Automedicación
Mis ojos se cierran con fuerza y en la tibieza de mis sabanas imagino que me estas masturbando lentamente, ronroneando junto a mi cuello, susurrándome maldades, haciéndome sufrir dulcemente. Imagino tu olor, ese olor agridulce que me vuelve loco y me recuerda a tu en cada ascensor donde me cruzo con una mujer que lo lleva.
AUTOMEDICACION
La mano, mi mano, esta mano que tantas veces te ha saludado, esta mano que te ha escrito correos o te frente a ti ha dicho "hola" y también "adiós" durante tantas y tantas veces, esta mi mano derecha que ahora te esta escribiendo, esta mi mano fina, sin apenas vello, con las uñas perfectamente cuidadas, mi mano que en alguna ocasión se ha posado nerviosamente en tu hombro al saludarte, quiero que sepas que esta que es mi mano, esta mano que una gloriosa tarde recorrió tu cintura sin atreverse a ir mas allá, esta mano todas las noches cobra vida por si misma y se convierte en tu mano, recorriendo mi cuerpo, deteniéndose en mi pene, jugando con mi mano a ser tu mano, jugando con tu mano a imaginar que no es realmente mi mano, pasándola por encima de mi pene que crece poco a poco imaginando el arranque de tu media sonrisa. Para mi tu eres una enfermedad y la única manera de evitar la tragedia es que me automedique. Tu lo sabes y yo lo se. Porque tú, mi querida doctora, mi querida paciente, tu eres como yo.
Mi mano, gracias a Dios, no sabe tanto como nosotros, mi pene tampoco y, de nuevo gracias a Dios, cuando mi desmemoriada mano se agarra a y mi ignorante pene, ambos se empeñan en creer que eres tu quien esta haciendo todo eso, eres tu quien pasa todos los dedos por su superficie. Mi pene imagina que es tu mano la que lo agarra por la base y comienza a moverlo con fuerza, creciendo dentro de tu mano.
Mis ojos se cierran con fuerza y en la tibieza de mis sabanas imagino que me estas masturbando lentamente, ronroneando junto a mi cuello, susurrándome maldades, haciéndome sufrir dulcemente. Imagino tu olor, ese olor agridulce que me vuelve loco y me recuerda a tu en cada ascensor donde me cruzo con una mujer que lo lleva, ese perfume que una ultima ducha no ha logrado arrancar de tu piel, ese perfume penetra por mi nariz y llega hasta mi cerebro y aunque estoy completamente solo en el grandioso vacío de mi cama, puedo sentirte a mi lado, con tus pechos apretados contra mi brazo y tu brazo subiendo y bajando, mientras me masturbas y me mordisqueas suavemente el lóbulo de la oreja, el cuello, la comisura de los labios.
Me revuelvo solo, masturbándome cada vez con más fuerza. ¿Soy yo o eres tú? Queriendo imaginar que es tu mano, queriendo imaginar que tus labios pasan de la comisura de los míos a mi pecho, a mi estomago, que tus labios se cierran en torno a mi pene y de repente mi mano se convierte en tu boca. Y cierro los ojos e imagino todas las veces que te he imaginado. Y recuerdo todas las veces que te he recordado. Y tengo que levantarme e ir al ordenador a ver la foto que me enviaste.
Desnudo y sentado frente al ordenador, con el pene a punto de estallar, intento esperar pacientemente a que se carguen todos los programas, sin poder reprimir esa ansia que tantas veces te ha puesto de mal humor. Por fin aparece la foto. Esa foto que me conozco de memoria. La foto donde solamente se ven tus pechos ocultos tras el sujetador. No se cuantas veces me he masturbado viendo esa foto, quizás mas de las necesarias, quizás mas de las razonables.
El bode de tu pelo cayendo por tus hombros, justos donde la foto termina privándome de tus turbadores rasgos faciales, que digo turbadores, mas que turbadores, masturbadotes tus brazos abiertos sosteniendo la cámara frente a ti, tus pechos grandes, el canalillo que forman ambos, te asustarías si te confesase las veces que me he masturbado como ahora, imaginando mi pene entre esos pechos, te asustarías. Si te dijese cuanto y cuanto te deseo, te asustarías. Si te confesase desde hace cuanto que en ocasiones me masturbo pensando en ti, dejarías de hablarme.
Te deseo y deseo hundir mi cara entre tus pechos y mientras imagino esto continúo masturbándome frente al ordenador. Pero ahora ya no cierro los ojos, ahora quiero ver tus pechos, quiero verte, quiero que me veas y quiero que sepas que este temblor de cada uno de los músculos de mi cuerpo es por tu culpa.
Quiero que veas como, sin poder evitarlo, mi pene estalla saltando el semen hacia todas direcciones, por mis manos, tus manos, por mi estomago, tu estomago, por encima de la mesa, directamente hacia tus pechos, en la pantalla de mi ordenador. Y entonces abro los ojos y no estas aquí. Nunca lo has estado. Pero no puedo evitar dejar de sentirme bien porque se que tu sientes lo mismo, porque se que te deseo pero no tan solo deseo tu cuerpo, porque te quiero desde el silencio deseándote mas de lo que he podido nunca desear a nadie que tuviese permanentemente a mi lado. Porque este deseo sexual, estas masturbaciones continuas, son la única automedicación que pueden aliviar los síntomas hasta que te decidas a aplicarme un tratamiento. El tratamiento que nos alivie a ambos, el tratamiento que nos una y nos permita, finalmente, dormir juntos y que mi mano ya no sea mi mano jugando a ser tu mano. Sino simplemente tu mano.
Que por fin llegue el día en que, al darme la vuelta en la cama, seas tu la que esté ahí, y no el vacío, y no cualquier otra. Solamente tú. Tus ojos cerrados, durmiendo, los rizos de tu pelo cayendo sobre tu frente, el olor de tu perfume, el olor de tu sexo. Y entonces apartare esos rizos y te besare en la frente. Y tú seguirás durmiendo. Y yo, me abrazaré a ti y también cerraré los ojos. Y ya no será necesario que te imagine, porque estarás ahí, a mi lado.