Aun quieres marcharte

Un hijo que ha vivido mucho tiempo, sufriendo como su madre lo ha cambiado por ratos de placer con otros hombres. Pero el día que él quiere irse de la casa, ella le confiesa su sentimiento ninfomano por el. ¿Conseguirá que su hijo desista de no irse de la casa?

AUN QUIERES MARCHARTE

_ Buenas noches, un boleto para la ciudad de Lima por favor

_ Si tenemos uno disponible, para las 11.30 de la noche.

_ Bien envíeme el número de cuenta, para cancelarle.

_ Listo señor, su boleto ha sido reservado. Recuerde debe estar media hora antes de la salida del bus.

_ Está bien, muchas gracias.

Repaso todo nuevamente en mi cuarto. Está listo mi mochila, y mis dos maletas de viaje. No dejo ningún tipo de recuerdo en esa habitación, excepto la cama y el catre correspondiente. Después de pasar revisión, cierro la puerta y desciendo al primer piso, para dirigirme a la puerta y salir de ese miserable lugar, a que una vez en mi vida nunca pude llamar alegremente “CASA”.

Al acercarme a la puerta, la veo a ella. Son exactamente las 10 de la noche y recién acababa de llegar de su encuentro de todas las semanas, solo que en esta ocasión la empezó desde las 3 de la tarde y no desde las 9 de la noche como siempre suele hacerlo, hasta el amanecer. Está sentada llevando la misma ropa con la que salió desde la hora mencionada antes (un vestido rojo enterizo, tacos negros, su cabello totalmente mojado sin peinar, su maquillaje ya borrado y con el cuerpo agitado y una cara de satisfacción total). Sin embargo, al verme con mi equipaje y dirigiéndome a salir, su semblante se vuelve en uno de funeral. Entonces ella toma la palabra y me dice:

_ José ¿a dónde vas?

_ No lo ves. Me marcho para siempre y no tener que seguir soportando tu comportamiento descarriado.

_ ¿Pero eso a ti que te importa, lo que hago con mi vida?

_ ¡No. no me importa, así como nunca te ha importado si yo soy feliz, viendo tu vida de puta que lleva, desde que mi padre nos abandonó!

_ ¡No vuelvas a mencionar a tu padre! Por su culpa llevo esta vida, por su culpa yo vivo en el infierno.

_ No te permito que hables de él. Recuerda cuando te encontró con mi padrino revolcándote en la cama.

Ante esta frase, ella se calló. Si en ese momento varios flashbacks vienen a mi mente (los que ayudará a complementar esta historia).

Recuerdo que cuando tenía 9 años, yo vivía con mi padre y esa mujer descrita momentos atrás, quien es mi madre ( si es que se puede llamarle así ) en esa casa de manera tranquila. Pero un día, de un momento a otro los problemas entre los dos empezaron. Desde gritos fuertes, hasta arrojarse platos, ollas y yo muchas veces me metía a llorarles para que no se peleen. Mi padre siempre me abrazaba y me llevaba, mientras ella se desquitaba conmigo, cuando él se iba a trabajar.

También recuerdo que a medida que los problemas entre ellos crecían, de la noche a la mañana, comenzó a llegar mi padrino Manuel a la casa. Este miserable que menciono, me había bautizado cuando era pequeño, pero nunca venía a visitarnos. Cuando comenzó la decadencia familiar, sus visitas a la casa se incrementaron ( casi dos veces por semana y de preferencia, cuando mi padre no estaba en la casa) observaba que la infeliz de mi madre, siempre salía a recibirlo solamente en bata o a veces con pocas ropas en donde denotaba sus tetas medianas y sus piernas bien gordas ( estoy hablando de una mujer de 1.63, trigueña, cabello largo y con los atributos que ya dije y por entonces con 30 años ) Cuando ella lo recibía, mi padrino me daba algo de dinero para que me vaya a las cabinas de internet, o a jugar al PlayStation, o lo que sea, con tal que los dejara solos, ya que según ellos debían conversar cosas de adultos y los niños no podían escuchar. Yo siendo un infante inocente les hacía caso y me iba a distraerme. Luego cuando regresaba observaba que mi madre siempre se mostraba agitada y con el cabello algo alborotado. Cuando yo le decía que había pasado, siempre me respondía de esta manera grosera:

_ A ti que te importa. No te metas mocoso de mierda.

