESPUÉS DE ESTO ME VAN A VIOLAR TODOS! ¡TE LO SUPLICO POR FAVOOOOORRRR!

Los cinturonazos se sucedieron uno tras otro, Roque se veía complacido de golpearme y El tanque grababa todo. Mi cuerpo empezó a enrojecer y me dolía todo.

Después de un rato, Roque soltó el cinturón y se sentó agotado en una silla; destapó una cerveza y dijo:

¡UF!, Está cansado hacer esto, vas güey.

El Tanque dejó la cámara en la mesa y tomó la picana y se acercó a mí. Mientras caminaba apretó el botón varias veces y la picana emitió varios chasquidos eléctricos. Empecé a sudar frío al imaginar la tortura que se avecinaba.

¡NO, NO POR FAVOR, NO!, supliqué.

El Tanque me miraba con ojos y sonrisa de loco. Roque tomó la cámara y apuntó hacia nosotros.

El Tanque acercó la picana a mis tetas, yo traté de alejarme horrorizada.

Luego él recorrió con la picana apagada mi cuerpo, bajándola por mi vientre y acercándolo a mi entrepierna. De nuevo me hice hacia atrás lo poco que pude.

¡Quémale los pelos!, gritó Roque riéndose.

¡NO, POR FAVOR, NO!, supliqué de nuevo.

El Tanque sonreía malévolamente mientras pasaba la picana por mi cuerpo, recorrió mis muslos y bajó a las pantorrillas, luego las recorrió por detrás hasta subir a mis nalgas y mi espalda. No la encendía, solamente me hacía sentirla recorriendo mi cuerpo. Yo sentía que en cualquier momento me iba a electrocutar, hubiera tragado saliva si no hubiera tenido la boca tan seca y todo el tiempo estuve llorando y suplicando.

Él colocó el aparato en la entrada de mi culo y desde atrás de mí me dijo al oído:

¿Qué sentirías si la enciendo aquí?

¡NO, POR FAVOR, NO!, supliqué.

¿O tal vez aquí?, dijo El Tanque colocando la picana en mi vagina.

¡TE LO SUPLICO, NO LO HAGAS POR FAVOR!

Entonces el desgraciado la encendió, dándome una descarga eléctrica que me hizo brincar y gritar:

¡AAAAAAAAAAAAYYYYYYYAAAAAAA!

¿Qué dijiste perra?

¡NADA, POR FAVOR, NO!

¿No qué puta?, dijo él.

¡NO ME ELECTROCUTES, POR FAVOR!, se me ocurrió decir.

Entonces recibí otra descarga, esta vez en el culo.

¡YYYYYYYAAAAAAAYYYYYYYY!

¡Repite lo que dijiste zorra!

¡AAAAAHHHH!, dije llorando, ¡POR FAVOR YA NO ME DES TOQUES, TE LO SUPLICO, HARÉ LO QUE QUIERAS!

Como respuesta recibí otra descarga, esta vez en mi pezón derecho.

¡AAAAAAAAAAAIIIIIIIIGGGHHHH!, ¡POR FAVOOOOOOR!

¿No entiendes verdad putilla?

¡YA NO, HARÉ LO QUE SEA, PERO POR FAVOR YA NO!

Una nueva descarga, esta vez en mi pezón izquierdo me hizo chillar y retorcerme de dolor.

¡YYYYYAAAAAAAGGGGGGGGHHHH!

Mientras no entiendas qué es lo que estás haciendo mal, voy a seguir.

Las descargas que me daba El Tanque no eran tan intensas como la que me había dado el chico taquero; imagino que el aparato tiene para diferentes intensidades, pero de cualquier manera se sentía horrible.

Pero yo no sabía que quería El Tanque, por más que lo pensaba, no lograba entender qué deseaba que le dijera.

En eso vi que Roque colocaba la cámara en un tripié, se quitó el pantalón y la trusa y se acercó a donde estábamos El Tanque y yo. Traía su miembro totalmente erecto.

