Aullidos-1
Luna se dirige a una fiesta de disfraces con la esperanza de encontrar a alguien especial, al hacerlo, se da cuenta que es una bestia.
“Aullidos”
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La fiesta
Luna se vio en el espejo de su habitación, llevaba puesta su ropa de todos los días, una blusa y un pantalón no muy apretado. Suspiro y comenzó a desvestirse hasta que frente a ella quedó solamente el reflejo de su cuerpo desnudo. Se acarició la suave piel trigueña de sus muslos, subió por el abdomen hasta sus pechos firmes cubriendo la mitad de cada uno con sus manos, los apretó suavemente antes de tirarse un poco los pezones apenas un tono más claros que su piel.
“Soy hermosa” Se dijo. “Soy hermosa”.
Se revolvió su melena oscura para luego darle la espalda al espejo sacando la cola y mirando sobre el hombro mordiéndose el labio inferior para luego hacer un rugido de un felino sexy.
“Soy una pelotuda” Pensó y suspiro.
Como muchas mujeres jóvenes Luna no estaba contenta con su cuerpo, estaba satisfecha con el tamaño medio de sus pechos y panza firme pero no podía evitar pensar que sus piernas eran muy flacas y su cola aburrida. No quería ser una de esas mujeres que decían que la culpa era de los hombres por tener estándares altos debido a las películas y las heroínas con cuerpos super sensuales, las publicidades o programas de televisión. Pero la verdad era que ella se comparaba constantemente con las mujeres que aparecían en las pantallas. Después de todo no había mujeres famosas con cuerpos como el suyo y si lo habían sus representantes las hacían ejercitarse hasta ponerse así de buenas.
Por eso apreciaba secretamente las miradas, silbidos y piropos que los hombres le hacían en la calle, la hacían sentir mucho mejor consigo misma. De la misma forma que cuando rechazaba a un hombre y este la insulta o le decía que era una fea creída la destruía por dentro.
Lamentablemente no podía discutir estos problemas con nadie pues temía ser atacada por sus amigas feministas que le dirían a gritos que no podía ser que estuviera desesperada por la aprobación masculina y las demás que no eran de esa línea de pensamiento le dirían que hiciera ejercicio para cambiar su cuerpo. La verdad era que si le interesaba la aprobación de los hombres pues estaba en su planes tener un novio pronto (no tenía uno desde la secundaria) y el ejercicio físico la agotaba, parecía que no importaba cuanto hiciera apenas podía hacer crecer sus piernas. Necesitaba nuevas amigas.
Por fortuna quizás todo cambiará esta noche. El estar obsesionada por su cuerpo y los hombres no era el único secreto de Luna, también tenía otra obsesión, los lobos. No podía galardonarse de ser la primera persona en tener una especie de fetiche con estos animales ya que esto era algo que venía quizás desde los orígenes de la humanidad pero sí que descubrió a una edad temprana su gusto con una película que ya era vieja cuando era niña, “Aullidos”.
En dicha película una joven sirvienta se enamora de un rico ermitaño cuya única compañía era el personal de limpieza de su mansión, al ser muy tosco y sombrío todos renuncian excepto por ella. En una escena la chica descubre que una vez por mes el hombre se encadena en su cuarto ya que con la luna llena se convierte en una bestia mitad hombre mitad lobo. La mujer en vez de temerle se acerca y lo acaricia tranquilizándolo, incluso llega a darle un beso en el hocico comenzando así la historia de amor entre los dos. Vio la película una tarde sola en su casa cuando aburrida encontró el vhs en unas cajas empolvadas. La escena del beso le aceleró el corazón y le hizo sentir cosas en su entrepierna por primera vez.
Desde ahí su amor por ese tipo de cosas no hizo más que crecer, cuando películas de ese estilo pero más modernas comenzaron a salir ella siempre elegía al chico lobo en los triángulos amorosos y buscaba por internet series con temáticas similares. Los chicos lindos y fieles que se vuelven bestias peligrosas eran sus favoritos. Lo único era que no se animaba a hablar con eso con nadie por ser tachada de una rarita, en su escuela no muchas chicas hablaban de esos temas y las que lo hacían preferían a los vampiros. Pensó en meterse en foros online sobre esto pero al temer encontrarse con depredadores decidió mejor no meterse en eso dejando su fanatismo solo para ella.
