Así empacé con la famillia 2 (así continué)

Continuación del primer relato.

Supongo que lo que hicimos en aquellos días fue demasiado. Follábamos entre nosotros muy a menudo, demasiado a menudo. y los fines de semana se convertían en auténticas orgías. En familia y con todo el cariño del mundo, pero orgías. A veces, y aprovechando la ausencia de mis padres, nos quedábamos de viernes a domingo en casa. Mis hermanos, mi hermanita, mi amiga y yo. Pasábamos el fin de semana juntos. No penséis que era follar 72 horas seguidas, no. Había tiempo para todo y para todos. Yo creo que el sexo era una excusa para estar juntos. Además Miriam y yo seguíamos dándonos el lote por nuestra cuenta. Para eso íbamos a su casa, para comernos el chochito tranquilas.

Pero llegó un momento que para mí fue demasiado. Caí en una pequeña crisis. Para salir de ella me enfrasqué en los estudios, con un buen resultado por cierto. Pero seguía estando en casa. Mis hermanos (y mi hermanita) seguían paseando en pelotas a mi alrededor los fines de semana. Y seguían teniendo esas pedazo pollas. Y se las seguía comiendo. Y seguían entrando en mí. Y me seguía gustando.

Por eso no me lo pensé dos veces cuando a finales de julio mis padres nos dijeron que se iban a largar quince días en el barquito. Les dije que me iba con ellos. En principio no les hizo demasiada gracia (que si son muchos días, que si el barco es muy pequeño para los tres, que si...) pero para toda excusa hay una solución y terminaron por claudicar. Nos íbamos a hacer toda la costa norte, llegando a Francia si el tiempo acompañaba. No iba a haber juergas ni salidas nocturnas, solo barco, mar y alguna playa.

Y en la playa pasamos los dos primeros días. Paramos en una isla que hay a pocos kilómetros de aquí, en la cual no vive nadie y a la que sólo se puede llegar en barco. La isla tiene una única playa, y dejamos el barco fondeado en frente, a unos cincuenta metros de la orilla.

Después de pasar la primera noche en el barco y desayunar como reyes, nos acercamos a la playa en el bote, con la intención de pasar allí el día. La mañana se me pasó rápido, entre tomar un rato el sol y pegarme un chapuzón de vez en cuando. Pero después de comer me aburría y me fui a dar un paseo isla adentro. Y comprendí que el bikini y las sandalias no son el vestuario ideal para ir de exploradora. Creo que me picaron cuatro mil trescientos veintisiete pinchos.

Al llegar de nuevo a la playa mis papis estaban roncando (literalmente) así que me dediqué un poco a la lectura y a tomar el sol.

Nos volvimos para la cena, y después me subí a cubierta un rato para ver las estrellas. Cuando bajé de nuevo mis padres ya estaban en su camarote, así que yo me fui al mío a leer otro rato.

Al día siguiente mi madre me despertó para desayunar, pero le dije que me dejase dormir y que se fuesen ellos a la playa, que yo iría a nado cuando me levantase. Lo que realmente quería era estar sola un rato, así que me levanté cuando escuché el motor del bote. Me hice un café, cogí mi lectura y subí a la cubierta. Suponía que mis padres verían mal que su hija tomase el sol desnuda, por eso no había ido con ellos. Y es que ya necesitaba la brisa acariciando mi cuerpo.

A las dos horas decidí irme a la playa. Aún eran las doce, faltaba tiempo para comer. Me puse un bikini discretito y me tiré al agua. Al salir me fui sacudiendo el pelo mientras caminaba en dirección a las únicas personas que había en la arena, mis queridos papis. Y por el hecho de ir sacudiendo la cabeza no vi, hasta llegar junto a ellos, que estaban completamente desnudos.

  • ¡Mama!, ¿Qué hacéis así?

  • Vaya Ali, - contestó mi madre – creía que los jóvenes no erais tan puritanos

  • No, bueno, - me medio disculpé – es que no sabía que vosotros fueseis nudistas

  • Ay, hija, pues es lo mejor del mundo, tomar el sol solos en una playa como Dios nos trajo al mundo. Desnúdate tú, no te cortes.

  • Casi paso – Después de todo, parecía que no estaba preparada para desnudarme delante de mi padre.

Mi padre, por cierto, estaba, como el día anterior, roncando plácidamente. Debe ser con esto de la vela que a sus cuarenta y tantos conserva un cuerpo atlético, con los músculos marcados. Pero así tumbado boca arriba y desnudo lo que más destacaba era, como no, su polla. Ya sabía a quién salían mis hermanos. Pedazo pollón. Mi madre tenía que estar contenta, sin duda.

A mi padre nunca le había visto la polla, por eso fue lo que más me impresionó cuando les vi. A mi madre la había visto desnuda muchas veces, auque hacía ya tiempo que no coincidíamos así. Y se seguía conservando bien, sin exceso de grasas, el estómago plano, y unas tetas y un culo que podrían envidiar muchas mujeres diez años más jóvenes.

Bueno, volviendo al caso, mi madre me dijo que le diese protector solar, y se tumbó boca abajo. Le eché crema en la espalda y comencé a extenderla, hasta que no quedasen zonas blancas. Lo había hecho muchas veces en mi vida. Después me tocaba su culo. Hice lo mismo, aunque a eso no estaba acostumbrada. Estaba durito, todo hay que decirlo. Con sus piernas no tuve problema tampoco. Se le veía el coño a ratos, pero alguna vez la había ayudado a depilarse la zona, así que no era nada nuevo.

Cuando terminé, con voz de medio dormida, me dijo:

  • Dale también a tu padre, que se va a achicharrar.

Me quedé blanca. Y ella se dio la vuelta y se echó a dormir. Y es que mi padre seguía tumbado boca arriba con la polla morcillona. Y yo le iba a dar crema por todo el cuerpo. Me armé de valor y me dije que total estaba roncando (a estas alturas también mi madre), no se iba a enterar y lo iba a tener que hacer quisiera o no. Así que me acerqué a él con cuidado de no despertarlo, me eché crema en las manos y la froté para calentarla. La esparcí sobre su pecho, con cuidado. Pero el subconsciente es la leche, y aún roncando, a mi padre se le empezó a mover la polla. Cuando lo noté me apuré acabando en un momento para tirarme en la toalla. Lo dejé con el protector a medio extender y la polla extendida por completo. Sólo los ronquidos de ambos aplacaron un poco mi sentimiento de vergüenza.

A eso de las tres de la tarde empezamos a comer, siguiendo ellos desnudos. Mi padre se había levantado con un medio empalme, pero ni él ni mi madre le dieron la más mínima importancia. Yo procuraba mirar para otro lado, aunque he de reconocer que de vez en cuando se me iba la vista.

