Atracción 3.

La relación secreta que mantengo con Héctor se me está yendo de las manos...

-Sergio, yo… no sé si estoy preparada para esto sabes? Soy muy joven y además tú tienes novia y

  • Lucía, yo a ella no la quiero, a mi me gustas tú -dijo Sergio mientras me besaba el cuello.

  • Y entonces porqué sigues con ella? - le pregunté mientras me alejaba.

  • Es complicado… Pero yo quiero estar contigo, de verdad, dame un tiempo y la dejaré, te lo prometo.

  • Me lo prometes? - pregunté indecisa.

  • Te lo prometo - me contestó.

Me empezó a besar con pasión y yo le respondí como pude. Estaba muy nerviosa, pero también estaba perdidamente enamorada de él. Y sabía que si le decía que no quería hacerlo no dejaría a su novia y no podría estar con él. Sergio continuó besándome todo el cuerpo, abrazándome y acariciándome. Cogió un condón y se lo puso, mientras yo intentaba no mirarle porque me moría de vergüenza. Se tumbó sobre mí y me susurró:

  • Preparada?

Asentí con la cabeza. Sergio empujó suavemente y yo aguanté la respiración. Paró un momento y me besó. Luego continuó metiéndola hasta que noté un pinchazo y gemí.

  • Estás bien? - preguntó preocupado.

  • Tranquilo - le contesté- estoy bien.

Sergio fue poco a poco penetrándome hasta llegar al final, esperó un poco y comenzó a moverla suavemente.

Pasaron los minutos y, aunque lo estaba disfrutando, los nervios no me dejaban estar cómoda. Sergio acabó en el condón y me la sacó. Suspiré de alivio, tenía miedo de que no fuera capaz de correrse.

  • No soy muy buena verdad? - le dije mientras me incorporaba.

  • Ya mejorarás - me contestó mientras me besaba la frente - Sabes? Para tí siempre voy a ser alguien especial, he sido el que te ha desvirgado.

  • Lo sé. - le dije mientras me levantaba y me dirigía a la ducha.


Llevábamos unos 10 minutos callados cuando Héctor me sacó de mis pensamientos.

  • Tú vives por aquí, verdad? -dijo Héctor mientras se liaba otro porro.

  • Sí, vivo un par de calles más atrás. Por qué? -le contesté mientras le observaba.

  • Porque Sergio me ha contado que casi todos los findes estás sola en casa.

  • Sí, mi madre se va con su novio a Madrid a ver a su familia.

  • Y a que esperas para invitarme? - preguntó mientras me daba el porro y el mechero - No lo enciendas hasta que lleguemos a tu casa, que si no el coche luego huele demasiado.

Noté como él daba por sentado que yo le iba a invitar, y me dí cuenta de que él era más consciente de lo que me gustaba que de lo que lo era yo misma.


Metí la llave en la cerradura, la giré, y abrí la puerta.

  • Espérame ahí - le dije a Héctor señalándole el salón. - voy a quitarme los zapatos.

Como me imaginaba, en lugar de esperarme me siguió hasta mi habitación.

  • De verdad creías que te iba a esperar ahí?

  • Tenía que intentarlo - dije sonriéndole mientras entrábamos.

Me senté en la cama para quitármelos. Él, en cambio, empezó a fisgonear todo:

  • Todos estos dibujos son tuyos? Son una pasada. En serio necesitas tanto maquillaje? Si eres guapa hasta sin pintarte. Tienes muchísimos libros, son de adorno no?

  • No -le contesté al fin.- me los he leído todos.

  • Joder, como la puedes chupar tan bien siendo una empollona?

  • No soy una empollona - le dije encendiéndome el porro y dándole una calada.- simplemente me gusta leer.

  • Vaya… y esto?!

Mierda.

  • Deja eso.. No… - lo abrió y sacó todo lo que había dentro. - lo abras - acabé la frase con resignación.

Había encontrado un neceser rosa que usaba para guardar mis “juguetes”. Un consolador, un vibrador con control remoto, condones, lubricantes y unas esposas con llave.