_ Lo siento mamita.

_ Y otra cosa. No le digas nada a tu padre, sino tu padrino ya no te dará tu propina, para que vayas a jugar a los videojuegos. Te quedó claro.

Y así se mantuvo las visitas de su compadre a la casa por casi 7 meses, hasta que una mañana al llegar de la escuela, mi madre estaba con el rostro golpeado y llorando. Mi papá estaba con sus maletas y se estaba marchando de la casa y me dijo que me alistara, que nos íbamos de ese lugar. Sin embargo, yo no quería irme con él y corrí a abrazar a mi mamá. Mi progenitor viendo esto, se marchó y por un tiempo no volví a verlo.

Mientras yo me acercaba a ella a decirle que paso, porque papá le había golpeado y me comentó que se volvió loco y siempre le celaba por todo. Ahora los dos debíamos empezar una nueva vida solos y ella se vio obligada a buscar un trabajo que le de los ingresos para vivir.

Durante un tiempo ella siempre permanecía en la casa, sin ver a nadie, y por supuesto que las visitas de mi padrino, ya no volvieron a ocurrir ( me enteré que se había escapado a otra ciudad) Pero a la ausencia de este, llegaron sus amigas, quienes le metían ideas carnales en su mente, que debía salir, que era joven, que no debía dejar de disfrutar de su belleza y todo eso. Y entonces comenzó con su vida nocturna.

Conforme pasaba el tiempo y yo crecía, observaba que todos los sábados ella siempre se alistaba para salir y no volvía pasada la madrugada. Muchas veces yo no dormía con tal de esperarla y cuando esto sucedía, llegaba mareada o bien abrazada de algún hombre que la dejaba en la casa. Pero un año después de que mi padre nos dejó, en una de sus clásicas salidas, ella llegó en un taxi y tocaban a la puerta. Estaba totalmente borracha, sin tener conciencia de nada y el taxista (un hombre moreno y alto hasta donde recuerdo) la traía en sus brazos. Yo asustado le dije que le había pasado y el tipo ese, me dijo:

_ ¿Dónde es la habitación de tu mamá?

_ ¿Qué le pasa a mi mamá?, le decía llorando

_ Tranquilo chico, solo que está muy mareada y no puede levantarse.

_ Es por aquí. Y le enseñé su habitación

Una vez que llegamos, el taxista me dijo:

_ Un favor choche. Anda mira mi carro que no se lo lleven sí. Es más, siéntate dentro y cuida.

_ ¿Y usted que va a hacer?

_ Nada solo acomodo a tu mamá en su cama y luego te alcanzo. Pobrecita como esta y tú no podrás con este trabajo.

Como todo niño inocente, salí de la casa hacia el taxi, lo abrí y me senté a esperar.  Observé también como este tipo cerró la puerta de la casa, y no salió pasada una hora. Cuando lo hizo, se estaba acomodando el cinturón y al acercarme me dijo.

_ Gracias chico. Ya tu mamá esta descansando. Déjala que duerma hasta mañana.

El taxista se fue y yo corrí al cuarto de ella y cuando entré, la vi totalmente desnuda, apenas cubierta sus pechos con la sabana y también debajo del colchón, que había un condón conteniendo semen (era la primera vez en mi vida que miraba uno). Yo no quería despertarla, así que la cubrí y me fui a dormir.

