Atrapadas por la inseguridad (2)

... el final...

Comienza un nuevo día, Marian despierta rodeada por los brazos de su esposo y desea que sean los de Laura, se siente atrapada, sea como sea tiene que escapar de esa cama que es la perfecta metáfora de su matrimonio.

Se levanta intentando no mover a Arturo, no quiere despertarlo, aun está asustada. Se dirige a la ducha, necesita despejarse, se va a la cocina y le deja el desayuno y el almuerzo preparado a su marido.

Se dirige hacia las oficinas, mirando hacia el suelo, se siente muy perdida, no puede hacer nada, solo esperar, se siente humillada, sucia, como si fuera la persona más insignificante que pisa el planeta cuando escucha el claxon de un coche.

Mira a su izquierda y se encuentra con el coche de Laura:

sube, creo que vamos al mismo sitio- esta frase hace que se le escape una sonrisa a Marian, llenando de alegría a Laura.

Marian sube al coche, la oficina ya esta muy cerca pero quiere pasar un rato con ella, en la cabeza de Laura ronda una pregunta, pero no se atreve a preguntarle que qué tal fue la noche, no podría soportar que le dijese que mal, que de nuevo le gritó, pero por otra parte si le dijese eso se la llevaría con ella, no dejaría que pisase esa casa de nuevo.

Aparcan frente a su edificio de trabajo y se bajan a comenzar la jornada. Sobre las 11:30 les toca descanso, Laura tiene hambre y va a desayunar:

¿has desayunado, Marian?

Pues la verdad es que no, con la cosa de que vengo andando no me ha dado tiempo…- dice ordenando unos papeles.

Pues levanta que nos vamos a desayunar, que no puedes estar sin comer cariño.- como aun sigue ordenando papeles se los quita, le pone cara de malota y ambas se ríen.

Vamos anda jajaja.

Mientras salen del edifico comienzan a hablar sobre cosas tontas, sin importancia que provocan las risas de ambas hasta llegar al café donde Laura suele desayunar casi todos los días.

Laura se levanta y pide dos cafés y de pronto la conversación se vuele más seria ya que Laura por fin se atreve a preguntarle que qué tal pasó la noche:

anoche tuve suerte, quizás gracias a que me llevaste, fue una noche tranquila, no me dijo nada fuera de lo normal, pero tampoco sabes cuando puede cambiar su humor…- Marian baja su mirada y Laura coge su mano.

Yo te repito lo que te dije ayer, no te pienso dejar sola, cada día te noto más apagada, me da rabia, porque esa no es la Marian que llegó a la oficina…- con estas palabras Laura hace que Marian levante su mirada y sienta un cosquilleo en su estomago vacío- bueno parece que vienen los cafés.

Marian nota como estando cerca de Laura todo son buenos ratos, sonrisas, miradas de complicidad pero aun así no se atreve a decir nada, a Laura de vez en cuando se le escapa algo, no se atreve a decir nada tampoco, pero es tan espontánea que se entiende claramente el sentido de sus palabras.

Se acaba su recreo y vuelven al trabajo, las horas pasan volando y llega la hora de irse a casa, de nuevo comienza a pesar el cuerpo de Marian y Laura que lo nota se ofrece de nuevo a llevarla a casa.

Se respira dolor dentro del coche que aun no se ha arrancado:

- ¿nos escapamos un rato?- dice Laura con su habitual sonrisa

  • sabes que me encantaría pero que no puedo…- Marian, en cambio, está totalmente deprimida de nuevo.

Se acaba la conversación, Laura no puede insistirle más, sabe que es peor, sabe que le dolerá así que arranca el coche y la lleva hasta casa, donde hace otra parada, intenta retenerla, la tiene que dejar ir pero no quiere, Marian quiere gritarle que arranque de nuevo y que no pare, solo quiere estar con ella, solo con ella es capaz de mostrarse como es:

bueno adiós Laura muchas gracias por traerme

Laura está congelada, no puede hacer nada, no puede moverse, su corazón no late pero saca fuerzas y la abraza de nuevo, no sabe lo que habrá detrás de esa puerta.

Detrás de esa puerta le espera una cena, velas, música lenta y una gran sonrisa por parte de Arturo:

Marian tengo una gran noticia para ti- Marian intenta preguntarle pero este la calla - he encontrado trabajo, no tendrás que trabajar más, ahora puedes quedarte tu en casa.

Estas palabras la destrozan literalmente y cae al suelo llorando, la mirada de Arturo es de incomprensión, no sabe por qué llora:

¿qué pasa? He encontrado trabajo, es algo bueno, además una mujer no puede estar fuera de casa, la casa es donde debe estar, limpiándola, esperando a su marido y ahora quien sabe, quizá podremos tener un par de hijos y todo.

No si lloro de alegría- a medida que dice esas palabras se rompe más por dentro- haré lo que tú quieras

Bueno pues vamos a cenar.

