Atado y sometido a sus deseos
Sus órdenes eran que la esperara esposado a la cama y con un antifaz para que ella pudiese disfrutar como quisiera con mi cuerpo.
Era sábado por la tarde, me encontraba esposado en la cama y con un antifaz, desnudo de cintura para arriba. Llevaba así toda una hora que se estaba haciendo eterna. Un bulto crecía en mi pantalón, anteponiéndose a lo que más tarde llegaría. Ella me había había mandado un mensaje con la orden de que esperara así su llegada.
Después de lo que para mí fue una eternidad, la puerta se abrió. Escuché los pasos de sus tacones acercarse hacia mí y luego su cálido aliento aproximándose a mis labios para darme un suave beso.Se subió encima de mí juntando nuestras caderas y sus labios bajaron hasta mi cuello. Luego por mi pecho y mientras continuaba con su descenso me iba quitando la ropa que me quedaba.
Llevaba una semana sin permiso para poder masturbarme. Mientras continuaba en su descenso por mi tripa, cogió firmemente mi miembro, comprobando su dureza. Su boca continuo su descanso hasta besar y lamer suavemente mi sexo y más tarde fue descendiendo poco a poco, introduciendo todo en su calida boca.
La tenía completamente en su boca pero no hacía ningún movimiento. Por la excitación empecé a mover suavemente mi cadera buscando obtener placer. Los movimientos eran muy restringidos al seguir esposado y conforme iba acelerando en mis movimientos, ella se iba apartando, hasta que simplemente por mucho esfuerzo que hiciese, sólo llegaba a rozar sus labios.
Empezó a desnudarse encima de mí, para luego ir pasando partes de su cuerpo por mi boca. Primero sus labios, su oreja, su cuello, y más tarde fue pasando los pezones por mis labios. Volvió a descender hasta colocarse entre mis piernas y sin ninguna suavidad empezó a hacerme sexo oral. Jugando, ahora pasando simplemente la lengua, después introduciendo solo la punta y variando el ritmo cuando veía que me excitación aumentaba demasiado.
-Esclavo, avisame cuando estés a punto de correrte en mi boca.
En ese momento siguió fuerte con sus movimiento.
-Voy a terminar.
Ella paró de repente, dejándome al borde del orgasmo y moviendome buscando el roce de su cuerpo para obtener placer.
-Ahora te toca a ti.
Aún esposado y con los ojos vendados, busqué con mi lengua aquel orificio de placer. Pasé mi lengua por sus labios, empecé suave para luego ir aumentando el ritmo y escuchaba como gemia mientras con una mano acariciaba mi pelo. Cuando creyó conveniente, me volvió a tumbar en la cama y se fue sentando sobre mi polla, hasta tenerla completament dentro. Mientras se movía encima de mí, empezó a besarme de forma salvaje y susurrandome al oído.
-Tienes prohibido correrte antes de que yo te dé permiso. Y no quiero que me lo pidas, cuando yo crea conveniente te dejaré.
Entonces fue aumentando el ritmo, chocando nuestras caderas y al poco rato, después de toda la semana aguantando, estaba al borde del orgasmo. Ella no paraba y seguía gimiendo mientras mi polla entraba y salia de su interior. No podía aguantar esos movimientos y finalmente me corrí dentro de ella sin permiso.
-Eres muy desobediente, parece que hará falta enseñarte más disciplina. Haz que se te vuelva a poner dura y te dejaré hacer algo que sé que te gustaría. Te voy a dejar que me folles a cuatro patas, pero no podrás tener más orgasmos por hoy. Me follaras fuerte y al ritmo que tú quieras hasta que yo alcance el orgasmo, luego pararás y no podrás correrte hasta la próxima vez que nos veamos. A ver si así aprendes a obedecer.