Atracción Materna

Las fantasias sexuales de mi adolescencia inesperadamente se volvieron realidad.

Atracción Materna

Por Georgina del Carmen

Soy el hijo único de un matrimonio bien avenido, no considero que sea un hijo consentido aunque con las ventajas de ser el privilegiado a quien prestan toda la atención y el cariño, se puede decir que vivimos felices en todos sentidos durante los años que lleva de existencia la familia.

Una mañana mi madre me llamó a la cocina para que le ayudara a sostener una pequeña escalera en tanto ella treparía para buscar algunos enseres en una de las alacenas altas, mi madre empezó a subir la escalera y yo la sujetaba para evitar se fuera a resbalar o ladear con el peso de mi progenitora.

Cuando ella estuvo arriba me fue inevitable voltear a ver bajo su vestido las firmes y carnosas piernas que posee a pesar de sus 40 años de edad, la mitad de la mía, sus hermosas piernas estaban forradas en translúcidas medias color negro que le llegaban a mas de medio muslo y sujetas con los broches de un liguero del mismo color que contrastaban con la blancura de su piel, mi madre es de las mujeres que nunca usan pantimedias, solo liguero y medias o bien no usa nada.

Un poco mas arriba podía verle la vulva abultada y velluda cubierta por unas finas pantaletas negras tipo bikini a través de las cuales, por ser transparentes, podía verle también sus esplendorosas nalgas firmes y redondeadas, inevitablemente mi miembro viril se empezó a erectar y a mi mente volvieron los candentes recuerdos de aquellos años de febril adolescencia en que al despertar al sexo mi madre me provocaba excitación y era la inspiradora de cientos o miles de masturbaciones que le dediqué frotándome con sus sensuales pantaletas sucias.

Habría tenido apenas 12 años cuando empecé a sentir deseos sexuales y la mujer mas próxima era ella, tenia oportunidad de verla en ropa interior, ya que por mi edad ella no imaginaba que me pudiera despertar los "bajos instintos", desde que tengo memoria mi madre a usado la lencería mas sensual que existe, pequeñita, coqueta, llena de encajes y transparencias, no solo las pantaletas sino igualmente los brassieres, baby-doll, batas y demás piezas de ropa intima.

El tiempo fue pasando y con él conocí a otras mujeres de mi edad y el deseo por mi madre se fue diluyendo hasta casi olvidar de esas "pecaminosas" experiencias que vivían en lo más recóndito de mi mente y que ahora de golpe volvían a primer plano ante el maravilloso espectáculo erótico que, tal vez, sin proponérselo mi madre me estaba ofreciendo.

Luego de algunos minutos mi madre tomó los enseres que buscaba e inició el descenso de la escalera ante mi morbosa mirada que no perdía detalle de sus "encantos", antes de los últimos escalones mi madre volteo hacía mí, tal vez atraída por mi miradas, por sujetar la escalera no pude intentar siquiera cubrir el bulto que bajo los amplios pantalones formaba mi verga endurecida y la mirada de mi madre fue precisamente a mi entrepierna dándose cuenta irremediablemente de mi erección, me apené mucho pero ella lo tomó con naturalidad sin hacer el mas mínimo comentario o desplante, solo me advirtió que mas tarde o mañana debería ayudarle nuevamente a guardar lo que había sacado de la alacena.

Me fui a mi recamara sin lograr que mi falo volviera a su estado natural, las escenas vividas minutos antes se repetían recurrentemente en mi mente a la par con las de mi adolescencia y que creí olvidadas y entre mas tiempo pasaba mas cachondo me ponía, había que liberar aquella excitación y nada mejor que revivir los viejos tiempos, fui al baño y en el cesto de la ropa sucia localicé fácilmente las pantaletas que mi madre había usado el día anterior, eran tipo tanga en color rojo totalmente transparentes y solo con una pequeña mariposa bordada en el frente, el brassiere y el liguero eran parte del coordinado en el mismo color y características.

Nuevamente olfateé el excitante aroma intimo de mi madre, era inconfundible parecía que apenas ayer lo hubiese aspirado y ya habían pasado varios años desde la última vez, como en antaño las besé y lamí para luego masturbarme frotándome el rabo con ellas mientras imaginaba que fornicaba a mi madre en todas las poses posibles y terminé eyaculando y limpiándome los residuos con el puente de las pantaletitas como lo hice en el pasado durante años.