Hace unos días encontró en uno de los tableros de noticias de la facultad una pequeña nota que anunciaba una fiesta este fin de semana para personas con gustos peculiares, furrys. Personas que disfrutaban de vestirse y disfrazarse como animales llevándolo al punto de un fetiche sexual y había de todo tipo, mamíferos, lagartos, animales marinos y hasta de fantasía. Ella nunca había considerado disfrazarse de un animal pero no podía mentirse a ella misma al pensar en un hombre con disfraz de lobo o perro no la excitaba.
Estaba nerviosa por encontrarse con personas con sus mismos gustos, pero temerosa de que alguien que asistiera la conociera, no le importaba saber que había alguien de su círculo con los mismos gustos. Si a esa persona no le importaba ser descubierta y llegaba a irse de boca todo el mundo podría enterarse de su perversión. Afortunadamente el uso de disfraz era obligatorio y una buena máscara la mantendría discreta. Sacudió su cabeza despejando sus dudas y se concentró en el problema actual, que era elegir un disfraz.
Había alquilado tres de una tienda precaria online, se probó el primero, un atuendo de monja sexy con la falda larga abierta mostrando una pierna. La tela era de seda barata que resbalaba sobre la piel pero no era incómoda. No le quedaba mal pero decidió que ya era mucho en su cabeza como para preocuparse por Dios. El segundo era un standard de colegiala que le había parecido super hot cuando lo vio en el catálogo, pero la falda era muy corta y exponía mucho sus piernas. Al final quedó entre el de monja y el de caperucita roja, este tenía la capa con capucha larga hasta la cintura, una camisa blanca y una falda que se pasaba un poco de las rodillas además de venir con dos alpargatas que hacían juego con la capa. Si bien el atuendo de monja cubría más piel, el de caperucita iba más con la temática.
Levantó la capa frente a ella contemplando en su plenitud y se imaginó a ella misma caminando por un bosque donde desde los árboles un joven de rasgos lobeznos la vigilaba oculto, el solo pensarlo sintió un latido en su entrepierna y supo que ya estaba decidido.
Luna no sabía quien organizaba la fiesta pero eran personas con un buen poder adquisitivo, al llegar a la dirección que decía la nota de la fiesta se encontró con el que solía ser hace unos meses un viejo galpón abandonado. La fachada exterior era prácticamente la misma con grafitis y ventanas rotas incluidas, pero se podían ver luces de colores brillando desde dentro. Un gran cartel en el portón doble le confirmaba la aparente compra del lugar, en este se leía “El bosque”, bastante apropiado para ella al menos, sería raro ver personas disfrazadas de delfín ahora.
Salió de su casa siendo Luna pero ahora saliendo del taxi era Caperucita, una caperucita híbrida pues por temor a ser rechazada en la puerta había comprado piezas de disfraces de mayor calidad que su disfraz principal. Unos guantes sin dedos con huellas de perro pintadas, botas peludas de color gris que simulaban patas de animal, y un antifaz negro que junto con la capucha roja ocultaban mejor su rostro, también llevo una vincha con orejas caninas que resaltaban debajo de la capucha como si fueran dos cuernos.
El portero vestía pantalones anchos de bombero sostenidos por tirantes rojos, botas y una máscara de gato enorme que le cubría toda la cabeza como si fuera un casco, su torso bronceado y musculoso estaba expuesto al calor de la noche. El sujeto bailaba animadamente en el lugar al ritmo de la música electrónica que se escuchaba desde adentro. Cuando estuvo frente a él le mostró el papel donde informaban de la fiesta, sin decir nada ni dejar de bailar levantó dos dedos. Luna buscó en su bolso y sacó doscientos pesos pero antes de que se los diera el hombre gato movió su dedo de forma negativa. Tardó unos segundos en entender y con mala gana junto dos mil, se los dio bruscamente y mientras bailaba el potrero levantó el pulgar y señaló el portón dejándola pasar.
