Atrapado en los juegos de Ana

Ana una mujer casada, corriente. Tom un chico sencillo. Ana tiene problemas en su matrimonio y se ofrece a Tom para pasar una noche loca. Pero Tom no tiene idea de donde se esta metiendo

Tom tiene 23 años. Es un chico de cuerpo delgado pero definido. Mide 180 cm.  Unos bonitos ojos de color miel y un pelo entre castaño y rojizo. Sus facciones son hermosas pero su rostro es quizás demasiado aniñado para su edad. Aunque en general es un chico atractivo, con gran sentido del humor y muy inteligente, es extremadamente tímido con las chicas, al punto de nunca saber como romper el hielo. Hasta la fecha a tenido dos parejas, pero ya lleva un año sin tener compañera.

Tom trabaja de reponedor en un supermercado, no es el trabajo de sus sueños, pero en épocas difíciles se alegra de tener una estabilidad. Una de las cosas que más le gusta de su trabajo es la facilidad que le da para poder entablar conversación con mujeres. Sea por cortesía de ayudar a las clientas, o porque le pregunten por algún producto, Tom ya tiene excusa para hablar con ellas y empezar a soltarse.

Uno de los hobbies favoritos de Tom es imaginarse y encasillar en un rol a las mujeres que va conociendo. Aquella mujer se la imagina como una dominatrix, aquella otra una sumisa, esa de por ahí le gusta ponerle los cuernos a su marido… cuanto mas las conoce, con mas detalle se imagina sus intimidades, y con esos pensamientos se le hacen mas amenas las jornadas de trabajo.

De todas las mujeres que habitualmente entran en el supermercado, Ana es su favorita. Es una mujer de 39 años, casada y con un hijo de 9. Y si bien es una mujer de buen ver, Ana no sería la típica mujer que hace que los hombres se vuelvan a mirarla. Tom es consciente de que físicamente no puede competir con las bellezas de chicas jóvenes que de vez en cuando entran al comercio. Y aun así Tom está obsesionado con Ana.

Posiblemente todo comenzó por la simpatía de Ana, que desde el primer día hablaba con Tom con una naturalidad como si fuesen amigos de toda la vida. Eso le permitió a Tom conectar con la mujer como con ninguna otra. Ana media 173. Siempre vestía unos jerseys o camisetas sin escote, por lo que Tom solo podía imaginar que poseía una talla de pecho no demasiado grande. Si se notaba en ocasiones una barriguita que hace tiempo dejo de ser plana a pesar de tener una cintura estrecha. Uno de los rasgos que mas le gustaba a Tom era su culo, de tamaño bastante voluminoso pero que curiosamente se notaba firme y poderoso. Siempre enfundado en unos jeans ajustados, y con unas botas de tacón ancho. Por algún motivo a Tom le recordaba a una mujer del viejo oeste americano, una vaquera capaz de cabalgar a un semental, y al mismo tiempo, a un auténtico macho domando aquel hermoso culo. Ana tenía media melena morena, bañada por algunas hebras plateadas que bien tenía a teñirse. Su rostro con sus ojos rasgados le daban un aire exótico. En general era una mujer guapa, quizás algo dejada, pero no era una mujer de bandera ni llamativa. Pero Tom conectó muy bien con Ana. Al principio eran charlas triviales sobre el tiempo y temas igual de aburridos, pero poco a poco las charlas eran mas personales. Tom supo que el marido de Ana era capitán de cruceros y pasaba largas temporadas fuera de casa. Pero ni siquiera eso lograba hacer que Tom se imaginase a Ana con amantes. Ella era un misterio para él en temas de sexo. Pero le gustaba y la primera vez que se masturbó pensando en ella se sorprendió a sí mismo, pero ahora era frecuente que Ana ocupase sus pensamientos.

Un día Tom observó a Ana muy alterada

-¿Qué le pasa a mi clienta favorita? ¿Un mal día? – con Ana, Tom se soltaba y a menudo la piropeaba.

-Ah, perdona chico. Estoy de los nervios. El cabrón de mi marido embarca la semana próxima y estará 2 meses fuera. ¡Otra vez sola para ocuparme de todo! Y él ahí disfrutando la vida…

-Bueno, bueno. Estará trabajando. Seguro que te echa de menos, ¡quien no lo haría!

