Atracción 4.
Hasta que punto está bien mantener una infidelidad para preservar tu felicidad?
No lo entendía. Qué hacía Sergio allí? Corrí hasta la habitación, donde Héctor refunfuñaba:
¿Quién coño era a estas horas?
Es Sergio, así que ya estas moviendo el culo y escondiéndote.
Volvieron a llamar.
Vooy! Un momento! -dije mientras empujaba a Héctor, vestido solo con calzoncillos, hacia mi armario.
Me debes una -dijo sonriendo.
Calla y no hagas ruido.
Salí de mi habitación y abrí la puerta.
Jobar, como tardabas!
Buenos días.
Buenos días cielo -dijo besándome.
Esto... Que haces aquí?
Pues he madrugado para venir a verte, que ya tenía ganas.
Ah pues verás, es que… tengo examen el lunes y…
No digas bobadas, si estabas durmiendo... Oye - dijo mirándome de arriba abajo. - que haces así vestida?
Me miré. Llevaba puesto el picardías todavía, y ni lo había pensado.
- Ah, pues que.. Al ver que eras tú, he ido a cambiarme..No me dijiste ayer que tenías ganas?
Me acerqué a él y le besé sensualmente. No se me había ocurrido otra excusa, asique tenía que hacer que fuera creíble, aunque eso supusiera que mi novio se estuviera comiendo las babas de su amigo.
Le llevé de la mano al salón pero cuando me senté me dijo:
- No, mejor en tu habitación.
No me dio tiempo a discutirle nada, me cogió y me llevó a mi habitación mientras nos besábamos. Me tumbó en la cama y me besó el cuello. Sabía que si me apartaba notaría que algo raro pasaba, pero también sabía que Héctor estaba allí y solo esperaba que no hiciera ruido.
- Que ganas tenía de verte -dijo Sergio mientras se quitaba la camiseta.
Intenté concentrarme y le besé mordiéndole los labios. Él me besó el cuello y fue bajando hasta mi tanguita. Me lo quitó y me acarició el clítoris. Luego se la sacó y la intentó meter, pero yo no estaba para nada mojada y no fue capaz.
Que te pasa? - me preguntó.
Nada, tranquilo - le contesté mientras me acercaba a él y me metía su polla en la boca para lubricarla.
Le di un par de lametones y la escupí para entrara mejor y me aparté. Sergio lo volvió a intentar y esta vez note como entraba mientras él soltaba un suspiro de satisfacción. Yo solo esperaba que acabara pronto y no notara que Héctor estaba ahí.
Comenzó a penetrarme con bastante fuerza, mientras me tocaba las tetas por encima del picardías. Cuando estaba empezando a disfrutar noté como aumentaba el ritmo y de dos embestidas más la sacó y se corrió sobre mí.
Lo siento - me dijo - tenía muchas ganas y no he sido capaz de aguatar más.
Vale - le dije enfadada.
Él me besó y me dijo que iba a ir a por un pollo para comer.
Vuelvo en una hora o así vale?
Como quieras - le contesté mientras me acababa de limpiar
En cuanto escuché la puerta cerrarse fui a mi habitación y abrí el armario donde estaba Héctor. Él me miró, con su atractiva sonrisa.
No me puedo creer lo que acabo de ver - dijo mientras salía del armario.
Ya, bueno… siento esto, espera un par de minutos y luego te puedes ir.
No. Pienso arreglar lo que él ha hecho.
Com…? - Héctor me besó, cortando mi pregunta y alejando mi enfado.
Me cogió en volandas y me llevó hasta la cocina, sentándome en la barra americana que mi madre había instalado hacía pocos días.
Espera, Sergio puede volver.
Ya lo sé, pero me da igual. Al menos así aprenderá a tratarte como yo.
Metió la mano por el picardías y me pellizcó un pezón mientras me mordisqueaba el cuello.
-Para. Sabes que si Sergio nos pilla esto se va a acabar.
-Pues vente conmigo – dijo mirándome fijamente.
Por un momento me lo creí. Me lo tomé totalmente en serio. Pero luego recapacité. Ambos sabíamos que eso no podía ser posible.
