Atragantadas con su orgullo (3)
En esta tercera entrega, comienzan las actividades mas procaces entre los asistentes en número de mas de 70 miembros y las dos chicas retadoras del Club FSV. Las pobres criaturas, tragaran esperma como burras, sin dejar de animar a los machos. Espero que les siga gustando (no apto para gente que le de asco el semen)......un beso......Sandra Raquel.
Atragantadas con su orgullo ( III )
Nada mas asomar por la puerta principal, noté que el número de hombres había aumentado considerablemente. Miré a Glizia de reojo y la vi tan alterada como yo. Era una horda que nos aguardaba para violarnos sin tregua. Así lo habíamos aceptado nosotras, que para colmo éramos las provocadoras del Club FSV.
José nos mantenía cogidas de los cabellos y nos tiraba fuerte de los mismos, mientras nosotras, desnudas y humedecidas de sexo, intentábamos que nos fueran mas leves los tirones de pelo.
Nos rodearon casi de inmediato y José dijo :
Chicos, nuestras zorritas retadoras están ante nosotros. Fijaros bien en ellas porque deberéis estimar si son agradables de ser violadas o no. Yo me reservo mi opinión, claro está.
Nos sentíamos humilladas al ser presentadas de ese modo a los casi 75 miembros que habían aparecido. Unimos nuestras manos cercanas, mientras José exponía nuestros cuerpos desnudos y relucientes por el sudor y la excitación recién vivida.
Los comentarios y algún que otro silbido nos retraían mas, si eso era aún posible.
Como, conviene que todos cojamos fuerzas, he decidido que hagamos una cena a base de alimentos sobre barbacoas y ensaladas. Estas dos alucinantes criaturas, serán nuestras cocineras. Pero antes, os saludarán uno por uno, hasta que consigan llegar a las parrillas. Para evitar trastornos digestivos en ellas, las daré un suero condensado para evitar que pasen hambre o desfallezcan durante toda la fiesta.
Por fin José, liberó nuestros cabellos y desnudas las dos nos fundimos con el grupo de hombres, dispuestos a violarnos de un modo u otro. Miraba a Glizia, cada vez que podía, pero ella siempre estaba con mil manos sobre su cuerpo y besos en su boca. Mas o menos como yo misma. Me sentía aturdida entre sobeteos, caricias, besos y hasta algún pellizco que otro.
No me desagradaba encontrarme tan sometida entre tantos hombres, aunque si me sentía algo sofocada por los besos y las caricias que recibía. Cuando conseguí salir del largo pasillo de hombres a ambos lados, miré hacia atrás y vi que Glizia también llegaba a mi posición, con sus labios y pezones colorados de tanta fricción.
Reparé en mis pezones y otras partes de mi cuerpo y me di cuenta que yo estaba señalada también por los manoseos de los miembros de nuestro club.
Miramos a todos lados buscando a José, que parecía el mas responsable y hasta quizás el organizador de la fiesta, pero no le encontramos por lado alguno.
Y antes de que nos diéramos cuenta, habían llegado hasta nuestra posición, dos chicos que nos dejaban disminuidas por su tamaño, pero que solo distribuyeron carbón sobre las bases de la gigantesca barbacoa.....la prendieron fuego en varios puntos y nos entregaron unas planchas de cartón para que aireáramos en todo momento, hasta formar una brasa.
El sol de la tarde nos tenía medio axfisiadas, pero el calor del carbón al calentarse era casi irresistible.
Al principio, se quedaron tras de nosotras dos, para indicarnos como debíamos avivar las brasa. Y a pesar que ambas les comentábamos que sabíamos como hacerlo, ellos insistían en mostrarnos los métodos. Era su forma de manosearnos a su antojo, mientras se justificaban hacia la comunidad de que estaban haciendo algo útil.
Detrás de Glizia quedó un hombre de cerca de 2 metros y algo mas robusto que 100 robles. Detrás de mi, quedaron dos hombres, de no tanta estatura, pero si fornidos y musculados. Podía observar como el hombre que estaba tras Gilzia, ajustaba sus dedos en sus pezones y la adiestraba en como mover la plancha de cartón, moviendo él sus pezones pellizcados con sus dedos.
En cuanto se dieron cuenta de cómo Glizia obedecía las indicaciones de su portor, mis dos hombres, cada uno, se apropiaba de un pezón aprisionándolo entre sus dedos. Y le imitaban a él, por lo que mis pezones estirados hacia arriba, indicaban que subía la plancha de cartón....y un tirón hacia abajo, significaba que debía bajar la plancha.
