Autosecuestro fallido II

Debido a la traición de los que se supone me ayudarían con mi autosecuestro, continué siendo vejada y humillada a manos de mis captores.

Las horas pasaban lentas, casi no pude dormir por el miedo a que volviera a entrar cualquiera de ellos a violarme nuevamente. A veces dormitaba, pero cualquier ruido me asustaba. Lo peor fue cuando me di cuenta de que adentro de la cómoda se escuchaban ruidos como de animales. Estaba segura de que había ratas. Siempre me han dado miedo y asco esos animales, por eso me quedé quieta y empecé a sudar frío, no quería que se me acercaran o que se fueran a subir al colchón y no podría defenderme de ellas tampoco, pues los infelices me habían dejado atada y con el grillete en el tobillo, totalmente indefensa.

No supe cuánto tiempo pasó. De repente se abrió la puerta y entró mucha luz, evidenciando que ya era de día. El Tanque entró en el cuartucho y con su característico silencio se colocó en cuclillas y con una llave procedió a abrir el grillete que yo tenía en el tobillo. Yo no sabía si hablar o no, pero me armé de valor y dije:

  • ¿Me puedes desatar por favor? Tengo los brazos y las muñecas entumidas y no siento las manos.

En ese momento El tanque no dijo nada, terminó de quitarme el grillete, se levantó, caminó hasta cerca de mi cabeza, se hincó y me dijo:

  • Te desato si me chupas la verga.
  • ¿Cómo?, pregunté sorprendida.
  • Pues así, abres la boca y me la chupas y entonces te desato las manos.
  • Pero…
  • Pero nada, ¿sí o no?

Lo pensé un segundo, me daba asco acceder a su cochino intercambio, pero supuse que si no aceptaba me tendría atada y desnuda todo el tiempo y muy en contra de mi voluntad tuve que acceder.

  • Está bien, dije con voz muy baja.

Entonces él me levantó de las axilas y me hizo hincarme en el colchón.

  • Ok. Abre la boca, me ordenó mientras se desabrochaba su sucio pantalón de mezclilla.

Obedecí y él metió su gorda verga en mi boca hasta el fondo mientras lanzaba gemidos de placer:

  • ¡Aaaahhhhh, si!

Hincada desnuda, con las manos atadas atrás, lo único que pude hacer fue complacer al maldito de El Tanque; moví mi cabeza rápidamente metiendo y sacando el miembro de él de mi boca, con la esperanza de que se viniera pronto y acabara mi suplicio; yo había cerrado los ojos y él me dijo: “abre los ojos y veme a la cara puta”; lo obedecí por miedo, abrí los ojos y lo miré directo a la cara.

“¡Glag, glag, glag!” era todo lo que se escuchaba en la sucia habitación: el ruido que hacía mi boca al mamar la verga del desgraciado aquél.

Después de un buen rato, El Tanque se vino dentro de mi boca y me sostuvo la cabeza, obligándome a tragar su asqueroso semen.

  • ¡Aaaaahhhh, que rico chupas perrita!, me dijo mientras yo casi me ahogaba con toda la leche que me entraba.

Por fin me soltó y yo tosí y estuve a punto de vomitar: “¡cof, cof, cof, guaaaaaccc!” pero no lo hice.

El Tanque me hizo voltearme hacia el lado contrario quedando él detrás de mí y me desató las manos. Luego me dio una nalgada mientras se levantaba y mientras se subía el pantalón me ordenó:

  • ¡Párate y camina!

Obedecí y salimos del cuartucho. Roque estaba sentado frente a la Lap Top; cuando nos vio salir dijo:

  • ¡Qué pinche fiesta se traen ustedes cabrones, dejen de coger aunque sea tantito!
  • ¡Oye! Yo no… comencé a decir, pero Roque me interrumpió:
  • ¡Ya, ya, ya! ¡Me vale madres que estés de puta con este cabrón, si al pendejo de tu novio no le importa, a mí menos!
  • Pero yo…
  • ¡Ya cállate puta! ¡Ya te dije que me vale verga! Mejor haznos algo para tragar, ándale.
  • Pero estoy desnuda, le dije
  • ¿Y? ¿A poco quieres un pinche vestido o un uniforme de sirvienta?
  • No, pero…
  • ¡Ya carajo! ¡De todo te quejas, pones muchos peros! ¡A ver pinche Tanque, dale algo para que se vista a la “señorita”!

El Tanque tomó un trapo del suelo y me lo aventó. Al abrirlo vi que era una camiseta gris vieja y sucia como de hombre.

  • ¿Y mi ropa? Pregunté
  • La guardé, dijo El Tanque

Ya no pregunté ni dije más. Sabía que no obtendría respuestas de los desgraciados estos. Me puse la camiseta que tenía algunos hoyos y que apenas me cubría los muslos.

  • Quiero ir al baño, dije, pues ya sentía muchas ganas de orinar.
  • Pues ve, dijo Roque.
  • Pero es que…

¡PLAF!, sonó el manotazo que Roque dio en la mesa. Yo brinqué del susto y creo que El Tanque también.

  • ¡Deja de estar chingando “princesa”! ¡Ahí está el puto baño, ve a miar o a cagar ahí o hazte encima, pero no me estés molestando, tengo cosas importantes que hacer!

El Tanque y yo nos quedamos callados. Yo me asusté mucho al ver así a Roque, así que mejor me fui caminando al baño sin decir nada más.

Entré al asqueroso baño y como pude oriné, tratando de no tocar la asquerosa taza y aguantándome las arcadas. Luego me limpié y grité:

  • ¡Necesito shampoo, me voy a bañar!

Oí que El tanque se acercaba y supuse que me traía el shampoo o el jabón, pero no fue así; él entró al baño y antes de que yo pudiera protestar, me tomó del cabello y me sacó del baño; me hizo caminar hacia la puerta que daba al patio mientras yo gritaba:

  • ¡Aaaaaayyyy, ayyyyy, suéltame! ¿Qué haces?

