Atrévete a quererme. - 6

"Sólo necesitaba besarla…"

Recuerdo su mirada, esa mirada magnética que me solía atraer. Y es que cualquier gesto suyo, cualquier sonrisa que se le escapaba, hasta el más mínimo movimiento me hacía estremecerme al verla. Por mi cabeza pasean miles de momentos que permanecen fieles a lo que aun siento por ella. La forma en la que me acariciaba el pelo, o cuando solo me agarraba la mano al caminar, y sobretodo cuando veía a sus ojos asegurándome de que todo saldría bien, yo creía en sus ojos. Recuerdo su cuerpo, la sinfonía de placer que salía de mi boca, aquellos besos interminables en medio de la calle y el efímero caminar de sus suaves manos sobre mi espalda dibujando un corazón. Aun recuerdo cuando no podíamos pasar un día sin hablarnos, hablábamos por horas y horas seguidas, sin aburrirnos siempre encontrábamos de que hablar, aunque fueran solo estupideces y cosas sin sentido, nos reíamos de todo de cada bobada que decíamos, nos contábamos cosas tan de nosotras... Y todo terminaba cuando a una de las dos le daba sueño y se tenía que ir a dormir… Y ahora, duele, ese doloroso sentimiento aún sigue latente en mí, no sé cuánto tardare en superar su muerte ”.

  • Hija, llegaras tarde al colegio – Gritó su madre detrás de la puerta. Angelique se apresuró a limpiar sus lágrimas y a secar la hoja que tenía unas cuantas gotas de su dolor en ellas.

  • Ya voy, mamá – Trató de sonar firme pero no pudo.

Se pudo escuchar los pasos lejanos de su madre y volvió a respirar hondo sosteniendo con firmeza el bolígrafo.

La profunda e insoportable soledad poco a poco se va esfumando, admito que a veces lloró, a escondidas o en silencio… No puedo evitarlo, al recordarla me trae una sonrisa de felicidad y a la vez lágrimas de dolor. Es muy duro pasar de vivir tu vida con la persona que amas, de mantener un contacto tan cotidiano como íntimo, de compartirlo prácticamente todo con esa persona… a tener que despertar un día sin ella, y a partir de ahí todos los días. Saber, que a la hora de dormir, no pueda llamarla o leer un mensaje suyo deseándome las buenas noches. Que al despertar, me dé cuenta de que no está ahí abajo, en la sala platicando amenamente con mi papá, compartiendo un café con mi mamá o aquí, en mi cama, recostada  a mi lado mirándome fijamente con sus hermosos ojos verdes y con su singular sonrisa ladeada.

No es fácil llegar al colegio y notar que ella no está ahí, esperándome en los escalones de la entrada. No es fácil recorrer esos pasillos, entrar a las aulas y que la silla que está a un costado mío se encuentre un nuevo alumno. Mi alrededor parece hacer eco del silencio y eso hace que derrame una lágrima mientras recuerdo que estoy sola, un año y cuatro meses y aun lloro como si hubiera muerto hace unos días. Tantos años juntas, tantos recuerdos que creamos juntas son todo lo que me queda. Su pérdida me ha cambiado la vida por completo, sobre todo saber que también fue mi mejor amiga.

Lentamente he comenzado a superar esa tragedia, algo dentro de mi me dice que puedo salir adelante y eso quiero hacer. Ella hubiera querido eso, no le gustaba verme deprimida.”

Cerró el diario y dio un largo suspiró mirando hacia arriba con lágrimas mojando su rostro. Apretó los ojos y volvió a abrirlos. Guardó el diario debajo de sus almohadas y se metió a la ducha.

  • Buenos días – Saludó Angelique entrando a la cocina.

  • Buenos días – Sus padres expresaron al unisonó.

  • ¿Qué quieres desayunar, cariño? – Preguntó acariciando la mano de su hija. Se había dado cuenta que estaba otra vez llorando.

  • Un cóctel de frutas con granola y yogurt, por favor – Pidió Angelique.

  • ¿Qué fruta quieres, mi amor? – Preguntó abriendo una de las puertas del refrigerador.

  • Fresa, manzana, plátano y kiwi – Respondió – Papá.

  • Dime – Su padre dejo su café en la mesa y volteó a verla.

  • ¿Hay señales de Steve?

  • Lo siento, hija, no hay pistas de él…

  • Keith está deprimido… Es su mejor amigo.

  • Lo sé, cariño, he hecho todo lo que puedo pero hasta ahora no hay nada que nos diga donde esta – La conversación fue interrumpida por el timbre de la puerta – Tengo que irme – Besó la frente de su hija y se acercó a besar a su esposa – Nos vemos en el almuerzo – Se despidió saliendo a toda prisa de la casa.