Se me ocurrió una idea – dijo Roque- quiero ver que se siente si le das de esos toques mientras me la estoy cogiendo.

¡NO SEAS DESGRACIADO!, grité enojada.

¡CÁLLATE PERRA, NO LE HABLES ASÍ A TU AMO!, me gritó Roque al mismo tiempo que me daba otra fuerte bofetada.

Cobarde, te aprovechas de que estoy amarrada, dije, sin poder aguantar mi enojo.

¡SOY TU PINCHE AMO PERRA Y ME VAS A RESPETAR Y OBEDECER O TE MADREO! ¿ENTIENDES PENDEJA?, me dijo él muy enojado al mismo tiempo que me apretaba y me retorcía ambos pezones.

¡AAAAAAY AAAAAYYYYY AAAAAAYYYY YAAAAAA!, grité de dolor.

¿QUIÉN SOY PERRA?

¡AAAAAAGGGGHHHH! ¡MI AMO, ERES MI AMOOOO!

¿Y QUÉ DEBES HACER PUTA?

¡RESPETAR Y OBEDECER, RESPETAR Y OBEDECER!

¡Pídeme perdón puta!

¡PERDÓN AMO, PERDÓN, NO VOLVERÁ A SUCEDER!

¡Eso espero perra!

Roque me soltó los pezones y caminó hacia atrás de mí; colocó su verga en mi culo, lo abrió con ambas manos y empezó a penetrarme en seco.

¡AAAAAAAYYYYY!, me quejé al ser penetrada de nuevo sin lubricación alguna.

¡A ver, dale!, le dijo Roque a El Tanque

Entonces este sonriendo colocó la picana en mi clítoris y la activó, soltando de nuevo una fuerte descarga eléctrica.

¡AAAAAAAAAUUUUUUUUUUIIIIIGGGGHHH!, me quejé

¡AH CABRÓN, SI SE SINTIÓ! - dijo Roque - ¡A ver, dale otra!

¡NO, NO POR FAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYGGGGGGGAAAAAAAYYYYY!, grité al sentir otra descarga, esta vez en mi muslo derecho.

¡Se sintió menos!, dijo Roque, que no dejaba de violarme por el ano.

El dolor era cada vez más insoportable, sentir la electricidad más la salvaje violación era algo que nunca creí vivir y que me dejó marcada para toda la vida.

Una nueva descarga cayó sobre mí, esta vez en mi nalga derecha.

¡YAAAAAAAAAAAAAA, BASTAAAAA!, supliqué

¡Ay güey, si estuvo chido!, dijo Roque.

A ver, déjame a mí, dijo El Tanque.

Pérame, déjame terminar, dijo Roque y siguió violándome inmisericorde.

¡POR FAVOR YA NO, ME DUELE, AAAAAYYYY!, me quejaba yo.

Fueron varios minutos de angustiosa tortura, Roque seguía violándome sin piedad mientras El Tanque me daba toques con la picana en varias partes del cuerpo y el primero le contaba lo que iba sintiendo.

Después de no sé cuanto tiempo, en el cual mi garganta estaba desgarrada de tanto gritar, sentí cómo Roque se venía dentro de mi ano, aventándome sus chorros de semen y apretándome las nalgas mientras El Tanque me estaba dando una descarga en la vagina.

¡AAAAAAAAHHHH, QUE RICOOOOOOO!, dijo mi infeliz violador al terminar.

Yo sudaba a cántaros, mi garganta y mi boca estaban secas, no podía ni tragar saliva y creo que las lágrimas también se me secaron porque ya no podía ni siquiera llorar.

Los malditos desgraciados cambiaron posiciones: Roque tomó la picana y El Tanque se colocó detrás de mí.

¡Por… favor…!, supliqué sin poder decir más.

El Tanque comenzó la penetración y cuando me empaló por completo le dijo a Roque:

¡Ya!

