Así soy yo... muy puta

Siempre lo fuí, necesitaba hombre, necesitaba verga. El destino me regaló el amor pero me quería arrancar el sexo. Encontré la manera de seguir gozando con otros hombres...

ASÍ SOY YO

MUY PUTA !!!

Hola a todos los lectores de esta página que nos brinda la enorme oportunidad a las mujeres de contar algo de nuestro "infiel anecdotario sexual".

Bueno, primero comenzaré por describir mi persona y mi personalidad, darles mi descripción física y mi temperamento. Soy de baja estatura, mido 1.57 mts., peso 52 kgs., teniendo la mayor parte de este peso, concentrado en mis nalgas. Tengo el cabello rubio, ojos color verde. Mis senos no son grandes, talla 36B pero eso sí, muy bonitos, redondos, firmes, parados. Mis pezones son chicos, lo cual agradezco. No soy admiradora de esos pezones enormes y amoratados.

Mi cintura es muy breve pero va dando paso a unas muy amplias caderas. Realmente me sería imposible ocultar el "origen" de ese tamaño… Ahora, hablaré de mi principal atractivo y me refiero a mis nalgas. Son bastante grandes, redondas, paraditas, duras, mordibles y sumamente cogibles. Mis piernas son, como les dice mi esposo, unos verdaderos y provocativos "piernones". No es la pierna delgada normal, son muy bien formados, de muslos grandes pero que son el comienzo de unas piernas muy bien estilizadas.

Hace apenas 5 años, mi esposo me pidió que me depilara el coño y, el haberle hecho caso, fue algo maravilloso. Lo fue para mi esposo, para mí y para todos mis amantes.

Sobre mi personalidad les diré que soy sumamente temperamental, caliente, fogosa, muy ardiente y, como me define mi esposo, soy "sexualmente incontrolable".

Todo lo que he mencionado, si bien pudiese sospecharse que lleva una ligera carga de presunción, lo tendría que admitir. No quiero ser modesta si de mi cuerpo se trata. Tengo 40 años y me da un profundo orgullo el tener y portar el cuerpo que conservo. De hecho, nadie coincide con mi edad y no lo creen. De rostro soy guapa y ya en conjunto, puedo sostener que soy una mujer bastante atractiva.

Desde la edad de 13 años, me fui dando cuenta que mi despertar sexual era algo "acelerado". Lo veía con mis compañeras de escuela e incluso, con las de grados más avanzados. Tener cerca a un compañero que me gustara, me producía ciertas alteraciones en mi cuerpo y mi temperatura se elevaba. Deseaba ser abrazada, ser tocada, ser besada.

No comencemos a pretender ir en busca de procesos psicológicos y decir que esas actitudes y necesidades obedecían a que estaba carente de amor. Para nada, crecí en un seno familiar pleno de amor, de hecho, soy la menor de los 6 hermanos y eso me sirvió para ser la consentida por todos.

Lo que me sucedía era algo muy especial, me daba curiosidad el cuerpo masculino y, por lo que veía en las revistas de mis hermanos mayores y lo que alcanzaba a escuchar en las pláticas con sus compañeros, se producía en mí la curiosidad por el sexo.

Esa curiosidad me llevó a que, a mis 15 años, tuviera mi primera experiencia pero de eso no quiero hablar. Después de sucedida, pude constatar que había sido un fraude esa vez. Después de esto, tuve varios novios y con algunos de ellos llegué a la cama. Cada experiencia era diferente y algunas muy satisfactorias.

Pero no fue hasta la edad de 21 años, en que me encontré con un hombre 15 años mayor que yo, en que conocí realmente lo que era el sexo. Ese hombre mayor me enseñó a conocer mi cuerpo, a distinguir las diferentes sensaciones que cada milímetro de mi cuerpo me regalaba. Me enseñó a explorar mi cuerpo, a reconocer sensaciones y a explotar lo mejor de ellas. Me enseñó a conocer mis tiempos, mis necesidades, mis gustos y a formar un orden de preferencias. Pero también me enseñó lo que un hombre sentía, deseaba y necesitaba.

Después de ese largo pero muy provechoso proceso, me enseñó a conocer el cuerpo masculino, cada milímetro. Me enseñó a conocer lo que era el órgano masculino. Me enseñó lo que a él más le gustaba y en qué parte. Me dijo que lo que yo había descubierto en mí, era único y para siempre pero, que lo que él me decía de sus gustos, variaría en cada amante. Al menos me enseñó el inicio de los caminos para descubrir y satisfacer a cada amante que yo tuviera.