Veía a Glizia como se esforzaba, algo desesperada de tener que soportar la tensión sobre sus pezones, mientras movía la plancha para avivar las ascuas. Los hombres que tenía detrás de mí, pareceía que aprendían al mismo tiempo....y pellizcando mis pezones, los izaban y los bajaban drásticamente, sin que pudiese siquiera rechistar.
A cada monimiento de ellos en mis tetas, yo procedía a mover la plancha de cartón. Pero de vez en cuando uno u otro de los hombres que me incordiaban de semejante manera, me asestaban un fuerte manotazo con su mano libre en las nalgas.
A los pocos minutos, mis lágrimas se hacían paso en mis ojos......y estaba a punto de comenzar a llorar, cuando escuchamos voces mas lejos. Involuntariamente, Glizia y yo movimos la cabeza hacia el lugar en donde se producía el alboroto, pero sin dejar de mover nuestros brazos por los impulsos de nuestros monitores.
Llegué a captar algo así, como que les parecía mal que sólo tres del club estuvieran en posesión de las dos únicas chicas. Tampoco, yo entendía como hatsa el momento no nos habían arrinconado y violado, pero el caso es que solo éramos tratadas por aquellos tres miembros del club.
Giré mi cabeza hacia Glizia y nuestras miradas coincidieron. Pude verla, sofocada y a punto de lagrimear, del escarnio a que la sometía su monitor....pero seguía al igual que yo, moviendo sus brazos y avivando la brasa de la enorme barbacoa.
Tanto Glizia como yo, nos dejamos manipular y seguir sus consejos. Estábamos en la labor de hacer que la brasa se hiciera por igual, cuando uno de los miembros del club, dijo :
Habéis pensado en cuanto se haga de noche, como sabremos quien es Sandra y quien Glizia?......Si os dáis cuenta, son casi iguales por detrás. La verdad es que me sentiría muy mal, si pretendo metérsela a Glizia y luego resulta que es Sandra. En fin, tampoco me disgusta lo mas mínimo, pero lo que trato de deir es que habría que poder identificarlas de algún modo de espaldas.
Uno de los miembros del club, no muy joven y mal educado (por cierto, para mi espanto se trataba de mi Jefe en España), añadió :
Mi solución es simple, tenemos brasa suficiente, marquémoslas a fuego en sus caderas o nalgas...así sabremos, quien es cada cual.
Nos quedamos petrificadas las dos, al escuchar tamaña insensated, pero antes de que pudiésemos decir alguna cosa, otro de los miembros del club (que tanto a mi como a Glizia, tampoco nos caía nada bien) dijo :
No seas burro...yo tengo un método mucho mas interesante. No deja rastro alguno, pero tiene la ventaja que la sensación es como si pusieras el hierro candente en su cuerpo. Se trata de una sustancia muy eficaz.....diseñada por mí y además con la ventaja de tener la fórmula de quitar la marca cuando se quiera.
José se levantó y acercándose a quien hablaba, preguntó :
Esa es una posibilidad bastante interesante para estas dos putitas. Pero mientras ellas preparan la cena de todo el grupo, tu nos lo cuentas tranquilamente......ok?
El mentor de la fórmula, admitió el método y mientras nosotras dos, aisladas y haciendo formar la brasa, sudando como dos tontas bajo el último sol de la tarde y los 45º de temperatura, comenzó su exposición a la vez que nosotras hablábamos de nosotras mismas.
Veía a Glizia algo nerviosa, pero yo no lo estaba menos que ella. Nuestras miradas se cruzaban y casi nos decíamos todo con nuestras miradas...Nos hubiera encantado poder estar juntas en la habitación de José, en lugar de estar pasando un calor insoportable. Glizia era mucho mas mujer que yo y su cuerpo era el de una diosa. El mío era mas delgado y como mas débil, pero notaba que a Glizia le gustaba como era yo.
Seguimos haciendo la brasa, distribuyendo nuestros abaniqueos por toda la barbacoa, hasta dejarla preparada y lista.
En cuando descansamos del frenético movimiento de nuestros brazos por avivar la brasa, nos percatamos que un grupo de hombres se aproximaban a nosotras. Nos quedamos inmóviles, sabiendo que algo malo nos iba a suceder.
Llegaron hasta la posición nuestra y el grupo de seis hombres, a cual mas fuerte, esbelto y guapo, nos miraban con los ojos vidriosos de lascivia. Miré a Glizia de reojo y supe que ella presentía lo mismo que yo. Era inmediato que pasaran al ataque y nos violaran sin contemplaciones.
