Aún no me lo creo (08)

Tras ir a reponer fuerzas, vuelvo cargado de ilusiones y con unas vistas maravillosas...

Reconozco que las cinco de la tarde no es una hora normal para la merienda y aunque mi presencia ahí era más que aceptada tuve que hacer un hueco en mi agenda para comer algo. Estaba muerto de hambre, y eso que pocas horas antes nos hinchamos de pizza. Además, debía alejarme de esos vampiros antes que me chupasen toda mi sangre y me viese obligado a huir de mi propia casa. Meriendas las hay de muchos tipos, pero sobretodo se pueden clasificar en dulces y saladas. ¿Qué tipo de gente merienda dulce? Que tipo de sacrilegio es eso, la merienda es el momento de comerse un buen bocadillo. Hagamos apología del jamón y el chorizo ibérico. Mucho no viene a cuento ¿no?. La verdad es que no. No sé que coño hago hablando de chorizos, lo de jamones tenía un pase. En fin, retomemos el ritmo normal de la historia, que si bien la merienda no era una vil mentira, si estoy seguro que resulta menos interesante. No daba crédito a mis ojos. Cuando salí al jardín me encontré con cinco ninfas entrelazadas y con los cuerpos mezclados de tal manera que podrían haber llegado a perder la noción de su propio cuerpo e incluso a desconocer de quien coño era ese ídem. Algunos dirán que ese era el momento de apuntarse a la fiesta pero seguro que de haberlo hecho nunca jamás habría podido disfrutar de semejante espectáculo. Imaginaros estar tumbados en una hamaca comiéndoos un buen bocadillo, con una cerveza helada en la mano mientras cinco tías se están quedando sin saliva de tanto lamer a escasos centímetros. Dulces recuerdos…, si señor. Pero no me explayaré en las aventuras de los demás que suficiente hay con las mías. Y las mía no tardaron en volver. Bárbara me las trajo. Muy disimuladamente se apartó del grupo a la que pudo y se puso al lado de mi hamaca a escasos centímetros de mí: -"¿No se suficiente buena fiesta para ti?" -"No es eso mujer. Pero la vista también es buena". -"Bueno, supongo que no te podemos exigir más". -"Por lo que a mi respecta tendréis más". -"Me alegra oír eso. ¿está fría la cerveza?" -"Si, ¿quieres?" -"Dame un traguito, aunque no me gusta mucho" - bebió un poco-"uafffff. ¿Como te puede gustar esto?" -"Está buena, más en verano y fría". -"A lo mejor te gusta más así"-y empezó a echársela por las tetas resbalando por todo su cuerpo - "Bébeme". Fue una orden más que una petición y como buen ciudadano me sentí con la obligación de cumplir y empecé a darle unos lametazos de escándalo. Quiero que quede claro que en esa posición resultaba realmente complicado y aunque el mismo frío de la cerveza ya conseguía hacerla estremecer no creo que recordase eso como uno de los momentos más excitantes de su vida. -"Tengo que devolverte el favor". ¿Y que hizo? Pues eso, devolverme el favor. Se puso de rodillas en la punta de la hamaca y empezó a hacer faena. Lengua por aquí, lengua por allí y yo como una moto. No iba a resistir mucho. Cerré los ojos y me dejé llevar, convirtiendo su lengua en mi única realidad. -"¿Qué haces?" -"Yo, nada". -"Maldito cerdo. Eres un chico malo. Ibas a dejarme sin mi ración de sexo". -"Yo…" -"Nada. Ni se te ocurra dar una excusa. Ahora mismo me echas un polvete". Se sentó encima de mí y después de darme un beso muy cariñoso me cogió la polla con la mano y empezó a menearla, como si comprobase que la rigidez era la necesaria para los menesteres que nos iban a entretener. Que nadie dude que existía tal rigidez o consistencia. Muy suavemente se la metió y se me quedó mirando con una sonrisa que aún no sé como calificarla. Medio pícara, medio endiablada…, como posesa. Yo esperaba que empezase a moverse, pero parecía querer hacerse esperar. Simplemente me miraba y sonreía: -"Ya eres mío me dijo". Y empezó a moverse. Arriba y abajo. Adelante y atrás. Apretando las piernas y aflojando. En fin, no sabía donde coño estaba ni donde la tenía. Notaba tal cantidad de sensaciones en mi "hermanito" que mi joven cerebro no podía captar ni computar más información que no fuera lo que aquella mujer me estaba haciendo sentir. Oímos unas