Al terminar de comer me volví a nado al barco, para desnudarme tranquila y tomar el sol. Sólo que tuve un impulso de voyeur. Me fui a buscar los prismáticos y me puse a espiar a mis padres. Estaban tumbados en las toallas, dándose besos como dos enamorados. Sólo que como enamorados calientes, metiéndose mano mutuamente. Ella sobándole la polla y él sobando tetas y coño. Al rato mi madre se le subió encima y se metió la polla dentro. Lo dejé cuando empezaron a moverse. Yo estaba caliente y, aunque me gustaba verlos, me sentía mal. No era como cuando había visto Andrés hacerse una paja. El sentimiento era distinto y no me gustaba. De castigo me prohibí una masturbación que estaba necesitando. Me embadurné de crema solar y me tumbé en la cubierta a tomar el sol. De nuevo, desnuda.

Me desperté con el sonido de la motora acercándose y bajé a mi camarote a vestirme. Aún me daría un chapuzón, así que me puse el mismo bikini. Cuando salí mis padres ya estaban en cubierta (por los pelos) y me dijeron que iban a ducharse. Yo salté y me quedé como media hora en el agua. Al subir de nuevo me sequé al sol un rato, cuando salieron ellos recién duchados y, de nuevo, desnudos. No me lo podía creer.

  • ¿No pensáis vestiros? – Le dije a mi madre

  • Mira Alicia, - Me contestó ella – habitualmente nosotros andamos así por el barco, por eso no nos hacía gracia que vinieses. Pero una vez que nos has visto, creo que podemos dejarnos de remilgos y estar como siempre. Tranquila, que te acostumbrarás, y verás como vas a acabar haciendo lo mismo.

  • Bueno, supongo que tienes razón, no es mi intención estropearos las vacaciones. Pero conmigo no cuentes, ¿Eh mamita?

  • Anda, anda, ve a ducharte. Vestida, si quieres.

  • Ja, ja, qué graciosa.

Y me fui a duchar. Pero desnudita, que me gusta más. En la ducha, aun con el agua casi fría, me di cuenta de que realmente necesitaba hacerme un dedito, pero no me levanté el castigo. Aunque eso hacía que anduviera excitada y que me excitase más por nada.

Como hacía calor a pesar de haberse puesto el sol, me vestí con sólo una camiseta de algodón y unas bragas también de algodón, ambas blancas y ambas gastadas, lo que hacía que se me trasparentasen los pezones y los pocos pelos que tengo en el chichi. La cena ya estaba en la mesa, con lo que me senté a comer una ensaladita. Y en la cena tuve un pequeño descanso, ya que sólo le veía las tetas a mi madre. Mi padre, enfrente de mí, tenía la polla tapada por la mesa, hecho que agradecí sinceramente.

Cuando terminamos subimos a cubierta. A mis padres les gustaba estar allí bajo las estrellas tomando una copita con la brisa nocturna, cosa que comprendía perfectamente. Allí se estaba de vicio. Cuando llegamos arriba, y mientras mi madre fregaba, mi padre me dijo:

  • Así que no te gusta verme desnudo

  • No es eso, - Volvía a disculparme – es que no estoy acostumbrada a esas cosas

  • Estate tranquila cariño, que te acostumbrarás en seguida

  • Ya, pero que sepas que no es sólo por ti, a mamá la he visto así muchas veces, pero no durante todo el día. Vale en la ducha, en la sauna, pero comiendo y así con todo al aire... Pero tranquilo, - Terminé – que no me va a durar siempre.

El estar en la cubierta también me relajó, porque estaba oscuro y tampoco veía nada. Me tomé unas copas con ellos y charlamos de muchas cosas un buen rato, hasta que dijeron que se iban a dormir. Yo bajé cinco minutos después a mi camarote, me desnudé y me metí en cama. Me había portado bien, así que me empecé a acariciar con claras intenciones. Estaba tan caliente y llevaba tantos días sin sexo (tres sin siquiera una paja) que los pezones se me ponían de punta con sólo rozarlos. Y al pasarles la lengua. Tenía el coño empapado cuando bajé la mano para acariciarme el clítoris. Lo necesitaba y me estremecía con cada caricia. En eso estaba cuando comencé a escuchar los gemidos ahogados de mi madre. Me paré y escuché. Se les sentía al lado, también le escuchaba a él. Me estaba excitando más, y empecé a acariciarme al ritmo de los gemidos de mi madre. Me ponía a mil que estuviesen follando al otro lado de un mini tabique, a diez centímetros de mí. Metiéndome tres dedos en el coño imaginaba a mi madre a cuatro patas en el borde de la cama mientras mi padre, de pié tras ella, le metía su pedazo polla en un coño chorreante, como el mío en ese momento. Imaginaba que mi padre le metía un dedo en el culo y yo me metía un dedo en el culo. Mi padre le metía otro y yo hacía lo mismo. Quería sentir lo mismo que imaginaba que sentía mi madre. Me imaginé que mi padre le sacaba la polla del coño abierto y, muy despacio, chorreando, se la empezaba a meter por el culo mientras escuchaba gemidos más ahogados. Tan despacio como me empecé a meter yo cuatro dedos por mi culito. Cuando mi madre ya tenía toda la polla dentro yo tenía la mano metida hasta el pulgar. En esos momentos escuchaba los gemidos de mi padre y los ya gritos de mi madre. Imaginé que ella se estaría masturbando al mismo tiempo, y yo me metí la otra mano en el coño. Escuché sus orgasmos, al tiempo que gemía con el mío, mientras continuaba moviendo toda una mano en mi coño y cuatro dedos en el culo.

Quedé exhausta, satisfecha y un poco arrepentida, pero muy poco, por lo que había imaginado y con lo que me había excitado. Al fin y al cabo, mis padres no se habían cortado un pelo.

Al día siguiente salimos temprano, rumbo nosequé y a una velocidad de chintitantos nudos. A mí lo de la terminología marítima... vamos, que no. Mientras mi padre andaba jugando con las cuerdas y el timón estuve charlando con mi madre. Y entre unas cosas y otras salió el tema del sexo (en su vertiente más aséptica, vamos). Yo, en tiempos, había tenido mucha confianza con mi madre en estos temas. Incluso le había contado la pérdida de mi virginidad. Con un año de retraso, pero se la conté. Con el tiempo perdimos esa confianza, pero había decidido aprovechar el viaje para recuperarla. Yo ya no era una adolescente que pasa de sus viejos, y mi madre era buena gente. Así que a colación del tema del sexo le dije a mi madre:

  • Oye, que vaya la de ayer, ¿Eh?