No me dijo nada, él llevaba unas llaves en la mano y con una abrió la puerta de metal, me sacó al patio y me quitó la camiseta, dejándome desnuda de nuevo. Me empujó contra una pared y me dejó ahí mientras él caminaba hasta donde había una manguera y una llave. Abrió la llave y caminó hacia mí con el agua de la manguera escurriendo. La apuntó hacia donde estaba yo y me lanzó u fuerte chorro de agua fría que me pegaba muy fuerte y me empujaba contra la pared.

  • ¡Aaaaayyyy, aaaayyyy, esperaaaa, me ahogoooo, aaayyyy!, grité colocando mis manos al frente para tratar de detener el chorro de agua sin lograrlo.

De repente el chorro paró. Entre el agua que escurría por mi cara vi que El Tanque me arrojaba algo que no pude esquivar y me pegó en un muslo, lo que me hizo quejarme.

Vi que era un jabón de los que se usan para lavar la ropa. Me agaché para recogerlo y me lavé con él, supe que para eso era. Una vez que terminé de enjabonarme El tanque volvió a abrir la válvula del agua y de nuevo me arrojó un chorro muy fuerte. Aguanté lo más que pude, incluso me volteé para que no me pegara de frente, pero aun en la espalda y las nalgas me dolió la fuerza del agua.

Me enjuagué lo mejor que pude hasta que El Tanque cerró la llave. De reojo vi hacia la puerta de salida, pero supe que no podría escapar. La camioneta me estorbaba y seguramente la puerta estaba cerrada con llave y si intentaba huir tal vez me iría peor, así que deseché la idea por el momento.

Caminé con el agua escurriendo hacia la puerta y al pasar junto a El Tanque me dio una nalgada al mismo tiempo que me decía:

  • Mojaditas me gustan más.

No dije ni hice nada, tragué saliva y seguí caminado. Sabía que no podía enfrentármeles.

Entré a la casucha y Roque se me quedó viendo de arriba abajo morbosamente, entonces dijo:

  • ¡Oye, que bien, vamos a aprovechar!
  • ¿Aprovechar qué? Dije y me hice hacia atrás, pero El Tanque no me dejó avanzar
  • ¡A ver tráela para acá!, le ordenó Roque al Tanque mientras él buscaba algo en una maleta.
  • ¡No, esperen!, dije tratando de irme.

El Tanque me sujetó con fuerza y me obligó a caminar hasta donde estaba Roque, que ya había sacado una larga cuerda.

  • ¡No, no de nuevo!, grité mientras trataba de zafarme de El Tanque sin conseguirlo.
  • ¡Amárrale las manos adelante!, le dijo Roque a El Tanque mientras él sujetaba el otro extremo de la cuerda y este lo obedeció.

No pude hacer nada para evitar que me amarraran. El Tanque me ató con fuerza las muñecas y Roque arrojó la cuerda hacia arriba pasándola por encima de una viga y con el otro extremo cayendo al otro lado. Entonces empezó a jalar la cuerda obligándome a levantar las manos. La jalaron hasta que mis brazos quedaron totalmente estirados hacia arriba, dejando mi hermoso cuerpo mojado y desnudo totalmente expuesto. Luego Roque ató el otro extremo en algo que no vi porque estaba detrás de mí.

Roque le dijo a El Tanque:

  • Usemos los disfraces, pero apúrate porque se seca.

Entonces El Tanque tomó otra maleta y sacó ropa negra y unos pasamontañas negros también. Los dos hombres se desvistieron frente a mí sin ningún pudor y se colocaron la ropa y los pasamontañas. Una vez vestidos así, El Tanque se colocó detrás de mí y Roque fue hacia la cámara y me dijo:

  • Vamos a grabar otro video para tu papi. Vas a suplicarle que pague o que si no te vamos a violar. Nosotros te vamos a estar acariciando y tú haces como que no te gusta ¿entendiste putita?
  • Si, pero no me gusta…
  • Si, si, ándale, eso vas a decir. Cuando yo haga la señal tú empiezas a acariciarla y tú empiezas a llorar y a pedir lo que ya te dije, nos instruyó a El Tanque y a mí.

Yo iba a decir algo, pero en ese momento Roque levantó la mano y después de un segundo la bajó. Sin esperar más El Tanque empezó a acariciarme procazmente por todo el cuerpo. No actué, grité de verdad al sentir sus sucias manos recorriendo mi cuerpo indefenso:

  • ¡AAAAAAAHHHH, POR FAVOR PAPIIIIII, POR FAVOR, PÁGALES A ESTOS DESGRACIADOS, PORQUE SI NO ME VAN A VOLVER A VIOLAAAR, POR FAVOOOR, TE LO RUEGOOOO, DALES LO QUE PIDEN!
  • ¡NO, NO, NO! ¡NIÑA PENDEJA!, me gritó Roque
  • ¿Cómo se te ocurre decir: me van a volver a violar? ¡no seas pendeja!, ¡si le dices que te violamos no va a querer pagar, estúpida!
  • Pero…
  • ¡Ya cállate babosa! No me hagas enojar más. Grita lo mismo pero si no hubieras cogido ya con nosotros, ¿entiendes?
  • Si, contesté agachando la cabeza.

De nuevo Roque dio la señal y El Tanque empezó a acariciarme procazmente otra vez, volví a gritar:

  • ¡PAPIIIII, POR FAVOR, PÁGALES A ESTOS SEÑORES PORQUE SI NO DICEN QUE ME VAN A VIOLAR. POR FAVOR, TE LO RUEGOOOOO!

Roque se había sumado a El Tanque y entre los dos me acariciaban morbosamente todo el cuerpo. Yo seguí gritando:

  • ¡POR FAVOR, POR LOO QUE MÁS QUIERAS, DALES EL DINERO PARA QUE ME DEJEN IIIIIRRRR!

