Aún estoy asimilándolo... (2)

Después de un inesperado encuentro sexual con mi vecina Sandra, ella quiere más.

Esa misma noche no pude pegar ojo. Esta había sido con diferencia la situación más morbosa que había tenido jamás. Y diría más, el orgasmo más intenso también.

Mi vida sexual ha sido a grandes rasgos, mala. En total he tenido sólo 2 parejas. Con la primera novia estuve casi 5 años, era morena, de estatura media y sin ningún atributo remarcable. Empezamos a salir cuando yo tenía 22 años y perdí la virginidad con ella (según la media, muy tarde). No vivíamos juntos por lo que no teníamos sexo muy a menudo, y el poco que teníamos era correcto, sin más. Vaginal sobre todo, y de vez en cuando me hacía alguna mamada. Las hacía sin ganas, por compromiso, yo creo que le daba asco. Y siempre se lo tenía que pedir yo. A mí, en cambio, me encantaba hacerle sexo oral a ella. Su vagina sabía saladita, muy suave, siempre agradable. Tampoco le agradaba que se lo hiciera, decía que estaba sucia y no sentía casi nada. Nunca practicamos sexo anal, se lo propuse alguna vez y siempre me miraba mal, como un depravado. Rompimos por falta de interés mutuo.

Tres años después, empecé a salir con otra chica que conocí gracias a un amigo. Castaña, un poco más bajita y muy tímida. Con ella el sexo era anecdótico.  Teníamos sexo vaginal pero siempre a oscuras. Todo iba muy rápido, como si quisiera acabar pronto. Apenas me hizo 3 mamadas, una cada año prácticamente. Aquí sí pude comprobar que le daba un asco brutal, le daban arcadas y nunca las disfruté. Jamás le hice un cunnilingus, y me hubiese gustado un montón comprobar su sabor femenino más íntimo. De anal ya ni hablamos… No llegamos a los 3 años y puedo decir que como relación fue un desastre desde el principio.

De mi etapa sexual con pareja siempre disfruté mucho del sexo oral. Era lo que más me gustaba con diferencia. Sólo eyaculé una vez en la boca de mi primera novia y fue increíble. También me ha dado muchísimo morbo la idea del sexo anal. Como he dicho nunca lo hice con ellas, pero me moría de ganas (debo decir que tenían buen culo las dos…). Creo que es una práctica muy íntima y especial, que sólo la llevan a cabo las mujeres más atrevidas cuando están muy excitadas. Es como un acto de amor.

Hasta entonces no me había liado con más chicas. Llevaba un montón de años de sequía, sólo a base de pajas. Pero esa noche no sólo tuve sexo, fue algo más intenso. ¡Dios! ¡Me la había chupado mi vecina de 19 años!  Y qué mamada… Bueno, técnicamente no fue una mamada… fue una irrumación: yo le agarré la cabeza y le follé la boca. Se la follé hasta la garganta. No terminaba de creérmelo. Me acordaba de la sensación de presión que sentí en el glande cuando llegué hasta fondo y me puse malísimo. Se me pone dura sólo de recordarlo.  Pero Joder… ¡Que me corrí en su boca! El orgasmo que sentí fue muy intenso porque no paró de succionar mientras eyaculaba.

Pero con diferencia lo que más placer me dio fue ver cómo se trababa mi semen… Al domingo siguiente no pude parar de pensar en eso. La sensación de saber que Sandra se ha alimentado de mí me parece increíblemente excitante. Saboreó mi semen antes de tragárselo y después me dio las gracias y me dijo que estaba delicioso. ¿Lo diría en serio o sólo por agradarme? No creo que lo hubiese dicho por complacer, porque apenas nos conocemos.

Por la tarde tuve que salir a tomar el aire. Estaba realmente extasiado. Cuando cogí el ascensor confié en no encontrarme con nadie porque no sabría cómo reaccionar.  El aire fresco me vino bien, aunque no pude dejar de pensar en Sandra. De repente tuve sentimientos de culpa. Es una chica muy joven ¿tal vez fui muy agresivo? En el propio acto no lo pensé, pero es posible que se lo hiciera pasar mal. Joder, se la metí hasta la garganta…

Al día siguiente fui a trabajar como cualquier lunes. Pero no era cualquier lunes, era el lunes después de que Sandra se tragara mi semen. Todos mis compañeros en el almacén me decían que estaba raro, como ido. A la hora de comer, Silvia, la jefa de almacén me llamó la atención.

SILVIA: Joder Julián, estás como empanado. ¿Estás bien?

YO: Sí... estoy bien…

SILVIA: A ver, te noto raro. No parece que estés enfermo, pero estás empanado.

YO: A ver, no sé qué me ves. Yo estoy igual que siempre.

