Astro Rey
En ese momento pensé que importa, nadie lo sabrá.
Como hacia ya un tiempo me preparé para subir a la terraza de mi edificio a tomar sol. Me bañé, me depile hasta quedar totalmente peladita, me puse abundante aceite bronceador, me recogí el pelo, agarré mis cosas y me dirigía al 6to piso.
Al llegar encontré la puerta abierta y solamente pensé que alguien se había olvidado de llavearla.
En la terraza había un pequeño quincho, con un baño y un pasillito donde se guardaban las cosas (sillas, mesas, etc).
Tiré la toalla en la reposera, me puse los lentes y me acosté a disfrutar de aquella hermosa tarde soleada.
Ya hacían como 15 minutos que estaba tirada y escuché silbidos, me saqué los lentes y miré atentamente hacia el baño y no ví nada.
Después de unos segundos volví a escuchar unos silbidos, pero más cerca mío. Entonces si sacarme los anteojos, solo abrí los ojos y miré.
Y ahí estaba, un señor de 65 años apróximadamente. Casi sin pelos, lo poco que le sobraba eran canas. Ojos saltones, barba credida de varios días y una panza cervecera. Tenía un aspecto sucio y de estar muy cansado.
No me moví, me asusté. Pero me quede quieta a observar su actitud. El no se daba cuenta de que yo lo estaba mirando porque como estabamos en la misma dirección y yo con lentes negros, no lo notaba.
Cuando bajé la vista vi como este sucio se tocaba la pija, se acariciaba el bulto, mientras abría la boca y suspiraba. Esp me excitó.
Primero pensé "me bajo de acá corriendo y gritando" aunque no me molestaba la idea de que alguien se este excitando al verme.
Entonces disimuladamente abrí más las piernas y estiré el bikini, moviendome de costados. Para que así este sucio ve mi conchita depilada. Lo seguía mirando, y el muy puerco se quitó la pija de entre el short que llevaba puesto y se la maseajaba con fuerza.
Lentamente bajé una mano hacia mi concha y la empecé a acariciar, ya estaba bastante mojadita. Empecé a moverme y a emitir gemidos, lentos.
El hombre de dirigía a mi, entonces rápidamente me saqué los lentes y le dije disimuladamente:
-Que haces degenerado?
-Que haces vos putita, tocandote. Me respondió.
-Yo puedo hacer lo que quiera, estando en mi casa. Vete de acá, le grité.
-Bueno, me iré. Pero antes tambien harás lo que quieras. Me dijo.
En ese instante se arrodilló y me abrió la piernas, me chupo la concha como nunca nadie lo había hecho.
Sentía esa lengua gruesa, entrar y salir. Mordía mis labios vaginales, me metía un dedo en la concha y como estaba tan lubricada con mis jugos y bronceador no le fue difícil meterme un dedo en el culo.
Me encantaba, no paraba de moverme y de tocarmelos pechos.
Hizo eso apróximadamente 5 minutos, y yo no daba más. Solamente quería que me coja sin parar.
Me senté en la reposera, le bajé por completo el short sucio que llevaba puesto y le chupé la pija como una adolescente.
Lo metía hasta mi garganta, me daba arcadas, escupía sobre ella, le mordía suavemente, le chupaba los huevos. Pasaba su pija enorme entre mis pechos, mientras le hacía todo esto acariciaba su orto con un dedo, hasta que logré meterselo adentro. No sé porque se me ocurrió hacer esto, pero el viejo no objetó entonces seguí.
Vi su cara de desesperación, de "COJEME PUTA". Lentamente me arrodillé sobre la reposera, para quedar en su dirección y le dije: -hazlo ahora.
Me metió la pija lentamente, y cuando iba por la mitad la empujó con tanta fuerza que no pude evitar pegar un grito.
Me agarró del pelo y me bombeó como nunca. Me decía que era su puta, su perra y que le encantaba verme toda aceitada.
Yo gemía sin parar, hasta que me vine, chorreaba un flujo. Olía eso. Me volvía loca.
Sigo puta, sigo, correte, dale puta, grita, te quiero escuchar. Esa eran sus palabras.
Cuando sentí que el viejo se corría saque su pija de mi concha y me lo metí en la boca, el sucio quedaba sin aliento. No podía creer que una chiquilina se estaba tragando todo su semen. Se lo volví a escupir, me lo puse en las tetas y le chupaba la pija frenéticamente.
Mas? Le pregunté.
Y con esas manos ásperas sentí como me volteó y me metió la pija por el culo,yo gritaba de placer y el como si fuese el último polvo de su vida me cogía sin parar.
Lo hizo varias veces, mientras me metía los dedos en la concha y seguía insultándome, no me importaba. Me volvía loca.
Cuando volvió a terminar, le volví a chupar la pija. Unos minutos.
Como toda una señorita, me levanté, agarré mis cosas y tocándole el culo le dije: -si no fuese porque me gustó oirte silbar, no hubiese dejado que me cogieras.