Aunque casada, mi ex novio me hizo toda una puta

Después de ser una mujer casada, con una vida sexual bastante común, el encuentro con un ex novio hizo de mi toda una puta. Hoy la infidelidad y el sexo sin tabúes le dan sabor a mi vida.

Hola, siento si no tengo mucho estilo pero es mi primer relato y todo fue por insistencia de una amiga.

Tengo 26 años, casi 27, y estoy casada desde hace tres. En general, mi matrimonio ha sido bueno aunque ahora veo que no se puede coincidir en todo.

Entre el trabajo de mi esposo y el cuidado de mi niña mi vida se fue tornando mas gris cada día. En el aspecto sexual la rutina nos comió y se fue perdiendo la emoción.

Confieso que desde siempre fui, digamos, "muy hot"; pero hoy me doy cuenta que me falta mucho por aprender.

Hay temporadas en que mi esposo debe salir mucho de viaje por su trabajo y se ausenta a veces por dos o tres días. Yo me doy las aburridas de mi vida aunque nunca faltan cosas por hacer.

Hace no mucho, mientras hacia compras en el centro de la ciudad (Querétaro) coincidí en un cafecito con un ex novio. Fue el tipo más importante en mi vida después de mi esposo y el sexo con él no fue algo espectacular; bastante monótono, diría yo.

En fin, nos encontramos, nos saludamos y tomamos un café juntos; se llama Alonso.

Me enteré que ya estaba casado, así que comentamos poco sobre nuestros matrimonios y más bien recordamos viejos tiempos y amigos en común.

Ahora me queda claro que a un exnovio jamás le deja de resultar excitante una exnovia; Alonso empezó a decirme lo guapa que me veía, lo cuidada que parecía desde que no nos veíamos y, bueno, con la confianza de una relación de varios años, yo lo dejé seguir en ese tono.

Las cosas subieron de temperatura hasta que me recordó que lo que más le gustaba de mi eran mis pechos y mi trasero. Ya si le había dejado decir esas cosas, era normal que él siguiera por la misma línea.

Me preguntaba que si casada había adquirido más experiencia y a mi me sorprendió que fuera tan desinhibido porque no era ésa su cualidad cuando fuimos novios.

Pasaron un par de horas, se hizo tarde y quedamos de comer juntos al día siguiente, aprovechando que él estaría tres días más en Querétaro.

Yo fui a casa con una licuadora en el estómago de los nervios y de lo diferente que había notado a Alonso. Al día siguiente no pude evitar lucir un escote bastante pronunciado y una falda súper delgada que se me ajustaba mucho por lo mismo.

Acudí a la cita y me esperaba ya él en la mesa del restaurante. Al llegar, antes de saludarme siquiera, me dijo que me veía "muuuuuuy" bien y que sería difícil platicar con semejante distracción. Yo lo dejé seguir con eso y me senté.

La plática fue muy equis, pero cada que podía me decía que lo distraía mucho con el escote, que le daba hambre y cosas así.

En tono de broma me hablaba de la envidia que le daba mi esposo y se reprochaba el tiempo que había "perdido" invitándome al cine o a cenar cuando éramos novios.

Obvio yo le decía que tuvo oportunidad y que ahora no se quejara…cosas así, aunque ese tipo de comentarios me puso un poco hot.

Me pidió que lo acompañara a comprar algunas cosas que la había encargado su esposa y acepté. Salimos y al subirme a su camioneta, al abrirme la puerta y ayudarme a subir, sin más cosa me dijo "wow, no recordaba qué buen culo tienes".

En su vida jamás me había hablado así, jamás había usado esas palabras, siempre me trató con mucho respeto, hasta cuando compartimos la cama.

No se qué sentí, pero cuando escuché eso me recorrió un hormigueo por toda la espalda y la verdad es que me súper prendió. Casi instintivamente levanté más mi trasero y le dije "pues qué mala memoria tienes".

Fuimos en su camioneta entre comentario y comentario sobre mi cuerpo. Le dije que hacia ejercicio y le presumía que ya no tenía nada de panza.

Todavía prendida por sus comentarios, tomé su mano mientras él manejaba y la puse sobre mi estómago para demostrarle los resultados de mis rutinas diarias. Él se dejó pero no le bastó con sentir mi estómago, sino que movió su mano como queriendo tocar todo lo que podía.

