Autobiografía de una gran mujer (01)
Es la primera vez que participo en nada parecido a esto y las historias que voy a relataros no las he escrito yo, la autora fue mi mujer. Ella murió, murió hace unos meses en un estúpido accidente doméstico.
Es la primera vez que participo en nada parecido a esto y las historias que voy a relataros no las he escrito yo, la autora fue mi mujer. Ella murió, murió hace unos meses en un estúpido accidente doméstico.
Una noche me quede dormido en la cama mientras ella se duchaba, me desperté de madrugada y ello no estaba a mi lado. La luz del baño continuaba encendida, me levante de un salto con un terrible presentimiento y la encontré allí tendida, tendida en el suelo sin un aliento de vida.
Todos me han dicho que murió al instante de un golpe; pero yo no dejo de sentirme culpable al pensar que si hubiera estado despierto se hubiese salvado.
Nuestra relación se basaba en el respeto mutuo, en admitir que, a pesar de ser un matrimonio muy unido, existían parcelas de privacidad en la que no teníamos derecho a entrar.
Yo sabía que ella frecuentaba chats eróticos de Internet y que tenía lo que ella llamaba "amantes virtuales", con los que se escribía e intercambiaba correspondencia francamente pornográfica. Pero a mi no sólo no me importaba, me reía de las cosas que les decía a algunos, e incluso la sentía más ardiente en el sexo después de leer lo que recibía y se lo decía:
¡Que amor, te ha puesto cachonda uno de tus amantes de la red!.
Nuestras relaciones sexuales eran frecuentes, imaginativas e intensas y en una relación basada en la confianza absoluta, ese toque de trasgresión añadía una nota de erotismo a nuestros polvos conjugales.
Después de su muerte, encontré en su ordenador una especie de autobiografía sexual, que he leído y releído hasta casi sabérmela de memoria durante estos meses de soledad. Ahora os la ofrezco como homenaje a la mujer sexualmente desinhibida, cariñosa y maravillosa que ha acompañado durante los últimos años de mi vida.