Asociación de padres y madres

Cuando a una mamá le van los maridos de otras no duda en hacer lo necesario para conseguirlos

Tengo la mano puesta a unos pocos milímetros de su culo, colocada de forma que si ella se mueve un poco hacia atrás, el dorso de mi mano entrará en contacto con él. Con mucha discreción ya le he dado varios toquecitos para ir preparando el terreno y estudiar su reacción.

Hasta ahora todo va bien, no he percibido ningún movimiento de rechazo, y más bien parece que me facilita mi aventura. Me excita mucho tocarle el culo y ver como se hace la desentendida pero que en realidad le gusta que la soben tanto como a mí sobarla.

Con las mallas elásticas muy ajustadas a las bien torneadas piernas y sus nalgas prominentes, la imagen que me ofrece es totalmente turbadora  Me siento fatalmente atraído a hacer unos cuantos tocamientos, ¡ese culazo debe ser mío!

Hace un rato cuando llegue y la vi, tuve claro que ese estupendo trasero, provocador y hermoso, merecía toda mi atención y que iba hacer lo imposible para poder disfrutar du su vista y tacto.

Mientras tanto la directora del colegio sigue dando las instrucciones al grupo de madres del AMPA para proceder al reparto de los materiales para los alumnos. Estas tareas se van a prolongar durante toda la mañana y nos las vamos a repartir entre nosotros.

Ella está al final del grupo, en una posición resguardada de la vista de los presentes, esto me permite colocarme de forma que solo ella y yo sabremos si mis toques son bien recibidos.

Mi esposa es la que normalmente participa en estas actividades en el colegio, pero hoy no podía venir y me ha enviado a mí como su sustituto. No ha dejado escapar la ocasión para prevenirme sobre las otras “mamas”, y especialmente sobre Merche.

Según me ha contado tiene fama de echarle los tejos a todo padre que se deje caer por el colegio, y debe ser especialmente peligrosa por todo lo que me cuenta. Sin haber dicho ni pio, creo que la culona que tengo a mi lado debe ser la renombrada Merche. Tengo que reconocer que tiene un trasero despampanante y que lo sabe lucir muy bien.

El tiempo de escucha de las indicaciones me permite darle unos toquecitos más certeros. La espera hace que incrementar mi excitación y solo la puedo mitigar moviendo la mano lo más cerca posible de sus curvas maravillosas pero sin llegar al contacto.

Durante unos instantes mi mano dibuja la curva de sus glúteos manteniendo la distancia mínima, luego extiendo el dedo medio para imaginar lo que pasaría al colocarlo sobre la raja del culo o más abajo cerca de su chocho.

Mientras tanto la directora del colegio sigue dando las instrucciones al grupo para repartir las tareas a realizar durante la mañana. Mi excitación va en aumento, siento unos deseos enormes de poner la palma dirigida hacia su culo y darle un buen apretón a un cachete.

Alguien hace un comentario y provoca las risas de los que estamos en el aula. Esto hace que Merche se mueva de su posición y su culo entra en contacto con mi mano de una forma contundente. Antes de que se retire, giro la muñeca de manera que le doy un restregón circular justo en medio de los dos cachetes. He estado rápido y he podido aprovecharme para cobrarme un buen trofeo. Estoy satisfecho por la hazaña y ella no se da por enterada todavía.

La charla continúa un poco más y eso me permite darle un par de toquecitos más. Merche ahora si que reacciona y creo que ve por donde van mis intenciones. No me cabe duda que está de acuerdo y claramente se pone a colaborar en el juego.

Alargo el dedo,  ella se mueve adelante y atrás para que su culo reciba mis clandestinas pero merecidas caricias.

Ufff, cómo me gusta. Estos toques prohibidos con su tácita aprobación me están poniendo a tope.

Después de asignar a otras madres a la clasificación y forrado de libros, a preparar lotes de lápices de colores, nos toca a Merche, Pilar y a mi ordenar el reparto de la ropa deportiva que suministra el AMPA.

En una de las aulas, improvisamos una especie de mostrador que hemos hecho con las cajas de cartón del embalaje y un tablero de madera. Después de ordenar los chandals y camisetas tomamos posición detrás del mostrador a la espera que vayan viniendo las madres a recoger el material asignado a sus hijos.

El espacio en el que nos movemos los tres es muy reducido así que tengo ocasión de tocarle el culo repetidamente y a conciencia. Merche se coloca de forma consciente de forma que el roce resulta inevitable y sabe que me estoy poniendo bien cachondo, y si puedo, le restriego bien con el paquete.

Pilar, la otra compañera y todas las mamás que van viniendo no se percatan de nuestro juego oculto lleno de morbo.

Por la parte interior del mostrador hemos dejado abiertas las cajas para utilizarlas de almacén ya que así queda un buen espacio libre.

Para la atención al público nos hemos repartido los trabajos; ellas atienden, comprueban los datos del material que tienen asignado en los listados. Yo me encargo de buscar los componentes y ponerlos en una bolsa.

Los tres nos tenemos que mover en una zona estrecha entre el mostrador, las cajas de material y la pared, así que los toques y fricciones son más que frecuentes.

Lo hacemos con mucho disimulo pues siempre hay otras mamas al otro lado del mostrador y están muy atentas a cualquier cosa que suceda. Aprovecho cada vez que tengo ocasión para pasar la mano por sus glúteos, a lo que ella responde con un pequeño respingo que me llena de excitación.

Mi osadía va en aumento al mismo tiempo que mi erección, y ya me he atrevido a darle unos cuantos empujones con el bulto de mi polla sobre su cadera y el culo. Menos mal que las otras mamas no pueden verme de cintura para abajo, pues mi erección ya no se puede ocultar.