  • ¿Lo que Ali? – Me dijo escurriendo el bulto

  • Anda mamá, no te hagas la loca

  • Vaya, parece que hicimos algo de ruido

  • ¿Algo?, yo creo que os escucharon en Madrid

  • Espero que no te hayas molestado – Se disculpó

  • No tranquila, es normal que una pareja adulta... – Le dije con ironía.

Y nos reímos. Aproveché para quitarme la imagen de mojigata que me puso mi madre. Por supuesto, a estas alturas mis padres andaban por el barco en pelotas sin importarles mi presencia. Y la verdad empezaba a hacerme gracia ver a mi padre de un lado a otro con ESO colgando.

Y tenían razón, porque me acostumbré a verles así, así que después de comer me animé y me puse a tomar el sol con mi madre, ella en pelotas y yo... Pues yo en tanga. Me animé a hacer top-less delante de mi padre, y me puse mi tanguita mínima de color blanco.

  • Vaya, parece que te vas animando – Me dijo mi madre

  • Bueno, pero de aquí no va a pasar – Le contesté yo

  • Pues para lo que te falta – Mi madre insistía

  • La verdad es que con esas tetas no sé por qué te da vergüenza enseñarlas – Mi padre alabando mis tetas, para flipar

  • Y el culo, que lo tiene muy bien puesto – Mi mami continuaba

  • La verdad es que sale a su madre.

Esto lo dijo mi padre acercándose a mi madre y dándole un morreo con una mano apoyada en su teta, lo que accionó su polla, que se levantó unos centímetros llegando a tocar el brazo de mi madre.

La cosa quedó ahí, y la tarde transcurrió sin más, ahora con la brisa saboreando y poniendo de punta mis pezones. Y los de mi madre, solo que a ella también le refrescaba el chochete.

Cuando fondeamos, otra vez frente a una playa protegida y solitaria (parece que ya se las conocían todas), hicimos lo que la noche anterior. Chapuzón, cena y copitas en la cubierta. La diferencia era que yo estuve cenando en frente de mi padre con las tetas apuntándole a la cara. Y sus ojos se le iban de vez en cuando. De hecho, cuando se levantó, su polla no estaba en reposo absoluto. Ya en cubierta, entre charla y charla mi madre volvió al tema:

  • Ali, dime una cosa.

  • Pregunta – le dije yo

  • A ver, no me creo que tú nunca hayas ido a una playa nudista

  • Sí mamá, he ido a playas nudistas

  • ¿Y te desnudaste alguna vez? – Esta vez era mi padre

  • Creo que todas – Había que sincerarse

  • Y si no te importa que te vea desnuda un desconocido, ¿Por qué te importa que lo haga tu padre? – Mi madre, estupenda

  • ¡Ay! pues no lo sé mamá, me da vergüenza.

  • Seguro que no tienes tanta para otras cosas – Y volvía mi madre

  • ¡Joder! Ya me quito el tanga, tranquila.

Y eso hice. Dejé la copa, me levanté, me quité el tanga y me volví a tumbar.

  • Hala, Ya está. Vuestra niña en pelotas.

  • Anda, anda, que lo estabas deseando

Y lo cierto es que sí, lo estaba deseando, sentir la brisa fresca de la noche en mi chochito, tumbada boca abajo de piernas abiertas. Lo hice porque era de noche y no había luz en la cubierta, por lo que mi padre poco iba a ver. De todos modos sí pude ver una ligera reacción en su polla. Pero no le di importancia. Mi madre estaba tumbada como yo, pero frente a mí, y mi padre sentado a su lado, con las piernas abiertas, echado hacia atrás y apoyado en sus manos. Seguimos charlando de muchas cosas durante largo rato, Hasta que en un momento dado vi entre la penumbra cómo a mi padre le crecía la polla, mientras a mi madre se le iba la olla con la conversación. Vamos, que mi padre le estaba metiendo mano a mi madre delante de mis narices e intentando disimular. Total, que como era de esperar a los dos minutos me dieron las buenas noches con sendos besos y se fueron al camarote, mi padre ya medio empalmado y mi madre ya medio pajeada.

Me quedé allí tumbada, ahora boca arriba, con las piernas y brazos estirados mirando las estrellas. Pero claro, a los dos minutos empecé a escuchar a mi madre que, sabiendo ya que no me importaba, gemía (no gemía, gritaba) al doble de volumen que la noche anterior. Y como no, al mismo tiempo empecé a excitarme. Y me decidí. Aprovechando la oscuridad exterior me acerqué a gatas al ventanuco del camarote de mis padres. Y miré. Y vi a mi padre tumbado en la cama, con mi madre encima, como en la playa. Y llevé una mano a mi coñito y empecé a sobarme, y entró un dedo en él. Y otro, y más, hasta que metí la mano entera. Acompasé los movimientos de mi mano con los de mi madre, para sentir lo mismo que ella. Mientras, mi padre le estrujaba las tetas, se las mordía, le lamía los pezones. Entonces se pararon. mi madre sacó esa tremenda pollaza de dentro y se dio la vuelta para meterla de nuevo, ahora dando la espalda a mi padre. Yo saqué mi mano del coño y me la volví a meter. De nuevo entera. Comenzó a moverse de nuevo, mi padre acercó una mano a su culo y le metió un dedo. Como el que me metí yo, arrodillada, con las tetas y la barbilla apoyadas en la madera, con una mano en mi coño al ritmo de mi madre y un dedo por el culo a ritmo de mi padre, gimiendo imperceptiblemente, escuchando cómo mi padre gemía y mi madre gritaba y se ahogaba. Le metió otro y yo hice lo mismo. Y el tercero también, en el culo de mi madre y en mi culo. Cuando mi madre lo creyó oportuno volvió a salirse. Yo saqué mis manos de dentro de mí. Mi madre volvió a su posición inicial. Agarró la polla de mi padre y empezó a bajarse sobre ella, metiéndosela por el culo. Yo hice lo mismo con cuatro dedos, como la noche anterior. Mi padre resoplaba, mi madre gemía y yo gemía y resoplaba. Y la metió de todo. Empezó a moverse, al mismo ritmo que yo. Mi padre acercó una de sus manos al coño y se la metió toda dentro. Y yo me metí la que me quedaba libre escuchando el grito de mi madre. Dos minutos tardamos en corrernos mi madre y yo. Mi padre no lo hizo, así que m madre se levantó y metió esa pollaza en la boca. Hasta la garganta. La chupó un par de minutos. Se le notaba en la garganta. Vi cómo mi padre se estremecía, se estiraba y se relajaba. Se había corrido en la garganta de mi madre. Ella chupó un rato más, se acostó a su lado y se besaron. Me levanté y me fui al camarote. Me acosté y me dormí.

