Asombrado

Nunca imaginé lo que presencié aquella tarde y lo que ocurriría aquella noche

Aquella tarde nadie me esperaba de vuelta tan pronto en casa. Cuando llegue oí ruidos que provenían del salón y me acerque hasta allí para ver lo que ocurría. La escena me sorprendió y por un momento me dejo boquiabierto: Mi hermana estaba sentada a horcajadas follándose a uno de los alumnos a los que le daba clases particulares, mientras le hacía una buena mamada al otro que permanecía de pie. Gemía y gritaba como una auténtica perra en celo y cuando se sacaba la polla de la boca, les decía:

-“Folladme, cabrones. Quiero que me penetréis con vuestras pollas por todos mis orificios, hasta que no tengáis fuerza ni para poneros de pie”.

El lenguaje soez que empleaba me excitó tanto que mi polla no tardo en responder. Nunca antes había visto a nadie disfrutar de esa manera y los orgasmos se sucedían en mi hermana uno tras otro. La muy guarra no dejaba de botar, de jadear y de gemir; y pedía con ahínco y desesperación que sus jóvenes alumnos no parasen, pues parecía que la estaban haciendo alcanzar el séptimo cielo. Por mi parte, me lleve la mano a la polla y comencé a masturbarme contemplando tan calenturienta escena y excitándome cada vez más con la aptitud de puta resuelta que había tomado la golfa de mi hermana.

De repente ella dejó de cabalgar a aquél capullo y les dijo:

- Ahora quiero que me hagáis una doble penetración. Espero que aguantéis como hombres y no me dejéis a medias.

Se acercó al chico que permanecía tendido en el sofá con su polla enhiesta y llena de flujos vaginales de las abundantes corridas de mi hermana y sin más, se la introdujo entera en su boca, tanto que si bien no era muy grande, le debió de llegar hasta la campanilla a juzgar por las arcadas que daba. A la vez, con su culo en pompa, había ordenado al otro chaval que le fuese comiendo el culo, de tal modo que éste, mientras mi hermana se la chupaba a su compañero, le iba dilatando poco a poco el ano, comiéndoselo, lubricándolo con su saliva e introduciendo primero un dedo, después dos y por fin el tercero.

-Así cabrón, sigue así…así, ummmmm…estoy muy, muy cachonda, no pares, no pares, hijo de puta… me estás dando tanto placer…ummmmm…que bueno por Dios.

-No te preocupes puta, te vamos a tratar como la zorra que eres y cuando terminemos contigo no podrás sentarte en un par de días.

-Eso ya lo veremos, maricón, a ver si eres tan hombre como para partirme en dos y dejarme como dices…cabronazo.

Aquel diálogo y aquella escena me dejó estupefacto, y si bien por un lado me excitaba, por otro me jodía ver a mi hermana como se comportaba como una puta de bandera y como una verdadera ninfómana, además, experimente unas especie de celos por el festín que se estaban pegando aquel par de hijos de puta. Esta extraña sensación aumentó cuando mi hermana, una vez que el gilipollas del alumno de había lubricado y dilatado el ano lo suficiente, se volvió a incorporar sobre el otro alumno, cuya polla había sido ensalivada a consciencia, y abriendo sus largas y torneadas piernas y sus húmeda almeja, se la introdujo sin ninguna dificultad y emitiendo un profundo gemido, ordenó al otro que le diese por el culo. Él, situó su polla en la entrada y empezó a presionar suavemente, pero no entraba, en esto que mi hermana entre jadeo y jadeo le repicó:

-Gilipollas, no tienes cojones ni a darme por culo. Eres un maricón de mierda .

Y flexionándose ligeramente hacia delante, dejo su culo todo lo abierto que podía para que el cabrón aquél la penetrase de una puta vez. Él se acercó con cierto reparo y mi hermana con gran habilidad, tomó con una de sus manos aquella polla (que dicho sea, era de bastante mayor envergadura que la que le penetraba el coño)  y se la acercó al máximo, de forma que en un movimiento brusco pero certero se la introdujo hasta la mitad, dando un grito desgarrador que hizo que los chavales y yo mismo nos asustásemos.

-Oh Dios mío. Tengo las dos pollas dentro. Sigue hijo de puta, métemela hasta el fondo cabrónnnnn. Dame duro, mas, más….así sigue, no pares, sigue, sigue… aguanta joder…..ohhhhh…. Dios que gusto, me voy a correr…

Los chicos jadeaban mientras que la penetraban rítmicamente, mientras ella se retorcía de dolor y de placer.

-Jodedme, jodedme que estoy a punto de venirme chicos, vamos… unmmmmm…. ummmm…me vais a matar de gusto cabronazos.

El olor a sudor, a sexo se hacía cada vez más presente, el coro de jadeos, gemidos y obscenidades que se oían en el salón era más propio de una peli porno que de un eventual escarceo, aunque no estoy  seguro de que aquello lo fuese, por el carisma que había tomado.

