Atrapada Nina Capítulo 6

Se sentía como una vulgar puta y hubiese preferido que le hubiese visto cualquier otra persona que no fuera él.

6

—Hola Señor Chan. Soy Nina.

—¡Oh! ¡Qué grata sorpresa! Precisamente estábamos mi mujer y yo hablando de ti y de lo bien que lo pasamos ayer.

—Yo también disfruté mucho. Por cierto tengo un rato libre y se me ha ocurrido que podíamos tomar algo y charlar un rato de negocios.

—¡Estupendo! Fen me dice que es una excelente idea.

—¿Qué tal si nos vemos en el bar de su hotel dentro de un par de horas? —preguntó Nina tras hacer un rápido cálculo.

—Muy bien. Nosotros tenemos el tiempo justo para terminar unas compras. —dijo el hombre aparentemente complacido.

Aquel día era inusualmente caluroso para la estación en la que estaban así que decidió aprovechar la ocasión y Nina optó por un vestido corto con vuelo y un escote en barco. Tras maquillarse ligeramente, se puso unas sandalias de tacón y sin olvidar el bolso donde tenía el contrato, salió  a la calle.

Cuando llegó, el matrimonio ya estaba esperando en la barra. Nina pidió una copa y se sentaron en una mesa. Chan se sentó frente a ella, echando fugaces vistazos a la porción de muslo que asomaba del extremo de la falda.

—Pensé que vendría con su marido. —dijo el hombre sin ocultar su sorpresa.

—Bueno, esa es una de las razones por las que he venido a verles. No me gusta mentir y no me siento cómoda haciendo negocios con alguien sin ser totalmente sincera.

El matrimonio no pareció enfadarse, pero con un gesto le invitaron a continuar hablando.

—La verdad es que estoy separándome de mi marido. Al parecer vivía totalmente ajena a sus manejos. Me engañaba con otra, pero eso podía habérselo perdonado. Lo que realmente me ha sorprendido y me ha irritado hasta el punto de que le he pedido el divorcio, es que está hundiendo la empresa con su pésima gestión.

Esta vez Chan frunció el ceño ostensiblemente y miró a su mujer. Nina sabía que ese era el momento que más temía. Si no conseguía convencerles de que era la mujer adecuada para dirigir la empresa, todo estaría perdido.

—Sé que en estos momentos, al oír mis palabras, lo primero en lo que estáis pensando es en retiraros. Pero no he venido para joderle el negocio a mi marido, si no a salvarlo. En realidad las herramientas son de muy buena calidad. En eso mi marido es un hacha. De hecho ya habréis podido ver la primera partida preparada. El problema es la gestión de los recursos y de eso voy a encargarme yo.

—¿Y qué es lo que te hace más apta para esa tarea? —preguntó Chan.

—Bueno, soy licenciada en contabilidad y gestión de empresas y tengo varios másteres internacionales. No tengo mucha experiencia, pero soy bastante más apta que las putillas que contrata Fernando.

—No sé. El hecho de que no tengas experiencia...

—Lo sé, pero para demostrarte de lo que soy capaz le he dado un par de vueltas al contrato y he conseguido unas ventajas fiscales para ustedes que abaratarán en un buen porcentaje la operación. —dijo sacando el contrato que había confeccionado con Ricardo y señalándole las páginas donde había hecho las modificaciones.

—En fin, y yo que creía que iba a tener una nueva noche de placeres. —dijo el hombre cogiendo el contrato y leyendo atentamente.

—Siempre hay tiempo para todo. —replicó Nina sonriendo juguetona a la vez que cruzaba los dedos.

Chan levantó un instante la mirada de los papeles y sus ojos lujuriosos se clavaron en el canalillo que se adivinaba en su escote antes de seguir leyendo.

Transcurrieron los minutos y Nina pidió otra ronda, incapaz de estarse quieta. Todo su futuro dependía de la decisión de aquel hombre. Para distraerse charló con Fen sobre las compras que habían realizado. Al parecer habían vaciado todas las tiendas de lujo del centro. En China no estaba bien visto comprar en esas tiendas así que aprovechaban los viajes y las vacaciones para hacerlas.

—Bueno, tengo que reconocer que las condiciones son bastante buenas, pero me gustaría discutirlo con su marido. —insistió él— En el fondo es el propietario de la empresa.