Al día siguiente íbamos de camino a una ciudad con puerto deportivo. debíamos llegar a medio día para hacer unas compras por la tarde. Así que me levanté temprano, me puse mi querido tanga blanco y me di un chapuzón antes de desayunar. Al rato aparecieron mis padres, que se tiraron al agua como yo. Estuvimos un rato nadando y jugando, salimos del agua, nos secamos y fuimos a desayunar. Me hacía gracia vernos a mí y a mi madre con los pezones de punta mojándose con el agua que nos caía del cabello húmedo. La polla de mi padre, sin embargo estaba bajo mínimos.

A las tres horas de estar navegando empezamos a llegar a la costa, así que nos medio vestimos. Mi padre se puso unas bermudas, mi madre un bikini negro y yo mi mini bikini de triángulos que me tapaban los pezones (la mini tanga ya la llevaba). No era cuestión de llegar en pelotas a un puerto deportivo de una ciudad.

Cuando atracamos mis padres fueron a pegarse una ducha. No debieron tocarse mucho, porque salieron a la media hora. Yo me duché mientras ellos se vestían. Después me puse una tanga de colorines, una mini de flores, y una blusa naranja (sin sujetador, por supuesto, marcando pezón). Al ver a mis padres se me hizo raro. Ella llevaba un vestido de gasa blanco, y él iba vestido de marinerito: pantalón corto azul, polo blanco y náuticos.

Fuimos a comer de restaurante, paseamos un rato e hicimos las compras. Luego de llevar las cosas al barco, salimos otra vez para cenar de tapeo y cañas. Al terminar, unas copas. Demasiadas, creo. Cuando llegamos al barco estábamos los tres realmente como cubas. Nos tiramos en la cubierta, quedando un rato callados. No se escuchaba nada ni a nadie. Animados por la borrachera mis padres empezaron a darse un morreo. Mi madre se echó encima de mi padre, sentada sobre su polla. Tenía el vestido levantado, podía, desde detrás, verle las bragas, blancas y de encaje. Parecía como si yo no estuviese allí. Le dio otro morreo, apasionado, y se frotaba poco a poco con la polla de mi padre. Él empezó a magrearle las tetas, por encima del vestido. Le agarraba el culo, metiendo sus manos por debajo de las bragas. Yo me estaba poniendo cachondísima, pero era demasiado hasta para mi borrachera. Así que me levanté y les di las buenas noches en alto, pero no me contestaron.

En el camarote me desnudé despacio. Empecé por la falda, después la blusa dejando a la vista mis pezones puntiagudos, y por último la tanga, liberando así mi coño húmedo. Apagué la luz y volví a las escaleras, desde donde podía ver a mis padres. Seguían en la misma posición, solo que ahora yo los veía de frente. Mi madre tenía sus bonitas tetas fuera del sujetador, por dentro del vestido, mientras mi padre las manoseaba. Se notaba que ahora mi madre tenía una polla dentro, era sutil, pero se notaba. Me metí de nuevo en el camarote tumbé en la cama, abrí las piernas y empecé a acariciarme el chocho. Despacio, con toda la mano, sin abrirlo, sin despejar el clítoris. Lo quería así, lento. Cinco minutos después, mientras seguía frotando mi querido coñito, escuché que mis padres bajaban. Paré un momento para escuchar. Les oía murmurar, y meterse en el baño. Al escuchar la ducha volví a mi placentero trabajito. Seguí y seguí (lo que hace el alcohol, no acababa nunca), les escuché salir del baño, volvieron a murmurar y, en ese momento, mi madre entró, sin darme tiempo a quitar la mano del coño. A oscuras se acercó y se sentó en la cama. Yo seguía sin moverme, de piernas abiertas, con la mano tapando mi vergüenza y mi madre sentada al lado de mi cadera. Con el roce de su piel me di cuenta de que estaba desnuda. Estaba yo como para excitarme más, vamos, y aún por encima se puso a acariciarme la pierna. Entonces habló:

  • Alicia, ¿estás dormida? – Parecía que no se daba cuenta de mi postura –

  • Mmmmnnnooo. – Dije haciéndome la medio dormida –

  • Ali, siento lo de antes, pero no solemos beber tanto, y... – Vaya excusa –

  • Tranquila mamá, yo también bebí de más – Y era cierto –

  • Bueno, pues te dejo dormir.

Se acercó para besarme la frente. En el camino su mano, sin dejar de acariciarme, pasó por mi cadera y se posó en mi costado. Su pelo goteó sobre mi barriga y mi pecho, y sus tetas se apoyaron en las mías, llegando a rozarse nuestros pezones, que se pusieron de punta. Me dio el beso y salió del camarote. Yo estaba ardiendo, y volví a mi paja. Si volviese a entrar alguien en ese momento, no pararía. Pero no entró nadie, al poco rato volvía a escuchar los gemidos de mi madre, como todas las noches. Y me hice la paja a su ritmo, como todas las noches. Solo que ahora no tenía que imaginar, sabía perfectamente que mi madre estaba a cuatro patas recibiendo la polla de mi padre por el culo. Yo seguía frotando mi chochito, más fuerte pero igual, sin parar de frotarme. Acabaron con sendos gritos y yo aún tardé otros cinco minutos.

Cuando volví al mundo, al día siguiente, el barco estaba en movimiento. Miré la hora y eran las dos. Miré por el ventanuco y la costa ya se veía alejada de nuevo. Mis padres volvían a estar desnudos, ella tomando el sol y él al timón, supongo. Me levanté y desnuda como estaba me metí en la ducha. Hacía calor y estaba empapada de sudor. El agua fresquita me sentaba de maravilla. Me puse una tanga de un bikini y, cuando ya llegaba a las escaleras para subir a cubierta, me paré, volví al camarote y me quité el tanga. Mi padre fue el primero en verme. Sonrió, orgulloso de su hija, creo que nunca sonrió tanto por mí. Nos dimos lo buenos días. Me fui hacia la proa, donde estaba mi madre, y me senté sobre una toalla, quedando frente a mi padre (a diez metros, eso sí), y al lado de mi madre, que estaba boca abajo mirando al frente. Al verme se medio incorporó quedando de medio lado y me miró de arriba abajo.

  • Vaya, al final te has decidido – Me dijo –

  • Bueno, iban siendo horas – Contesté –

  • Levántate, deja que te mire, que hace mucho que no te veo así –

Lo hice, me levanté y di una vuelta sobre mí misma para que me viese.

  • Estás preciosa mi vida – dijo mi madre mientras me acostaba como ella –

  • Será que salgo a ti, - Contesté yo – Ya me gustaría a mí estar así a tus años –

  • Estarás, - Me dijo – mejor que yo, eso seguro.