  • Te juro que cada día que pasa me pones más, Lucía.

  • Son.. Son todo cosas que me ha ido regalando Sergio.

  • Si? Pues las voy a aprovechar yo, dijo mirándome con descaro.

No sabía si era el efecto del porro, o que, pero solo esa frase hizo que empezara a poner cachonda.

Se sentó en la cama a mi lado y comenzó a besarme. Le correspondí de buena gana y me senté encima de él. Apagué el porro y lo aparté, sabiendo que no me iba a dar tiempo a acabarlo.

Héctor acercó sus labios a mi oreja y me la mordisqueó. Alargó la mano hasta alcanzar las esposas y se tumbó encima mío en la cama.

  • Ponte bocabajo - me ordenó mientras me miraba fijamente.

Le obedecí y él me cogió ambos brazos y me puso las esposas. Se acercó a mi oído y me susurró:

  • Ahora eres toda mía.

Me subió el vestido y comenzó a acariciarme el culo mientras me decía lo mucho que le ponía. Me dió un par de azotes y gemí. Luego me volvió a girar y me quitó el tanga. Me ordenó que me sentara y se la sacó, poniéndomela a la altura de su boca.

  • Chúpamela, sin manos.

Abrí la boca y se la empecé a chupar despacio, succionando y metiéndola todo lo que podía en mi garganta. La sacaba, jugaba con mi lengua en la punta y volvía a metérmela casi entera. Reprimí un par de arcadas y alternaba chupándole los huevos para coger aire. En una de esas veces me sujetó la cara y me dijo:

  • Coge  aire.

En ese momento me la metió hasta el fondo de mi garganta y la mantuvo ahí más de treinta segundos, hasta que le dí una palmada en el muslo y me la sacó. Algunos hilillos de mi saliva me conectaban aún con su polla. Tosí un par de veces y él me besó.

  • Túmbate, que te lo has ganado. - me tumbé y Héctor me separó la piernas.

Me metió los dedos en la boca para que los chupara y luego me acarició el clítoris con delicadeza. Se agachó y comenzó a lamerlo y a mordisquearlo mientras me metía y sacaba uno de sus dedos. Después de lo excitada que llevaba toda la noche, él sabía que no podría aguantar mucho más, así que metió un segundo dedo y siguió lamiendo y succionando mi clítoris. El orgasmo que me sobrevino no lo ví llegar. Fue una oleada de placer que me duró casi un minuto y me dejó temblando. Héctor se levantó y sonrió.

  • No te corrías desde que te follé el lunes, verdad?

No le contesté, no hacía falta. Me giró y me hizo arquear la espalda y sacar el culo todo lo que pudiera. Se colocó detrás de mí y juguteó con su polla en mi agujerito. Yo intentaba echarme para atrás para que me la metiera pero con las esposas no tenía movilidad.

  • Por favor, métemela ya - le supliqué.

  • Que pensaría tu novio si te viera así ahora, suplicándome que te la metiera?

No entendía nada. A Héctor le daba morbo que mi novio fuera Sergio? No pude pensar mucho más, porque me metió la punta despacio y la volvió a sacar. Solté un gemido de frustración.

  • Sabes lo que quiero que me digas si quieres que te folle - dijo Héctor mientras seguía metiendo y sacando solo la punta .

  • Pensaría que soy una zorra, pero a mi me da igual porque me gusta más como me follas tú.

Eso le debió poner a mil, porque me la metió de una vez. No me causó ningún daño porque estaba empapada y muy cachonda. Me la sacó entera y la volvió a meter entera de una vez. Yo notaba que llegaba a tocar mi útero, incluso sentí un pequeño dolor cuando comenzó a penetrarme con mayor ritmo, pero lo estaba disfrutando como nunca. Me azotaba de vez en cuando y me apretaba los pezones.

  • Nunca te han dado por aquí, verdad? - me preguntó mientras intentaba meterme un dedo en el culo.