—No por mucho tiempo. En la demanda de divorcio le voy a exigir que me pase el control de la factoría. Las razones son más que suficientes estoy segura de que el juez me dará la razón.

Chan la estudió con el contrato en su regazo. Nina estuvo tentada de hacer algún gesto que le recordase la noche pasada, pero se contuvo. Con un carraspeo acarició el contrato que tenía en el regazo e hizo un gesto de asentimiento.

—De acuerdo. He visto el material que tenéis preparado y es de muy buena calidad y el precio es un diez por ciento mejor que la competencia, pero el hecho de que Fernando aun esté con el control de la empresa me preocupa sobre la seguridad de posteriores envíos.

—Lo entiendo. —se apresuró a decir ella llena de optimismo— Pero eso se solucionará fácilmente en el juzgado y en todo caso, si no está totalmente seguro, podemos añadir una cláusula en la que puede condicionar la firma del contrato a que yo sea la que maneje la parte económica de la empresa.

El hombre asintió y sonrió al fin satisfecho. Nina no pudo ocultar su alivio  y le dio la mano al empresario para terminar de sellar el pacto. La mano cálida de Chan se mantuvo unos segundos más mientras la miraba con aquellos ojos oscuros y rasgados. Sus intenciones eran inequívocas.

Tomaron otra copa más y sin necesidad de decir nada más, los tres se dirigieron a los ascensores. Al entrar en el elevador se colocó en el medio del matrimonio. Chan no pudo contenerse más y antes de que se cerrasen las puertas le besó suavemente en el cuello. Nina cerró los ojos y cuando los volvió a abrir, justo antes de que se cerrasen las puertas, vio que Ricardo entraba en ese momento en el vestíbulo del hotel.

—¿Ocurre algo? —pregunto Chen al sentir como se ponía súbitamente tensa.

—No, nada. Me pareció ver a alguien.

Haciendo un esfuerzo, respondió a las caricias del matrimonio, intentando no pensar en lo que pensaría Ricardo de ella si la había visto. Se sentía como una vulgar puta y hubiese preferido que le hubiese visto cualquier otra persona que no fuera él. Le gustaba y quizás en un futuro podría haber intentado algo con él, pero  ahora que él podía haberla visto y sabría lo que estaba dispuesta a hacer por dinero, no se sentía digna de sus atenciones.

La puerta del ascensor abriéndose y la mano de Chen empujándola suavemente hacia el pasillo, la sacaron de sus pensamientos. Intentando sonreír dio unos pasos siguiendo al matrimonio hasta una lujosa suite.

Las manos y los labios de la pareja la atacaron, acariciando y besando todas las partes de su piel que no estaban tapadas por el escueto vestido. En cuanto se cerró la puerta la empujaron suavemente hasta la cama y se tumbaron sobre ella, aun un poco ausente.

Esa actitud pareció excitar aun más a sus dos amantes, que le bajaron la parte superior del vestido y comenzaron a acariciar y besar sus pechos. Poco a poco comenzó a sentirse más excitada y Chan, al darse cuenta deslizó la mano por debajo de la falda de su vestido.

Nina gimió al sentir el avance de los dedos del hombre entre sus muslos y cogiendo a Fen por su espléndida melena la acercó a hacia ella y le dio un beso largo y profundo. La mujer le devolvió el beso impregnando su boca con un intenso sabor a  jengibre.

Fen se tumbó sobre ella, apartando a su marido y comenzó a frotar su cuerpo contra el de Nina. Retorciéndose, desabotonó la blusa de Fen y tras soltarle el sujetador acarició sus pechos firmes y redondos con unos pezones minúsculos.

De un empujón Nina se puso encima de la mujer y tras quitarle el resto de la ropa, la sujetó por las muñecas, besando y mordisqueando a placer aquella piel morena y perfumada. Fen comenzó a gemir y a retorcerse, intentado liberarse, pero Nina no le dejó y siguió besando su cuello, su cara y sus labios.

Estaba tan concentrada en dar placer a la mujer que por un momento se había olvidado que su marido también estaba allí. Chan se había desnudado y sigilosamente se había colocado detrás de Nina, que no se dio cuenta de que lo tenía a sus espaldas  hasta que sintió su polla rozarle el culo.

