Así suceden las cosas sexo en familia
Los sucesos que ocurren cuando se hacen realidad algunos sueños eróticos...y que inician una senda cargada de maravillosas perspectivas de futuros placeres...en familia con mis hijastras, algunas de mis sobrinas y otros integrantes de mi gran familia...
A veces, suceden las cosas sin que puedan ser imaginadas. Esta premisa es la que puede ilustrar perfectamente la narración que realizare a continuación.
Ocurrió en el verano pasado, en el marco de uno de los tantos encuentros que tanto encantan a mi familia.
Mi familia disfruta de una situación económica holgada. Sin ser millonarios, los medios económicos permiten que disfrutemos de las bondades de una parcela de agrado ubicada en un sector aledaño a la ciudad capital. Un lugar rural que permite organizar interesantes fiestas de compleaños, bautizos, matrimonios y, en general, convites que reunen a parte importante del clan.
Me identifico. Soy un hombre que está cercano al medio siglo de vida. Sin embargo, me mantengo bastante bien físicamente y, modestía aparte, respondo muy bien a los requerimientos que me impone la relación con el bello sexo. Sí y tengo una activa vida sexual. Pero, no nos extraviemos de nuestra narración.
Sucedió -como he dicho el verano pasado-, cuando celebramos mi cumpleaños de las cinco décadas. La mayoría de los convidados comenzaron a llegar a partir de las 18:00 horas, porque se eligió el Viernes, día laboral para la mayoría de los invitados.
Los invitados eran mi suegra, Sofía y su nuevo amigo, Pedro –se podía permitir estos lujos era viuda y tenía dinero-, mi señora, Pamela, con la que me había unido sólo hacía un par de años. Siendo mayor y bastante recorrido y ella, más jovén, divorciada y con dos hijas. Hijas mayorcitas cuando arribé a su vida.
La primera hija en llegar hasta la parcela fue la mayor, llamada Paola, es casada, desde hace tres años y madre de una inteligentísima niña de apeñas dos años. Unida con un abogado jovén –Julián–, deslucido, gris, pero dueño de una considerable fortuna. Paola es baja de estatura, graciosa, conversadora, sexy y poseedora de un par de pechugas y un culo de antología. Armas que podía utilizar a discreción y me consta que así lo hace, obviamente, lejos de la mirada vigilante de su marido.
También, asistió, la segunda hijastra, Jessica que es de estampa distinta, alta, maciza, coqueta, liberal. Y esta liberalidad le ha significado criar una muchachita sin su pareja.
Igualmente, llegó una de nuestras sobrinas favoritas de deseables veintidos abriles. Morenaza inquietante, difícil de describir. Pero, cuya figura es capaz de inquietar al más curtido y frío de los galanes. Espigada, como modelo, fresca, pechos erguido, cintura de ensueño, pelo azabache ondulado, culo respingado, ampuloso y piernas largísimas. Y junto con estas interesantes hembras, estabamos; quién narra estos sucesos, el amigo de mi suegra y Julián, el abogado, cónyuge de mi hijastra Paola.
Después de disfrutar una deliciosa cena, en la que las verduras fueron un ingrediente fundamental en los platos de las damas. Mucha dieta. Para los varones asistentes
estaba reservada una abuntante y jugosa carne a la cacelora, vegetales y vino. Y las libaciones fueron abundantes. De modo que durante la tertulia me las ingenie para dictar una pequeña charla sobre las bondades de algunos de los mostos que estaban en la mesa. En esta faena fui secundado con mucho entusiasmo por mis hijastras que estaban muy achispadas, por eso la conversación comenzó a girar sobre algunos tópicos algo subidos de tono que incomodaron a Pamela, mi señora; a Sofía, mi suegra y a Julián, mi yerno postizo. Los tres rápidamente se disculparon y se retiraron a sus habitaciones. Continuamos consumiendo bebidas espirituosas mis hijastras: Paola y Jessica y mi sobrina, Cecilia. Mientras me acompañaba, Pedro, el amigo de mi suegra que estaba subiendo sus bonos a mi vista por permanecer al pié del cañon y, agregar, junto con el consumo de vino, de ron, crema de whiski y de unos poco santos pitos de marihuana. Yo lamentablemente no fumo, ningún tipo de yerba. simplemente por problemas pulmonares, nada más. Pues, bien, el ambiente se aflojó y la conversación se tornó más audaz.