Nuestra relación nunca fue para perdurar sentimentalmente y eso quedó desde el principio muy claro, el era casado. Yo era su amante y conmigo tenía lo que en su cama no podía. Esa situación me gustaba y estoy segura que también me aportó mucho para lo que se desencadenaría más tarde.

Llegó el día en que terminamos y yo quedé "preparada" para explotar al máximo lo que mi cuerpo me pedía desde chica. No había transcurrido una semana de terminada esa relación, y mi cuerpo necesitaba ya a un hombre. Yo trabajaba como secretaría del Director General de una línea aérea y había un piloto que me encantaba. Cada vez que iba a ver a mi jefe, me atraía mucho y yo me daba cuenta que mi cuerpo lo hipnotizaba. Entonces qué se necesitaba?. Una noche le enseñé más de la cuenta y, como yo salía después que todo el personal, él llegó a tomarme y a hacerme suya en mi propio escritorio. Me lo hizo deliciosamente y yo le mostré lo que mi "maestro" me había enseñado y lo que mi cuerpo podía hacer con un hombre.

Así, habiendo dado ese primer paso después de mi "graduación", vendrían muchos más. Inclusive, aún teniendo a alguien de planta, encontraba cómo escaparme con otro hombre.

Hoy, orgullosamente, puedo decir que soy una Puta, que soy muy Puta. Defiendo la diferencia que hay para llegar a ninfómana y mucho más, la diferencia con prostituta.

Yo no necesitaba hombre porque me urgiera sentir una verga dentro a cada segundo. Lo que yo necesitaba era disfrutar el sexo, disfrutar cada verga, disfrutar de las "novedades y aportaciones sexuales" de cada amante, disfrutar las diferencias de tamaños, los largos, los gruesos y lo que cada medida me gratificaba.

Nunca lo hice, no lo hago hoy día y no lo haría, el vender mi cuerpo. Nunca he recibido paga por una sesión de sexo. He recibido invitaciones a comer, a cenar, invitaciones a acompañarlos en viajes, regalos varios pero, mi casa, mi coche y mis ahorros, no son producto del sexo. Algo me hizo siempre saber mi "profesor" y fue el decirme que aquilataba también mi pensamiento, mi seguridad, mi inteligencia y que no solo era una "excelsa hembra" en la cama.

Otro punto importante por destacar, es mi forma de vestir. Siempre me dije que si tenía el cuerpo que poseo, era para lucirlo, además de que lo utilizaba como arma para "la caza". Mi ropa es de telas que se ciñan a mi cuerpo, ajustada, strech o de caída al cuerpo. Ropa muy corta, mini faldas, mini vestidos, blusas transparentes, playeras entalladas, escotes profundos, etc. Ropa sexy y provocativa, más nunca vulgar.

Siempre había usado pantymedias, fuese el clima que fuese. La higiene, que es una de mis marcadas obsesiones, es la mejor arma para contradecir lo que dicen que en un lugar de clima caluroso, el uso de esas prendas produce mal olor. Mal olor puede tener hasta quien no usa ropa interior si no tiene una asepsia correcta. Mi ropa interior ha sido diminuta, sexy, transparente, brassieres de media copa. Siempre he usado tacones muy altos por mi estatura y porque resaltan mis piernas y mis nalgas aún más.

Hace unos años, fue que comencé a usar medias, ligueros, medias con liguero integrado en la misma tela, medias con liga de silicón, medias en todos los colores, medias de red, medias con costura atrás, medias con diseños, etc. Mi esposo fue el precursor.

Los años pasaron, fueron 11 años. No diría largos años, porque cuando uno los vive intensa y felizmente, son muy breves. Durante esos 11 años, logré doctorarme en "catadora de colchones". Bueno, de sillones, de sillas, de alfombras, de mesas, de escritorios, de baños, de tinas, de cocinas, de jardines, de coches, de lanchas, de aviones

No les he comentado, pero vivo en Cancún, Quintana Roo, México. Lugar turístico del Caribe Mexicano y con cientos de hoteles en el centro de la Ciudad, a todo lo largo de la zona hotelera y a todo lo largo de la Riviera Maya. Puedo asegurarles que conozco la mayor parte de los hoteles o, más bien, de sus camas.

También, no dejaré sin mencionar y dar honor a quien honor merece: la Ciudad de México, en Puebla, en Atlixco, en Veracruz, en San Andrés Tuxtla, en Monterrey, en Cuernavaca, en Morelia, en Valle de Bravo, en Acapulco, en Taxco, en Chiapas, en Madrid, en Barcelona, en Francia, en Venezuela, en Río de Janeiro, en Miami, en Chicago, en Atlanta, en Dallas, en Los Ángeles, en San Antonio, en Disneyland, en Disneyworld, etc., etc., etc. Todas ellas, testigos mudos de muchas sesiones de sexo.

