Asfixiante satisfacción

La búsqueda del placer es como la del amor, nunca sabes con quien llegará, y mucho menos cuanto tiempo estará contigo, para vivirlo, para sentirlo, para ti (...)

ASFIXIANTE SATISFACCIÓN

La búsqueda del placer es como la del amor, nunca sabes con quien llegará, y mucho menos cuanto tiempo estará contigo, para vivirlo, para sentirlo, para ti; pero algo es seguro, una vez que llega te aferras para no perderlo, aunque generalmente no se queda a tu lado, así que solo te queda la memoria para abrigar una y otra vez las sensaciones vividas.

Si, el simple recuerdo me estremece, tan fuerte, tan simple, tan placentero, y si, tan primitivo, tan inesperado.

A mi vida el placer llegó como una mujer: Jess, lo que ella me hizo sentir y gozar fue alucinante, así aprendí que el placer no es cuestión de formas, formulas o fantasías preconcebidas, aprendí que el placer es entregarte a lo que tu cuerpo y alma sienten, sin limites, sin miedos, en confianza, y sobre todo, abierto a las posibilidades de encontrar el placer donde nunca pensaste estaría.

Después de más de un año de compartir cientos de momentos eróticos con Jess, nuestros encuentros en la intimidad eran cada vez más intensos, ella sabía como provocarme según la ocasión y yo cada día estaba más convencido que cuando creía conocerle, ella algo nuevo de seguro me enseñaría. Y así fue hasta el último día que estuvimos juntos.

Sábado a medio día, sin mis padres, en la casa tenia todo el día libre; me aprestaba a mirar el fútbol por tv; no tardo mucho después de acomodarme en el sillón de la sala, cuando sonó el timbre; era ella, radiante como siempre, con una sonrisa que te invitaba a sonreír aun cuando tu día fuera malo, la invite a pasar, pero mi mirada no pudo evitar el ver que llevaba puesta unos jeans a la cadera y una ajustada y corta playera azul con el logo de una bandera europea que delineaban sus senos de una manera escandalosa, ella me miro con una sonrisa picara y una ceja semilevantada; eso era un signo inequívoco que prometía una tarde intensa.

Comenzamos a platicar en la sala sobre trivialidades y algunas cuestiones de su carrera universitaria, yo no podía dejar de mirar sus senos y lo altivos que se veían ese día, así que le comente lo bien que se veía, y con ese aire de inocencia en su rostro que me erotizaba, me dijo:

  • Es una sorpresa para ti, es un bra que levanta y como sé lo que te gustan mis tetas, lo traigo para ti

  • Pues me encanta como se ven, aunque tu sabes que no lo necesitas –le dije sonriendo–

Se levantó del sillón y se dirigió al espejo del baño; camine junto a ella y mientras ella veía coquetamente su reflejo, comencé a tocar lentamente su rostro, acaricie su cuello y descendí poco a poco hasta tocar sus senos, era un delicia recorrer su silueta, sentir la textura suave y delicada de su piel, el acompasamiento de su pecho con la respiración y como se aceleraba conforme tocaba aquellos puntos de su cuello que le gustaba; me coloque detrás de ella, a la par que le tocaba; miraba nuestro reflejo en el espejo y ella por momentos veía nuestro reflejo, pero en algunos segundos en el goce de las caricias ella tierna y entregadamente cerraba sus ojos.

Esa imagen de ella y yo a su espalda, viendo nuestro reflejo frente a nosotros, mis manos abrazándole suavemente y acariciando su cuerpo, sin decir una sola palabra, y admirar su rostro con señas de claro deseo, es algo sublime e inolvidable

Mientras besaba su cuello le susurre al oído un tanto suplicante:

