Atrapados en el ascensor
Andrea, sonrisa en labios apretó el botón para salir del ascensor, este no funciono. Entonces lo intento de nuevo y nada; otra vez, nada, miles de veces hasta que se abra la maldita puerta, pero el resultado siguió siendo el mismo. Pablo se sento incredulo aún de lo que sucedia.¿Qué sera de ellos?.
¿Cuántas veces sube y baja el ascensor principal de la sede principal de la principal agencia transnacional en un no principal día?, ¿cuál es la probabilidad de quedar atrapado uno de estos objetos mecánicos?. ¿Te has preguntado esto alguna vez? De seguro que no, y de seguro no vale la pena, ya que la probabilidad es tan baja como te caiga un rayo, como que te saques la lotería o como que te encuentres frente a frente y de improvisto, con el escritor al que siempre admiraste.
Pero ahora, si a esta circunstancia de mala suerte tenemos que agregar la mas aterradora de todas y a la que realmente hay que tener mucha mala suerte, la probabilidad de un rayo se transformaría gracias a una variante a siete en un mismo instante; no exagero o si no imagina quedar atrapado en un ascensor solo que esta vez no haya quien te pueda ayudar.
Noche calurosa, un hermoso carro Ford desliza sus caras llantas por la autopista principal de la ciudad. Rodrigo mira desde ahí la noche y también a los carros dejados en el camino por la soberbia velocidad de un carro que no era suyo, que ni soñaba tener; el que alguna vez manejo al llevar al ebrio de su jefe a su hogar. Él mismo que ahora lo lleva a él, a un lugar que nunca visito y del que tiene como única referencia, un reportaje de una revista careta sobre los clubes mas "restringidos" de la ciudad.
El estaba contento, al menos lo aparentaba, con una sonrisa algo confusa para quien la mira detenidamente. Tenia razón, en el fondo la única razón por la que lo llevaban era para ayudar a Carlos (así se llamaba su jefe) en el trabajo encargado por el gerente general, pero al fin y al cabo no importaba, estaba ahí, apunto de codearse con una elite a la que siempre soñó pertenecer, con la mas aristócrata clase alta de los últimos tiempos, sociedad que además, veía con buenos ojos a quien se colgara de la popularidad de Carlos Galagarza, gerente de relaciones publicas en la Sobornat.
Pero eso no era lo único que lo ponía contento, había algo mas fuerte aún, algo que lo empilaba por completo, que lo animaba a seguir con esa sonrisa apócrifa y esa tranquilidad, no extremista, pero si con la debida holgura para mirar tranquilo al otro lado del carro: a unos cuantos centímetros de distancia estaba la chica que le ha sacado mas de un suspiro, respondía al nombre de Andrea y era según Rodrigo " El ángel mas lindo del cielo" y quien solo tiene como fin "mostrarnos el comienzo del paraíso a pecadores continuos", jaja dirá uno, jaja digo también yo, pero así pensaba él.
Pero ella, a diferencia de él, no estaba contenta, ni siquiera trataba de estarlo, sus gestos cansados, sus labios malhumorados, su vista perdida, sus respuestas cortas, todo, todo en ella era distorsionado; fingido, encubierto; no obstante, Rodrigo trato de sacarle mas de una vez una linda sonrisa, pero era inútil, sumamente infructífero, ella no sonreiría, porque ella no quiere estar ahí, ella quiere estar con sus amigos, divirtiéndose en la fiesta del sábado, tratando de no estar mentalmente en el volvo, tratando de estar en la cuadra 18 de la ribera, lugar tan lindo, tan "cool", con licorerías por todos lados, con una vista maravillosa a la playa : por eso parecía pegada a los audífonos azulados del discman, porque necesitaba escuchar las canciones que escucharían sus amigas esa noche, pero... ahora, que esto no quiera decir que ella es una chica presumida, hueca, estilista, blah, blah, blah, no, absolutamente no, todo lo contrario, pero, es que ella no quiere estar en ese volvo del año y punto.
Andrea ¿ Hasta cuando vas a estar con esa cara de.....?- dijo Carlos mientras tomaba de la mano a su hermosa esposa, sentada al lado de él. No he tenido tiempo de describirla, era y es una versión madura de Andrea, igual de blanca, igual de castaña, en igual busca de autonomía. Quizás una de las pocas diferencias, eran los coloridos ojos azules de la madre, tan dichosos que incluso, opacaban a los de su hija; otra diferencia clara, era el cuerpo más maduro( y operado también), de la madre, con unos senos firmes y grandes y un curvado cuerpo de cintura para abajo, me atrevería a decir sin temor de exagerar un 92-62-94 que la convertían en la esposa mas deseada en reuniones de amigos.
Con esa cara de ¿qué?- dijo casi gritando Andrea, mostrando su carácter rebelde e iracundo.