Llevada por la excitación lo retrasó y se frotó contra ella a la vez que soltaba a Fen. Chan tiró de sus caderas hacia él, deseoso de penetrarla, de forma que la cara de Nina quedó a la altura del monte de Venus de la china. Separando las piernas y alzando las caderas para atraer a Chan hacia su interior acarició con suavidad el pubis lampiño de la joven mientras recorría toda la parte externa de su sexo.

La esposa de Chan se estremeció y soltó un largo gemido. Nada de los cortos chillidos que le había dedicado a Fernando. Estimulada por las muestras de placer de la mujer, Nina se lanzó sobre ella y volviendo a olvidarse de Chan tiró suavemente del pubis de la mujer y abrió la entrada de su sexo que atacó sin piedad con su lengua.

Con una delicadeza diabólica el hombre apartó el tanga de Nina que ocupada en dar placer a Fen no se dio cuenta hasta que la polla de Chan se deslizó en su interior con suavidad. Nina en vez de gritar chupó aun con más fuerza el sexo de Fen que combó su cuerpo asaltada por un intenso placer.

En pocos segundos se vio trasmitiendo los rítmicos empujones de Chan hasta el sensible sexo de Fen.

Llevado por la lujuria, el hombre cogió a Nina por el pelo y la obligó a incorporarse sin dejar de follarla mientras su esposa se incorporaba para besarla y acariciar sus pechos y su pubis. Nina devolvía los besos a la mujer siempre que sus labios pasaban cerca de ella. Cuando se dio cuenta estaba emparedada entre el matrimonio, con Chan follándola desde atrás y Fen besándola y acariciándola por delante.

Nina sentía su cuerpo arder de lujuria, asaltado desde todas las direcciones. Gimió y gritó con todas las células de su cuerpo estremecidas y excitadas. Deslizó la mano por el vientre de Fen y mirándola a los ojos la penetró con sus dedos, explorándola con suavidad hasta que una ligera contracción de las pupilas de aquellos ojos rasgados le dijeron que había encontrado lo que buscaba. Con la misma violencia con la que el hombre la follaba comenzó a masajear el punto G de su esposa, haciendo que esta gritase y se agarrase a ella gimiendo y arqueándose hasta que un monumental orgasmo la asaltó.

Pocos segundo después de que Fen se cayese hacia atrás estremeciéndose, Chan le dio la vuelta a Nina y volvió a penetrarla con fuerza hasta que no pudo contenerse más y sacando su miembro eyaculó sobre su vientre.

En ese momento el matrimonio se lanzó sobre ella de nuevo y sus manos la acariciaron y masturbaron hasta que un fuerte orgasmo la asaltó.

Se tumbó en la cama un instante jadeando. Cuando recuperó el aliento les preguntó si podía ducharse. Se limpió lo más rápido que pudo y se puso el vestido rápidamente. Estaba un poco arrugado. Trató de extenderlo un poco con las manos sin mucho éxito y salió del baño

Ellos estaban de nuevo enlazados en un estrecho abrazo, haciendo el amor de nuevo. Los observó con melancolía. Aquello era amor. Tan fuerte que habían trascendido lo físico y podían tener relaciones con otras personas sin que su vinculo se resintiese. Estuvo a punto de despedirse, pero ver como follaban, mirándose a los ojos y estremeciéndose con cada caricia y cada contacto le hizo sentirse una intrusa. Así que cogió las sandalias y salió de la suite en total silencio.

Se puso las sandalias apresuradamente en el pasillo y con el corazón en vilo, esperando darse de bruces con Ricardo al doblar cada esquina, recorrió el vestíbulo y abandonó el hotel.

Ya en la cama, no pudo dejar de pensar en todo lo que había hecho y reprimió un sollozo. Toda la culpa era de Fernando... No, nadie la había obligado a casarse con aquel rufián, es más, su padre le había advertido y ahora se encontraba en una encrucijada. Podía haber optado por correr debajo del ala de papá, pero ella era la que se había metido en un lío solita y ahora sería ella la que lo arreglaría sin necesidad de un príncipe azul que la sacase del embrollo. Tenía que dejarse de sueños estúpidos la vida era una zorra cruel y a partir de ahora ella lo sería también.

Inmediatamente la cara de Ricardo con la tez morena y la sonrisa amplia y sincera se formó en su mente. Durante un momento se sintió escoria, pero luego pensó que lo último que necesitaba ahora era liarse con otro hombre. Ahora el amor no era el motor principal de su vida.