Así empezó todo

Una vuelta al pasado... así empezó todo entre nosotros... primer contacto sexual, todo por culpa de... o bueno, mejor dicho, gracias a una borrachera.

ASÍ EMPEZÓ TODO

CRIS

Muchos de los que nos escribís habitualmente nos habéis preguntado cómo empezó todo, si realmente el inicio es como lo contamos. Sí y no. La historia es verídica, pero ya había habido indicios de cierto acercamiento en otras ocasiones. Lo que pasa es que, por motivos evidentes, decidíamos ignorarlo.

Hemos decidido entre los dos contar el principio, a pesar de que habíamos pensado no hacerlo, porque la historia parecía más excitante con todo lo de la webcam y pillarme con las manos en la masa. Por eso hicimos como si no hubiese habido contacto físico antes de eso, pero, como la historia quedaba un poco coja, aquí está el inicio. Así empezó todo.

JAVI

Un sábado más. Copas, discotecas, más copas. Voy tambaleándome de camino a casa mientras pienso que mi madre me va a asesinar. Soy mayorcito para salir, pero empezó a ponerse pesada con aquello de que mientras viviese bajo su casa no volvería a llegar borracho nunca y todas esas cosas que dicen las madres.

Consigo encajar la llave en la cerradura y abrir la puerta de casa sin hacer mucho ruido. No hay luz. A lo mejor no se ha quedado levantada, pienso. Pero es mejor no subestimarla. Voy hacia mi habitación y veo luz en ella. La puerta está entreabierta, y al echar un medio vistazo veo a mi madre sentada en la cama. Me asusto y abro corriendo la puerta de la habitación de mi hermana.

  • ¡Javi! – exclama, sobresaltada.

Pese a mi borrachera me fijo a ella. Está desnuda de cintura para arriba, y al verme entrar intenta taparse con una camiseta. Se la pone enseguida, pero me da tiempo a distinguir ciertos detalles y me quedo embelesado mirándole las tetas grandes y redondas, aunque ya sea a través de una simple camiseta. Me obligo a mí mismo a reaccionar y hablo arrastrando las palabras.

  • Lo… lo siento, Cris, pero ma… mamá está en mi cuarto.

Abre la boca para decir algo pero vuelve a cerrarla. Después me mira con el ceño fruncido.

  • ¿Estás borracho otra vez? – me reprocha. Está guapísima cuando se enfada.

  • ¡Qué va!

Me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla para ablandarla y convencerla de lo que le quiero pedir. Y mi hermana, que es muy perspicaz, dice bostezando:

  • Bueno, ¿qué quieres? Estoy muy cansada.

  • Déjame dormir contigo, por favor. No puedo esperara a que mamá se vaya, y además, si me ve… - me acerco un poco más a ella y le susurro, tan cerca que casi le rozo el lóbulo con los labios – voy un poco borracho.

  • ¡No me digas! – dice con sarcasmo, alejándose un poco. Pero por suerte no se resiste y consigo que ceda – está bien, quédate a dormir

CRIS

De pronto aporrean la puerta. Empujo a Javi intentando que caiga en la cama, pero he debido calcular mal. Trastabilla y se cae al suelo haciendo una mueca de dolor. Tengo que reprimir la risa.

  • ¿Qué pasa ahí dentro? – reconozco la voz de mi madre.

Entreabro la puerta.

  • Nada, ya me iba a dormir – digo asomando la cabeza, intentando adoptar el papel de hija modelo para que se vaya – te abriría, pero me estoy cambiando.

  • ¿Qué ha sido ese ruido? ¿Estás bien?

  • Ah sí, ha sido… - Me quedo en blanco. Nunca he sabido mentir – ha sido el ordenador… el portátil, que se ha caído, pero no le ha pasado nada.

  • Acuéstate ya, hija, es tarde.

  • Sí, estoy muy cansada, ya me iba. ¿Y tú no te vas?

  • Espero a tu hermano, si llega borracho me va a oír.

Me doy un golpe en la frente, como si hubiese olvidado algo importante.

  • ¡Pero si hoy no duerme en casa! Qué tonta, se me olvidó decírtelo, duerme con un chico de su clase, ya sabes, para algo de un trabajo.

