Asistente sexual por solidaridad 11

Aunque el tema de sexo con familiares nunca me ha puesto, aquí cuento cómo hice feliz a mi primo, mucho mayor que yo.

Hola. Lo primero pedir perdón por todo el tiempo que he estado sin escribir. He estado muy ocupada entre pandemia y vida personal. Espero que aquellos que leyeron mis confesiones anteriores sigan siendome fieles.Si no habéis leído mis anteriores relatos, os aconsejo que lo hagáis.

Aún así os voy a recordar cómo soy. Tengo 27 años,

los ojos verdes, soy rubia natural, normalmente siempre he llevado el pelo largo y liso, y tengo una cara que todo el mundo me dice que es muy bonita. De cuerpo soy muy normalita pero muy proporcionada, mido 1,65, soy delgada (mis amigas me odian porque no hago nada para estarlo y no engordo), tengo un culo redondito y un poquito respingon y unas tetas acorde a mi físico, se pueden abarcar con la mano y están firmes todavía jaja.

Lo que os voy a contar me pasó hace algunos años. Yo me fui a trabajar a otra provincia, no era un trabajo fijo y pagaban poco, como casi siempre en el sector de los servicios sociales. En esa provincia yo tenía una tía a la que siempre he visto my poco y normalmente porque ella venía a vernos. Ella tenía un hijo, de 50 años, uno de esos solterones que no se iban de la casa familiar. Tenía un trabajillo a media jornada y nunca se independizó.

Yo me cogí una habitación compartida al otro lado de la ciudad, pero, a petición suya, me dijo que los domingos podría ir a comer y que ya de paso me daba tupper de comida para el resto de la semana. La verdad es que para mi economía me iba a ir genial y además iba a comer mejor, porque, debo confesar, que la cocina no se me da muy bien.

A mi primo le había visto muy pocas veces. De pequeña muy poco, porque no viajábamos mucho y él no venía a casa, y ya de mayor solo habíamos coincidido en alguna boda, pero siempre me cayó bien. Era alto, calvo, con barriguita, no muy guapo pero tampoco feísimo. Cuando empecé a ir a casa de mi tia los domingos, él me hacía muchas bromas y se portaba muy bien. Era en invierno, y empecé a ir con muchas ganas, no solo para poder disfrutar del arte culinario de mi tía, sino porque me lo pasaba bien.

Nunca noté nada raro en primo hasta que empezó el buen tiempo. Un día de finales de invierno que hacía calor, con un sol estupendo, le noté más inquieto de lo normal, y hasta que volví a casa y me vi en el espejo no me di cuenta. Me había puesto unos pantalones cortos ajustados y una camiseta de manga corta muy ajustada y con todo el cuello al aire. No tengo grandes pechos y en cuanto empieza el calor muchas veces no llevo sujetador. Para mí es normal y no me doy cuenta de que a veces se me notan mucho los pezones. El espectáculo que le estaba dando a mi primo sin querer le tuvo inquieto toda la tarde.

Debo decir que la idea me gustó, si habéis leído mis confesiones anteriores sabréis que estas cosas me ponen mucho. Además, recordé que de jovencita escuché una conversación en que mi madre le contaba a mi padre que mi tia estaba muy preocupada porque su hijo se masturbaba mucho, e incluso sentados en el sillón, viendo la tele con la familia, se tapaba un poco con la mesa y se metía la mano en el pantalon sobándosela. Mis tíos siempre han consentido todo a su único hijo.

Al siguiente domingo no hacía tanto calor, ya sabéis cómo de loco está el clima, pero no pude resistirme a vestirme de forma especial, a ver si era eso lo que ponía nervioso a mi primo. Me puse unas mallas blancas que permiten ver cómo es el tanga y un jersecito muy ajustado que se pega a mi cuerpo y se puede ver la forma exacta de mis pechos. Llevaba también un pequeño fular para el cuello. Me perfumé (sabéis que yo soy de poco maquillarme) y me presenté en casa de mi tia.