-¿Trabajando? Si claro… y tirándose a todas las que pueda

Tom dio un respingo, no esperaba tal respuesta y apenas supo como seguir

-Anda ya mujer… si teniéndote a ti…

  • Eres un cielo. Y muy joven. Deberías saber que los hombres cuando hay 2 buenas tetas delante solo piensan con la polla. Y las promesas se las lleva el viento.

-No todos somos asi…

-Ja, ja, ja… si que lo sois… Imagínate a ti con 45 años que se te ponga a tiro una extranjera de 20 que solo quiere pasarlo bien un rato… No pongas esa cara. Lo tengo asumido. Por eso una vez le deje los límites muy claros. Mientras esté fuera, que haga lo que quiera, total, no se lo voy a poder impedir. Tan solo que cuando este aquí, mando yo, solo puede vivir por mi.. Vaya, se me hace tarde Tom, ya hablamos.

El chico se quedó muy turbado con la charla. Se había ganado la confianza de la mujer, se había comentado algunas intimidades, pero jamás hasta un punto tan gráfico e importante. Pero lo que mas le desencajó fue con la naturalidad que Ana, una mujer normal y anodina, afrontaba una situación tan peculiar.  Tom no supo como tomárselo, pero pensar en Ana, hablando de sexo de un modo tan directo y frívolo lo puso aun mas cachondo. Su suerte cambió un dia como cualquier otro en el super:

-buenos días ana, ¿Qué tal?

-Hola Tom. Con mil cosas, el fin de se marcha mi marido y tengo mucho que hacer

-Ya. Bueno… anímate, ya verás que no es para tanto.

  • A ti te sará fácil decirlo… eres joven, guapo, saldrás de marcha el sábado y te iras con alguna jovencita.

-Baaajjj.. ya quisieran muchas ser como tú

Ana sonrió complacida, se acercó a tom acorralándolo contra una estantería.

-¿tú piensas eso? ¿Crees que una mujer como yo tendría opciones con chicos jóvenes como tú?

-Este… claro que si…

-Como eres.. ¿sabes lo que necesito? Salir y despejarme.. este sábado dejaré al crio con los abuelos y quiero divertirme. ¿te apuntas?

-¿salir contigo?

-jajaja que pasa ¿te da vergüenza salir conmigo? –Ana se acercó aun mas, ahora solo les separaban unos centímetros

-No… yo…

-si, claro que si. Pero tengo una idea mejor. Vente a mi casa a cenar. Necesito reírme y tú siempre me haces reir. Un rato para liberarme y…

  • Y…

  • Y si tú quieres, después de cenar podremos seguir la velada… de un modo inolvidable.

Estas últimas palabras se las susurró al oído. Tom casi pudo sentir la lengua de Ana acariciándole el lóbulo

-Y tranquilo, que no muerdo, no pasará nada que tú no quieras que pase.

Los días pasaron muy lentos, la mente de Tom era un volcán en erupción de sentimientos encontrados, pasaba de la euforia al terror, las dudas le carcomían y cada vez estaba mas cerca de rechazar la invitación de Ana, pero finalmente, aceptó

Tom llegó a casa de Ana puntual. Estaba muy nervioso, cayó en la cuenta de que no llevaba ningún presente para la cena, ya no tenía remedio. Se había llevado largo rato en el cuarto de baño acicalándose, y se puso su pantalón y camisa de salir, esperaba causar una buena impresión.

Cuando Ana abrió la puerta, Tom se quedó paralizado. La mujer se había maquillado y peinado de forma coqueta. Vestía de negro, pero con unos pantalones de cuero que se ajustaban a sus piernas como una segunda piel. Llevaba una camisa de encajes negros que dejaba a la vista la silueta de su sujetador y sus pechos. Rematando el conjunto unas botas negras, pero al contrario de las de cada día, eran unas botas altas que llegaban hasta las rodillas.

-Ey, ¡que guapo estas! –dijo ella con una sonrisa pícara –Vamos no te quedes en la puerta, pasa

Tom la vio girarse y caminar. Su enorme y maravilloso culo lucía como nunca atrapado en aquel cuero. Y no pudo evitar quedarse prendado de sus botas. La siguió por la casa hipnotizado con el movimiento de sus caderas. Aquel culo poderoso, indomable con que tanto había soñado. La mesa estaba preparada, con luz de velas, tan romántico e íntimo como sensual. Ana le invitó a tomar asiento.

