Atrapadas en la inseguridad (1)

...

Son las ocho de la mañana y suena el despertador de Laura, perezosamente comienza a dar vueltas en la cama, piensa: es miércoles, aguanta dos días mas que ya está aquí el finde semana. Todas las mañanas piensa en lo mismo, su vida transcurre en una rutina que solo Marian rompe.

Marian es su compañera de trabajo, se hicieron amigas rápidamente en cuando entró a trabajar junto a ella, ya que era una mujer llena de vida, alegre y que es capaz de escuchar. Siempre sintió una gran atracción hacia ella y ella en cierto modo parecía responder a señales y miradas pero que solo se quedaban en eso.

Marian conoció a Arturo con el que, por desgracia para Laura, se casó, creando un matrimonio lleno de infidelidades por parte de Arturo e insultos tanto en público, cosa que enciende a Laura, como en privado.

Laura sacude su cabeza olvidando esos sentimientos y recuerdos, al fin y al cabo no puede hacer nada, solo escuchar y estar ahí con ella. Se toma un café y se da una ducha fresca para terminar de despejarse.

Se marcha a la oficina e intenta poner su mayor sonrisa para entrar por la puerta, se sienta, Marian no está, parece que se ha dormido, cuando escucha a lo lejos el ruido de unos zapatos de tacón acercándose.

La puerta se abre y la sonrisa de Laura se convierte en una cara de tristeza, de odio, de impotencia al ver la marca que lleva Marian en la cara, y esta agacha la mirada avergonzada.

Laura se levanta rápidamente de su asiento y coge su barbilla, Marian entiende lo que ella le quiere decir con la mirada y sus ojos ya enrojecidos, por una amarga noche, se

Llenan de lágrimas, pero antes de que se desborden Laura coge a Marian del brazo y la lleva a los servicios donde se encierran en una de las cabinas.

Laura se siente destrozada contemplando la miseria en la que vive la persona a la que más quiere, acaricia su cara y Marian rompe a llora, Laura no puede hacer otra cosa que abrazarla, apretarla contra ella, haciéndola sentir que está ahí, que no está sola:

- Marian, cariño, escúchame- dice Laura abrazándola y acariciando su cabello para tranquilizarla - tu no puedes seguir así, no puedo dejarte seguir así, no te mereces algo así, denúncialo, vete de casa lo que sea

-Sabes que no puedo, no puedo dejarlo solo- dice entre sollozos - está pasándolo fatal, sin trabajo, y cree que lo voy a abandonar… no se por qué es así… espero que solo sea una racha

  • Mira, esto no es una racha, sabes que esto iba a pasar desde que te insultó por primera vez, desde que te dio ese guantazo, luego se disculpó, pero mira ahora, todo es como antes… por favor dime que será la ultima vez que se lo vas a permitir, que la próxima vez que te levante la mano te irás de ese lugar

  • ¿y a dónde voy Laura? ¿Me lo puedes decir? Desde que me casé con el no he vuelto a saber de mis padres, ni del resto de mi familia, no me queda nadie con quien poder irme…- a Laura estas palabras la estaban matando, le dolía que después de todo lo que hace por ella día a día no la tome en cuenta.

  • ¿y yo quien soy para ti? ¿no estoy aquí contigo? Joder que no estás sola mientras yo esté aquí.- sentía como Marian apretaba más su cuerpo, era su apoyo realmente.

  • no puedes estar cuidando de mi, tienes tu vida, tus cosas, me escuchas y me siento culpable de que seas tu quien se trague todos mis problemas…no puedo echarte toda esa responsabilidad

-te lo digo en serio, solo le doy otra oportunidad, a la siguiente o denuncias o voy a buscarte, pareces tonta, ¿no te das cuenta de que lo único que quiero es estar contigo?- se le había escapado esa confesión y su cara se enrojeció, y un escalofrío recorrió el cuerpo de Marian - que… quiero… ayudarte, para eso están… las amigas… ¿no?

  • es verdad… amigas… se me olvidaba que eres mi amiga…- se le escapó a Marian con un tono de voz muy bajito y triste.

Marian se separa de Laura de manera lenta, como si fuese un imán que la atrajese, al fin y al cabo es su gran apoyo, quien siempre está ahí y la escucha, y aunque nadie lo sepa, su gran amor, pero por miedo a su rechazo se casó con el pueril Arturo.

Laura la mira sin saber que hay dentro de la cabeza de su amiga, coge un poco de papel higiénico y seca sus ojos oscuros, la mirada de Marian atraviesa el corazón de Laura, siente que le está confesando algo pero no sabe a ciencia cierta que es.

La verdad es que la cabina es muy pequeña, comienza a hacer calor dentro y se nota cierta tensión en el ambiente, Laura se acerca a Marian, coge un mechón de su pelo con el que empieza a jugar, Marian pone su mano en la cadera de Laura, el tiempo se hace eterno, no despegan la mirada la una de la otra, hasta que Laura se da cuenta de que siguen en el mundo real y le da un beso en la frente que llena a ambas.

