Atrévete a quererme. - 2

Espero que les agrade, saludos.

  • ¿Sabes dónde queda el aula 309? – Preguntó Mackenzie.

  • ¿Algebra? – Mackenzie asintió – Segundo piso al final del pasillo.

Mackenzie era una de esas chicas que llamaban la atención a donde fuera. Tiene ese aire de misterio y seducción en toda ella; Tez blanca y un tanto pálida, cabello castaño claro, largo y ondulado. Tiene los ojos de color verde claros, nariz delgada y respingada de la punta. Pómulos prominentes y quijada cuadrada. Sus labios eran rojos y delgados. Es un poco más alta que Angelique, tal vez 1.74 y es de complexión delgada y ágil. Su forma de vestir le daba el toque casual y a su vez, rebelde.

  • ¡Mackenzie! – Gritó un chico idéntico a Mackenzie, ojos verdes claros, cabello castaño claro y tez blanca – Por fin te encuentro – Sonrió acercándose a las chicas  – Mucho gusto, soy Bradley – Saludo cortésmente el chico.

  • Mucho gusto, Bradley – Le dijo una sonrisa forzosa – Me llamo Angelique – Dijo en voz baja mirando hacia sus amigos que estaban al final del pasillo conversando.

  • Me tengo que ir – Dijo Mackenzie al notar lo incomoda que estaba la chica – Fue un gusto conocerte, Angelique, y gracias por la información – Sonrió de lado y se retiró.

« Adiós » - Pensó una Angelique incomoda.

Ella al verla desaparecer por las escaleras junto a su amigo que le iba hablando casi en susurros siguió caminando hasta su casillero. Revisó su horario y le tocaba Biología. Agarro su respectivo libro y se dirigió al aula 417 que estaba en el tercer piso. Esquivó a sus amigos y al llegar a su aula lo único que hizo fue recostar su cabeza sobre sus brazos en el pupitre.

Estaba entrando al aula de su siguiente clase que era Química y ahí se encontró nuevamente a la chica con la que había tropezado. Un tanto dudosa fue acercándose a la mesa de Mackenzie y se sentó a su lado.

  • Al parecer seremos compañeras en esta clase – Sonrió de lado la chica.

  • Al parecer, sí – Contestó Angelique suspirando resignada.

  • Sí no te sientes cómoda puedes elegir a otro compañero – Dijo escribiendo en su cuaderno lo que estaba en el pizarrón.

  • No lo estoy – Respondió con una tímida sonrisa.

La clase fue en completo silencio, ninguna de las dos intercambiaba palabras pero Mackenzie no podía evitar mirarla de reojo por ratos pero dejo de hacerlo al sentirse descubierta por Angelique y su intimidante mirada.

Ya había acabado la clase de Química y Angelique iba saliendo del aula cuando sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Mackenzie que la llamaba aun desde su lugar.

  • Angelique, espera – Dijo acercándose agitada mientras aun guardaba sus pertenencias en su mochila de denim y cuero.

  • ¿Qué sucede? – Preguntó confundida Angelique.

  • Bueno, lo que pasa es que… - Decía nerviosa – Bueno, quieres… este… hmm… bueno – Balbuceaba tratando de tranquilizarse – Me pre-preguntaba sí, sí tu… ¿Quieres ser mi compañera para el trabajo que nos dejaron? – Pregunto rápidamente.

  • Sí, claro – Contestó tratando de recordar el trabajo que había dejado su profesor.

  • Bien, gracias – Sonrió en agradecimiento – Bueno, entonces… te veo luego – Se despidió perdiéndose entre la multitud de alumnos que salían de las aulas para dirigirse a su siguiente clase.

Las siguientes dos clases pasaron lentas hasta que por fin llegó la hora que todos esperaban, el receso.

Angelique abandonaba su clase de Español cuando de repente vio a dos de sus amigos acercarse a ella.

  • Hola, Angie – Saludo el carismático rubio.

  • Hola, Keith – Saludó sin ganas Angelique – Hola, Hilary…

  • ¿Nos harías el honor de acompañarnos a comer? – Sonrió la chica de cabello rubio cenizo quien traía el uniforme del equipo de porristas.