Ambos se sientan y el silencio se hace en la habitación, Marian nota que Arturo está intentando reprimirse algo, pero le está costando, cuando de repente da un golpe a la mesa y le pregunta:

¿a quién esperabas en la cafetería esta mañana? ¿a eso te dedicas en tu media hora libre?

A nadie, estaba con Laura, ella estaba pidiendo un par de cafés porque no habíamos desayunado

No te creo, dime la verdad, será mejor

Te estoy diciendo la verdad

¡No! Es el mismo tío que te lleva dejando dos días seguidos en la puerta de casa, se que no es Laura, se que es un hombre y que me engañas, ¡Admítelo!- Arturo aprieta el puño.

Por favor Arturo, tranquilízate, es Laura, en serio.

¿pero tú crees que soy tonto? Se que llevas mucho tiempo distante, siempre en Babia, no soy tonto ¿sabes? Confiesa si no quieres que te lo saque a golpes…- se levanta de la silla - hace mucho tiempo que no me amas, lo sé.- la coge del brazo y le pega .

La noche transcurre en golpes e insultos, y cuando Marian no puede ni moverse del dolor la viola, intenta resistirse pero los golpes la han dejado sin fuerzas, sus ojos ya no lloran de dolor sino de rabia, pero su mente se consuela con la imagen de Laura, aviva su llanto, no la volverá a ver jamás, Arturo tiene trabajo.

Laura llega al trabajo y comienza a impacientarse, Marian no llega, no puede haberse dormido, no sabe que hacer, no sabe a donde ir, ni donde buscarla, solo espera que se acabe el día para ir a su casa.

Llama a su puerta enfurecida y sale Arturo:

¿dónde está Marian? ¿qué le has hecho cerdo?

No le he hecho nada que no se merezca.

¡Quítate de en medio, déjame verla!

No puedes, no te voy a dejar ni despedirte de ella, no la volverás a ver más, tengo trabajo y ella se va a quedar en casa, te lo digo para que te vayas olvidando de que existe.- dos lagrimas queman la cara de Laura que en un acto de dolor lo empuja y golpea.

Arturo le da otro empujón y le cierra la puerta en sus narices, esta grita el nombre de su amada mientras llora y golpea la puerta, nadie le abre, nadie le responde. Marian la está escuchando desde su habitación, llora desconsoladamente, quiere recogerlo todo y marcharse con ella pero no tiene voluntad, no tiene valor para hacer nada.

Arturo se acerca a Marian sonriendo, ha ganado una batalla, y esta solo tiembla de pensar en lo que le puede hacer ahora, coge su cara con fuerza y le dice:

si yo sabía que era ella, no hacía falta que me lo dijeras, estaba muy claro, lo supe desde el principio, estás enferma… pero todo tiene cura, ya no la volverás a ver, tranquila, no llores más.- la abraza y esta llora más fuerte aun, no cree lo que le está pasando .

Los días van pasando lentamente, Laura está inquieta, no tiene noticias algunas de Marian, y la ultima noticia fue una carta de renuncia de su puesto de trabajo, se siente triste y pesaba, no sabe que hacer, la llama y siempre lo coge Arturo, va a su casa y nunca le abren, no puede hacer nada, es ella quien debe reaccionar.

Mientras tanto Marian está destruida, vacía, encerrada en casa, no puede hacer otra cosa que arreglar la casa y llorar por los rincones pensando en que Laura se ha olvidado de ella, Arturo comienza a confiar en ella, cree que está ‘casi curada’ y por motivos de trabajo debe irse 3 días fuera de la ciudad:

me tengo que ir ya mi amor, espero que cuando vuelva todo esté como me lo he dejado, sino sabes que a quién le va a doler es a ti, sabes que si sales de casa me enteraré..

Ya sabes que no puedo hacer otra cosa que esperarte…- y lo besa mientras solo piensa en que tiene 3 días de soledad, encerrada, sin más que hacer, pero que por lo menos no tendrá que aguantar los abusos y gritos de Arturo.

En cuanto Arturo sale por esa puerta a Marian se le escapa un suspiro y la sonrisa de Laura invade su cabeza, desea ir a su casa, desea verla, necesita abrazarla de nuevo, pero no tiene valor, quizá cuando vuelva Arturo se lo diga alguno de sus amigos.

Son las 8 de la tarde, Laura decide salir a caminar un rato, no sabe que hacer y caminar aclara las ideas. Sumida en sus pensamientos se da cuenta de que está en el barrio donde vive Marian y se queda parada en seco frete a la casa, no sabe que estará ocurriendo ahí dentro cuando de repente ve la puerta abrirse, se da la vuelta rápidamente para que no la reconozcan y entonces una voz en su cabeza le dice que se de la vuelta, esa voz que no se equivoca al aconsejarle, ahí estaba de nuevo , Marian, su amiga, su amor secreto, corre sin pensar un instante hacia ella y la abraza con toda su fuerza, Marian se lleva un susto enorme, no se lo esperaba:

Laura…- dice con un suspiro, se entrega a ella en ese abrazo.