De no ser por tu estúpida reunión y tu estúpida filosofía de "los viajes siempre une a la familia" estaría con mis amigas divirtiéndome- agrego, apretando fuertemente el protector del asiento, tratando de contener la ira que atormentaba sus pensamientos.
Andrea ¡Ya!, es hora que respetes a tu padre- intervino Sofía, mientras acariciaba la mano de su esposo, esperando calmar una reacción hasta cierto punto predecible y comprensible. Andrea rió irónicamente y siguió escuchando el pequeño aparato.
Luego de minutos, cuando todo parecía haberse calmado, y hasta Sofía, como buena ama de casa amiguera y bonachona, comentaba a Rodrigo de lo excelente alumna que era Andrea en la universidad, y sobre los excelentes amigos que tenía. Algo cambio el destino del viaje, algo cambio por completo los acontecimientos siguientes del fin de semana.
¡Mierda! ¡ Olvide la llave del bungalow en la oficina!- grito furioso Carlos, golpeando fuertemente el timón y volteando el carro de manera tan abrupta que asusto a Rodrigo y compañía.
Pero ahí deben de tener una de seguridad- Dijo Sofía, tratando de calmar el animo de su pareja.
¡No! ¡No quedare como un imbécil!- Siguió gritando Carlos
De regreso a la oficina, aparte de ese pequeño dialogo, nadie hablo. Todos se miraban y claro, miraban con mas detenimiento al conductor, que aceleraba lo mas rápido que podía el carro, sin temor alguno que este chocara y ocasionara la muerte de sus seres amados y del mejor trabajador de la compañía. Rodrigo era el más asustado, miraba a Andrea tratando de encontrar una persona igual de temerosa que él, pero esta miraba a su madre, a su padre y de en cuando al discman. Cantando levemente una canción que por el tono de sus murmullos debía de tener un tipo de filiación si no es total, en parte, con el Rock alternativo, sin temor alguno al carácter furioso de su Padre, que ceñía cada vez mas la arruga mas vistosísima de su frente, ubicada arriba de sus ojos, achinados e incómodos.
Llegaron a la agencia, era sábado por la noche, era imposible encontrar a alguien aparte del vigilante. Esto tranquilizo a Carlos y compañía, tomarían las dichosas llaves y escaparían del lugar con suma velocidad, pensando volver a comenzar, solo que esta vez, con las llaves del bungalow.
Llegaron al lugar, Carlos salió del carro en busca del llavero, Rodrigo y Sofía se ofrecieron a acompañarlo y por alguna extraña razón Andrea también. Juntos salieron del carro, cerraron bien las puertas y caminaron hacia la entrada. En ella un sujeto de contextura gruesa, estatura alta y rasgos morenos "vigilaba" mientras comía de una bolsa de pan y escuchaba su pequeña radio dentro de la cabina de vigilancia.
A este se le paga para que llene de migajas la cabina- murmuro Carlos, él tipo pareció escucharlo, volteo inmediatamente termino de hablar este, pero no hizo más que guardar la bolsa en su chaqueta y prestar oídos a lo que estaba a punto de decirle Rodrigo.
Buenas, mi jefe olvido algo en su oficina y nos gustaría entrar a sacarlo- dijo Rodrigo mientras comenzaba a dibujar en el rostro su típica sonrisa fingida.
Tengo ordenes de no dejar pasar a nadie- refuto el tipo
Carlos le tiro en la cara su carné de empleado, camino bruscamente hacia la puerta esperando que la abran. El guardia no ensayaba movimiento, miraba de reojo el jean ajustado de Andrea y pensaba excitado en como se vería todo adentro.
Oiga ¿qué le pasa?, ¿por qué no deja de verme y le abre la puerta a mi padre?- protesto Andrea mientras trataba de ocultarse solapadamente tras Rodrigo
Señorita ¿que parte de no puede pasar nadie no entendió?- alego el guardia que ahora miraba a Sofía, causando su repudio, cuando volteo y lo miro como roña en el zapato.
¡Óigame! ¡Esto es el colmo!, abra esa puerta y déjelo pasar, tengo todo el día sin comer y quiero llegar a mi destino de una vez para hacerlo- Protesto Sofía, sacando su celular, de seguro en busca del gerente.
Ok. Pueden pasar, pero los acompañare- dijo el guardia, nadie protesto
Entraron todos, caminaron por el hall, prendieron algunas luces y buscaron el ascensor. Cuando lo encontraron Carlos apretó el push y se abrió la puerta, entraron.
¿De en serio no has probado alimento en el transcurso del día?- pregunto Carlos mientras miraba su reloj
Claro que sí, todo el día estuve ocupada con los preparativos del matrimonio de mi prima Adriana, no sabes cuanta hambre tengo- respondió Sofía acomodándose el cabello, dios sabe para qué.