Entonces este colocó la picana en mi nalga derecha y me soltó otra descarga.

¡Ya no… por favor!, alcanzaba yo a decir con voz ronca.

¡Si se siente chido!, dijo El Tanque

¡Te lo dije!, dijo Roque sonriendo.

De igual forma volvieron a violarme y a torturarme; me dolía la salvaje penetración y sentía que las descargas me quemaban por todo el cuerpo. A El Tanque le gustó mucho cuando Roque me dio una descarga en el clítoris; yo lloré, pero él empujó más fuerte, provocándome mayor dolor en mi ya de por sí adolorido ano. Entonces Roque siguió dándome toques en el clítoris y la vagina.

¡AAAAAAHHHHH PUTA, QUE DELICIA!, decía El Tanque mientras me violaba.

Cada vez te vamos a disfrutar de diferente forma perra, dijo Roque mientras me daba más descargas.

Por… favor… ya…basta…, supliqué.

Ellos continuaron sin importarles mi dolor y sufrimiento. De repente Roque colocó la picana en la entrada de mi ano, junto a donde El Tanque me penetraba y nos dio una fuerte descarga.

¡AAAAAAAAAAAAAAIIIIIIGGGGHHHH!, me quejé.

¡WAAAAAAAAA, QUE RICOOOOOO! -gritó El Tanque- ¡DALE OTRO!

¡NO, POR FAVOR, NOOOOAAAAAAAYYYYY!, grité cuando Roque soltó otra descarga en la parte donde mi ano y la verga de El tanque se juntaban.

¡YIAAAAAAAYYY, QUE RICOOOOOO!, gritaba El Tanque.

¡Vamos a metérselo en la panocha!, dijo Roque, mientras ya me empalaba con la picana por la vagina.

Entonces El Tanque sacó su miembro de mi ano masacrado e intentó meterlo en mi vagina, junto con la picana.

¡No entra, está muy apretada!, dijo El Tanque.

Hay que acostarla para que sea más fácil, dijo Roque.

Entonces procedieron a desatarme, mientras yo lloraba y suplicaba desconsolada:

¡POR FAVOR, YA DÉJENME! ¿QUÉ ME VAN A HACER? ¡YA BASTA!

Ellos me ignoraron, después de soltarme me ataron las manos a la espalda y me tiraron al piso; El Tanque me abrió las piernas y se colocó entre ellas, apuntando su gorda verga parada hacia mi panochita adolorida, mientras Roque colocaba la picana debajo del miembro de su amigo y entonces intentaron meterme la verga y la picana al mismo tiempo.

¡No se puede chigao!, refunfuñó Roque.

Todavía está apretada la putilla, dijo El Tanque.

Pues una en cada hoyo, dijo Roque.

Pues si, respondió El Tanque.

Y entonces este último se acostó en el suelo y me hicieron voltearme, para sentarme a horcajadas sobre de él, de tal forma que fácilmente me penetró por la vagina. Yo seguí llorando y suplicando, pero todo era inútil.

Una vez que quedé sobre El Tanque, con su falo metido en mi panocha, me hicieron empinarme hacia adelante; entonces Roque colocó la picana en la entrada de mi ano…

¡POR FAVOR, NO!, volví a suplicar, sin efecto alguno.

¡Cállate perra!, fue lo único que me dijo Roque mientras me empalaba con la picana.

El Tanque me tomó de la cadera y me hizo moverme, cogiéndome a su gusto mientras Roque metía y sacaba la picana apagada de mi ano; pero entonces él la encendió y me dio una fuerte descarga que recorrió todo mi cuerpo y, al parecer, el de El Tanque también.

¡AAAAAAAAAAAYYYYYYY!, me quejé.

¡ESO EEEEEEEEESSSSSSS!, gritó él.

Continuaron con ese juego durante un poco rato, Roque me daba toques con la picana en el culo y El Tanque me violaba; disfrutando ambos con mi sufrimiento. Noté que Roque se masturbaba con la mano libre.