quejas por lo que estábamos haciendo, pero no les hicimos mucho caso. Supongo que nos reprocharon que alguien se me tirase sin ganárselo de modo alguno, con algún tipo de juego. Y aunque reconozco que yo era el único ganador de cualquier juego que propusiesen no estaba decidido a someter todos mis polvotes a la voluntad de mi hermana. Coño, aquello estaba de puta madre y me daba igual no haber pasado ningún puto trámite. ¡Que gritos! Menudo espectáculo ver a esa mujer corriéndose. Menudo escándalo armó. Al principio hasta me asusté y llegué a pensar que le pasaba algo malo, cuando lo único malo que pasó fue la envidia de las demás: -"Y yo, ¿qué pasa?, ¿No tengo derecho a lo mismo?". -"Eva. No te lo tomes mal. Pero entenderás que la cosa ya no está para más por ahora". -"Lo entiendo. Pero tanto Bárbara, como Cristina, como Nuria han tenido su parte". -"Bien, tu también la tendrás. Aunque no ahora, por favor". -"Tranquilo. Sólo propongo una cosa. No se te tira nadie hasta que lo haga yo". -"Je, je. No sé que pensarán ellas, a mi me parece bien. ¿Chicas?" -"Después de esto"-contestó Bárbara-"puedo esperar, jeje". -"Sí, casi nos rompes los oídos" - interrumpió Nuria - "Pero yo también quiero un polvo como Dios manda, pero esperaré. Ya he tenido mi ración. Triste, pero algo es algo". -"Por mi bien"-consintió Cristina. -"Pues yo no estoy de acuerdo". "Coño Laura, que soy tu hermano". -"Tete, me da igual. Tengo mis derechos como parte de la fiesta". -"Laura…"- debéis entender que lo importante fue mi mirada. -"Vale, vale. Supongo que tienes razón". -"Pobrecita Laura"-dijo Nuria. -"Bueno"-dije-"hacemos algo que no canse tanto". -"¿Cómo qué?" -"¿Miramos una peli?"-propuse -"Por mi vale"-dijo Nuria. -"¿Qué queréis? ¿Algún tipo en especial?"-pregunté esperando poder complacerlas con mi colección de películas VHS. -"A mi cualquier cosa menos algo romántico" - dijo Nuria - "no quiero ponerme sentimental". -"No se te ocurra poner ninguna de esas pelis serias que te hacen replantearte la sociedad en la que vivimos ni nada de eso" - continuó Cristina - "No quiero rallarme, una peli sin sentido, de las de pasar el rato, estaría bien". -"Ni de tortazos. No quiero un peli de esas tete". -"Me lo ponéis difícil. Básicamente queréis una peli mala, sin sentido que no sea romántica…" -"Y si puede ser que no sea una comedia"-petición de Bárbara. -"Joder. Está difícil la cosa. Por eliminación me estáis pidiendo a James Bond". -"Las hemos visto todas". -"El secreto de Thomas Crown. En parte también es James Bond. ¿La tienes? Yo no la he visto". -"Para ti sí la tengo. Vas a ser mi cuñadita". -"¿A sí? -"Lo más seguro. Pero no avancemos acontecimientos. Sentaros en los sofás que ahora voy con la peli". La película estuvo bien. Yo ya la había visto pero, sin ser crítico de cine, es una película que aunque no dice nada y no tiene mucho sentido, entretiene. Lo malo de las películas no es que no tengan sentido, lo peor es cuando intentan dárselo sin conseguirlo. La peor película es una con pretensiones de ser más de lo que es, un quiero y no puedo, y la que veíamos solo se proponía entretener y lo hacía, así que ya me estaba bien. En fin, no me voy a poner a contar la película, óolo el final, cuando mi hermana se levanta y dice: -"Hala. Todos a la ducha". Y quien va a desobedecer. Cualquier día de mi vida hubiese pagado lo que fuera por meterme en la ducha con esas mujeres, pero no le di la más mínima importancia. Lógicamente nos duchamos en los vestuarios del gimnasio, todos juntitos…, y como las chicas empezaron a animarse…, no me quedó mas remedio que animarme con ellas. Al principio no éramos más que unos chicos dándose una ducha pero a la que Laura le dijo a Bárbara que le enjabonase la espalda empezó el show. Bárbara no iba a quedarse sólo con la espalda y continuó con el culo. Claro, que Laura no tuvo suficiente y se giró para que continuase también por delante, cosa que supo agradecerle. Nuria y Cristina no tardaron a apuntase al jueguecito y yo me limité a convertirme en un espectador de ese espectáculo. Y menudo espectáculo. No tardé en ponerme morcillón. -"Atención