Atracción 2.

Cada vez dependo más del amigo de mi novio, sin que él se entere de nada...

Atracción 2.

  • No me jodas Lucia, no puede ser que te lo hayas follado.- exclamó María mientras se lo contaba.

  • Que no ha sido culpa mía joder…- le contesté, aunque sabía perfectamente que si que lo era.

  • Ya claro, me estas diciendo que te obligó?

  • Si… no… no lo sé la verdad.

Estaba tan desesperada y me sentía tan mal conmigo misma que comencé a llorar. Maria me abrazó, y me susurró que todo iba a estar bien y que no hacia falta que se lo contara a Sergio, que no volviera a ver a Héctor y que me tranquilizara.

  • Gracias, María, de verdad.. No se que haría sin ti…

  • Te volverías a follar a Héctor. - dijo riéndose.

  • Calla idiota! - le dije mientras le pegaba suavemente en el brazo. - Me tengo que ir, he quedado con él…

  • Vale cielo, animo!

Me alejé de la terraza de aquel bar sin saber lo que me esperaba…


  • Hola idiota. -saludé a Sergio mientras me subía al coche.

  • Hola imbécil. - me contestó él sonriendo. - Siento no haber podido quedar ayer, no me encontraba bien…

  • No pasa nada,  así he adelantado trabajo. - más bien me han trabajado a mi, pensé.

  • Que vas a sacar esta vez? Un 9? - dijo sonriéndome.

  • En arte? 10 seguro. - le respondí siendo sincera por una vez.

  • Esa es mi chica! - exclamó mientras aparcaba en los aparcamientos del río.

Siempre íbamos ahí cuando teníamos tiempo, solo había que ir 10 minutos andando y te encontrabas con un claro por el que corría una especie de riachuelo de agua muy clara. Era un lugar muy especial para nosotros.

Colocamos una toalla en el suelo y nos tumbamos sobre ella. Estuvimos un rato callados, yo quería contárselo todo porque me sentía pero sabía que me dejaría y no quería perderle.

  • Sabes? -dijo sacándome de mis pensamientos.- Hoy me ha dicho Héctor que cuando fuiste a buscarme te quedaste un rato hablando con él.

No puedo explicar lo que sentí cuando le nombró. Fue una mezcla de miedo, nervios y… ¿deseo?

  • Ah si? No hablamos mucho.. Solo…

-  No sabia yo que tenías tanto interés en los BMW.

Le miré fijamente. Y si lo sabia? Y si se lo había contado?

  • Me ha dicho que te metiste con él porque llevaba arreglando el mismo coche desde que le conociste y que te estuvo explicando el fallo que tenía.

Suspiré de alivio.

  • Ah si.. Bueno una bobada jajaja.

  • Sabes? Creo que le gustas. -dijo sin darle importancia.

  • Bueno estas bobo, te crees que él se fijaría en mi?

  • No se.

Me acerqué y le besé. Le mordisqueé el cuello y me subí encima suyo. Sergio no dijo nada mas y se dejó hacer mientras me acariciaba. Me quité la camiseta y el sujetador y seguí besándole. Le desabroché el pantalón y se la saqué. Me la metí en la boca y lo escuche suspirar. Apenas había empezado a chupársela cuando me dijo:

  • Me apetece follarte Lucia, súbete encima.

Le hice caso y me la metí despacio. Comencé a moverme suavemente mientras gemía. Aumenté el ritmo mientras intentaba no pensar en Héctor, pero no era capaz de relajarme completamente.

Entonces me levanté y le pedí que me diera a cuatro patas, él sabía perfectamente que era mi postura favorita. Me penetró con fuerza, pero solo duro un minuto más así y se corrió dentro. Yo tomaba la píldora desde hacía un año, y a él le encantaba correrse dentro y siempre que podía lo hacía.

  • Te has corrido? - me preguntó.

  • Si, si. - le mentí mientras me levantaba y me empezaba a vestir.

Me dio un beso y nos tumbamos de nuevo, mientras yo pensaba la de veces que me había pasado eso con Sergio últimamente, y lo cansada que empezaba a estar de fingir. Con Héctor el sexo era diferente…


Era sábado de nuevo, y yo había conseguido ir olvidando el incidente del lunes. Tampoco había tenido tiempo de sentirme culpable, tenía mucho que estudiar y mi novio se había ido ese finde a Madrid a ver a su hermana.

Ese día había quedado directamente con María en el bar, y habíamos quedado en ir las dos bastante arregladas. Me puse un vestido negro brillante, ajustado con bastante escote y el pelo suelto que me llegaba hasta la cintura, además de unos tacones demasiado altos para lo que estoy acostumbrada a llevar.