  • Vamos arriba a la cama, quiero recorrer tu cuerpo desnudo

Apenas le dije eso, su pasión se desató, el cambio de caricias sublimes a besos desenfrenados fue maravilloso, nuestras manos comenzaron a recorrer nuestros cuerpos, la intensidad subía y las ropas cada vez nos estorbaban mas; saber que nadie nos molestaría hizo que comenzara desde ese momento a desnudarla mientras salíamos del baño y nos dirigíamos a las escaleras para subir al segundo piso a donde se encontraba mi recamara; ya en las escaleras y estando ella frente a mi, tuve a mi disposición su cintura y caderas, acariciándolas lenta pero firmemente, fue ahí cuando en el descanso y faltando cuatro escalones para llegar a la planta alta, ella desabotonó sus jeans y lo bajo un poco solo para dejarme ver su tanga en color negro, mi excitación creció a mil y rápidamente la detuve para bajarle el pantalón y apreciar totalmente su sensual lencería, ella sabiendo lo que en mi provocaba, giro solo un poco su torso volviéndose hacia mi y con un aire felino me dijo:

  • ¿Te gusta como se ve mi colita?

No dije nada, solo jalé su tanga fuertemente rompiéndola de la unión de los tres hilos que la forman, así que sin mas se arrodillo en un escalón mas arriba del que me encontraba y parando su colita me comenzó a pedir que se la metiera, lo que así hice, a cada embestida la respiración de ella se interrumpía por un pequeño sonido mezcla de placer, dolor y exhalación de su respiración.

Disfrutaba al máximo ese tipo de momentos tan intensos, ella a mi lado siempre disfrutó más lo espontáneo que lo planeado; lo evidenciaba su rostro cuando la acariciaba y la hacia mía, justo como en ese momento nos encontrábamos, yo de pie sujetándola de su cadera y jalándola hacia mi, martillando su interior con mi pene, era sensacional verla recibir mi verga y escuchar su placer.

Cuando pensé que así terminaríamos, ella me pidió suavemente que me detuviera , así lo hice, me detuve, solo para que entonces ella lentamente se enderezara y se separara de mi, vi entonces como cada centímetro de mi pene salía de su apretada vagina, solo para que al salir mi glande, se escuchara la entrada de aire por el pequeño vacío que las embestidas de mi pene habían provocado en su interior, ella se disculpo sonriendo coqueta y tímidamente, subió entonces el resto de los escalones y sin mirar atrás camino hacia mi habitación por el pasillo, a la par que se deshacía de su playera y justo antes de entrar a mi habitación desabotonar su bra, eso no solo me excito sino me desconcertó, ahí estaba yo en las escalera, con los pantalones y bóxer a los pies, con una erección a tope; sonreí; si, solo ella me hacia sentir así.

Rápidamente me dirigí a mi habitación a alcanzarla mientras en el camino me despojaba de mi ropa, en el pasillo me desnude totalmente y al entrar a mi habitación la encontré de pie, a la orilla de mi cama, dándome la espalda, totalmente desnuda y viendo un partido de fútbol italiano en el televisor, solo llevaba puesto sus tines y sus converse, aquello naturalidad en su desnudo me excito al máximo y solo me dirigí hacia ella, la bese en el cuello y nuca a la par que juntaba mi desnudez y la suya, y colocándole mi erecto y tibio miembro entre sus maravillosas pero frías nalgas.

No dijimos nada, solo la tome por la cintura y la dirigí a la orilla de la cama, le puse en de rodillas y la hice inclinarse en la postura de a perrito, comencé nuevamente a penetrarla, sus labios estaban tibios y sumamente lubricados, así que mi pene entraba y salía sin mayor opocisión mas que la que sus labios provocaban al rodear y aceptar mi pene.

La intensidad de la penetración iba creciendo, no solo en rapidez sino en fuerza, era placentero no solo el roce de nuestros genitales sino el dolor que le provocaba mi embestida cada mas fuerte, fue en ese momento cuando sin pensarlo le di una nalgada, ella de inmediato dejo salir un pequeño gritito de placer acompañado de un "¡¡sí!!" que me erizo la piel, eso me hizo darle una mas y otra, cada vez mas seguidas, pues su respuesta era de un creciente placer; sus nalgas se enrojecían a cada palmada, era excitante observar su piel blanca cada vez mas enrojecida; fue en ese justo momento cuando comencé a acariciar su espalda y hombros, su cabello corto me facilitaba el acceso a su cuello y nuca; y sucedió, recargué mi cuerpo sobre su espalda intentando besar su nuca y mi embestida hizo que perdiera un poco el equilibrio sujetándome un poco mas fuerte de su corto cabello, eso le causo dolor, pero para mi sorpresa volteo a verme con una mirada intensa, que no escondía el placer y me dijo:

  • ¡Así, hazlo así!

