Asistente sexual por solidaridad
Me llamo Patricia y siempre me ha gustado ayudar a los demás. Ahora soy asistente social, pero de jovencita descubrí el placer de regalar sexo a aquellos compañeros menos agraciados. Ahora me decido a contar mi historia.
Hola, me llamo Patricia, y tengo 26 años. Desde que era una niña me gustaba ayudar a los demás, y ya en el primer año de colegio, según me cuentan mis padres, consolaba a otros niños que lloraban cuando sus papas les dejaban en clase. En el colegio y en el instituto organicé grupos de ayuda al estudio y siempre estuve metida en el consejo escolar para dar voz a los alumnos, en fin, no sé por qué extraña razón encuentro un placer enorme en hacer feliz a los demás.
Estudié para poder trabajar en servicios sociales y sigo haciedo muchas cosas, pero lo que quiero contar hoy es como me inicié en un asunto que, durante mi vida me ha dado algún problema y provocado alguna situación peligrosa, y es que en un momento de mi juventud, descubrí que con el sexo podía hacer muy feliz a otras personas, o que, como digo, me ha hecho tener una vida sexual peculiar. Mi mejor amigo, que la conoce, me ha dicho muchas veces que escriba un libro. No sé si será interesante para un libro, pero me he animado a escribir aqui, y si gusta y recibo comentarios, podría seguir y más adelante quién sabe.
Lo primero es decir cómo soy. Tengo los ojos verdes, soy rubia natural, normalmente siempre he llevado el pelo largo y liso, y tengo una cara que todo el mundo me dice que es muy bonita. De cuerpo soy muy normalita pero muy proporcionada, mido 1,65, soy delgada (mis amigas me odian porque no hago nada para estarlo y no engordo), tengo un culo redondito y un poquito respingon y unas tetas acorde a mi físico, se pueden abarcar con la mano y están, todavia, muy firmes, jeje.
Bueno, pues voy a contar mi historia, tened paciencia porque el sexo viene al final.
Con 16 años, ya había tenido varios novios del grupo de amigos del instituto, como siempre he sido muy mona, los chicos guapos me buscaban todo el rato. Yo era comedida y he de decir que no había pasado con ninguno más allá de enrollarnos y dejarme tocar las tetas por encima del sujetador. Algunos me habían pedido ya otras cosas, sobre todo cuando salía con chicos más mayores, pero yo no tenía prisa. Con algunos no me excitaba demasiado, y me dejaba tocar mas que nada porque se suponía que era lo que habia que hacer, mientras que con otros sí conseguían excitarme un poco, pero en casa me masturbaba y acababa con el ardor.
El caso es que en el grupo que solíamos salir, que había chicos y chicas, todos habíamos tenido ya nuestras experiencias, incluso algunos chicos habían llegado a tener sexo y tener coitos con alguna novia del pueblo y cosas así, salvo Eusebio, que no había tenido novia nunca. La verdad es que no era especialmente feo, ni estaba especialmente mal de cuerpo, era del montón, pero tremendamnete tímido con las chicas. Yo había hablado muy poco con él, pero una vez, en la fiesta de cumpleaños de un amigo, estaba él. No sé por qué le habían invitado, pero nadie le hacía mucho caso y estaba solo en una silla apartado. A mí me entró esa pena que me da y me acerqué a hablar con él.
Desde ese día, empezamos a hablar más. Como siempre quedábamos toda la panda en un parque, él me empezaba a buscar y a veces nos íbamos juntos a hablar a algún sitio tranquilo. Yo había empezado a salir con uno de los chicos más chulitos del barrio y era habitual que me dejara plantada para irse con sus amigos. Yo no era más que una pieza en su colección y claro acababa llorando en el hombro de Eusebio.
Una noche, había quedado con mi novio y lo había planeado todo, me había maquillado a escondidas de mis padres, me había puesto minifalda, que no era nada habitual en mi y le había estado esperando durante una hora. Al final, pasaron unas amigas y me dijeron que le habian visto en la discoteca toda la tarde. Me senti humillada y triste y acabé llamando a Eusebio a su casa. Bajó en seguida y nos fuimos a hablar a nuestro rincón, al final del parque. Yo estaba llorando y odiaba a todos los hombres, y le dije que qué suerte tenía él con lo de no tener pareja. Entonces Eusebio se sinceró conmigo y me dijo lo que sufría por no haber tenido nunca novia, que no podía hablar de ciertas cosas con sus amigos, que le daba mucha verguenza porque no tenía experiencia en nada con chicas y que nunca ninguna le iba a querer.
En este punto, yo empecé a sentir esa sensación que tengo cuando sé que puedo dar a alguien algo que yo tengo y que el otro necesita. No sé cómo explicarlo, pero no puedo quedarme tranquila sabiendo que yo tengo lo que necesita otra persona y no hacer nada. Así que le dije que podía practicar los besos conmigo. Él no se lo podía creer y farfulló que no hacía falta, pero yo le dije que sí. Me acerqué a él y le di primero un pico y luego fui añadiendo algo de lengua. El pobre no sabía ni qué hacer, pero yo le fui guiando. Empezamos a enrollarnos a lo bestia, nuestras lenguas se golpeaban en la boca, así que me puse a horcajada sobre él. Era una posición muy normal en mi, lo habia hecho muchas veces porque las bocas se quedan de frente, pero siempre llevaba pantalones vaqueros. Esa tarde llevaba minifalda y de repente entre mi coño y su polla solo había su fino chandal y mi braguita. Me sorprendió notársela tan dura y él dio un respingo y nos miramos. Pude ver sus ojos brillantes, ojos de excitación máxima, una expresión que nunca había visto en los otros chicos, que al fin y al cabo podían tener a la chica que quisieran. Para Eusebio yo era fruta que no estaba a su alcance y sin embargo estaba sentada en su polla dura.
Y me excité. Me excité como jamás lo había hecho con los otros chicos. E hice algo que nunca había hecho, bajé la mano, tiré del chandal hacia abajo y su polla salió como un resorte. Siempre he tenido manitas pequeñas y fueron las dos a tocársela. Uff, me encantó tocar ese trozo de carne caliente, que palpitaba. Nunca había hecho una paja pero le miraba la cara y estaba disfrutando, así que pensé que lo estaría haciendo bien y seguí moviendo mis manitas arriba y abajo. Su cara expresaba placer y felicidad y por primera vez senti que yo no era la pieza sino el cazador, me sentí con el poder, podía parar y entonces Eusebio me pedía por favor que siguiera y ir más rápido y empezaba a temblar. Entonces le cogi una mano y la metí por debajo de mi sujetador. Noté su mano en mi pecho y en mi pezón y entonces su polla empezó a soltar leche. La noté pringarme de semen supercaliente la mano, y entonces yo llegué a un orgasmo, el primero de mi vida con un chico.
Me quedé un rato encima de él, con la cabeza en su hombro y su polla aún en mi mano. La notaba palpitar. Eusebio me abrazó y me pidió perdón por correrse, ¡era un amor! Cuando nos levantamos me habia puesto perdida la falda y el top. Él también tenía un machurrón en el chandal. Se deshizo en disculpas e intentó limpiarme. y me dio las gracias. Yo estaba muy satisfecha, por el orgasmo y porque había hecho feliz a alguien. A partir de ahí, mi vida sexual cambió por completo, pero eso es otra historia.
Por favor, mandadme comentarios y correos, y si queréis que siga, decidmelo y seguiré, que experiencias tengo para largo. Un beso a todos.