  • ¿Quién era el señor que estaba en la puerta? – Preguntó con extrañeza.

  • Bah, uno de los integrantes que viene siguiendo a tu papá desde hace semanas – Dijo pasándole el plato de frutas perfectamente cortadas en pequeños cuadritos bañados de yogurt de piña y coco con una leve capa de granola encima – Tu padre dice que son cazadores de no sé qué pero al parecer se toman su trabajo enserio.

  • ¿Por qué lo dices?

  • Hija, es mejor así, no vale la pena hablarlo – Dijo antes de darle un sorbo a su té.

Angelique terminó de comer y se despidió de su madre. Estaba saliendo de su casa cuando un lujoso Mini Cooper rojo se detuvo frente a la casa de Angelique.

  • Camille… - Murmuró entre dientes – Te dije que no era necesario que vinieras por mí – Decía apenada a medida que se acercaba al pequeño auto.

  • No digas nada y súbete – Sonrió. Angelique dio un largo suspiró y subió al auto.

Durante el trayecto hablaban de cualquier cosa, pero Angelique miraba con extrañeza la actitud de su amiga, algo estaba ocultándole y su curiosidad era uno de sus mayores ‘defectos’ según ella. Trataba de la manera más desesperada por saber que era el misterioso secreto que su amiga tenia pero se rindió al ver que habían llegado al instituto. Se despidieron en las escaleras y Angelique se dispuso ir a sus clases.

El tiempo pasó rápido para Angelique, no sabía en qué momento había dejado el aula. No sabía en qué momento había entrado a la cafetería. No sabía en qué momento había llegado Keith con un ramo de flores. No recordaba nada de lo qué Keith había dicho mientras estaba arrodillado frente a ella. Pero ahí estaba ella, con una enorme confusión en su cabeza, con un nudo en la garganta y su mirada llena de sorpresa, sus ojos evitaban llorar… Llorar de tristeza, porque muy en el fondo de ella sentía que estuviera traicionando el gran amor que aún le tenía a Blair. Para ella, Keith era un gran chico, fue su primer novio… Pero cuando conoció a Blair también conoció el verdadero significado del amor. Conoció la diferencia entre cariño y amor, a Keith le tuvo cariño sin embargo, nunca lo amo. Blair, eso fue amor, un loco y verdadero amor que aún seguía latente.

  • ¿Entonces? ¿Qué dices, hermosa? – Keith se encontraba arrodillado frente a Angelique en el centro de la cafetería del instituto mientras todos los alumnos miraban expectantes la escena - ¿Aceptas? ¿Quieres ser mi novia?

  • Sí – Contestó por inercia, pero ese “sí” era vació. Era como cuando sus amigas hablaban y hablaban sin darle tregua a sus cuerdas vocales mientras ella se encontraba en medio de las chicas pero su mente estaba en otro lado y lo único que hacía era asentir y dar respuestas cortas y vanas. Llevaba semanas sintiéndose extraña y no conocía las razones de eso.

Keith al escuchar la respuesta de la bella chica, se levantó y besó la mano de la hermosa Angelique para después sostener su rostro y darle un profundo beso escuchando unos gritar y aplaudir eufóricamente mientras que otros no tanto, ya que algunas personas querían una oportunidad con Keith o una oportunidad con la chica más hermosa del instituto.

  • Muchas gracias, bonita – Agradeció al separarse de Angelique – Me haces el hombre más feliz del mundo – Sonrió volviendo a besarla pero los labios de Angelique apenas se movía – Vamos a comer – La ayudo con su bandeja de comida y la acompaño a la mesa en donde se encontraban las amigas de Angelique quien enseguida comenzaron a felicitarla y a trasmitirle todo su apoyo pero Angelique sentía morirse.

  • « ¡La he traicionado! » - Se gritaba a si misma mentalmente.

  • Te veo en la salida, ¿Sí? – Dijo Keith. Angelique sacudió su cabeza y asintió aun confundida. Lo miró tratando de darle su mejor sonrisa – Te amo – Besó sus labios y se fue a la mesa en donde todos sus amigos del equipo de futbol lo esperaban ansiosos en donde no pudieron evitar sus comentarios típicos de chicos creídos y estúpidos, unos felicitándolo amigablemente y otros vacilando comentarios groseros y subidos de tono.