  • ¿Cómo no me lo dijiste?

Pongo cara de no haber roto un plato.

  • Lo siento mamá, se me olvidó. Dijo que… vendría mañana… sobre las doce.

  • Está bien, hija, que descanses.

Por fin se va y Javi sale.

  • ¿Me vas a tener aquí hasta las doce?

  • Ellos se van, ¿no te acuerdas? No creo que, siendo ahora las cuatro de la mañana y con la resaca que vas a tener

Se acerca a mí y me acaricia la cara. El contacto físico con él hoy, no sé por qué, me está haciendo estremecer, me apabulla. Creo que es por su mirada. Es… lujuria.

  • Que no voy tan borracho… ¿quieres que te haga algo para demostrarte que digo la verdad?

Me mira de arriba abajo y me siento cohibida. ¿Ha sido una proposición o es que yo estoy susceptible? Para evitar meter la pata, digo:

  • Vamos a dormir.

Me meto en la cama. Menos mal que es grande, si no, estaríamos incómodos. Mi hermano empieza a desnudarse hasta quedarse en calzoncillos. Y, no sé ni por qué, de pronto me sorprendo mirándole la entrepierna. Y, tampoco sé por qué, no me extraño cuando le veo empalmado. Él se da cuenta y me muero de vergüenza. Pero no dice nada. Me imita y se mete en la cama. En cuanto mi cabeza toca la almohada cierro los ojos, agotada.

JAVI

No duermo muy bien, despertándome cada cierto rato con la paranoia de que mi madre va a entrar y nos va a pillar. No quisiera que mi hermana se la cargara por mi culpa.

En una de esas ocasiones me quedo desvelado y me siento en la cama. Observo la habitación, bañada por la luz de la luna y las farolas que se cuela por la ventana. Después, casi sin querer, mis ojos chocan contra el cuerpo de mi hermana. Está bocabajo. El camisón se le ha subido un poco. Intento evitar la tentación, pero es superior a mis fuerzas. Se lo subo más y me encuentro con su culo pequeño y redondito, al descubierto. Imagino un minúsculo tanga tapándola por delante. Sin poder (ni querer) detenerme acaricio su culo con una mano, mientras con la otra aprieto mi propia entrepierna, que está a punto de reventar.

CRIS

Me despierto por el contacto de la mano de Javi en mi culo, con el corazón latiéndome a mil por hora. No me puedo creer lo que está haciendo. Entreabro los ojos y, aunque está de espaldas a mí, distingo perfectamente los movimientos de su mano, arriba y abajo, más o menos a la altura de mi cintura. ¿Se está haciendo una paja mientras me toca el culo? Lejos de incomodarme, pese a que me avergüenza un poco, empiezo a notar que me humedezco peligrosamente. ¿Y si se da cuenta? Por un momento pienso que debo alejar esos pensamientos de mi mente, ¡que no está bien, que es mi hermano! Pero, siguiendo un impulso, gimo ligeramente y me doy media vuelta, tumbándome sobre la espalda. Espero que mi plan salga bien. Estoy segura de que no parará de acariciarme. ¡Por favor, que no pare!

JAVI

¿Ese gemido ha sido real, o solo fruto de sus sueños? ¿Sabe lo que está pasando? Quito la mano de su culo y justo entonces se da la vuelta. Demasiada casualidad, pienso. ¿Qué quiere decirme? ¿Querrá que pare? ¿O todo lo contrario? Decido lanzarme a la piscina sin saber si hay agua o no. Pongo una mano en cada teta y empiezo a rozarlas lentamente, con suavidad y los pezones se ponen como piedras. Abre las piernas. Ya estoy seguro de lo que me está diciendo y aparto el tanga de un manotazo para explorar su coñito mojado y palpitante. El tanga está empapado. Acerco mi boca a la suya. Meto la lengua. Cuando empiezo a pensar que se arrepiente, corresponde a mi beso y nuestras lenguas se enredan. Se incorpora, dentro de lo posible, y busca con avidez mi polla. La toca, la soba, la mueve, con la otra mano me aprieta los huevos.

Dejo de besarla y la miro a los ojos.