  • No tengo hambre – Sonrió con pesadez.

  • Debes comer – Dijo preocupado Keith – No puedes estar así, ella se preocupaba mucho por tu salud y ahora es mi deber, eres nuestra mejor amiga y no dejaremos que te hundas… Ella no hubiera querido eso – Suspiró con nostalgia.

  • Vamos, Angie, yo invito – Dijo Hilary sonriendo de lado mientras la abrazaba por los hombros.

  • En serio, chicos… No tengo hambre, nos vemos luego – Dijo bajando las escaleras a paso rápido.

Dejo sus libros en su casillero y se dirigió al enorme árbol de patio en donde solía sentarse con Blair a la hora del recreo y compartir sus almuerzos mientras escuchaba a Blair quejarse de lo pésimo que era el profesor de Artes & Literatura con ella.

Angelique se recostó en el árbol y se colocó sus gafas oscuras tratando de ocultar la tristeza que gritaban sus ojos, respiro hondo y una por una las lágrimas fueron cayendo en silencio sin su consentimiento. Recordando momentos inolvidables. Sus oídos solo escuchaban al comité estudiantil gritar a través de unos megáfonos sobre un viaje que se haría el sábado a Six Flags New England para festejar su inicio escolar.

  • ¿Por qué estas triste? – Susurró una voz haciendo que Angelique se sobresaltará.

Ella miró a su alrededor y no había nadie, pensó que fue su imaginación y decidió no tomarle importancia. Ella ya se había llamado así misma loca por las veces que solía imaginarse a Blair en su habitación pero al momento de acercarse a su novia, la imagen se desvanecía de una manera muy tétrica.

  • Aquí arriba – Susurró de nuevo la voz.

Angelique con miedo dirigió su mirada al árbol pero solo veía unos botines de cuero negro. Reconoció esos ojos que brillaban en la sombra que daban las hojas del árbol.

  • ¿Cómo…? – Suspiró curiosa y confundida Angelique - ¿Cómo lograste subir?

  • Te diré, sí tú me dices la razón por la que llorabas… - Dijo poniéndose de pie sobre la rama en la que estaba sentada.

  • ¡Te vas a caer! – Susurró nerviosa tratando de limpiarse con rapidez su rostro.

Mackenzie rió suavemente y se impulsó dando un famoso salto hacia atrás cayendo frente a Angelique quien estaba sorprendida al igual que uno u otro estudiante que estaba cerca.

  • Detesto ver a la gente llorar – Suspiró Mackenzie dejándose caer en el césped sin apartar la mirada de Angelique - ¿Puedo ayudar en algo? – Preguntó mientras colocaba los codos sobre sus rodillas mientras tenia las piernas cruzadas.

  • Déjame sola, por favor – Gruño Angelique al no encontrar su teléfono en su bolso.

  • Pero…

  • Vete, no volveré a repetirlo – Dijo entre dientes mirando hacia otro lado.

Mackenzie se levantó del césped y con su mirada buscaba la de Angelique pero no tenía éxito.

  • Tal vez sea difícil, tal vez sea doloroso, pero nunca imposible de superar… - Angelique la miró con el ceño fruncido.

« ¡Lárgate! » - Pensó una Angelique furiosa.

  • Solo es imposible sí lo crees así… - Susurró sintiéndose intimidada ante aquella mujer que lograba trasmitirle su furia a través de los lentes oscuros.

Mackenzie metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta denim desmangada y se fue con la mirada abajo.

Angelique solía ser la chica diez de todo LCA. Ella junto a Blair eran las reinas de la preparatoria, no eran las típicas chicas malas que maltrataban a los demás como lo hacían ver en las películas, eran conocidas por sus triunfos, las mejores en el comité estudiantil y su alegre amistad, pero en una pequeña ciudad como Lexington, todos se terminan enterando desde el más insignificante hasta el más desagradable secreto de alguien.

