Aun tu rudeza me brinda un gran placer...

Una relación acabada,pero no olvidada, una puerta que debe ser cerrada. Sexo violento que puede llevarte a otro nivel de placer...

Cuando crucé la puerta y entré en aquella sala, entendí perfectamente porque había ido, quería estar de nuevo en el sitio que le conocí, justamente ahí. Era como si pudiera divisar su cara nuevamente, esa expresión dura, como de piedra y aquellos ojos que me miraban de arriba abajo sin ningún disimulo. Ambos en primera instancia no nos agradamos, pero el tiempo y tratarnos cambió eso totalmente.

-Reina, vuelve al planeta tierra mi vida

-¡No me llames reina!, te lo pido por favor

-Está bien, está bien, ¿Qué te pasa?, te has puesto de un humor horrible

Wilberth solo me llamó reina y reaccioné como si me hubiera golpeado, realmente ni yo misma podía entender que me pasaba. No debí ir ahí jamás.

Wilberth se acercó, me abrazó y buscó mi boca, pero yo esquivé besarlo.

-A ver, a ver, si venir acá te recuerda a Rey y te pone de ese humor, nos vamos a otro sitio

Mi tormentosa relación con Rey había terminado hacía mucho tiempo ya y desde entonces había evitado salir con el círculo de amigos de ambos, sin embargo yo no tenía por qué esconderme, pero tampoco la idea era acostarme con uno de los mejores amigos de ambos, incluso con quien compartía apartamento, mismo apartamento que había sido testigo de nuestras frenéticas e interminables noches de sexo. Rey era abrumador, el mejor. Wilberth desde antes de conocer a Rey me pretendía y siempre se había mantenido en su interés en mí, esa noche en principio quería “portarme mal”, pero nada más cruzar la puerta, me di cuenta que mi verdadero interés era estar en el apartamento de Rey y sentirlo, así él no estuviera ahí, así él estuviera lejos, de viaje.

-Vente reina la vamos a pasar bonito

Esta vez sí creí asesinarlo con los ojos.

-¡NO me llames reina!

-Pero bueno, ¿acaso Rey tenía patentada esa palabra y nadie más te puede llamar así?, te digo reina porque de tanto escucharle a él decirte así hasta parece ser tu nombre. Vente, vamos a mi habitación, déjame llevar un par de copas y una botella de ese vino sensacional que te comenté y ya veremos si con una música deliciosa no te mejora ese carácter. Sabes que desde siempre quise esto, que estuviéramos juntos, que la pasáramos rico.

Wilberth me tomó de la mano y caminamos hacia su habitación, era la del fondo, después de la de Rey, al pasar por esa puerta solo habría querido entrar y que él estuviera ahí, que no se hubiera acabado lo nuestro y que nos amaramos como antes, con esa fuerza y esa locura que solo comparten dos amantes que gustan tanto del sexo.

Me senté en una de las dos sillas que rodeaban una pequeña mesa de vidrio en la habitación, Wilberth puso una música que no me gustaba mucho, pero que igual no pretendía que cambiara, de pronto ya no me importaba mucho lo que pasara esa noche. Acercando la otra silla al lado de la mía sirvió vino en ambas copas.

-Brindemos por una noche prometedora, porque hoy cumplo una de mis fantasías, estar contigo, levanta tu copa querida

Yo ya había bebido suficiente, sin embargo necesitaba una dosis extra de alcohol, ya estaba totalmente arrepentida de haberme ido con Wilberth. Creo que me tomé más de la mitad de la botella yo sola y de pronto solo quería que “pasara lo que iba a pasar” y largarme de ahí.

-Déjame darte un regalito

Se levantó, subió el volumen a la música y empezó a hacer movimientos con su cuerpo. La ropa de Wilberth fue cayendo poco a poco mientras él hacia una suerte de “baile exótico” que a duras penas llegaba a ser cercano a sexi, ya estaba muy borracho. Era innegable que su cuerpo era increíble, deseable, tenía varios tatuajes bastantes grandes en sus brazos y abdomen que resaltaban sus músculos, no me parecía seductor que él quisiera desnudarse solo, a mí siempre me pareció delicioso que mi hombre y yo nos desnudáramos juntos, uno al otro, conforme “calentábamos motores”, era la primera vez que estábamos juntos en plan sexual y eso no me parecía me ayudara en nada a mejorar mi deseo hacia él, pero con las pocas ganas que yo tenía de hacerlo, me pareció bien que se desnudara solo.