Las caricias de los dos tipejos cada vez eran más morbosas; de repente Roque empezó a lamerme las tetas mientras El Tanque había colocado ambas manos en mis nalgas e introducía un dedo en mi ano.

  • ¡NO, POR FAVOR, NO, AYÚDAME PAPIIIII!, grité de nuevo
  • No está tu papi para ayudarte, me dijo Roque mientras se quitaba la ropa negra y mordisqueaba mis senos.

No pude hacer nada para defenderme, de repente me di cuenta de que El Tanque también se había desnudado y colocaba su gorda verga en la entrada de mi ano.

  • ¡NO, NO DESGRACIADOS, OTRA VEZ NOOOO, NOOOOO, AAAAAGGGGHJJJJ!, grité al sentir la salvaje penetración del miembro de El Tanque en mi ano cerrado y seco.

Roque se incorporó y apuntó su pene hacia mi panochita. Intenté alejarme de él, pero al hacerme hacia atrás lo único que logré fue que El Tanque me clavara más su miembro duro.

Roque me hizo abrir las piernas, dobló un poco las rodillas y tomándome de las nalgas empezó a penetrarme por la vagina que estaba totalmente seca.

  • ¡AAAAAAAIIIIIIGGGGGGHHHHJJJJJJ!, grité al sentir la doble penetración de los dos salvajes que me tenían a su merced.
  • ¡Ah, si, toma puta, toma, toma!, decía Roque con cada empujón que me daba.

Después de un rato Roque le dijo a El Tanque:

  • ¿Cambiamos?
  • ¡Va!, respondió aquel y entonces me sacaron sus vergas que ya chorreaban líquido preseminal e intercambiaron posiciones.

Roque le dijo al Tanque: “Al mismo tiempo” y contó: “una, dos, tres” y en ese momento los dos desgraciados empujaron sus vergas al mismo tiempo hasta el fondo de mi panocha y de mi ano, provocándome más dolor.

  • ¡NOOOOOOOO, YA NOOOOO, POR FAVOOOOOR, YA NOOOO, ME DUELE AAAYYYY!, les supliqué a los dos infelices, pero ellos parecían bestias en brama.

Ambos me metieron y sacaron sus sucias vergas durante un buen rato, sin importarles que la cámara siguiera grabando. Tomaron un ritmo casi parejo, de tal forma que ambos la metían al mismo tiempo y la sacaban también al mismo tiempo, como si estuvieran coordinados.

Fue un largo rato el que me violaron por ambos lados hasta que El Tanque se vino primero dentro de mí, soltando toda su leche mientras yo le suplicaba:

  • ¡SALTE, POR FAVOR, ADENTRO NO, SALTE, SALTE!, pero él no hizo caso.

A los pocos segundos fue Roque el que se vino dentro de mi ano mientras me apretaba las tetas con fuerza y gritaba:

  • ¡Aaaaahhhhh, si puta! ¡Rica!
  • ¡NOOOOOOO!, suplicaba yo.

Ambos sacaron sus miembros de mí. Roque me dio una nalgada y dijo:

  • ¡Qué sabrosa estás puta, como te voy a gozar!

Y luego fue a aflojar la cuerda, pero no la soltó, la fue bajando poco a poco mientras El Tanque me hacía arrodillarme. Una vez que me tuvieron de rodillas aun con las manos hacia arriba y con Roque sosteniendo la cuerda, ambos colocaron sus vergas chorreantes a los lados de mi cara y Roque me ordenó:

  • ¡Límpialas!

No tuve más remedio que obedecer. Lamí las sucias vergas que acababan de violarme aguantándome el asco mientras hilos de semen iban desde sus vergas hasta mi boca.

Cuando terminé de limpiarlas Roque de nuevo tensó la cuerda y me hizo pararme. De nuevo ató el otro extremo de tal forma que quedé otra vez con los brazos hacia arriba sin poder moverme.

  • Ya desátenme por favor, les pedí
  • No, creo que me gusta verte así, me dijo Roque
  • No seas malo, por favor… tengo sed, le dije.
  • A ver, tráele agua a la dama, le dijo Roque a El Tanque

El Tanque se fue y entonces escuché como llenaba una cubeta con agua del tambo que estaba en el baño. Él regresó y acercó la cubeta a mi cara. Yo asqueada aparté la cara.

  • ¿Qué pasó? ¿No que querías agua?, me dijo El Tanque con una sonrisa burlona en la cara.
  • ¡Pero esa no, está sucia!
  • Pues solo esa hay y si quieres te la tragas, me dijo El Tanque volviendo a acercar la cubeta
  • ¡NO!, dije firmemente y aparté la cara de nuevo.

¡Splash!, fue el sonido del agua cuando El Tanque la arrojó a mi cara

  • ¡Pues ahí está tu puta agua!, me gritó mientras Roque reía.
  • ¿Sabes? Ya tengo hambre y esta puta no ha hecho nada para tragar, vamos por unos tacos, ¿no?, dijo Roque.
  • Vamos dijo El Tanque
  • ¡Oigan! ¿y yo?, les dije
  • ¡Ey! Cierto, no podemos dejar a la señorita así, hay que prepararla, le dijo Roque a El Tanque y los dos sonrieron burlonamente.

Entonces sacaron más cuerdas y cinta de embalar. El Tanque se agachó y me ató los tobillos juntos mientras Roque cortaba un pedazo grande de cinta.

  • ¡No, oigan, espe…!, mi voz se interrumpió cuando Roque me colocó la cinta en la boca y rodeó dos veces mi cabeza con ella.
  • ¡MMMMMMNNNNGGGGG!, les dije mientras ellos me miraban con sus sonrisas burlonas.
  • ¡Oye, la niña tiene sed, déjale agua!, le dijo Roque a El Tanque.