A la mañana siguiente ella me llamo gritando y me preguntó cómo había llegado a la casa. Le conté que la trajo el taxista y que se quedó con ella y en vez de mostrar una cara de vergüenza, al contrario, me dio dos cachetadas diciéndome:

_ ¿Por qué permites que un desconocido, me suba a la cama? Eso es para que aprendas.

Y así cada semana salía, sin importarle como llegaba o con quien llegaba. Pasaron los años y esta vez, empezaron a llegar otros tipos a la casa, con quienes tomaba y bailaba descaradamente y cuando a mí me veía acercarme, con su mirada me ordenaba irme a mi cuarto. Yo obedecía y posteriormente en la noche, escuchaba desde su habitación, claro a puerta cerrada, bastantes gritos fuertes (eran sus gemidos incontrolables).                     En otra ocasión le preguntaba porque lloraba muy fuerte y me respondió, con otra cachetada.

_ Eso es para que no andes escuchando lo que no debes. A dormir.

Desde ese momento dejé de mirarla con aquella ternura de hijo y empecé a detestarla. Mi madre lejos de ir al colegio a verme actuar, a recoger mis libretas o a las reuniones, prefería su vida nocturna y a veces cuando alguno de sus amigos le fallaba o se quedaba plantada, venía y conmigo se desquitaba por la más mínima cosa.

Cuando cumplí los trece años ocurrió una cosa que marcó mi total distancia con ella. Recuerdo que llegó un tipo a esperarla para salir y ella se estaba alistando. Ese día era mi cumpleaños y le pregunté, si no iba a estar conmigo. Ella simplemente me dijo:

_ ¿Qué quieres? ¿Globos, payasos, mazamorra?? Ya estás grande para celebrar cumpleaños.

Entonces enojado le dije.

_ Prefieres irte de nuevo a revolcarte con otros hombres. No te dejaré ir.

Y fui y me planté en la puerta. Ella bajó enojada y le dije que no saldría de la casa. Entonces el tipo se levantó me tomó del brazo e intento apartarme a la fuerza. Entonces le di una patada y él con total furia, me dio un puñete en todo el estómago. No contento con esto agarró su cinturón y me dio de correazos. Mi madre lejos de detener el ataque, solo observaba, y cuando el tipo se cansó de castigarme, me dijo:

_ Eso es para que otra vez aprendas a respetar a tus mayores.

Y mi madre, solo dijo:

_ La próxima vez, yo encima te doy más duro. Me oíste.

Al final se marchó y no volvió pasada la madrugada y como siempre llegaron los dos, se encerraron en su cuarto de ella y otra vez los gemidos.

¿Me mordía las manos para no desgraciarme?

No sé porque soportaba esta vida de mierda que me daba ella, tal vez porque a veces había momentos de ternura a su lado, o por el hecho de que no quería dejarla sola, me imaginaba que esa vida que llevaba era típica de una mujer infeliz, desdichada que buscaba consuelo en los brazos de otros tipos, del licor, del baile, de lo que sea. Pero lo que si sabía es que solo hacía sus cosas pensando en ella y no lo que pensaban los demás. Por ello desde entonces, paraba más tiempo fuera de la casa, no llegaba hasta entrada la noche, me iba por allí a tomar unas cervezas, fumar con mis amigos, lo que sea con tal de no volver a ese lugar. Y como era de esperarse, en otra ocasión, era un sábado casi por las 3 de la madrugada, en la cual regresaba de un tono que había hecho un compañero de la clase y cuando ingresé, había un silencio total en todo el lugar.

Pensando que no había llegado ella, vi que la luz del baño estaba encendida. Me acerqué pensando en que tal vez la había olvidado encendida antes de irme y fui para apagar la bombilla, pero en eso veo que adentro, estaba un tipo aproximadamente de unos 60 años, algo conservado, totalmente desnudo y miccionando en la taza. Al voltear y verme, observaba que su pinga estaba aun semi erecta y al estar cara a cara, solo me dijo:

_ ¿Te gusta lo que vez, eh pequeño mariquita?

