Aún estoy asimilándolo...

Me llamo Julián, soy un tío del montón y mi vida es muy aburrida hasta que un sábado por la noche se va la luz y llama a la puerta mi vecina Sandra...

Os voy a contar lo que me está pasando, aún estoy asimilándolo…

Me llamo Julián, tengo 37 años y soy encargado de ventas de unos almacenes. No soy especialmente atractivo, estoy rellenito y me considero bastante del montón. Mi vida es bastante aburrida y monótona. Estoy soltero y vivo de alquiler en un piso de un barrio de las afueras. Vine a vivir aquí hace unos 4 años cuando cambié de trabajo. El bloque es un edificio con pisos de 1 a 3 habitaciones con vecinos de todo tipo. Hay gente mayor, familias y algún que otro alquilado como yo en los pisos más pequeños. A algunos vecinos me los encuentro a menudo y a otros nos les he visto casi nunca.

En uno de los pisos de abajo vive sola una mujer de unos 41 o 42 años que se llama Paz. Es una mujer muy atractiva, alta, morena, con ojos verdes y cuerpo sugerente, grandes pechos y buen culo. Me pone bastante, por eso intento observar desde la ventana de la cocina a ver si la veo alguna vez en bragas o algo mejor… pero nunca ha habido suerte. Aunque una vez la oí gemir, tal vez estaría follando o masturbándose (me dio un morbazo…).

Justo debajo de donde vive Paz viven una madre separada y su hija. Creo que la madre debe tener como mucho 50 y pocos años y su hija 19 (lo sé porque oí que lleva un año en la universidad). La madre se llama Carmen y su hija Sandra. Carmen no es del todo guapa, aunque tiene su aquel. Es castaña teñida, tiene una estatura normal y no está ni gorda ni delgada. Su hija Sandra es alta, delgada y tiene el pelo rubio oscuro. También tiene los ojos azules, suele llevar el pelo recogido y usa gafas. Es muy guapa de cara y aunque no destaca por nada en especial me parece que está tremenda. No he tratado casi con ella en este tiempo, pero siempre me ha parecido una chica muy formal y educada. He de admitir que he fantaseado alguna vez con ella, sobre todo cuando la he visto con un vestido corto y me la he imaginado sin bragas.

Era un sábado por la noche a eso de las 21:00h y estaba solo en casa, dispuesto a ver alguna peli en la tele porque ese día mis amigos tenían otros planes con sus chicas. De repente se fue la luz. Busqué las linternas para moverme por casa sin tropezarme y ver algo. Al ratito tocan la puerta, como no se veía nada, pregunté.

YO: ¿Quién es?

SANDRA: Soy Sandra, tu vecina de abajo.

Le abrí la puerta. Apenas la vi bien con la linterna. Llevaba una camiseta vieja y un pantalón de chándal.

YO: ¡Hola! Vaya apagón.

SANDRA: Hola. Sí, venía a ver si me puedes ayudar.

YO: ¿Qué pasa?

SANDRA: Es que creo que he sido yo la que he provocado este apagón. – Dice con voz de preocupación.

YO: No te preocupes, no creo que hayas sido tú la culpable. – La tranquilicé.

SANDRA: No lo sé, he ido a enchufar el altavoz y ha saltado un chispazo. Por eso me he asustado.

YO: No, seguro que no es eso. La corriente se ha ido en todo el edificio. Como mucho habría saltado el automático.

SANDRA: No sé, me he asustado un poco. ¿Estás muy ocupado? Es  que estoy sola y me quedaría más tranquila si vinieras, por favor.

YO: No, no pasa nada. Vamos a ver.

Bajamos las escaleras a oscuras con la linterna y entramos en su piso. Me llevó al baño, porque puso el altavoz allí.

SANDRA: He puesto el altavoz aquí porque me gusta poner música mientras me ducho. Lo he enchufado y entonces es cuando saltó el chispazo y se fue la luz.

YO: Ya te digo que estoy casi seguro de que no ha sido esto, además es nuevo y parece que está en buen estado. ¿Se ha mojado o algo?

