Aún lo llaman sexo
Relato especial de Halloween sobre como mantienen relaciones sexuales dos jóvenes del año 2033. No encontrarás terror, pero si te dará miedo saber a donde llegaremos.
Este Halloween la historia que os vengo a relatar es escalofriante en un sentido algo distinto. Os prometo que os provocará algún que otro escalofrío conocerla, no por los hechos en sí, sino por lo que representa. Especialmente en su parte final. Porque realmente esta historia aún no ha ocurrido.
Hablamos de un fin de semana cualquiera de 2033. En alguna localidad del territorio español. Los protagonistas quizás los puedas conocer o ser completos desconocidos. No tienen nada de especial y precisamente eso los hace únicos. Si hablamos de Álvaro, es un chico cis delgadito y alto, con el pelo castaño rizado corto. Ojos verdes, extrovertido y seductor pese a no tener una belleza espectacular. Sonia, por su parte es una chica cis, con una melena lisa de pelo negro. Unos ojos marrones muy redondos y un cuerpo normativo tirando a curvy. Irónica y muy inteligente. Ambos jóvenes universitarios.
Tras un rato de intercambio de miradas, tanto Álvaro como Sonia se acercan para intercambiar sus códigos de móvil. En apenas unos segundos, sus dispositivos se sincronizan y aparece un match entre ambos. Son compatibles para tener algo más esa noche.
Intercambian un par de pisco-mensajes por Neuralink. Rápidamente entre ambos aparece ese brillo en la mirada de quién se aparta del pub para buscar un lugar más discreto y dar rienda suelta a su imaginación.
Mientras llegan a ese ansiado lugar, siguen conociéndose. En este caso hablando de forma más tradicional. Ya que el ambiente es menos ruidoso y se puede hablar mejor. Sus hormonas se van revolucionando a cada paso. Entre la conversación, van intercambiando fotos flash por Neuralink.
Encuentran un lugar que puede ser adecuado para unir sus lujurias. Sus corazones se aceleran, sus pupilas se dilatan. Sonia saca del bolso un pequeño dispositivo con aspecto de diadema. Mira a Álvaro y lo busca con la mirada. Él le responde la mirada enseñando la funda en la que viene el condón envasado. Se acomodan en un rinconcito. Sentados en el suelo con la espalda apoyada en la pared, muy cerca uno del otro. Sentados a 90º.
Con una habilidad pasmosa, deslizan sus pulgares por las brillantes pantallas de sus dispositivos móviles. Un juego de luces y sombras que refleja tímidamente en ese espacio oscuro. A cierta distancia, parecen reflejos espectrales agazapados. Sus respiraciones se agitan. Sus miradas se desencuentran aunque no se pierden de reojo. Los gemidos comienzan a sonar entre esas dos paredes. Se recolocan una y otra vez entre la pared y el suelo. Como si no encontraran la postura exacta. Comienzan a sudar, Sonia se intenta secar las manos en su ropa constantemente para no dejar de manipular la pantalla de su terminal. Álvaro la mira con la polla en erección, el condón puesto y la cara con la máxima expresión de placer.
Sus ondas cerebrales comienzan a superponerse. Los picos de ondas Alfa, Beta y Gama son un popurrí, una montaña rusa muy activa y delirante. Una locura difícil de predecir hasta que comienzan a alternarse con ondas Theta. La señal de que el placer ha llegado a su máxima expresión. El momento posterior a los orgamos. De hecho, ambos se relajan y aflojan la tensión de sus cuerpos. Dejándose deslizar suavemente por el suelo hasta quedar semi tumbados y con las miradas perdidas, los móviles tirados en el suelo y las pantallas perdiendo brillo paulatinamente.
Recuperado en parte el aliento, Álvaro se quita el condón con el semen caliente en su interior. Como si fuera un gesto de agradecimiento, Álvaro enseña el condón lleno de semen a modo de trofeo. Algo así como que la cantidad de semen fuera sinónimo de nivel de placer o satisfacción. Sonia con gesto de desagrado aparta la mirada y le pide que quite eso de en medio y lo tire. Qué cómo se le ocurre jugar así, que le parece una guarrada. Álvaro le recuerda en tono jocoso que antiguamente era como se tenían relaciones sexuales. A lo que Sonia le contesta que lo sabe. Que no hace tanto que el sexo se hacía con contacto físico, penetraciones e intercambio de fluidos. Pero que la sociedad avanza y está demostrado que el neurosexo es mucho más seguro y placentero que la forma animal y primitiva de tener relaciones. Además si se usa el Fantasex se puede conseguir mucho más orgasmos y fantasías sexuales.
¿No te ha dado miedo que el sexo sea asi? Quizás es porque estabas pensando en 2033, pero realmente estamos a menos de 12 años de que esto ocurra. De hecho, lo que te voy a decir a continuación te va a dar mucho miedo de verdad.
Esta narración está basada en hechos reales, no tenemos que esperar al futuro, las bases de este tipo de sexo están ya en nuestro pasado. Hace unos 5 años al menos. El estudio de las ondas cerebrales a través de EEG cuantitativos o BEAM existe y se usa desde hace muchos años para conocer el sexo en el plano de nuestro cerebro. Por otro lado, la sociedad cada vez está más digitalizada. Año tras año aumentan los casos de adicción a Internet y a dispositivos móviles. En 2012, según un estudio sobre nomofobia elaborado por el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA), el 53% de la población española ya sufría ansiedad por este motivo. Desde el año 2015 se habla de neurosexo y se pone a prueba, algo así como la búsqueda de los orgasmos mentales. La empresa Neuralink existe de verdad desde 2016 y se dedica al desarrollo de interfaz cerebro-computadora.
¿Aun crees que no verás el sexo sin contacto? Feliz Halloween.