Serví el último sorbo de vino en mi copa, mientras lo observaba, cuando quedó totalmente desnudo pude ver su verga, estaba bastante bien, pero no pude evitar compararla con la de Rey, aquella verga era mi delirio, ésta…  bueno ésta, tendría que probarla. Su mano derecha se fue directo a su verga que ya se había empezado a poner erecta y empezó a “sobársela”, mientras me miraba, su cara decía algo como “mira todo lo que tengo, desea todo esto”, pero yo no hice intento de moverme de mi silla y él no parecía esperar que lo hiciera, solo parecía disfrutar que yo lo mirara.

-¿Te gusta lo que ves?

-Sí, estas muy bueno y lo sabes

-Estoy muy excitado

-Sí, lo veo

¿Es que acaso él no notaba en mi voz mi apatía?, él no tenía ni la menor idea de cómo seducir.

Wilberth aumentó la velocidad de su mano en su pija, se estaba haciendo la paja y parecía solo querer que yo lo observara. Solo mirar no era precisamente lo que me excitara más, lo mío era en mi piel, eso me ponía a tono para el sexo, sentir, lo mío era sentir y hacer sentir. No me parecía mala idea el show de “stripper” pero no para la primera noche.

-Tengo una fantasía y esta noche tú me ayudaras a hacerla realidad

Decidí que esperaría hasta que él se acercara a mí, yo no tenía ningún interés en tomar iniciativa alguna.

Él solo seguía masturbándose.

¿Qué diablos era aquello?, ¿fantasía de qué?, ¿Qué lo viera masturbarse era su fantasía?

Estaba fuera de sí, con una mano se pajeaba fuertemente la verga y con la otra tocaba sus huevos, parecía que se rompería sus genitales. Se dio la vuelta y puso sus rodillas en la cama, se colocó en la posición de perrito, se apoyó en una mano, manteniendo siempre una en su verga masturbándose en forma rápida.

-Tus dedos, méteme un dedito cariño

Él se levantó por un momento y sacó de un cajón un gel lubricante y lo puso a su lado en la cama, volviendo a la posición de perrito.

¿Aquello era una broma?, su fantasía era que le metiera un dedo, yo había hecho eso antes, pero había sido parte del juego, ambos excitados, desnudos en plena acción de dar y recibir placer. Yo estaba totalmente vestida, sin motivación, ni excitación alguna, aunque él era bello, mis recuerdos de esa casa y de Rey sencillamente habían acabado con mi deseo sexual, así me hubiese tomado un barril de alcohol eso no habría cambiado.

Me acerqué y más por “salir del asunto” que porque me hubiera excitado, eché en mi dedo todo el lubricante que pude y se lo metí, ese hombre gemía y no pude evitar una risa maliciosa, ese culo era una delicia, era un culo muy varonil y yo le metía mi dedo, él pidió un segundo dedo, y yo lo hice, le metí dos, mmm en realidad no estaba mal, me divertía oír sus gemidos, cuando le metí el tercer dedo y empecé a moverlos en forma circular, meterlos y sacarlos cada vez más rápido me di cuenta que ese hombre tenía una fantasía “algo particular”, bastante sencilla de cumplir y que a mí me hizo divertirme un poco, ese hoyo estaba muy lejos de ser virgen y a juzgar por el poco interés que mostraba en involucrarme en la acción, probablemente mi amigo “tenía un marica” a flor de piel… o de ano mejor dicho.

¡Como gemía!, era una zorra en acción y de pronto escuché su gemido más fuerte seguido de un suspiro profundo y mucha leche en la cama. Saqué mis dedos bastante húmedos  y lo observé atónita, exceptuando mis dedos, todo el resto de mi cuerpo estaban fuera de su fantasía, ¡vaya fantasía!, y ¿que se suponía que seguía?, ¿que yo me desnudara sola, que me masturbara y que a duras penas lograra unos deditos en mi ano también?... ¡oh no, que mierda de fantasía!

-Cariño, déjame recargar fuerzas y te voy a dar la follada de tu vida, dame solo unos minutos y sabrás como hago disfrutar ese cuerpo tuyo, Rey no me llega ni a los talones, conmigo tendrás el mejor sexo de tu vida.