Me acerqué a Jessica que aspiraba un pito con energía y le ofrecí un trago que le encantaba: crema de whiski. En un comienzo lo rechazó, después dejó que se lo derramara sobre su boca. Rápidamente lo tragó sin chistar, murmurando…me quieres enborrachar…
Mientras, intentaba que bebiera Jessica, observaba como Pedro charlaba con Paola y Cecilia. Mientras una prestaba atención, otra bebía. Y no se percataban o no querían hacerlo; una de las manos de Pedro se perdían bajo la mini de Cecilia, acariciándo su maravillosos muslos. En tanto que la otra se posaba sobre la falta de Paola que tampoco parecía darse por enterada.
Continuando con mis esfuerzos porque Jessica siguiera bebiendo y concluyera de fumar su pito, me permití bajar mi mano derecha para acariciar sus muslos. Siempre había deseado hacerlo, pero nunca se me había otorgado la oportunidad. El ambiente era de total relajo. Pedro, derechamente estaba besando a Paola, en tanto que Cecilia, efectuaba un sensual y cadencioso baile sin que importara que la observáramos. Bailaba para ella, acariciándose voluptuosamente sus pechos.
Ahora, introducía mi mano y rozaba el calzón de mi hijastra, siguiendo por su linde para alcanzar hasta el entrepierna, donde se ubicaba su chuchita. Mi meta era manosearla y calentarla, hasta que abriera sus piernas y permitiera que ingresara con mis dedos hasta el interior de su rasguito. Y allí estaban mis deditos en plena faena. Explorando y provocando un notorio quejido en ella que con los ojos entrecerrados se dejaba tantear. Luego de un momento en esta tarea, me miró y dijo: Voy a ver a mi bebe. Y acto seguido se incorporó y salió de la amplia cocina por la puerta que daba al pasillo de los dormitorios. La seguí casi maquinalmente. Olvidando que Pedro estaba comenzando a disfrutar de los senos abundantes de Paola, mientras Cecilia, se afanaba en su bragueta para…No observé más ni me interesó…
Jessica, abrió la puerta, miró hacia el interior de la habitación para cercionarse que su pequeño retoño durmiera plácidamente, y luego me dirigió una sonrisa complice…agregando.
¿En que estábamos?. Eso me bastó. La agarre de una mano y salí con ella hacia el exterior. Nos dirigimos hacía una pérgola formada por varias plantas trepadoras en las que había un cómodo escaño y escasa luz. Allí la forcé a sentarse, en tanto que me aflojaba el pantalón y le mostraba mi pene en toda su magnitud. Estaba muy caliente. La obligué a que se lo pusiera en la boca y comenzara a chuparlo. Rápidamente se apoderó de él. Este aumentaba su tamaño a medida que lo recorría con sus labios. Me lamía, una y otra vez, desde las bolas hasta la punta del glande, con suprema maestría. En algunos de aquellos recorridos, alteraba la rutina e iniciaba su trayecto apretando, fuertemente, una bola con sus labios, después la soltaba violentamente y continuaba mordiendo mi “palo” para coronarlo en la punta que se introducía entre sus dientes. El gozo era máximo y mis gémidos acompañaban su labor.
Después de un rato, se lo quité y seriamente la miré a los ojos, diciéndole…-Ahora, me toca a mí…
Y sin más, hice que se pusiera de pié, entretanto, me situaba en su entrepierna. Desgarre su pequeño “calzoncito” y alcancé su abertura para recorrerla con mi lengua. Comencé a chupar, morder, besar, lamer y meter mi lengua, mientras transitaba desde arriba hacia abajo y al revés, por la húmeda ranura. Mi acción, in crescendo surtía profundos efectos que se expresaban en suspiros y gemidos… y alguna expresiones como… -Así, eso…rico…mássss…
Juzgando que la situación ameritaba escalar un grado mayor en la acción. Tomé a mi hijastra por la cintura y la senté suavemente sobre el escaño. Luego alcancé sus piernas y las alce hasta que sus talones llegaran hasta mi pecho. La tenía patitas al hombro. Acto seguido, saqué mi arma y sin miramiento alguno, la penetré de una sola envestida, provocando un agudo grito, ahogado de inmediato por un gemido de placer. Era toda mía y estaba dispuesta a que la penetrara. Comencé a meter y sacar ritmícamente. Disfrutando su conchita jugosa que me lo sorbía hasta profundidades insondables.