-Lo siento.. no he traído nada, es descortés por mi parte.

-Tranquilo, no pasa nada. Si te soy sincera, no me ha dado mas tiempo a preparar algo de pasta rápida. ¡Pero al menos tenemos un buen vino!

La cena fue agradable, el vacío se llenó con una charla trivial y risas, al menos cuando Tom logró soltarse. Él nunca bebía vino, pero no quiso parecer tonto por lo cual tragaba el rojizo líquido tratando de disimular el poco gusto que le encontraba. Si solía beber ron o ginebra cuando salía con sus amigos, así que pensó que unas copas de vino no le afectarían, poco a poco se dio cuenta su error. Una sensación de calor se acomodó en sus entrañas, se notaba ligero, algo mareado incluso, y tembló cuando Ana descorchó la segunda botella, aun así bebió y bebió perdiendo un poco la noción del tiempo y el lugar, embriagado por el dulce néctar ahora no disimulaba lo mas mínimo al mirar fijamente los pechos de Ana a través de la rejilla de su camisa. Notaba como los pechos se hinchaban con cada respiración de Ana, los miraba hipnotizado mientras su boca hablaba por él mismo y un dolor le hizo contraerse cuando su polla empalmada se estrujaba contra sus pantalones. No era capaz de seguir bien la conversación y ni siquiera se fijo que ya había devorado la cena cuando Ana se levantó, una vez mas su figura guerrera y poderosa taladró los pensamientos de Tom.

-Bueno, una gran cena no estaría acabada sin un brindis ¿no crees? Pasa al sofá por favor, voy a buscar copas y descorchamos una botella de champan, que demonios.

Tom aprovechó el momento que Ana se perdió camino a la cocina para levantarse y no mostrar que se tambaleaba, tuvo que apoyarse contra la silla para no caer y en dos grandes zancadas se dejo caer en el sofá. Pudo ver a su amiga llegar, fijándose como el cuero ajustado de su pantalón marcaba su zona mas intima, y como sus pechos se balanceaban con sus andares, seguros y fuertes sobre sus botas. Se sentó a su lado, tan pegada que sus piernas rozaban, descorcho la botella y le ofreció la copa a Tom.

Ambos brindaron por la amistad y bebieron y repitieron hasta secar la botella. A estas alturas todo daba vueltas en la cabeza de Tom, su visión se nublaba y tan solo el fuerte calor que sentía en su erecto miembro le impedían echarse a dormir. Sentía el contacto con Ana, el aroma de su perfume y su excitación aumentaba.

-        Muchas gracias Tom, necesitaba una velada como esta. Eres un encanto

-        Gracias por invitarme, me lo he pasado muy bien.

En ese momento la mano de Ana se posó sobre la pierna de Tom, mas arriba de la rodilla, clavando levemente sus uñas en el pantalón.

-Pues si quisieras, podíamos pasarlo aun mejor

Tom giró su cabeza, su rostro se encontró con el de Ana, apenas apartados unos centímetros. Aquella mujer, que casi le doblaba la edad, con la que había soñado tantas veces, estaba a tiro de piedra. Notaba su polla palpitar exigiéndole, y bajo su mirada un momento para perderse en los pechos de Ana.

Con agilidad la chica se separó lo justo para levantar sus brazos y deshacerse de su camisa quedándose con un sujetador negro de encajes que levantaban sus pechos.

-Me he dado cuenta que llevas toda la noche deseándolas, pues note prives, solo por hoy son tuyas

Rodeo la cabeza de Tom con sus brazos y lo atrajo sobre ella, hundiéndolo en sus pechos. El chico, que no salía de su asombro, comenzó a besar como un loco, pasando su lengua entre la piel y la tela del sostén, y alzó una mano que atrapó el otro pecho, estrujándolo. Dio un respingo seguido de un gemido cuando notó la mano de Ana soltar su pierna y agarrar con determinación su paquete, apretando y estrangulando su pene que ya estaba dolorido por el encierro.