Creí que todo seria una cosa pasajera, sin embargo durante todo el día no dejé de revivir en mi mente lo que mi generosa madre me había enseñado esa mañana, durante la noche no cesaba de recordar las sensacionales piernas de mi progenitora, sus hermosas nalgas y su misteriosa vulva cubierta de vellos negros que la hacían mas apetecible, mientras dormía soñé que me la cogía y a la mañana siguiente amanecí con la verga en plena erección con las mismas imágenes con que mi madre me había obsequiado el día anterior. Sin dilación fui al baño ahí estaba su ropa interior, la misma que uso el día anterior y que benévolamente me había mostrado provocando este torrente de lujuria. Terminé por masturbarme con las pantaletas que ella traía puestas el día anterior mientras olfateaba su brassiere y liguero.

Sin embargo la excitación persistía en mi organismo y tan solo de ver a mi madre mi verga adquiría una erección inusitada, observaba su cuerpo en magnifica forma, no en vano tantas dietas y ejercicios, la verdad se conservaba en un estado envidiable hasta para muchas jovencitas, ardía en deseos de saber que ropa interior traería puesta, solo estaba seguro que traía su liguero ya que podía verle las media en color canela, lucia una falda tableada blanca, blusa negra bajo la cual se marcaba el breve brassiere que portaba y sandalias destalonadas de altos tacones que acentuaba la sinuosidad de su inquietante humanidad.

Sería medio día cuando mi madre me llamó para que le ayudara con la escalera para regresar los enseres que el día anterior había sacado de la alacena, en cuanto me lo pidió como impulsada por un resorte la verga se me erectó como pocas veces, presuroso acudí al llamado, mi madre ya estaba al pie de la escalera, al llegar ella inició lentamente el ascenso por la escalera que sujeté con ambas manos, mi morbosa mirada no perdía detalle a cada escalón que mi madre ascendía, por un momento sus ricas nalgas quedaron frente a mi rostro a solo unos centímetros de mi boca, fantaseaba que ella estaba desnuda y le besaba las nalgonas.

Pronto la orilla de su falda quedó a la altura de mis ojos y ya podía ver por debajo de la falda, sus piernas lucían esplendorosas como siempre, alcanzaba a ver hasta donde llegaban las medias y los broches del liguero blanco, un escalón mas y sus sabrosas nalgonas estaban plenas a mi vista dado que las diminutas pantaletas que portaba eran tipo tanga que se incrustaban en sus hermosos glúteos, ella tenia las piernas un tanto separadas y por entre los muslos se veía su inquietante vulva peluda forrada en la fina tela color nude o beige claro de las transparentes pantaletas.

La verga estaba a punto de reventarme de lo erecta que la tenía y la amenaza de eyaculación "en seco" era constante, mis ojos no se separaban de debajo de la falda de mi madre, creía poder olfatear desde esa distancia el aroma intimo de su sexo aunque solo era mi imaginación, para mi buena suerte mi madre hacia movimientos lentos tardándose en acomodar los enseres que guardaba, yo deseaba que nunca acabara, de vez en vez mi madre volteaba a verme para decirme que ya no tardaría mucho, quizá en alguna o todas las ocasiones me descubrió viendo bajo su falda.

Para mi infortunio mi madre terminó y comenzó el descenso, eché la última mirada a sus "encantos" que tal vez involuntariamente me mostraba, cuando estaba en el último escalón mi progenitora me dijo que la sostuviera ya que parecía que iba a resbalar en el escalón anterior, la tomé por la cintura acercándola a mi cuerpo, fue inevitable repegar mi endurecido falo a sus inquietantes nalgonas, me dio la impresión que mi madre había sacado la cadera para sentir mi verga en erección en su trasero, cuando la solté mi ascendiente dirigió momentáneamente, de forma clara, su mirada al bulto que hacía mi verga, me apené pero ella solo sonrió dándome las gracias por haberla ayudado.

Tuve que masturbarme nuevamente como lo había hecho por la mañana, sin embargo en mi mente estaban presentes las imágenes que había tenido la dicha de observar por debajo de la falda de mi mamá y la atracción sexual que había ejercido en mí cuando adolescente se incrementaba tremendamente.

Esa misma tarde, como era costumbre cuando estaba en casa, nos sentamos a ver la televisión, me recosté sobre sus piernas y con una mano le tocaba una de sus rodillas, la tersura de sus medias me impulsaba a acarciarle, la verga se me estaba levantando nuevamente y no podía dejar de acariciarle, le dije a manera de justificación lo suave que se sentía el contacto con sus medias, ella solo asintió sin mayor comentario, me incorporé pero no dejé de tocarle la rodilla masajeandole suavemente fingiendo ingenuidad, pero la verdad estaba que me quemaba de caliente.