  • Mackenzie… - Susurraron a un lado de ella pero no podía dejar de ver la sonrisa que Angelique tenía mientras sus amigas la abrazaban – Mackenzie… - Caroline volvió a llamarla – Mackenzie, tranquila, por favor – Comenzó a acariciar la mano de su amiga que apretaba por debajo de la mesa su teléfono dejándolo completamente destruido.

Mackenzie no podía  dejar de recordar con enojo, decepción y tristeza el “Sí” de Angelique a Keith.

  • « Que suerte… »

Se levantó y salió de la cafetería rápidamente. Corrió por los pasillos hasta que llegó a la cancha de futbol americano vacía y camino al contenedor negro lleno de pelotas esféricas rojo marrón. Lanzó uno con fuerza y este abandonó el campo hasta llegar al estacionamiento atravesando con fuerza  el vidrio de un autobús escolar. Agarró otro y lo lanzó hacia la metálica malla que estaba hasta el otro del campo, la pelota estalló. Agarró otra pero por la fuerza con la que la tenía sostenía hizo que la pelota reventara en sus manos, frustrada, pateó el contenedor haciendo que choque con la malla protectora de las gradas. Levantó uno de los dummy que usa el equipo para entrenar y aventó más de noventa kilos al campo dañando el verde césped.

  • ¿Y a ti que te sucede? – Preguntó Bradley sentándose en las gradas. Mackenzie volteó a verlo con sus ojos completamente cambiados, de verdes pasaron a ser rojo sangre.

  • Vete – Musitó ella dejándose caer al suelo con la mirada abajo. Bradley usó su súper velocidad y  se sentó a un lado de su hermana.

  • Puedes contar conmigo – Dijo con una pequeña sonrisa mientras golpeaba su brazo – Cuéntame… - Ambos se miraron.

  • Sabes… Sólo necesitaba besarla… - Bradley la miró expectante pero ella apartó la mirada y miró hacia el frente, sintiendo el sol en todo su rostro – Quería… Simplemente eso, besarla… Pero no pude – Negó con la cabeza – Por eso me acerque y forzosamente la bese en la frente… - Unas lágrimas inundaron sus ojos – Porque no hubiera podido resistir besarla en la boca y ser rechazada…

  • Tú no tenías miedo de ser rechazada.

  • No la puedo traer de vuelta, ¿Verdad?

  • No – Un pequeño sollozo salió de los labios de Mackenzie – Lo siento.

  • Tenía lo necesario para protegerla… Tenía la fuerza, la velocidad, la inmortalidad pero… Ni eso me ayudo a salvarla – Bradley la abrazó - ¡No pude! Tenía razón Eda, puedo tener el mayor de los poderes pero eso no me ayudará, siempre seré débil.

  • No digas eso… Tú no eres débil… ¿La quieres?

  • Sí…

  • ¿Y porque eliminaste tu recuerdo de su mente?

  • Era necesario – Bajó la cabeza – Quiero protegerla, tengo miedo de que Eda pueda hacerle daño…

  • No le hará daño…

  • No lo hará, es por eso que me eliminé de sus recuerdos… No pude hacerlo con Ailén y ahora, no dejare que pase eso otra vez…

  • La estas lastimando, se ve confundida todo el tiempo…

  • Si tan solo hubiera mirado por donde caminaba nunca la hubiera conocido y esto no estaría sucediéndome.

  • Por algo se conocieron, tal vez sea por el anillo – Mackenzie se levantó ofusca del suelo y comenzó a patear el contenedor de pelotas dejándolo solamente como un fierro retorcido.

  • ¡Ese es el puto problema! – Gritó volteando a verlo – No sé dónde carajo lo consiguió, pero lo tiene puesto y eso me tranquiliza un poco – Bajó la voz – Mientras tenga el anillo, estará bien… - Fue interrumpida por la campana del instituto.

  • Debo irme a mi clase de mecánica, ¿Nos vemos en la salida? – Mackenzie asintió pensativa – Te veo después – Dio una leve palmada en su hombro y salió corriendo del campo.

Mackenzie caminó a paso lento a su clase de Química en donde compartía la clase con Angelique pero ella se había cambiado de lugar y ahora se sentaba al fondo del aula.

Las clases siguieron normales, mucho aburrimiento y exceso de tareas que entregar en la siguiente clase.

  • Hola, preciosa, ¿Te llevo a casa? – Preguntó Keith alcanzando a su ahora novia, en su casillero.

  • No… Pero gracias, quedé con Hilary y Camille en hacer un trabajo en mi casa – Mintió.

  • Oh, bueno… Entonces, ¿Podemos ir al cine en la noche? – Angelique hizo una mueca de desagrado.