Ana se levantó sonriente, tenía fuego en los ojos y una sonrisa malévola. Se giró dándole la espalda a su acompañante y con una calma desesperante se descalzó. Posteriormente y con ritmo lento, recreándose, fue quitándose el pantalón, tan ajustado que costaba esfuerzos. Se quedó con unas bragas negras de encaje y transparencias muy sexys, volvió a colocarse las altas botas que cubrían de cuero hasta su rodilla y se giró ante un anonadado Tom. El chico se había fijado por primera vez que un tatuaje con tribales decoraba su cintura por la espalda. Tan y como suponía sus piernas, libres del pantalón, habían aumentado en su volumen, al igual que su estómago. Pero su culo ancho y redondo seguía firme y hermoso, calzada con esas botas era toda una mujer de armas a tomar. Y en ese momento una de sus botas aplastó con suavidad la entrepierna de Tom, jugando con la punta con su bulto.

-Veo que te gusta lo que tienes delante de ti. Pero yo quiero saber que tienes tú para mi, enséñame si mereces la pena.

Tom se levantó casi arrastrándose, todo seguía dando vueltas, todo parecía difuminado en su visión salvo Ana. Sentía que estaba colorado de excitación y también vergüenza, pero sin pensarlo se deshizo de su camisa y sus pantalones quedándose con unos slip que se veían forzados y manchados de líquido. Ana agarró con su mano los slip y de un tirón los bajo hasta la altura de los muslos dejando libre la hombría de Tom que salió disparada ansiando su libertad. Agarró el pene sin mas preámbulos, lo froto en su mano tal largo era y lo apretó estrangulándolo con tal intensidad que una punzada de dolor penetró en las entrañas de Tom que luchaba a duras penas por terminar de bajarse los slip.

-No esta mal, no esta nada mal Tom. Parece que si vas a merecer la pena. Aunque habrá que probarte a ver si das la talla.

Ana rodeó el cuello de Tom con sus brazos, atrajo la cabeza del muchacho a su altura y pego sus labios con pasión, penetrándolo con la lengua en un beso húmedo que Tom respondió con tanta o mas intensidad mientras sus manos rodeaban la cintura de ana, agarrándola de su culo y clavándole sus dedos en la carne de sus nalgas. Sentía su pene clavarse en la barriga de Ana, sus pechos contra su cuerpo, ambos fundidos en un beso tan pasional que pareciera que trataban de fundirse en un solo cuerpo. No dejaron de besarse, fuerte, sucio, intenso mientras a duras pena Ana conducía a un Tom que parecía caerse en cada paso por la casa. A tientas, sin soltar a su pareja, abrió una puerta y tras dar varios pasos mas, los dos cuerpos cayeron al tropezar en la cama de Ana. Siguieron besándose como una pareja de enamorados, devorando el interior de sus bocas, intercambiando un rio constante de saliva mientras sus lenguas luchaban con frenesí una contra la otra. Estaban enlazados entre sus brazos y Ana rodeo con sus piernas la cintura de Tom. Este sentía el cuero frio de las botas en su piel. Con un gesto experto ana se desabrochó el sujetador y arrastro la cabeza de Tom entre sus pechos. El muchacho, embriagado se sexo, no perdió el tiempo y se llevó los pequeños pezones a su boca. Eran unos pechos no muy grande, con pezones como botones, pero sabrosos al tacto. Los mordisqueaba y apretaba. En ese momento, una mezcla de gruñido y tos lo dejó frio. La voz había sonado profunda, ronca y cercana. Se incorporó y cuando fue capaz de enfocar su maltrecha visión, dio un grito ahogado y saltó de la cama como un resorte, casi cayendo al suelo por su falta de equilibrio. Miró una vez mas e instintivamente iba a emprender la huida cuando las manos, ahora suaves y angelicales de ana, atraparon sus mejillas y con una sonrisa dulce lo tranquilizo.

-sssshhh..sshhh… no pasa nada, no pasa nada…. Tranquilo

-¿Pero esto que cojones es?

En la esquina del cuarto, sentado en una silla, un hombre desnudo salvo por unos calzoncillos blancos los miraba, furioso y desafiante. Era corpulento, se veía un cuerpo que si bien debió de ser esplendido, empezaba una decadencia. Estaba atado con las manos a la espalda y los tobillos a la silla. Tom comenzó a dar pasos hacia el hombre, tirando por Ana que lo llevaba de la mano. Dejó a Tom a solo 2 pasos del fornido hombre. Ana se inclinó acariciando el pecho del hombre, lo rodeo y lo abrazó por su espalda, sus dedos seguían jugando por el pecho del individuo.