SANDRA: No, qué va…

YO: Esto seguro que es una avería de fuera, habrá que esperar a que vuelva la luz.

SANDRA: Entonces ya me quedo más tranquila. Qué faena, es que tengo un poco de prisa… Oye, ¿me harías otro gran favor?

YO: Si no es mucho… claro, dime. – Creo que ya sé lo que me iba a pedir y me puse nervioso.

SANDRA: Es que he quedado con una amiga y me tengo que duchar. ¿Me podrías alumbrar mientras? Sé que te pido mucho, pero es que sino no se ve nada. Además tardo poco, no te preocupes.

La idea me puso cachondísimo, noté cómo mi pene empezaba a crecer. Tragué saliva y contesté como pude.

YO: Bueno… vale.

SANDRA: Genial. Muchas gracias.

Dijo eso y justo después se soltó el pelo y se quitó las gafas y la camiseta. De reojo entre la penumbra pude ver que llevaba un sujetador blanco antes de girarme bastante cortado.

SANDRA: No te gires, no pasa nada porque me veas desnuda.

Cuando oí esa frase mi pene ya estaba muy duro, menos mal que en la oscuridad no se veía. No supe qué contestar, me estaba poniendo a mil. Aunque dijo eso, no la quise mirar, estaba muy nervioso. Para colmo, ya se había quitado las bragas y noté cómo las echó a mis pies.

SANDRA: Te lo digo en serio, no me importa que me veas desnuda. Al contrario, me gusta que me vean.

YO: Uf… No sé… Tengo la sensación de que invado tu intimidad.

SANDRA: ¡No! ¿Sabes? A mí me gusta mucho el sexo, para eso soy un poco como un tío. Mis amigos me lo dicen. Estoy bastante salida, jeje.

No me podría creer lo que estaba oyendo. Una adolescente a la que doblo en edad me está diciendo que le encanta el sexo… Se dio la vuelta para entrar en la ducha y entonces giré un poco la cabeza mientras la alumbraba con la linterna. Pude ver su figura desnuda durante un segundo antes de volver girarme. Era mucho mejor de lo que me había imaginado, sus curvas femeninas invitaban a mi mente a fantasear. Su culito redondo y respingón me puso el pene todavía más duro, por un segundo me imaginé penetrándola intensamente.

SANDRA: Ven, acércate y alúmbrame un poco.

Así lo hice, subí el brazo para alumbrarla desde la parte de arriba de la mampara. Abrió el grifo y empezó a mojarse.

SANDRA: ¡Uy! Qué fría… Perdona que sea pesada, ¿me puedes hacer otro favor mientras sale el agua caliente? ¿Podrías echar la ropa sucia al cesto y traerme la muda limpia?

YO: Va…vale. ¿Dónde está el cesto y tu ropa limpia?

SANDRA: El cesto está en el tendedero, al final de la cocina. La ropa interior está en el cajón de abajo del mueble de mi habitación. Es la del fondo. Tráeme unas bragas negras con encaje y el sujetador a juego, la falda y la blusa están encima de la cama.

Con una erección de caballo me agaché a recoger su ropa sucia y salí del baño. Sus braguitas todavía conservaban el calor de su cuerpo. Por un momento me pudo el morbo y las olí. Tenían un olor intenso a su sexo, pero también olía ligeramente a fresa. Imaginé que habría utilizado algún tipo de gel lubricante para tocarse (eso me puso muy burro).

Lo eché al cesto de la ropa sucia y fui a su cuarto. Vi la blusa blanca y la falda, que era roja y negra a cuadros, como las de una estudiante de colegio de monjas. ¡Dios! Cómo me pone esta chica… Y ahora tocaba buscar entre su ropa interior… Me agaché como pude, porque mi pene durísimo no me dejaba bien, abrí el cajón y vi toda su colección de bragas y sujetadores. Pero eso no era lo único que había en ese cajón, había tangas, medias de rejilla, ligueros, y lo más fuerte de todo: Consoladores.