chicas" - interrumpió Eva - "Ya es mío". Todas me miraban curioseadas y entendieron a que se refería Eva. Yo parecía estar pidiendo guerra, con el arma apuntando. Era una situación muy violenta. No mola cuando te están mirando un montón de mujeres como si fueras carnaza…, y menos en esa situación. Aunque tendría mi premio por ser bueno. Eva se acercó a mí y me dio un beso. Me empezó a masturbar suavemente, no pudiendo evitar llevarse a su mano mi verga. -"Antes de empezar te voy a dar un regalito". Se agachó y empezó a chupármela realmente despacio. El regalo era para mí pero parecía estar disfrutándolo ella más que yo, degustando cada centímetro, saboreándolo. -"Ya hay suficiente"- dijo tumbándose en el suelo de la ducha - "tendrás que dejarme tan contenta como a Bárbara". -"Ganas hay las mismas. Te lo aseguro". Me puse delante de ella, que ya tenía su chochete pelirrojo abierto esperándome. La miré a los ojos (ya os he comentado que me volvían loco) y empecé a clavársela muy despacio, como a mí me gusta y empezamos con la típica postura del misionero. Alrededor nuestro las chicas formaron un coro, expectante mientras yo seguía con mi ritmo lento, sin prisa pero sin pausa. Eva lo estaba disfrutando pero chilló: -"Más fuerte por favor". No me gusta demasiado hacerlo que parezca que la quieres atravesar pero sus palabras me animaron y empecé a ir más deprisa y a darle más fuerza a mis embestidas. -"Dame fuerte por favor" Empecé a meterla casi con rabia. Creía que le haría daño, pero cuanto más fuerza ponía más jadeaba y más parecía disfrutar. Me excitaba mucho oírla jadear así y me animaba a continuar con fuerza. No sé si por casualidad o por excitación al notar que se corría pero creo que nos corrimos a la vez. Ella no me lo pidió, pero decidí correrme fuera, al menos que las otras vieran algo para entretenerse. Y así terminó el día. Por lo menos a lo que sexo se refiere. Cenamos, charlamos y miramos algún programa de marujeo pero pedí explícitamente que no hubiesen más juegos por esa noche y aceptaron. Sabían que si ninguna empezaba yo estaría más fresco y era lo que querían. Claro que si una hubiese empezado Dios sabe que nada las habría parado. En esto las mujeres y los hombres somos completamente distintos. Los hombres nos calentamos en un momento (al menos, cuando las circunstancias lo permiten), sólo necesitamos un sonrisa pícara o una caricia. Las mujeres en cambio necesitan de todo un ritual que además tiene un inconveniente. Si un hombre va cachondo y no mete el coche en el túnel de lavado se queda igual y en relativamente poco tiempo lo supera. En cambio las mujeres…, una vez se encienden son imparables y pierden la cabeza. Si una mujer tiene ganas y está por lo que está, le da igual quien le pase por delante. Avanza en campo enemigo sin miramientos de contra quien o cómo. Teníamos los sofás recubiertos de sábanas por un mínimo sentido del respeto. No era cuestión que restregásemos los genitales por los mismos sitios dónde mis padres disfrutaban del café de media tarde. Y estando ahí, con tanta mujer desnuda entre sábanas pensé una vez más en mi vida en lo que le dicen a Ben Stiller en "Algo pasa con Mary"; "Los 20 minutos de mayor lucidez en un hombre son los posteriores a un polvete, porque no tiene en la cabeza perspectivas de jodienda". Y quiero que por un momento todos reflexionemos sobre el asunto. Las perspectivas de echar un buen polvo están siempre en nuestra cabeza, aunque queramos negarlo y librarnos de esa presión por un momento nos hace ver las cosas con una claridad pasmosa. Jamás me había sentido tan a gusto con unas mujeres como aquella noche. Al rato empezamos a ignorar nuestra desnudez o me olvidé de todo lo que yo tenía que decir, incluso bromas y payasadas para limitarme a escucharlas. Eran dulces, sencillas y más inteligentes de lo que aparentaban. Me hacían sentir muy cómodo entre ellas y no podía más que sonreír. Fueron cambiando de tema continuamente, pasando por ropa, estudios, marujeos pero también de cine, de política… Fue interesante descubrir en ellas opiniones tan diversas por un lado, como