-Tom, te presento a mi amado y querido esposo. No te asustes, es inofensivo a pesar de esa cara de ogro que tiene ahora. Como te dije, tenemos un trato. El folla lo que le da la gana cuando esta fuera, pero cuando está aquí me pertenece. –Se incorporó y volvió a colocarse frente a su marido – él siempre presume y presume… pues hoy he decidido que vea lo que voy a hacer cada día que este fuera. El pobre diablo cada vez le costará mas hacerse con una sueca de 20 años… quizás hasta tenga que recurrir al sexo de pago para comerse algo.. pero yo sin embargo puedo conseguir buenos amantes, jóvenes y fuertes, que me follen como es debido. Porque te diré una cosa, él lo sabe bien, hay mujeres muchos mas esplendidas que yo, pero ninguna es capaz de follar como yo lo hago. Así que mientras esté en su camarote jodido con un calentón, tendrá que pensar en como estoy yo follando con mis amantes. Un trato es un trato no? –La mano de Ana palpó los calzoncillos de su marido –Vaya, vaya que dura… si al final te va a poner cachondo ver como tu amada esposa folla…siempre se quiere lo que no se tiene ¿verdad?

El marido gruñó una frase inteligible y Tom dio un paso atrás.

-No, no.. no asustes a mi invitado. –Ana se deshizo de sus bragas, húmedas y mojadas, pasándolas con esfuerzo por sus botas. Hizo una pelota con las mismas y las colocó frente a la boca de su marido. -¿te gusta como huelen a sexo? Abre la boca, es lo único que vas a saborear de mi hasta dentro de 3 semanas- el hombre no se movió y Ana le tapó la nariz unos instantes hasta que rindiéndose, el hombre necesito abrir la boca para respirar. En ese momento ana introdujo sus bragas en la boca del hombre y con una cinta que tenía junto a la silla lo amordazo.

Así, muy bien, calladito. Disfruta del espectáculo, quizás lo puedas vivir tú mismo cuando vuelvas.

Ana se giró volviéndose sobre Tom y lo agarró del pene firmemente. Lo empujó para que retrocediera y este cayó de espaldas en la cama, aun asimilando todo lo que estaba ocurriendo.

-se que me deseas, y yo puedo darte todo lo que has soñado. Pero antes vas a demostrar cuanto me deseas, demuéstrale al cabrón de mi marido cuanto me deseas, hazme gozar nene.

Ana se lanzó sobre Tom, dándole la espalda. Ahora él veía su espalda, adornada con el tatuaje recién descubierto, y aquel hermoso culo de sus sueños. Así era aun mas grande e imponente. No estaba preparado para lo siguiente, Ana dejó caer su cuelo contra su cara, aplastándolo. Al principio Tom se llenó de pasión, tenía la vagina de Ana sobe su cara, olía su fuerte olor a mujer, sentía sus líquidos pegarse por sus mejillas, y besó aquellos labios. Pero pronto notó que el peso de la mujer le taponaba las vías respiratorias, se quedaba sin aire. Sus manos se alzaron agarrando las nalgas de ana y tratando de apartarlas sin lograr nada, sentía que se asfixiaba, su sudor le caía por el cuello mezclado con el propio jugo de ana, y finalmente esta levantó unos centímetros dejando que Tom tomara una gran bocanada de aire y tosiera atragantado. Los dedos de Ana comenzaron a acariciar tímidamente el pene erecto de Tom, lo que le produjo una sensación tan placentera como desesperada por sentir mas fuerza en su pene.

-Ahora vas a hacer que me corra, y si te portas bien, le daré a tu polla el premio que semejante carne se merece. Pero te lo advierto, no voy a parar hasta sentir un orgasmo, asi que demuéstrame que eres un hombre.

Por un instante. Tom se imaginó lo que se le venía encima, tembló y quiso huir, pero le fue imposible zafarse. Ana se dejó caer violentamente sobre él, volviéndolo a aplastar con su culo, esta vez dejando pegado su vagina a su boca. Apenas pudo oir a ana decir “no me pienso levantar hasta correrme, asi que tu veras”