Parecía haberse dormido casi de inmediato, ¡aquello era el mayor fiasco de toda mi vida!, yo no me quedaría ni un segundo más ahí, ¿el mejor sexo de mi vida?, dudo que mi querido Wilberth sepa dónde queda una concha. De seguro ha de tener más penes de silicón en su cajón que calcetines.

Pasé al baño con rapidez a lavarme las manos.

Debía salir de inmediato de ahí, antes que se despertara mi amigo, al pasar por la puerta de la habitación de Rey no pude evitar detenerme e intentar abrir, estaba cerrada, esa puerta nunca estuvo cerrada para mí, sentí una sensación de vacío, de ausencia.

Quité el seguro de la puerta y antes de abrir, con la mano en la manija, me quedé pensando, solo pensando.


Había muy poca luz, pero aún si hubiese estado totalmente a oscuras aquella sala, yo habría tenido la plena seguridad de que él estaba ahí, su olor, ese olor que me volvía loca, ese olor era de mi hombre, era de mi Rey…

-Vaya, vaya, ¿así que mi Reina ha regresado? Y a revolcarse con mi amigo en mi casa, donde tantas veces se revolcó conmigo, ¡Vaya perra que eres!, no te detienes jamás, ¿verdad?

Un balde de agua fría cayó sobre mí, mi corazón dio un vuelco, se me iba a salir del pecho, no podía respirar, me iba a desmayar, no fui capaz de hablar.

-Si alguna vez hubieses dejado de abrir tus piernas, todo habría sido diferente, todo habría sido perfecto.

Rabia, de pronto el susto inicial se convirtió en rabia al escuchar sus palabras y con una voz que yo desconocía y temblando de ira le dije:

-No, claro que yo no podía abrir mis piernas, porque solo tú tenías el derecho de abrírmelas a mí y a todas las demás con las que follabas en mis narices. Vete al demonio ¡Machista de mierda!

Me tomó los brazos con tanta fuerza que creí me los quebraría, me pegó contra la puerta, apoyando con fuerza su pecho contra el mío, su olor inundaba mi nariz y su aliento a cerveza, revuelto con tabaco, me indicaba que había estado bebiendo y cuando Rey bebía no era poco, aunque en realidad jamás le vi ebrio, tenía una alta resistencia al alcohol. El aroma de su cuerpo me fascinaba.

-Eras mía, reina, eras mía y yo esperaba fidelidad de tu parte

-¿Y yo que debía esperar de parte tuya?, porque fidelidad era un sueño, nunca fuiste, ni eres, ni serás fiel. Solo querías que yo lo fuera por tu machismo, porque estás acostumbrado a llevar el control, a que tus mujeres sean sumisas y estén tan enamoradas y enajenadas contigo que acepten ser tal cuál tú quieres. Si me pides exclusividad y fidelidad, dámelas a mí. Yo te di tanto como tú me diste, merezco recibir lo mismo que me pides. ¿Qué es lo que te molestó tanto, que seamos tan parecidos? ¿Qué yo sea tu versión femenina? ¿Con tan bajos instintos y tan liberal como lo eres tú?, tu siempre me llamaste Reina, ¿no crees que somos Rey y Reina, porque ambos somos igual de sucios y retorcidos?

Rey se apoderó con rabia de mi boca, quería hacerme callar, su beso fue el más violento que yo haya sentido en toda mi vida, su lengua entraba en mi boca y buscaba la mía, se enredaba con la mía, mi corazón volvió a latir en forma frenética, no quería desarmarme tan pronto, pero sentir su lengua en mi boca era una delicia imposible de despreciar, cuando él aflojó un poco sus manos de mis brazos, yo los saqué de inmediato y rodee su cuello, entrelazando mis manos en su nuca, quería comérmelo, su boca era mi locura, sus besos eran alucinantes, pero él quería someterme, tomó de vuelta mis brazos quitándolos en forma violenta y poniéndolos a ambos lados de mi cabeza, prensándolos contra la puerta, donde ya mi espalda estaba a punto de hacer un agujero de tanta presión que él ejercía en mi cuerpo. Su beso se hizo más intenso, llegando a ser casi doloroso, mordisqueaba mi boca, me rompería la boca si continuaba “comiéndomela” de esa manera.