Me di leche protectora por delante, y mi madre se ofreció a darme por la espalda. Me tumbé y empezó a darme crema por los hombros dándome un masaje que me hacía falta. Siguió por la espalda y los costados y bajó al culo. Me magreó bien las nalgas, y no se cortó de meter sus dedos por la raja, sin pasar de ahí. Luego una pierna y otra, incluyendo el interior de los muslos, cerca del chichi, pero sin llegar a tocarlo. Nos quedamos las dos tumbadas, y nos quedamos las dos dormidas. Cuando desperté estábamos parados frente a una cala rodeada de acantilados. Si es que mi padre las conocía todas, vaya. Sentí a mi padre llegar por detrás y lo miré por encima del hombro. Se tumbó encima de mi madre para despertarla, estando ella boca abajo. Su polla quedó en la raja del culo de mi madre quien, por supuesto, se despertó y le dio un morreíllo. Se levantaron, yo tras ellos, y nos fuimos a comer.

Después de comer nos fuimos a la playa, y allí estuvimos toda la tarde. Chapuzón, baño de sol, charla, magreíto de mis papis cuando yo estaba en el agua, jugueteo en el agua cuando yo tomaba el sol... A mi padre no le importaba que su hija le viese la polla a medio empalme, incluso se lanzaban indirectas en plan "tú espera a que lleguemos a la cama..." y similares.

Volvimos para la cena, y tras la ducha nos sentamos. Solo que mi madre tuvo la genial idea de celebrar mi completa desnudez con vino. Cuando subimos a la cubierta, como todas las noches, yo ya tenía un mareo del quince. Pero eso no nos privó de tomar las copitas de siempre. Y entre el vino y las copas... Pues ya se sabe. Estuvimos de charleta como una hora (1 hora = 3 copas cada uno, que sumadas a las botellas de vino de la cena...), tras la cual mis padres volvieron a los morreos y los jugueteos. Y no se cortaron nada: Mi padre empezó echando una mano a una teta de mi madre, acariciándola. Yo, al ver el cariz que tomaban los acontecimientos y (hoy, no ese día) sorprendida de mí misma, me tumbé boca abajo a un metro de ellos para ver el espectáculo que daban dos enamorados, mis padres. Sé que mi actitud no fue normal, pero tampoco lo era la suya. Mi padre ya estaba sobando las tetas de mi madre, y ella llevaba una mano a la pollaza de mi padre, que se acercaba ya a su máximo esplendor. Él la correspondió y empezó a acariciarle el clítoris con dos dedos, que después le metió dentro. Se pajearon mutuamente un ratito, pero mi padre sacó la mano del chichi de mi madre y la metió más atrás, en la raja del culo. Yo, por supuesto, a esas alturas ya tenía la mano en el coño, pero no me masturbaba, quería aguantar. Mi madre se lubricó dos dedos con sus propios jugos y se los metió a mi padre por el culo, de uno en uno. Después tumbó a mi padre boca arriba y, como las otras noches se metió la polla en el coño, despacio. En ese momento decidí irme al camarote a hacerme una tremenda paja, pero antes me acerqué a mi madre para darle un beso de buenas noches, supongo que para dar mi consentimiento a sus actos. Pero la respuesta de mi madre cuando le toqué el hombro y acerqué mis labios a su mejilla fue cogerme por la nuca y pegarme un tremendo morreo. Y me dejé llevar, y le correspondí, y deje que su lengua entrase en mi boca para jugar con la mía, y la mía fue en su búsqueda. Debimos estar un par de minutos con el morreo. Me tumbó en el suelo y se sacó la polla de mi padre. Se puso a cuatro patas sobre mí, cogió a mi padre por la polla, se la puso en el coño chorreante y empezó a besarme de nuevo mientras una polla de veintipico centímetros entraba en ella despacio, milímetro a milímetro, lo que hacía sus besos más apasionados. Yo respondía a sus besos y la abrazaba, la acariciaba, pero cuando se fue a mis tetas me dejé hacer. Pasó su lengua de una a otra, las besó, lamió alrededor de mis pezones, los rozó con los labios, estuvo así unos minutos antes de comérmelos, mientras recibía la polla de mi padre que se movía muy despacio, para dejarla hacer.

Siguió bajando sus besos y llegó a mi coño. Hundió su boca en él y me dio un placer que deseaba y necesitaba, y que me encantaba. Sabía que era mi madre la que me comía el coño, y me gustaba más sólo por eso. Me metió un dedo, dos y tres, me metió otro por el culo, y otro más, me sentía llena. Mi madre me estaba follando, después de una semana a pajas, mientras mi padre se la follaba a ella. Pero mi mamita se volvió a sacar de dentro la polla de mi padre. Lo tumbó en el suelo, boca arriba, y me cogió de la mano. Se sentó encima de su polla, que se abría paso por el culo de mi madre. Yo la ayudaba aguantándola para que le entrase poco a poco. Cuando entró del todo, mi madre se echó hacia atrás, quedando tumbada boca arriba sobre mi padre. Me llevó hacia ella, y me tumbé encima. Nos besamos, ella me agarró el culo y yo a ella. Mi padre le agarró a ella las tetas, quedando las mías pegadas a sus manos. Era el primer contacto que tenía con mi padre. Mi madre empezó a mover las caderas, un casi nada. Volvió con sus dedos a mi culito, y me metió dos. Ahora éramos tres jadeando, gimiendo de placer. Quité de mi culo los dedos de mi madre y me fui a por sus tetas. No estaban tan duras como las mías, pero eran estupendas. Empecé a lamerlas entre los dedos de mi padre, dedos que me metía en la boca y chupaba como una polla. Mamé de los pezones de mi madre veinte años después, pero no me llenaban como entonces. Ahora de donde salía líquido era de su coño, así que fui a comérselo. Seguían moviéndose despacio, lo que facilitaba mi labor. Lamí el coño de mi madre con toda la lengua, de abajo a arriba, limpiando su mojadura. Me dediqué a su clítoris mientras le iba metiendo dentro los dedos, uno a uno, hasta que entró toda mi mano. Notaba la polla de mi padre del otro lado. Mi madre se corrió, gritando, pero mi padre y yo no nos paramos. El la follaba por el culo y yo, con mi mano, por el coño, más fuerte aprovechando la lubricación que obtuvo con el orgasmo. La otra mano, así como algún lametón, la dedicaba los huevos y la polla de mi padre, cuando salía un trozo del culo de mi madre. Pero esa mano fue bajando hasta encontrarse con el ano de mi padre, por donde entró un dedo, y luego otro, hasta tres dedos entraron en su culo. Mi padre en ese momento se corrió dentro del culo de su mujer, con una mano de su hija en el suyo. Mi madre se salió y se quedó tumbada boca abajo, momento que aproveché para limpiar y aliviar su culito con mi lengua. Me estaba tragando la abundante corrida de mi padre que salía del culo de mi madre.