Después de un buen rato, Roque se vino, llenándome de semen la espalda y sin sacar la picana encendida de mi ano; casi al mismo tiempo, El Tanque también se vino dentro de mi vagina gritando:

¡SSSSSIIIIIIII, ESO ES PUTAAAAAAA, AAAAAAAAHHHH DELICIOSOOOOO!

El Tanque me arrojó a un lado, quedando yo tirada en el piso. Roque me dio todavía algunos toques con la picana en el clítoris. Yo ya no gritaba, me dolía la garganta y sentía la boca seca, me había dejado caer derrotada.

Ambos se alejaron, dejándome ahí tirada y desmadejada. Roque, aun con su miembro escurriendo, tomó la cámara y se puso a revisar las grabaciones.

¡Qué buen material!, exclamó el infeliz.

En eso se oyó que golpeaban la puerta con fuerza; me ilusioné pensando que tal vez sería la policía que venía a rescatarme gracias al chico de los tacos. Levanté un poco la cabeza con esperanza.

Roque y El Tanque se miraron, se levantaron rápidamente, tomaron sus pantalones y se los pusieron aprisa; Roque entró a la recámara que ellos ocupaban y salió llevando dos pistolas; le dio una a El Tanque y le dijo:

Atento, yo abro.

Ok, -dijo El Tanque, que se colocó detrás de mí, con un brazo rodeó mi cabeza, me tapó la boca con una mano y puso la pistola en mi sien- Callada perrita o te lleva la chingada -me amenazó.

Apreté la mandíbula; no quería que saliera ni un ruido de mi boca; mi corazón latía a mil esperando que fuera alguien en mi auxilio. Esperaba oír los gritos de “¡Policía, abra la puerta!”.

Se escuchó que Roque abría la puerta que da a la calle y que hablaba con alguien; yo rezaba porque fuera la policía. Unos segundos después entro Roque… seguido del chico de la pizza, el cual me miró de arriba abajo con mucho morbo y sonrió.

El Tanque me soltó y se acercó a la mesa; yo caí al piso, Roque le dio la pistola y él se metió a guardarlas; un fuerte aroma a pizza invadió el lugar. El chico dejó una caja de pizza en la mesa y se aproximó a mi con los ojos muy abiertos y desabrochándose el pantalón.

¡Eh! ¿Qué haces?, le preguntó Roque

Pues… vengo por mi mamada, dijo el chico.

¡No cabrón, espérate! -le dijo Roque deteniéndolo de un brazo- Las pizzas son la paga por la mamada de ayer, no dijimos que te la fuera a mamar diario.

Me alivió un poco que Roque me “defendiera” de las intenciones del chico.

No, quedamos que les iba a traer diez pizzas y que ella me la iba a mamar diez veces.

¡Jaja, que chingón me saliste!, ¿cómo lo ves Tanque?, dijo Roque.

Pues a mí me da igual, mientras nos traiga pizza gratis, que la puta pague, dijo El Tanque mientras ya mordía un pedazo de pizza.

Tienes razón… -dijo Roque- que pague la puta. ¡Puta: mámasela a mi amigo!

¡No! ¿Porqué? ¡Ya lo hice ayer!, alegué con las pocas fuerzas que me quedaban.

Mmmm ñam, ñam, mordisqueaba Roque un pedazo de pizza. No la peles y que te la chupe, si no obedece El Tanque se la madrea, dijo el desgraciado.

El chico ya había estaba con su verga parada frente a mí y tomándome del cabello me hizo levantarme y dijo:

Ya oíste puta, obedece y chúpamela.

No pude hacer más que obedecer, me tenían totalmente sometida. Cerré los ojos, abrí la boca y él metió su sucio pene en ella y aprovechándose de que me tenía tomada del cabello, me hizo mamársela al ritmo que él deseaba. Escuché al chico gemir de placer y entonces oí la voz de Roque:

Abre los ojos y velo a la cara, puta.