El ascensor empezó a sacudirlos con fuerza, las luces se prendían y apagaban, Andrea y su madre gritaron de miedo. Rodrigo se sostuvo del asiento y no podía ver más que a Andrea, que estaba totalmente histérica, nunca antes tan parecida a la histeria misma como ese día, abrazando a su madre, que trataba de contener sus temores abrazando fuertemente a su hija, juntas viendo el ir y venir de luces y pisos, al menos el marcador así lo decía.
Paro de golpe. Todos dieron un fuerte suspiro y rieron entre ellos, incluso un abrazo de Rodrigo llego a Andrea, diciéndole algo parecido a "No paso nada". Carlos se tomaba el pecho y Sofía se levantaba luego de su caída fuerte, la alegría fue tanta que no le importo pararse sin ninguna artimaña para no mostrar los interiores, lo hizo con vehemencia, con alivio, mostrando por ende, un upskirt digno de paparazzi con síndrome de titulares, con las piernas totalmente abiertas y mostrando de entero sus piernas, y el final de su tanga rosa, que ya casi no dejaba nada a la imaginación, ciñendo con fuerza el vinculo entre su entrepierna y el ano. Rodrigo y compañía( incluido esposo) quedaron en autentico estado de shock.
Andrea, sonrisa en labios apretó el botón para salir del ascensor, este no funciono. Entonces lo intento de nuevo y nada; otra vez, nada, miles de veces hasta que se abra la maldita puerta de ascensor, pero el resultado siguió siendo el mismo.
No se abre la puerta- Casi grito Andrea, todos voltearon con el mismo miedo de minutos antes
Carlos, incrédulo aun, apretó el botón, y al ver lo inútil de su intento, grito fuertemente ¡mierda! Golpeando con fuerza la puerta, mientras Sofía empezaba a dibujar un pequeño gesto lacrimoso en el rostro, y Andrea se sentaba en el piso del ascensor a mirar su estructura.
Debe de haber alguna solución, oye tú ¿No hay nadie que venga a estas horas a parte de ti?- dijo Carlos
No- dijo secamente el guardia
Vendrá uno el lunes- agrego pensando bien que era una información importante
¿Lunes?, ¡no jodas!, Sofía llama al 911 y diles que nos saquen de acá- dijo Carlos, pensando encontrar la solución, y todos lo creyeron sonriendo ligeramente.
Cariño....... no hay línea- dijo preocupada Sofía, inmediatamente Rodrigo, Andrea y Carlos, sacaron los suyos, y en efecto, no había línea, algo pasaba, algo pasaba allá afuera.
Luego de eso quedaron callados por largos segundos, minutos, horas. Sofía ya no aguantaba más el hambre, necesitaba un bocado de cualquier cosa para siquiera engañar al estomago, empezaba a mirar ya celosa la bolsa sucia de pan barato que tenia en el bolsillo derecho de la chaqueta el vigilante, quería pedírselo, pero su orgullo se lo impedía, el maldito orgullo que nos hace perdernos cosas que mas que querer, ya necesitamos.
¿Me convida un pedazo de pan?- pregunto, ya no aguantando el hambre, dejando el orgullo en el ultimo casillero de su proceder instantáneo.
No- dijo el guardia
No, un rotundo no, dejando las amabilidades, el trato afable que en estos momentos y quien sabe para cuanto tiempo, era sumamente innecesario pensando personalmente. Ella no protesto, nadie lo hizo, era sumamente inútil, el pan era de él, la bolsa entera, sucia, con rasgos de grasa en todas partes, como su mano, como todo su cuerpo.
Andrea hacía buen tiempo que no pronunciaba palabra alguna, tenia la mirada contenida, los gestos sufridos, apretaba con fuerzas sus manos, sudorosas, al igual que su frente, sus labios, su quijada. Sofía la miro y obviamente, se extraño, le pregunto que tenia y esta hizo un esfuerzo inmenso para hablar y comentarle algo al oído. Sofía hizo un gesto mezcolanza de preocupación y enojo. Tomo la mano de su hija y empezó a acariciarla levemente.
Toma, este es un calmante bien fuerte que tengo, tienes suerte que siempre ande con el en mi cartera- dijo la madre, Andrea calmo en algo su angustia.
Rodrigo quería saber que pasaba, quería saber que atormentaba a su musa platónica, la miraba y trataba de entrar a sus pensamientos, inútil claro, pero era lo único que le quedaba hacer sin parecer curioso.
El silencio seguía, el guardia se metía el segundo pan a la boca, Sofía miraba este hecho con profunda animadversión, pensando en la manera como un hombre come dos panes y no comparte ninguno con una señora que esta completamente hambrienta, pensó en su vida, pensó en las miles de veces que indirectamente había hecho eso, unas tajadas de reflexión llenaron su corazón, se calmo.
