Atada (capitulo 8 sonia)
Reaparece Sonia, la ex de Cristian, dispuesta a recuperarle. ¿Se rendirá él a sus encantos?
Este relato es parte de una serie que empieza en este capitulo: http://www.todorelatos.com/relato/111056/ y sigue en los siguientes: http://www.todorelatos.com/relato/111134/, http://www.todorelatos.com/relato/111215/, http://www.todorelatos.com/relato/111354/, http://www.todorelatos.com/relato/111520/, http://www.todorelatos.com/relato/113295/, http://www.todorelatos.com/relato/113871/
Llamé a la puerta del despacho /de Cristian y oí que me dijo que pasara. Al
verme completamente vestida me preguntó:
¿Vas a salir?
Sí, tengo que ir a comprar algunas cosas le dije vuelvo en media
hora o tres cuarto.
Bien, hasta luego, princesa.
Hasta luego.
Salí y fui hasta a la tienda a comprar algunas cosas que me hacian falta para
la comida. Al volver y tras abrir la puerta oí una voz femenina en el salón.
- Ya estoy en casa dije tras cerrar la puerta. Y entré en el salón, donde
la escena que veo me dejó un poco impactada.
En medio de la sala estaba Sonia, completamente desnuda y arrodillada frente a Cristian, que se había levantado y le decía:
- Sal de aquí de una puñetera vez, ya te he dicho que lo nuestro terminó
hace mucho tiempo.
- No, no hasta que me hagas tuya, me da igual si tienes otra sumisa,
puedo compartirte, señor.
- Tu estás loca le dijo Cristian y la cogió del brazo levantándola.
Luego cogió la ropa que estaba a sus pies y se la dió diciéndole:
- Vístete y sal de mi casa ya. Ya te he dicho que he encontrado a la mujer
que me hace feliz y que ya no puede haber nadie más para mí que ella.
Sonia no reaccionaba, así que Cristian la llevó en volandas hasta la puerta, la
abrió y la dejó fuera en la escalera desnuda y con su ropa entre sus brazos.
- Maldita y cabezona mujer exclamó cerrando la puerta, luego me miró
con pesar lo siento, preciosa.
No pasa nada le respondí.
Le dejé pasar porque dijo que quería hablar conmigo, no sé, fui un
estupido, lo siento.
No te preocupes le dije acercándome a él y abrazándolo Te quiero.
Te quiero y quiero que seas mi mujer, en cuanto tengas el divorcio nos
casamos, no quiero esperar más que eso.
Nos besamos apasionadamente y cuando nos separamos me dijo:
- Uf, esa mujer me ha puesto demasiado furioso, necesito desahogarme.
El brillo del deseo llameaba en sus ojos. Y me empujó contra la pared, me besó
apasionadamente y empezó a acariciarme, con sus piernas trataba de
inmovilizarme contra la pared, desabrochó mi blusa, luego me quitó el
sujetador y cogiendo mis brazos los puso por encima de mi cabeza y me ató
las muñecas con el sujetador. De nuevo estaba a su merced. Me subió la falda y metió su mano entre mis bragas acariciando mi clítoris y haciéndome gemir.
¡Oh Cristian!
Te voy a follar dijo excitado dándome la vuelta y poniéndome de
espalda a él.
Me bajó las braguitas de un tirón y oí como se bajaba la cremallera del
pantalón, luego me cogió por la cintura haciéndome sacar el culo hacia él, estaba ya excitada pero Cristian estaba como enloquecido y sin más preámbulo me penetró. Sentí como mi vagina se contraía al recibirle y gemí, luego Cristian empezó a empujar, gimiendo en mi oído como si sólo existiera ese momento y nada más, nuestros cuerpos unidos, dándose placer. Sentía su polla dentro y fuera, dentro y fuera, cada vez más rápido y mi placer aumentaba a la vez que su verga se hinchaba dentro de mí, sus gemidos sonaban muy instintivos y en pocos segundos, ambos explotamos en un maravilloso orgasmo que nos hizo estremecer al unísono y nos dejamos caer al suelo.
- ¡Oh, ha sido maravilloso! Vamos, ponte ese delantal que tanto me gusta
y hazme la comida, me muero de hambre me dijo Cristian.
¡Ah, y porque no te la haces tú la comida! - lo desafié
Por que tu la haces mejor que yo, y no me contestes o te castigaré,
zorrita mía.
Grrr bromeé gimoteando como una gatita.
¡Ah, por cierto, no te he dicho que he invitado a mis padres a cenar!
¿Quéeee, hoy? Pero sino tengo nada y hoy es nuestro primer día en el
club protesté.