  • Esto no está bien, Javi, pero no sé qué me pasa… - dice turbada.

  • Yo sí lo sé – la interrumpo, volviendo a poner su mano en mi polla – y ella también, ¿o no ves como la pones? – vuelvo a mover mi mano en su coño – y si me vas a decir que tú no estás cachonda, lo disimulas de maravilla.

  • Es que no sé, en serio, no sé si

Me bajo de la cama, le quito el tanga y me situó entre sus piernas para intentar convencerla. Me encuentro con un coño suave y depilado, encharcado, de gruesos labios rojos y palpitantes y el clítoris hacia fuera, hinchado. Le echo el aliento y gime. Le aprieto los pezones con decisión y se agarra al cabecero de la cama, echando el cuerpo hacia abajo para que su sexo y mi boca hagan contacto. Le doy un lametón en el clítoris y se lo absorbo con fuerza. Después me aparto.

  • Como dices que está mal… - digo con una sonrisa intentando hacerla sufrir.

Cierra las piernas y aprisiona mi cabeza.

  • ¿Eso es que has cambiado de idea?

  • S… sí

No aguanta mucho. Sólo me hacen falta unos cuantos lametones para notar sus jadeos, temerosa de que nuestros padres la oigan. Paro en seco.

  • ¿Qué…? – pregunta incorporándose, mirándome con ojos brillantes.

  • No está bien, ya sabes, no querías hacerlo – dije malicioso – si entrara alguien ahora

  • Me da igual – jadea, sobándose las tetas – sólo pienso en correrme Javi, haz que me corra, por favor, voy a explotar.

  • Pero Cris… - le doy un lametón en el coño, cerca del clítoris sin llegar a rozarlo – no estoy seguro… ¿qué pensarían si entran ahora?

  • Me… da igual

  • ¿Te da igual que piensen que eres una puta?

  • Sí, solo me quiero correr, me da igual ser una puta.

  • O sea que ahora mismo serías mi puta con tal de correrte.

  • Sí… ¡¡tu puta y todo lo que quieras pero deja que me corra ya, por favor!!

Sonrío para mis adentros y empiezo a lamer y comer su coño con fuerza. Inmediatamente su cuerpo comienza a convulsionarse y veo cómo agarra la almohada y la muerde, amortiguando los gritos. Poco a poco va relajando los músculos. Las manos pierden fuerza y suelta el cabecero dejando caer sin energía los brazos a ambos lados del cuerpo. Ahora que ha pasado el momento noto que se sonroja.

CRIS

De pronto tomo conciencia de lo que ha pasado y me muero de vergüenza, no sé dónde meterme. Por un momento pienso que todo ha sido un sueño, pero entonces mi mano baja instintivamente hasta mi entrepierna mojada y verifico que ha sido tan real como que mi hermano se ha subido encima de mí y se está pajeando entre mis tetas. Mi mirada pasa incrédula de su polla a sus ojos. Se baja de mi cuerpo y se sienta en el borde de la cama. Una fuerza sobrenatural me hace levantarme y ponerme de rodillas en el suelo. No hacen falta miradas, sé lo que quiere, y lo peor de todo es que no sé por qué estoy dispuesta a hacerlo. Pero antes de que me de tiempo a planteármelo mi lengua ya juega con su glande húmedo e hinchado. Me agarra del pelo y me clava la polla sin miramientos hasta el fondo de la garganta. Doy una arcada. Me mueve compulsivamente la cabeza arriba y abajo, intento coordinar los movimientos para darle placer a la vez que intento no ahogarme con sus embestidas. Pasados unos instantes me saca su miembro y me dice que me ponga a cuatro patas alzando el culo. Se sitúa detrás de mí. Pensar que va a follarme me pone caliente otra vez. ¿Cómo es posible, si me acabo de correr? No importa. Esta noche nada es lógico. Nada.

Me mete dos dedos de golpe en el coño y gimo. Los saca. Aún de espaldas pega su cuerpo al mío y me acerca los dedos. Me mancha la cara de mis flujos y me los acerca a la boca. Se los lamo hasta dejarlos relucientes.

  • Cachonda otra vez, ¿eh? – dice con cierto deje burlón.