  • Mis padres… iremos a ver a mis abuelos en New Hampshire – Volvió a mentir.

  • ¿Los de Manchester? – Angelique asintió.

  • Pero mañana es sábado, podemos hacer lo que quieras – Keith sonrió.

  • Bueno, hermosa, te dejo… Debo ir a mi entrenamiento – Con sus manos agarro el cuello de Angelique y se acercó a ella plantándole un enorme beso.

  • Adiós – Murmuró al verlo alejarse del pasillo.

Estaba por bajarse de las escaleras cuando tropieza con alguien tirando todos sus libros y cayendo encima de la persona.

  • Lo siento, lo siento, perdóname – Decía Angelique asustada tratando de levantarse pero los nervios la traicionaban – No fue mi… - Levantó su mirada encontrándose unos hermosos y brillantes ojos verdes casi pardos que la miraban. En eso, Angelique se sintió en un déjà vu borroso.

  • No te preocupes – Angelique reaccionó y se levantó rápidamente del suelo ayudando a la víctima de su distracción quien enseguida se levantó a recoger sus libros – Toma – Le paso los libros y volvió a bajar por las escaleras rápidamente.

  • ¡Espera! – Decía tratando de alcanzarla - ¿Cómo te llamas? ¡No te vayas! – Gritó al verla salir por la entrada del instituto.

  • Oye, ¿Y tú que tienes? – Se burló Bradley al ver a su hermana ansiosa - ¿Te encuentras bien? – Preguntó un poco alarmado.

  • Sí, vámonos – Ordenó. Bradley se subió al copiloto del auto y salieron rápidamente del estacionamiento.

  • ¿Qué te sucede, mujer?

  • De nuevo, volví a tropezarme con Angelique, ¡Que estúpida soy! – Gritó golpeando el volante con molestia.

  • ¿Y qué hiciste?

  • Solamente pude huir del lugar, no iba a dejar que se repitiera lo mismo.

  • Cobarde – Murmuró Bradley cruzándose de brazos. Mackenzie frenó el auto derrapando sobre el asfalto dejando una larga marca de los neumáticos de su auto.

  • No dijiste eso.

  • Sí, lo dije, ¿Y qué? – Ambos se miraron – Eres una cobarde – Mackenzie respiró hondo y volvió a acelerar.

Durante el trayecto a la cabaña, ninguno de los dos intercambió miradas, ni mucho menos palabras. Al llegar a la cabaña, la anciana notó la tensión entre ellos enseguida.

  • Y ahora, ¿Por qué pelean?

  • Abuela – Se quejó Bradley – Está enamorada y lo niega… - Su abuela giró a verla con sorpresa.

  • No lo estoy – Negó nerviosa – Iré a comprar algunas cosas, regreso en la noche – Se despidió de su abuela y subió a su auto siendo su única compañía, la radio mientras aceleraba a toda velocidad tratando de alejarse de su familia lo más pronto posible.

♫It's not your eyes… [No son tus ojos]

It's not what you say… [No es lo que dices]

It's not your laughter… [No es tu risa]

That gives you away… [Lo que te lleva lejos]

You're just lonely… [Simplemente estás solo]

You've been lonely… too long… [Has estado solo, mucho tiempo]

All your acting… [Toda tu actuación]

Your thin disguise… [Tu fino disfraz]

All your perfectly delivered lines… [Todas tus frases perfectamente]

They don't fool me… [No me engañan]

You've been lonely… too long… [Has estado solo, mucho tiempo]♪

Detuvo el auto al darse cuenta a donde estaba dirigiéndose, solamente estaba a dos calles de la casa de Angelique, ¿Cómo había llegado ahí? Ella no lo sabía.Respiró hondo y pisó suavemente el acelerador hasta detenerse a una calle. Volvió a acelerar y coloco su auto debajo de la sombra de un gran árbol que había frente a casa de Angelique

♫ Let me in the walls… [Permíteme estar en las paredes]

You've built around… [Que te has construido alrededor]

We can light a match… [Podemos encender un fósforo]

And burn them down… [Y dejar que se queme]

Let me hold your hand and dance 'round [Permíteme tomar tu mano y bailar]

and 'round the flames… [Alrededor y alrededor de las llamas]

In front of us… [Frente a nosotros]

Dust to dust… [Polvo a polvo] ♪

Ahí está ella, sentada en un sillón en el balcón leyendo atentamente un libro. Mackenzie sonrió al verla tan concentrada. Vestía una camisa blanca desmangada y un tanto holgada, un pequeño short negro, sus perfectos pies se encontraban completamente desnudos los cuales se mecían de adelante hacia atrás lentamente.