_ Con esta pinga, hago feliz a la zorra de tu madre.

No respondí al sarcasmo y me alejé. Momento más tarde escuché de nuevo los gemidos incontrolables de ella y como siempre no podía consolar el sueño.

Si se preguntan ustedes estimados lectores si es que me ponía arrecho escuchar como mi madre gemía cuando estaba con sus amantes, la respuesta era lógica. NO . Y todo debido a que, en mi corazón, nunca pensaba a llegar tener que ver a la mujer que me dio la vida, con ojos de mujer y encima puta. A pesar que ya era un vago, que me hice al pensar que, si ella es feliz, cachando con quien se le da la gana, yo no tenía por qué meterme, que el día menos pensado, agarraba mis cosas y la mandaba a la misma mierda, para que siga con sus perradas.

A la mañana observé que estaba ese viejo, ( por cierto, muy feo, desmuelado, barbón, negro ) estaba sentado en la mesa tomando desayuno. Antes de que dijera los buenos días, ella se adelantó a decirme:

_ Desde hoy, Alfredo se queda a vivir con nosotros. Espero que le obedezcas en lo que te dice.

No respondí a su duda y me salí de la casa. Aquel tipejo se quedó viviendo con nosotros como cerca de cinco meses, en donde hacía lo que quería. Andaba desnudo, se emborrachaba junto a mi madre, hablaba groserías e incluso en dos ocasiones los encontré, cuando ella le estaba chupando la pinga, como toda una poseída en la sala a él y como le inundaba la cara con su leche. Yo solo me pasaba de lado, sin haber tenido la más mínima excitación por ella.

Después del tiempo que mencione, ese viejo se fue sin decir nada y otra vez ella a intentar desquitarse su decepción conmigo. Esta vez no me dejé y terminé por gritarle:

_ ¡¡YO ACASO LES DOY MI CULO A ELLOS!! ¡¡ TÚ QUE HARÁS PARA QUE VENGAS LUEGO A MÍ A CULPARME QUE NO SEPAS CONSERVAR A TUS MARIDOS!!

Ella me botó de la casa, pero no me inmuté. Pude conseguir la dirección de mi padre y pese a que tenía una nueva pareja, pude hacerme un costadito y vivir tranquilo. A las pocas semanas de haber llegado, fue cuando le hice la pregunta que me consumía:

_ Oye papá ¿Por qué te separaste de ella?

_ En serio ¿quieres saberlo?

_ Sí

Mi padre guardó silencio unos momentos. Luego continuó.

_ Hace 7 años, cuando esa vez llegaste de la escuela y viste a esa señora golpeada la cara, fue porque momentos antes había llegado a la casa, debido a que en la oficina no había luz eléctrica y por ello regresé temprano. Pero cuando entré observé algo que no perdoné de esa desgraciada.

_ ¿Qué viste papá?

_ La vi a ella desnuda en la cama, teniendo relaciones sexuales con tu padrino. Puedes creerlo, en mi propia cama ella estaba cachando con mi compadre y encima cuando me vieron, se pusieron atrevidos, me dijeron lárgate, que nos estás mirando.

_ ¿Y qué hiciste papá en ese momento?

_ Pues me armé de valor y a esa mierda, lo agarré del cuello y le di dos puñetazos, pese a que ella trató de defenderlo. Nos dimos un par de golpes, pero pude sacarlo de la casa desnudo, tirando su ropa primero. Luego regresé y a ella, le empecé a dar de golpes, mientras le gritaba zorra, puta, así me pagas todo lo que hice por ti.

_ ¿Y por qué no te denunció papá?

_ Sabía que iba a perder si hacía eso. Yo podía echarla de la casa y todo, pero preferí llevarte a ti. Pero tú que no sabías nada y por no quererte lastimar la moral, pues me callé. Lo demás que ha hecho con su vida ya lo sabes.