Obedecí enojada y me di cuenta de que el desgraciado Roque me estaba filmando.

El chico había echado la cabeza hacia atrás y disfrutaba de la felación, gimiendo y diciendo:

¡Ah si, puta, ah si, me gusta como me la chupas!

Fueron varios minutos de humillación; se la chupé hasta que el chico apretó sus manos en mi cabello y me empujó contra su cuerpo, metiendo su miembro hasta el fondo de mi garganta y terminó dentro de ella, obligándome a tragar su asqueroso semen mientras gritaba:

¡AAAAHHHH, QUE RICOOOOOOO, AAAAAHHH, SSSSSIIII PUTAAAA!

Yo trataba de separarme de él, pues sentía que me ahogaba con su cochino líquido viscoso, que era tanto que me llenó la boca y escurría por la comisura de mis labios, y mi nariz estaba aplastada contra su enorme vientre, pero no podía alejarme de él por más que me retorcía. Me pareció escuchar la risa de Roque.

Después de varios segundos el chico me soltó y por fin pude respirar; me había tragado mucho semen y escurría aún por mi boca hacia mi cuello; tomé una gran bocanada de aire y sentí arcadas; estuve a punto de vomitar, pero no pude hacerlo. Roque grababa todo riendo; El Tanque estaba sentado viéndome, comiendo pizza sin decir nada y el chico se dirigió al baño sosteniendo sus pantalones con las manos.

Muy bien putita, cada vez nos das excelente material, dijo Roque mientras cerraba la cámara y se dirigía a la mesa.

Roque tomó un trozo de pizza y se sentó a comer del lado contrario a dónde estaba sentado El Tanque. Yo moría de hambre y alcancé a suplicar:

Por favor, ¿me dan un trozo?

¿Un trozo? ¿Quieres un trozo, puta? -dijo Roque burlándose- ¡Mira la perra, no le basta con el trozote de carne que se acaba de tragar, quiere otro! ¡jajajaja!

El Tanque rió con la boca abierta, mostrando la comida que tenía en ella. Roque siguió burlándose de mí:

¡Te daría mi trozo perra, pero me dejaste bien seco hace rato! Espera un rato y te doy más ¡jajajaja!

Por favor… un trozo de pizza… amo, supliqué.

¡Ah, quiere pizza! -dijo Roque- ¡ten!

Y entonces el infeliz me aventó un pedazo de pizza al piso, cerca de mí; pero yo seguía con las manos atadas y no podía agarrarla para comer.

¿Puedes soltarme por favor, amo?, supliqué de nuevo.

Mmmm ñam, ñam, comía Roque con la boca abierta sin responderme.

Por… favor… amo, volví a suplicar.

¡Ah que bien chingas! -dijo Roque sin dejar de masticar- A ver suéltale las manos para que trague y deje de joder, le dijo a El Tanque.

El Tanque se levantó y se aproximó a donde yo estaba, pensé que iba a soltarme, pero al llegar frente a mí se desabrochó y se bajó los pantalones, dejando su verga flácida frente a mi cara. Yo levanté la vista suplicante, pero él, mientras comía aun el pedazo de pizza que traía en la mano, me dijo:

Si quieres que te suelte y puedas comer, chúpamela.

Pero…

¡Ah!, silencio perra, he dicho que me la chupes si quieres comer, y apúrate porque nos acabaremos la pizza ¿eh?

Abrí la boca fastidiada, no podía hacer otra cosa. El Tanque no metió de inmediato su miembro, primero me dio dos cachetadas con él riéndose y luego se puso a mover su cadera hacia un lado y hacia otro, pasando la verga frente a mí y diciéndome:

¡Atrápala perra!

Yo perseguía con la boca abierta el pene del tipo mientras él se divertía burlándose de mí.

Roque se levantó de la mesa y empezó a grabar con la cámara de nuevo.

