Atracción destructiva - II

Las cosas entre la profesora y Renata, empiezan a tomar un rumbo innesperado

Salí del café y me dirigí a mi departamento, me quedé sentada en el balcón, necesitaba una buena dósis de aire fresco, repasé los acontecimientos una y otra vez, no me podía hacer a la idea de que nos estuviéramos coqueteando, era una idea excitante, pero a la vez demasiado peligrosa, ciertamente Gabriella Conde me atraía demasiado, era una mujer culta, interesante, preparada, muy sexy, pero tristemente era mi profesora, y dado el comportamiento que había estado teniendo, todo indicaba que su calidad moral jamás le permitiría tener siquiera un resbalón con algún pupilo.

Los días siguieron transcurriendo, con mayor lentitud que de costumbre, pero por fin llegó el tan esperado Jueves, tenía clase con Gabriella y por supuesto que estaba ansiosa, la verdad no tenía idea de como comportarme después de lo sucedido, pero decidí tomar una actitud firme, como si no hubiera pasado nada, entre al salón un poco más tarde de lo de costumbre, quizá para darme un aire de interesante, pero al final no funcionó de mucho.

  • Señorita Cantú, dese prisa por favor, la clase ya ha empezado

  • Una disculpa contadora

Traía una actitud muy rara, estaba más ruda que de costumbre, generalmente poco le importaba si entrabamos temprano o tarde, aunque había que aceptar que fui yo la que metió la pata, me apresure a tomar asiento en la única mesa disponible, me senté y me recargué en la pared, con una actitud de indiferencia, si hay algo que de verdad me molesta de las personas es su tendencia a la bipolaridad, eso de que un día estoy bien contigo y al otro me volteo sin saludarte me parecía una actitud de lo más infantil, y ni por muy buena que estuviera Gabriella iba a aceptar ese tipo de comportamiento.

  • Señorita Cantú, parece que a usted no le basta con importunar la clase, y ser una alumna digamos.....mediocre;  podría hacernos el favor de sentarse adecuadamente? no estamos en una cantina, le recuerdo que nos encontramos aún en un salón de clase, no me orille a la penosa necesidad de pedirle que se retire.

  • No se preocupe contadora, no la seguiré importunando, prefiero retirarme de esta mediocre clase, que ni siquiera logra captar un poco de mi atención,

Admito que me propasé, pero ella también había sacado las cosas de proporción, estábamos en la universidad, no en una academia militar. Tomé mis cosas y salí con rapidez del salón, tenía unas inmensas ganas de azotar la puerta, pero me contuve, mi personalidad jamás me habría permitido hacer semejante  desplante, así que sólo cerré la puerta con cuidado. Bajé a l cafetería a comprar un té y le mensajie a Eli, para ver si podíamos vernos, necesitaba contarle a alguien, y quien mejor que mi confidente personal, me contestó al cabo de unos minutos diciendo que había perdido su clase porque se había atorado en el tráfico y estaba a unos minutos de llegar a la universidad, de modo que podíamos disponer de ese tiempo de clase que había perdido.

En cuanto llegó compramos una bebida y nos caminamos a las banquitas que se encontraban alrededor de la fuente de la universidad, era un lugar en demasía apasible, estaba segura de que en ese lugar se respiraba tranquilidad, los árboles alrededor con su frondoso follaje brindaban una amplia sombra dándole al lugar un toque muy natural.

  • Pues la verdad es que cierto es que tuvo una actitud muy desconcertante, pero pues en parte podría decir que la entiendo.

  • ¿La entiendes?, pues explicamelo, porque por más vueltas que le doy yo no logro entender nada, de verdad creía que estábamos empezando bien, que quizá sentíamos hasta una mutua atracción pero,

  • Tal vez tuvo miedo, y por eso decidió dar un par de pasos atrás, Gabriella tiene esa personalidad de autocontrol, y si siente que lo empieza a perder, se puede sentir vulnerable y a mi parecer ella esta en este proceso y por tanto no sabe en realidad como actuar.

  • Mira Eli, me parece una teoría interesante, y de hecho en cualquier otro caso la verdad te la hubiera aceptado, pero siento decirte que dudo mucho que estes en lo correcto

  • Tal vez tengas razón, pero siempre puede ser una posibilidad.

Seguimos hablando de puras cosas irrelevantes, como de las nuevas películas en cartelera, de lo mucho que ansiabamos las vacaciones, entre otras cosas, nos despedimos y yo me regresé al departamento a cambiarme para irme a trabajar.  En el camino recibí una llamada de mi mamá, hace un par de días le había llamado para avisarle que no podría pasar el fin de semana en casa por que me tenía que quedar hacer un trabajo en equipo, por supuesto que era mentira, pero bastaría para que dejaran de hacer preguntas.

  • Hola mami, ¿qué pasó, cómo estas?