Dejó libre uno de mis brazos para poder meter el suyo bajo la falta de mi vestido, me apretaba las nalgas con fuerza, con tanta que parecía querer explotarlas, mi mano libre empezó a tocar su zona genital, ¡lo sabía!, él estaba erecto ya, se separó un poco de mí, buscó el interruptor de la luz y la prendió.

Su rostro estaba totalmente desencajado por la rabia, sus ojos eran hielo, su expresión era clara, esa noche él podía ser el hombre más rudo del planeta y yo sería su víctima.

Vestía solo una camiseta sin mangas y bóxer, como usualmente estaba cómodo en casa, pude ver claramente su erección por encima de la delgada tela.

Debí aprovechar ese momento y huir, o debí gritar, debí hacer algo, pero lo único que quería era sentir a Rey, sabía que él castigaría mi cuerpo, pero aún el más fuerte de sus castigos valdría la pena por estar una vez más con él.

-Quiero ver con toda claridad tu cara, quiero ver a mi puta sometida, dominada, castigada

Odiaba que él se dirigiera a mí con ese tono de desprecio, no pude evitar lanzarle un dardo venenoso…

-¿Eso es todo lo que tienes? ¿Brutalidad?, tanta basura que pregonas y ¿debes tomarme por la fuerza?, ¿el hombre más seductor del mundo ya no seduce, ahora somete?, adelante entonces, porque solo así podrás tenerme de nuevo.

Pero era una total mentira, aun si él abriera esa puerta y me dejara ir yo me quedaría.

Por un momento creí ver en sus ojos sentimientos hacia mí, por un momento vi esa mirada que parecía cercana al amor hacia mí, pero al instante esa expresión de odio volvió a instalarse en su cara, esta vez me tomó por la cintura y me llevo a su cuerpo, azotándome contra sí mismo, con una destreza absoluta sacó mi vestido por mi cabeza, escuché clarito el sonido de la tela rasgándose, mi boca estúpida diciendo lo que no debía, había despertado a esa bestia que habitaba en él.

¿Sentí miedo?, ¿pánico?, increíblemente sentía unos deseos descomunales, incluso de sentir la rudeza de él, mi vestido se había arruinado probablemente, pero solo sería un daño colateral, la excitación que estaba apoderándose de mi lo valía.

Mi sostén corrió la misma suerte y terminó arrojado al suelo, pero me di cuenta que antes de tirarlo, él lo observó, lo detalló, era su color favorito, él amaba ver mi ropa interior y yo inconscientemente, desde que habíamos terminado nuestra relación solo compraba la que sabía que a él le gustaba.

Mis senos desnudos estaban totalmente apretados contra su pecho, las manos de Rey hacían una fuerte presión en mi espalda, él solo cedió un poco la presión para ver mis pechos, mis pezones ya se habían endurecido totalmente, delatando lo mucho que ya estaba excitada.

-Las tetas de mi reina, como me gustan estas tetas y son mías, que nunca se te olvide que son mías

Me estremecí, si no dejara en evidencia mi urgencia, le habría pedido que no hubiera más preámbulo que me poseyera en ese momento, mi necesidad y urgencia de él era mucho mayor que la rabia que me daba su actitud grotesca hacia mí.

Su boca se apoderó de uno de mis pezones y luego del otro, pero la fuerza con que me los chupaba y la rudeza con la que mordisqueaba mi carne me estaba lastimando, estaba succionando muy fuerte, mamaba fuertemente mis tetas, sin dejar espacio alguno sin que su boca se ensañara. Por un momento pensé golpearlo, empujarlo, me estaba lastimando, sin embargo ese castigo al mismo tiempo mandaba oleadas de placer a mi cuerpo, todas mis terminaciones nerviosas se despertaron, mi concha estaba a mil, sentía como se me iba humedeciendo… ¡realmente estaba excitada! Mucho, mucho.

Yo sabía perfectamente que él estaba dejando marcas en mi piel, veía como mis pechos empezaban a tener marcas rosadas intensas, casi rojas. Por la forma en que él mamaba todas las zonas de mis tetas, él quería dejarme precisamente ese tipo de huellas, de seguro por varios días no se me quitarían, quería que le recordara, quería que me enojara cada vez que viera lo que me había hecho, pero yo sabía que cada vez que las viera, e incluso cuando se quitaran las recordaría con excitación, porque su boca aun con esa violencia solo lograba placer en mi cuerpo, porque su contacto en mis pezones lograba disparar el deseo absoluto en mí.