No recuerdo cuando tiempo estuve metiendo y sacando. Pero, llegó un instante en que me pidió montarme. Así que casí sin darme cuenta, estaba sentado en el escaño y
ella cabalgaba sobre mí dejándo a mi vista su voluntuoso culo que, principié a palpar, junto con sus pechos que podía alcanzar por el interior de su vestido. Pezones rígidos y culo que subía y bajaba, armoniosamente, me transportaban hasta el limbo. Sentía que estaba pronto a acabar. De pronto dije…-Para…que voy a acabar…
La respuesta me dejó más arriba todavía…
-No te preocupes. Quiero todo su semen en mi interior. Quiero que inundes mi vagina.
-Debes darme toda tu leche…
-La quiero toda dentro de mi. La quiero sentir, calientíta…
-Hechala…Ahora…también estoy yéndome.
Estas frases, llenas de calentura, me provocaron la eyaculación más frondosa que recordaba. Seguro que había colmado de semen la concha de mi caliente hijastra.
Después del delicioso sexo que habíamos tenido, quedamos un momento en silencio. Luego, me dijo:
-¿Qué rico estuvo…hace tiempo que deseaba fornicar contigo así…De manera salvaje…Con todo.
Y agregó: Creo que estamos atrasados un par de años…
Le agradecí, pensando en los futuros lances que me esperaban.
Volvimos hasta la cocina, sin hacer mucho ruido y la escena que encontramos, nos dejó atónitos. El afortunado Pedro, estaba disfrutando de sexo oral que le brindaban
acompasadamente mi otra hijastra y mi sobrinita. En tanto, Cecilia, desnuda de la cintura para arriba, mostraba sus maravillosos senos, Paola sin sus pantalones y sólo cubierta de una blusa, exponía su apetitoso culo que, de inmediato, imagine penetrar con mi pene de su sólo empeñón.
No prestaron gran atención a nuestra presencia. Jessica, sonrió y dijo en voz alta: -¿Podemos participar?.
La verdad es que hizo la pregunta por mero formulismo, porque el trío no prestó la mínima atención. Mientras ella, se acercó por detrás, abrazándo con pasión a Pedro. Por mi parte, aprovechando la oportunidad, me acerqué a mi hijastra Paola y tomando con ambas manos su exquisito culito acaricie sus muslos y comence a sacar, lentamente, su ínfimo calzoncito. Después, bastó con estimular con uno de mis deditos, para sentir la respiración más agitada. Inmediatamente, podía sentir que estaba preparada para recibir mi herramienta que había crecido producto del frenesí que me producía el imaginar colocárselo y penetrarla sintiendo como ese culito me lo apresaba. Así que, sin esperar más, procedí a metérselo y sacarselo, acompasadamente. Ella expresó…
-¡Qué rico…así más. Más adentro…mételo…
Sus palabras me pusieron a toda marcha…a toda máquina. Sentía como me estaba recibiendo, sentía como gemía. Mis empeñones hacían que no pudiera concentrarse plenamente en la faena de coloborar con Cecilia en su disputa por el pene de Pedro. Rápidamente, abandonó esta labor, dejando el lugar a Jessica que junto con Cecilia continuaron disputándose amigablemente el pene de Pedro, quien no daba más de placer. Yo tomé a Paola y la coloqué frente a la amplia y fuerte mesa del comedor de la cocina. Hice que pusiera sus manos casi al borde opuesto de ella, de manera que su culito quedara pegado a su borde y en esta posición, sus mulos estaban a mi disposición y abriéndolos un poquito tenía a mi vista su ojetillo. Y esto era lo que deseaba. Con cuidado coloqué mi arma frente a él y, poco a poco, le fuí impulsando a su interior. Entró todo el tronquito casi hasta mis bolas y sentía que me lo aprisionaba de manera salvaje. Casí no podía bombear. Esta chica se las traía sólo permanecía quieta con mi pito adentro de su cuevita. Lo resistía. Pero, de pronto, comenzó a moverse y, con este maravilloso ritmo, se iniciaron mis gritos de placer. Estaba en el cielo. Qué bien se mueve esta bestia…Qué putasa es mi hijastra. Al cabo de algún momento, recobré mi sangre fría y pude de inmediato recuperarme…para comenzar a bombear, es decir, meter y sacar con ritmo para que empezara a gritar…La quería hacer chillar a la muy puta. Qué culito me estaba sirviendo. Mientras a sólo a pasos, Pedro le colocaba todo su verja a mi sobrina Cecilia, mientras tanto, mi otra hijastra, Jessica, le colocaba frente a su rostro su chuchita para que se la chupara.