SILVIA: Yo sé lo que te pasa. Tú lo que necesitas es follar ¡Jajaja! ¡Seguro!

“Mira Silvia, justo lo contrario. Lo que me pasa es que le follé muy duro la boca a mi vecina el sábado”.  Esto lo pensé, no se lo dije. Silvia es muy directa, demasiado. No me llevo mal del todo con ella, pero es muy basta.

Sobre las 18:30 de la tarde volví a casa cansado. Me tiré en el sofá sin más a descansar un rato. De repente suena el móvil. Era un WhatsApp… ¡de Sandra! Mi corazón se aceleró de inmediato.

SANDRA: Hola Julián! Soy Sandra tu vecina.

(Escribiendo…)

SANDRA: Perdona que te moleste, jeje. Me gustaría decirte una cosa. Es por lo del sábado. Ya sabes…

(Escribiendo…)

SANDRA: No me gusta hablar de estas cosas por whatsapp. Estás en casa? Si quieres subo si tienes un ratito libre.

Madre mía, me puse nerviosísimo. ¿Qué me quería contar? No sabía qué pensar. ¿Se arrepiente de lo que pasó? ¿Se siente mal? ¿Le gustó? ¿Por qué quiere verme? La contesté, sin saber muy bien qué esperar.

YO: Hola. Vale, sí. Estoy en casa.

Sandra contestó al instante.

SANDRA: Vale! ^^ En 5 minutos estoy ahí.

A ver. Me había puesto ojitos (^^). Imaginé que era buena señal. Al menos no estaría enfadada. Como dijo lo de los 5 minutos fui corriendo al baño a lavarme un poco el cuerpo. Me puse desodorante y… por si acaso… también me lavé el pene. Cabía la posibilidad que volviera a ocurrir lo del sábado y quería estar limpio. Tal como dijo, al poco rato sonó el timbre. Era Sandra.

SANDRA: Hola Julián.

Sandra me sonrió. Llevaba vaqueros, una camiseta blanca ajustada y se había recogido el pelo con una coleta. Esta vez tenía unas gafas de pasta que no se las había visto nunca. Su aspecto era de chica nerd, algo que me encanta. Estaba realmente guapa.

YO: Hola Sandra… - Me costó hasta decir su nombre.

SANDRA: ¿Qué tal? ¿Puedo pasar?

YO: Claro, pasa.

Pasamos al salón y le dije que se sentara en el sofá. Cuando me senté yo, Sandra se arrimó un poco a mí. Estaba un poco intimidado.

SANDRA: A ver, te quería comentar… Lo del sábado… a ver… jejeje. Estoy un poco nerviosa…

Me armé de valor y la contesté.

YO: ¿Te arrepientes de lo que pasó?

SANDRA: ¡¿Qué?! ¡No, no, no! Todo lo contrario… Mira…

Se puso roja, tragó saliva y continuó decidida.

SANDRA: No sé si te lo dije, pero me encanta el sexo. Sí, me gusta. Muchísimo. Yo no me corto un pelo, creo que ya lo comprobaste. Me importa una mierda lo que la gente opine. Si me apetece algo lo hago, y punto.

Me estaba poniendo nerviosísimo… Mi pene empezó a reaccionar…

SANDRA: Mira, yo se la he chupado a muchos tíos. Me encanta comerla, me pone mucho. Y quería decirte que tu polla es la más deliciosa que he probado jamás.

Me quedé blanco. Mi corazón estaba a mil. Podía notar cómo en menos de dos segundos ya la tenía durísima…

SANDRA: Julián, necesito volver a chupártela. Quiero volver a probar tu semen. ¿Te importaría?

No sabía qué decir.

YO: Sandra, a ver… si te digo la verdad… bueno… me encantó lo del otro día… pero, mira. A ver… No quiero obligarte a nada que no quieras…

SANDRA: No Julián, te estoy diciendo que me encantó. Ayer me pasé todo el día pensando en tu polla y mojando las bragas. Por favor, quiero volver a comértela.

Mientras decía esto último bajó del sofá al suelo y se puso de rodillas delante de mí. Se colocó entre mis piernas y fue directa a mi bragueta. Como mi pene ya estaba muy duro, al bajar la cremallera no le costó sacarlo del calzoncillo. Me lo agarró muy fuerte, lo miró deseosa mordiéndose el labio de abajo. Me miró un instante, me lanzó una sonrisa pícara y acto seguido se metió mi polla en la boca ansiosa.

Volví a tocar el cielo. Esta vez mi cuerpo se bloqueó. Cerré los ojos y eché la cabeza para atrás. Sentí cómo Sandra chupaba y chupaba sin parar. Con la mano me frotaba el tronco del pene mientras con la boca succionaba el glande con gran intensidad.  Hacía mucho ruido con la saliva, y también gemía. Notaba como mi polla vibraba con sus gemidos. Dios, qué gusto.