De pronto el me dijo "yo también hice ejercicio y no es por nada pero quedé bien"; "¿en serio?", le preguntaba yo, y diciendo "sí mira" tomó mi mano y la puso justo en su pene presionándome para que no retirara mi mano de ahí.

Entendí en lo que me había metido y me seguía admirando tanto atrevimiento que no conocí en él antes.

Ya sin hacerme del rogar, dejé mi mano y sentí su pene hasta que no fue necesario que él me detuviera. Avanzamos unos minutos mientras yo acariciaba su pene y de repente, saliendo del silencio, Alonso sólo dijo: "se nota que ya te gusta más la verga".

Insisto, él jamás me había hablado así, jamás había usado esas palabras. Lejos de cohibirme, su comentario me erizó la piel y me hizo tomar aquella "verga" con más fuerza; sólo logré decir "no sé, pero ésta me encanta".

Sin decir nada, él quitó mi mano y aún conduciendo bajó el cierre de su pantalón y la dejó al aire.

Simplemente me quedé helada, no la recordaba pero me pareció riquísima; aún sin salir de la sorpresa, sentí la mano de Alonso detrás de mi cabeza, empujándola hacia su pene mientras decía "no te quedes con las ganas, cómetela". Sin pensarlo la metí toda en mi boca, ya estaba durísima pero yo quería literalmente comérsela toda.

Mientras yo estaba tan entretenida él no paraba de decirme que me había vuelto toda una putita y sus comentarios hacía que me encendiera, que jugara con mi lengua en su pene, que lo succionara y tratara de comerla más.

De pronto sentí que nos deteníamos, pero no dejé de comérsela, él simplemente estiró su brazo y comenzó a tocarme el trasero diciendo "déjame ver cómo se te ha puesto el culo de puta". Yo levante el trasero y lo dejé hacer.

Jaló mi falda y comenzó a pasar sus dedos sobre la línea de mi tanga que, por cierto, era súper pequeña.

Cuando pasaba sus dedos sobre mi vagina y mi ano yo sentía choques eléctricos y más cuando recordaba que estábamos en su camioneta, estacionados quién sabe en dónde. Yo presionaba mi trasero hacia a tras como queriendo insertarme sus dedos y él se dio cuenta de eso y me decía: "¿qué quieres putita? ¿quieres que te los llene?"

Yo le decía que sí con la cabeza y mirándolo a los ojos sin sacar su pene de mi boca. Estaba ya perdida y demasiado excitada para negarlo, pero el me decía "anda pídemelo, ¿qué es lo que quieres putita?"

Entendí que esa era la reacción que él esperaba y me atreví a responder "que me cojas con tus dedos".

Esperaba que con mi respuesta lo hiciera así que volví a tenderlo con la boca; siempre me gustó dar sexo oral y alguna vez un novio me dijo que era bastante buena haciéndolo.

Pero no, no lo hizo, sino que sólo jaló de lado mi tanga y puso su mano en mi trasero mientras arrancaba de nuevo.

"Sigue mamando, de haber sabido que te gustaba así te hubiera hecho putita desde antes", me dijo al arrancar.

Yo dejé un poco su pene para decirle que llevaba mi ventana abajo y que cualquiera podía vernos aunque no sabía bien en dónde estábamos y él sólo me respondió "¿te importa más que te vean el culo o que yo te siga cogiendo por la boca?"

Era como estar con un completo extraño; Alonso siempre me había gustado, pero jamás había sido el sexo un tema a destacar con él. Cuando estábamos juntos, muchas ocasiones era yo quien tomaba más la iniciativa y jamás me lo hubiera podido imaginar tan desinhibido, tan vulgarmente caliente.

Eso, combinado con la monotonía sexual que ya vivo en mi matrimonio me transformaron desde ese día y me sentí tan caliente de ser la puta de Alonso que no pude ponerle freno ni detenerme yo.

Llegamos hasta la altura de San Juan del Río y entramos en un motel bastante discreto; sorprendida por lo mucho que había aguantado él sin terminar a pesar de que creo haber hecho un muy buen trabajo con la boca y las manos, él me hizo a un lado y me preguntó "¿cuánto hace que no te dan una buena cogida?", yo no supe qué responder y él me dijo "¡no me digas que el pendejo de tu marido no te llena los hoyos de verga!"; no contesté y me dijo que iríamos al bar primero a tomar algo.