No mentía, tenía que ser una viciosa, porque había por lo menos 4 vibradores de tamaños diferentes, con y sin estrías, además del lubricante de fresa que antes había imaginado. Jamás pensé que esta chica, aparentemente tan dulce y formal fuera sexualmente abierta y activa. Y es que en verdad, una cosa no quita a la otra.

Cogí lo que me pidió y se lo llevé. Entré en el baño y lo dejé encima del mueble del lavabo. Ella estaba canturreando.

YO: Ya estoy.

SANDRA: ¡Gracias! No sé cómo te lo voy a pagar.

A mí se me ocurrían un par de maneras, y en ambas acabaría eyaculando… No supe que responder a eso.

SANDRA: Bueno, sí… Todavía tenemos un ratito… ¿te quieres duchar conmigo?

Al escuchar eso mi polla se hinchó a punto de explotar. Estaba nerviosísimo, pero tenía unas ganas tremendas de agarrarla muy fuerte y penetrarla profundamente. Seguía sin creerme lo que estaba pasando.

YO: Sandra, pero… ¡¿qué dices?!

SANDRA: Sí, no te cortes. El sexo es para disfrutar, y a mí me gusta mucho. Si tú quieres te dejo que me laves.

YO: ¿Me lo dices de verdad?

SANDRA: En serio. No te cortes, te lo estoy pidiendo de verdad.

YO: Bueno… vale.

Mis fantasías se iban a hacer realidad. El cuerpo de Sandra sería mío durante un ratito. Dejé la linterna en el lavabo apuntando a la ducha. Me quité el pantalón y los calzoncillos. Por fin, la erección me estaba matando, ahora mi polla era libre y estaba más cerca de ella. Me quité la camiseta y me metí en la ducha. En la oscuridad intuí con la vista su cuerpo desnudo. Diferenciaba sus curvas pero no pude ver cómo tenía el pubis, ¿salvaje, depilado, con forma…?

Justo antes de hacer nada, volvió la luz, y entonces pude ver su cuerpo en todo su esplendor. Estaba completamente mojada, el pelo le caía por los hombros, sus pechos eran redonditos, sus pezones estaban duros, su vello púbico tenía forma de triangulito. Al ver todo eso se me pusieron los ojos como platos. Por lo visto a ella también, porque lo primero que vio fue mi enorme pene, duro y erecto como una estaca. Entonces se mordió el labio, se acercó y me lo agarró.

SANDRA: Qué grande. ¿Sabes qué? Que me acaba de entrar hambre… - Dijo con voz sugerente.

YO: ¿S… Sí?

No podía estar más cachondo. Me estaba agarrando la polla fuertemente y me estaba insinuando que me la iba a chupar…

SANDRA: Sí, estoy hambrienta. Dame de comer de tu polla, lo necesito.

Se arrodilló sin pensárselo, cerró los ojos y de una bocanada se la metió en la boca. Por fin, después de todo este ratito poniéndome tan cachondo al fin pude penetrarla. Sentí su boca, sus labios y su lengua fusionándose con mi pene. Jamás había sentido algo tan agradable. Tuve la sensación de que mi estado natural era ese, con la polla en la boca de Sandra. No pude evitar empezar a gemir, ella también gemía muy fuerte mientras chupaba, con una mano me frotaba la base de mi pene y con la otra se estaba masturbando. Era capaz de sentir el vibrar de sus gemidos en el glande, lo que hacía la mamada aún más placentera.

Era verdad, estaba hambrienta de pene porque me chupaba con ansia, saboreándolo con pasión. Estuvo al menos 3 minutos sin sacársela de la boca, y cuando lo hizo me miró a los ojos y me dijo:

SANDRA: Tienes una polla deliciosa, me encanta.