Abrí los ojos y me pude deleitar con la imagen de Sandra comiéndome. Con la mano que no me agarraba había desabrochado el vaquero y ahora la tenía metida dentro de las bragas. Se estaba masturbando mientras me chupaba. De repente, me soltó el pene y bajó poco a poco la cabeza. Me iba a hacer una garganta profunda. Volví a cerrar los ojos para sentir plenamente como su garganta me iba oprimiendo poco a poco mi miembro. Cuando llegó al final no pude evitar soltar un gemido. Ella intentó mantenerla unos segundos, pero le dio una arcada y se la sacó de golpe. La miré, ella me sonreía mientras colgaban babas entre su boca y mi polla.

SANDRA: En serio… aaagh… está riquísima.

Me agarro la mano y me la puso en su cabeza. Quería que marcase el ritmo, pero esta vez yo quería dejarme hacer. La agarré de la coleta, aunque no la presioné, simplemente ella llevaba su propio ritmo chupando. El placer crecía por momentos. Sandra alternaba succionar el glande con metérsela hasta el fondo, luego chupaba de arriba a abajo el tronco y después me apretaba los labios en la punta, todo ello lanzándome miraditas sensuales. Esto duró varios minutos. Estuve a punto de correrme varias veces, pero me contuve. No quería que ese momento terminase. Se la sacó un momento y me dijo:

SANDRA: No hace falta que me avises ¿eh? Así es una sorpresa.

Qué maravilla, iba a poder disfrutar otra vez del placer de eyacular en la boca de una mujer. Me sentía muy masculino, poderoso. ¿Se lo iba a volver a tragar? La idea de que estaba amamantando a Sandra con mi pene me llenó de morbo. Me dijo que estaba delicioso, quería alimentarla y saciarla. Con ese pensamiento y la potente succión que estaba sintiendo noté que iba a llegar al orgasmo. Mi respiración se aceleró y solté varios gemidos. Sandra sabía que estaba a punto de correrme… y me corrí. Un potente chorro de semen impactó en su paladar, al notarlo aumentó un poco la intensidad chupando si cabe. Apreté los ojos, solté un fuerte gemido y unos cuantos chorros más terminaron por llenarle la boca. Fue el orgasmo más potente y brutal que había tenido jamás. Perdí por completo las fuerzas. Apenas pude abrir los ojos y miré a Sandra extasiado. Se separó de mi pene con la boca repleta de mi semen. Lo estaba saboreando y lo tragó poco a poco, deleitándose como si fuera un manjar.

SANDRA: Aaaaahhh… Lo dicho, está delicioso.

Yo estaba jadeando, asimilando la mamada que acababa de recibir. Ella abrió la boca y me enseñó la lengua, demostrando que se lo había bebido todo.

SANDRA: Dios, qué leche más rica. Me encanta chupártela, en serio. Mira cómo me tienes…

Cuando dijo eso se puso de pié, me agarró la mano y se la metió dentro de las bragas. Toqué su vulva, que estaba empapadísima. Cuando saqué la mano no pude evitar llevarme los dedos a la boca. Pude saborear su flujo, estaba dulzón.

SANDRA: ¿Qué pasa? ¿Me quieres comer tú a mí?

YO: Bueno, si quieres. A mí me encantaría… - Contesté yo con las pocas fuerzas que me quedaban.

SANDRA: Pues mira, mañana si te viene bien vuelvo a que me des de beber y si quieres me chupas un poco el coño antes.

Sonreí con cara de tonto. No podía asimilar que esto se iba a repetir al día siguiente y menos que también iba a ser yo el “alimentado”…

Sandra se abrochó el vaquero y me dijo que se tenía que ir, que su madre la estaba esperando. La acompañé a la puerta como pude, porque estaba agotado, pero antes de abrir me dijo:

SANDRA: Le voy a confirmar a Paz que sí, que tu polla está deliciosa, comprobado 100%.

YO: ¿Qué?

SANDRA: Le dije a Paz lo que hicimos el sábado y le entró curiosidad. Cuando le cuente lo delicioso que está tu semen va a tener aún más ganas de chupártela.

No pude ni contestar, sólo puse cara de completo asombro.

SANDRA: No te importa que un día te la chupe también Paz… ¿no?

Seguí con mi cara de pánfilo con la boca abierta, Sandra abrió la puerta, salió, me lanzó una sonrisa, un guiño y se marchó.

A punto estuve de desmayarme. Me fui como un zombi a la cama y me dejé caer. “¿Estoy soñando? ¿Estoy muerto y he ido al cielo? ¿Es todo esto real?”