Salen del servicio de la mano, arrepentidas de no haber llegado a mas, pero ninguna conoce los sentimientos de la otra, Laura espera a Marian que se está echando agua en la cara, la mira pensando en que ese maltratador no se merece tener a una mujer así, que es toda amor.

Marian se da la vuelta y le sonríe, por fin una sonrisa de su cara que hace que desaparezca la marca roja que hay en su pómulo. La jornada laboral pasa normal, trabajo, miradas, palabras, risas en el rato de descanso con las demás compañeras que no han preguntado a Marian como se hizo eso, saben como fue, pero a ella no le importa, Laura está junto a ella y se siente segura a su lado.

Termina el día y todo el mundo se marcha a casa, Laura espera a Marian para llevarla a casa, no vaya a ser que tarde más por ir andando y la vuelva a golpear, se acerca al perchero a coger su bolso y se van.

Ambas se montan en el coche, dentro de este ahí un silencio que las asusta, Laura no sabe que decir, pues lo único que le quiere decir es que abandone de una vez a ese hombre y se vaya con ella, Marian no puede mirarla, solo quiere que le diga una vez más que lo deje, que se puede quedar con ella, para hacerlo, se para el coche y ambas se miran:

Por desgracia hemos llegado preciosa, recuerda lo que te he dicho, estoy aquí y no pienso quedarme quieta ni un solo segundo, sino lo hacer tu lo hago yo- la voz de Laura flaquea al pensar que no puede hacer nada si ella no quiere, y siente como sus ojos van a llorar solo de pensar que la está dejando entrar a la puerta del infierno .

Gracias Laura- no puede resistir más y la abraza efusivamente, Laura la aprieta y aprieta sus ojos de los que cae una lágrima, aspira su olor para no olvidarlo.

Marian se separa y sale del coche, Laura espera hasta que la ve entrar, entonces muy a su pesar, arranca el coche y se va con la nula esperanza de que salga de nuevo por esa puerta y le diga que se pare, que se va con ella.

Dentro de la casa de Marian está Arturo esperándola, sonriente, ha llegado a su hora, y le ordena a voces que prepare la cena y que ordene un poco la casa que está hecha una pocilga.

Ella hace todo lo que le pide, no quiere que se sienta ofendido y se repita lo de ayer y mientras hace la cena recuerda como empezó esta situación, aquel día, aquel instante en el que se casó con el, nunca debió estar con el.

Marian llegaba a casa muy contenta, cada día sentía más que Laura respondía a sus señales, Arturo, como siempre estaba en el bar con sus amigos, los machotes de sus amigos que aun seguían solteros, siempre llegaba borracho y le pegaba voces, todavía no la había tocado ninguna vez, más que nada porque ella lo dejaba como caso perdido.

Nada más entró por esa puerta comenzó a llamarla a voces:

Marian! ¡Dónde coño te metes! ¡Ven aquí zorra que te voy a dar lo tuyo!- la cogió del brazo y la apretó contra el, restregando su miembro viril ya duro contra ella .

¡Arturo suéltame! ¡Qué no estoy de humor por favor!

¡¡¡¡¡PLAFF!!!! ¡¡¡¡PLAFF!!!! Le dio dos bofetadas y la dejó tumbada en el suelo, en ese momento a Arturo se le bajó la borrachera y se tiró al suelo junto a ella que ya lloraba para consolarla, le pedía perdón una y otra vez, que el no quiso hacerlo, el estrés, la situación por la que pasaba… excusas que Marian hoy se arrepiente de haberse creído.

Arturo se levantó y estiró de Marian para levantarla, la sentó en el sofá y fue a la cocina a por un vaso de agua, mientras, ella pensaba en lo mal que lo hizo al casarse con el, todo por el miedo de no saber si Laura la correspondía, la amaba, pero ¿y sino la quería? Ella tampoco se podía quedar sola, además ella conoció a Arturo como un hombre serio y celoso, pero cariñoso y detallista.

Después de este golpe comenzó la fase luna de miel, pero su relación con Arturo entró en una espiral de la que ya no puede salir; después de los golpes es cariñoso con ella, y hasta hoy nunca le dejó marca

Laura aparca el coche y permanece dentro de este, su mirada está perdida, el sufrimiento interno es brutal, sabe perfectamente como se siente Marian y no lo puede soportar, golpea fuertemente el volante del coche y se echa a llorar.

Con las pocas fuerzas que le quedan baja del coche y camina hasta su casa, a su solitaria casa, ha tenido miles de parejas pero solo hay una persona que podría llenar su vacío, y esa persona está mal gastando su vida entre golpes y voces. No quiere ni comer, abre la puerta de su dormitorio y se tumba en la cama, quizá mañana sea distinto, quizá mañana pueda decirle como la quiere.

(…continuará…)