Con un ligero temblor de pánico, Tom sacó a duras penas su lengua de su aplastada boca y la introdujo en la vagina de ana. Su cavidad estaba muy cálida, y sus paredes estrechas. Chorreaba como un grifo constante y no podía evitar que todos sus jugos cayeran en el interior de su boca, hasta su garganta, medio ahogándolo. En aquella incomoda posición, Tom se esforzó en llevar su lengua lo mas profundo que pudo, moviéndola frenéticamente, como un perrito sediento bebería de un plato de agua. Trató de ayudarse con las manos moviendo el culo de ana, pero no lograba separarlo ni un centímetro. Notaba la respiración de ana agitándose y eso le dio fuerzas para continuar con mas frenesí. Los dedos de ana aplastaban suavemente el glande de su pene, acariciándolo con tanta suavidad que se volvía loco por no poder sentir algo mas. Pasaron unos instantes que se le empezaron a sentir eternos a Tom cuando el aire le faltó. Se asfixiaba y ahogo varias toses. Trató de apartar con mas fuerza a la mujer sin lograrlo, y justo cuando notaba que no podía mas, ella se incorporó dejando que el aire golpeara su cara y sus pulmones como un bálsamo recuperador. La tregua solo duró escasos segundos hasta que la mujer volvió a aprisionar la cara de Tom, que únicamente podía defenderse lamiendo aquel chorreante coño para lograr el orgasmo de la mujer. Ya se había olvidado de que aquella escena estaba siendo contemplada por el marido de Ana, ahora solo pensaba en acabar y salir de ahí. De cuando en cuando ana se incorporaba, dejando a Tom unos instantes para recuperarse, pero de inmediato volvía a aprisionarlo y el chico volvía a penetrar con su lengua en el interior de la mujer. Los descansos cada vez se retrasaban mas y duraban menos. Tom estaba cada vez mas agobiado y al mismo tiempo, parte de su cuerpo se convulsionada por las tímidas caricias que Ana producía en su pene solo para mantenerlo firme ya punto. La mujer, no obstante, hacía un rato que había empezado a jaderar, a frotar su culo contra la cara de Tom y chorreaba ahora mas intensamente sobre la boca del chico. Se levantó una vez mas

-Si chico, que bien lo haces, ahora es el final, no me levantaré hasta que me corra pase lo que pase

Tom entró en pánico, tomó tanto aire como fue capaz antes de volver a estar aplastado. Temía que la amenaza de Ana fuera cierta y en esta ocasión se olvidó de su polla, de mantener el poco aire que le quedaba, y se esforzó al máximo en lograr que ella llegase al orgasmo. Él mismo empujó con sus manos el culo de Ana abriendo sus nalgas tanto como pudo. Empujo su lengua tan profundo que notaba los tirones en mandíbula y froto con fuerza, con ímpetu, froto y froto. Apenas era consciente de los gemidos de placer de Ana. Él solo pensaba en seguir frotando mientras su garganta se inundaba de los flujos íntimos de Ana, mientras sus pulmones le ardían a falta de aire. Su lengua seguía frotando la vagina de Ana que se retorcía y gemía. La oscuridad pareció envolverle unos instantes, y entonces el aire volvió a entrar sobre él. Apenas podía moverse, solo era consciente de respirar, de como su cuerpo poco a poco trataba de recuperarse, cuando una explosión de calor le estalló en la polla. Ana estaba masturbándolo con fuerza, con ganas, con una de sus manos apretando los testículos y la otra frotando su tronco. Los labios de Ana mordían su glande y solo unos segundo necesito para que el cuerpo de Tom se rindiera y estalla en un orgasmo tan explosivo que el chorro de semen llegó hasta el suelo con un Tom que jadeaba de placer y aun medio asfixiado recuperando el aliento.

Tom fue recuperando el aliento mientras la mujer, tumbada a su lado, acariciaba su pecho y lo besaba tiernamente.

-No ha estado mal… Te has ganado el premio, pero primero, tendremos que animar tu herramienta, espero que no me falles y estés pronto a punto.

Mientras decía estas palabras, Ana no dejaba de juguetear con el pene, aun flácido, de Tom, lo estrujaba en su mano, apretaba con fuerza sus testículos mientras su lengua lamía los pezones del muchacho. No necesitó mas de unos minutos para notar como el miembro de Tom comenzaba a resucitar. Ana se incorporó y llevando de la mano a Tom, que esta vez siguió a la mujer obedientemente, se acercó a su marido.