Su relación tuvo altas y bajas, no todo iba a ser color de rosa, ¿no? Los padres de Angelique no les sorprendió mucho la noticia ya que sospechaban desde un principio los “pequeños” regalos que Blair llevaba para su hija, como un collar de oro blanco con un zafiro azul o cuando pidió permiso para que se llevara a su hija a Maynard solamente para ir a ver a una banda de música Folk rock tocar en una pequeña cafetería subterránea. Los padres de Blair, fue otro caso muy distinto, no tomaron tan bien la noticia y tuvieron que pasar casi cuatro meses para que aceptaran la relación de su hija con Angelique.

Tocaron el timbre y su siguiente clase era Literatura. Caminó hasta su casillero, sacó su libro y al momento de cerrar su casillero dos amigos suyos se acercaron a saludarla.

  • Hola, hermosa – Saludó sonriente la chica pelirroja – Hilary y yo seremos tus compañeras de clase – Sonrió junto a la chica rubia.

  • Camille, ¿Es, en serio? – Dijo un tanto sorprendida – Entonces, vamos a clases – Sonrió de lado. Era la primera sonrisa que salía con naturalidad, era la sonrisa más honesta que había tenido desde hace mucho tiempo.

Al llegar a su aula ahí estaba Mackenzie con la mirada en la ventana mientras traía sus audífonos puestos. Angelique se sorprendió por un momento de que compartieran otra clase juntas. Caminó hasta su pupitre y por alguna extraña razón, comenzó a ingeniarse la mejor forma de pedirle a Mackenzie una disculpa. Una sincera.

Al terminar la clase de Literatura, Angelique quiso disculparse con Mackenzie pero ella ya había salido del aula. Trato de alcanzarla pero la perdió de vista en las escaleras. Resignada se dirigió a su clase de Algebra la cual fue algo ajetreada.

  • ¿Quieres que te lleve a casa? – Preguntó Keith al acercarse a Angelique quien guardaba sus cosas.

  • Iré en el autobús, pero gracias de todas maneras – Sonrió cerrando su casillero.

  • No, vamos, en serio… - Insistió el rubio.

  • Esta bien – Contestó resignada al ver los ojos de Keith rogando.

Ambos salieron caminando platicando de lo que sea pero antes de que Angelique subiera al Cayman gris de Keith vio a lo lejos a Mackenzie.

  • Ahora vuelvo – Le dijo a Keith mientras se alejaba – Mackenzie… - La llamó obteniendo su atención antes de que subiera al viejo Mustang Fastback negro del 1967.

  • Hola, ¿Qué sucede? – Preguntó mirando a su alrededor mientras lanzaba su mochila los asientos de atrás.

  • Quería disculparme contigo – Dijo Angelique apenada.

  • No debes hacerlo – La interrumpió – Dejemos eso olvidado, lo siento, pero tengo que irme… ¿Mañana hacemos el trabajo de química?

  • Sí, seguro – Asintió Angelique.

  • Esta bien, me tengo que ir, adiós – Se despidió alejándose a paso rápido.

  • ¿Nos vamos? – Preguntó Keith acercándose en el auto. Angelique asintió y se subió dirigiéndose a su casa.

La tarde paso sin novedades al igual que la noche, pero como era de costumbre se levantaba con lágrimas en los ojos y agitada al momento de tener la misma pesadilla que se hacía cada día más larga y horrible. Esa noche soñó que había sangre en su propia habitación mientras una Blair muerta la abrazaba en la cama y ella veía aquel horrible espectro observándola por la ventana con los mismos ojos y la misma horrible sonrisa que Blair habia describió esa noche.

Angelique estaba terminando su desayuno cuando su papá la llamó desde la sala de estar.

  • ¿Qué paso, papá? – Preguntó entrando a la sala.

  • Llego Keith – Dijo mientras agarraba su portafolio negro – Nos vemos al rato, cariño – Se despidió de su hija.

  • Keith… - Suspiró Angelique un tanto sorprendida al verlo sentado en uno de los sofás.

  • Hola, ¿Nos vamos? – Preguntó levantándose.

  • Sí, solo voy por mi bolso – Subió a cepillarse los dientes pero al entrar a su habitación le sonido de su armario hizo que se sobresaltara. Camino a su armario y al abrirlo no había nada, sin tomarle importancia agarro su bolso que estaba en la cama y bajo apresurada hasta donde estaba su amigo.