Estaba súper sorprendida de lo que había estado haciendo; mientras él pagaba la habitación y preguntaba por el bar del hotel estuve a punto de decirle que paráramos y que regresáramos a Querétaro.

Ni tiempo me dio cuando me tiró de la cintura y me llevó por un pasillo hacia el bar; al caminar él me iba más que tocando el trasero sin imitarle que pasaran a nuestro lado dos tipos que no pudieron evitar mirarme por detrás por la manera en que Alonso me iba tocando.

Ya en tono más calmado me preguntaba que si mi esposo no me cogía bien, me decía que se había dado cuenta de la mojada que me di cuando me estuvo tocando en la camioneta. Le tuve que decir que el sexo no era lo mejor de mi matrimonio y me respondió que estaba hecha toda una putita, que jamás me había visto tan caliente y que se imaginó que llevaba una vida sexual plena por la manera en que reaccioné.

Cuando le dije que no, él me dijo que entonces mi calentura era por que me había puesto a mamar y por la dedeada que me dio… no tuve más que decirle que sí.

Nos sentamos y me pidió un tequila; siempre supo que el tequila me hacía efecto muy rápido. Ya no guardó distancia, sentados me metía la mano por detrás de la falda tratando de meter sus dedos por donde podía mientras exploraba mi boca con su lengua, por que aquello estaba muy lejos de ser los besos que nos dábamos de novios.

Me preguntaba "¿estás caliente?" y no era necesario que yo respondiera; sólo levantaba un poco mi trasero para que pudiera interpretar mi respuesta.

"Yo también estoy caliente" –me decía- "tócame la verga". Pensé que estábamos en el bar del hotel, a la vista de todos aunque no había tanta gente, pero la palabra "verga" de sus labios y lo excitante del momento no me permitió negarme… comencé a sobársela.

Su mano libre se apoderó de mi escote y poco a poco fue recorriendo mi sostén hasta rozar mi pezón con sus dedos.

Sus dedos tratando de entrar por detrás de mi, otros dedos rozándome el pezón y su lengua entrando en toda mi boca fue rematado cuando me dijo al oído "qué ricas tetas tienes"; yo sólo logré decir "para servirte".

Sacó la mano de mi falda y llamó al mesero, de inmediato le dije que se me veía todo refiriéndome a mis senos; él respondió "tú vas a seguir en lo que estás, como buena puta", al mismo tiempo que regresaba su mano a mi trasero y casi insertaba un dedo en mi ano.

Casi tuve un orgasmo en ese momento.

Me vi casada, en el bar de un hotel con mi ex novio, con un dedo casi metido en mi ano, con mi mano queriéndole arrancar el pene y con su mano puesta en mi seno que no me di cuenta cuando el mesero llegó.

Alonso presionó mi mano con sus piernas, mientras se dirigía al mesero ¡sin dejar de hacer lo que hacía!

Fue obvia la cara del mesero; sus ojos casi se le desbordan al ver mi pecho derecho descubierto y el dedo de Alonso frotándolo; yo ya estaba en otro mundo y ni siquiera reparé.

Alonso ordenó y le pidió al mesero que se diera prisa… "no queremos que se nos haga tarde y regrese a casa el esposo de la señora". Me sentí como una puta, sin más Alonso ya me había puesto en ese papel. No conocía al mesero pera éste ya sabía que era casada y que el tipo con el que estaba, el que le estaba mostrando mi pezón no era mi esposo.

Supongo que Alonso vio mi cara porque con toda calma me dijo que me tranquilizara, que después de todo el mesero ya sabía que estábamos ahí porque me iba a coger y que imaginara lo caliente que se habría puesto el mesero conmigo… "mira a este güey, ni te conoce y seguro se le paró la verga viéndote, mientras el pendejo de tu marido te tiene y no te la mete como te gusta", me dijo.

Y era verdad.

A un completo desconocido se le habían ido los ojos de deseo con verme un pecho. Me sentí capaz de atraer a cualquier hombre y mi única reacción fue apretar más la "verga" de Alonso.