Que maravillosa velada estabámos pasando en aquella cocina.
Yo a punto de acabar en la cuevita de Paola, me sentía en el séptimo cielo. Simplemente, sentía que acabaría…
-Chiquitita rica, estoy a punto de irme y te voy a inundar tu cuevita con mi semén…
-Hazlo, quieron sentir tu lechecita calientita…adentro…Vamos no quiero que nada se pierda…
-Voy…esta…ya estoy acabando… Le apliqué todo mi vigoroso torrente y sentí que la anegaba las entrañas…
Termine mi tarea y, en recompensa, me brindó un inmenso beso de cariño, agregando…Así lo quería por el chico…Gracias. Dicho esto tomó algunas de sus prendas y abandonó la cocina, rumbo al interior. Antes agregó…Voy y vuelvo en un rato más…No me olviden.
Quedé sentado en una de las sillas de la amplia mesa y por un instante en un sopor maravilloso, pero no pude seguir más en él, porque se acercó mi sobrina y sin que pudiera decir nada, comenzó a manipular mi deprimido pito. Ahora me fijaba bien en ella. Estaba exhibiendo sus hermosos pechos y cubierta por una diminuta mini-falda. Por supuesto, debajo de ella no había nada. Sus intimidades estaban a mi disposición. Pero, vamos por parte. Comenzó por rescatar la erección de mi herramienta que en pocos instantes estaba, nuevamente, en toda su magnitud. Modestía aparte. Bien, apenas, alcanzó mi pitito algún porte, se lo introdujo en su boquita y emprendió una cadenciosa actividad de tragarlo, botarlo, junto con chuparlo con un sonoro ruido que me sorprendía. El sexo oral que me practica, la verdad, es que me transportaba al limbo. Me volvía loco, me elevaba hasta el cielo. Pero, Lo que deseaba es que mi sobrina se sentara en mi pito y se volviera demente cabalgando en él. Eso quería. Y como si fuera un pensamiento que me adivinara…Sin decir nada, se volvió de espalda y, simplemente, y de un solo movimiento se introdujo mi pene en su endidura, en tanto que se movía de arriba hacia abajo como una poseída. Eso si que era fornicar, como a mí me gusta…Colocarlo hasta donde se pueda…La Verdad es que micaliente sobrinita se estaba comiendo todo mi sexo, sin que pudiera hacer nada. Era sólo un instrumento de su maravillosa lujuria. ¿Qué bien se movía esta muchachita…? Superado por el placer que me estaba dando, sólo atinaba a besar su maravillosa espalda, junto con acariciar su bellos pechos. Allí, descubrí su punto débil, le causaba sumo placer el que se besara el centro de su espalda. Y cómo deseaba tenerla a mi entero gusto, tome su pequeña mini y se la saqué…Estaba desnudita sólo para mí y la podía dar vuelta para acariciar sin edida sus pechitos, en tanto, la poseía de frente mirando su cara de chica caliente.Eso quería. Y acto seguido, la tomé y la dí vueltas. No opuso la enor resistencia. Así que la tenía frente a mí, bajando y subiéndola. Enterrada en mi pitito. Gozaba y con sus ojos cerrados, me dejaba hacer. Podía oger sus pechuguitas y jugar con ellas. Estaban a mi entera merced. Es muy rica i sobrina. Fornica bastante bien. Lo coloca a uno a mil revoluciones su uerpazo perfecto…Y además, todavía…uno piensa que esa conchita no está muy ecorrida. Qué ingenuidad. Quizás. Sin embargo, como en la mente se construyen uestras fantasías, pensamos que somos pocos los que hemos disfrutado de estos placeres…en ste cuerpo. La cabalgata rindió sus frutos, rápidamente, me vine y acabé. Y arece que ella, lo hizo junto conmigo porque sentí que me aprisionaba mucho mi ene al momento que deposité mi leche en su interior.
