Asistente sexual por solidaridad 7: me lo comen
Sigo ayudando al chico gordo con la pollita pequeña, y el día de mi cumpleaños, los tres chicos frikis me invitan a cenar.
En mi última confesión, os conté cómo le chupé la pollita a Javi, el chico gordo con el que estuve en la Comic con. Tras ese día, el chico me llamó insistentemente, pero yo le di largas. Pensé que ya le había ayudado bastante y no tenía mucho más que hacer con él. En realidad, los tres chicos frikis me estuvieron llamando, pero los otros dos lo hacían muy de vez en cuando.
Cuando tengo sexo con un chico por solidaridad o para ayudarle, no me gusta repetir mucho, sobre todo porque no tengo intención de que eso se convierta en una relación duradera, por lo que temo que si no lo corto pronto, el chico pueda enamorarse o hacerse ideas equivocadas. Me gusta ayudarles y me da mucha pena cuando les tengo que decir alguna cosa más dura para que no se ilusionen. Me da la impresión de que les rompo el corazón y es una sensación que odio. Así que con Javi y los demás, fui dejando que la cosa se fuera enfriando, hasta que fui a unas conferencias sobre cooperación internacional.
Esa conferencia me dio que pensar. Luis y Ramón, los chicos de la comic con, amigos de Javi, habían podido follarme y habían podido tomar confianza. Poder quitarse el peso de la virginidad seguro que les había ayudado mucho, de hecho, después me enteré que Luis, el delgaducho, ya estaba saliendo con una chica de la facultad. El problema era Javi, pues con sus muchos kilos y la pollita pequeña, tendría muchos problemas para tener relaciones coitales, y eso le suponía un muro infranqueable a la hora de relacionarse con chicas. Yo le había dado el pez, pero no le había enseñado a pescar.
Así que un día le llamé (él ya había dejado de hacerlo) y quedé con él en la casa de Carlos, mi amigo de las ONG con el que ya había tenido alguna experiencia y que ya había estado en su casa cuando le chupé la polla a Javi. Esta vez él no iba a estar en casa, así que me dejó una copia de sus llaves. Quedé con Javi en el bar de la esquina, nos tomamos una cerveza y nos subimos al piso de Carlos. Era invierno, hacía frío, así que yo llevaba pantalones vaqueros, un jersecito y un abrigo. Entramos en casa, y él se empezó a desnudar con muchas ganas, pero yo le dije que se esperara. Me quité los vaqueros, las braguitas, y me tumbé en la cama con las piernas abiertas, animándole a comerme el coño. El pobre empezó a chuparme en la entrada de la vagina, como si fuera una vaca lamiendo al ternero, asi que poco a poco le fui dirigiendo hacia mi clítoris, y le fui indicando hasta que hizo que me corriera. Después le toqué con el pie la pollita un poquito hasta que se corrió y dimos la sesión por terminada.
Cinco veces más fui quedando con él para que me comiera el coño, y debo reconocer que lo empecé a disfrutar mucho, porque llegó a hacerlo tan bien que me hacía correr varias veces cada tarde. Notaba su confianza con cada quedada, y esa confianza se veía también en los andares y en la actitud. Un día, me hizo quedar en una tienda de comic porque tenía que comprar no se qué, y allí vi a una chica, pequeñita y con la cara llena de granos que hojeaba las estanterías, así que le dí a Javi un codazo y le dije: "¿te crees que a ella no le gustaría pasar una tarde con un chico como tú, hablar de comic, ver una película de las que os gusten y luego acabar en su casa y recibir una comida de coño como nunca en su vida?". Siento ser tan vasta, pero a veces los chicos os fijáis en los pivones y os quejáis de que las mujeres no os hacen caso, pero hay muchas chicas, tal vez no tan bellezones, pero muy majas, con gustos parecidos a los vuestros, que podríais haceros feliz mutuamente.
Desde ese día dejé de quedar con Javi. Le había enseñado a pescar y ahora necesitaba sentir el "hambre" para que se lanzase.
