Autoestima

Apagado durante años, ahora reluciente y contento.

AUTOESTIMA.

Tuve una infancia enfermiza. Siempre debilucho y poca cosa. De adolescente no hay nada positivo destacable. En las "parties" domingueras, yo era el encargado de poner los discos, o bien de dar los mejores bostezos mientras mis amigos se lo pasaban en grande arrimándose a su pareja femenina. Y yo gay, casi sin saberlo, pues las chicas me interesaban un poco, un poquito solamente, y ocasiones con chicos apenas las tuve. Así, virgen – con féminas - desorientado y descafeinado, llegué cerca de la treintena, conocí a una tonta que me aceptó a ciegas – realmente una buena chica – y nos casamos. Sexualmente, solo funcionamos bien el primer año, puesto que después de nacer nuestra hija, resucitó la eyaculación precoz que siempre dominó mi sexualidad.

No es necesario enumerar que mi vida matrimonial no ha sido de vino y rosas, sexualmente hablando, puesto que la inmensa mayoría de episodios de sexo, han sido de amor propio, o sea que las ha efectuado mi mano derecha en unos intachables cinco contra uno. Amigo lector, puedes imaginarte que mi autoestima ha estado muchos años, como dice la canción de Queen "mordiendo el polvo" o sea a la altura del suelo, puesto que mi mujer me ha tratado como cero a la izquierda, sin darme opción a corregir mi defecto.

Pero, como no hay mal que cien años dure, cierto día empecé a frecuentar lugares gay, cines y saunas, y en una sauna tropecé con un tipo que me admitió como amante momentáneo y sugirió que lo penetrase. Le advertí que lo mío era correrme a velocidad de vértigo. Pero aún así accedió. Comencé a penetrarle en posición de perrito; cambiamos a pies sobre mis hombros, - y yo alucinando pues no me venía la eyaculación … - seguí penetrándole otra vez de perrito y finalmente yaciendo sobre él, hasta que después de casi 45 minutos metiéndosela ferozmente me vacié feliz, después de aquel polvazo glorioso.

Sin darnos cuenta, ese individuo y yo, llevamos más de un año siendo pareja, no de hecho, sino de lecho. Nos encontramos una vez por semana y nuestra relación se basa en el afecto, el respeto, la complicidad, y por supuesto el sexo, que según mi pareja yo efectúo de forma magistral. Además me ha dado muestras de que me quiere con locura.

No quisiera aburrir a mi lector, pero mi historia se parece un poco al cuento del patito feo, que nadie quería por diferente, pero que luego al crecer resultó ser un cisne, hermoso y majestuoso. Ahora, mi autoestima está mucho más valorada, y seguro que puntúa un montón de enteros.

Y mi pareja siempre dice que aprovecha de mí todo lo que mi mujer desestima. Y yo remato diciendo que él disfruta de mi igual que yo disfruto de él y haciéndole gozar todo lo que buenamente puedo.

No sé cuanto durará esta relación; ojalá tarde mucho en estropearse o en agotarse nuestros recursos físicos, pero de lo que estoy seguro es que pensaré ESTUVO BONITO MIENTRAS DURÓ.

Amigo lector, si me permites un consejo: Dar es mejor que recibir; me refiero a dar cariño, confianza, conversación, besos, caricias, masajes, en definitiva placer y sexo. Recuerda que en la vida no todo es sexo. El sexo dura solamente un corto espacio del tiempo de un día. En tus encuentros, entrégate, no seas esquivo ni tacaño con alguien mayor o decrépito o diferente – tú, también lo serás; – imagínate lo contento que se pondría un tipo "mayor" de poder darse un revolcón con un bombón bastante más joven que él.

El próximo relato, procuraré que sea más festivo ¡palabra!