Autoescuela

Así perdí la virginidad.

Perdí mi virginidad a los 18 años, mientras me sacaba el carné de conducir un verano. Quería empezar la universidad conduciendo, me apunté y aprobé el teórico a la primera y sin mucho esfuerzo a finales de mayo. En junio empecé las clases prácticas y me asignaron a Daniel como profesor.

Era un tío alto con pelo castaño y unos muy comunes ojos marrones. Siempre vestido con un polo, que permitía intuir su vello, y unos vaqueros. Tenía entonces 52 años y era muy clásico al vestir, siempre con zapatos castellanos con o sin calcetines. Yo ya me empezaba a masturbar pensando en hombres y aunque Daniel no era muy guapo, estar encerrado con ese calor en un pequeño Ford Fiesta con lo que yo consideraba un macho, me ayudaba en mis fantasías nocturnas.

Al principio yo era muy torpe y él siempre se alteraba para luego disculparse. Un viernes pegué un volantazo y él tuvo que frenar con los pedales que manejan los profesores. Ya quietos me soltó: “si estuvieras atento al tráfico y no a mi polla, te irá mejor, joder” Me quedé helado, sin habla, agaché la cabeza y enderecé el rumbo. “Sí, si, no te sorprendas que ya veo como miras esto” y se agarró el paquete con la mano “cualquier día en lugar de coger la palanca me coges la polla” y empezó a reírse y a mirar por la ventana. “ya sé que eres joven” me dijo “pero no pasa nada por ser marica, tienes que aceptarlo y vivir libremente” Y me dio una amistosa colleja.

Volví a casa turbado por saber que alguien sabía mi secreto y por ser tan descarado. Al volver el lunes pensé que me asignarían a otro profesor, pero no, volvió Daniel que me dijo “a partir de ahora, todas tus clases serán última hora del día, ya verás porqué”. Al montarme en el coche le di las gracias por su discreción y me volvió a dar una colleja riéndose, diciendo “no pasa nada, chaval, anda, pon atención al volante y no tengamos sorpresas”. Me pareció guapísimo en ese momento y lo mire de arriba a abajo pensando que, sin ser un adonis, ese era el tipo de tío que me iba a gustar siempre. Me iban a gustar maduros y formales, eso ya lo empezaba a ver claro.

A los 15 minutos de estar conduciendo, se coloca el paquete y me pregunta si lo sabe alguien y si había tenido alguna experiencia con hombres. Se sorprende cuando le digo que no, que soy virgen y que nunca he estado con nadie ni he visto otra polla que la mía “¿ni una paja a otro has hecho?” Yo le contesté que no, que era muy miedoso ya aún no conocía a casi nadie homosexual.

“Voy a ayudarte, aparca ahí adelante” y cuando lo hice se desabrochó el pantalón y me enseña un slip blanco algo sudado teniendo en cuenta la hora que era ya de un día de verano y me dice “ves, esto es una polla” yo estaba hipnotizado, comparada con la mía eso parecía enorme. Se bajó el slip, y pude ver si pollon lleno de venas muy gordas y unos huevazos enormes llenos de pelo. “¡Tócame!” me ordeno y yo empecé a acariciarlo “ahora le vas a dar un besito y a oler como huele un macho” y acompaño con su mano mi cara a su paquete. No lo podía creer, todas mis fantasías se cumplían y el olía tal y como me lo imaginaba. instintivamente me la metí en la boca.

“Ey, ey, ey, no tan rápido, lámela un poco y chúpame los huevos hasta que se ponga muy dura” y me afané en mi labor mientras el bufaba. Tras un rato, aquello se puso enorme y durísimo “Ahora te voy a follar la boca, ábrela” y me la metió tan fuerte que hasta tuve una arcada, tras embestirme un rato, me pidió que fuera yo el que la chupase como si fuese un caramelo y así empecé la primera mamada de mi vida. El me animaba diciendo que lo hacía muy bien, que había nacido para esto, que siguiera...Pero de pronto, cuando estaba a punto de correrse, me hizo parar y como era tarde me ordenó conducir hasta a autoescuela, en la que ya no había nadie, para seguir con la “lección”. Durante el trayecto iba con el pantalón bajado, podía ver sus calcetines ejecutivos, y su slip puesto, algo húmedo por la mamada que acababa de hacer.

Abrió la autoescuela con su llave y al ver que no había nadie me metió allí. Nada más entrar se quitó el polo azul y pude ver su selva. Me acercó a él y me preguntó si me gustaba y empecé a arrastrar mi cara por su pecho sudado de todo el día, olí sus sobacos y hasta metí la lengua en su ombligo, estaba fuera de mí. Se quitó los zapatos y pregunté si podía olerlos, ya no me importaba nada, y me acerco su castellano caliente y muy usado a la a la nariz…mmmm yo estaba muy salido y entonces me lo dijo “hoy te voy a reventar ese culito virgen que tienes”. Yo me asuste, pero me deje llevar y me di la vuelta para desnudarme. Pego su polla a mi culo y empezó a meterme dedos. Yo empecé a gemir y a gritar “joder no grites que nos pueden oír” yo le dije que no podía evitarlo, entonces se sacó el calcetín ejecutivo todo sudado que aún tenía en los pies y me lo metió en la boca “muerde esto mientras te la meto”.

De un golpe entró toda, se me salían los ojos de las órbitas, notaba su pelo en mi espalda, su respiración en el cuello y sus besos en la espalda. Me había apoyado contra un escri torio colocado mi culo en pompa y me penetraba mientras me decía “toma rabo” “te gusta eh, te gusta el primero que te está rompiendo el culo” “¿Quién es tu macho?” yo con el calcetín en la boca solo podía gruñir y eso le ponía aún más. Me sentí vacío cuando me la sacó, pero se explicó: “hoy vas a saborear lefa por primera vez” e hizo que me arrodillase.

Mientras me follaba la boca yo me corrí sin tocarme, y el siguió un rato más hasta que me llenó la garganta. Mi primer semen en la boca me encantó, muy abundante y espeso, no paré hasta dejarle la polla bien limpita. Cogió su slip y me limpió algunas gotas de leche de mi cara y me dijo “te regalo esto y mis calcetines para tus pajas”

Nos vestimos, y entonces me di cuenta de que me encantaba Daniel. Ahí vestido, despeinado, marcando polla en un vaquero sin calzoncillos y con ese polo que llenaba por completo. Mientras se metía los usados mocasines sin los calcetines me dijo: “menudo verano te espera”.

Aprobé el carné, follamos casi a diario durante un mes y tuve mi primer ¿amor? ese verano. Daniel me lo enseño todo y aunque ya no vive en mi ciudad, nunca hemos perdido el contacto. Una de las mejores personas que he conocido jamás.