Ambos salieron de la casa y subieron al auto para dirigirse al colegio. Se desviaron un poco para comprar en Starbucks el dichoso café que quería Keith y durante el camino platicaron sobre el partido de futbol que tendría Keith en unas semanas estarían comenzando las locales y el entrenador los estará presionando.

  • ¿Qué asignatura tienes ahora? – Preguntó Keith acompañándola hasta su casillero.

  • Demonios – Siseó molesta – Tengo educación física, nos vemos – Se despidió y a paso rápido fue a los vestidores a cambiarse su ropa por unos pants blancos y una camiseta azul rey con los respectivos logos de la academia, se terminó de poner sus sneakers YSL y corrió al gimnasio llegando justo a tiempo.

  • ¿Angelique? – Susurró una voz dudosa detrás de ella - ¿Me estas siguiendo? – Preguntó divertida Mackenzie al ver la cara de sorpresa que tenía Angelique.

  • No – Contestó un tanto ofendida.

Eso fue lo último que se dijeron durante la clase, unos decidieron hacer competencias en la piscina mientras que otros se decidieron por un partido de baloncesto.

  • ¿No iras al viaje? – Preguntó Mackenzie curiosa desde el árbol.

  • ¿Otra vez tú aquí? – Suspiró Angelique un poco molesta.

  • Yep, y te diré algo… este es un lugar muy tranquilo – Sonrió bajándose de la misma forma que ayer.

  • Quisiera estar sola… por favor – Suplicó colocándose sus mismas gafas oscuras.

« ¡Carajo, Mackenzie! Ya dile » - Pensaba la chica mientras mordía sus labios - No sé porque te sientes lastimada por dentro o que fue lo que te hizo llorar pero espero que puedas notar que…

  • ¡Mackenzie! – Le gritó una chica.

  • Caroline – Dijo nerviosa.

  • Vamos, tu hermano nos espera – Dijo agarrándola de la mano.

  • Hasta luego – Se despidió Mackenzie un poco incomoda.

  • Adiós – Respondió Angelique.

  • ¿Qué sucede? – Preguntó Mackenzie antes de que llegarán al comedor.

  • Nada, ¿Debería suceder algo? – Preguntó al verla nerviosa - ¿Sucede algo?

  • No, nada – Sonrió abrazándola por el hombro.

  • Mackenzie, soy tu novia, ¿no? – La otra chica asintió - ¿Hay algo del que deba preocuparme?

  • No, cariño – Sonrió de lado evitando contacto visual con aquella hermosa chica de cabello rojo caoba – Vamos a comer, ¿sí?

  • ¿Cómo la gente normal? – Dijo mirando con cierto asco mirando a los demás alumnos – Detesto la comida, no me llena.

« Tranquilízate, Caroline » - Dijo Mackenzie entrando a los pensamientos de Caroline.

« No puedo, tener a tantos mortales a mi alrededor es una tortura » - Contestó una frustrada Caroline.

Mackenzie volteó a verla y vio que sus ojos estaban volviéndose dorados, se quitó sus gafas que las tenía en su cabeza y se las coloco a su novia quien apretaba su mandíbula haciendo que resaltaran mucho más sus coquetos y prominentes pómulos.

« Vamos a los baños, traigo en la mochila un litro » - Dijo Mackenzie caminando a paso rápido junto a su novia mientras se colocaba la capucha de su chaqueta.

Al llegar a los baños no había nadie, entraron y aseguraron los baños con cautela, le colocaron el pasador a la puerta y en cuanto dejaron sus rostros descubiertos estos habían cambiado.

Ambas traían los parpados en un color rojizo con toques morados igual que los de un muerto quienes ya habían sido invadidos por unas delgadas y negras venas. Sus ojos habían cambiado a un color dorado muy brillante, quienes eran acompañados de unas pupilas que eran alargadas en forma vertical.

Mackenzie se apresuró a buscar algo en su mochila hasta que saco una botella negra con corcho.

  • Toma – Le dijo a su novia mostrando sus largos, blancos y afilados colmillos – Bébelo, apresúrate.

Muchas gracias por sus comentarios, en serio, lo aprecio demasiado. Espero que este capitulo no los defraudé. Así que ya saben, Valoren & comenten.