¡Qué divertido!, dijo.

El chico de la pizza había salido del baño y veía lo que me hacía El Tanque con una sonrisa chueca.

Se pasan de gandallas. Mañana vengo -dijo- y se despidió agitando la mano.

Sale, aquí te vemos para que la puta te de otra chupada; nos traes nuestra pizza ¿eh?, le respondió Roque mientras seguía grabando el juego de El Tanque.

¿Si traigo dos pizzas me la puedo coger?, dijo el chico antes de salir.

¡No chingues, trae diez y tal vez te demos chance!, dijo Roque riendo burlón.

Se escuchó como el chico cerraba la puerta exterior y yo dejé de perseguir la verga de El Tanque, pues quería decirles que ya me había cansado; pero Roque me regañó:

¡Anda puta, atrápala y mámala o no hay pizza para ti!

Cerré los ojos, apreté las mandíbulas y respiré hondo. Después de un segundo volví a abrirlos y volví al jueguito de El Tanque, tratando de atrapar con mi boca abierta su falo esquivo. Ellos reían divertidos, haciendo escarnio de mí.

¡Eh perra! ¿Qué te parece que le enviáramos este video a tu papi?

¡NO!, grité suplicante, dejando de perseguir el miembro de El Tanque ¡NO LO HAGAS POR FAVOR!

Bueno, mejor lo publico en tus redes, dijo él riendo.

¡NO, NO SEAS MALO POR FAVOR…AMO!, dije tratando de que se compadeciera un poco de mí.

Hagamos algo: si atrapas la verga, la mamas y lo haces venirse no lo publico y lo borro.

No me quedó más remedio que seguir su maldito juego, El Tanque cada vez se movía más y no me permitía ni siquiera acercarme a él.

Por otra parte, me llegaba el olor de la pizza y mi estómago empezaba a gruñir, pero ellos no lo oían debido a sus risotadas y palabras burlonas:

¡Anda que no lo atrapas!, decía El Tanque.

¡Eres bien pendeja!, decía Roque.

La verdad es que no pude atraparlo hasta que El Tanque quiso, se detuvo un par de segundos poniendo su miembro cerca de mi boca dejándome atraparlo. De inmediato empecé a chuparlo, ya estaba un poco levantado, supongo que él se había excitado con el juego. De nuevo me tomó del cabello con fuerza y me hizo mamárselo metiéndolo hasta mi garganta, moviendo mi cabeza hacia adelante y atrás con fuerza.

No pasó mucho tiempo hasta que El Tanque se vino dentro de mi boca también y de nuevo me obligó a tragar el semen sin soltarme la cabeza, hasta que terminó por completo.

El me soltó y pude respirar, pero ambos se fueron caminado de nuevo hacia la mesa sin desatarme las manos.

¡Oigan! -reclamé- ¡dijeron que me iban a soltar las manos si lo hacía venirse!

¡Ah, es cierto!, dijo El Tanque mientras tomaba otro trozo de pizza.

Espera, yo lo hago, dijo Roque caminando hacia donde estaba yo.

Pero Roque no me soltó, lo que hizo fue levantar la pizza que me había arrojado, se acercó a mí, me tomó del cabello y me jaló la cabeza hacia atrás; aprovechó que yo abrí la boca para gritar y metió el pedazo de pizza en ella, para luego empujarla con fuerza.

¡Anda, traga puta!, dijo.

¡GGGGLLLLL!, me quejé al sentir como entraba la comida en mi boca abierta hasta la garganta, ahogándome

Querías tragar, ¿no?, anda, ¡come perra!, decía Roque con aliento alcohólico empujando el pedazo de pizza sin misericordia.

Yo sentía que me ahogaba, me agité y abrí muy grandes los ojos; pensé que él había decidido matarme de esa fea manera, ahogándome con un pedazo de pizza.