Cecilia, brió sus ojos. Me miró tiernamente y me besó en la boca…diciéndome…
-“Tiíto…Estuvomaravilloso. Me gustó…Abría que hacerlo más seguido…
-Después e este comentario, quedé boca-abierto, porque nunca está demás tener la osibilidad de tener sexo agradable con una sobrina tan agraciada y caliente…
Ahora, i que estaba en el límite de mí varoníl resistencia…Al lado, también habían oncluido de tener sexo…Pedro y Jessica.
Era hora e retirarse a los aposentos…estaba bien de placer por aquella noche…Así que nos fuimos retirando uno a uno. Sin embargo, primero me dirigí hacia el cuarto de baño para asear mis partes libertinas y acostarme sin que mi señora ospechara nada…Pero, al momento de salir y dirigirme a la cocina nuevamente ara recoger algo que beber, me sorprendió, nuevamente, Paola. Ahora venía obre mi con un coqueto baby doll negro, completamente transparente y con nada ebajo. No traía ropa interior…Me sorprendió, pensé que estaba durmiento …junto on su fome marido.
-Dije ue volvería…Y los demás…
-Se han retirado y nosotros debemos hacer lo mismo…
No me ejó terminar, pues tomó la iniciativa y comenzó a acariciar mi entrepierna de rriba hacia abajo…La verdad que esta chica me está matando…Rápidamente coloqué mis deditos en su rayita la encontré muy mojadita…Le sugerí que podíamos erdernos un rato y que podíamos encerrarnos por algún tiempo en el cuarto desocupado que servía de living-comedor. Nos dirigimos hacia allí…No terminabamos de llegar hasta uno de los sillones que se encontraban allí, uando…Me estaba pidiendo que…
-Ahora, quiero que lo hagamos por el frente, por mi conchita. Me gusta mucho más que por el chico…
Debía umplir a sus requerimientos y hacerlo bien, porque estaba pensando en mi uturo…Podía tener para mi entero gozo a esta caliente mujercita y, haciendo un esfuerzo, estaba la posibilidad de contar también con mi otras hijita y quizás asta mi apetitosa sobrinita.
Así que, rocedí a darle utilizando mis fuerzas de reserva, hasta que la hice aullar de lacer, junto con depositar toda mi semen en su conchita, agregándo un goce adicional, pues luego de sacarlo, principie a pasarlo por su vientre, para subir hasta sus pechuguitas, terminando en sus labios que abrí para que bebiera un poco de semén que me quedaba. En alguna otra ocasión, esta chiquitita caliente y putita, tendrá que mamarse toda mi lechecita…pensaba y me calentaba el sólo hecho de pensarlo…Así que la obligué a que comenzara a chuparlo…No uería, pero la obligué…y empezó a hacerlo…y mi pito, creció y creció…hasta que volvía a tomar su buen porte…al final …acabé…sobre su rostro y se tragó parte de mi leche…
En otra portunidad, habrá que pensar en otra cosa con esta deliciosa hijita que parece estar dispuesta a fornicar con todo. Esta chiquitita merece ser premiada con una buena sesión de sexo, en la que reciba un par de pitos simultanéamente, uno por su rendija y el otro por el chiquitin. Es muy puta…esta chica…la voy a iniciar en las mejores y más lujoriosas acciones de sexo que pueda vivir…Conozco, algunos amigos que estarán dispuestos a colaborar con mis más degenerados deseos y creo que después de estos encuentros sexuales que hemos tenido con Paola, está dispuesta a ser mi compañera sexual para mis más calientes proyectos de partusas…La vamos a convertir en una mujer desvergonzada, sin control, caliente y…en fin, una gran puta…mía…