Cuando terminé me acosté junto a ella. Con cara de extasiada me miró tiernamente, como mira una madre a su hija, y me dio un dulce beso en los labios.

Me levanté y vi a mi padre allí al lado, tirado boca arriba con la polla brillando encima de la pierna. Me arrodillé y cogiendo su polla con una mano me la metí en la boca para limpiarla. Me dediqué a la polla de mi padre un buen rato, hasta que de nuevo alcanzó su medida ideal. Me puse de cuclillas encima y me la metí muy, muy despacio por el coño, con mi padre mirándome a los ojos, con una mirada muy dulce. Él se sentó y me abrazó, nos movíamos con lentitud, nos besamos sin prisa, lamiendo nuestros labios, chupando nuestras lenguas. Me echó un poco hacia atrás y cambió mi boca por mis tetas, y yo cerré los ojos. En ese preciso instante me había follado a la totalidad de mi familia. Con los ojos cerrados noté la presencia de una boca en cada uno de mis pezones, y de una mano acariciando mi trasero. Mi madre se había reincorporado. Me dio un morreo y me tumbó encima de mi padre. Se puso detrás de nosotros y me lamió toda la raja del culo, para después concentrarse en mi ano. Lo chupaba, lo lamía y metía su lengua dentro. Su lengua dio paso a los dedos de su mano, que se fueron colando hasta entrar cuatro, todos menos el pulgar. La mano de mi madre tenía que tocarse con la polla de mi padre, dentro de mi cuerpo. Me levanté después de mi primer orgasmo y me puse a cuatro patas enseñando a mi padre culo y coño. El se acercó, se arrodilló y eligió el culo, por donde metió mi polla. Mi madre me leyó el pensamiento y se metió debajo de mí para comer el coño de su niña y los huevos de su marido. Yo bajé la cabeza y comí el coño de mi madre. Los tres, padre, madre e hija unidos en una pequeña orgía. Yo acabé primero, chorreando sobre la boca de mi madre quien se lo bebió todo. Pero aguanté estoicamente hasta que mi padre se corrió dentro de mi culo, corrida que también tragó mi madre cuando empezó a escurrir por mi coño y piernas. Y ella fue la última en correrse, pero no porque no hubiese disfrutado. Le gustó, y mucho.

Podría haberme ido a la cama con ellos, pero preferí dormir sola. Estaba tan extasiada que cualquier roce de otra piel sobre la mía me estremecería en exceso. Pero dormí bien, relajada, lo que no evitó mi resaca del día siguiente.

Fue mi madre la que me despertó por la mañana. Aunque de mañana poco tenía, pues ya estaba la mesa preparada. Nos sentamos a comer, los tres desnudos. Mis padres estaban callados mientras me miraban con cara de arrepentimiento. Así toda la comida, hasta que puse el café en la mesa, los miré y les dije:

  • Venga, dejad de mirarme con esas caras, que ya está bien. Si ayer hicimos lo que hicimos fue porque quisimos todos, y no sé vosotros, pero yo me lo pasé pipa y espero repetirlo.

  • Ya Ali, también a nosotros nos gustó, pero no lo hubiésemos hecho si no fuese porque estábamos borrachos. – Mi madre siempre con la misma excusa- Recuerda que eres nuestra hija, y estas cosas no se hacen en familia.

  • Sí mi niña, a mí también me gustó, pero admite que no está bien. – Mi padre, igual- No tuvimos hijas para esto.

  • A ver, si yo me quité la vergüenza de andar desnuda, a vosotros os sobran otros tabúes, así que os los voy a quitar yo. Además, lo hecho hecho está, y ahora por mucho que digáis lo follado follado quedó. En este caso nosotros tres. – El tono de la conversación subió un poco con mis palabras

  • Creo que no lo entiendes – Dijo mi madre – No es de gente normal practicar el sexo entre miembros de la misma familia.

  • Son tabúes mamá, en nuestra cultura no es normal, pero sí en otras.

  • Eso lo dices porque ocurrió, pero seguro que nunca te habías imaginado con tu padre o tus hermanos.

  • Mamá – Contesté – mejor que no sigas por ahí.

  • O sea, que te lo habías imaginado alguna vez. – Dijo mi padre

Ante esta pregunta directa los miré fijamente y lo solté:

  • No lo había imaginado hasta un día que vi a Andrés masturbándose. Y, aunque no me hacía gracia, Miriam siempre me decía que le encantaría follarse a Alex. No me gustaba al principio, pero sí me lo imaginaba, y me excitaba, de hecho.

  • ¿Te excitaba pensar en follarte a tu hermano? – Mi madre daba en la llaga

  • No sólo lo imaginé. - Respondí

Y reaccionaron como esperaba: callados y boquiabiertos, así que seguí con la confesión:

  • Sí, Alex y yo follamos, varias veces de hecho. – Seguían estupefactos – Y también me follé a Andrés, también muchas veces – No podían abrir más los ojos, si no lo hubiesen hecho – y a Anita. Aunque con ella es distinto.

Cuando llevábamos un minuto callados, mi madre reaccionó un poco, lo justo para decir:

  • Y... ¿cómo...?

  • El cómo os lo explico luego. El hecho es que los cuatro follamos a menudo, todos con todos, o cualquiera con cualquiera. Incluso Alex y Andrés entre ellos. Aprovechamos los fines de semana que os vais de paseo. Creo que ya probamos de todo: entre nosotras, entre ellos, entre varios...

Como ya había escrito el primer relato y tenía el portátil en el camarote fui a buscarlo. Lo encendí, abrí el archivo y se lo di a leer.

  • Ahí está todo. Prefiero que lo leáis vosotros, que así no me veis la cara mientras cambiáis la visión que teníais de vuestros hijos. Pero mientras leéis pensad que lo único que hacemos es disfrutar juntos.

Allí los dejé, leyendo mi relato, mientras yo tomaba el sol en la cubierta. Y así pasó casi una hora, tras la que bajé y les observé mientras remataban las últimas líneas.

Cuando terminaron me miraron con cara de... no sé, la verdad es que no sé cómo definir esas caras. Eran de estupefacción, rareza e, incluso, un poco de orgullo.

  • ¿De verdad has hecho todo eso? – Preguntó mi madre

  • Bueno, excepto alguna licencia literaria que dejé a mis fantasías, sí.

  • ¿A todo el equipo de tus hermanos? – Era mi padre esta vez

  • Bueno, esa es una de las licencias. Ocurrió así, pero no había tantos. Eran diez, que para tres... pues no es tanto.