Entonces El Tanque nuevamente fue al baño y llenó la cubeta con agua del tambo y regresó a donde estaba yo, colocó la cubeta en el suelo enfrente de mí y sonriendo burlonamente se alejó.

  • Bueno zorrita, ya estás lista y ahí tienes tu agua para que no te mueras de sed, me dijo Roque mientras él y El Tanque se cambiaban de ropa.
  • ¡MMMMMFFFF!, supliqué sin respuesta.
  • ¡Cuidas la casa, que no entre nadie!, me dijo Roque riéndose mientras se alejaban hacia la puerta.

Ellos salieron y cerraron con llave, se subieron a la camioneta y se fueron, dejándome sola, desnuda, atada de pies y manos, amordazada y sedienta, con la tortura de tener a unos centímetros una cubeta llena de agua sin poder tomar de ella; creo que hasta sentía el olor del agua llegándome. Me solté a llorar sin poder parar. Jamás imaginé que mi estúpida idea de un autosecuestro resultara así.

El tiempo pasaba muy lento y ellos no regresaban. Me los imaginaba comiendo unos deliciosos tacos en algún puesto o fonda con un refresco grande o un agua fresca de sabor y me enojé mucho con ellos y conmigo misma por haber ideado la estúpida idea.

Empecé a hacerme un sinfín de preguntas: ¿Por qué Roque me trataba así, no le preocupaba que Adrián se enojara al ver lo que me habían hecho?, ¿Por qué Daniel no había ido o llamado?, ¿Cuánto tiempo le habían dado a mi papá para juntar el dinero?, ¿realmente Adrián estaba enterado de todo o porqué me decía eso Roque?

No supe cuánto tiempo pasó, ya me dolían los brazos, el cuello, la espalda, las piernas y las nalgas pues las las mantenía apretadas todo el tiempo porque no podía separar los tobillos que me ataron. Traté de soltarme moviendo manos y pies, pero las cuerdas estaban muy apretadas y no cedían ni un poco.

Después de un largo tiempo por fin escuché que abrían la puerta y el ruido del motor de la camioneta entrando. Respiré suponiendo que mis desgraciados captores por fin me desatarían.

Roque y El Tanque entraron caminado tranquilamente por la puerta, en cuanto entraron les reclamé:

  • ¡MMMMMMNNNGGGGFFFF!
  • ¡Ah, te habla la perrita!, dijo Roque
  • ¡MMMMFFFFFMMMMFFFF!, seguí reclamando
  • ¡Cállate ya!, ¿Por qué no te tomaste el agua? me dijo El Tanque en son de burla mientras se sentaba en una silla, al igual que Roque.

Ellos destaparon unas cervezas que traían y empezaron a tomárselas delante de mí, haciendo un chasquido cada que daban un sorbo:

  • ¡Mmmmm! ¡mtka!, ¡qué rica chela, está chingona para quitar la sed!, dijo Roque
  • ¡La neta si!, dijo El Tanque

Yo moría de hambre y sed y ellos lo sabían, pues además de hacerme sufrir con las cervezas, empezaron a comentar:

  • ¡No, cabrón, esos pinches tacos no tienen madre!
  • ¡Si, ca, están chingones, con harta carne!
  • Yo si acabé bien pinche lleno, ya no me cabe nada ca…
  • Ni a mí, mejor voy a cagar para luego echar una cogidita ¿no?
  • Órale, yo mientras me acabo mi chela y a ver si puedo coger aunque esté lleno.
  • ¡MMMMMMNNNNNFFF!, les reclamé al escuchar sus cochinos planes.
  • Tranquila putita, ahorita te cogemos, es lo que quieres ¿verdad?, me dijo Roque
  • ¡NNNNNNNFFFFF!, le reclamé enojada moviendo la cabeza negativamente sin lograr nada.

El Tanque no fue hacia el baño, sino que se fue hacia la puerta que yo no había podido abrir, tomó una llave y la abrió y entonces alcancé a ver que la habitación era una recámara que se veía limpia, ordenada y bien iluminada. Alcancé a ver que había una pantalla de TV y demás aparatos electrónicos en un mueble grande y al final se veía otra puerta de madera. Ya no pude ver más porque El Tanque cerró la puerta tras de sí. Me di cuenta de que ellos estaban a todo lujo mientras que a mí me tenían en condiciones miserables.

Me quedé sola con Roque que degustaba su cerveza fría sin dejar de verme. De repente empezó a hablar:

  • ¿Sabes mamacita? Siempre me gustaste un chingo, desde la primera vez que te vi quise cogerte y te imaginaba desnuda y amarrada así como estás ahorita. También te imaginé mamándome la verga y metiéndote la verga por al culo. Pero tú siempre andabas con el pendejo de Adrián que no te soltaba para nada y luego cuando supe que cogías con él y Daniel al mismo tiempo más ganas y más coraje me dio, porque a mí siempre me veías por encima del hombro, como si yo fuera menos que tú. Pero ahora ya ves, los papeles se invirtieron y te voy a hacer todo lo que se me hinche la gana mientras esperamos el pago de tu papito. Tenemos buen tiempo, le dimos una semana para juntar la lana y mientras El Tanque y yo la vamos a pasar muy bien contigo y de una vez te digo que no te voy a aguantar berrinchitos ni pendejadas; vas a tener que obedecer y hacer todo lo que te digamos sin decir que no, siempre vas a contestar: “Si señor” cuando El Tanque o yo te pidamos algo y lo vas a hacer rápido y sin quejas ¿me entiendes?
  • ¡MMMMFFFFFF!, me quejé y moví la cabeza negativamente, pues no podía creer todo lo que me estaba diciendo y no estaba dispuesta a dejarme sobajar por un par de estúpidos engreídos
  • Bueno, veo que aún no entiendes, dijo Roque mientras se levantaba de su silla y caminaba hacia mí desbrochándose el pantalón.
  • ¡GGGGMMMMMFFF!, le grité dándole a entender que se alejara.