Al ingresar sintió que había cruzado el umbral hacia otro mundo, pues si bien no era la primera vez que iba a una fiesta nunca había visto algo así. Las paredes del galpón estaban pintadas como una escenografía representando un bosque floreado como arbustos, insectos y animales antropomórficos persiguiéndose entre ellos con expresiones divertidas. Las columnas que sostenían el techo eran árboles inmensos, en un extremo había un Dj con disfraz de ardilla y en el otro una barra donde un zorrillo repartía tragos por dinero. Y en el centro, en la pista de baile, estaba lleno de personas, furrys bailando al ritmo de la música electrónica.
Los tipos de disfraces eran muy variados, desde los precarios como el de ella hasta trajes completos. Había un tipo con solamente una camisa peluda y una careta de perro, y otro que tenía un traje completo de zorro que lo cubría de pies a cabeza que parecía salida de una caricatura.
Luna estaba por lo demás decepcionada. Ella ansiaba encontrarse con algo más “animal” no unos personajes lindos de caricatura, tenía las expectativas demasiado altas y se cayó en picada. Lo que si, los admiraba por soportar el calor en lo que parecían producir esas bolas de pelo de disfraces que traían. De todas formas ya estaba ahí y había pagado un buen dinero por entrar, lo único que podía hacer era al menos divertirse, quizás incluso con algo de alcohol en la sangre pudiera disfrutar de los disfraces.
Después de varios minutos y empujones logró conseguir un daikiri de frutilla que, en comparación con un boliche estándar, estaba muy barato. Cuando se quiso dar cuenta ya estaba en medio de la pista con medio vaso vacío y balanceándose con ritmo. Las horas pasaron y Luna se encontró divirtiéndose, riéndose de ella misma viéndose desde afuera bailando con personas de sexo dudoso disfrazadas de animales. Rechazó tres propuestas de personas que querían más que bailar. Un muchacho con cola y cabeza de dragón, una perrita (el disfraz tenía un busto generoso) violeta y un tipo cuyo disfraz consistía simplemente en orejas de perro, pintura en la cara y una cola en el cinturón. Todos eran amables pero no lo que buscaba, aun así aceptó sus números para poder ampliar su círculo de amistad.
Mientras saltaba descontrolada al ritmo de la canción "what does the fox say?" y aullaba como la lobita con caperuza que interpretaba algo dentro de ella le habló, algo que le hizo helar la sangre. La sensación la hizo detenerse abruptamente resaltando entre los animales saltarines a su alrededor. Su respiración comenzó a agitarse y el sudor que recorría su cuerpo se volvió frío. Pronto su mirada comenzó a recorrer el galpón entero como una brújula buscando el norte ¿Pero que buscaba? No lo sabía, todos sus movimientos eran automáticos, mientras su mente estaba confundida en un caos su cuerpo parecía saber que hacer por instinto.
Finalmente lo vio y su cuerpo se detuvo, dos grandes orbes amarillos estaban clavados en ella tan profundos y penetrantes que se congelo por completo. Sin embargo, al haberlo visto bien, a pesar de que por alguna razón estaba aterrada, su concha le latió provocando una electricidad que le subió hasta la espalda.
Era un lobo, realmente un lobo apoyado contra una de las columnas de brazos cruzados. Enorme, más de uno ochenta seguro, con una espalda ancha y brazos musculosos. Su disfraz era perfecto, la cabeza era una réplica casi exacta de la de un lobo, tan detallada que debía valer una fortuna sin contar los ojos luminosos que debían de tener algún sistema de alimentación interno. Los brazos estaban recubiertos completamente de pelaje, no distinguía si era una prenda de piel sintética o pintura texturada pero el efecto era demasiado real. Pero lo que realmente sorprendió a Luna fueron los pies, se confundió al principio pues eran idénticos a unas patas trasera caninas, hasta que se dio cuenta que debían de ser zancos de algún tipo parecidos a esos jumpers que usaba la gente para ejercitarse.
Los ojos de la máscara no se apartaban de ella, no se movía para nada, ni cuando sus miradas se cruzaron. Se quedó ahí al igual que ella, separados por unos metros y decenas de personas festejando borrachos. De repente el miedo volvió a elevarse en su cuerpo cuando un pensamiento cruzó su mente “Como un cazador contemplando a su presa”, a su vez su vagina comenzó a mojarse, lubricadose naturalmente y latiendo de anticipación. Su voluntad se dividió en dos, por una parte quería acercarse a aquel hombre fiero y por otra quería salir corriendo por su vida.