Que bueno mamá me alegro mucho, no mamá ya te dije que tengo mucho trabajo por acá, me es imposible este fin de semana, sí de verdad, no ma todo esta bien no me falta nada, cuidense mucho los quiero

Como de costumbre mi mamá intentaría hacer hasta lo imposible para convencerme de que dejara un rato la escuela y me diera una escapada a la casa, pero aún quería darle una oportunidad a la contadora, no estaba segura de que aún siguiera en pie la oferta, pero no quería cerrarle la puerta.

Llegó el fin de semana sin novedad, había decidido no salir, para adelantar y ponerme al corriente con algunas cosas que había dejado rezagadas, estaba almorzando el Sábado cerca de la hora en que había programado verme con la contadora cuando mi celular sonó avisando que acababa de llegarme un correo, lo chequé desde el teléfono, por que tenía pereza de ir a buscar la computadora

Veo que la impuntualidad es uno de sus más grandes defectos Srita. Cantú. Estoy donde habíamos acordado, espero no demoré más.

atte. CPF Gabriella Conde Escarcega

Me sorprendí un poco, a pesar de lo mucho que ansiaba recibir noticias de ella. Corrí al baño a lavarme la boca y me dirigí al auto, realmente la cafetería quedaba relativamente cerca de mi casa, pero deseaba llegar lo antes posible. Mi mente trabajaba al mil por hora, no sabía muy bien que actitud tenía que adoptar, que le tenía que decir, o bien como iba a tener que actuar, baje del auto con rapidez, pero sin que pareciera que llevara demasiada prisa, tomé mi bolso y me dirigí a la entrada, en la misma mesa que había tomado yo la vez anterior, se encontraba ella sentada, iba con una chaqueta bastante menos formal que de costumbre una blusa blanca holgada y unos vaqueros que le quedaban a la perfección, me paré enfrente de ella, sin la intención plena de tomar asiento.

  • ¿no piensa sentarse Srita. Cantú?

  • Claro que sí, solo estaba esperando que me invitara a hacerlo.

  • Pues adelante porfavor.

Me senté justo enfrente de ella, en la mesa tenía un par de libros abiertos y su portátil también.

  • y bien, ¿en qué nos quedamos la última vez?

  • si no me falla la memoria en que ud. sacó las cosas de proporción en el salón de clases.

  • ¿No le había pedido ya que no me hablara de ud.?

  • Bueno, es que después de nuestro último encuentro no me quedó muy claro cómo es que en realidad la debo de tratar.

  • ¿Por qué insiste tanto en recordar el pasado?, yo ya la disculpe Srita. Cantú, tuvimos un pequeño altercado, pero eso por mi parte ha quedado olvidado

  • Sabes muy bien que me puedes hablar de tú, y aprovecho entonces para agradecer tu benevolencia ante mis actos.

La última frase la dije con un fingido acento de disculpa.

  • No tienes nada que agradecer Renata, pero si me permites... francamente quiero decirte que sí me excedí, pero debes de entender que en el aula yo no puedo mostrar ningún tipo de preferencias por nadie, si dejo que tú empieces a hacer lo que quieras, después ya no representaré ningún tipo de autoridad para nadie y todos me perderán el respeto.

  • Entiendo, pero me parece que no hice nada irreverente para recibir ese trato de tu parte.

  • ¿Llegar tarde e ignorarme durante mi clase te parece un comportamiento adecuado?

  • Pues, tú más que nadie sabrás que no soy la primera ni la última que te lo ha hecho y nunca antes te había importado.

  • Esta bien, te ofrezco una disculpa me exalte un poco y se que no tuve que haberte exhibido en el salón, pero perdí el control por unos momentos....

  • ¿cómo?

  • pues por que creí que tu y yo habíamos... mmm... habíamos... nada..... malinterprete algunas actitudes, será mejor que lo olvidemos.

  • de acuerdo.

Había funcionado mi actitud de fingida indignación, y también había comprobado que realmente si había habido en la reunión anterior un coqueteo de su parte, eso me dió mucho más seguridad, pero tampoco me mostré demasiado confiada, empezamos a repasar algunas cosas que había explicado en la clase que falté, algunas cosas eran nuevas para mí, pero la mayoría eran cuestiones que ya había manejado con anterioridad, aún así me mostraba sorprendida con algún dato y hasta hacía una que otra pregunta. La sesión llegó a su fin dos horas después, pagamos la cuenta y me pidió que si la podía acompañar a la base de taxis que estaba a un par de cuadras de ahí.

  • ¿y tu carro?

  • Se lo presté a mi hija, hoy iba de visita con Ernesto y como el suyo esta en el taller, le dí el mío para que no se expusiera innecesariamente.

  • ya, pues si gustas puedo pasar a dejarte, no tengo mucha prisa ahora mismo.

  • no quiero interrumpir tus actividades Renata, en verdad no tienes que hacerlo

  • lo sé, pero quiero hacerlo, veelo como un pago en especie por las molestias que te estoy dando.