Pero Roque no lo hizo, por el contrario, se quitó el pantalón y la trusa y me mostró su verga levantada.

  • Mira lo que te vas a comer putita.
  • ¡NNNNNNNN!

Él me rodeó y se colocó detrás de mí, sentí como colocaba su verga en la entrada e mi ano, me tomó de las caderas y empezó a empujar. Yo tenía el ano apretado y creo que eso hizo que me doliera más.

  • ¡MMMMMMMMMNNNNNNNNNGGGGGHHHH!, grité y me agité al sentir que la punta de la verga empezaba a entrar.
  • ¡Estás bien apretada, eso me gusta!
  • ¡NNNNNNFFFFFFF!, me quejé mientras el hierro de Roque empezaba a entrar en mi ano seco y apretado.

No pude hacer nada, el maldito Roque fue empujando con fuerza metiendo cada vez más adentro su gorda y larga verga provocándome mucho dolor y haciéndome llorar.

Una vez que me empaló toda me soltó las caderas, puso sus manos en mis tetas y me dijo al oído:

  • Si no pones de tu parte va a ser peor para ti, de todos modos te voy a coger cada que se me dé la gana, pinche piruja.

Yo sabía que él tenía razón, me tenía en sus manos y podría hacerme lo que quisiera mientras no hubiera alguien que me ayudara y El Tanque no lo iba a hacer y al parecer Daniel y Adrián tampoco.

Apoyándose con sus manos en mis pechos, Roque sacó su verga y luego empezó a violarme salvajemente, metiéndola y sacándola rápidamente con fuerza, sin importarle mis quejidos:

  • ¡MMMMMMNNNNNNGHHHHHHHFFFFF!

El miembro de Roque entraba y salía con fuerza de mi culo, provocándome un profundo dolor, cosa que a él le gustaba pues gemía de placer y reía apretándome las tetas con fuerza también.

El Tanque salió del cuarto y viendo lo que pasaba dijo:

  • ¡Ah cabrón, ya me ganaste! No hay pedo, ahorita sigo.
  • ¡MMMMMMGGGGGFFFFHHHH!, me quejaba llorando y pidiendo compasión.
  • Si, si, ahorita puta, deja que acabe este güey y ahorita te doy yo, dijo El Tanque y salió hacia el patio de la casa

Sentí que ya nada valía la pena, estos desgraciados me iban a violar cada que quisieran toda la semana y eso si mi papá les pagaba, si no, quien sabe durante cuánto tiempo me iban a tener para ellos.

Roque seguía metiendo y sacando su miembro con fuerza, estrujándome las tetas, gimiendo y diciéndome:

  • ¡Qué rica estás putilla, siempre quise tenerte así y tú te pusiste solita!, ¡Te voy a coger hasta dejarte los agujeros tan grandes que el pinche Adrián y el pinche Daniel van a metértela juntos! Jajajaja.

Traté de no quejarme para ya no darle esa satisfacción, pero el dolor que sentía más lo que me decía me hacían llorar sin poder contenerme. El llanto hizo que mi nariz se llenara de mucosidad por lo que llegado el momento se me tapó y no pude respirar, pues tenía la boca tapada con la cinta. Me agitaba desesperada tratando de jalar aire, pero no podía. Mi desesperación era mayor porque El Tanque estaba afuera y Roque estaba detrás de mí violándome y creía que mi agitación era porque quería que dejara de hacerlo, pues me dijo:

  • ¡Quieta puta, no te la voy a sacar hasta acabar y echarte todos mis mecos en tu rico ano!
  • ¡FFFFFFFFHHHH!

No podía respirar y sentí que todo se nublaba, creí que ahí terminaría todo. Para mi fortuna (o desgracia) El Tanque entró y se dio cuenta, se acercó rápidamente y empezó a desenrollarme la cinta que me cubría la boca. Cuando terminó por fin jalé aire desesperadamente.

Roque se había detenido un momento, había sacado su verga de mí y me había soltado las tetas.

  • Respira, respira, me dijo El Tanque

Poco a poco sentí como el aire llegaba a mis pulmones por mi boca. El Tanque me ayudó a limpiarme la nariz. Después de un rato por fin pude hablar y dije:

  • Agua, por favor

El Tanque tomó una taza sucia, la llenó con agua de la cubeta y me la dio a tomar. Estaba tan sedienta que no me importó de donde venía el líquido y lo tomé. El sabor era asqueroso y estuve a punto de vomitar, pero El Tanque me sostuvo de la nuca y me obligó a beber todo el contenido de la taza.

  • ¿Ya estás bien?, me preguntó Roque
  • Creo que sí, le respondí
  • Entonces vamos a seguir, dijo y se volvió a colocar detrás de mí
  • ¡NO, NO, POR FAVOR, YA NO, AAAAAAAAIIIIIIIIIGGGGGGHHHH!, grité cuando el desgraciado volvió a penetrarme con fuerza por el ano estrujándome de nuevo las tetas
  • ¡No mames cabrón!, le dijo El Tanque a Roque y creí que le diría que apenas me había recuperado, pero el siguió: ¡Ya me tocaba a mí, ya tuviste tu turno!
  • ¿No ves que no acabé?, le respondió Roque
  • ¡Pues apúrate porque ya me urge!, dijo El Tanque haciéndome sentir decepcionada y frustrada.
  • ¡ME DUELE MUCHO, POR FAVOR YA NO, YA DÉJENME!, les rogué a los dos.
  • ¡Eso es lo que siempre he querido putita, tenerte así rogándome hasta que te desgarres la garganta!, dijo Roque y me violó con más fuerza.

Apreté los dientes y traté de ya no quejarme para no darle gusto, pero de una forma u otra él seguiría violándome hasta hartarse como me lo había dicho, aprovechando que mi papá no tendría el dinero a tiempo.