parecidas a las que podríamos tener con mis amigos por otro. Me parece que no era ni media noche cuando nos acostamos. El día había sido largo (sobre todo para mí) y quedaban aún un par de días de nuestro "camping". Antes de acostarme fui al lavabo a orinar. Es una costumbre que supongo que debe tener el ochenta por ciento de la población en este santo país. Pues eso yo estaba ahí, tranquilito, esperando que la naturaleza fluyera cuando noté que una mano me agarraba a mi flácido hermanito. Noté también unos pechos en la espalda y deduje que alguna de las chicas le hacía gracia sostenérmela mientras me deshacía de unos pocos líquidos inservibles. Mi primer pensamiento fue una erección. Esperaba que no se alzase en pie de guerra y me obligase a librar otra batalla. Tardé más de lo esperado en reaccionar y buscar en el espejo la cara de mi masajista. -"¡Laura! ¡Joder! ¿Qué haces?"- grité mientras intentaba que me soltase. -"Tete…, lo vas a manchar todo. Acaba tranquilo. -"¿Pero se puede saber que haces?" -"Nada. Echo una mano a mi hermanito"- dijo besándome el cuello –"Venga, no te pongas así. Si sé que te gusta que te la acaricie…" -"Estás enferma…" Cuando acabé, ella empezó a sacudírmela muy suavemente esperando a la última gotita. Aprovechó para acariciarla a sus anchas hasta que no pude más y le aparté la mano y me giré. -"No lo vuelvas a hacer". -"¿El qué? No te quejarás… mira como se te ha puesto. Además, eres tú el que la tiene apoyada en mi conchita". Era consciente que se me había puesto rebelde, pero al girarme la tenía acariciando su mata sin darme cuenta. -"Joder Laura". Se retiró y yo pensé que lo había entendido, pero lo que hizo me dejó helado. Levantó un pie y lo puso encima de la bañera y ofreciéndome su "conchita" abierta me dijo, -"Hermanito, no nos vayamos con rodeos. Aquí y ahora. Fóllame. Sé que quieres". Reconozco que dudé. Estuve a punto de enviar todos mis principios y prejuicios a la mierda y follarme a mi hermana en el cuarto de baño. -"Vamos…, vas a tener que relajar eso para dormir". Eso me cabreó y salí del cuarto de baño y me encerré en mi habitación para descubrir que mi hermana tenía razón. No podía dormir. Así no. Lo intenté, pero con la calentura que llevaba me resultaba imposible. Tampoco podía masturbarme. Hubiese sido lo mismo tirármela porque de hacerlo, seguro que la imagen de mi hermana aparecía en cabeza en el momento culminante. A los pocos minutos abrieron la puerta. -"Has roto una regla. No se pueden cerrar las puertas". -"Joder Laura"- empezaba a repetirse esta frase –"pues déjala abierta y vete". -"No"- y de un salto de tumbó a mi lado. –"Tanto tú como yo necesitamos calmarnos para dormir". -"No te voy a echar un polvo ni loco". -"Está bien, masturbarme entonces". -"Oye, que no". -"Mira, casi te doy la razón en lo de no echar un polvete. Pero no hay nada de malo en que nos masturbemos el uno al otro. Imagínate. Si vences tus pudores tendrás alguien en casa siempre dispuesta a hacerte una buena paja. Además, soy una experta en esas labores". -"Laura…" -"No digas nada. Verás como te gusta…". Recostada sobre mi hombro empezó a acariciarme el tórax, bajando hasta mi erecta polla. La acarició en toda su extensión, sopesó mis huevos y entonces me la agarró para empezar mi "paja de buenas noches" mientras me susurraba al oído y me daba besos en el cuello. -"¿Ves como te gusta?. No vas a tener que hacerte una paja más en tu vida. Tu hermanita está aquí para eso, para darte placer"- decía mientras yo volvía a dibujar la estupidez en mi cara - "pero tú también tienes que poner de tu parte"- y diciendo eso se puso mi mano derecha encima de su mata - "¡a trabajar hermanito!". No sé cuanto tiempo estuvimos así. No creo que mucho. Lo que sé es que nos dormimos cada uno con lo del otro en la mano. No estaría mal sino fuese porque…, coño, era mi hermana. Lo que sí recuerdo perfectamente es como me desperté. Alguien me estaba besando los labios, así que abrí la boca y besé apasionadamente a quien fuese. Me asusté al pensar que quizás era Laura, pero no. Al abrir los ojos vi que era Nuria dándome los buenos días.