Sentí un escalofrío.

  • Para, por ahí no, por favor.

  • Tranquila, solo será un dedo, esto ya te lo haré otro día.

Me escupió y metió el dedo mientras seguía penetrándome, ahora algo más despacio. Gemí, pero apenas sentí un a molestia y pronto me acostumbré. Héctor me penetró mas fuerte y yo me acaricié el clítoris, llegando de nuevo a un increíble orgasmo.

Me la sacó y me giró, subiéndome las piernas hasta que mis rodillas tocaron con mi cara. Estaba en una postura algo incómoda con mis brazos esposados, pero estar completamente a su merced hacía que me pusiera muy cachonda.

  • Que sepas que desde aquí tengo una vista espectacular de tu coñito, rojo, hinchado y empapado. Joder Lucía, me encanta follarte.

Me volvió a penetrar, con mucha más fuerza que al principio y consiguió que me volviera a correr una tercera vez antes de que él me dijera:

  • No puedo más, me voy a correr dentro de ti.

Noté como unos chorros golpeaban dentro de mí y la sacó despacio. Me mordió una nalga y me ayudó a levantarme mientras me soltaba la esposas. Mientras me acariciaba las marcas que me habían dejado en las muñecas, me agarró de la cintura y me besó con pasión.

  • Sabes que nunca me había corrido dentro del coño de una tía?

Le miré con incredulidad.

  • No me lo creo jajaja.

  • Te lo prometo, me ha puesto muy cachondo. No te imaginas la suerte que tiene Sergio

Cuando lo nombró me empecé a sentir mal.

  • Porqué siempre tienes que nombrarlo?

Él me miró fijamente pero no me contestó, así que cogí un picardías finito que usaba para cuando dormía con Sergio y me fui a duchar.


Cuando entré en la habitación, Héctor estaba el calzoncillos tumbado en mi cama. Joder, estaba perfecto. Que guapo era.

  • Tu quieres que te viole esta noche? - me preguntó mientras me miraba.

  • Por que lo dices? - le miré levantando una ceja.

  • Pues porque

En ese momento sonó mi teléfono. Lo cogí.

  • Hola cielo.

  • Sergio! Hola. Que tal estas?

Miré a Héctor. Se había levantado cuando se enteró de quién era.

  • Pues estaba aburrido y dije lo mismo esta ya ha llegado a casa… que tal la noche?

  • Pues.. - Héctor se acercó a mi abrazándome la cintura y me besó el cuello.- bien, como siempre. Y tu?

  • No he salido, mi hermana es una amargada. Y para salir yo solo

Le lancé una mirada asesina a Héctor, pero él estaba a lo suyo. Y a mi me estaba poniendo muy nerviosa.

  • Claro normal

  • Oye cariño, verás.. Podrías decirme alguna guarrería, tengo ganas, ya sabes

  • Eh… ahora? Mejor ya mañana no? Vienes a la noche, pues mañana quedo contigo para que te relajes.

Héctor reprimió una carcajada y me intenté separar de él.

  • Vale, si no tienes ganas, hasta mañana.

  • Adiós cariño.

Sergio colgó y yo suspiré. Miré a Héctor, que ahora ya se estaba riendo sin aguantarse, y por una vez me enfadé con él.

  • Bueno, te vas ya no? - le dije intentando ser lo más borde posible.

  • Ya? Si tú no quieres que me vaya. Venga no te enfades.

Me abrazó y me acarició los pechos. Me besó el cuello y para cuando me besó en la boca a mi ya se me había pasado el enfado.

  • Está bien, quédate. Es tarde. Pero como ronques te echo.

Se tumbó en la cama conmigo, nos tapamos y me quedé dormida en un par de minutos.


Me despertó el timbre de casa. Tardé un momento en situarme y me asusté cuando ví a Héctor a mi lado. Volvieron a insistir y me levanté de mala gana. Miré por la mirilla y maldije en voz baja. Sergio? Que coño hacía allí?

CONTINUARÁ.