A mi viejo le conté que sabía que ella se revolcaba con mi padrino, ya que cada vez que venía esa cagada a verla, a mí me mandaban a jugar por allí, como cerca de dos horas, mientras los dejaba solos. Mi padre tomó las cosas con calma.

Luego de 4 meses viviendo con mi viejo, un día por la calle me encuentro con mi madre, quien al verme se acerca y me abraza llorando:

_ HIJO POR FAVOR, REGRESA A LA CASA, TE EXTRAÑO MUCHO. PROMETO NO VOLVER A SALIR POR LAS NOCHES, PERO VUELVE CONMIGO.

Al final el corazón de hijo me ganó y terminé regresando a la casa.

Pero dicen que los mañosos nunca aprenden, solo descansan. Pues nuevamente la vida nocturna la llamaba y terminó por ceder. Sabía que cualquier comento eso iba a ocurrir, solo tenía que estar preparado. Pero ahora sus salidas solo eran por las noches, pero no volvió nunca más otro tipo a la casa. A menos eso creía, pero en mi fiesta de promoción, ocurrió otro hecho vergonzoso.

A ese evento ella me acompañó con una falda corta y ajustada, acompañado de una blusa bastante apretada, tacos y un maquillaje labial muy carmesí. Sabía que ese look tiraba para su comportamiento puta, pero aun así permití que fuera conmigo al baile de promoción, como mi pareja. Llegamos y nos sentamos en una mesa, junto a otros de mis amigos y sus familiares.

Durante toda la ceremonia, veía que ella no dejaba de tomar champagne, vino y otras bebidas que se servían durante la velada. Po supuesto que varios de mis profesores asistentes, así como los papás de mis compañeros, la sacaban a bailar y ella sin descaro se movía como si fuese la estrella de la noche. Las horas seguían y casi ella se fue a sentarse a lado de un profesor mío (ya un cuarentón soltero) y no dejaban de reírse, bailar y conversar muy pegaditos. Yo estaba con la cara de vergüenza y cuando me fui al baño un momento (más que orinar, era a gritar y pegarme a mí mismo) por sus actitudes de mi desvergonzada madre. Cuando volví no la encontré en el local ni a ella ni al profesor. Pasaban los minutos y seguía buscándola, sin éxito alguno. Después de dos horas y ante la mirada que me daban mis amigos (más de lástima que de desprecio) agarré mi saco y me vine a la casa solo. Pero cuando ingresé, y al caminar unos pasos escuché nuevamente los gemidos de ella y al acercarme, comprobé lo inevitable. Ella estaba en la cama desnuda y abierta de piernas, mientras que el profesor mencionado, también desnudo, estaba penetrándola piernas al hombro. Los dejé y lleno de rabia, me salí de la casa a caminar por allí, hasta que amaneciera.

Cuando volví a mi casa, ni bien abría la puerta, observaba que mi maestro ya estaba por irse, y se acomodaba de paso, el saco y el pantalón. Al verme cara a cara, solo hizo una mirada algo caída y terminó diciéndome:

_ Lo siento José. No pudimos resistirnos. Te deseo mucha suerte en tu vida futura. Adiós.

Mientras este mal nacido se iba, ella roncaba como si nada hubiese pasado.

Finalmente tomé la decisión. Faltaban solo 4 meses para cumplir la mayoría de edad y, por consiguiente, me largaría oficialmente de esa casa, sin que ella pueda decidir o pelear mi custodia.

Mientras el tiempo pasaba, iba por allí haciendo pequeños trabajos para ganarme algo de dinero y así tener mi pasaje para irme a la capital, lejos de esta existencia mal cagada que me rodeaba. Finalmente, gracias a un contacto de un amigo, este me consiguió chamba en Lima, como ayudante de mecánica. Ni bien me lo dijo, solo esperaba el momento, hasta que se cumplí mi fecha de recoger mi DNI y por consiguiente ya podía viajar a la ciudad capital.

