Aurorita... tan silenciosa

Pensè que ya habìa perdido la pràctica de seducir...

Cuantos creen que han perdido la práctica de seducir, eso creía que había pasado conmigo, así que me puse a prueba, cuando a la finca donde trabajaba llegó como criada una prima mía, por cierto, no la conocía, así que ella no sabía que éramos familiares, pero yo sí, y empecé el plan de acercamiento, invitándola a pasear en el carro del patrón.

Debo decir que Aurora tenía 16 años y yo 35, en esa finca habían jovencitos más apuestos, y no barrigones como yo, así que aparentemente, llevaba las de perder. Después de ganarme su confianza, y robarle un besito, me confesó que tenía curiosidad por sentir rico, y yo, ni lerdo ni perezoso me ofrecí a enseñarle, además de decirle que me había enamorado de ella.

Le pregunté si podía llegar esa noche a su cuarto, y me dijo que sí, cuando dieron las nueve de la noche me fui para la finca donde ella vivía. Entré sigilosamente hasta la puerta de su dormitorio, y comencé a abrir la puerta, pero no abrió, entonces toque suavemente, y mencioné su nombre, y pararon varios minutos sin que ella me abriera, y ya me estaba desesperando, entonces oí un ruido que provenía del dormitorio, y al momento siguiente ella estaba abriendo la puerta.

Me dijo que entrara, en el acto obedecí y antes de llegar junto a ella, me bajé la bragueta del pantalón, y me saqué la verga, entonces la abracé fuertemente, la besé en la boca, y le metí la lengua, y empecé a juguetear con sus pechos, mientras la abrazaba con un brazo, con la otra mano le metí la mano bajo la blusa y le aflojé el brasier, se lo quité totalmente y separé mi boca de su boca y me agaché para prenderme de sus pechos, sus tetas estaban tan pequeñas, que tuve que morderlas para poder aprisionarlas, y mientras succionaba con placer, sentí que poco a poco sus pezones se agrandaban y seguí mordisqueando y succionando, y al parecer eso le causó una gran excitación, porque como a los quince minutos de estarla acariciando, me abrazó fuertemente, y tensó los músculos, arqueó la espalda, emitió un gemido ahogado, porque en la siguiente habitación vivían los dueños de la finca, entendí que había tenido un orgasmo.

El siguiente paso fue meter la mano bajo la falda; porque como yo tenía la verga fuera del pantalón, le hacía presión hacia la concha, y poco a poco fui subiendo la mano, y metí la mano entre las piernas, y mientras iba subiendo, sentí a media pierna un líquido que iba bajando, y ella sintió que sus jugos le bajaban por la pierna, y sintió vergüenza, porque me sacó la mano.

Dejé de tocarle la pierna y me fui directamente hacia la panocha, y me topé con un panón mojado y caliente, mientras tanto le seguía mamando los pechos, y le acariciaba el clítoris, estuve trabajándola como quince minutos más, cuando sentí nuevamente otra expulsión de líquidos, entonces ella me besaba el pelo, me mordía la oreja, y me acariciaba la espalda, todo esto lo hicimos en pie. Allí mismo ella se levantó un poco más la falda, y se me acercó, y topo su panocha a mi tranca, pero, como ella es un poco más chaparrita, no podía ponerme a su altura, y me agaché lo más que pude, y empecé a sobarla con mi juguete, y a cada violinazo, ella se abría, y podía sentir que la entrada se cerraba y se abría con cada respiración.

Mientras tanto yo estaba que ya acababa, y no podía metérsela, por la diferencia de estatura, así que me le colgué del cuello, e hice presión para abajo, y fue cediendo hasta quedar acostada en el puro suelo, y entonces la tuve a mi total disposición. La besé con locura, le apretaba las tetas, pequeñas tetas pero sabrosas, y cuando estaba por penetrar aquel refugio virgen, sucedió lo inexplicable, se me bajó la verga, esa verga que no le entraba ni la uña un momento antes, ahora era una tripa fláccida, oh no, me dije a mi mismo, esto no me tiene que estar pasando, mientras ella levantaba las nalgas como diciéndome apúrate.

Bueno, respiré profundamente, uffffffff, me tranquilicé, traté me poner una mente erótica, y cuando estaba a punto de darme por vencido, después de casi quince minutos, mi palo reaccionó, y se puso dura nuevamente, ella lo celebró con un gran beso, y entonces, se la coloqué, no hablábamos, sólo queríamos fornicar, y ahí voy, fui empujando poco a poco, sentía lo apretado de esa cuevita, sentía lo resbaloso que estaba después de dos orgasmos, y yo podía sentir que me apretaba, sentía lo estrecho, y luego un movimiento brusco, y zas, entró todo, ella lanzó un gemidito, pero lo hizo con los dientes apretados, ahhhhhh, que sensación, no me moví, bueno, nadie se movió, y me quedé varios instantes, así quieto, disfrutando, y poco a poco me levanté, y la saqué toda, y ella pensó que me retiraba, y me rodeó con las piernas, pero yo solo la saqué para arremeter de nuevo, y empecé el mete y saca, durante varios minutos, y sentía que del interior de mi chica, brotaba un manantial que parecía no tener fin, pero todo principio tiene final, y empecé a acelerar mis movimientos, y no pude evitar lanzar un bufido, y ella me apretó contra su pecho para que no se oyera al otro cuarto, y lancé mis chorros de semen en su interior, y sin poder evitarlo, nos sacudíamos como alcanzados por descargas eléctricas.

Fue un polvo maravilloso, por eso sé que aún no he perdido la práctica de seducir muchachitas. Aunque sea primas. Cuando regresé a casa, ví que mi hija ya tenía sus pechos crecidos, y una tarde me acerqué y empecé a acariciarlos, y a ella le gustó... pero, esa es otra historia.

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