- No, cielo, iremos a cenar fuera y luego al club, lo tengo todo controlado.
No te preocupes.
- Esta bien, supongo que está tarde tendré que ir a la peluquería.
Me levanté y me fui a la habitación para quitarme la ropa.
A las nueve en punto llegamos al restaurante, donde nos esperaban sus
padres. Yo estaba muy nerviosa, cuando ví a una pareja sentada en una de las
mesas, en la que el hombre tenia un gran parecido con Cristian. Nos
acercamos y Cristian me presentó.
Este es mi padre, Antonio, mi madre, Gema y mi hermana Eva.
Mucho gusto dije
El gusto es nuestro chica, que mi hijo no suele presentarnos a sus
novias generalmente, tu eres la primera me dijo su madre.
- Bueno, ¿no sentamos? propuso Cristian tratando de desviar el tema.
Nos sentamos todos y empezamos a hablar, así me enteré que Antonio era
también fisioterapeuta. Y que Eva su hermana estaba estudiando magisterio.
La cena fue muy tranquila y la familia de Cristian, me hizo sentir muy cómoda
con ellos. Sobre todo cuando Cristian anunció que:
Bueno, quería presentaros a Ana, porque me voy a casar con ella les anunció Cristian
¡Oh, hijo que feliz me haces! dijo su madre.
Felicidades chico, bueno felicidades a los dos dijo su padre.
Felicidades hermanito, ¿y para cuando será eso? preguntó su
hermana.
- No tenemos aún la fecha, sobretodo porque Ana primero tiene que
divorciarse.
Me quedé un poco a la expectativa en ese momento, pero aún así se lo
tomaron como algo normal.
Cuando no despedimos de ellos me pregunté a mi misma, si mi familia
acogería a Cristian de la misma manera.
De camino al club, no hacía más que pensar en lo bien que me habían acogido
los padres de Cristian, y pensaba en que los míos quizás no fueran tan
comprensivos. Temía el momento de tener que enfrentarme a ellos y decirles
que había dejado a Max para estar con Cristian.
- ¿Te pasa algo, querida? me preguntó Cristian al verme tan pensativa -
¿No te han caído bien mis padres? .
- ¡Oh, no Cristian! Todo lo contrario, tus padres han sido muy amables,
me han hecho sentir muy cómoda. Es que estaba pensando en los míos
y en que quizás ellos no sean tan amables.
- No te preocupes por eso, cielo. ¿Qué tal si cambiamos de tema? Tengo
que contarte algunas de las cosas que haremos esta noche.
- Vale.
Así el resto del viaje estuvimos hablando de lo que íbamos a hacer, la ropa que
me iba a poner ya que ahora seriamos parte del staff del local y los puños que
llevaría esta vez que eran un poco distintos a los de la noche anterior.
Al llegar, como la vez anterior, nos recibió Mario.
Hola chicos.
Hola señor lo saludé.
Cristian que llevaba los papeles que me había dado el día anterior se los dio,
ya que ya estaban rellenados y firmados. Luego Mario nos dio la ropa diciendo:
- Esta es la ropa que tenéis que llevar. Una camiseta y un tejano para ti
Cristian, y un top y una minifalda tipo colegiala para ti Ana.
Gracias respondimos ambos al unísono
Podéis cambiaros ahí nos señaló una puerta junto a su silla - Dentro
de la bolsa también están los puños que deberá usar Ana ahora le
indicó a Cristian.
- Bien.
Nos metimos en la habitación que nos había indicado y nos pusimos la ropa.
Yo, además, me quité las braguitas. Cristian me miraba con deseo y cuando
terminamos de vestirnos, me atrajo hacía él, me abrazó y luego me besó
apretando mi culo con las manos. Al separarnos dijo:
- ¡Uhm, cuando te coja...!
Nos separamos por completo y salimos de la habitación para entrar en el pub.
Como era temprano no había mucha gente aún. Y en cuanto nos vio, Pablo se
acercó a nosotros.
Hola chicos, os sientan muy bien las ropas de trabajo.
Gracias respondió Cristian.
Ya lo tengo todo preparado, venid conmigo que os lo enseño nos dijo
indicándonos la puerta donde estaban las habitaciones de las escenas
Hoy seréis los primeros en actuar yo seré el que describa la escena a
mis alumnos.
Muy bien, casi mejor así dijo Cristian.
Sí, pensé que puesto que Ana es nueva en todo esto, es mejor así.
Gracias amigo.
