Audrey y Kate

Audrey es sumisa y dócil, Kate no. Y ambas son la misma persona.

  • ¿A qué ha venido eso?

  • ¿A qué ha venido el qué?

  • Lo del restaurante, con la camarera, fuiste bastante borde

  • Ella siempre está igual, con todos los tíos que entran

  • Sólo estaba siendo agradable

  • Para nada. Yo he sido camarera, y yo era agradable. Ella estaba en plan zorra era agradable. el bastante bordepara conseguir propinas, hay una diferencia. Y se lo he visto hacer un montón de veces.

  • Ven aquí

Ella deja las bolsas sobre la mesa y se acerca a él.

  • ¿Qué?

  • Que has sido borde con ella porque “tú pensabas” que estaba en plan zorrón conmigo

Él la sujeta de la barbilla, ahora, escrutándola con su mirada. Ella se percata del cambio de tono de la conversación.

  • No es sólo contigo, lo hace con todos

  • Pero es cuando lo hace conmigo, cuando te molesta

  • Bueno… eres mi pareja

  • Así que tú puedes ser una zorrita conmigo - le dice,  sujetándole todavía la barbilla, y haciéndole alzar la mirada - pero no las demás

  • Tiene lógica, ¿no…?

  • ¿Y qué hay de Audrey?

  • Yo soy Audrey

  • No, tú eres Kate. La chica que ha sido tan maleducada con la camarera también era Kate. Audrey habría parado cuando le he dicho que lo hiciera. Pero tú has seguido

  • Vamos… no es justo - ella trata de cazar una caricia de la mano que le sujeta la barbilla, pero él no lo permite, y le obliga a mantener la mirada

  • ¿Qué es lo que no es justo?

Ella dirige su mirada al suelo.

  • Que me vayas a castigar por eso…

  • Así que crees que te voy a castigar

  • No lo sé

  • No me gustaría llevarte la contraria hoy, ya que estás tan mandona…

Ella no contesta. Él acerca la boca a su oído, y le dice con suavidad “desnúdate, ahora”. Ella obedece, en silencio, y en menos de un minuto está ante él, en mitad del salón, con la mirada baja y esperando.

  • Vaya, parece que Audrey está tomando el control, ¿no crees?

Ella se encoge de hombros. Es siempre él quien decide cuándo ella es Kate o Audrey. Pero hoy parece querer juguetear con los papeles. Está confundida.

  • Así que eres mucho mejor que la camarera putón

  • No he dicho eso, sólo que…

  • Has dicho que tú no hacías eso cuando eras camarera, y que ella era una zorra

  • Que actuaba como una zorra

  • ¿Como tú ahora, que te desnudas en cuanto chasqueo los dedos?

  • Contigo, no con cualquiera

Él sonríe. Le divierte la inseguridad de ella, que no sepa cómo reaccionar o contestar a sus preguntas.

-  Igual ella hace lo mismo con su pareja, desnudarse en cuanto él se lo dice… o puede que no, puede que ella sea dominante en la cama, ¿tú qué opinas?

  • No lo sé, y no me importa. Con que no te ponga sus tetas de silicona en la cara cuando te sirve el café, me conformo.

  • Oh… vaya, aquí tenemos a Kate otra vez…

  • No me hagas esto…

  • ¿Crees que la camarera putón deja que su pareja le abofetee, como haces tú..?

  • ¿Y que le pone tan cachonda como te pone a ti? Porque yo diría que esa sí que es actitud de zorrita…

  • … no… - dice ella mirando al suelo

  • ¿O que va a cuatro patas desnuda, como haces tú?

  • No… No creo…

  • ¿Suplicando que te follen, como haces tú a veces?

Ella intenta imaginarse a la camarera haciendo eso, pero no tiene sentido. Ciertamente, no consigue imaginársela así. Niega con la cabeza.

  • Entonces… ¿quién es la zorra aquí?

  • Yo, pero…

  • ¿Lo ves?… Aquí está Kate otra vez, saliendo a la superficie. No se aceptan “peros”

  • Eres…

  • ¿Qué dices, Audrey? ¿Hacemos que Kate se vaya y que deje de molestar?

Ella no contesta. Pero sí, eso sería un alivio. Por alguna razón él está manteniéndola en el filo, a propósito. Y parece disfrutarlo.

  • Yo soy Kate – dice, retándole

  • Eso tiene solución…

Y llega la bofetada. Repentina, aunque no violenta, ni siquiera dolorosa. Pero la deja sin aliento por un segundo.

  • ¿Funciona?

Ella no contesta, con la mirada fija en el suelo. Claro que funciona. Y Kate se está marchando, aunque todavía tiene la suficiente influencia para impedirle contestar a la pregunta.