El chico que la penetraba analmente no podía más, su cara delataba que estaba a punto de correrse como en su puta vida lo había hecho, pero ella pedía más y más, era una mujer viciosa e insaciable, una devoradora de hombres que se había propuesto follarse a los chavales como Dios manda y utilizarlos para su propio placer, pues ambos tenían novia. De pronto, él lanzo un gruñido diciendo:

- Me corro, no aguanto más…Diosssssss

Y efectivamente, el muy cabrón se corrió dentro, llenándole a mi hermana el culo de semen, aunque a ella no pareció importarle, sino más bien le agradó, pues seguía cabalgando al otro chico frenéticamente, cuando de repente, experimento una serie de espasmos brutales que manifestaban que una vez más se corría como una perra en celo. Una vez repuesta, descabalgó al chaval y situó sus partes íntimas en su cara, mientras se llevaba su polla a la boca, impregnada de todos sus jugos, y en un magnifico sesenta y nueve, se corrieron ambos copiosamente, con lo que yo que había permanecido observándolos durante todo la función, también me corrí, llegando incluso a manchar mis pantalones.

Mi hermana se levanto, con la piel brillante por el sudor y la excitación y el semen chorreándole por sus muslos y por la comisura de sus labios. Los chavales parecían muy cansados y no era para menos. Dirigiéndose altaneramente a ellos:

-Buenos chicos, si os portáis así, puede que aprobéis, aunque estas pruebas habrán que repetirlas periódicamente, ¿de acuerdo? La semana que viene nos vemos a la misma hora, no me falléis. Ahora vestiros pronto y salid de aquí que mi hermano está a punto de llegar y no quiero que nos encuentre en plena faena.

Por mi parte, me retiré sigilosamente a mi despacho y mantuve la luz apagada hasta que escuche el agua de la ducha y simulé que llegaba.

-Hola hermana, ¿cómo fue la tarde?, ¿al fin diste las clases?

Ella contestó desde la ducha:

-Si, ahora hablamos que me estoy duchando.

Al poco rato, salió del baño envuelta en su albornoz, estaba radiante, muy guapa y sexy, con una larga y bonita melena que le llegaba hasta la cintura. Me acerque para darle un beso y descubrí lo bien que olía, a rosas y almendras; aproveché para tocarle ligeramente el culo y de paso desabrochar el albornoz, pero ella me repicó:

-¿Qué haces imbécil? No ves que me acabo de duchar y no llevo nada debajo.

-Ya lo veo, ya. También se que esta tarde lo has pasado muy bien dando clases.

-¿A qué coño te refieres?

-A que te has pasado la tarde follando, el dolor a sexo se corta en el ambiente.

-No digas tonterías, hemos sudado porque hace mucho calor.

-¿Y por qué jadeabas y gemías como una perra en celo? ¿No te da vergüenza, puta?

-Mira, a mis 25 años puedo disfrutar de la vida y el sexo como me parezca, no eres tu quien para juzgar lo que hago o dejo de hacer. Si tengo ganas de montármelo con dos tíos, lo hago y punto. ¿Lo entiendes?

-Desde luego que lo entiendo. Pero me jode que seas tan puta y descarada con los demás y quieras echar un polvo conmigo.

-Una mierda, eres mi hermano y además el novio de mi mejor amiga, ¿crees que podría follarte en tales condiciones?

-Claro que sí, viendo lo que acabas de hacer esta tarde, tu pasión por el sexo no conoce límites, ni moral alguna.

-Déjame en paz. No pienso follar contigo.

La discusión había terminado, al menos por ahora, pues no estaba dispuesto a renunciar a follar con una ninfómana con la que compartía además de piso, vínculos de sangre. Después de cenar, aguardé hasta pasada la media noche viendo la tele. Cuando creí que se había dormido, me dirigí con cautela hacia su habitación, abrí la puerta y allí estaba ella, tumbada y profundamente dormida. Me acerque a su cama y con mucho cuidado la destapé, quedado su cuerpo semidesnudo, pues el calor hacía que durmiese solo con un pequeño pantalón ancho que apenas le cubría sus partes más íntimas. La holgura de aquella prenda no presentó dificultad alguna para introducir lentamente mi mano hacía su coño, a la vez que mi hermana hacia ademán de despertarse, por suerte, se movió un poco pero continuó durmiendo.

Introduje un dedo en su vagina, bastante dilatada, y empecé a moverlo. Era una sensación de placer increíble, por el morbo que despertaba en mi estar masturbando a mi propia hermana. En esto que ella abrió los ojos y complaciente me dijo:

- Méteme otro por favor, me encanta lo que me estás haciendo. No sé porque, pero sabía que vendrías a acostarte conmigo. Eres un salido. Cómeme el coño, cabrón, cómemelo. Ohhhh….que gusto, así, así sigue….