Había pasado un mes y pico sin que tuviera noticias de ninguno, más allá de verles en la facultad a lo lejos, y el día de mi cumpleaños me llamaron. Me querían invitar a cenar en un restaurante elegante para darme las gracias por lo que había hecho por ellos. Al principio iba a negarme, por lo que he explicado antes, pero después pensé que, si los chicos querían darme las gracias, por qué no iba a dejarme. Además el restaurante era de los caros, así que me puse el único vestido elegante que tenía, el negro ajustado que había llevado a una boda, con medias negras y zapatos de tacón. Y así me presenté. Los chicos también iban muy elegantes, el flaquito iba con un traje chaqueta gris, que le quedaba un poco grande, Ramón otro azul, que le quedaba un poco ajustado, y Javi iba con pantalones de vestir negros y camisa blanca. Se les notaba que se habían peinado y vestido dentro de sus posibilidades, lo que me pareció super tierno.
La cena fue estupenda, todo estaba riquísimo y me confesaron que habían estado ahorrando desde la comic con para darme ese regalo. Bebimos vino, comimos y me hicieron sentir como una reina. Después, me dijeron si quería tomar unas copas en un pub de la zona. Eso suponía que fuera un pub de lujo, pues la zona del restaurante era de las caras. No sabía cuánto dinero habían ahorrado, y ante mis protestas, pues no quería que se gastaran tanto dinero, ellos insistieron y no me dejaron opción. La entrada era carísima e incluía una consumición, que todos aprovechamos. Al salir, los chicos empezaron a ponerse nerviosos, se miraban pero no me decían nada. Ya me puse seria y les pregunté qué pasaba, y el caso es que habían alquilado una habitación en un hotelazo para terminar la jornada. Yo me molesté un poco, pues les dije que si todo eso no había sido para darme las gracias sino para follarme de nuevo, que no me parecía bien, que si creían que era una puta. Lo chicos se quedaron supercortados y balbuceaban disculpas.
La verdad es que me había sentado mal y estuve a punto de largarme de allí, pero habían hecho un esfuerzo económico importante, me habían tratado desde el principio con toda clase de atenciones, y la verdad es que me daba pena dejarles así, así que les dije que de acuerdo, pero que no me iban a follar. Si era mi cumpleaños, yo decidía.
Fuimos al hotel, la habitación era grande, con una cama enorme, un office y una bañera grandísima. Me di una ducha mientras les dije que se quedaran en la habitacion y salí desnuda, me tumbé en la cama con las piernas abiertas, mostrandoles todo y les dije que me lo comieran. Javi se lanzó primero, pero luego se unieron los tres. Fue una locura sentir tres lenguas en mi coño, empecé a chorrear como una perra y me corri enseguida, pero ellos no pararon. No sé cuánto tiempo estuvieron comiéndome el coño, a veces me quedaba medio dormida y me despertaba con otro orgasmo.
No lo podría asegurar, pero entre los orgasmos y la modorra, juraría que ellos estaban tan cachondos que mientras estaban de rodillas en el suelo, pegados los tres frente a mi coño, empezaron a masturbarse unos a otros. Me pareció oir alguna protesta al principio y luego, entre chupetón y chupetón oía frases como mas despacio que me corro, aprieta mas y cosas así.
En un momento dado dejaron de chupármelo y nos quedamos dormidos los 4 en la misma cama. Yo me había corrido no sé cuántas veces y estaba rendida.
A la mañana siguiente, noté una polla grande y dura en mis nalgas (yo estaba desnuda) y supuse que era la del flaquito. Para evitarle tentaciones, le tomé la mano, que estaba en mis caderas, y se la puse en su polla, animándole a masturbarse. Así lo hizo, notaba el movimiento y su mano subiendo y bajando chocando con mi culo, hasta que se corrió y noté su corrida. Ramón, también se había despertado y había visto la jugada del flaquito, así que empezó a hacer lo mismo. Yo me giré y le puse mis nalgas para que se corriera y asi lo hizo, encima de la corrida de su amigo. Javi estaba a mis pies, asi que empecé a tocarle la polla con mis deditos hasta que se despertó, se empezó a masturbar y se corrió en mis pies.
Tenían que irse, porque tenían clase pero debían ir a casa a cambiarse primero, así que se ducharon y se fueron dándome un besito mientras yo descansaba. Después me duché yo y me fui a casa con cierta flojera en las piernas después de tanto orgasmo. Nunca pensé que precisamente fueran ellos los que me harían pasar una de mis sesiones de sexo más intensas que recuerdo. Los caminos del sexo son inescrutables jeje.