-Tú no eres así. No podrías darme más que sexo, bien lo sabes. Te cansarías de mí.
-De ti puede, pero de follarte seguro que no me voy a cansar nunca.
Me volvió a besar y yo me dejé hacer, sin fuerza de voluntad ya. Todas las barreras que había intentado poner las derribaba él con un beso. Ya no sentía culpabilidad, solo tenía ganas de abandonarme a él.
Me puse de rodillas frente a él y se la saqué. La acaricié despacio mientras él echaba la cabeza hacia atrás y cerraba los ojos en un suspiro. Saqué la lengua le di una pequeña lametada, mientras él me acariciaba el pelo. Escupí y me la metí en la boca despacio, haciéndole disfrutar cada momento.
Héctor me la sacó de la boca y acarició mis pechos con su polla. Sabía lo que quería y agarré mis tetas mientras me la metía entre ellas y subía y bajaba lentamente.
-Joder –dijo mordiéndose el labio- tus tetas son perfectas para esto.
Le sonreí y aumenté el ritmo pero él me paró y me hizo levantarme.
-Quieres conseguir que me corra ya o qué? –dijo riéndose.
-Tan cachondo te pongo? –dije mirándole traviesa.
-No sabes cuánto.
Me agarró del pelo y me besó con pasión. Luego me dio la vuelta y me apoyó contra la barra. Me acarició por encima del tanga y sentí un escalofrío. Me lo quitó y metió un dedo que entró con total facilidad de lo cachonda que estaba. Héctor entendió que no hacía falta hacerme esperar más y me la metió lentamente, hasta el fondo. Esperó a que me acostumbrara y luego comenzó a moverse muy despacio. Solté un gemido, frustrada, y pareció que era lo que él esperaba, porque la sacó y la metió de golpe, tapándome la boca para ahogar mi grito. En esa postura siguió penetrándome muy fuerte, casi con rabia, mientras con la otra mano me pellizcaba el pezón izquierdo. En seguida noté ese cosquilleo y sin aguantarlo más me corrí en un grito de placer que ni si quiera la mano de Héctor pudo evitar que sonara en toda la casa.
Se apartó de mí y me cogió, apoyándome en la barra. Abrí las piernas para que me la volviera a meter cuanto antes y le besé mientras me volvía a besar. Nunca me había sentido tan unida a alguien. Sus movimientos se acompasaban con los míos y nuestras caderas parecían una sola. Me acarició el clítoris para acelerar mi orgasmo, mientras él me decía con la voz entrecortada lo que le ponía y que se pasaría el día follándome. Volví a tener otro orgasmo que me dejó agotada, pero aún así le aparté y besándole le hice tumbarse en el suelo mientras yo me subía encima de él y me la metía lentamente.
Empecé a subir y a bajar, mientras me pellizcaba los pezones y le miraba sonriendo. Jugaba con él, aumentando el ritmo a veces, y bajándolo otras, disfrutando de su cara de frustración. Finalmente me sujetó de la cintura y me penetró rápidamente. Me agaché a besarle entre gemidos y nos corrimos juntos.
Me apoyé en su pecho hasta que nuestras respiraciones, acompasadas, se relajaron. Ambos sudábamos y sonreíamos, complacidos. Recordé que Sergio estaría al llegar y me levanté, casi a regañadientes, separándome de él.
-Tienes que irte.- le dije mientras me limpiaba para que Sergio no notara nada.
-Lo sé. – contestó serio.
Recogió su ropa y se vistió, mientras yo hacía lo mismo, poniéndome ya ropa normal.
-Oye… lo que te dije antes, de que te vinieras conmigo… tú sabes cómo soy.
-Sé cómo eres, y que esto no es más que sexo, tranquilo. – le dije mientras le acompañaba a la puerta.
-Ojalá todas fueran como tú. – dijo sonriendo. Y con esa frase se fue, con su chulería habitual.
Sergio llegó 5 minutos después. Por los pelos, pensé. Comimos tranquilos, él mucho más cariñoso que yo, que estaba pensando hasta que punto era comprensible lo que estaba haciendo. Y quizás lo mejor era acabar con todo esto. Pero Héctor me atraía demasiado como para dejar de follar con él.