El coñito de zorra que tenía mi hermana no dejaba de emanar flujos, que yo bebía con ansia. A esas alturas, mi polla estaba a punto de reventar, con lo que sin dejar de comerme aquella sabrosa chirla, introduje todo mi miembro en la boca de mi hermana. El gusto que experimentamos ambos con la práctica de aquel maravilloso 69 era indescriptible y alentaba en los dos una ganas irrefrenables de follar como locos.

-Vamos hermanita, déjame que te folle bien follada, estoy deseándolo escucharte bramar como una perra en celo y suplicarme que te dé más fuerte.

-Si, quiero sentirte dentro, cabrón. Pero despacio, sin lastimarme, pues aunque húmedos, mi coño y mi culo están aún muy sensibles e irritados. Prefiero cabalgarte yo a ti, por lo que pueda pasar.

Mi hermana, con sus piernas bien abiertas y el coño reluciente por los flujos que emanaba, se dispuso a sentarse sobre mí a horcajadas y comenzó a cabalgarme con una maestría sin par. Mientras me follaba, me miraba de una forma especial, parecía distinta. Su belleza y la expresión de su rostro me hizo ver que era una verdadera diosa. Subía y bajaba rítmicamente, sus pechos en punta y sus pezones hinchados y rosados por la excitación, que parecían invitarme a que los volviese a chupar sin ningún reparo, lo que con esfuerzo conseguí hacer al incorporarme.

Mi zorra me estaba haciendo sudar de excitación y de placer, en todo momento quería llevar ella el mando, pero yo alcancé con mi mano su clítoris y lo masajeé con maestría, de tal forma que la cabalgata aumentaba su intensidad, mi polla se introducía hasta las mismísimas entrañas de mi gozosa hermana, arrancándole gemidos de placer. Los dos estamos a punto del éxtasis cuando ella me descabalgó y volviendo a adoptar la postura del 69 me advirtió:

- No creas que vamos a terminar tan pronto. Tú has venido a follarme, pero no me dejarás insatisfecha, quiero aprovecharme del pedazo de pollón que gasta mi hermanito durante toda la noche.

Su chirla era una fuente inagotable de la que emanaba un salado elixir que me volvía loco y hacía que mi polla mantuviese todo su vigor, mientras ella volvía a mamarla con ahínco, a la vez que tomaba mis huevos por la base y apretándolos, los alcanzaba con la lengua, haciéndome sentir unos espasmos incontrolables. Por mi parte, seguía extrayendo de su coño el preciado elixir e introducía en su culito un par de dedos, aumentando así el morbo de la situación.

-No sigas zorrita, estoy a punto de correrme.

-Sí, dámela toda. Ya habrá más. Dámela hermanito, dame tu leche calentita.

-Ohhhhhhhh….Me corroooooo.

De repente, mi zorrita había recibido en su boca un abundante y espeso chorro de esperma que no tuvo duda en tragar. Se acercó a mi y me dio un apasionado beso, saboreando en parte los restos de mi propio semen.

-Eres una zorra asquerosa, ¿por qué has hecho eso?

-Porque me da la gana, además no me negarás que te pone muy cachondo. Mira tu pene, parece que no se hubiese corrido. Sabes que mi coño necesita más ración de polla, quiero que me vuelvas a follar, aunque te dejo a ti la batuta.

-Muy bien puta, puesto que lo estás deseando, te voy a dejar el coño como un estanque. Te aseguro que vas a suplicarme que pare cuando te esté penetrando como mereces. Nunca pensé que mi propia hermana era una guarra en toda regla. Zorra, más que zorra…¿A cuántos te habrás follao?

-A más de los que pudieses imaginar. Me ponga cachonda con sólo oírte. Pero vamos, no me hagas esperar más, tengo el coño que se me hace agua.

Fue entonces cuando le abrí las piernas y las coloqué sobre mis hombros, para hacer la penetración lo más profunda posible y fui introduciéndole la polla hasta los mismos cojones. Comencé a embestirla lentamente y ella no paraba de jadear, con lo que aumenté el ritmo de mis embestidas a la vez que ella jadeaba y gemía cada vez con más intensidad, lo que hacía presagiar que se correría muy pronto nuevamente. Su cara estaba desencajada, su pelo revuelto y su piel sudorosa. Sus pechos eran preciosos, totalmente erguidos, como incitando a pellizcarlos por los pezones, lo cual no pude resistir a hacer, a la vez que ella gritaba y dando espasmos, apretaba cada vez más sus piernas contra mi cuello, elevando así las cuotas de pasión desenfrenada para ambos. La intensidad de aquel polvo era irresistible y cuando me decidí a acariciar su clítoris, los escalofriantes gritos y los espasmos de mi hermana, corriéndose como una perra, hicieron que yo también me corriese, expulsando un buen chorro de esperma dentro de su vagina y cayendo rendido sobre la cama.