Al final el miedo ganó y Luna se fue hasta la puerta sin mirar atrás. La noche seguía calurosa, el portero se había desprendido de su gran máscara de gato pero continuaba bailando mientras se besaba apasionadamente con un hombre calvo y peludo con una gran barba. Maldijo al ver que su celular se había quedado sin batería, y puteo cuando el portero lo ignoró cuando le pidió ayuda. Luna se abrazó a sí misma y comenzó a caminar en busca de una remiseria.
En la calle no había un alma, lógico, este era un sector industrial con pocas cosas y muchas fábricas o galpones como el de la fiesta, todos cerrados o abandonados gracias a la crisis económica. Su única compañía eran las luces de los faroles de la calle que le marcaban el camino a seguir hasta la autopista donde seguro encontrará una estación de servicio donde podría cargar el celular o pedir un taxi.
Ya podía ver las luces de los autos en el horizonte pasando a toda velocidad cuando alguien la tomó por detrás tapándole la boca para que no gritara mientras que con su otro brazo la envolvía en un abrazo opresor, impidiendo que ella se defendiera con los suyos. Comenzó a llevársela hacia su derecha, donde había una reja cubriendo un descampado con pasto crecido. Cuando se dio cuenta ya estaban dentro seguramente ingresando por algún agujero disimulado. El sujeto hablaba pero no podía oírlo por debajo de sus gritos ahogados.
Una vez que estuvieron por el centro del terreno la arrojó al suelo donde el pasto amortiguó su caída evitando que se lastimara las rodillas. Rápidamente se volteo, su atacante era el tipo de cara pintada de perro, tenía una expresión retorcida. Una mezcla entre odio y felicidad que la hizo temblar cayendo sobre su espalda.
⏤¿Te hacías la linda hija de puta? ¿Ni un baile me aceptabas? ¡¿EH?!⏤gritó violentamente.
Sin responder Luna se puso a llorar anticipando lo que pasaría sin ser capaz de levantar la voz en busca de ayuda. Nadie la escucharía.
⏤Vamos a ver si seguís así de arrogante después⏤ Dijo su atacante mientras se desabrochaba los pantalones, exponiendo su miembro erecto.
Luna comenzó a respirar agitadamente, abrió la boca pero no produjo sonido alguno. Solo cuando el tipo se acercó más a ella estirando su mano hacia su cabeza para obligarla a realizarle sexo oral fue cuando pudo aprovechar su ultima oportunidad.
⏤!AYUDAAA NOOO!
⏤Cállate puta de mierda, cáll…
Un golpe seco sobre su costado mandó a volar al violador que cayó a tres metros de donde estaba parado. Lo había golpeado un cuerpo enorme y oscurecido por la noche, ella quedó como única espectadora de lo que vino después.
El tipo se levantó pesadamente gritando de dolor, sosteniendo el brazo donde había recibido el golpe, el cual se encontraba en un ángulo extraño. La forma grande se acercó a él lentamente produciendo gruñidos animales. El violador lloraba ahora y se arrastraba hacia atrás como podía, con miedo en su rostro. Todo paso tan rápido. La cosa enorme flexionó sus extremidades inferiores y se abalanzó en un salto contra su víctima que, por algún milagro, logró reaccionar y rodar sobre el suelo lastimándose más el brazo. Se levantó gritando de dolor y corrió hasta la reja levantando una sección cortada empujándola con su cuerpo.
Lejos de perseguirlo el colosal cazador lo vio alejarse desde el lugar donde aterrizó apoyándose en sus cuatro extremidades. Las sombras lo cubrían por lo que su silueta se encontraba difusa en la oscuridad, excepto por una cosa, sus ojos eran dos grandes orbes amarillos que ahora se concentraban en ella. En cuanto cruzaron miradas Luna volvió a tener la misma sensación que tuvo en el galpón. El miedo terrible que la había invadido era incluso más grande que el que le causó el estar a punto de ser violada.