Llegué al bar y noté un par de miradas de unos chicos de mi clase, sorprendidos de verme mejor a como acostumbraban. Les ignoré y me acerqué a Maria, que estaba despampanante con un vestido rojo sin escote pero ajustado y muy corto.

  • Te he pedido un vodka con limón. -dijo mientras me daba un beso.

  • Como me conoces - le contesté sonriendo.

Miré a mi alrededor nerviosa un par de veces, y María lo notó.

  • Lucía, estas buscándole?

  • No lo se maría, me cuesta sacármelo de la cabeza. Estuvo mal, pero fue increíble.

  • Y porque sigues con tu novio? No está bien engañarle.

  • Solo ha sido una vez, él cuando empezamos me hizo lo mismo.

  • Fueron unos besos y estaba borracho, y de eso hace ya 2 años.

  • Lo se pero… Mierda. - dije en voz baja mientras lo veía entrar por la puerta.

Quería acercarme a él, pero no sabía como. Me debatía entre lo que estaba bien y lo que realmente quería. Me limité a esperar a que el me hiciera caso.


Pasaba la noche, copa tras copa, y él ni si quiera me había mirado. Convencí a María para salir a la pista de baile, aprovechando que sonaba una canción de reggaetón para poder restregarnos. he de decir que se me da bastante bien bailar, y más si es para provocar, y así lo hice. Me acerqué a él con disimulo y me puse a bailar para llamarle la atención. Escuché a sus amigos comentar nuestro baile con risas y codazos y entonces me miró.

Le devolví la mirada y por fin me guiñó un ojo se acercó a hablarme.

  • Lucía, te veo muy bien esta noche, tanto te gustó lo del lunes que vienes a por más?

  • Estoy aquí por casualidad, no te pienses que ando detrás de ti. - le mentí mientras bebía de mi copa.

  • Casualidad también es, que este tu novio de viaje y tu y yo estemos aquí.

Los dos no, también esta Mari… - me corté cuando me fijé que María se estaba liando con un amigo de Héctor.

  • Decías? - me dijo Héctor sonriendo y sujetándome de la cintura.

Me separé de él y  me dirigí donde se encontraba María.

  • Maria, que… haces?

  • Joe Lucía, me da que esta noche voy a estar ocupada, te importa?

Pues si me importaba la verdad, pero éramos amigas, así que me despedí de ella y salí fuera. Me estaba agobiando, tenía ganas de llorar y necesitaba despejarme.

Fuera hacía frío, pero necesitaba estar ahí hasta que se me pasara.

  • Te apetece un porro? - me dijo Héctor mientras se lo empezaba a liar.

Asentí con la cabeza. Quizás así me animaba un poco.

  • Pues vamos a un lugar más tranquilo, quieres?

  • Héctor, yo no quiero… no puedo…

  • Oye, que te he dicho que vayamos a fumarnos un porro, no a echar un polvo. Te recuerdo que la última vez yo no te obligué.

En el fondo yo estaba encantada, pero sabía que aquello no iba a acabar bien, aunque confiaba en poder controlar la situación. Le seguí hasta su coche, y me dí cuenta que era el BMW sobre el que lo hicimos el lunes.

  • Este es tu coche? - le dije sorprendida.

  • Claro, te crees que te iba a follar encima de otro? -me respondió sonriendo. Dios, esa sonrisa, hacia que se me mojara el tanga.

  • No podrías ser menos preciso?

  • Si no quieres subir nadie te obliga.

Y era verdad. Y estuve a punto de darme media vuelva e irme a mi casa. Pero no pude, fue mirarle y convencerme de que quería, más bien, necesitaba, estar con él. Era una atracción demasiado fuerte. Subí al coche, sabiendo que a partir de ahí nada iba a volver a ser igual.


  • Esto no esta bien, sabes? - rompí el silencio mientras aparcaba.

  • Pues a mi me encanta ver la cara de pardillo de tu novio cuando me contó como follasteis el otro dia mientras yo recordaba  lo que gemiste encima de este coche.

  • No es tu amigo?

  • Si que lo es, pero tu me pones demasiado como para sentirme mal. Dime, te folla como lo hago yo? -dijo mientras sacaba  la llave del contacto y me miraba fijamente.

  • No voy a responderte a eso.

Héctor se acercó hasta rozarme los labios.

  • Dímelo. Dime que te hace gemir como yo lo hago, que excita como yo, que consigue que te corras como yo.

Aparté la mirada.

  • No, no lo hace.

  • Me lo imaginaba.

  • Pero yo le quiero.

  • No lo dudo. -dijo mientras se acercaba a mi. Paró un segundo, me miró a los ojos y luego me besó.

Nunca podré encontrar las palabras adecuadas para describir lo que me hace sentir. Me sentía libre, excitada, y nerviosa como si fuera mi primer beso. Luego se separó.