Asiento de nuevo. No sé muy bien por qué, pero me da vergüenza, me siento humillada. Pero tampoco podría mentir, bien tonta sería. Él parece darse cuenta, y lo que es peor, le gusta verme avergonzada y entregada. Me roza el clítoris con un dedo.

  • Y ahora, ¿qué es lo que quieres?

Sigo a cuatro patas, con el culo alzado, los pezones erectos tocando el frío suelo, la cara manchada de mis flujos y deseando que me calme esa calentura que parece no tener fin, avergonzada, excitada y humillada. Una mezcla explosiva.

Noto su polla en la entrada y echo el culo hacia atrás. Pero él se aleja. Sé que tengo que pedírselo, que suplicárselo, no va a hacerlo hasta que me humille y me excite al máximo. ¿Eso quiere decir que, si no se lo pido, no lo hará? No. Él está seguro de que ahora mismo haría cualquier cosa porque me empalase, y retrasarlo le divierte, pero a mí sólo me desquicia.

  • Quiero… que me folles – digo con un hilo de voz.

  • Pues a mí eso no me parece que sea pedirlo con muchas ganas.

  • Quiero que me folles, por favor, hazme tuya, ensártame, hazme lo que quieras.

  • Porque eres… ¿qué?

  • Soy una puta… soy tu puta… soy una zorra, ¡¡fóllame ya!!

Me la clava de un golpe seco y sus huevos me rebotan. La saca del todo y me la clava hasta el fondo varias veces. Sus manos torturan mis pezones pellizcándolos, sobándolos, frotándolos, arañándolos, y ellos responden excitados, tiesos, casi tan calientes como mi coño palpitante que recibe ansioso esa polla que está a punto de proporcionarle otro orgasmo bestial. Mi hermano moja los dedos en mis flujos, lo cual no es difícil, porque resbalan por toda la pierna, y empieza a jugar con mi ano. Por un momento me entra el pánico a que intente follar mi agujero virgen, pero estoy tan cachonda que le dejo hacer mientras disfruto del momento y contraigo los músculos de la vagina para darle placer. Descarga algún azote en mis nalgas. El primero me sorprende. El segundo me avergüenza. El tercero me excita. El cuarto me pone cachonda perdida. El quinto se lo pido entre súplicas y jadeos.

Ya viene el orgasmo. Lo noto desde dentro, ascendiendo poco a poco, encharcándome el coño. Apoyo la cabeza en el suelo, me muerdo el puño, amortiguo los gemidos. Javi sigue clavándomela con furia. Cuando nota que mi orgasmo ha terminado me saca la polla y me pone frente a él de rodillas. Me agarra del pelo y me la mete en la boca. Él guía los movimientos, yo me limito a dejarme hacer y a intentar respirar. Cuando con la mano que le queda libre me retuerce un pezón empiezo a notar chorros de semen caliente. Pienso si querrá que me lo trague y me da asco. Termina y me la saca de la boca. Antes de que pueda decirme que lo trague, escupo. Pero mi plan no ha salido bien. Me mira con furia, y después al suelo, donde está toda su corrida y parte de mi saliva. Me agarra del pelo y me lleva la cabeza hasta el suelo. Su semen queda a escasos milímetros de mi boca.

  • No he sido yo quien lo ha tirado – dice, serio y cortante – vamos. Venga joder, déjalo limpio, ¿a qué esperas?

Resignada saco la lengua y empiezo a lamer, mientras él vigila, aun tirándome del pelo, asegurándose de que el suelo queda limpio. Cuando termino se levanta. Abre la puerta sigiloso, se asoma, y ve que, efectivamente, ya no hay luz en su cuarto. Además, como es de día, ya puede ir sin problemas.

Recoge su ropa y se dirige a la puerta. Yo sigo embobada, mirándole desde el suelo, de rodillas, con la cara manchada, el pelo revuelto, los pezones doloridos y el coño empapado.

  • Javi… ¿qué…?

Me interrumpe, poniéndose un dedo en la boca y siseando.

  • Nada. Nosotros como siempre. Cuando quiera volver a usarte te aseguro que te enterarás.

Y sale, cerrando la puerta tras de sí.