Y por fin, después de 9 años, el día de irme, había llegado.

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_ Mi padre me lo contó todo, la forma en que te vio con él y yo encima creyéndote y quedándome a tu lado.

_ Tu padre no sabía complacerme, por eso tu padrino decidió ayudarme.

_ Y cuando él te dejo, búscate a otros hombres verdad. Ya olvidaste las veces que trajiste a tus amantes a esta casa, las veces que me humillaron, me golpearon, y tu encima te desquitabas conmigo cuando te dejaban plantada. Eso yo no lo he olvidado.

Mi madre por primera vez en su vida, se llevó las manos a la cara y comenzó a sollozar. Aun así, continué mis pasos hacia la puerta.

_ José, por favor hijo, no te vayas de la casa. Si tú quieres yo ….

_ Ya no me prometas nada, que todo lo que tú dices es mentira tras mentira.

_ No hijo. Esta vez quiero decirte algo

_ Qué, que se te apareció el ángel Gabriel y te ha dicho que estas embarazada del espíritu santo.

_ No hijo es la razón por la cual, siempre busco hombres para satisfacer mi ninfomanía. Eso querías escuchar, que tu madre es una puta que no puede vivir sin tener una pinga dentro de su concha o culo. Pues ya lo sabes

_ Digas lo que digas, no vas a hacer que cambie de opinión.

_ Y sabes quién es el verdadero culpable por lo que salgo en las noches. Eres TÚ.

Me quedé helado al escuchar eso ¿Qué estaba diciendo esta infeliz?

Ante mi silencio, ella continúo.

_ He cierto que he sido una mala madre, que nunca te hice valorar como mi hijo, que puse a otros tipos por encima de ti, pero para mí era un verdadero calvario, el ver que cuanto más te trataba mal, más te apegabas a mí. Piensas que las veces que te grité, que te golpeé como una loca, en el fondo yo no sufría y lo más terrible de mi dolor, era que tú crecías y te volviste un hombre y yo observaba como era tu cambio. Muchas veces te imaginaba con tu bello cuerpo, acercarte a mí, a abrazarme, besarme, decirme que me amabas, que me hacías tu mujer y sin querer me fui ilusionando una idea pecaminosa. Ay José ya no puedo más hijito. ¡¡SIEMPRE ME HAS ATRAÍDO COMO HOMBRE!! y por esa razón, salgo con cualquier idiota, solo para desterrarme ese deseo sexual que siento por ti.

Cuando ella terminó de hablar un frío inerte me cubrió ¿Acaso estaba mintiendo como otras veces que solía hacerlo o esta vez hablaba la verdad?

Mi cabeza era un rompecabezas, en donde siempre la última ficha es imposible de encajar. Fue ella quien nuevamente rompió el hielo.

_ Ahora entiendes todo. Si te hubiese hecho mi hombre hace tiempo atrás, nada de esto se hubiese seguido dando.

_ Yo no sé qué decirte. Creo que después de lo que me has confesado, no debo seguir a tu lado.

Vi que ella esta vez se quedó muda. Entonces al intentar salir sin mirar atrás, ella me toma de la mano y me dice una palabra, con mucha ternura y amor (era la primera vez que me decía una palabra en ese modo subjetivo)

_ Ven

Una vez en su cuarto, ella me tomó de la barbilla y me dijo.

_ Quiero que antes que te vayas, me hagas el amor, aunque sea una vez.

_ Pero mamá yo???

Ella sin pensarlo dirigió su mano a mi bulto. El cual era bastante visible. Al tocarme ella, sentí como un terrible escalofrío. Pero yo no dudé, en dirigir mis manos a sus pechos.