Afortunadamente El Tanque fue en mi rescate; tomó el brazo de Roque y lo jaló con fuerza mientras le decía:

¡Cálmate, la vas a ahogar!

¡Qué se muera la puta!, dijo Roque.

¡No güey!, si se muere no nos pagan y no podremos seguir cogiéndonosla, replicó El Tanque.

Tienes razón… dijo Roque soltándome y yéndose a su silla.

Como pude escupí el trozo de pizza y respiré. El Tanque procedió a soltarme las manos y me ayudó a levantarme; me sostuvo para llegar a la mesa y me dio un trozo de pizza limpio y un refresco. Comí como desesperada, no fuera a ser que se arrepintieran y me quitaran la comida o me pusieran otra condición para comer.

Roque se levantó y caminó hacia la recámara que ellos ocupaban; antes de entrar me dijo:

Ahorita que acabes sacudes, barres y trapeas perra, que tienes un mugrero aquí.

Si amo, contesté resignada, aunque no me agradaba nada hacer tareas de limpieza que ni en mi casa hacía.

Comí tres porciones de pizza y me tomé un refresco y una botella de agua; por fin tomaba líquido limpio. El Tanque estuvo sentado cerca de mí todo ese tiempo comiendo también pizza, pero no dijo ni una palabra, ni siquiera me miró.

Cuando ambos terminamos de comer, El Tanque se levantó, caminó hacia la puerta de salida, señaló el baño y me dijo:

Ahí está todo lo que necesitas para limpiar.

Gracias -contesté y me atreví a preguntar- ¿Tienes algo que pueda ponerme encima?

Él me miró, se quitó su playera y me la dio; me dijo:

Pero me la regresas lavada ¿eh?

Si señor, contesté, un poco contenta de no estar por fin desnuda.

Entonces El Tanque caminó hacia la recámara que ellos ocupaban; entró, tardó unos segundos y salió con otra playera puesta; luego caminó hacia la salida y antes de abrir la puerta me miró y me dijo:

Cuídate y no trates de escapar.

Si señor, contesté de nuevo.

Su recomendación me dejó un poco preocupada; es decir, “no trates de escapar” lo entendí como una advertencia, como diciéndome que no había forma de hacerlo. Pero ese “cuídate” me dejó un poco nerviosa.

Escuché como se cerraba la puerta de afuera y fui al baño por los utensilios de limpieza. Molesta pensé de nuevo: “ni en mi casa hago limpieza y aquí tengo que hacerlo en esta porqueriza y bajo las órdenes del naco marrano Roque”.

Tomé lo que creí necesario para limpiar y me puse a sacudir primero mientras pensaba en todo lo que me había ocurrido gracias a mi “genial” idea de fingir un secuestro: La traición de Adrián y Daniel; las mentiras de este último haciéndome quedar como puta, la maldad de Roque y El Tanque; aunque me di cuenta de que este último se comportaba de manera diferente cuando no estaba Roque, era como menos rudo. Luego me acordé del cerdo repartidor de pizzas y el también cerdo taquero y recordé la promesa del chico de que me ayudaría, sentí esperanza, pero esperaba que ya no tardaran, porque la situación era insoportable.

También tuve la ilusión de que El Tanque en ese momento estaría cobrando el rescate que tal vez mi papá había pagado y que regresaría solo para irme a entregar. Ya había oscurecido y me sentía muy cansada, pero seguí trabajando porque sabía que si me iba a dormir Roque me castigaría salvajemente. Mientras limpiaba repasaba en mi mente todo lo ocurrido y cada vez me enojaba más conmigo misma por haber sido tan estúpida; tenía la esperanza de que pronto acabaría todo; no sabía las nuevas sorpresas que los infelices habían tramado para mí.

Cuando terminé me senté a esperar en una silla a que llegara El Tanque; me sentía fatigada, pero no quería dormirme para que no me fueran a regañar o a pegar; pero no aguanté mucho, no me di cuenta a qué hora me quedé dormida sobre la mesa.