Ante la complacencia de ella mi mano fue subiendo unos centímetros, ya no era la rodilla ahora era la parte baja del muslo, ella se dejaba, en un arranqué febril subí un poco mas la mano con dirección a la entrepierna sin dejar de acariciarle con lentitud, creí que no lo permitiría pero ella lo aceptaba.

Súbitamente mi madre separó las piernas y se levantó la falda diciéndome que se había zafado un broche del liguero, no pude ver cual era, quizá no era cierto, mi mirada se centró en su entrepierna logrando verle las pantaletas cubriendo su vellosidad pélvica, cuando según ella abrochó nuevamente el tirante del liguero no se bajó la falda por completo dejándola a medio muslo, mis caricias en su pierna se incrementaron y llegaba a mitad del muslo, tenia la verga a reventar y mi madre volteaba a verme sin disimular, por un momento me asusté de lo que estaba sucediendo pero la lujuria que me había poseído me impedía detenerme. Por ese día solo habíamos llegado a tal grado, que por supuesto provocaron una masturbación más, dedicada a mi madre.

A la mañana siguiente, me dirigí a la cocina para saber que había de desayunar, nunca me habría imaginado lo que sucedería, cuando entré ahí estaba mi madre, me quedé con la boca abierta, mi padre ya se había ido, mi mamá estaba encantadora enfundada en una larga bata transparente en color blanco, su diminuto brassiere de media copa y las microscópicas pantaletas que le hacían juego eran las mismas que uso el día anterior, sus nalgonas se veían plenas como devoraban la tanga y por el frente su vellosidad pubica hacia un tremendo manchón negro en su pelvis a través de las nítidas pantaletas, así como sus crecidos senos bajo el pequeño brassiere. La verga se me paró de manera automática, los pants que vestía no disimulaban en nada mi erección, mi madre dirigía su mirada constantemente a mi "bulto" mientras con marcados contoneos se desplazaba por la cocina ante mi atónita y morbosa mirada.

En un momento dado que estuvo junto a mí, midió su hombro con el mío e hizo referencia a mi estatura, "Mira que grande estas ya", me dijo, " A ver mídete así" y se colocó frente a mí dándome la espalda, enseguida sacó la cadera para recargarla en mi endurecida verga, con sus manos tomó las mías y las hizo pasar por su cintura descansándolas en su vientre, luego ella colocó sus manos en mis costados y me decía que estabamos del mismo tamaño, le aclaré " Solo por los tacones de tus sandalias" ella se agachó como para ver sus zapatillas, poniendo plenamente sus hermosas nalgonas en mi verga, al incorporarse volvió a tomar mis manos y ahora una la bajó muy cerca de su pelvis y la otra justo debajo de sus chiches, pasó sus manos por atrás de mí tocándome los glúteos, empujándolos contra ella, movía discretamente sus nalgas contra mi verga y levantaba la cabeza rozando sus mejillas contra las mías.

El movimiento de sus nalgonas en mi verga se fue incrementando hasta frotarse descaradamente, ya no había nada que ocultar y yo le repegaba con cinismo mi miembro en su trasero, mis manos empezaron a acariciar su cuerpo, pronto la mano de abajo estaba en su vulva sobre sus finas pantaletas y la otra frotaba abiertamente sus chiches, mi madre solo jadeaba sin dejar de frotar sus nalgas en mi miembro.

Así permanecimos por varios minutos, intenté meter la mano por debajo de sus calzoncitos para tocar su vellosidad en directo y buscar su hendidura sexual, pero ella me atajó diciéndome, "Me voy a bañar... ¿me ayudas a desnudarme?", sin esperar mi respuesta dio media vuelta pasando sus brazos alrededor de mi cuello, acercando sus labios a los míos hasta rozarlos, mis manos pasaron a sus exquisitas nalgas que masajeaba descaradamente en tanto ella repegaba su vientre a mi verga.

Entre jadeos que evidenciaban su cachondez me repitió "Voy a bañarme... ¿Me ayudas a desnudarme?", "por supuesto" le contesté y nos dirigimos a su recamara, mientras caminábamos ella me tocaba la verga con la palma de su mano y yo a le seguía acariciando las nalgas sobre la bata.