Apagó el auto y se bajó de este en silencio. Cruzó la calle y caminó hasta la puerta de la hermosa casa pero antes de tocar escucho sonidos en la cocina, una mujer.

  • « ¿Su madre? » - La pregunta retumbó en su cabeza.

Escuchó pasos en las escaleras hasta que los escuchó aún más cerca, tocó y esos los sonidos de los pasos iban en aumento, era Angelique.

  • Hola – Saludó Angelique con extrañeza al abrir la puerta.

  • Eh… Hola, este… Quería disculparme por lo que sucedió en el colegio, salí corriendo por la vergüenza, lo lamento.

  • No te preocupes – Sonrió Angelique - ¿Y cómo sabias donde vivo?

  • « Piensa, Mackenzie, piensa… » - Miró las masetas colgantes de hermosas begonias que estaban por los costados del marco de la puerta – He traído a un amigo a su casa, vive a una calle de aquí y te vi un día mientras pasaba por la calle…

  • Te me haces conocida…

  • Bueno, compartimos tres clases juntas, supongo que es por eso – Dijo rápidamente.

  • ¿Enserio? – Preguntó asombrada. Mackenzie asintió – Oh, que tonta… Mi nombre es Mackenzie – Ambas sonrieron.

  • Me llamo Angelique…

  • Bonito nombre – Pensó en voz alta – « Más estúpida no puedes ser » - Ambas se sonrojaron.

  • Cariño, ¿Quién es? – Una voz maternal se escuchó a lo lejos.

  • Una compañera del instituto, mamá – Dijo Angelique mirando dentro de la casa.

  • Creo que mejor me voy – Decía mientras daba pasos hacia atrás.

  • ¿Quién es? – Preguntó la madre de Angelique acercándose a la puerta.

  • Una amiga – Sonrió.

  • Buenas tarde, señora Luster – Saludó con timidez Mackenzie.

  • Buenas tardes…

  • Mackenzie, señora Luster – Se apresuró a decir – Mucho gusto – Extendió su mano.

  • Mucho gusto, Mackenzie – Sonrió la madre estrechando su mano con la compañera de su hija - ¿Quieres pasar a comer? – Preguntó la señora.

  • No, señora Luster, no quiero molestarla.

  • Ninguna molestia – Sonrió la señora – Pasa, estás en tu casa.

  • En serio, señora, yo no creo que…

  • Nada – Angelique la interrumpió – Ven, entremos – Sonrió agarrando su mano. Mackenzie al acercarse a la puerta tenía miedo pero atravesó la entrada sin problema alguno lo cual le causo una enorme sonrisa.

  • « ¡Estúpida! Te invitó a pasar »

  • Mamá, ¿Qué comeremos?

  • Filet Mignon en salsa de vino tinto, tu padre no debe tardar y llega en cualquier momento… - Dijo para después perderse en la cocina.

  • « Su papá… » - Se repitió mentalmente.

  • ¿Estas bien? – Se burló al ver a Mackenzie más blanca que una hoja de papel.

  • Sí – Respondió.

  • Te creo – Rió deteniéndose en el inicio de las escaleras – Ven – Agarro su mano y casi a rastras la llevo a su habitación.

Mackenzie sonrió al ver posters pegados en toda la habitación, desde posters naturales, hasta urbanos. Desde famosos hasta hermosos animales. Una laptop en la cama un poco cerrada y aun lado su teléfono que no dejaba de brillar la pantalla. Una taza de café acompañada de una manzana mordida a un lado en la mesa de noche. Los libros del instituto regados a lo largo del escritorio con los lapiceros siendo separadores en las páginas. Un librero completamente lleno, desde libros hasta revistas de moda. Dirigió su mirada a la fotografía de que tenía en su tocador y en su interior comenzó a arder algo mucho peor que furia, no había palabras para describir lo molesta que estaba.

  • Es…

  • Oh, ella es el amor de mi vida – Dijo con tristeza en sus palabras y con una sonrisa nostálgica – Ella falleció hace más de un año.

  • Como lo siento – Dijo en voz baja con odio en las palabras pero Angelique se percató de eso.

  • Cariño – Una voz masculina toco la puerta – Vamos a comer.

  • Ya vamos, papá – Decía acercándose a abrir la puerta – Mira, papá, te presentó a una amiga, se llama Mackenzie – Sonrió.

Mackenzie se dio la vuelta con miedo en sus ojos quedando, frente a frente con el padre de Angelique quien enseguida le dedico una pequeña sonrisa.

