Aulas placenteras
Un momento de placer se puede vivir en donde sea.
Camino por el pasillo de la universidad. Hace calor por lo que llevo una faldita y una blusa de tirantes floreado. Llego antes al salón de clases y no veo a nadie. Voy al baño para llamar por mi celular a una amiga pero en ese momento alguien por detrás me toma de los brazos y me mete a un salón vació sin poder ver quien es, solo siento unas manos fuertes que se prenden de mi. En el salón me voltea de frente, apoyándome de espaldas contra la pared y lo veo: es Oscar, el prefecto de 30 años. Me ve y sonríe, sintiendo como arde en deseos mientras me toma entre sus brazos. Acerca sus labios a los míos y me besa con pasión, con lujuria.
-Te deseaba, deseaba tenerte otra vez me repetía.
Sus manos recorren mi piel mientras un calor placentero despierta dentro de mí. Exploran sus manos bajo mi ropa, bajo mi blusita. Sus manos se apoderan de mis pechos, se excita por su gran tamaño y los aprieta, los pellizca. Baja su cabeza y pasa su lengua por mi cuello, encendiéndome más. Ansiosamente besa y lame mis pezones que se despiertan locamente a su contacto. Ardo de placer y gimo con locura. Se sacia en mis pezones y baja más levantándome mi pequeña faldita. Su boca y su lengua me acarician sobre mi húmeda tanga, besándome hasta complacerme, lo cual expreso en palabras y con gemidos. Me deja excitada; se para y me voltea ahora de frente a la pared, dándole la espalda. Me levanta mi minifalda y baja mi tanga empapada del placer que me invade todo mi cuerpo. Siento su pene entre mis nalgas, por lo que las muevo, restregándolas contra su miembro que se entusiasma con mi cuerpo. Gimiendo me penetra, sintiéndolo tan dentro de mi. Me penetra hasta cansarse, sacándome gemidos y sintiendo una corriente de placer en mi cuerpo. Sus manos en mis pechos que parece que pierden su forma por sus fuertes presiones. Gemimos fuertemente hasta sentir que saca su pene de mi y se vacía detrás, en mi nalgas, sintiendo su tibio y vital liquido recorrer mi piel. Sus manos toman mis nalgas y se encargan de bañármelas con su semen. Gimo y tiemblo de placer al sentir mis nalgas tapizadas de su líquido.
-Te deseaba tanto gracias por este momento dice lamiéndome el oído.
-De nada amor pero a la próxima yo seré la que lleve el control para variar.
Nos besamos locamente, luego de consumir un momento de pasión y deseo.