Nos dirigíamos a la primera de las habitaciones, y entramos en ella. En medio
había un potro de Berkley, luego una cuerda sujetada con postes, que separaba la escena de una especie de patio de butacas, en el que había unas cuantas sillas.
Esto fue lo que me pediste ¿verdad? preguntó Pablo.
Perfecto dijo Cristian ¿y los consoladores?
Están en aquella mesa.
Bien, cuando tu digas empezamos.
Pues id preparándoos, en media hora empezaremos. Los alumnos ya
deben estar llegando.
- Bien. Gracias Dijo Cristian.
Pablo salió de la habitación y Cristian se acercó a mí.
- ¿Estas segura de que quieres hacerlo? me preguntó Recuerda que
estarás expuesta a cualquiera que quiera verte.
Lo sé, Señor, pero sí, quiero hacerlo.
Esta bien. Cuando llegue Pablo con sus alumnos, te colocarás en el
potro y te ataré, quítate el top. Luego empezaremos con los
consoladores ¿vale?
- Sí, señor respondí, quitándome el top y dejando mis senos
completamente desnudos. Suspiré profundamente.
¿Estás nerviosa?
Sí
Cristian se acercó a mí, me abrazó de nuevo y me beso apasionadamente
tratando de calmar mis nervios. Luego me mantuvo abrazada diciéndome:
- Yo estoy aquí contigo, siempre pendiente de ti, lo sabes. Y sabes que no
haré nada que tu no quieras.
- Sí, lo sé.
Luego Cristian se apartó de mí y se acercó a la mesa donde estaban los
Consoladores, controlando que todo estuviera bien. Junto a los consoladores,
pude ver que había varias botellas de agua y un par de vasos. Miré el reloj, ya
solo faltaban cinco minutos, así que suspiré profundamente y traté de
tranquilizarme, aunque me era difícil.
Un par de minutos antes de que todo empezará entró Ángela en la habitación y
nos avisó:
- Pablo ya viene hacía aquí con los alumnos. Yo me quedaré junto a la
puerta del baño y cualquier cosa que necesitéis solo debéis decírmelo.
Sí, gracias Ángela le dijo Cristian.
Pablo me ha dado esta carta para ti, no tiene remite, estaba junto el
correo que llegó hoy.
Gracias, que raro ¿no? dijo Cristian.
Sí.
Cristian abrió la carta y la leyó, luego me la pasó:
Vas a ser mío tarde o temprano.
Sonia le dije.
Sí, no se da por vencida, tendré que hablar seriamente con ella.
En ese momento Pablo entró en la habitación:
¿Estáis listos? Los alumnos ya están aquí.
Sí, estamos listos dijo Cristian apretándome la mano para
tranquilizarme.
Dejé la carta en la mesa y me dirigí al potro quedándome de pie junto a él. Los
alumnos, unos 10 ó 12, se sentaron en las sillas. Pablo se quedó frente a ellos,
a un lado, y empezó a explicar, mientras Cristian y yo empezábamos con la
coreografía que habíamos diseñado. Me coloqué en el banco y Cristian me
inmovilizó con los grilletes que había de pies y manos. Empezaba a sentirme
excitada. Cristian me subió la falda hasta la cintura, dejando al descubierto mi
culo y mi sexo. Luego acarició mi culo y pasó sus dedos suavemente por mi
sexo. Gemí ante aquel leve toque. Cristian se acercó a la mesa, y al volver
junto a mí, sentí que ponía en marcha uno de los consoladores. Luego empezó
a pasarlo por mi sexo, haciéndome estremecer. Mi sexo estaba cada vez más
húmedo y excitado. Finalmente me penetró con el consolador y un sonoro:
- ¡Oh! salió de mi garganta.
Cristian empezó a mover el vibrador y el placer me hizo estremecerme, Cristian
se agachó a mi lado y acercando su boca a mi oído me preguntó:
¿Te gusta?
Siii gimoteé sintiendo como el vibrador entraba y salía de mí sin parar.
Estaba a mil y el saber que había gente observando como mi placer
crecía me hacia excitarme aún más.
Repentinamente Cristian sacó el vibrador de mí y volvió a la mesa. Al volver
sentí que esta vez, trataba de introducirme uno en mi húmeda vagina y el otro
en el culo. Mi cuerpo se convulsionó al sentir ambos consoladores, sobre todo
cuando los puso ambos en marcha y empecé a gemir excitada. La vibración me
estaba matando y sentía como el placer se extendía por todo mi sexo.
- ¡Oh, señor, me voy a correr! avisé a Cristian.