Ella me masturbaba debajo de su vestido, el cual era perfecto para su ímpetu actual. Yo acariciaba sus pechos, sobre esa prenda. Lentamente corrí los breteles, hasta que finalmente quedo del pecho para abajo desnudo. Y vi sus hermosos pechos, sus pezones erectos… era todo un sueño.

Sin pensarlo dirigí mi boca a ellos. Antes de rozarlos con mi boca, ella ya estaba gimiendo. Al tocarlos con mis labios, me abrazó, y se dejó caer sobre la cama. Ahí comenzaría todo. Me acomodé sobre ella. No dejaba de besar sus pechos, morderlos, pellizcarlos… ella ya había buscado mi pene por debajo de mi pantalón. Sus palabras eran:

_ no pares mi amor, seguí, soy toda tuya…

Me estaba volviendo loco. Me paré. Y me desnudé quedando a la vista con mi pene erecto. De un solo empujón le saqué el vestido. Y sentí una oleada de perfume de mujer excitada. Fui directamente a su boca. Nos besamos como nunca lo había hecho con alguien. Mientras frotaba mi pene, sobre su vagina húmeda, ella movía sus caderas. La miré a los ojos, y dirigí mis manos a su centro de placer. Lentamente le saqué su tanguita. Y llegué a sentir su calor con mis dedos, la penetré con mi dedo.

– ¿Dónde aprendiste esto mi niño? - –

Ella no dejaba de gemir. La masturbé por unos minutos. Hasta que le saqué mis dedos y los coloqué en su boca. Me los limpió como una buena puta que era.

Y lentamente fui con mi boca, a su centro de pasión. El aroma era penetrante. Pero sin pensarlo, comencé a lamer su vagina. Ni bien sintió el contacto de mi boca con su sexo, comenzó a gemir, como en aquellas noches de lujuria con sus amantes de turno, solo que ahora yo sentía ese rico olor y sabor. Mi lengua la estaba violando. Y no dejaba de gemir, hasta que llegó a un orgasmo, sentí todos sus jugos en mi boca.

Casi rogándome me dice que la penetre. Sin pensarlo, me pongo sobre ella, y tomo mi pene, y le rozo intencionalmente sobre su vagina, hasta que ella misma me lo agarra, y se lo mete brutalmente. Sentí que estaba en las nubes. Ese calor era increíble. Comenzó un movimiento majestuoso, si bien en la práctica era una verdadera ninfómana, ahora yo la veía como una princesa en la cama. Yo la acompañaba. Me rodeó con sus piernas, y brazos. Yo seguía con mis movimientos, hechizado por la pasión de mi madre, abraza muy fuerte y llegó a un hermoso orgasmo, el cual me provoca que acelere mis movimientos de penetración, ya son con locura.

Se siente el golpe de nuestra piel, y nuestros jugos. Me abraza otra vez con mucha fuerza, y yo siento que estoy a punto de estallar… y con fuertes movimientos derramo todo mi semen dentro de ella, gozo…

_ Dios mío…

_ ¡Qué hermoso!

Caigo rendido sobre su cuerpo desnudo, me suelta y se relaja. Me mira a los ojos. Y me dice:

– Esta noche por primera vez, alguien me hizo el amor. Y ese has sido tu hijito.

Antes que yo diga algo, me tapa la boca con sus dedos tiernamente. Me pide que no salga, que me quede, que me quiere sentir. Yo podía creer lo que había pasado. Pero realmente fue estupendo. Nos habíamos olvidado de todo, y de todos, en esos minutos.

Hasta que yo comienzo levantarme y me siento al costado de la cama. Y ella se tapa con la sabana. No dijimos nada.