-¿Has visto? Mi amante esta casi a punto, esto es un semental de verdad. Ahora vas a ver como me folla, como me hace suya, como me hace gritar y tú mientras…hummm… pero ¿esto que es? –Ana tocó con la punta de su bota el pene de su marido, que totalmente erecto, se escapaba de los calzoncillos – Vaya vaya.. asi que te pone cachondo verme follar con hombres de verdad.. ¿te gustaría follarme no es así? Pues te vas a quedar con las ganas jajaja

La mujer se sentó sobre las piernas de su marido, dándole la espalda a este. Agarró a Tom por sus glúteos y lo acerco hasta meterse el pene en su boca y comenzar a chuparlo avariciosamente. Al mismo tiempo que se deleitaba con el sexo oral, su mano no dejaba de estrujar y jugar con el pene ávido de su marido. Tom permanecía callado, sucumbiendo a la situación como un simple muñeco, respirando fuerte loco por el placer de la mamada. Miraba al marido de Ána y ahora se sentía superior, como un dios, y sin embargo, mirar a los ojos de su amada Ana le hacía empequeñecer como un niño chico. Pensaba que de verdad se la iba a follar, que ese culo iba a ser suyo y su excitación llegó a un momento cumbre. Ana lo noto y escupió la polla fuera de su boca. Despidió a su marido con un tierno beso sobre la boca, le sonrió y se dirigió a la cama. Ahí se acomodó a cuatro patas y se dirigió al muchacho

-Vamos chico, demuéstrame lo que vales y si eres suficientemente bueno quizás te deje repetir, hazme gritar de placer.

No necesitó Tom mayores invitaciones, estaba sediento de placer. Raudo se situó detrás de ana, contempló aquel culo como un templo erigido al placer, como su propio Everest al cual escalar. Grande, duro, hermoso, poderoso. Agarró las nalgas con sus manos, las separó levemente mostrando la entrada a ese templo del placer. Notó el olor de Ana, aun impregnado en su propia cara. Colocó su pene en la puerta de entrada, los fluidos de ambos chorreaban y penetró a la mujer, metiendo su pene tan largo era por la cálida y húmeda vagina. Tom se movía rítmicamente, ayudándose con sus manos firmes, moviendo la cintura de Ana para estrellarla contra su cuerpo, apretando fuerte contra su culo. Era un sueño echo realidad, y temía y se esfurzaba por no defraudarla. Estaba de frente al marido atado, al principio lo miro a los ojos, con aire de triunfo, ahí estaba él, un joven follandose a su mujer en su propia cama. Pronto las sacudidas de placer lo obligaron a dejar de prestar atención al pobre infeliz. Era la propia ana la que, aun sometida en aquella posición, se movía casi violentamente, pegando sacudidas contra su amante, tratando de meter aun mas profundamente aquel miembro. Tom notaba como aquella vagina se contraía cercando su pene en el interior, se volvía loco de placer y pronto un preámbulo de orgasmo recorrió su cuerpo. No quería venirse tan pronto, no quería que el momento acabase y sobre todo no quería defraudar a su amada. Desesparado, echo su cuerpo adelante, rodeando la cintura de ana con sus brazos, agarrándose a los pechos, casi aplastándola y bombeó sus caderas con violencia, como un toro. En aquel momento era mas un animal follando, bombeando que una persona. Notaba como la taladraba en cada sacudida, luchaba con toda su fuerza de voluntad por no venirse hasta que noto por fin como la mujer caía presa de un fuerte orgasmo, ahí no pudo aguantar mas y gritando como un poseído se corrió bombeando aun mas fuerte sobre Ana.

Un buen rato después Tom estaba mal vestido en la puerta de la casa, Ana lo miraba desnuda, tan solo con sus botas altas y una bata de seda oscura semitransparente. Tom abrió la boca para hablar, no había dicho nada aun pero los dedos de Ana le taponaron la boca.

-Sssshhhh.. no lo estropees, ha sido una buena noche. Te has portado muy bien cachorrillo.

-Quiero volver a verte.

Una sonrisa pícara y un brillo malévolo se encendieron en los ojos de ana.

-Todos los hombres quieren repetir.. pero no todos están a la altura, ¿Qué te hace pensar que si lo estas tú?

-Hare lo que quieras..

  • Hummmm seguro?

-Yo….

-Puedo darte el mejor sexo de tú vida, te puedo dar noches que no olvidaras jamás… Pero si quieres jugar, si quieres descubrir mi mundo.. tendrás que jurarme que me obedecerás en todo. No contestes aun.. piénsalo.. y ya me lo dirás… Buenas noches Tom, te veo en el super.