  • Mucho gusto, señor Luster – Saludó rápidamente estrechando su mano con el padre de Angelique.

  • Mucho gusto – Sonrió – Vamos a comer – Ambas asintieron. El primero en salir fue el padre mientras seguía por su hija y por último, Mackenzie. Sería la cena más larga que ella haya tenido en toda su vida.

Los padres de Angelique como buenos protectores, comenzaron a interrogar a Mackenzie. “¿Dónde vives?” “¿Tienes hermanos?” “¿Qué edad tienes?” “¿Qué clases compartes con Angelique?” Eran unas de muchísimas preguntas que hacían sus padres durante la cena.

  • Señora Luster, debo decir, que su comida es excelente – Sonrió Mackenzie.

  • Wow, gracias, cariño – Sonrió la madre de Angelique - ¿Sabes cocinar? – La pregunta hizo que Mackenzie recordara las miles, millones de recetas que ha aprendido ha aprendido en más de medio milenio.

  • Sí.

  • ¿En serio? ¿Cuál es tu platillo favorito? – Sonrió con un orgullo y nostalgia al recordar a Ailén.

  • Chateaubriand bañado en salsa de manzana al horno.

  • Se escucha delicioso – Dijo el señor Luster volteando a ver a su esposa, esta última asintió.

  • Lo es – Suspiró Mackenzie sintiendo su teléfono vibrar – Me disculpan un momento, por favor, debo contestar – El padre hizo ademan para que atendiera en la sala. Mackenzie sonrió agradecida y se alejó de la familia Luster.

  • Vaya, esta chica es una cajita llena de sorpresas – Dijo asombrado el padre.

  • Lo mismo iba a decir – Rió la madre terminando su postre.

  • Hija, ¿Por qué no la habías invitado antes? Esa chica es graciosa – Sonrió el padre.

  • No la había conocido – Respondió – No sabía que compartía clases con ella – Encogió de hombros.

  • ¿Y cómo se conocieron?

  • Tropezamos – Rió Angelique – Estaba por bajar en las escaleras cuando tropecé y caí encima de ella – Sus padres intercambiaron miradas y miraron a su hija con una pequeña sonrisa, su hija lucia feliz.

  • Lo siento mucho – Se disculpó Mackenzie entrando al comedor – Era mi hermano y estaba preocupado por mí.

  • No te preocupes – Sonrió la señora Luster – Hija, lo siento, pero recordamos que tenemos que hacer unas compras – Disimuladamente, la señora pateo la pierna de su esposo quien se deleitaba del Pastel de crema de Boston - ¿Verdad, Jared?

  • Eh… Sí, debemos hacer unos pa… Digo, compras – Su esposa quería matarlo – Nos retiramos, recuerda, Mackenzie… Estás en tu casa, cuida a Angie, confió en ti – Mackenzie asintió mientras todos se levantaban de la mesa.

Los padres se despidieron de ambas chicas y salieron con una sonrisa cómplice de su casa. Subieron a su Range Rover blanca y ambos huyeron lo más lejos posible.

  • Eh… Entonces… ¿Quieres salir? – Preguntó Mackenzie mirándola nerviosa.

  • Claro, dame cinco minutos – Sonrió subiendo a su habitación.

  • Sí – Suspiró sonriente. Había olvidado la fotografía, por ahora no era importante para ella.

Miró la casa, caminó por los pasillos viendo diplomas, reconocimientos y fotografías familiares colgadas en las paredes blancas. Casi desfallece de la ternura al ver una fotografía de Angelique a los dos años con su nariz, su boca y parte de sus mejillas llenas de jarabe de chocolate. A un lado de esa fotografía, había otra, Angelique de recién nacida en brazos en un orgulloso padre con sus ojos cristalinos. Enseguida recordó a los suyos, en cómo habían muerto enfrente de ella cuando apenas tenía seis años.

  • Listo, ¿Nos vamos? – El taconeó de Angelique retumbaba en las escaleras bajaba las escaleras.

  • Sí – Sonrió Mackenzie ajustando su chaqueta negra por las solapas. Angelique revisaba el llavero que estaba en la cocina y Mackenzie sonrió – No te preocupes, yo traigo auto.

Ambas salieron de la casa y caminaron una a lado de la otra, subieron al auto y la radio comenzó a sonar, enseguida le bajo el volumen dejandolo bajo pero aún auditible y entendible.