En cada lugar que he visitado, ya sea por trabajo, por invitación o por mi gusto, he tenido amantes. Rara fue la vez que, en esas salidas, el mismo hombre ocupara mi cama dos noches continuas. Fueron excepcionales ocasiones en que el mismo hombre se quedaba otra u otras noches y se deben de imaginar el porqué. Excelentes amantes y dotados de una forma que era imposible el deleitarme una sola ocasión y no los dejé salir de mi cama.

Ni qué decirles de Cancún. Aquí he tenido muchos amantes, de todos los sectores y gremios. No olvido mencionar que he sido una excelente anfitriona y también he tenido a turistas de diferentes partes del mundo en mi cama.

Como dicen y dicen bien, "pueblo chico, infierno grande". Aquí en Cancún es imposible ocultarte y escaparte de las lenguas de sobrada envidia. Yo sabía que tenía muy bien ganada la fama de Puta y, lejos de enojarme, me gustaba. Lo mejor era que muchas de las mujeres que me llamaban así, eran esposas de mis amantes. Otras, lo decían porque yo era, lo que ellas más deseaban, yo hacía, lo que ellas más deseaban.

Hace 8 años, comencé una relación bastante extraña. Fue con un hombre que yo conocía del círculo de amigos que nos frecuentábamos. Muy serio, muy propio, caballeroso, callado, de fuerte carácter, se puede decir que malhumorado, trabajador, reconocido ejecutivo y respetable hombre de la sociedad. Casado

Cuando nos encontrábamos o coincidíamos en alguna reunión, nos saludábamos con mucha propiedad aunque había algo: yo era a la única mujer que él saluda de beso, cosa que no acostumbraba y situación que todos los amigos remarcaban mucho. Hasta cierto punto me evadía y eso me gustaba.

Yo sabía que le gustaba, que le atraía pero su vida conyugal era su principal freno. Esa situación me gustaba, mi experiencia con los hombres y en especial con los casados, me indicaba que, tarde o temprano, caería en mis redes o, mejor dicho, en mi cama.

Ese día llegó, y un día, regresando de una reunión con los amigos en Playa del Carmen, como se había ofrecido a llevarme a mi casa, no sé en qué momento se dieron las cosas y ya estaba dentro de mi cama, entre mis piernas y con su verga dentro de mi coño.

Ese añorado día por hacerlo sucumbir a esa férrea resistencia por mis encantos llegó pero, también, llegó una especia de desilusión: su experiencia amatoria era nula y la naturaleza fue bastante cruel con él y le regaló 12 cms. de verga. No niego que es bastante gruesa y que así es como más me gustan, como más placer me brindan y más intensos son mis orgasmos pero, en este caso, el no saber qué hacer con ella lo hacía hasta torpe.

Para rematar, también padecía de eyaculación precoz y parecía que la única posición que conocía era la convencional de "misionero", que el 99% de las veces lo hacíamos así y, si intentábamos otra, su verga perdía completamente su erección. En muy contadas ocasiones, cuando le ofrecía mis nalgas de "perrito", logró penetrarme pero dejándome totalmente desesperada e incompleta. Vaya que tengo que mencionar que hacerlo así, es como más me gusta y se imaginarán cómo me quedaba yo.

No puede ser!!!!!!!!!!. Es un hombre maravilloso, ya conociéndolo, tiene un carácter formidable, es muy agradable, es sumamente simpático, es tierno, dulce, detallista, caballeroso. Es un hombre inteligente, seguro de sí mismo, amigo. Lo tiene todo, era lo que yo buscaba y ahora lo había encontrado aunque fuese casado.

Me apoyaba en todo, me brindó su amistad incondicional. Claro, no dejaré de decir que todos los días buscaba la manera de estar en mi cama o deque yo fuese a su oficina y usar cada rincón de ella para hacer el amor.

Todo eso era maravilloso pero la satisfacción era algo que se había ido, pareciera que ya nunca la volvería a sentir. Él buscaba la manera de abarcar todo mi tiempo, aún con todo el trabajo que tenía, aún el mío, aún nuestros horarios, aún su matrimonio, él encontraba cómo estar juntos los siete días de la semana y hacer el amor.

