Atado si lo estaba...
Sexo en club de intercambios
ATADO SI LO ESTABA...
"Cuando una mujer está enamorada olvida todo lo demás."
Koch
, Paul H.
El insignificante hombre de la gorra no había semana que no se gastaba algo jugando a las quinielas. Con ello ya llevaba más de treinta años. Durante todo este tiempo un par de veces cobro algo, más bien poco, pero él seguía y seguía. Por donde vivía los más inteligentes repetían continuamente aquello de, el que la sigue la consigue, y él a estos más listos los tenía en cuenta. Ellos sabían mucho y el insignificante hombre de la gorra más bien poco. Cuándo que ellos hablaban él siempre estaba pendiente de lo que decía y después a solo su casa rememoramos cada palabra que ellos pronunciaron. Quizá de nueve los escuchados su vida no hubiese cambiado cómo cambió. Su difunta madre siempre le recomiendo no escuchar a los tontos.
Según ella, ya en el cielo, de los tontos solo oiría tonterías. Algo de Razón si la tenía.
Cuando los más listos del país repitieron una y mil veces que todo quedaría atado y bien atado en escuchando a estos más listos en seguida supo que más que ataduras eran soldaduras. A su manera el hombre insuficiente de la gorra iba por delante de muchos. Pero discreto como era nunca nadie supo qué pensaba.
Cuando los amos de la nación desempolvaron la mítica cifra 155 y mandaron a sus empleados uniformados a repartir caña allá dónde estaban los cabezotas catalanes.
Él ya sabía que aquello era un recordatorio para las nuevas generaciones que no sabía nada de los otros envíos que hicieron antes en cantidad de ocasiones o más bien desde siempre. Pero el insuficiente hombre de la gorra se guardaba y mucho de abrir el pico. Él se repetía una y otra vez lo que también le dijo su madre antes de morir, que de no hablar nadie se arrepintió jamás. Aquella pobre mujer sabía más de lo que parecía. Quizá de haber encontrado una mujer como ella se hubiese casado, pero no tuvo suerte.
Ahora ya con cincuenta y dos años subida se reducía a hacer la pequeña apuesta en la quiniela tomarse un vaso de bermuda de garrafa es seguir los resultados del fútbol por la radio. El dos otras veces al mes con su pequeña motocicleta y el mercado llevando lo que cultivaba. Salados con la motocicleta se iba de viaje sin que nadie supiese adónde. Cuando volvía yana madrugada del domingo se acostaba hasta la hora de los partidos. Entonces sí que empezaba su larga tarde. Más de una vez inervando al árbitro de turno por romperle la quiniela incluso un día y en voz en grito le dijo hijo del pito.
En sus misteriosos viajes que todos se preguntaban a dónde podría ir a que el insignificante hombre de la gorra para volver tantas horas después nadie podía imaginar cuál eran ni su destino ni lo que le apasionaba. Este de haberlo dicho todos lo hubieran tomado por un tarado. Pero él tenía claro cómo pueblerinos a aquellos todo
el
iba por la boca.
Aquel sábado de final de agosto el insuficiente hombre de la gorra a las ocho y media de la mañana ponía en el portaequipajes de la motocicleta una bolsa con una camiseta y un pantalón casi nuevo y unos zapatos bien lustrados y como otras veces hacía se lanzó a la carretera. Por delante solo de ida tenía casi 200 kilómetros cómo la motocicleta era de baja cilindrada él sabía que necesitaría cinco horas como mínimo, pero esto a él no le preocupaba peor hubiese sido el ir con bicicleta.
Lo de hacer estos viajes a la capital fue debido a que un día la peluquería donde iba o yo cómo dos clientes hablaban de unos clubs de haya que según dijeron se intercambiaban a sus mujeres como si fuesen novelas. Cómo allí solo había ido uno de los dos y el otro tenía el que contaba aquella historia me dijo incluso la Calle y el número del inmueble en donde hacía estos intercambias. Yo dirección a este se le quedó grabada en la mente. Como el que contaba aquello solo de hacerlo también gozaba el insuficiente hombre de la gorra se propuso hacer una escapada hasta allí. Este cuando quería siempre había ido a los clubs de carretera. Pero aquello no le satisfacía. Con aquellas señoras no gozaba. Aquello era tan comercial que daba asco. Cuando supo lo del club de intercambios de parejas y qué el que lo explicaba en varias ocasiones se tiró a alguna ama de casa delante del marido aquello los revolucionó. Aquello tenía que ser bueno. Muy bueno. A que ser la hostia. Y para ponerlo más en ascuas fue cuando dijo que una vez se había tirado a una presentadora de la televisión muy conocida.