Seguía con su castigo y lo había hecho más intenso, yo iba a pararlo, cuando de pronto empezó a chupar suavemente cada futuro morete en mis tetas, ponía mucha saliva y pasaba su lengua en forma endiabladamente erótica, sentí que con cada “lengüetazo” que me daba surcaban hilos invisibles de electricidad por mi cuerpo, mis piernas ya no me respondían, temblaban, fue a uno de mis pezones, quizá el más adolorido y se quedó en él mamando suavemente, pasando su lengua y chupando como un bebé que ya no tenía hambre, que ya solo quiere mantener el contacto.

Bajó la guardia y yo aproveché ese momento para deslizar mis manos a su bóxer y en un descuido suyo bajé, puse mis rodillas en el suelo y tomé su verga, mi verga, esa que me hacía llegar al cielo, esa que me había enseñado a llegar a límites insospechados de placer, si yo lograba un par de minutos en su verga, lograría doblegarle, él mismo me había enseñado como follarle literalmente su verga con mi boca, él no opuso resistencia, esa polla estaba totalmente dura, la metí en mi boca, hasta lo más adentro que pude y la saque varias veces, rápido, fuerte, pero sabía que a él lo mataba lo que haría a continuación: saque su polla y le eché encima toda la saliva que tenía en mi boca, él adoraba eso, empecé a masturbarle su verga con mi mano, esparciendo mi saliva y brindándole un masaje que lograba excitarlo mucho, la metí de nuevo en mi boca y entonces él tomó el control y me empezó a coger en mi boca con su verga dura, me atragantaba y yo no podía permitir que siguiera castigándome, así que retomé el control buscando lamerle sus huevos, que huevos más deliciosos, esas pequeñas ranuritas me fascinaban, empecé a mordisquearlos, metía uno en mi boca y le pasaba mi lengua dentro de mi boca y luego el otro, Rey gemía, yo lo estaba logrando, él adoraba el sexo oral, mi mano seguía masturbando su polla, mientras que mi boca trabajaba sus huevos, yo sentía como mi coño ya desbordaba, totalmente lubricado y dispuesto.

Sin embargo por un momento yo también quise castigarle, hacerle saber que yo no iba a ser su perra sumisa y si sus reglas de esa noche eran placer con dolor, yo también haría mi aporte. Tomé uno de sus huevos y con mis dientes lo apreté, no quería lastimarlo, pero si quería que le doliera y así fue, sentí como su cuerpo se contrajo violentamente y en menos de lo que pude reaccionar, mi espalda estaba contra el piso, él protegió con sus manos mi cabeza, pero igual mi cuerpo recibió el porrazo al caer al suelo.

¿Cómo pude desatar de nuevo su rabia?, ¿por qué siempre me movía por mis impulsos?, ¿por qué no pensaba más y mejor las cosas?, si él ya estaba tranquilo y fuera de sí con la excitación que le proporcionaba su polla en mi boca.

Él arrancó de un tirón mis bragas, el encaje cedió a  su violencia y yo me aterré.

-No Rey, ¡no lo hagas!... así no, no lo hagas, yo no te voy a dar a la fuerza lo que siempre te di con todo mi placer.

Intenté que mi voz sonara llena de enojo, pero solo conseguí una voz llena de miedo.

-Rey detente, así no… detente, para, basta, basta ya, me lastimas

A él no le importo mi súplica y abriendo mis piernas con sus manos metió su cara en mi concha, nunca su boca fue más ruda, su lengua se metía una y otra vez mandando placer a todo mi cuerpo. Sus manos lastimaban la carne de mis piernas, pero lo que hacía su boca mi clítoris lograba compensar eso.

Mi espalda sentía el frio del piso, pero el calor del resto de mi cuerpo cada vez era mayor, yo deseaba luchar contra él, mantenerme rígida y no sucumbir a él y su rudeza, pero me era imposible.