  • ¡Acostúmbrate a tu vida mientras estés aquí puta!, me dijo Roque mientras seguía violándome inmisericorde
  • ¡GGGGGGGGHHHHH! Dije apretando los dientes para que él ya no tuviera la satisfacción de oírme quejarme y suplicar.

El infeliz Roque me violó durante un buen rato aún hasta que se vino soltando toda su leche dentro de mi recto y gritando de placer:

  • ¡AAAAAAAHHHHHH, ESO ES PUTAAAAAAA, ESO ESSSSSS, ESTÁS BIEN PINCHE SABROSAAAAA!

En cuanto Roque sacó su verga chorreante, El Tanque se acercó a mí y yo haciendo mis mejores pucheros (que siempre funcionaban cuando le pedía algo a mi papá o a Adrián), le supliqué:

  • Por favor, por lo que más quieras, ya no me violes, te lo suplico. Tengo mucha hambre y estoy adolorida, no seas malo, ¿si?

El Tanque no dijo nada pero comenzó a desatarme las muñecas, lo que me hizo pensar que mi súplica había surtido efecto y que se había compadecido de mí.

Pero de nueva cuenta me equivoqué; El Tanque me soltó la primera mano dejándola libre, pero cuando soltó la segunda me la sostuvo con fuerza y me la colocó en la espalda para luego tomarme de la otra muñeca y juntar ambas.

  • Pero ¿no me ibas a…?, dije, pero él me calló:
  • ¡SSSSHHHHHHTTTT! No hables

Con una mano sostuvo mis brazos cruzados en la espalda y con la otra procedió a unir las muñecas con cinta.

  • ¡Por favor…! Supliqué de nuevo
  • ¡Qué te calles o te vuelvo a tapar el hocico aunque te ahogues!, me dijo él de nuevo

Roque se había sentado en una silla desnudo de la cintura para abajo, fumaba un cigarrillo y daba unos tragos a una cerveza mientras miraba con sonrisa burlona lo que El Tanque me hacía.

Indefensa no dije nada cuando El Tanque me obligó a caminar hacia la mesa y me empujó de la espalda para obligarme a empinarme. Supe lo que vendría enseguida y no pude hacer nada para evitarlo.

  • ¡Abre las patas!, me ordenó El Tanque y yo obedecí sin chistar, pues ya sabía que no tenía caso
  • ¿Ves? ¡así se domina a una puta!, le dijo El Tanque a Roque regodeándose.

Cerré los ojos, apreté los dientes y tragué saliva al sentir la punta de la verga de El Tanque en la entrada de mi panocha. El infeliz colocó sus manos en mis caderas y solo dijo: “ahí te va” y entonces con un fuerte empujón de nuevo me penetró hasta el fondo salvajemente. Intenté no gritar, pero de alguna manera tuve que quejarme aun con la boca cerrada:

  • ¡MMMMMMMMGGGGGGHHHH!
  • ¡Grita puta!, dijo Roque que gozaba verme sufrir

No grité, no quería darles ya ese placer, pero si lloré. La verga de El Tanque era demasiado gorda y larga y con cada embestida me hacía sentir que me iba a partir en dos. No pude hacer nada más que llorar.

El enorme falo de El Tanque entraba y salía de mi panochita adolorida sin piedad y él solo gemía: “¡JM, JM, JM!” mientras el infeliz de Roque me ordenó abrir los ojos amenazándome de que si no lo hacía él me obligaría, así que obedecí y vi que había encendido la cámara y grababa lo que sucedía burlándose y diciendo cosas como: “¡Eso cabrón, eso, métesela toda a la pinche puta, que sienta lo que es la verga!”, o “¡Déjame grabarte la puta cara de placer para mandársela al pendejo de tu padre y que vea como gozas cuando te estamos chingando!”, o “¡Ándale puta, llora, grita, quiero grabar tus chillidos para chaquetearme viéndote cuando ya no estés con nosotros!”

Todo lo anterior me hacía sentir humillada y sobajada por el infeliz Roque, no entendía por qué me odiaba tanto si yo nunca le había hecho nada.

Pero estaba decidida a no darle más satisfacciones; si ya me iban a violar cuando quisieran, no lograrían hacerme gritar de nuevo, o al menos eso quise hacer hasta que el desgraciado Roque me dijo:

  • ¿Ah, no vas a gritar?
  • M-m, dije sin abrir la boca y moviendo la cabeza negativamente

Entonces el infeliz metió una mano entre la mesa y yo y me estrujó una teta. Estuve a punto de gritar del dolor, pero abrí los ojos muy grandes, apreté la boca y pasé saliva. Luego apreté también los ojos para tratar de aguantar.

  • ¡Ah conque muy valiente la puta!, dijo Roque soltándome el pecho.

Pensé que había conseguido una importante victoria sobre él y abrí los ojos, solamente para ver que se levantaba y se dirigía hacia atrás, a donde yo no alcanzaba a ver. Mientras tanto, El Tanque seguía violándome sin misericordia, sus uñas se clavaban en mis caderas y mis nalgas y seguía entrando y saliendo de mí sin compasión. Yo solo me quejaba en silencio: “¡Mggggg!”

Roque regresó y me mostró una vara larga y sonriendo malévolamente me dijo:

  • Vamos a ver si gritas o no putita

Él colocó la cámara en la mesa frente a mi cara y enseguida se oyó como la vara cortó el aire y me dio un fuerte golpe en las nalgas.