Nos subimos a mi auto, el calor estaba bastante más sofocante que de costumbre, tardamos poco más de 30 minutos en llegar por la autopista, realmente sí vivía lejos de la universidad, y me apenó un poco el hecho de que se tuviera que desplazar tan lejos sólo porque yo me estaba encaprichando con ella. Vivía dentro de una privada muy exclusiva, me estacioné en frente de su casa, muy grande a mi parecer.

  • Gustas pasar a tomar algo

Mi primer impulso fue decir que sí, pero me contuve

  • Muchas gracias Gaby, pero no es necesario

  • Claro que es necesario con este calorón que esta haciendo. Anda pasa, sirve que conoces la casa.

Subí las ventanas y apagué el auto, lo cerré y la seguí. Tenía un jardín inmenso, fácil la mitad de todo el terreno era pura área verde. Entramos a su casa, y si yo creía que era impresionante por fuera, me fui de espaldas cuando entré, tenía una decoración exquisita, nada recargado, tampoco muy minimalista, sólo en su punto exacto. Me invitó a la cocina donde comenzó a hacer una jarra de limonada, en cuanto la tuvo lista, me pidió que tomara un par de vasos de la alacena y nos dirigimos a la sala, me senté en el sofá más largo (era un conjunto de 3 sillones), y después de servir la bebida se sentó a mi lado, no invadiendo mi espacio personal, pero sí bastante más cerca de lo normal, hecho que simplemente ignoré, me empezó a contar la historia de su casa, cuando la compró, cómo la reconstruyó, con lujo de detalle.

  • La verdad es que tienes una casa muy hermosa Gaby

  • Gracias, cuando uno trabaja duro, al final la vida te recompensa, siempre, de una u otra manera.

  • Mira

Apuntó su dedo en dirección a los ventanales que daban al jardín interior, voltee en esa dirección y no vi absolutamente nada en especial, viré de regreso volteando hacia ella, para que me dijera que se supone que tenía que ver, y cuando lo hice, su cara estaba justo enfrente de la mía, nuestros labios se rozaron y en un acto reflejo me quise hacer hacia atrás, pero ella se anticipó tomando mi rostro en sus manos, y destruyó mis defensas, sería una hipocresía de mi parte decir que no lo deseaba con todas las ganas, pero eso no evito mi sorpresa. me jaló ligeramente hacia ella, me sostuvo así unos instantes y sin poder seguir resistiéndome,  me rendí ante el contacto de sus dulces labios, me mordió suavemente el labio inferior, para poderse abrir paso en mí, la deseaba con cada partícula de mi ser , mi lengua buscó la suya, al encontrarse se entrelazaron, estuvimos así unos instantes que me parecieron eternos, poco a poco se iba separando de mí, pero yo me aferraba a ella, por fin se escapó de mis manos y me dijó:

  • Sabía que no eran figuraciones mía

Sonreí, y sin poder aguantar más me lancé a sus labios de nuevo, poco a poco me iba inclinando más sobre ella, y mis manos inquietas empezaron a recorrer su perfecto cuerpo, empecé a besarle el cuello mientras mis manos exploraban el nuevo territorio, nuestras respiraciones se empezaban a notar más agitadas, cuando empezó a sonar algo detrás de nosotras, era el oportuno teléfono,

  • Espera, necesito contestar.

Me reincorporé para que ella pudiera tomar la llamada y se estiró a tomar el teléfono

  • Hola mi cielo, ¿cómo estás? ¿todo bien con tu papi?, ¿Cómo? No mi amor, estoy aquí en la casa nada más leyendo, ¿agitada?, ah sí es que estoy en la caminadora, por eso. Esta bien mi amor, aquí te espero. Chao, besos.

Genial, lo que me faltaba que la chiquilla fuera a arruinar mi tarde.

  • ¿qué pasó? ¿todo bien?

  • Sí, era mi hija, se peleó con su papá y ya viene de regreso a la casa. Creo que lo mejor será

  • Que me vaya.

  • Renata, no te lo tomes a mal, de verdad yo esperaba tener la casa para mí sola este fin de semana, pero...

  • Gaby, no hay problema, creeme que prisa no llevo. Ya tendremos tiempo después.

Obviamente no me iba a enojar con Gaby por un berrinche de su hija, así que me levanté y tomé mi bolsa, dirigiendome a la puerta.

  • Así nada más, no te vas a despedir de mí ni nada?

  • Jamás me iría sin despedirme.

Me voltee, porque ella venía atrás de mí, la tomé de la cintura y le di un beso suave, nos empezamos a separar y de nuevo me jalo de mi blusa hacia ella, besándome, pero con mucha más prisa que antes, poco a poco nos fuimos acercando a la puerta hasta que  mi espalda pego con el pica porte.

  • Será mejor que me retire, antes de que tu hija llegue.

  • Lo sé

Si uds. así lo desean, continuará...