Yo estaba llorando y murmurando, entonces le dije que no debimos hacer esto, ella apartó un poco la sabana y metía su lengua en mi boca, pasándola suavemente por mis labios, mientras que una de sus manos, tocó las mías y me llevó a sentir su clítoris duro cuando lo tocaba, ese olor que despedía era fenomenal nuevamente, de pronto me desnudé en un santiamén y después de hacerlo, sentí que con su mano suavemente me guiaba para que quedáramos en un 69, fue una delicia sentir la punta de su lengua recorrer mi glande, como chupaba suavemente y lamia. Mis dedos exploraban entre sus nalgas hasta encontrar su culito, lo tenía bien apretadito, pese a su constante vida sexual semanal, sin embargo, con la saliva con que me comía ese hoyito, fue fácil introducirle un dedo, mientras le metía hasta lo más profundo mi lengua en la vagina.

La acomode de a perrito y le comencé a rozar la punta de mi pinga por la raja, ella gemía y me pidió que se la metiera despacito, la fui metiendo lo más lento que pude, era una dicha sentir ese hueco húmedo ajustado a mi verga, la fui empujando lo más lento que pude hasta que se la metí toda. Pese a que estaba cansado, las energías volvieron como por arte de magia.

En ese momento ella comenzó a moverse de que manera, espectacular movía sus caderas, se alejaba y se acercaba, ella misma se lo metía y sacaba hasta que sentí chorrear todos sus jugos por mi pene, se la saqué y comencé a tocarle el ano con la punta de mi sexo, me dijo que siempre le dolía cuando la penetraban por ahí, le dije que se relajara y comencé a explorarla con el dedo mientras nos abrazábamos y nos besábamos, con una mano acariciaba sus tetas y con la otra ya le había metido un dedo y le estaba metiendo el otro, estuvimos un ratito así, después le metí el tercer dedo, mientras le seguía besando y acariciando, la acomode suavemente, ella quedo boca abajo le levante un poco la pelvis y le lamí el ano, provocándole que dijera palabras como:

_ ¡Oh mi niño! Sigue así, cómeme el culo.

_ ¿te gusta eh? Dime cuantas pichulas han entrado por ahí

_ muchas, pero la tuya era la que faltaba

_ quieres que te la meta, eh putita.

_ sí mi amor, rómpeme el ojete.

después se la comencé a meter despacito ella dio un grito de dolor, pero no se retiró se la seguí metiendo hasta que mis huevos golpearan sus nalgas, se la moví en todos los sentidos y que ricura su hoyito caliente, que me retenía la pinga por bastante tiempo, hasta que estuve a punto de explotar le dije que ya iba a eyacular, entonces ella apretó más y yo, en medio de mis espasmos, expulsé mi leche caliente en sus entrañas.

No sé cuánto tiempo estuve encima de su espalda, que cuando saqué mi pene de su culito, este hizo un sonidito, que le arrancó un gemido a ella. Ella se echó en la cama y me dijo

_ Dime hijito. ¿AÚN QUIERES MARCHARTE DE MI LADO?

Esas palabras me hicieron volver a recordar la realidad. Y la miré y dije entre mí

_ Ella no ha sido mi madre. Solo una arrecha que se quiso quitar la espina de tener sexo con su hijo.

Sin decirle nada, me cambié rápidamente y vi en mi celular que faltaba apenas 20 minutos para ir al terminal y abarcar mi bus que me llevaba a la capital. Sin decirnos adiós, solo nos quedamos mirando unos cuantos minutos, mientras nuestras lágrimas se contenían.

Lo siento, pero esta ha sido nuestra historia y así debe terminar.

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EPÍLOGO

José salió rápido de la casa y pudo conseguir un taxi justo a tiempo. Carmen simplemente se puso una bata y salió a la puerta a ver al hijo que se marchaba sin decirle adiós ¿Tal vez por pena, por cobardía o quizá por rencor? Esa pregunta nunca tendría respuesta.

Cuando ella llegó a la puerta, el auto comenzaba su marcha y apenas pudo observar, como el vehículo seguía una ruta directa, de dos cuadras, para luego voltear a la mano izquierda y con ella dejarse engullir por los postes de luz y las calles de la ciudad.

Nunca más volvió a verlo.