Cuando este llegó a la ciudad solamente hacía 8 días que los amos de la nación habían mandado a sus eficaces Informados a repartir toda la leña necesaria. Por las calles aún se notaban los estropicios. Pequeños grupos de ciudadanos llevaban la bandera de allá como si fuese un tanque que los defendiese. A los dueños de la nación les decían todo un repertorio de frases tan bonitas como las calderas del infierno. Se les notaba con muy mala leche. Muchos se recordaban su origen y el origen de sus predecesores, que daba más que gusto. Sé comentaba que muchos críos pequeños que lo vieron en directo sufrieron y mucho con aquel reparto de leña cuando en casa se portaban mal los padres en vez de decirles que venía el hombre del saco, les decían que venían los de la leña. Los críos horrorizados se hacían pipí encima. En muchos casos detrás de las puertas pusieron pilas de sacos llenos de arena. Los más creyentes imploraron a la Virgen Negra. Incl
uso se mandó al vaticano un misterioso enviado con información y fotos de primera mano de lo que hicieron los mesetarios y sus peones de fuentes no oficiales se supo que el padre santo aquella noche la pasó rezando y sin cenar pidiendo al cielo que dejaste sin postre aquellos feroces repartidores leñeros.
Después de aparcar la motocicleta ya atarla bien atada al tronco de un árbol, el insuficiente hombre de la gorra se acercó a un bar y en el
WC
se cambió la ropa. Después este llamó un taxi para que lo llevase algún sitio para alquilar a una señora el taxista en seguida supo lo que
este
se proponía. Aquello no debía ser el primero en hacerlo. Tan pronto como la encontró ya encima de otro taxi se fue para el famoso club.
A
aquella hora pocas parejas
había
en el aire aún flotaba el olor a la limpieza. Tanto el insuficiente hombre de la gorra y la dama que lo acompañaba ya desnudos se sentaron en un sofá. Quién primero llamó la atención fue el insuficiente hombre de la gorra, pero ahora ya sin ella. Este al hacer más bien de poca estatura y tener bello por todo el cuerpo si atrajo las miradas de las damas de allí. Pero lo que más llamó la atención fue que tenía una polla como un boniato de grande, todo y estando aún de reposo. La dama que se le acercó le dijo que hombre peludo gustar mucho. Aquella
superbia
señora se le notaba que era alemana.
Cuando
ambos cambiaron de sofá ella le dijo que lo hombre mayor que estaba en el sofá de al lado era su marido y que a
este
le gustaba ver cómo se la tiraban otros hombres.
A
veces mirando aún poner tiesa pero más bien pocos. -Le dijo ella.
Partido de ella nos saludó con la mano. Elena estaba interesado por lo que allí sucediese. La Dama para que aquel nuevo galán perdiese la vergüenza y sin ningún pudor se puso la polla de este en su boca. Aquella solo uno segundos tardó en estar más
iniesta
que la torre
Eiffel
. Mientras con sus manos acariciaba
su voluminoso
culo como si fuese una niña en noche de reyes acariciando un osito. Un osito bien peludo, claro.
Cuando
aquello estuvo
a punto
ella se posicionó y le puso dentro de su húmero chocho aquella maza de mortero. El
insuficiente hombre
sin la gorra solo tuvo que poner sus manos en aquel voluminoso culo para que empujándolo subiese bajas encima de su príapo. El marido de ella lo miraba entusiasmado. Nunca había visto a su rubia mujer poner su culo en aquella posición y con un trabuco como aquel. Lo que más le hacía gozar era al ver la cantidad de vello negrísimo que cubría su cuerpo.