Sin esperarlo, un fuerte manotazo en mi cara me hizo rodar por la arena, sin comprender muy bien porqué venía aquel proceder. Me quedé dolorida en el suelo, sin atreverme a levantarme.....miré hacia donde estaba Glizia, que estaba siendo inmovilizada por tres de los hombres, aunque no la habían golpeado.
El que me había abofeteado, me agarró del pelo y cuando comenzaba a mover mis piernas para ponerme de nuevo en pie, me asestó otro fuerte manotazo en la otra mejilla, volviendo a lanzarme cotra la arena, por la que rodé descompuesta, sin saber porqué me atacaba de aquel modo.
Mis lágrimas se agolparon en mis ojos y un dolor muy fuerte se apoderó de mi cara. Esta vez, quien me cogía del pelo, me arrastraba sin piedad sobre la arena ardiente, hasta dejarme entre un montón de piernas desnudas. Conseguí entre mis lágrimas mirar un poco mi nuevo lugar y pude verme entre un grupo de unos 12 hombres, con la polla en la mano, masturbándose sobre mí.
Supuse que se correrían sobre mi cuerpo desnudo, pero por el momento solo se meneaban los instrumentos. Algunos, muy grandes y fuertes. De entre el grupo, apareció Glizia, que lloraba al verse empujada a traer una fuente de cristal y ponerla ante los penes que se movían frenéticos para conseguir las primeras lechadas.
Los mas excitados, se corrieron rápidamente depositando sus chorros de esperma caliente en la fuente que Glizia sujetaba estoicamente. La miré y nuestras miradas se cruzaron, sin decir palabra alguna.
Nuevas vomitadas de esperma, se iban acumulando sobre la fuente. Yo me mantenía de rodillas, sin saber que hacer. Al parecer a ellos les bastaba con que le viera así, magreándose a conciencia para escupir la ponzoña de sus pollas enormes.
Glizia, llegado un momento la obligaron a que fuera limpiando las pollas que habían soltado la lechada contra la fuente, que ahora sujetaba yo entre mis manos, de rodillas en el suelo y viendo en primer plano como el semen se acumulaba en el recipiente.
Mientras ella, seguía en su tarea de limpieza, yo notaba que la fuente se llenaba mas y mas, hasta que el último de los machos terminó por correrse.
En ese instante, se abrió un pasillo y un hombre muy corpulento se acercó hasta donde estaba yo. Cogió la fuente llena a rebosar de esperma y sacando una cuchara de su pantalón, dijo :
Chicos, hay que alimentar a esta zorra, pero para que no se queje yo mismo me ofrezco a darla de comer. Venga, Sandra abre esa boquita, que papá te va a alimentar.....
Con la cuchara había recogido esperma de la fuente y pretendía que yo la tragara. Sentí que el estómago me salía por la boca, pero en un acto de control de mi cuerpo....me serené y evité vomitar sobre ellos.....en pocos minutos me habia calmado, pero la cuchara goteante estaba ante mi boca.
Me llegaba el aroma combinado de las variadas lechadas y mi boca se negaba a abrirse para recibir semejante alimento. El hombre parecía impacientarse y dijo :
Glizia, ven aquí inmediatamente. Tú serás quien alimente a tu amiga. Y pobre de ti como se deje una gota. Cuenta con una fuente mas grande para ti solita, si no consigues que esta zorra se coma esto sin rechistar.
Y vi como Glizia se colocaba de rodillas delante de mí, llorando por sus maravillosos ojos azules y cogiendo la fuente y la cuchara, la acercaba a mi boca.
Supe que ahora ya no podía rechazarla, pues ella sería la que pagara mis errores. Abrí la boca y dejé que lea esperma aún caliente llenara mi boca. Sin paladearla la tragué. Me sentí extraña, aunque había tragado mas veces la esperma de los hombres, pero de aquella forma, se me hacía demasiado odioso.
Glizia ya tenía una nueva cucharada espesa delante de mi boca, manchada ligeramente y que por asco no lamí con mi lengua. Abrí la boca y me tragué la nueva cucharada, mientras Glizia, limpiaba con la cuchara los restos de lo que parecía una papilla.....la metía en la fuente y recogía una nueva porción de fluido espeso. Entonces el hombre que inicialmente me había intentado dar de comer esa cosa, dijo :
Sandra, procura comer mas rápida, pues si esto se seca tendremos que hidratarlo un poco.