Comprendió entonces que era, el más puro instinto animal de supervivencia, aquel que ahora no era más que un vestigio y una sombra de lo que solía ser. La voz interna que le decía que corriera por su vida pues las posibilidades de quedar viva eran casi nulas, a la vez era lo que la paralizaba sabiendo que aunque huyera sería atrapada, el cuerpo mismo la traicionaba intentando darle una muerte más tranquila.
La cosa salió avanzando con calma exponiéndose a la tenue luz de la calle mientras adoptó una forma bípeda de caminar. Era él, el lobo de la fiesta, despojado de toda prenda humana, completamente desnudo y cubierto de un fino pelaje gris. Sus piernas eran de carne y hueso, y no una prótesis simulando patas traseras caninas. El hocico estaba abierto, de este colgaba una lengua húmeda y larga que se relamió antes de guardarse en su lugar. La mirada de Luna iba de sus colmillos a sus garras ,en las manos casi humanas, a los amenazadores ojos amarillos. Y lejos de aumentar su miedo la otra sensación que sintió esa noche resurgió casi opacando al miedo. Su concha volvió a latir, incluso más fuerte que antes, humedeciéndose a la vista de aquella bestia que solo debía de existir en las fantasías de la mente humana.
La bestia giró la cabeza confundida sin dejar de mirarla para luego olisquear el aire, su lengua volvía a salir de su boca salivando y comenzó a gemir como un perro acalorado. Rápidamente se dejó caer quedando en cuatro patas justo frente a ella, mientras continuaba olfateando acercó su nariz a su entrepierna expuesta. Ella se arrastró hacia atrás temerosa pero el lobo avanzó casi al mismo tiempo rozando la punta de su hocico con su bombacha provocando que se le escapara un leve gemido.
El lobo reaccionó a aquello levantando las orejas, avanzó cuidadosamente hasta que estuvieron cara a cara, Luna quien tenía los ojos cerrados desde el gemido los abrió levemente contemplando el rostro animal de la criatura, era tan hermoso para ella que casi se olvidaba de la situación en la que se encontraba. Movió su hocico hacia un lado de su cabeza y Luna pudo sentir su cálido aliento en el cuello seguido de su lengua que lamió debajo de su oreja, casi educadamente, provocando que una corriente eléctrica bajará hasta su vulva obligando a sus piernas a apretarse intentando contenerse. La educación de la bestia se esfumó por completo cuando usó sus garras para destrozar la camisa blanca junto con su corpiño dejando su pecho expuesto tan rápidamente que la hizo gritar del susto.
Sus pechos se levantaban con cada profunda respiración, atrayendo los ojos de la bestia, la miró una vez más directo a los ojos antes de pasarle la húmeda lengua desde su mentón hasta su nariz pasando por la boca cerrada y luego bajó hacia sus tetas. El lobo comenzó a lamer su piel desnuda alrededor del pezón derecho, se movió por el medio sin parar hasta la izquierda y lamió más fuertemente el pezón.
“Mierda” Pensó Luna mordiéndose el labio excitada. Fue entonces que su mente pudo sentarse una vez más en la realidad. “Hay un hombre lobo chupándome las tetas ¿Estoy soñando?” Si lo estaba, no quería despertar, la lengua canina en sus pezones duros le hacía chorrear la concha como una catarata empapando toda su bombacha.
⏤Ahhh, ahhh, ahhh⏤Gimió Luna con las tetas bien mojadas. Sin pensarlo llevó una mano a la cabeza del lobo y la apretó gentilmente. Su pelaje era suave, era verdaderamente piel de animal como algodón en su mano. El lobo comenzó a bajar besando su abdomen, quizás influenciado por el movimiento de su mano, llegando a su entrepierna.
⏤No⏤Pidió ella entre suspiros, pero la bestia no paro, llegó hasta su entrepierna y como hizo con su camisa (pero más suavemente) uso una de sus garras para cortar la falda y bombacha, exponiendo la carne naturalmente húmeda. Impaciente y aparentemente hambriento, el lobo comenzó a lamerla.
Luna comenzó a volverse loca de placer. La lengua hacía presencia sobre su vagina, desde los labios inferiores hasta la punta del clítoris, la besaba con pasión como un buen perro. Gemía como loca, su mano abandonó la cabeza del animal y junto a la otra apretaba el pasto sobre el que se apoyaba. La lengua tomó más velocidad, logrando entrar dentro en el recorrido hacia el clítoris, el lobo se estaba bebiendo sus fluidos. Arqueo su espalda del placer al tiempo que los gemidos se volvían gritos.