  • ¡MMMMMMMMGGGGHHHHH!”, me quejé sin abrir los labios
  • ¡Ah conque no gritas!, dijo al tiempo que me soltaba otro varazo.
  • ¡GGGGGGGFFFFFFHHHH!, me quejé por los varazos y porque El Tanque cada vez me penetraba con mayor fuerza y me clavaba más las uñas.
  • ¡Grita puta, grita, llora!, gritó Roque al momento en que me daba el tercer golpe con la vara en mis pobres nalgas.
  • ¡AAAAAAAAYYYYYYY, YAAAAAAA, YA NOOOO POR FAVOOOOR, YAAAAAA, AAAAIIIIIGGGHHHH!, grité sin poder aguantar más y esperando que con eso terminara el castigo.
  • ¡Eso es puta, grita, llora, niña mamona!, dijo Roque y volvió a golpearme.
  • ¡YAAAA, YAAAA, AAAAIIII, POR FAVOOOOR!, supliqué y lloré.
  • ¡Aaaaaaahahhhhhhhaaaahhhhhh!, gritaba El Tanque mientras se venía dentro de mí con su verga clavada hasta el fondo y sus largas uñas clavadas en mis nalgas.
  • ¡Jajajajajaja!, ¿no que no gritabas puta?, me dijo Roque mientras soltaba otro varazo, esta vez en mis piernas.
  • ¡AAAAAAYYYY! ¿PORQUÉEEEE, PORQUÉEEE? ¡YA NO ME PEGUES POR FAVOR!, supliqué de nuevo.
  • ¿Quieres saber por qué puta?, ¿Quieres saber por qué?, me gritó Roque jalándome del cabello, levantándome un poco, haciéndome arquear la espalda.
  • ¡Si! ¿Por qué me haces esto?, pregunté llorando. La vagina y las nalgas me ardían.
  • ¡Por mamona, porque siempre me miraste con desprecio y porque te crees superior a todos!, me escupió Roque en la cara jalándome el cabello hacia atrás, haciendo que me levantara de la mesa.
  • ¡No, yo no…!, alegué.
  • ¡Claro que si puta y además lo hago porque quiero y porque tu solita te pusiste en mis manos y ahora no puedes hacer nada, quiero verte humillada y que me ruegues, quiero que seas mi diversión y mi esclava mientras pueda y te quiero coger por todos lados y quiero hacerte lo que se me dé la puta gana y someterte a todas las depravaciones que quiera mientras tu papito paga pendeja!”, dijo él al tiempo que me estrujaba una teta y me seguía jalando del cabello obligándome a caminar hacia atrás.

No pude articular palabra, estaba en manos de ese desgraciado y lo peor era que todo había sido por mi estúpida idea.

Roque me había arrinconado contra la pared. Me tenía del cabello y me estrujaba el pecho izquierdo y su cara estaba frente a la mía, de repente me besó en la boca; quise apartarme, pero no me fue posible, me tenía atrapada y me obligó a besarlo, metiendo su lengua en mi boca mientras su mano bajaba acariciándome el cuerpo hasta llegar a mi entrepierna y comenzó a meter tres dedos en mi panocha recién violada. Yo sentía asco pero no podía hacer nada.

El beso duró más de lo que yo esperaba y los dedos de Roque entraban y salían de mi vagina. De repente el asco y el miedo empezaron a convertirse en placer, sentí como mi panocha empezaba a humedecerse y mis labios respondieron al beso de Roque por más que intenté evitarlo.

La boca de Roque recorrió mi cuello e hizo que se me erizaran los vellos de la nuca, luego siguió bajando hasta llegar a mi seno derecho y comenzó a lamerlo mientras metía los cinco dedos de su mano en mi panocha y con la otra mano que ya había soltado mi cabello acariciaba mis nalgas y jugueteaba con un dedo como si fuera a meterlo en mi ano. Por más que quise evitarlo no pude evitar lanzar un suspiro de placer: "¡Ahhhhhh!"

El placer duró poco tiempo, pues en cuanto solté el suspiro Roque se apartó de mí dejándome recargada en la pared y tremendamente excitada. El desgraciado dijo:

  • ¡Bien que te gusta!, ¿verdad puta? Solo quería comprobarlo
  • ¡No!, dije yo tragando saliva y tratando de disimular mi frustración. Mis pechos subían y bajaban excitados al compás de mi respiración agitada.
  • ¡Así es como se domina a las putas!, se regodeó Roque y luego dirigiéndose a El Tanque preguntó: ¿Grabaste todo güey?
  • Si, contestó El Tanque haciendo a un lado la cámara de video.

Me di cuenta de que ellos habían planeado todo para que yo me excitara y grabarme con el desgraciado de Roque, que continuó:

  • Este video no se lo vamos a mandar a tu papito, ¿a quién crees que se lo voy a mandar?
  • ¡No te atreverás!, grité adivinando que se refería a Adrián.
  • Así es putita, se lo vamos a mandar al pendejo de tu noviecito para que vea lo puta que eres.
  • ¡No, por favor!
  • A menos que..., continuó él.
  • ¿A menos que qué?, pregunté aun recargada en la pared con las manos atadas en la espalda y ya sin excitación.
  • A que te comprometas a no tratar de escapar y a hacer todo lo que te ordenemos sin necesidad de tenerte amarrada y sin protestar mientras estés con nosotros.

Apreté las quijadas, pasé de la preocupación al enojo al escuchar al infeliz aquél, pero supe que me tenía en sus manos, en cualquier momento le podría entregar a Adrián el video y todo mi plan del autosecuestro que ya iba por mal camino se iría por la borda, pues seguramente  Adrián se enojaría y ya despechado contaría todo y yo sería la que quedaría muy mal parada ante mis papás y ante todos; así que aguantándome el coraje y tragándome mi orgullo afirmé con la cabeza y con voz muy baja al ver que estaba vencida respondí:

  • Está bien.
  • ¿Cómo? No escuché, habla más alto, dijo Roque.
  • Que está bien, musité.
  • ¡No te oigo, grita!, me dijo Roque alzando la voz.
  • ¡Que está bien, que haré lo que ordenen, pero no le des el video a Adrián!
  • Así me gusta, que entiendas, dijo Roque y se acercó a mí con unas tijeras en la mano.