Por lo que detuvo la vibración de ambos aparatos y los sacó, y entonces
agachándose de nuevo me preguntó, aunque esta vez en voz alta para que le
oyeran los demás también:
¿Quieres que te folle?
Sí, señor respondí.
¿Aquí, delante de toda esta gente?
Sí, señor respondí ciega de deseo, mientras Cristian paseaba sus
dedos por todo mi sexo, tratando de que la excitación se mantuviera.
- Bien aceptó. Y se puso tras de mí.
Oí como se bajaba la cremallera del tejano y al poco sentí su sexo empujando
para entrar en mí. Lo hizo despacio, tratando de que ambos saboreáramos ese
momento, y luego recostándose sobre mí, empezó a arremeter. Cerré los ojos
y me dejé hacer sin importarme que hubiera gente observándonos, sólo quería
sentirle, llegar al orgasmo y liberarme. Cristian siguió empujando cada vez más
fuerte hasta que alcancé el clímax gritando como una posesa y entonces sentí
que él también se corría dentro de mí. Cuando ambos terminamos sonaron los
aplausos, lo que me despertó de mi letargo. Cristian me besó en la mejilla y se
levantó. Me desató y me llevó hasta la parte más alejada de la puerta,
estrechándome entre sus brazos y quedándonos sentados durante unos
minutos allí. Tanto Pablo como los alumnos abandonaron la habitación y Ángela llenó un par de vasos de agua y nos los acercó antes de dejar también la habitación.
¡Oh te quiero, ha sido maravilloso pequeña!
Para mi también lo ha sido.
Bien, anda ve al baño y dúchate, luego lo haré yo, mientras iré a buscar
a Sonia.
- Vale.
Me duché y volví a vestirme con el uniforme, cuando ya había terminado entró
Cristian en el baño.
¿Has encontrado a Sonia?
No, Pablo me ha dicho que hoy no ha venido, que ha llamado diciendo
que no se encontraba bien. En fin, quizás mañana...
Sí. Anda dúchate.
¡Uhm no sé! dijo acercándose a mí y estrechándome por la cintura
Hoy te has portado muy bien, quizás tenga que darte algún premio
dijo, apretando mi culo con sus manos.
¿Qué tipo de premio? le pregunté con voz seductora.
No lo sé, tendré que pensarlo. Anda, porque no sales a hacer un poco
de vida social mientras yo me ducho.
Bien, te espero en el pub.
Si.
Salí de la habitación y me dirigí al pub, allí estaban Pablo y Ángela junto a la
barra.
Habéis estado muy bien, sobre todo tú, te felicito me dijo Pablo.
Gracias, estaba muy nerviosa antes de empezar.
Lo sé, pero has superado los nervios muy bien. ¿Y Cristian, te ha dejado
sola? me preguntó Pablo.
Es que se está duchando, me ha pedido que le esperara aquí.
Bien. ¿Quieres tomar algo? me ofreció.
Una coca-cola.
Pablo llamó a Juan y le hizo un pedido mientras Ángela me preguntaba:
¿Cuánto hace que os conocéis tú y Cristian?
Hace tres meses.
Pues parece que os conozcáis de toda la vida, os lleváis muy bien.
Si, desde el principio hemos tenido muy buena conexión.
Me alegro, además se ve que Cristian está muy enamorado de ti, nunca
antes le había visto así con otra.
Me sentí feliz al oír aquellas palabras y sonreí sin saber que más decir, miré el
reloj, y me di cuenta que había pasado ya más de 20 minutos y que era raro en
Cristian que estuviera más de 15 minutos en la ducha. Pablo también miró el
reloj y dijo:
- Está tardando mucho, ¿verdad? Cristian no suele tardar tanto en tomar
una ducha.
No respondí.
¿Quieres que vayamos a ver si le ha pasado algo? me propuso Pablo
Si, por favor.
Bien, vamos.
Pablo me tomó por la cintura y acompañados por Ángela, nos dirigimos a la
habitación, al entrar todo estaba más o menos como lo habíamos dejado,
excepto que junto a la nota de Sonia que habíamos dejado en la mesita había
otra, así que la cogí mientras Pablo entraba en el baño:
- Cristian, Cristian lo llamó, pero evidentemente no contestó.
Yo abrí la nota y la leí: Ahora es mío
Pablo salió del baño diciéndome:
Él no está pero su ropa sí.
Ya, creo que Sonia se lo ha llevado.
¡¿Qué?! Esa tía está loca apostilló Pablo cogiendo la nota.
¡Oh Dios, se lo ha llevado... desnudo!
Sí, probablemente no haya salido de aquí.