⏤NOO, BASTA⏤“SI, NO PARES”.
Sentía como el calor subía por todo su cuerpo, ruborizándose y calentando sus orejas. Se abrió más de piernas, apretó los dientes y arrancó el pasto que apretaba cuando por fin su útero explotó en un gran orgasmo.
⏤AAAAAAAHHHHH.
El orgasmo fue tan brutal que la dejó agitada y transpirada con las piernas temblando, nunca en todas sus sesiones de masturbación había sentido tal placer. Estaba apunto de desmayarse cuando algo frente a ella la alertó. El lobo estaba en dos patas habiendo posicionado su entrepierna frente a su cara, de esta sobresalía un apéndice de color rojizo, el pene del lobo estaba erecto y baboso en anticipación como ella lo estaba hace rato. Al subir la mirada vio su rostro canino gimiendo, con la lengua colgando y goteando saliva. Sus ojos amarillos la miraban desde la altura con una pisca de locura humana.
Sin previo aviso, el lobo puso su fuerte mano en la parte trasera de su cabeza.
⏤No, esper…⏤Fue lo único que llegó a decir antes que la forzara a meter su pene canino en su boca casi hasta el final.
El lobo levantó la cabeza y gruñó de placer, aflojaba su agarre para dejarla ir pero antes de poder soltar el pene por completo volvía a empujarla con su fuerza sobrehumana hacia el fondo.
Luna saboreo la verga roja, estaba tibia y suave, y desprendía constantemente un líquido espeso que de hecho no tenía un mal sabor. Cuando se quiso dar cuenta estaba jugando con su lengua, envolviendo el tronco en cuando entraba por completo un poco antes de llegar a su garganta y rozando la puta cuando se alejaba. Podía escuchar los gemidos del lobo cada vez que esto pasaba y por alguna razón la hacía volver a calentarse.
Por fin la bestia la liberó de su agarre y Luna se dejó caer hacia un lado tosiendo el líquido preseminal del animal.
⏤Basta, basta, déjame ir por favor⏤Pidió entre sollozando.
El lobo respondió con un gruñido, uno que sonaba más agresivo. El miedo verdadero de Luna volvió a resurgir, pues se dio cuenta que el lobo no había terminado. Sólo llegó a ponerse en sus rodillas y dar unos pasos como un cuadrúpedo intentando escapar cuando sintió las garras sobre su cadera que la sostenían con tal fuerza que el avanzar parecía imposible. Le bastaba tan solo una mano para retenerla pues con la otra arrancó lo que quedaba de su falda y su camisa dejándola vestida solamente con el antifaz, las orejas, los guantes y las botas de animal.
Volviendo a tenerla con las dos garras posicionó su hocico contra la concha abierta y volvió a lamerla, esta vez llegando hasta el ano provocando nuevos temblores en Luna, los cuales difuminaron su temor inicial. Lamió varias veces humedeciendo sus orificios y las nalgas, estimulando tanto que a Luna se le olvidaba su situación y se permitió sonreír de placer dejando caer unas gotas de baba. El lobo, satisfecho se paró sobre sus patas traseras una última vez moviendo su cadera de atrás hacia adelante, rozando la concha con su duro pene rojo.
⏤No, no, no, no, ni se te ocurra.
Al terminar la frase el lobo embistió una vez más penetrando la vagina mojada de Luna quien dio un grito al sentir el miembro canino dentro de ella y sorprenderse de que no le molestaba para nada. El lobo comenzó a moverse cogiendo su concha suavemente para luego hacer movimientos más bruscos. Luna escuchaba sus gemidos, sentía las gotas de saliva tibia caer en su espalda, las garras (algunas en su vientre y otras en sus nalgas) clavadas suavemente sin lastimarla, el suave pelaje del animal rozando su piel. Pero por lo demás sentía el pene liberando chorros de líquido dentro de ella calentándola en más de un sentido, mientras que la lubricaba más y más haciendo que el pene se resbalara desde dentro de ella.
⏤¡NO, BASTA, BESTIA! ⏤”SI, SEGUI ANIMAL, NO PARES”.