  • Vaya, - Confesó mi madre - yo pensaba que después de hacerlo con tres no había forma de mejorarlo.

  • Ves cómo a ti también te va la marcha. ¿Y a ti te gustó eso papá?

  • Hasta ahora pensaba que había muchas cosas de mí que te sorprenderían, pero ahora lo dudo bastante. Tu madre y yo también hemos hecho de todo en lo que al sexo se refiere.

  • ¿Sabes que a tu padre Miriam siempre le dio mucho morbo? Miles de veces me dijo que le encantaría follársela.

  • Eso tiene fácil solución. – Contesté

La conversación siguió un rato, y después los dejé solos. Estuve tomando el sol mientras mis padres dormían la siesta. Después estuve nadando un buen rato. Me encanta nadar desnuda, no sé si os lo había comentado. Mis padres se unieron al chapuzón cuando se levantaron. Los juegos en el agua son ideales para rozarse, más entre personas desnudas. Entre aguadilla y aguadilla, con los roces y el fresco del agua, mis pezones parecían estallar. Cuando salimos del agua pude ver que los de mi madre también estaban de punta, y que a la polla de mi padre parecían afectarle más los toqueteos disimulados a las tetas de su hijita que el frío del agua, ya que la tenía morcillona. Así que, ya en cubierta, se la agarré y le dije:

  • ¿Ves cómo tu hija te la pone dura? ¡Y no es del alcohol!

Se echaron a reír y nos fuimos a hacer la cena. Después, mientras comíamos, empezó a llover, lo que nos quitó la sobremesa de copas en cubierta. Nos quedamos un rato en la sentados, charlando.

A la media hora ellos, que estaban en el mismo banco, empezaron a meterse mano por debajo de la mesa, disimuladamente (anda que... disimular a estas alturas). Tras cinco minutos las meteduras de mano empezaron a ser sobes y masturbaciones, se besaban mientras mi padre sobaba las tetas de mi madre y ella le correspondía agarrando su polla y pajeándola suavemente. A mi se me empezó a acelerar el pulso y a mojar el chichi, al que eché mano para sólo apretarlo. Se levantaron y se fueron a su camarote. Yo tardé un minuto en levantarme. Habían dejado la puerta abierta, lo que era una invitación a entrar. Y seguían besándose. Tumbados en la cama, de lado, se besaban, ella le seguía pajeando poco a poco y el le frotaba el coño con os dedos.

Me senté en el suelo, para observarlos, mientras mi mano volvía a bajar a mi chochito y empezaba a frotarlo. Mi madre empezó a recorrer con la lengua el cuerpo de mi padre, empezando por el cuello, parando a lamer sus pezones y terminando por meterse la polla entera en la boca. Hasta la garganta, como una profesional.

Mientras ella le comía la polla me miraba a mi, que continuaba con mi lenta paja que no quería que acabase. Mi padre también se incorporó apoyándose en los codos para verme, suspirando ambos por el placer que recibíamos. Me levanté, me senté sobre su barriga y le acerqué mis tetas a la cara, las agarró con las dos manos y empezó a comerme los pezones. Yo movía mis caderas para que mi coñito no se atrofiara, para seguir sintiendo un placer que pocos conocen.

Sentí las tetas de mi madre clavándose en mi espalda, y sus manos en mis tetas. Se había metido la polla y estaba quieta, abrazándome. Yo me volví a levantar y dejé que se disfrutasen juntos. Pero no me quedé aparte. Me puse tras ellos y empecé a mordisquear las nalgas de mi madre. Mientras ella empezaba a moverse metí la mano entre ellos. Tocaba la polla empapada de mi padre, el coño completamente estirado de ella, dejaba entrar un dedito dentro acompañando a la polla, acariciaba el clítoris materno. Bajé la cabeza y hundí la lengua en el anito cerrado de mi mamá. Lamí hasta que se relajó lo suficiente para que mi lengua la penetrase. Cuando lo hizo varias veces, la cambié por dos de mis dedos empapados en sus jugos y lo dilaté poco a poco, hasta que entraron tres y pude sentir la polla de mi padre.

Con mis dedos moviéndose en el culo de mi madre, me dediqué igual al de mi padre. Tardó más en relajarse, se encogía cada vez que le pasaba la lengua por el ano, pero conseguí meterla dentro. Al mismo tiempo saboreaba los jugos de mi madre, que caían a chorro por esa raja. De la lengua pasé a los dedos. Hasta cuatro le metí, también a mi madre. Tenía casi todos los dedos de las manos dentro de los culos de mis padres. Pero los saqué en seguida. No quería que se corriesen aún. Quería seguir viéndolos.

Al hacerlo ellos cambiaron de postura. Mi madre se puso a cuatro patas y mi padre aprovechó su ano dilatado para meterle la polla hasta el fondo. Yo le devolví a mi madre la del día anterior. Me puse bajo ella y me dispuse a comerle el coño mientras mi padre le reventaba el culo. Y ella me correspondió echando su boca al mío. Al mismo tiempo lamía los huevos de mi padre y, desde abajo y no sin dificultad, le metía un par de dedos en el culo. De esa sí le froté la próstata, y el efecto fue inmediato. se corrió en el culo de mi madre. Pero no paró de moverse, continuó hasta que se corrió mi madre y ella, mientras yo me tragaba la corrida que salía de su culo, me comió el coño hasta hacerme tener un orgasmo impresionante. Nos quedamos los tres tirados en la cama callados, recuperando fuerzas y con sonrisas de oreja a oreja hasta que mi padre dijo:

  • Lo cierto es que a mí me encanta follar en familia.

Como la noche anterior los dejé para dormir en mi camarote. Ellos repitieron, al dejar las puertas abiertas les escuchaba más que los primeros días. Aún así me quedé dormida escuchándolos.

Estábamos llegando a puerto cuando me desperté. El sexo cansa, por lo menos a mí. Mis padres estaban vestidos, o casi, vamos. Mi madre con su bikini de copas y mi padre con bermudas. Yo me puse mi querido y diminuto bikini blanco y subí a cubierta. Tras atracar nos dimos una ducha (cada uno por separado) y salimos para ir a comer. Mi padre volvía a ir de marinerito, mi madre una falda larga y una blusa azules y yo un vestido de verano estampado, por encima de las rodillas, y sin nada debajo.

Después de comer ellos se fueron a hacer compras y yo a la estación de autobús. Había llamado a Miri el día anterior y había aceptado mi invitación para unirse a nuestra singladura.