Digo hacer el amor por buscar la descripción "socialmente admitida" del acto sexual pero no era nada. No había "prólogo", de caricias, no había conocimiento del cuerpo, no había besos, no había tiempos, no había creatividad, no había idea.

Sus manos exploraban mi coño, su dedo provocaba mi clítoris, yo ayuda ese proceso para lubricarme y recibirlo. Impaciente, llevaba su verga a mi entrada, yo cedía a su paso, tres series de entrar y salir y sentía su eyaculación. Yo, me quedaba desesperada pero fingiendo toda mi comprensión.

Con este hombre me pasaba algo nuevo. Había un sentimiento y no solo era el amigo incondicional que me apoyaba, era el hombre que me gustaba y que me estaba haciendo sentir amor. Me enamoré de él, aún sabiendo su situación de hombre casado, aún sabiendo que nunca podría satisface mis necesidades sexuales.

Con el paso del tiempo e increíblemente, ese hombre fue sacando muchas cosas que llevaba dentro y que le estaban prohibidas en su matrimonio. Era un fanático de las medias, de la lencería, de los tacones altos, del exhibicionismo. Guuuuuaaaaaaaaaaaaaaauuuuuuuuu!!!!!!!!!!. Innnnncreeeeííííííííííííííííííííííííííííbleeeeee!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!. No lo podía creer yo. Ese hombre tan serio y tan conservador, tener esos gustos??????????.

Cuando yo le mostré mi aceptación a todo eso y, dado que mi forma de vestir se prestaba a la perfección, se volcó regalándome cientos de juegos de lencería muy bella, sexy y provocativa. Cientos de medias de todos tipos. Cientos de pares de zapatos y zapatillas. Cientos de micro faldas, micro vestidos, ropa de lycra, de seda, transparencias, etc.

Se veía que le encantaba lucirme y que me viera muy sexy y, por qué no decirlo y aceptarlo, muy Puta. Me gustaba arreglarme así para él, lo disfrutaba mucho, era yo realmente. De hecho, le gustaba que me subiera el vestido hasta la cintura y así entráramos al conjunto en donde vivía. En otras ocasiones, me hacía quitarme la falda y caminar así hacia mi departamento. Me gustaba, no lo niego y, además, esto me atrajo a varios vecinos que disfrutaron de ese cuerpo que veían y que pensaban, estaba tan lejos de ellos y tan reservado exclusivamente para el hombre con el que me veían.

Lo malo es que, al entrar a casa para tener sexo, toda esa carga de excitación se terminaba en dos minutos de sexo. Yo estaba frustrada al máximo, insatisfecha al máximo pero, al mismo tiempo, necesitada al máximo, urgida de sexo, urgida de hombre, urgida de verga.

Si bien, se puede decir que estaba entroncada en un dilema, mi naturaleza propia, mi cuerpo y mi mente, resolvieron el problema de inmediato. Tenía amantes y recurriría a ellos de nuevo. Unos ya conocidos y otros que iba conociendo con el paso del tiempo. Mis vecinos me "ayudaban" bastante cuando él no había llegado o cuando se iba a su casa al lado de su esposa.

Así, decidida, comencé a buscar la manera de encontrar los tiempos para perdérmele y obtener lo que tanto necesitaba y deseaba con otros hombres. Siempre lo había hecho y no me costaría mucho trabajo. Al principio, tenía que sortear mis actividades profesionales con mis "escapadas" pero, desde hace 4 años en que ya soy una dedicada ama de casa, tengo todas las oportunidades para disfrutar como y lo que a mí me gusta.

Aunque se escuche muy cruel, mientras mi esposo está en el trabajo, su amada esposa está disfrutando de otros hombres, de otras vergas y mis amantes están gozando de mi cuerpo y lo que el les regala en placer.

Ese hombre se divorció para casarse conmigo. Llevamos 8 años de matrimonio y las cosas en nuestra cama nunca han variado. Yo llevo 8 años sosteniendo relaciones sexuales con otros hombres y son ellos, mis amantes, quienes llenan mis necesidades sexuales y quienes tienen satisfecha a esta Señora casada, enamorada de su esposo, mujer de 40 años y muy Puta.

Ya habiéndoles hecho esta reseña, en otros relatos les iré contando algunas de las deliciosas infidelidades que he tenido y no con esto quiero decir que solo algunas lo han sido. Segura esto y que todas lo son, ser infiel es un "ingrediente" que da un especial sabor al sexo. Muchos de mis amantes me saben una Señora casada y enamorada y eso a ellos también los excita al máximo y me hacen alcanzar insospechadas fronteras de placer.

Gracias, un Beso. Edith