Acto seguido se la metió otra vez en la boca para seguir chupándola intensamente. Pero esta vez no dejó de mirarme a los ojos. Pude sentir lo que me decía con la mirada: “Mírame, te estoy chupando la polla. Si a ti te gusta, a mí más.” Después bajó la mirada, cerró los ojos y de un golpe intentó metérsela más profundo en la garganta. Noté cómo su garganta me apretaba el glande por un segundo. No pude evitar soltar un gemido fuerte, después se la sacó rápido para coger aire pero enseguida siguió chupando. Poco a poco fui notando cómo iba aumentando más si cabe la velocidad y la intensidad. Después de un par de minutos se la volvió a sacar y me dijo:

SANDRA: Venga, ahora hazlo tú. Agárrame la cabeza.

Eso me puso más cachondo cuando pensaba que no podía estarlo más. Hice lo que me pidió, le agarré del pelo y empecé a follarle la boca rápido. Sus gemidos eran muy fuertes y yo estaba punto de explotar. Ella succionó con mucha más fuerza. El morbo de tener su boca a mi merced pudo conmigo y no pude evitar llegar al orgasmo. Una sensación intensísima de placer se apoderó de mí, mi polla estalló y varios chorros de semen llenaron la boca de Sandra. Grité de gusto.

YO: ¡Uuuffff! ¡Aaaaaaaah….!

Durante un instante sentí perder el control, casi me desmayo, pero me sentía muy poderoso.

Casi sin fuerzas le solté el pelo y la miré. Ella me lanzó una mirada pícara e intentó sonreír con  la boca llena. Justo después cerró los ojos y se deleitó saboreando mi semen. Fue tragándoselo poco a poco mientras lo degustaba hasta que se lo terminó. Cuando lo hizo respiró por fin, y con su mano en mi polla aún bastante dura volvió a rebañar los restos de semen con la lengua.

SANDRA: ¡Mmmm! Qué rico ¡Gracias!

No supe qué decirle. Si el placer físico que había sentido era lo más, el placer psicológico de tener la boca de una jovencita a mi merced, correrme y que se lo trague era aún más brutal. Aunque mi libido se había esfumado, la sensación de placer era muy intensa, tanto que me empecé a marear.

SANDRA: Te ha gustado ¿eh? Anda, siéntate, que te va a dar algo.

Salí de la ducha, medio mareado y respirando fuerte. Me senté en el váter para terminar de ver cómo se duchaba Sandra.

SANDRA: Espera, no tardo nada. Además Paz está al caer.

No respondí, ¿se refiere a Paz, la vecina del piso de abajo? No podía ser posible, se podría decir que son de generaciones diferentes ¿salían juntas de fiesta?

YO: ¿Es la amiga que me has dicho antes?

SANDRA: Sí, es la vecina de arriba. Nos hemos encontrado muchas veces de fiesta y nos llevamos muy bien. Últimamente salimos juntas de “caza”, ya me entiendes, jeje.

"¡Wow! ¿En serio? ¿Será Paz de mentalidad igual que Sandra? Sería increíble, aunque a primera vista son como la noche y el día.” Pensé.  Me encanta que hoy en día las mujeres sean así. En otra época hace no mucho las chicas así se consideraban “guarras”, pero ahora la realidad es muy distinta. Todo lo contrario. Las chicas hoy quieren sexo, necesitan sexo. Y lo buscan, lo piden. Eso es genial, muchas veces se dice que la gente está tan amargada porque folla poco, y estoy de acuerdo.

¡Ding-dong!

SANDRA: Ya está aquí ¿Puedes abrir?

YO: ¡Sí! Voy.

Me puse corriendo los calzoncillos, los pantalones y la camiseta. Me sentía como un pordiosero, ahora iba a ver a Paz arreglada y yo como un vagabundo. Abro la puerta y efectivamente ahí estaba ella. Estaba preciosa, maquillada pero sin ser excesivo, con los labios rojos y el pelo recogido, llevaba un vestido corto, bolso y zapatos de tacón de color verde lima. Además olía muy bien, como entre vainilla y fresa.

PAZ: ¡Hola! Tú eres el vecino de arriba, ¿no? ¿Julián te llamabas?

Paz puso cara de estar muy extrañada, pero sin perder la sonrisa.