Cuando bajó del bus nos abrazamos y nos dimos dos besos castos en las mejillas. Estaba preciosa. Un precioso top blanco que transparentaba sus pezones y una mini azul que le dejaba ver de vez en cuando unas bragas del mismo color. Fuimos a dar una vuelta (pequeña, que ella llevaba la maleta) y a tomar un café en una terraza. Charlamos un rato y nos fuimos para el barco. Dejamos sus cosas en mi camarote y nos dimos un morreo. Ella metió su mano bajo mi falda y me agarró el culo.

  • Vaya la guarrita, que lleva todo el día por ahí con el coño al aire, sin unas tristes bragas para taparlo. – Me encanta que me diga cosas así. Y sé que le pone decírmelas

  • Así no las voy enseñando por todos lados como tú. – Contesté

  • Anda, que yo sé que te gusta. – Y que razón tenía

  • Y a ti que yo ande así. Era tu bienvenida.

  • ¿Quieres que vayamos a tu camarote y me das una buena bienvenida?

  • Mejor lo dejamos para la noche, que mis padres van a llegar en cualquier momento. – Aunque me hubiese gustado ver la escena – Y por cierto: suelen andar en pelotas por el barco. No sé si te importará, de todos modos seguro que al principio no lo hacen porque les dará mal rollo.

  • Mira que a estas alturas... Me voy yo a asustar por ver a alguien en pelotas.

Llegaron mis padres y la saludaron con dos besos cada uno. A mi padre, cuando ella no miraba, se le iba la vista hacia sus tetas y sus bragas, que seguía mostrando sin recato. Cenamos entre una animada charla y después, como todas las noches, subimos a cubierta. Bueno, como todas las noches no, esta estaba Miri, y estábamos todos vestidos. Un par de horas y un trío de copas después Miri y yo nos bajamos al camarote.

En cuanto llegamos cerramos la puerta y nos dimos un morreo de aúpa. Miri me sentó en la cama de un empujón y se tiró encima para seguir besándome. Parecía que estaba hambrienta de sexo. Me comió las tetas por encima del vestido. Me mordía hasta hacerme doler los pezones. Los agarraba con los dientes y tiraba de ellos. Me dejó el vestido lleno de babas. Después se tiró en el suelo y metió la cabeza entre mis piernas. Sabía que le había gustado saberme con el coño al aire. Me comió el chocho como nunca, me hizo disfrutar de lo lindo, metiendo toda su mano dentro mientras me lamía el culo. Grité cuando tuve el orgasmo. Mis padres, ya en su camarote, lo escucharon fijo. Después nos desnudamos poco a poco, como nos gustaba, con besos y caricias por todo el cuerpo cada vez que caía una de las pocas prendas. Cuando estuvimos desnudas nos tumbamos en la cama y me tocó a mí darle placer. Le comí las tetas, pero suavemente, no como ella a mí. Chupé sus pezones, lamí su piel hasta que llegué a su coñito depilado. Se lo abrí y le absorbí el clítoris con los labios y empecé a escuchar sus suspiros entre los gemidos de mis padres, que subían el volumen. Pero cuando más estaba metida en el tema (y mi mano en su coño) me sacó de encima y se levantó. Abrió su maleta y sacó de ella una polla doble de goma, como de medio metro. Subió una pierna a la cama y se metió como veinte centímetros de la polla en el coño. Acto seguido me dio la vuelta, me puso a cuatro patas y volvió a lamerme el culo. Me metió dos dedos mientras jugaba con la polla en su coño. Cuando vio que estaba suficientemente abierto cogió un bote de crema hidratante y me echó un chorro dentro. Agarró su polla con la mano y me la ensartó en el culo, la sentí como un misil. Me folló duramente, me masturbaba y me sobaba las tetas al mismo tiempo, y las dos gemimos mientras escuchábamos los gemidos de mis padres, y ellos los nuestros. Hasta que acabamos. Caímos rendidas, nos besamos y nos quedamos dormidas así, ella detrás de mí y con una polla uniendo su coño con mi culo.

Al día siguiente me desperté yo primero. Todavía tenía la polla metida en el culo, que estaba dolorido. Sin sacármela me acerqué al ventanuco para comprobar que ya estábamos lejos de la costa. La libertad absoluta volvía al barco. Me saqué la polla con cuidado, y el culo me quedó abierto. Me entraba un dedo perfectamente por el agujero.

Miri parecía estar cansada, por el viaje y por nuestra juerga particular de la noche anterior. La dejé dormir mientras me duchaba, entré en el camarote a coger una tanga del bikini (esta de color naranja) y volví a dejarla durmiendo, cerrando la puerta detrás de mí. Ya en cubierta me puse la tanga. No quería que Miriam me viese en pelotas delante de mis padres. De hecho, creo que si me hubiese quedado desnuda mis padres también lo harían, y después Miri y no quería que las cosas se precipitasen. Por ello, estaba en top-less, igual que mi madre. Mi padre llevaba un pantalón corto de esos de navegar. Creo que quería estar guapo para mi amiga.

  • Menudo festín anoche, ¿eh? – Me dijo mi madre sonriendo

  • La verdad es que ya necesitaba un cambio de pareja. No es por desmerecer, pero ya se sabe que en la variedad está e gusto – Contesté

  • Te entiendo, yo ya voy necesitando una polla que no sea la de tu padre. Llevo un mes con la misma, y cansa un poco.

  • ¿Cómo haces el resto del año?

  • Compañeros de trabajo, amigos, alguna amiga con su marido, algún amigo con su mujer... A veces con tu padre y a veces sin él.

  • Vaya, así que haceis intercambios.

  • No exactamente. En un intercambio follas con la pareja de la otra mujer. Lo nuestro es un todos con todos.

  • ¿Y papá se folla a tíos?

  • Y ellos a él. Le gusta mucho el sexo anal. Una vez que me estaban haciendo una doble penetración, con el dándome por el culo, un tío se le acercó por detrás y se la metió hasta el fondo. Yo nunca le había metido ni un dedo, pero desde esa no le hace ascos a nada. Incluso ya chupó alguna polla.

  • Vaya con mi papaíto.

La conversación se interrumpió con la llegada de Miriam a cubierta. Estaba recién duchada, con el pelo mojado, dejando caer unos hilillos de agua por su bikini. Era de triágulos, y muy pequeño, apenas le tapaba sus grandes pezones, de un rojo intenso que hacía que destacase su pelo rubio y ondulado. La tanga no se quedaba atrás, de hilo y mínima. La verdad es que estaba preciosa. Se tumbó a nuestro lado después de dar los buenos días, y se quedómirando a nuestras tetas.

  • Me apunto al top-less – Dijo

Y así, sin más se quitó los triángulitos. Mi padre no se perdía ni un centímetro de sus tetas. A pesar de la distancia y las gafas de sol se le notaba perfectamente.

Continuara?