♫Nothing to do, nothing to lose [Nada que hacer, nada que perder]

And it's you and me and all of the people [Y somos tú y yo y toda la gente]

And I don't know why [Y no sé porqué]

I can't keep my eyes off of you [No puedo mantener mis ojos fuera de ti]♪

  • ¿Te… gustaría ir al cine? – Preguntó Mackenzie volteando su mirada al volante, el pequeño fragmento de la canción la puso nerviosa.

  • Sí – Sonrió Angelique admirando el bello Fastback completamente reluciente - ¿Es tu auto? – Mackenzie asintió acelerando – Esta genial – Suspiró acariciando el cuero del asiento.

  • Gra-Gracias – Volteó a verla - ¿Esta bien si vamos al AMC?

  • No, para nada.

  • Bien – Sonrió – Quiero jugar algo – Mackenzie la miró sin entender – A las diez preguntas, ¿Esta bien?

  • Ya perdiste un turno – Ambas rieron.

  • Ya, en serio.

  • Esta bien… Tú empieza.

  • ¿Qué música te gusta?

  • De todo un poco, ¿Y a ti que tipo de música te gusta?

  • Me fascina Beyoncé, aunque sí, también tengo un gusto variado en géneros musicales – Mackenzie sonrió - ¿Película favorita?

  • Soy fanática de Batman, desde el primer comic hasta la última película que hasta ahora han sacado – Angelique la miraba expectante – Pero, he visto muchas, en serio, MUCHAS películas y de todas, me quedo con Hostel 2 – Rió al ver el rostro sorprendido de Angelique – Una de las escenas fue tan… Isabel Báthory – Volvió a reír.

  • No sigas, por favor, siento nauseas…

  • Lo siento, ¿Verano o Invierno?

  • Invierno, definitivamente – Respondió fácilmente – ¿Deporte favorito?

  • Natación, ¿Y el tuyo?

  • Solía estar en el equipo de porristas pero me salí casi más de un año… ¿Comida favorita?

  • Soy rumana, adoro la comida rumana, pero también adoro la italiana, ¿Y tú?

  • Mientras sea comestible, estoy bien – Carcajeó contagiando a Mackenzie - ¿Y tienes novio? – Mackenzie se enderezó y cambio su postura.

  • No, estoy sin compromisos ahora… ¿Tu padre de que trabaja?

  • Vives en Lexington y no lo sabes – Rió – Es el sheriff del pueblo.

  • Por eso se me hacía conocido.

  • Mi turno, ¿Café frió o caliente?

  • Frió, aunque estemos a veinte grados bajo cero, siempre preferiré el frio.

  • Estás loca.

  • Tal vez… ¿Poca mantequilla o extra?

  • Extra, siempre.

  • ¡Increíble! Pensé que dirías simples, todas las chicas cuidan lo que comen y mientras sea menos mucho mejor.

  • No soy como todas las chicas, soy yo y como lo que quiero.

  • Eso me gusta… Ugh – Suspiró frustrada al ver la congestión vehicular en la autopista - ¡No! Siento que nos quedaremos atrapadas por días…

  • ¿Cómo en Beijing, china?

  • Exacto.

  • No exageres, ¿Qué tal y hubo un accidente?

  • Puede ser – Agudizó sus sentidos pero no podía escuchar gritos de ayuda o ambulancias por culpa de las bocinas de los vehículos resonar en toda la autopista.

  • Nos quedan tres preguntas… - Avisó con burla al ver el rostro de desesperación de Mackenzie.

  • Bien – Se recostó en su asiento.

  • Si tuvieras la oportunidad de viajar a algún sitio, ¿Qué lugar seria?

  • Hmm… Sería... Irlanda.

  • Creo que tardaremos un poco – Respondió al ver que no avanzaban.

  • ¿Otras diez? – Angelique asintió riendo.

Risas, miradas y anécdotas divertidas y hasta cierto punto, vergonzosas compartieron durante media hora, hasta que por fin, llegaron al cine.

  • Entonces – Decía mirando la cartelera – ¿Qué película quieres ver? – Preguntó Mackenzie volteando a ver a Angelique.

  • Podemos ver una de terror…

  • Tú las odias.

  • Pero a ti te gustan.

  • No, mejor una comedia.

  • Pero no te vas a reír – Se quejó.

  • Haré mi mayor esfuerzo por hacerlo…

  • ¿Segura?

  • Segura.

  • Esta bien – Rodó los ojos acercándose a la taquillera pero Mackenzie la tomó rápidamente del brazo.

  • ¿A dónde vas?

  • ¿A dónde más? – Rió Angelique – Obvio a comprar los boletos.

  • Yo te invite, yo pago…

  • No, tú – Con su dedo índice golpeó el hombro de Mackenzie – Dijiste hace cinco minutos que ibas a invitar las palomitas.