La noche llego, el sueño también, empezaron a dormir con el abrigo que cada uno había traído, aunque mayor ayuda daba el calor de sus cuerpos, que a tan poca distancia y a tan poco tamaño del ascensor propinaban un cálida temperatura al lugar.
Rodrigo no tenia sueño, juntaba los ojos en busca de el, pero no podía hacer otra cosa más que pensar en la manera de salir de la especie de cárcel sin comida ni baño en la que yacían.
Sintió un poco mojado el pie, y se mojaba más y más, ligeramente abrió los ojos, y encontró un gran charco de agua a orillas de Andrea, comprendió sus gestos de dolor e impotencia, el pantalón de ella estaba completamente mojado y parte del de sus padres también, ellos comentaban en voz baja pero oíble.
¿Era eso no?, ¿Cómo se te ocurre darle un calmante?, ¿no sabes que eso lo único que consigue es hacerla dormir profundamente y sin poder contener ya sabes....- Inculpo Carlos
Claro que sé, si estúpida no soy. Lo hice adrede, ahora cuando se levante ya no va a tener ese dolor de vejiga- dijo la madre conteniéndose las ganas de gritar.
Claro, pero amanecerá con un fuerte dolor de estomago, producto del pantalón mojado- dijo el padre
Eso no es problema, se lo quitamos y ya- dijo la madre
Esto le servirá para taparse- agrego, quitándose la pequeña chompa que llevaba
¿Y si se levanta? Digo ya no es una niña, mujer......- pregunto el padre
No te preocupes, ese calmante es muy fuerte, mañana se enojara pero en el fondo nos agradecerá, solamente no hagas bulla, que si uno de estos se levanta, nos arruinara el plan- aseguro la madre
Entonces ambos empezaron a desabotonar el pantalón de su hija, Rodrigo veía de reojo esto, no podía más, tapaba con el abrigo que usaba de frazada la profunda erección que tenia. Abrió por completo los ojos, Carlos y Sofía estaban de espaldas a él, pero no tapaban en nada el cuerpo de su hija, quien ya se encontraba solo en bragas, mojada también, rosa, linda, ni pequeña ni grande, de algodón, apretando fuertemente su pucho.
¿Esto también?- pregunto el padre
Sí, hombre sí, que también esta mojada, ¿ o tienes miedo de ver desnuda a tu hija?- pregunto la madre
Claro que no- dijo el padre
Y el mismo se encargo de quitársela, Rodrigo ya no daba más, veía perfectamente el coño de su amada, veía sin ninguna traba como el padre le quitaba el braga, como lo bajo por sus piernas y como al momento de sacarlo por los pies, mostró también de entero el trasero de su hija, expuesta a los ojos fisgones de un sujeto que no hace más que contener los impulsos y los gemidos, que a estas alturas serian fatales.
Miro detenidamente su entrepierna, un poblado Monte de Venus con vellos negros brillantes y unos labios densamente poblados, quedo excitado y excitado siguió hasta que le pusieron la chompa como falda, vio de reojo al vigilante, él también había mirado todo, pero este, un poco mas lerdo o menos recatado, exhibía la deformación en la tela del pantalón con suma sinceridad.
En la mañana, todos se levantaron incómodos, con fuertes dolores en la espalda y cabeza, Andrea empezó a abrir los ojos, lo primero que vio fue a Rodrigo, quien la miraba de reojo. Aun no teniendo idea que se encontraba con una diminuta chompa en forma de falda, como única prenda de cintura para abajo, estiro con fuerzas las piernas, sintió aire rozando sus labios vaginales, miro de inmediato sus piernas, grito de vergüenza, ¿Qué hago así? Le pregunto a su madre quien aun no se levantaba.
Hija era lo mejor, créeme- dijo la madre volviendo a recostar su cabeza en la de su marido, Andrea avergonzada calló.
A las diez de la mañana, cuando todos ya se habían levantado, Sofía miraba con suma hambre la bolsa de pan, que así y duro como debería de estar ahora, serviría para aliviar el hambre, pero el vigilante no lo consentiría, y estaba en su derecho, claro.
Dame un pedazo de pan por favor- dijo Sofía
Señora no le voy a dar el pan- dijo el vigilante
Oye subordinado de mierda, dale un pan a mi esposa o esto lo va a saber toda la gerencia y luego te botara a patadas de acá- dijo molesto Carlos
¡No pienso hacerlo! o ¡me lo piensas quitar!- grito el vigilante, sacando un revolver del pantalón e infundiendo respeto.
Sofía miro detenidamente el suelo, pensó, pensó y luego se levanto, decidida miro fijamente a los ojos del vigilante y le dijo textualmente:
Haré todo lo que me pidas si me das un pedazo de pan.