  • Toma mi chaqueta, vamos a ese banco de allí.

Le seguí y me senté encima suyo por que el banco estaba muy frío. Encendió el porro y le dio una calada, luego me lo ofreció.

  • Yo pensé que eras una niña buena.

  • Nunca lo he sido. Y siempre me ha gustado fumarme uno de vez en cuando, aunque me afectan bastante. - contesté mientras soltaba el humo lentamente.

  • A todas os suele afectar bastante, te lo digo por experiencia.

  • Te has follado a otras después de mi? - le pregunté con interés.

  • Te diré la verdad. Ayer quedé con una chica, me la chupó, pero no me dejó satisfecho. Y esta noche me ha entrado alguna, pero a mi me gustas tú.

  • Pero conmigo no puede ser. - dije mientras le pasaba el porro.

  • Eso no es verdad.

Héctor le dio otra calada y me besó, soltando el humo en mi boca. Me separé de él y solté el humo.

Nos quedamos callados y entonces me pidió que me diera la vuelta. Me quedé con las piernas abiertas alrededor de el sentada en su paquete, que ya lo notaba abultado.

En ese momento algo se accionó entre nosotros, y empezamos a besarnos apasionadamente, nos mordíamos, nos besábamos el cuello, me acariciaba los pechos… Estaba tan cachonda que hasta me sentía algo mareada, era incapaz de controlarme, no quería que dejara de besarme.

  • Apártate el tanga. - me ordenó en un suspiro.

Tarde un momento en darme cuenta que lo quería hacer ahí mismo, en esa misma postura.

  • Héctor, nos puede ver alguien y…

  • Acaso te importa? Apártatelo.

Lo hice, y noté como intentaba penetrarme. Me levante un poco para ayudarle y me la metí yo. Cuando Héctor notó la punta dentro, me sujetó por la cintura y me la metió entera, haciendo que yo soltara un gemido.

  • Cuanto más gimas, más probabilidades tendrás de que nos vean. - dijo sonriéndome.

Era imposible no gemir con lo cachonda que estaba, así que Héctor me tapó la boca mientras yo botaba encima suyo.

  • No te imaginas las ganas que tenía de sentirte dentro. Además, sin condón, se siente mucho mejor…

Mierda. No me había dado cuenta del condón. Y si me pegaba algo? Él estaba con demasiadas chicas. Tuve un momento de lucidez y me levanté.

  • Que haces?

  • No podíamos hacerlo sin condón

  • Si tomas la píldora.

  • Y quien me asegura a mi que no me pegas nada?

Me arrepiento de haberle dicho eso. Se levantó y se fue al coche. Yo le seguí y me metí en él. Me miro fijamente y luego me agarró del cuello.

  • Escúchame bien Lucía. A mi nadie me deja a medias después de haberme estado zorreando toda la noche, entiendes?  Y te aseguro que no me vas a decir que no.

Me levantó el vestido y, apartándome el tanga, me metió dos dedos. Comenzó a moverlos mientras me pellizcaba los pezones y me besaba.  Estaba a punto de correrme cuando me sacó los dedos.

  • Sigue, por favor. - le dije casi desesperada.

Entonces me di cuenta, me tenía donde él quería.

  • Si me haces una buena mamada lo mismo me lo pienso.

No me lo pensé y me lancé a su paquete. La sujeté y le di un pequeño lametón. Luego empecé a metérmela en la boca, despacio, solo la punta. Jugueteé un poco con la lengua  y luego le escupí para lubricarla. Entonces me la metí en la boca todo lo que pude, tan solo me faltaban un par de centímetros y entonces Héctor me sujetó del pelo y me forzó hasta llegar al fondo. Me dio una arcada y me la saqué para coger aire. A partir de ahí él comenzó a marcar el ritmo, dejándome solo un poco de tiempo para coger aire. Poco a poco me iba acostumbrando y cada vez tenía menos arcadas. Después de unos minutos Héctor aceleró el ritmo y repente me la sacó y acercándose a mi, me dijo:

  • Espero que te lo tragues todo.

Me volvió a coger del pelo y me la tragué hasta el fondo mientras notaba como se corría en mi garganta. Cuando acabó la sacó y reprimiendo una arcada, me lo tragué. No era la primera vez que lo hacía, pero no  me gustaba hacerlo y rara vez me lo tragaba.

  • Pues es verdad que aguantas bien que te follen la boca. - dijo Héctor mientras se colocaba la ropa.

Yo le miré, y debió entender lo que le pedía, porque me dijo:

  • Déjame descansar, todavía queda mucha noche, no te preocupes que después de que yo te folle hoy no te acordarás de tu novio.

Lo cierto es que no me acordaba de él hasta que lo nombró. Y ahora que iba a hacer? Dependía totalmente de él.

CONTINUARÁ.