Se dio cuenta de que me había prendido y me dijo que cuando el mesero regresara le facilitara un poco la vista; me lo decía mientras no sacaba la mano de atrás de mi falda y ya la punta de su dedo comenzaba a hacer ceder mi ano, aprovechando que yo estaba escurriendo de la calentura que llevaba encima.

El mesero regresó y Alonso quitó su mano de mi pecho dejando buena parte de éste y mi pezón de fuera, yo me acomodé un poco y le di al mesero una vista muy buena. No pude dejar de notar el enorme bulto del mesero y eso me prendió más, sobre todo porque no dejaba yo de sobar el pene de Alonso que se sentía más duro que nunca.

El mesero se fue y Alonso me dijo "¿viste las ganas que tenía el mesero de cogerte?, yo le respondí "como las ganas que tengo de que me cojas tú". Su dedo estaba ya dentro de mi ano y yo sin darme cuenta había empezado a moverme. Alonso me decía "¿qué quieres Sandra? Dime lo que quieres", mientras su dedo hacía círculos dentro de mi… "que me metas tu verga por el culo", fue lo único que pude decir, en pleno bar de un hotel.

Algunas veces mi esposo tocaba mi ano, cuando yo colocaba ahí sus dedos, pero nunca se había dado que tuviéramos sexo anal aunque a mi me daba mucho morbo hacerlo.

El nuevo Alonso que reencontré por casualidad, en sólo horas me había hecho sentir la puta más caliente del mundo, me había hechos hacer cosas que sólo había imaginado y me había hecho cosas que jamás creí que alguien me hiciera y menos él.

Terminé el tequila y me dijo "vamos a que te reviente el culo".

El trato, el lenguaje y las cosas que hacíamos eran totalmente desconocidas para mí, pero como pasaban los minutos iba descubriendo que mi desenfreno por el sexo dependía mucho de la compañía, y era obvio que Alonso resultaba una compañía mucho más caliente que mi esposo.

Nos dirigimos al área de habitaciones, la nuestras estaba en el segundo piso; entramos al elevador y a penas cerró la puerta Alonso me giró, me puso de cara a la pared del elevador, metió su mano bajo mi falda e hizo lo que quiso con mi vagina que estaba ya escurriendo.

El viaje fue corto, pero yo ya no resistía más.

Salimos del elevador y caminamos por el pasillo buscando el cuarto 208, ya en ese instante no me sorprendió que Alonso levantara mi falda y fuera tocándome el trasero por debajo de la tanga, completamente descubierto y listo para que cualquiera que fuera pasando me viera. La excitación ya no me dejaba pensar.

Encontramos el cuarto 208 y antes de entrar se paró sin más y me dijo "yo sé que ya no resistes"… me tomó del cabello, se sacó la verga (hoy ya la llamo así sin pena) y empujándome hacia él me puso a mamársela en pleno pasillo.

Ahí estaba yo, con el trasero descubierto, mostrando una tanga que por su tamaño casi ni se veía, empinada, succionando y lengüeteando la verga de Alonso como una loca, sin importarme lo fácil que era que alguien saliera de un cuarto o llegara al pasillo y me encontrara mamando la verga de Alonso .

Sentía sus venas, la cabeza de su verga súper caliente en mi boca. Alonso tiene una verga de regular a grande, puedo tomarla con mis dos manos y es un tanto gruesa. Era increíble que me la comiera toda y rozara sus testículos con la punta de mi lengua.

Me sujeto de la cabeza con las dos manos y literalmente comenzó a cogerme por la boca, no era yo quien se la mamaba, sino él quien me la metía y sacaba.

Hubiera jurado que estaba a punto de venirse, pero de pronto me la sacó, abrió la puerta y entramos.

Por supuesto no termina ahí la historia de mi infidelidad. Ése fue el inicio, el momento en que Alonso hizo de mi un puta, su puta.

Entramos al cuarto y me cogió… literalmente me cogió. Dentro del cuarto la experiencia fue aún más excitante.

Aún lo veo y cada ocasión me coge de manera diferente, hacemos cosas distintas y me hace sentir toda una puta.

Como dije, es la primera vez que escribo y no sé si a los lectores si quiera les interese mi historia.

Hoy el sexo y la infidelidad se han vuelto parte de mi vida; Alonso sólo fue el detonador.

Ojalá pueda recibir comentarios y saber si desean que continúe narrando mis experiencias.

Un beso.

Sandra