Llega una segunda bofetada. Ésta sí que era esperada. Ella toma aliento.

  • ¿Mejor ahora?

  • Sí…

  • ¿Y Kate?

  • Ya no está

  • Muy bien

Él se acerca al sofá, dejándola en medio de la habitación.

  • Aunque también es una pena, porque me vendría bien ahora algo de su experiencia serviendo bebidas, como antigua camarera…¿Por qué no me traes una cerveza, Audrey?

Ella esperaba otra cosa. Un roce, un beso, quizá incluso otra bofetada. Pero reacciona y va a la nevera, desnuda como está. Coge una botella de cerveza, la abre, se acerca al sofá y se la da.

  • Vaya, ¿ves a lo que me refería?… Sin vaso. Aquí es cuando Kate sabe comportarse mejor que tú, cariño… no sé en qué andas pensando.

Ella vuelve a la cocina, sin decir una palabra, y regresa con un vaso para la cerveza.

  • Gracias, déjala en la mesa - él bebe directamente de la botella - Ahora sí que pareces una camarera putón, ¿no crees? Sirviendo bebidas desnuda y tal…

  • No lo sé

  • Sí que lo pareces, te lo digo yo. Ahora… vamos a solucionar eso de Kate poniéndose borde con gente, cuando le digo claramente que no lo haga.

Se coloca detrás de ella y la sujeta por el pelo. “Abajo”, le dice, y ella lentamente se arrodilla, guiada por su mano. “A cuatro patas, cariño”. Ella obedece y aguanta sobre sus manos y rodillas, esperando.

  • Por supuesto, no ha sido culpa tuya, ambos lo sabemos. Ha sido esa arrogante de Kate. Pero ya que ambas compartís este bonito cuerpo… puede que consigamos encontrar la manera de castigarla a ella, ¿qué opinas?

  • No lo…

Antes de que termine la frase, un azote bien sonoro cae sobre su trasero. Ella se inclina un poco hacia delante, pero él corrige su posición sujetándola del pelo.

  • Relájate, cariño. Piensa que no es a ti a quien estoy castigando…

Entonces cae un segundo azote y un tercero. Sonoros, cada vez más fuertes.

  • Hay que conseguir que Kate recuerde esto la próxima vez que se siente, ¿no crees?

Caen el cuarto y el quinto. Ella se pregunta si él no se está haciendo daño en la mano. Si es así, nadie lo diría, porque los golpes caen seguidos. No le suelta el pelo, y le obliga a mantener la cabeza alta.

  • ¿Crees que Kate recordará esto, Audrey?

El trasero le duele mucho. Ella supone que ya está rojo, y desde luego sabe que dolerá mañana

  • Sí lo recordará

  • Buena chica… ¿Y crees que Kate se comportará como una señorita la próxima vez que vayamos allí?

  • Sí…

  • ¿Y que será agradable con esa camarera, incluso aunque le parezca que la camarera se está poniendo putón conmigo…?

El orgullo interviene, ella duda, y se toma unos segundos. Pero un nuevo azote - más fuerte que todos los anteriores - dispara su respuesta.

  • ¡Lo hará!, ¡lo hará!, por favor…

  • Muy bien, buena chica… Bueno… parece que ambos hemos hecho un buen trabajo con esa arrogante de Kate, ¿no crees?

Ella no contesta, sólo permanece ahí, expectante, con su trasero en pompa, expuesto al castigo que él desee.

  • Me he ganado un premio - continúa él - Ahora ponte de rodillas, mirándome.

Ella obedece, y sin que él tenga que decírselo, pronto desabrocha su bragueta y saca la polla del pantalón.

  • Esto es lo bueno de ti, Audrey, siempre sabes cómo satisfacerme. Pero no se lo digas a Kate, se pone tontamente celosa a veces…

Ella se mete la polla en la boca. Repite los movimientos que sabe que más le satisfacen. Él susurra “Así… buena chica…” Y durante un par de minutos se recrea con el modo en que ella le sirve.

Pero pronto le hace levantarse de nuevo. Y sin palabras, la guía hacia el dormitorio, empujando su cuerpo desnudo. Ella deja que le guíe, con excitación y con una avergonzada docilidad.

Le hace subirse a la cama, de nuevo a cuatro patas. La acaricia durante unos segundos, mientras susurra cosas en su oído. Cosas sobre una camarera putón, sobre ser follada, sobre la arrogante Kate, sobre Audrey, tan complaciente y carente de orgullo.

Y después, Audrey es tomada, asaltada, con facilidad, sin resistencia. De un modo que Kate encontraría humillante, pero que ambas adoran. Como un animal, domado y vencido, que disfruta cuando su cruel y amoroso dueño lo alimenta.