No dude, la tome del cabello con mi mano izquierda y comencé a embestirla fuertemente, un instinto animal se apodero de mi, fue como un flash back de aquellos instintos básicos que se encuentran grabados inexcusablemente en nuestros genes, fuimos en ese momento una hembra y un macho. Aquella sensación de dominar, de someter, de provocar dolor y sentir placer por ello, es indescriptible; apenas me alcanzan las palabras para describirlo.

Ahí estaba yo penetrándole cada vez más fuerte, jalando de su cabello y ella con las nalgas respingadas y la espalda arqueada. Apenas me estaba aferrando a esa nueva sensación de dominación y placer, cuando ella me pidió le sujetara del cuello, lo hice, no dude, siempre supe que sus ideas o sugerencias eran sinónimo de placer y le obedecí, la sujete del cuello desde atrás con ambas manos mientras la seguía embistiendo, y entonces su tono de voz mezcla de excitación y exaltación erizo mi piel cuando en tenue suplica me pidió apretara suave pero firmemente; lo hice también, sin dudar, estimulado por aprender y sentir, primero suavemente, pude sentir entonces en las palmas de mis manos esa sensación de dominio absoluto, prohibido; sentía la dificultad de ella para respirar, para tragar saliva, pero contrario a lo que pensé ahí terminaría, ella me pidió siguiera, esta vez un poco mas fuerte; fui cuidadoso y solo apreté un poco mas, le sujete con mayor firmeza sin perder el ritmo de mi penetración, ella me pedía le apretara con mas fuerza, lo hice aun cuando me preocupo un poco sentir la fuerza de sus latidos entre mis dedos, fue ahí cuando comenzó a toser un poco, la contracción que su abdomen reflejaba en su músculos pélvicos hicieron sentir en mi verga una sensación diferente, cada tosido de ella se reflejaba en una apretón a mi verga; así continué, el rostro de ella se veía enrojecido, sus ojos llorosos me excitaban cada vez mas, cuando casi me detenía ella apenas pudo pronunciar palabra diciéndome "ya casi, sigue", lo que así hice, la embestí mas fuerte mientras mis manos rodeaban su cuello, no dejaba de sujetarle, mis pulgares en su nuca y el resto en su cuello; fue ahí cuando comencé a sentir las contracciones de su vagina, intensas, distintas a lo que antes me había hecho sentir, eran fuertes, rápidas, rítmicas, a la par ella parecía desvanecerse y justo ahí ambos tuvimos nuestro orgasmo, le solté solo para que ella se desvaneciera en la cama, y mi pene saliera de su vagina aun eyaculando, era evidente que lo que ella sentía era intenso a pesar de la debilidad de su cuerpo, sus ojos rojizos y llorosos un tanto desorbitados me lo decían, yo permanecía de pie sujetando mi verga y eyaculando sobre sus piernas.

Pasaron un par de minutos para que ambos nos repusiéramos, ella sonriendo me dijo cuan bien lo había hecho y yo solo sonreía y recordaba lo que minutos antes había hecho; me recosté junto a ella de frente y acomode el fleco de su cabello, solo nos mirábamos en complicidad y sonreíamos, su mirada era explicita, ella había gozado y su inocente mirada así me lo hacia ver; sin decir palabra aún, tomó mi mano izquierda y la comparó con su mano izquierda, me miro y en un tono pícaro su voz aun jadeante me dijo:

  • ¿Quieres intentar mas tarde algo nuevo?

Le di un beso en la mejilla mientras sonreía y daba tiempo a que mi respiración agitada se repusiera, pensando en silencio lo que con gusto en ese momento gritaría: "¿Cómo decirte no después de esto?".