Al llegar a su habitación le quité la bata y desabroché el sostén por el frente dejando libres sus firmes senos, los acariciaba con pasión e inclinándome los besaba y chupaba, mis manos estaban ocupadas una en sus nalgotas y la otra en la vulva haciendo que sus minúsculos calzoncitos se empaparan con la miel que escurría de su sexo, en tanto ella ya había metido la mano bajo los pants que vestía y se asía de mi verga "chaqueteándomela", con sus labios rozando los míos me repetía "Que rico siento... Por Dios que sabroso me tocas".

Ya solo faltaban las pantaletas, las tomé con ambas manos tirando de ellas, me puse de rodillas y al tiempo que se las bajaba le besaba los muslos, en cuanto su panocha quedó descubierta mis labios se posaron en su vellosidad buscando con mi lengua su raja, sin despegar mi boca de su monte de Venus me deshice de las pantaletitas, ella separó sus piernas para facilitarme el poder chupar su vulva y tragar los exquisitos jugos que de ella brotaban, y con la otra mano buscaba entre sus nalgas su agujerito divino que al contacto de mis dedos se fruncía como si quisiera corresponder a mis caricias.

Minutos mas tarde ya desnudos ambos nos dirigimos al baño, mi madre seguía frotándome la verga y alabando su tamaño, solo por halagarme ya que es de tamaño normal de 18.5 centímetros, mientras corría el agua de la regadera me mojaba los dedos en las mieles de su sexo para luego introducirlos en su culito dedeandole. Nos metimos bajo el agua y ella se inclinó chupeteándome la verga con gran destreza, la metía en su totalidad alojándola en su garganta, la sacaba por completo y volvía a meterla de un solo golpe.

Nos empezamos a enjabonar mutuamente colmándonos de caricias lascivas, entre jadeos y palabras en las que ensalzábamos nuestros cuerpos y nos manifestábamos con palabras y frases cachondas el placer que ambos sentíamos, ya enjabonados mi madre se puso de espalda a mí separando los muslos y recargándose en la pared, "Cógeme... cógeme rico... disfruta mi cuerpo y dame placer con tu ricura sexual", me motivaba a gozar su candente humanidad.

Sin mayor tramite ella misma colocó mi falo entre sus labios vaginales e hizo presión con su cadera, mi verga fácilmente entró en su vagina hasta que mi vientre chocaba contra sus encantadoras nalgonas, el vaivén de mi falo en su vulva tomó velocidad, los jadeos y ayes de placer que emitía mi madre inundaban el ambiente del baño, se estaba "viniendo" mientras profería frases caliente en las que me pedía que no dejara de cogérmela, cuando su orgasmo terminó y me preparaba para eyacular mi madre me sorprendió al decirme "Ahora métemela en el ano... Enculame, quiero sentir tu verga dentro de mi culito... Goza de mi chiquito... Dame placer por el culo".

Igualmente ella misma encaminó mi falo entre sus nalgas hasta que hizo contacto con su agujerito divino, que en perfecto circulo y rodeado de finos vellitos se fruncía acompasadamente como invitándome a penetrarlo, se empinó aun más apoyándose en sus rodillas y me dijo "Goza mi culo... Enculame, me encanta que me metan la verga por el culo", a igual que en su vulva ella misma empujaba su cadera para ayudarme a encularla, gracias al jabón que cubría nuestros cuerpos la penetración se facilitó y poco a poco su ajustada colita de diosa erótica fue devorando mi hinchado miembro hasta que solo mis güevos quedaron fuera de su culito.

Las embestidas de mi verga en su culito arreciaron, mi madre movía ondulatoriamente la cadera con basta experiencia entre sonoros jadeos y frases excitantes en las que me pedía que me la siguiera enculando, logró dos o tres orgasmos, cuando sentí que la eyaculación era inminente se lo hice saber y ella girando se puso en cuclillas e introdujo mi verga en su boca en donde recibió los chorros de esperma que salían de mi falo tragándolos hasta la última gota.

A partir de ese día todas las mañanas cuando bajaba a desayunar mi madre me esperaba vistiendo sensual lencería y terminábamos dándonos suculentas cogidas que preferentemente eran por su culito divino y por lo general tragaba mi esperma al que parecía se había vuelto adicta.

Durante el día aprovechábamos todos los momentos en que estabamos a solas para darnos el más excitante de los cachondeos besándonos muestras partes intimas y en ocasiones me la llegaba a coger dos o mas veces en un solo día. Así han pasado ya tres años renovándose día a día la atracción carnal que nos tenemos.

Georgina del Carmen

Los datos para este relato fueron proporcionados por el ciber amigo D.V., quien asegura son verídicos y autoriza su redacción y publicación por lo que lo pongo a su consideración.