  • Y los boletos.

  • Eso yo lo pedí antes que tú – Miró con extrañeza al ver a Mackenzie mirar a su alrededor.

  • Hey, chico, ven aquí – Mackenzie llamó a un chico moreno de aspecto nerd y esquelético. El chico confundido y nervioso se acercó a las hermosas chicas que lo miraban. Mackenzie lo tomo del hombro y se alejó lo suficiente de Angelique para que no escuchara – Quiero que hagas lo siguiente – El chico miraba los hermosos ojos dorados de Mackenzie – Quiero que compres dos boletos de una película de comedia, la mejor que este en la cartelera, ten el dinero – Le dio un billete de veinte dólares – Tráeme los boletos y quédate con el cambio – El chico asintió y se alejó dirigiéndose a la taquillera.

  • ¿Qué le dijiste?

  • Nada, entonces… ¿Cómo quieres tus palomitas?

  • Extra mantequilla.

  • ¿Algo más?

  • Una enorme Coca-Cola – Sonrió satisfecha.

  • Hmm… Haré que busquen el más grande – Sonrió de lado provocándole escalofríos a Angelique.

  • Aquí están tus boletos – El chico se acercó y le dio los boletos a Mackenzie.

  • Gracias, ya puedes irte – Sonrió al ver al chico parpadear varias veces mientras se alejaba de ellas confundido – Entremos.

El chico de quince años se despierta al oír un ruido ahogado a la mitad de la noche…. Él sentía que algo extraño sucedía, silenciosamente, se levantó de la cama mirando alrededor de su habitación. Sale sigilosamente de su cuarto, asomándose al pasillo completamente oscuro.

Trataba de respirar tranquilamente pero le era inútil, sus nervios hacían que su corazón quisiera salirse de su pecho mientras respiraba ruidosamente. Caminó de puntas y lentamente, pegado a la pared con dirección a la habitación de sus padres.

Llega a la puerta y se asoma. La cama de sus padres está vacía.

En su cabeza una y otra vez se mal decía por la maldita paranoia que estaba pasando, culpaba a todo relato de terror que leía en Internet y todas películas de suspenso que veía a altas horas de la noche.

Su inseguridad y paranoia lo obligan a cerciorarse de que no haya sangre que le indique que algo les sucedió a sus padres, pero la cama se encontraba acomodada, y limpia. Encima de la mesa de noche encuentra una nota de su madre donde le explicaba a su hijo que habían sido invitados a una cena de último momento y llegarían tarde.

El chico soltó un largo suspiró logrando, por fin, relajarse mientras se dibujaba una sonrisa en su rostro por su incrédula imaginación.

Decide acostarte en la cama de sus padres y esperarlos ahí. Se avienta al colchón cayendo. Acomoda las almohadas de plumas exóticas que sus papás no le compran a él. Siente las sabanas frescas y se envuelve entre ellas mientras se acomoda boca arriba.

Mira al techo y los cuerpos de tus padres están brutalmente clavados a la trabe sin vida.

El chico en shock grita, pero su grito es callado con una fría mano encima de sus labios. Sus ojos quedaron estáticos al ver esos dos grandes, brillantes y dorados ojos que lo miraban fría y fijamente mientras una sonrisa llena de sangre aparecía en el rostro del desconocido.


Silvia (ID: 1427432) : De nada, gracias ti por comentar. Espero que este capítulo te guste y Gracias :3 ¡Saludos!

HombreFX (ID: 853437) : Gracias por tu comentario, espero que este tu agrade también :D

LloydZiegler (ID: 1429065) : He matado tus ganas por un momento, Jajajaja. ¿Mala persona, yo? ¿Por qué? Mira que he publicado otro en poco tiempo, Jajajaja. ¡Saludos! XD

aurora la diosa (ID: 1363822) : Tenía que sobrevivir, era sí o sí, Jajaja… Puff! Sí, imagínate, aunque me hubiera gustado que quedara un poquito más traumada, Jajaja.

Oh, el collar, en poco tiempo lo encontraran de eso estoy completamente segura. ¡Dios! Eres la quinta persona que me dice eso, ay… :C Saludos Adi :3


Saludos a todos los fieles lectores, ya saben, dejen su comentario y valoren el capítulo, cualquier duda o sugerencia no duden en comentarla. :D

Postada: Links de las hermosas canciones:

[ http://www.youtube.com/watch?v=yJbmXvBJhCs ]

[ http://www.youtube.com/watch?v=ac3HkriqdGQ ]