Pablo cogió su móvil y llamó a alguien:
- Pedro, Sonia ha hecho una de las suyas y tiene a Cristian, diles a todos
tus chicos, que tenemos que buscarles, probablemente no hayan salido
del edificio.
Colgó, y yo presa de los nervios empecé a llorar.
- Tranquila, Ana, lo encontraremos, no te preocupes.
Mi cabeza empezó a dar vueltas, a pensar en las cosas que Sonia siendo
policía y con una pistola en la mano podría, hacerle a Cristian.
- No puedo estar tranquila. Esa mujer es policía y probablemente tenga
una pistola.
- Sí, pero no olvides que yo también lo soy y soy consciente de eso y
además la conozco muy bien. Vamos.
Salimos de la habitación y empezamos a buscar. No parecía estar en ninguna
de las habitaciones en las que miramos, ni siquiera en la que era de Cristian,
pero de repente Pablo recordó:
- Creo que ya sé donde pueden estar, en la mazmorra.
Empezamos a correr hacia allí detrás de Pablo. Bajamos hasta el sótano y ya
allí, empezamos a oír ruido. Había una puerta y tras ella se oían pasos y
alguien que gimoteaba. Pablo empujó la puerta y tras entrar vimos a Cristian
completamente desnudo atado a una cruz de San Andrés, llevaba una mordaza
de bola en la boca. Cuando sus ojos se cruzaron con los míos, pareció
suplicarme que no nos moviéramos. Sonia estaba de pie frente a él con una
pistola en la mano apuntándole y nada más entrar nosotros dijo:
- Si dais un paso más lo mato.
Nos quedamos todos paralizados.
Vamos Sonia, esto es una locura y lo sabes le dijo Pablo.
No, Cristian es mío.
Me aterraba ver a Cristian en aquella situación, sobretodo porque veía también,
terror en sus ojos. Sonia no dejaba de apuntarle.
Así no conseguirás nada dijo Pablo tratando de acercarse a ella.
No te acerques o lo mato gritó.
Sonia, sabes que esto no tiene sentido y que en realidad, no quieres
matar a Cristian le dije yo Sé que lo amas, pero ¿te has parado a
pensar que quizás no lo ames tanto como crees? Porque si le amaras de
verdad no estarías haciendo esto había un silencio sepulcral en la
habitación, mientras sólo yo hablaba Dicen que amar significa darle al
otro la libertad suficiente para que se quede contigo. Pero Cristian
decidió que te dejaba, pero tú, tú no le estás dando esa libertad, quizás
por eso, se aleja más de ti me acerqué unos pasos a ella. Sonia
estaba llorando Quizás deberías dejarle ir sin más y quien sabe quizás
en el futuro... Me acerqué un paso más, Sonia parecía más relajada
ahora. Vamos, sabes que si le disparas todo acabará y entonces si
que no será ya tuyo, nada tendrá sentido entonces y.... Sonia soltó la
pistola, que cogí con cuidado, y se echó a llorar como una magdalena.
Pablo se acercó a ella y la estrechó entre sus brazos.
Cristian me miró con alivio, y me acerqué a él para soltarlo. Pablo sacó a Sonia
de la habitación y yo le quité la mordaza a Cristian y lo desaté. Se abrazó a mí
como un niño indefenso.
¡Oh, Dios, pensé que esa loca me mataba!
Ya lo sé, pero ya ha pasado.
Te amo .- me dijo.
Miré a nuestro alrededor y estábamos solo, todos se habían ido.
- Te amo.
Juan entró en ese momento.
Traigo la ropa de Cristian.
Gracias le dije cogiéndola.
Pablo se la ha llevado a su casa y ha llamado a un psiquiatra, creo que
está algo trastornada.
- Si, eso parece.
Cristian se vistió y luego me pidió:
Vámonos a casa.
Sí.
Volvimos a casa, esta vez conduje yo y Cristian permaneció en silencio todo el
trayecto. Al llegar, entramos en casa y le pregunté:
¿Estás bien?
Sí, cielo, no te preocupes, sólo... ha sido un día duro. Vamos a la cama.
Si, vamos.
Nos dirigimos hacia la habitación y Cristian me dijo:
- ¿Qué tal si nos vamos unos días a ver a tus padres?
Mis padres vivían a 500 km de distancia.
- Bueno, pero no sé si es buena idea, ya sabes que no se han tomado
muy bien lo de mi divorcio de Max.
- Lo sé, pero creo que nos irá bien alejarnos de todo esto, y además
quiero pedirles tu mano. Y podemos coger una habitación en algún hotel
cercano, así estaremos más tranquilos.
- Vale.