YO: Hola, sí. He venido a ayudar a Sandra un momento, como se fue la luz y eso…

Paz me puso la mano en el hombro, casi en el cuello y me dio dos besos de cortesía, pero no como se dan habitualmente, estos me los dio en mitad de los carrillos y sonaron y todo. Me había vuelto a poner muy nervioso, a mi edad me sigo poniendo así con las mujeres, especialmente si son guapas y me sonríen. Paz no me quitaba ojo, pero sin perder la sonrisa.

PAZ: Sí, qué faena lo de la luz ¿Y Sandra está por ahí?

YO: Sí, se está duchando.

SANDRA: ¡Pasa! ¡Esperadme en el salón! ¡Me voy a secar el pelo!

Me aparté para que pudiera pasar Paz, mirando al suelo. Seguro que estaba rojo como un tomate. Ella pasó sin apartar la vista de mí. Fuimos al salón y me senté en el sofá en el otro extremo en el que se sentó ella. Estaba un poco intimidado.

PAZ: No te he visto mucho por el portal. Llevas varios años en este piso ¿no?

YO: Sí, bueno… no salgo mucho, solo trabajar y eso… llevo unos 4 años o así…

Paz me miraba sin perder la sonrisa. Dios, está mucho más buena de lo que creía, además es guapísima. Tenía las piernas un poco abiertas y con el vestido corto mostraba mucha carne.  Acababa de correrme como un sifón en la boca de Sandra y ya me estaba poniendo burro otra vez…

PAZ: Pues es una pena, vivimos unos al lado de otros y no nos vemos nunca.

Se recostó un poco en el sofá, y se marcaba toda la forma de sus grandes tetas. ¿Qué estaba diciendo? Si no estuviese aún medio grogui diría que me estaba insinuando algo. No podía pensar, eran emociones muy intensas en tan poco tiempo. Quería irme de allí. Después de follarle la boca a Sandra tener delante a Paz tan imponente me hacía sentir cohibido. No sabía qué decir, quería que saliese ya para despedirme, irme a mi casa y asimilarlo todo.

PAZ: ¿No sales, Julián?

YO: No, no me gusta mucho salir de marcha.

PAZ: Pero, ¿tienes pareja?

YO: No… no tengo.

PAZ: Pues entonces deberías salir, ¿por qué no te vienes con nosotras?

Madre mía, me estaba proponiendo salir con ellas. Me quedé de piedra.

YO: No, gracias. Hoy ya no…

En ese momento llegó Sandra, con el pelo a medio secar.

SANDRA: ¡Hola! ¿Qué tal tía?

PAZ: Bien, hablando con Julián. Ya le he dicho que si se quiere venir con nosotras.

SANDRA: Ah, pues genial. ¿Te vendrías? Si no tardas en arreglarte te esperamos.

YO: No, hoy ya no. Sino otro día. Yo me voy ya.

SANDRA: Como quieras.

Yo me puse de pié. Sandra puso un poco cara de pena, se mordió el labio mientras me miraba.

SANDRA: Oye, danos tu teléfono para que podamos hablar por WhatsApp ¿Quieres?

Yo: Ah, bueno… vale.

Le di mi número a Sandra y lo apuntó en su móvil. Después me acompañó a la puerta, me frotó el brazo y me dio un beso en la mejilla. Después se acercó a mi oído y me susurró.

SANDRA: Lo dicho, gracias por follarme la boca… Estás delicioso.

La sonreí un poco. Paz se había levantado y nos miraba con cara de intriga y curiosidad. Sandra se rió. Les dije adiós, salí del piso y cerró la puerta. Justo después les oí hablar y reírse desde el rellano. ¿De qué estarían hablando? ¿Le habrá dicho Sandra a Paz lo que habíamos hecho? Seguro que sí, tienen pinta de que entre ellas se lo cuentan todo con detalle…

Subí a mi casa y me fui directo a la cama. ¿Sería capaz de conciliar el sueño después de esta experiencia tan morbosa? Yo creo que no…