¡Cómo me mamaba ese hombre!, al igual que él exigía mucho en el sexo oral, daba mucho, esa lengua, esa lengua…

Tomó violentamente mis piernas y las puso en sus hombros, a él le encantaba el misionero, pero a mí se me hacía incómoda esa posición, así me proporcionara una penetración completa, quizá no me gustaba porque en esa posición yo me encontraba totalmente a merced de él y a mí siempre me gustaba mantener cierto control, una participación activa en cualquier posición, la penetración que Rey me dio fue como ya yo lo suponía, fuerte, muy fuerte, mi cuerpo estaba siendo “aporreado” por las arremetidas de la verga de Rey totalmente dentro de mi concha, yo debí poner mis manos en mis tetas y amortiguar un poco aquel movimiento fuerte que me parecía las despegaría de mi cuerpo, mis tetas estaban adoloridas por el castigo de la boca de Rey, pero al mismo tiempo estaban hinchadas de placer.

Rey bombeaba fuertemente, mi vagina explotaría en cualquier momento, al mismo tiempo mi verdugo apretaba mis nalgas, azotaba mis piernas y mis nalgas con sus manos, cada penetración fuerte iba acompañada de un golpe a mis nalgas o a mis piernas.

Mis gemidos habían subido de volumen, mis jadeos se escucharían en todo el pueblo, cada golpe me daba dolor y al mismo tiempo incrementaban mis gritos ahogados por mis gemidos.

Yo ya no podía más, mi excitación me superaba.

Me corrí…

Me corrí al igual que la follada que recibía, en forma violenta, grité, grité fuerte cuando sentí aquella sacudida descomunal en mi cuerpo, mi coño explotó y mi clítoris lanzaba oleadas de placer absoluto a todo mi cuerpo, mi cuerpo se contrajo fuertemente, Rey cociente de que en ese momento mi cuerpo estaba sumido en el climax total del orgasmo, en forma rápida y violenta me dio vuelta y me clavó el ano tan brutalmente que grité, él se movía rápido, muy rápido, sus jadeos se confundían con mi respiración acelerada, gemía, mi hombre gemía de placer, ya no castigaba mi cuerpo, ahora él había iniciado su acenso a lo más alto de su placer, mi culo era azotado ahora con su polla hasta lo más profundo en mi ano, el sexo anal era una de sus espacialidades y yo había aprendido con él a disfrutarlo.

Arquee un poco mi espalda y mi culo, para ofrecerle una entrada mejor a mi ano, coloqué mis manos en el frío piso y conforme él me penetraba yo sentía mis tetas moverse fuertemente, mientras de mi coño salían mis jugos, toda aquella leche que mi cuerpo ofrendaba a mi hombre, él lo sintió y lo sabía, sacó su polla de mi ano y la pasó rápidamente por mi concha tomando todos mis jugos para luego llevarlos a mi ano y seguir partiéndome el culo, él no se detendría y yo no quería que lo hiciera, mi cuerpo le daba ese placer, ya no me lastimaba con sus manos, ahora sus manos solo se apoyaban en mis nalgas para meter y sacar su verga, meter y sacar…

Él se corrió violentamente.

Su corrida fue acompañada de un grito ahogado, su cuerpo cayó rendido y totalmente sin fuerzas sobre mí, mi tetas ahora estaba contra el piso frio, mis brazos no fueron capaces de sostener mi cuerpo y el suyo y caí al suelo, su cara estaba hundida en mi cabello, ambos estábamos traspirados, nuestras respiraciones estaban totalmente aceleradas, el peso de su cuerpo casi me impedía respirar, pero tenerlo encima mío era lo único que deseaba, sentí como su polla ya se encontraba fuera de mi ano, de donde salían ríos de leche caliente, misma que bajaba hasta mi concha y de ahí al piso.

Me pareció sentir que Rey besaba mi cabello, pero no creía que él pudiera sacar ternura, después de haber explotado como un volcán en furia y en un orgasmo como el que tuvo. Por un momento me pareció sentir que sus manos acariciaban mis brazos, pero no estaba segura, mi cuerpo estaba adolorido y el peso del cuerpo de Rey sobre el mío no dejaba espacio para sentir caricias sutiles.

De pronto sentí correr mis lágrimas y en un susurro que estoy segura que Rey no escuchó dije, incapaz de evitarlo:

-Te amo Rey, siempre te he amado…


Di vuelta a la manija de la puerta y la cerré lo más fuerte que pude, tenía la plena seguridad de no cruzar nunca más aquella puerta y la única y estúpida satisfacción que me quedaba era haberla cerrado yo por última vez...