El hombre
insuficiente
sin gorra ya no recordaba cuándo fue la última vez que gozo tanto. Aquel Inmenso Culo era lo más bello que había tenido en sus manos. Este no pudo ganar más y se lo lleno mientras celo palmeaba con fuerza. El viejo Marido cosa que hacía tiempo que no le pasabas se le puso
iniesta
cómo la pata de una mesa. Ella al verlo se le acercó para chupársela mientras a su galán le indicó que le entrase por el culo. De entrarle si le entró, pero no pudo contener un grito que lo oyeron por toda la sala. Las miradas de los allí presentes todas se volvieron Hacia el sofá donde la dama la mamaba a aquel viejo marido y era
enculada
por aquel oso peludo. La escena era para grabarla y recordarla. Cuando el viejo marido llegó al orgasmo en la boca de ella, aquel hermoso y exuberante culo recibió todo el contenido del voluminoso príapo de aquel oso peludo. Poco después y muy educadamente el viejo marido y su hermosa alemana se despidieron. Pero el insignificante hombre sin la gorra continuó allí sentado. Aún se sentía como potencia para cabalgar a otra de aquellas calientes hembras.
A
la
putita
que se trajo con él le estaba cabalgando un gorila que debía pesar más des cien kilos. Esta al hacer de la profesión y como se ahogaba debajo, Invirtió suposición quedándose encima de
él
continuando moviendo su culo al ritmo de los tambores africanos.
Cuando
el insuficiente hombre sin Gorra se recuperó un poco se fue para el bar y se tomó un vaso lleno de vermut a solas. Sin cubitos ni soda. Después llamas entonado se acercó a una dama algo pasada de peso y que nadie se había fijado quizá por eso. Pero nuestro hombre
aquello
sí le gustaba. En su pensamiento continuaba viviendo una antepasada suya de buen ver y también sobrada de kilos qué la noche de San Lorenzo esta celo tiro dentro de un campo. Cómo una tortilla aquella le dio vuelta y vuelta. Entonces nuestro personaje tenía diecinueve años y ella treinta y nueve. Pero en los brazos de ella gozó lo imaginable. Si sus pechos eran como los de una cabra preñada su culo era tan inmenso que este tuvo que estar horas para acabarlo. Besando no podía haber otra como ella. Con su lengua dentro de la boca de aquel jovencito le incendió el alma cómo si en ella hubiese gasolina.
La dama pasada de peso no daba crédito a que aquel oso peludo la buscase a ella. Apasionada lo besó en la boca con más pasión que las procesiones en Semana Santa. Cuando ella se dio cuenta de la enorme polla qué le colgaba se sintió la mujer
más
feliz del planeta. Con el oso peludo volcó todo el amor que llevaba. Lo de que ella le pertenecía se lo repitió cantidad de veces mientras esté le castigaba el culo con su maza de mortero. Ella en verdad vida de lujuria le decía que quería ser de este y que él fuese para ella. Sí
él
anotaba enamoradísima de aquel galán peludo como un oso de las montañas.
Cuando
ya nuestro hombre le había dado por todas sus cuevas y Llegada la despedida ella le dijo que se la llevase con
él
a donde fuese. Seré tu esclava - le repetía amorosamente.
Cuando
nuestro hombre le dijo que era pobre y vivía en provincias ella le contestó riendo que con ella el dinero no le haría falta. Cuándo es tele dijo que había hecho
200 km
con una scooter pequeña para llegar allí está otra vez riendo a carcajadas,
le dijo que la pequeña moto la dejase donde estaba y que para allá se irían con su coche. Algo que nuestro hombre no se le hubiese ocurrido aún que se hubiese bebido dos botellas de
vermut
, ahora sin pensarlo le dijo que
sí
. Aquella Dama además de unos Kilos de más tenía algo que sin haberlo soñado le llenaba.
Quizá
ya fuese hora de dejar de hacer quinielas, llevar género al mercado
y
putear por
aquellos clubes
de carretera que para pegar un polvo le decía que le daban quince minutos como si fuesen parquímetros.
- Esta noche si te parece bien dormiremos en mi clase mañana no seremos para allá. - Le dijo la Gozosa Dama.
Al llegar a casa de ella, que más bien era un palacete, y en la cama ver sábanas de seda a nuestro hombre le dio la impresión de vivir el cuento de las mil y una noches. Después de volver a cabalgar la otra vez la dama se durmió azulado y con sus manos acariciando a que el velloso cuerpo. La Scooter Quedase amarrada con un Futuro incierto.
A la mañana siguiente ya encima de un BMW de última generación ambos se dirigieron al sur de la provincia.
FINE