Atrás ataduras

Inconcientemente, que deseamos? Cuánto pesa y gravita la presión social en nuestros deseos íntimos? Aquí les muestro mi liberación a los conceptos mencionados.

Hola, mi historia corresponde a una realidad ocurrida un par de meses atrás. Ocurrió una noche donde salimos a comer con mi mejor amigo.

Después de una buena comida y unos mejores tragos llegamos a su departamento, donde seguimos deleitándonos con unos bueno tragos.

Ya tarde y con más tragos que los de costumbre, opté por retirarme, situación que Andrés no permitió dado mi estado. No dude en quedarme cuando al levantarme del sofá, la habitación me jugó una mala pasada al dar vueltas por mi cabeza.

Quedaba claro, no estaba en condiciones de conducir, por lo tanto a la cama. Como es mi costumbre, mientras Andrés estaba en el baño, procedí a quitarme toda mi ropa y tenderme desnudo en la cama de mi amigo. Nada más supe hasta cuando desperté muy cerca de la madrugada. Ahí estaba mi amigo durmiendo placenteramente y con su herramienta en ristre. Producto de mi estado, no me produjo ninguna sensación extraña y me fui al baño a desocupar mi vejiga. Al ver mi pene en su estado más reducido, una sensación extraña recorrió mi cuerpo al recordar a mi amigo y su estado amenazante. Terminé mi labor fisiológica y volví a la cama donde Andrés seguía en la misma condición anterior.

Mil cosas pasaron por mi mente, sueños eróticos, fantasías, películas pornos, más nada me había perturbado y excitado tanto como ver a mi amigo en esa condición. Era un excelente espectáculo, una hermosa herramienta y amenazando el cielo de la habitación. Su color claro y su cabeza descubierta provocaron en mí una reacción, que a pesar de mis principios, me llevaron a acariciar tan bello monumento fálico. Estaba ardiendo y duro. Mis manos sintieron el palpitar de su columna y de una fuerza arrolladora que amenazaban con hacerlo explotar. A esas alturas, mis temores que despertara ya no frenaban mi ímpetu por acariciarlo cada vez más hasta tal punto de llevar su húmeda cabeza a mi boca.

Curiosamente, mis escrúpulos no fueron capaces de rechazar su sabor medio salobre que correspondía a sus flujos que se deslizaban tímidamente por un costado de su cabeza. Es más, me produjo tal excitación que ya no importaba su despertar y comencé a penetrar en mi boca toda su extensión. Estaba realmente rico, excitante, perturbador y provocador hasta el punto de olvidar mis típicas trancas ancestrales.

Era mi momento y lo disfruté, lo amasaba tan suavemente que nunca mujer alguna supo de estas caricias. Era mío y ya nada importaba, bajaba y subía saboreando sus jugos y su aroma de macho que completaba el cuadro erótico y agresor de nuestras costumbres conservadoras. Era tal mi excitación que no importó quedarme sin aire cuando mis labios se posaron en su pelvis poblada de una ramada oscura de pelos. Si mi sensación fue espectacular no fue menos para Andrés.

El pasar su cabeza por mi estrecha garganta produjo el milagro culpable de nuestra reproducción humana. Mis labios cerrados sobre el perímetro de su verga, no pudieron con la explosión de semen y fueron abatidos por la presión de su flujo. Cual avance de lava, su semen recorrió mi comisura de labios y resbaló hacia mi cuello. Permítanme una reflexión ante esto, me considero heterosexual y sin mayores trancas, además felizmente casado y con una mujer extraordinaria para la cama. Más todo lo anterior no fue impedimento para vivir y saborear lo ya comentado. Es que nuestro inconsciente no se contenta con nuestras normales prácticas de sexo. Dejémosle este tema a los especialistas y volvamos a nuestro escenario agresor de las costumbres tradicionales.

Recuerden que lo último relatado correspondía al momento de recibir en mi boca y garganta su eyaculación explosiva. Mi primer síntoma fue rechazar esta cascada de flujos seminales, más mi estado de excitación fue más fuerte y me llevo a acelerar mi carrera entre su exquisita cabeza y sus rizados pelos pélvicos. Cuanto tragué y cuanto se perdió por la comisura de mis labios que mojaron su mata rizada, no tiene importancia comparado por el placer producido.

Ahí estaba él, ya en un estado de relajo producto de haber devorado y probado su néctar. Más no todo terminaba ahí, no, el cuadro comentado me elevó a mil y mi herramienta estaba a punto de alcanzar las alturas ya recorridas por Andrés. Qué hacía?. Mi amigo dormía, sería así?. No quedó más que acariciarme y recorrer mi vástago. En este menester estaba cuando Andrés deslizó su mano y recorrió mi bajo vientre excursionando mis genitales y mi orificio anal. Ya nada me contuvo, esa sensación de sentir su presión en mi ano y recorrer la extensión de mi verga, fueron suficiente para vivir y experimentar mi más grande placer. Como los llevo a que entiendan . Piensen en la mejor relación que hayan tenido con una mujer, agréguenle a eso el clima de erotización y excitación producido por el cuadro agresor. La suma de eso es lo mejor que pudo pasarme.

Como no había boca que contuviera el chorro explosivo de mi semen, fue a parar a su cuerpo y al mío. El grado de excitación más el trago aun no diluido en mi torrente sanguíneo, me llevaron a relajarme y no saber en que momento me dormí.

Desperté, en la mañana, con el ruido de la descarga del WC. El primer segundo fue para preguntarme donde estaba...... en el segundo, cayó violentamente el recuerdo de la noche pasada. Repasando el escenario me encontraba, cuando Andrés entró a la habitación. No fui capaz de mirarlo a la cara, le rehuía la mirada y respondía con monosílabos sus comentarios. Su pene, estando en reposo intentaba erguirse como en su mejor momento. Las huellas de sus flujos y los míos marcaban claramente su cuerpo y, los acariciaba con su mano izquierda.

Haciendo esto me comentó: anoche tuve un hermoso y excitante sueño y como me encantó te lo voy a contar. Ah, pero antes debo preguntarte si estás dispuesto a escuchar mi sueño en el que también participaste.

Mi respuesta, que no fue inmediata, fue motivada por la erección que vi en mi amigo...y en mí.

Lo que vino después merece otro relato. Les anticipo que lo vivido esa mañana fue fantástico, hasta tal punto que sobrepasó las sensaciones conocidas en la noche anterior.

No puedo dejar de comentar que esta experiencia cambio mi vida. Mejoró mi relación con mi mujer tanto en lo sentimental como en el sexo y....la relación con mi amigo continuó hasta ahora.

Como dije anteriormente, es tema de otra oportunidad contar lo bueno que ha ocurrido entre los dos y las alturas que han alcanzado nuestros encuentros.

Por último, debo confesar que no tengo remordimientos por esta relación, tampoco mi amigo. Creo que debemos aprovechar de vivir lo que queremos y lo que nos depare el destino. Aprovechémoslo, que esta vida es corta.