Él me hizo voltearme hacia la pared e iba a cortar la cinta, pero se detuvo, me hizo el cabello a un lado y me dijo al oído:

  • Pero hay algo más...
  • ¿Qué más quieres?, le dije molesta volteando a verlo.
  • Que esto no solo será durante tu "secuestro".
  • ¡¿Cómo?! dije volteando todo mi cuerpo y quedando frente a él.
  • Si, que no serás solo nuestra puta durante el tiempo que estés aquí...
  • ¿A qué te refieres?, ¿Entonces cuánto tiempo?
  • Pues... hasta que a nosotros se nos antoje.
  • ¡No!, ¿cómo crees?, ¿estás loco?, alegué.
  • Pues mira puta, tienes dos opciones: O te conviertes en nuestra esclava mientras estés aquí y en nuestra puta gratuita para cogerte cuando queramos después de que te liberemos o editaremos todos los videos que hemos grabado donde estás cogiendo con nosotros y el que acabamos de grabar  y los publicamos en Internet, empezando por tus redes sociales para que se vea como te gusta coger con cualquier güey y también damos a conocer que todo el plan del "secuestro" fue tuyo, además de que te tendremos amarrada todo el tiempo y de todos modos te cogeremos cuando se nos hinche la gana. ¿Cómo la ves? ¿Qué decides?
  • ¡Eres un ojete!, le grité muy enojada a Roque mientras trataba de patearlo y él se movía hacia atrás esquivando mis patadas con facilidad.

Caí al suelo rendida y llorando; sabía que me tenía atrapada y que si no aceptaba sus condiciones, de todos modos me violarían cuando quisieran y me tendrían amarrada y sin poder moverme ni defenderme mientras durara la negociación con mi papá. Maldije el momento en que tuve la estúpida ocurrencia, pero pensé que sería mejor que me soltaran y tal vez así podría idear alguna manera de librarme de ellos o incluso acusarlos cuando me liberaran del secuestro. Tragándome de nuevo el coraje y el orgullo contesté en voz alta:

  • Está bien, haré lo que quieran, pero ya suéltame y promete que tú también cumplirás y me dejarás ir cuando mi papá pague.
  • De acuerdo, tienes mi palabra, si tu cumples yo cumplo dijo Roque y se acercó a mí.

El Tanque se había levantado y también se acercó, este último fue el que me tomó de las axilas y me hizo ponerme en pie, quedando de frente e él y de espaldas a Roque que procedió a cortar la cinta que me ataba las muñecas.

El Tanque me limpió las lágrimas con un pañuelo y sentí algo raro, me pareció que el tipo ese fuerte y alto se apiadaba un poco de mí, pero no estaba segura.

Por fin Roque me soltó y dándome una nalgada dijo:

  • Muy bien puta, no olvides tu promesa
  • Si, dije moviendo las muñecas que se me habían entumecido por la falta de movimiento.
  • Bueno, pues como que ya hace hambrita ¿no?, dijo Roque.
  • Yo no he desayunado, reclamé.
  • Pues por pendeja, porque si te hubieras comportado desde el principio, te hubiéramos traído unos tacos, me dijo Roque.
  • Yo también tengo hambre, ¿qué comemos?, preguntó El Tanque.
  • ¿Qué sabes hacer?, me preguntó Roque.
  • ¿Hacer de qué?, pregunté yo
  • ¿Cómo que de qué?, ¡pues de tragar pendeja! O me vas a decir que no sabes cocinar.
  • Pues...
  • ¡Qué vas a saber cocinar, si te la pasas cogiendo con el pendejo de Adrián y el imbécil de Daniel y ni te has de meter a la pinche cocina! ¿verdad puta?
  • ¡Ya te dije que yo no...!, quise protestar por lo que decía de mí con Daniel.
  • ¡Eh, eh, eh putita, no me alegues o ya sabes!
  • Pero...
  • ¡Eh...!
  • Bueno, no, no se cocinar, pero...
  • ¡Ah por cierto!, me interrumpió Roque. Cuando te refieras a nosotros tienes que llamarnos "amo" y "señor", dijo señalándose él primero y luego a El Tanque.
  • ¿Cómo?, pero...
  • ¡Ya dije perrita!: "Amo" y "señor" y nosotros podremos decirte como se nos hinche la gana, ¿entendido?
  • Si
  • ¿Si qué?
  • Si... amo
  • Muy bien, bueno, en vista de que eres una pinche inútil vamos a tener que pedir una pizza, dijo Roque y se dirigió a la lap top

Yo me encaminé hacia el baño, pero me detuve cuando mi "amo" me gritó:

  • ¡Eh, alto puta! ¿a dónde vas?
  • Al baño, contesté.
  • No, no, no, espera, lo había olvidado. También tienes que pedirnos permiso para cualquier cosa: para retirarte, para acostarte, para comer, para miar, para cagar, para dormir o para lo que pinches chingados hagas, ¿entendido?
  • Si... "amo", dije tragándome otra vez el coraje de ser humillada.
  • Muy bien ¿entonces?
  • Amo, ¿me da permiso de ir al baño?
  • ¡No!, jajajajajaja, se burló Roque ante mi enojo. ¡Ándale ve ya pero rápido!, me dijo dándome "permiso"
  • Gracias, amo, dije resignada.

Me fui al baño sabiendo que ambos hombres se quedaban viendo mi hermoso cuerpo desnudo, regodeándose con la curva de mi espalda y la redondez de mis nalgas, caminé aprisa para salir pronto de su vista.

Entré en el asqueroso baño y me vi en un espejo roto y sucio que había ahí y mi aspecto me dio tristeza: me veía ojerosa, con el cabello horrible, despeinada totalmente y demacrada. No podía creer lo que dos días de cautiverio me habían hecho.

Luego volteé hacia abajo y vi que afortunadamente mi cuerpo no había sufrido fuertes daños; me dolían las nalgas, el culo, la vagina, los brazos, las tetas y las piernas, pero mi cuerpo conservaba su excelente forma, con las curvas bien definidas y sin daños aparentes.