Cuando llegué no estaba mi primo, le había enviado mi tía a comprar no sé qué, y esta aprovechó para contarme que mi primo no salía mas que del trabajo a casa y que se pasaba el día en su habitación, en el ordenador, viendo películas. Y otras cosas, pensé para mi. Mi primo se alegró de verme y estuvo muy simpático, como siempre, pero estuve más atenta y noté cómo me miraba. A mí estos juegos me ponen frenética. Hacía por levantarme, agacharme delante de él... podía oler su excitación, como los perros, y yo también me estaba excitando. Nos despedimos con dos besos, como siempre, y me fui para casa pensando en cómo me iba a masturbar esa noche en la cama, pero antes me di cuenta de que no tenía mi fular. Llamé a mi tía pero me dijo que allí no estaba. Yo estaba segura de que al llegar a su casa lo dejé en la entrada y luego no recordaba haberlo recogido. Debía estar en casa seguro. ¿Lo tendría mi primo?¿Para qué lo querría? Uff esa noche tuve un orgasmo tremendo en la cama.

Al siguiente domingo saqué el tema del fular y noté cómo mi primo se ponía rojo. Yo llevaba unos vaqueros de cintura baja que dejaba ver mi tanga al agacharme. Pensar que solo en su habitación se habría masturbado con mi fular me ponía cachonda, así que con la excusa de que había tenido guardia de 24 horas y que había tenido que cambiarme en el trabajo, dejé "olvidada" una bolsita con unas bragas mias. Fue una tentación muy grande y desaparecieron. El siguiente domingo nadie me dijo que me había dejado unas bragas, pero quería recuperarlas, así que directamente, un momento en que mi tia estaba en al cocina le pedí que me devolviera las bragas. Lo hice en el mismo tono que si le dijera pásame el mando de la tele. Es la mejor manera de decir este tipo de cosas. Los tios se quedan cortados pero reaccionan enseguida si no notan reproche o enfado. Mi primo tardó un poco pero me contestó que me lo lavaba y me lo daba el siguiente domigo, pero yo le dije que no, que las necesitaba, y me las pasó en la misma bolsa en las que yo las metí.

Cuando llegué a casa, las saqué, eran blancas, básicas, aunque con la parte del culo de tela transparente. Lo primero que noté es que estaban mas tiesas de lo normal, las miré con detenimiento y noté manchas amarillentas por toda la tela. Las olí y olían a semen muchísimo. Se había corrido muchas veces en ellas seguro, uff. Una idea bastante guarra me cruzó la mente, al principio la deseché, pero al final la excitación me pudo. Me quité la ropa y me puse esas bragas llenas de semen. Estaban tiesas de todo el semen que estaba reseco entre las fibras. Metí la mano hasta tocar el clítoris, llevé un dedo hasta la vagina, empapada y lubriqué mi clítoris. Empecé a tocarme por dentro de las bragas corridas y me imaginé a mi primo en su habitación, con la polla en la mano y mis bragas en al otra, pensando en mis pezones o en mi culo, imaginando cómo sería mi coño y masturbándose todos los días, uff tenía mi coño a tope, mi clítoris hinchado mientras lo tocaba, lo pellizcaba, mis flujos se mezclaban con el semen seco de mi primo, mmmm tendría que suministrarle más bragas para que me las llenara de leche, y si podía conseguir que alguna estuviera fresca... ohhhh abri muchos las piernas mientras me tocaba el clitoris deprisa, se me escapaban los gemidos y cuando me llegó el orgasmo mis piernas empezaron a temblar y mi pelvis a convulsionar, uff fue un orgasmo extraordinario. Quedé sentada, superrelajada.

El juego acababa de empezar, aunque debía ir con cuidado, no quería que mi tía se diera cuenta, el drama familiar podría ser de proporciones bíblicas. Pero eso lo dejamos para más adelante. Si este os gusta, votad y os seguiré contando. Un besito donde más os guste.