Marian ¿cómo estas! ¿qué te ha hecho? ¿por qué has dejado el trabajo?

Son muchas preguntas ¿no crees? Cállate y abrázame

En la cabeza de ambas por fin hay tranquilidad, paz, se sienten seguras de nuevo, sin desearlo se separan de ese abrazo:

Tengo algo que decirte, no puedo más

Yo también tengo muchas cosas que decirte, he estado mucho tiempo lejos de ti.- los ojos de Marian vuelven a brillar, y Laura por fin vuelve a sonreír.

Te he echado de menos.- la coge de las manos .

Pasa, por favor

No, no quiero buscarte problemas de nuevo.- Laura agacha su mirada.

No está, tranquila.

Se sientan en el sillón y Laura no puede evitar abrazarla de nuevo, pero lo hace con tanta intensidad que la trepa sobre el sillón y se escapa alguna que otra carcajada y alguna que otra lágrima de alegría:

- ¿cómo estás? ¿Te ha puesto la mano encima de nuevo?

  • Laura por favor no me hables de el, ahora no, por favor

  • de acuerdo, pero es que he estado tan preocupada por ti que…- la mira con tristeza, con anhelo.

-yo pensé que me habías olvidado…- Marian arruga la frente y sus ojos se enrojecen.

-te llamaba pero siempre lo cogía el, y no sabía que hacer, ni como estabas, de verdad lo he pasado muy mal

-te dije que no te tenias que involucrar tanto en este asunto.- dice Marian con la intención de que le diga las dos palabras que ella desea escuchar.

  • sabes que eres lo más importante para mi, que siempre has estado conmigo, apoyándome y que eres imprescindible para mi…- la mirada de Laura termina la frase.

  • ¿quieres beber algo?

-tráeme un vaso de agua, por favor.- dice Laura con cara de niña buena .

Marian se dirige con una sonrisa a la cocina, por fin están juntas de nuevo, un rato, después de todo el infierno, de semanas sin verla, después de los insultos y reproches de Arturo. Laura espera en el sillón, se levanta de este y con un suspiro reúne el valor suficiente para dirigirse a donde está Marian.

Los brazos de Laura rodean a Marian que está llenando el agua, se siente protegida. Laura la aprieta un poco entre sus brazos y respira su olor, de la garganta de Marian se escapa un suspiro, un te quiero se escapa de Laura y el cuerpo de Marian se deshace al instante de todo el sufrimiento y dolor.

Marian se da la vuelta y queda frente a Laura que acaricia su cara con mucha ternura, ambas sonríen creando el ambiente más bonito que podrán guardar en su mente, lentamente Laura se va a acercando a Marian que desea que no acabe este momento.

Los labios de Laura rozan por fin los de Marian, comienzan un suave beso que es acompañado por caricias de reconocimiento, la piel de ambas se eriza, no existe nada fuera de esa habitación, solo están ella, solo ese beso.

Ambas se separan y juntan sus frentes sin dejar de mirarse a los ojos, Marian tiene sus manos en las caderas de Laura, y esta le acaricia el cuello a su compañera:

no sabes cuanto tiempo llevo esperando esto…- dice Laura tras algunos minutos de silencio.- no sabes cuanto te quiero, ni cuanto tiempo hace que siento esto… no te imaginas como me dolían las marcas de tu piel y como me pesaba ese dichoso anillo de casada

Laura si me casé fue por ti, porque no tenía valor de decirte que te quiero, porque ninguna tomábamos la iniciativa y antes de que te hubieras olvidado de mi pues preferí casarme, tampoco quería quedarme sola, creí que solo era un capricho tullo, pero después de tres años veo que no soy ningún capricho… y creo que me merezco sus golpes por haberme casado con él sin amarlo…- se abraza a Laura de nuevo.

No vuelvas a decir eso, nadie se merece pasar por lo que tu has pasado… recógelo todo, hoy empiezas una nueva vida

¿para qué?

Te vas a venir conmigo le guste a quien le guste, cuando estés mas preparada vamos a denunciarlo, pero ahora no te puedo dejar aquí, ya no puedo esperar más tiempo.- besa de nuevo a Marian que se siente por fin libre.

Y sin más tiempo que perder sube a su habitación para hacer las maletas, dejando atrás los llantos, los golpes, la inseguridad que se apoderaba de ella.

Este relato quiero dedicarlo a todas las personas que sufren malos tratos en su propia hogar, donde nos deberíamos sentir seguros, y a toda esa gente que no se atreve a decir te quiero por lo que puedan pensar, hay que romper todas esas cadenas que nos atan, el amor es libre y nadie lo puede retener a fuerza de golpes.

Saludos, abrazos y mi apoyo para tod@s, desde España:

Niniah