Esas palabras me hicieron palidecer mas de lo que ya estábamos las dos. Y Glizia se apuró en darme cucharadas mas rápidas que tragaba como buenamente podía.
La fuente iba quedándose vacía por momentos y Glizia hacía gestos de asco que no la convenían ante aquellos sádicos. Pero consiguió reponerse y terminar de darme a comer todo el contenido de la fuente. Cuando ya no quedaba mas, me obligaron a limpiar la fuente con mi lengua, hasta dejarla limpia del todo.
Sentía mi cuerpo totalmente lleno de aquellas lechadas que se licuaban en mi interior. De nuevo aquel hombre, habló :
Chicas, limpiaos con esto y volved a la barbacoa, tenemos hambre....en algún momento habrá que cenar, no?.
Nos entregaban toallitas húmedas con las que debíamos limpiar los restos de semen de mi comida. Tanto, Glizia como yo, nos limpiamos los pequeños restos de esperma ya reseco de nuestras caras y pechos.
Y comenzamos a plantar trozos de carne sobre la barbacoa. Durante media hora, estuvimos trasegando con la carne hasta dejarla en el punto que solicitaban cada uno de los miembros del club.
Repartíamos las raciones gigantescas de carne en relevos. Glizia, depués de soltar el último trozo de la bandeja, era violada en su totalidad. Pero a mi me sucedía lo mismo. Mas o meno volvíamos a la parrilla de la brasa con nuestras bocas llenas y nuestros canales repletos de semen que escurrían sobre la parte interna de nuestros muslos.
La carne colocada sobre la barbacoa, daba a su fin cuando al levantar mi vista a un punto mas lejano de nuestros inmediatos clientes, puede ver a mi hermano Enro que hablaba con José.
Casi no podía dar crédito a lo que me anunciaban mis ojos. Mi hermano Enro había venido. Se lo comenté a Glizia, quien miró hacia la posición que le indicaba y pude ver una amplia sonrisa en sus labios. Supe que Glizia, sentía por él lo mismo que yo.
Terminé yo de repartir las últimas raciones de la carne, mientras Glizia se dirigía hacia José y Enro. El primero la había indicado con gestos que se acercara a ellos dos. Durante unos interminables 15 minutos, me quedé aislada entre un grupo de feroces machos, deseosos de incordiarme todo el cuerpo, mientra sme violaban por la boca y el ano a la vez.
Lo soporté, como mejor pude y cuando se hubieron corrido dentro de mi boca y demás conductos de mi cuerpo, me arrojaron sobre la arena desentendiéndose de mí. Tardé algunos minutos en recuperarme y haciendo algunos esfuerzos por levantarme, me dirigí hasta la puerta principal en donde sabía que estaría Enro y José.
Nada mas abrir la puerta, pude ver a Enro follando a Glizia. La abatía analmente mientras José la pellizcaba los pezones y la hacía aullar de dolor. Quise alejarme, pero José me vio y me llamó para que pasara.
Me acerqué a ellos y José, me dijo :
Mientras tu hermano termina de follarse a Glizia, métete en el baño y date un buen lavado....ah y enjuágate bien la boca.
Me dirigí al baño y dejé que corriera el agua caliente. Me lavé tan a conciencia que sentía mi cuerpo escocido de tanto frotamiento. Una vez terminé de quitarme todo resto de esperma, salí del baño y sin secarme comencé por hacer un lavado de mi boca.......proporcionándole después unos enjuagues muy refrescantes.
Terminé de secarme y salí de nuevo al salón. Enro nada mas verme, se acercó corriendo, estaba desnudo y su polla pivotaba en sus pequeños saltos. Era una visión superior a lo que hubiera imaginado.
Corrí hacia él, sin importar mover mis tetas ante la visión de José y Glizia que me miraban atentamente y abrazarme contra Enro, aplatándome contra su pecho. Le besé en la boca, como si hiciera mil siglos que no besaba a alguien amado. Y durante unos minutos que me hicieron disfrutar de casi una eternidad, nuestro amor se ubicó dentro del otro.
José, ayudado por Glizia, se encargó de separarnos y decir :
Enro, ten en cuenta de que va esta cita de tus chicas. No les puedo entretener de esta forma por mucho tiempo, pero dado que tu eres el de la idea original de nuestro Club FSV, podré hacer algo que nos vendrá bien a los 4 por unos minutos. He pensado que ellas dos, nos estén acariciando con sus bocas, desde debajo de la mesa. Y además estoy seguro, que les encantará hacerlo.