El grado de complicidad es máximo y sin haberlo planeado hemos llegado a un sencillo acuerdo: “vamos a jugar a calentarnos, en este entorno de cierto riesgo pero con el máximo disimulo para pasar inadvertidos ante las miradas de nuestra compañera y las mamás”.

Una de las cosas que hacemos es lo siguiente: Merche deja la mano apoyada por debajo del tablero, yo me coloco lo más cerca posible hasta que mi paquete entra en contacto con su mano. Una vez alcanzado el contacto ella me acaricia por encima del pantalón al tiempo que sigue la conversación con alguna mama que se entretiene un poco con nosotros.

La situación se intercambia cuando soy yo quien busco con mis dedos su entrepierna. El secreto está en disfrutar de nuestro juego pero sin que la expresión de nuestro rostro nos delate, y aparentemente los estamos disfrutando mucho. Mi excitación es más que evidente y ella muestra un brillo muy especial en su mirada.

Después de un buen rato atendiendo a las mamas y repartiendo los materiales se produce un momento de pausa. Pilar se ausenta para ir a tomar un café. Parece que de momento no va a venir nadie a venir nadie más. Esta circunstancia es aprovechada por Merche para, ahora con mucho descaro, ponerme la mano sobre el paquete y darme algunos frotes.

Satisfecha por el tamaño de mi paquete me sonríe y aprovecha que ahora estamos solos para progresar en su audacia. Me baja la cremallera e introduce su mano dentro  para agarrar mi polla. Ambos miramos hacia la puerta de entrada de la sala vigilando que no entre alguien y nos sorprenda.

Esta sensación de riesgo y de estar haciendo algo totalmente prohibido, hace es aumentar mucho el morbo y a los dos nos encanta.

Un ruido inesperado en el aula contigua nos pone en alerta. Por la rendija vemos que otra mamá viene hacia nosotros y tenemos que interrumpir de inmediato nuestro juego. Es Pilar que vuelve al equipo de reparto. Muy turbado por esta inesperada circunstancia, lo primero que hago es de forma automática mirar hacia mi bragueta y luego a mi costado.

Tengo la bragueta abierta pero no creo que se note, a mi lado… Uffff, no hay nadie!!. Merche ha desaparecido de escena. Se ha agachado y escondido de forma instintiva debajo del mostrador. Creo que no se deben llevar bien y debe temer que vaya contando por ahí lo que no nos interesa.

Pilar se acerca, por encima del mostrador me pregunta por qué estoy sólo y si Merche se ha escaqueado dejándome solo.

Le miento y le digo que Merche ha aprovechado que hace un ratito que no ha venido nadie, y se ha ido a tomar un café.

Pilar no pierde ni un minuto para empezar a criticar a Merche por haberme dejado solo. Enseguida sus comentarios se dirigen hacia temas más personales. Me hace una relación de las supuesta aventuras de Meche con los maridos de otras madres del colegio.

-       Merche es un zorron que disfruta haciéndole el salto a todas la compañeras. Cualquier hombre que cae en sus dominios, lo engatusa y se lo lleva al huerto. Hay que tener cuidado, pues luego la muy zorra lo va contando por ahí para presumir que logra seducir a quien se le ponga.

Al oír estos comentarios tan agresivos, la respuesta de Merche no se hace esperar. Esta debajo del mostrador, a salvo de la vista de Pilar, empieza a tócame el bulto de mi polla haciendo honor a la fama que le atribuye nuestra compañera de tarea.

Temeroso de que Pilar descubra esta embarazosa situación trato de alejarme y ponerme a salvo de su atrevida mano. Merche está dispuesta a jugar fuerte y devolver insulto por insulto en forma de manoseos.

Cuanto más critica Pilar a Merche, ésta más me la soba. Mi polla no deja de crecer y crecer.

Pilar pregunta extrañada por qué hago esos gestos mientras ella habla. Me excuso sin revelarle lo que sucede más abajo, me están tocando la polla de una manera muy intensa.

Me siento a salvo detrás del mostrador. También pienso que después de oir lo que he oído sobre Merche de labios de Pilar y que ella ha estado escondida un buen rato sin rechistar no se atreverá a salir ahora a descubrir el pastel.

Esta va a ser una buena oportunidad para poner a prueba hasta dónde puede llegar. Con mucho disimulo para no alertar a Pilar llevo mi mano hasta la bragueta y me saco la polla que prácticamente golpea en la cara de Merche. Sujetándola por la base la hago balancearse para mostrarle que la tiene a su disposición para lo que guste.

Merche entiende enseguida lo que quiero y se la mete en la boca engulléndola casi por completo. Me hace una mamada estupenda mientras sigo hablando con Pilar ahora de temas sin importancia. La mamada es muy buena y después de unos minutos me corro en su boca llenándola de leche caliente.

Justo después entra en escena la directora que viene a buscar a Pilar para que le ayude a hacer otra tarea urgente. Merche y yo aprovechamos para recomponer la situación. Yo mucho más relajado y ella satisfecha por su nuevo triunfo.

A medio día voy a casa a almorzar. Una batería interminable de preguntas de mi esposa me esperan. Espero salir airoso y que nadie haya visto más de la cuenta y le haya ido con el cotilleo.

-       ¿Cómo te ha ido el día cariño? ¿hay alguna novedad que me quieras contar?, así empieza el difícil interrogatorio al que me somete mi dulce y joven esposa.

Uffff!!!, que difícil va a ser.

Deverano.