El lobo la embestía con más fuerza y más rápido hasta que de repente dio una fuerte y se detuvo, una vez más hizo lo mismo, una gran embestida con pausa de segundos. Luna se dio cuenta que algo estaba pasando, con la siguiente embestida sintió algo golpear el exterior de su vagina. Recordó entonces que los penes caninos cuando están muy excitados y a punto de tener un orgasmo se hinchan en la base creando una especie de bola con la que se enganchan con las hembras.
⏤¡Espera! No la metas te la chuuuuuu…
El lobo le cortó su súplica con una embestida final y fuerte que metió el bulbo de una, dentro de su concha. El impacto fue tal que Luna quedó boquiabierta sin siquiera poder gritar. Quedaron quietos unos instantes hasta que el lobo le soltó la cadera y se puso sobre ella como un perro y comenzó a mover su pelvis suavemente. Luna no entendió porque no se desplomó o desmayo en el momento, como es que conservaba su conciencia después de haber sentido ese impacto y menos entendía cómo es que tener esa cosa adentro podía sentirse tan bien.
“Ya no puedo resistirme más” Pensó. “Que rico, que rico, un hombre lobo me está cogiendo como una perra y me encanta. VIOLAME MÁS”.
⏤NOOO BASTA, DUELE.
Pero el lobo no se detuvo, continuó moviéndose enganchado dentro de ella bruscamente, sacudiendo a Luna sin darse cuenta que le suplicaba detenerse mientras tenía la boca abierta con la lengua afuera y gemía ella misma como una perra en celo a punto de acabar de nuevo.
“SI, SI, SI, COJETE A ESTA LOBITA. NO PARES, FALTA POCO”.
El bulbo dentro de ella comenzó a hacerse increíblemente más grande de lo que ya estaba, podía sentir el líquido preseminal llenando la concha tapada, el latir de su verga roja. Se venía, se venia dentro de ella.
“SI, SI, ME VENGO, ME VENGO”
⏤¡ME VENGOO!
⏤¡AÚÚÚÚ!⏤Aulló al bestia al conseguir el orgasmos llenando el vientre a Luna con su semen.
A ella le temblaban las extremidades que cedieron dejando de sostenerla, quedando colgada sostenida únicamente por el pene del lobo hinchado dentro de ella. La cabeza le daba vueltas, veía borroso y la única sensación que tenía era el placer que recorría su cuerpo con base en su concha caliente. El lobo también se rindió, cansado, se desplomó a un lado en el suelo arrastrando a ella consigo provocando el tirón una extensión del orgasmo que le hizo dar un mini gemido. Estuvieron así varios minutos, en silencio, solo escuchando el sonido de sus respiraciones profundas que inflaban sus pechos. Hasta que finalmente el pene se deshincho resbalando desde dentro de Luna como sacando el tapón de una bañera dejando salir chorros de semen líquido, la sensación de liberación fue casi tan placentera como la penetración provocando cosquillas en su vagina exhausta.
Sintió algo envolviéndola, el grueso y peludo brazo del hombre lobo abrazándola con suavidad. Luna no sabía si estaba en un sueño o en la realidad, pero tomó ese brazo con sus dos manos y lo apretó con dulzura quedándose dormida en su cálido abrazo.
Al despertar a Luna le dolía mucho la cabeza. Recordó inmediatamente los eventos de la noche anterior. A su alrededor, el escenario era el mismo, el lote vacío y descuidado solo que de día alumbrado por el alba. No había nadie a su lado, ni una bestia ni un hombre, solo una enorme camisa que la envolvía como una sábana cubriendo su desnudes y a su alrededor montones de pelo gris, una cantidad suficiente como para cubrir a una persona adulta en su totalidad.
Miro alrededor, no había signos de nada ni nadie en la calle. Se levantó y se puso la remera que le quedaba de camisón. Miro arriba, ahí estaba la luna desvaneciéndose por la luz del sol, la única testigo de lo que había pasado. Se tocó la vagina por sobre la ropa recordando la experiencia, sintiendo un cosquilleo agradable. No importaba nada ¿Cuántas personas podrían decir que habían cumplido realmente sus fantasías? Sonrió a la luna y se prometió encontrar a su hombre lobo.