José, no me extraña que hayas coseguido montar este tinglado con esa capacidad que tienes para adaptar cualquier tipo de situación. No sólo, me parece bien...sino que me parece ideal. Pero me gustaría que mi hermana Sandra fuera la que se encargara de mí, algún problema?
Ningún problema hermano, ya había pensado esa solución. ¡¡ Bien !!, salgamos y vosotras nos os separéis medio milímetro de nosotros dos. Llegaremos a nuestra mesa y os obligaremos a colocaros entre nuestras piernas. Podréis mirarnos y descansar, cuando tiremos de vuestros cabellos. Queda entendido?
Glizia y yo, mirándonos y abrazadas, asentimos en silencio. Cuando José se dirigía hacia la puerta, Glizia se agarró a él como una lapa y yo lo hacía con Enro. Salimos los cuatro en dos parejas.
Mirando de reojo a los que estaban fuera, sentí la tensión que había en sus rostros y supe que una violación sería algo ligt con lo que me podría aguardar si cayese en sus manos ahora. Me apretujé mas contra Enro y nos dirigimos hasta la mesa, que formaba la cabecera del resto de los invitados.
Ya era anochecido y solo veíamos por las antorchas que habían encendido algunos miembros del club y que iluminaban lo suficiente para ver nuestros cuerpos desnudos y excitados ante toda la manada de machos hambrientos.
Tanto Glizia como yo misma, nos acurrucamos entre las piernas de José y Enro, mientras se sentaban. Sentimos la presencia de varios miembros del club que reclamaban nuestros cuerpos para ultrajarlos y violarlos con el mayor de los descaros. Sin embargo, José les dijo :
Se que estáis ansiosos. Vale, pero Enro y yo también lo estamos y creo que tenemos derecho también a su disfrute. Además, somos los creadores del club, así que creo que podréis aguantar un par de horas mientras cenamos tranquilamente.....os parece adecuado?
Asintieron, o al menos lo hicieron a los que podía ver desde debajo de la mesa, mientras la polla de Enro ya estaba dentro de mi boca. Era el seguro para mí. Miré de reojo a Glizia y observé que ella acariciaba ya con su lengua el pene de José.
Pasamos una hora chupando y bebiendo derrames de nuestros hermanos, mientras ellos a su aire no paraban de comer. Tenía la cara cubierta de esperma, al igual que Glizia. En varias ocasiones, nuestras lenguas se acoplaban en en el rostro de la otra, para liberarla de restos de esperma, que tragábamos como una bendición.
En uno de los intercambios mutuos, comenzamos a oir un rumor que se hacia cada vez mas fuerte y elevado, hasta que alguien se hartó y dijo :
José, Enro. Necesitamos a esas dos putas para violarlas sin piedad. Y creo que lo serán de verdad, vosotros dos habéis tenido la culpa de nuestra crispación.
Vaya, parece que hay amenazas por parte de la barrida del club. Deseáis a estas dos zorras, pues tomadlas, son vuestras igual que nuestras.
Gracias José, quizás me haya precipitado un poco?.
No, entiendo que deseéis tomarlas....para eso nos reunimos todos. Sandra, Glizia......salid de ahí abajo y quedad a merced de nuestros amigos.
Entre cuatro hombres nos sacaron de debajo de las mesas a las dos, mientras el que había comentado lo de las marcas, decía :
Amigos, ahora es el momento de marcarlas. Sufrirán horrores, mientras nos reimos con sus penalidades. Después las dejaremos calmarse entre mil terribles picazones, para acometerlas seguidamente y violarlas sin para hasta que salga el sol. Coged a Sandra, sera la primera en recibir mi hierro especial.
Me asaltaron otros dos hombres mas y fui llevada ante el que anunciaba todo esto, que prosiguió :
Ponedla los pechos sobre la mesa, estirad bien sus brazos y atadlos al otro extremo. Y sus piernas de zorra, abridlas hasta atar los tobillos a las patas de la mesa. No debe poderse mover para nada. La aplicaremos a ella la marca en colo rojo luminiscente.
Escuchar esas palabras y verme tirada de bruces contra la mesa, aún sucia de grasa de la cena anterior, fue casi seguido. Me ataron con tanta tensión que crei que me rasgaría al menor contacto de sus uñas.
Sin embargo, conseguí serenarme y mirar a Glizia, José y Enro, mientras comenzaban los preparativos y me amordazaban con una bola de caucho.
_____Final del capítulo 3º _____